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José Miguel Santiago Castelo (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 11 de septiembre de 1948-Madrid, 29 de mayo de 2015) fue un escritor y periodista español, director de la Real Academia de Extremadura y subdirector del diario ABC.
Biografía
Tras estudiar periodismo, ingresó en ABC, diario del que fue nombrado subdirector en 1988. Además de periodista, ha destacado por su obra literaria, la mayoría libros de poemas. Su primer poemario (Tierra en la carne) apareció en 1976. En 1982 su obra Memorial de ausencias obtuvo el Premio Fastenrath de la Real Academia Española, publicado en 1978.
Del resto de su obra destacan Monólogo de Lisboa, La sierra desvelada, Cruz de Guía, Cuaderno del Verano, Cuerpo cierto, La huella del aire, Quilombo, La hermana muerta, Esta luz sin contorno y la antología Como disponga el olvido.
Además de miembro numerario y director de la Real Academia de Extremadura fue miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Academia Cubana de la Lengua.
Fue distinguido con la Medalla de Extremadura y recibió el Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural, de manos de sus directores Fernando Rodríguez Lafuente y Ramón Pernas. Además le fueron concedidos, entre otros, los premios Hispanidad y Gredos de poesía y los premios Julio Camba y Martín Descalzo de periodismo y fue Hijo Adoptivo de Fontiveros e Hijo Predilecto de Granja de Torrehermosa.
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*
Algunos poemas de José Miguel Santiago Castelo, de La sentencia, Visor, 2015:
LA SENTENCIA
A Carmina González Enguita,pilar de mi quebranto
Sonó la palabra. Seca y rotunda lo mismo que un disparo.
Y todo se volvió blanco. Las paredes, los muebles, el silencio.
Fueron unos segundos que se hicieron eternos.
Mi rodillas sin nervios, mis manos desmayadas
y en la memoria toda la vida en un instante:
la niñez en el pueblo; el viaje a Madrid;
los primeros amores.
¡Qué exacta la película! ¡La memoria qué clara!
Los años de estudiante, los viajes, los besos,
la oratoria florida y el periodismo insomne.
En sólo unos segundos los libros y los versos.
Ignoro lo que dije. Se cerró la memoria
y cayó la sentencia como una guillotina
que lo arrasase todo. El mundo era distinto.
EL DERRUMBE
El cuerpo es un castillo en continuo derrumbe:
ayer, una muralla; hoy, una torre; quizás mañana un puente...
No puedes hacer nada. Miras subir la hiedra
tapando las ruinas y son tus propias manos
las que intentan cubrirte. Te levantas creyendo
que los amaneceres traerán la primavera,
pero siempre a la tarde regresan las tormentas.
Y vuelta a los derrumbes, a lo que no esperabas.
Te mantiene la fe, el ansia de la vida
y creer que en la noche el lucero que guiña
te manda algún mensaje con algo de esperanza.
MANOS
Al doctor Gustavo Rubio Moreno
Veo mis manos ¿Pero estas son mis manos?
Grandes y fuertes aquellas manos mías
se han estilizado y -llenas de pellejos-
han perdido la vieja textura que tenían.
Aquellas manos mías que todo lo cogieron,
que se colmaron de agua, de rosas y de besos,
que tocaron la noche y hasta el aire prohibido
y en su luz me enseñaron los más duros secretos;
ahora las miro, impávido, incrédulo, asustado.
¿Qué fue de aquellas manos? Y nadie me responde.
IGUALES
Nadie es nada. Todos son
sílabas que se resumen
en un romance sin nombre,,,
JOSÉ MARÍA PEMÁN
Todos somos iguales.
Si alguna ventaja tiene este calvario
es la manera de igualarnos tan exacta.
Se acabaron los títulos. Las prebendas. ¿Qué fueron
de aquellos rasgos de soberbia? ¿De qué sirve
ahora aquel poder o el lujo del dinero?
Aquí todos iguales... Jóvenes y viejos,
pudientes y menesterosos, guapos y feos.
Con los ojos desnudos por el miedo
y la extraña y curiosa solidaridad de los sentenciados.
Nos miramos sabiéndonos cercanos, hermanados
por el mismo dolor y la misma condena.
Somos un romance sin nombre, una apuesta
de vida y de mañana. En este pabellón,
perfectamente alineados, somos sencillamente
un suspiro que no quiere perderse...
Cada uno enganchado al goteo de una lucha
no mira a los demás sino fraternamente.
Y es tan igual el viejo de mirada cansada
que aquel muchacho hermoso que sueña con la vida.
¡Como siempre el dolor es el que más allana,
el que mejor nos cuadra y más nos purifica!
José Miguel Santiago Castelo (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 11 de septiembre de 1948-Madrid, 29 de mayo de 2015) fue un escritor y periodista español, director de la Real Academia de Extremadura y subdirector del diario ABC.
Biografía
Tras estudiar periodismo, ingresó en ABC, diario del que fue nombrado subdirector en 1988. Además de periodista, ha destacado por su obra literaria, la mayoría libros de poemas. Su primer poemario (Tierra en la carne) apareció en 1976. En 1982 su obra Memorial de ausencias obtuvo el Premio Fastenrath de la Real Academia Española, publicado en 1978.
Del resto de su obra destacan Monólogo de Lisboa, La sierra desvelada, Cruz de Guía, Cuaderno del Verano, Cuerpo cierto, La huella del aire, Quilombo, La hermana muerta, Esta luz sin contorno y la antología Como disponga el olvido.
Además de miembro numerario y director de la Real Academia de Extremadura fue miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Academia Cubana de la Lengua.
Fue distinguido con la Medalla de Extremadura y recibió el Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural, de manos de sus directores Fernando Rodríguez Lafuente y Ramón Pernas. Además le fueron concedidos, entre otros, los premios Hispanidad y Gredos de poesía y los premios Julio Camba y Martín Descalzo de periodismo y fue Hijo Adoptivo de Fontiveros e Hijo Predilecto de Granja de Torrehermosa.
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Algunos poemas de José Miguel Santiago Castelo, de La sentencia, Visor, 2015:
LA SENTENCIA
A Carmina González Enguita,pilar de mi quebranto
Sonó la palabra. Seca y rotunda lo mismo que un disparo.
Y todo se volvió blanco. Las paredes, los muebles, el silencio.
Fueron unos segundos que se hicieron eternos.
Mi rodillas sin nervios, mis manos desmayadas
y en la memoria toda la vida en un instante:
la niñez en el pueblo; el viaje a Madrid;
los primeros amores.
¡Qué exacta la película! ¡La memoria qué clara!
Los años de estudiante, los viajes, los besos,
la oratoria florida y el periodismo insomne.
En sólo unos segundos los libros y los versos.
Ignoro lo que dije. Se cerró la memoria
y cayó la sentencia como una guillotina
que lo arrasase todo. El mundo era distinto.
EL DERRUMBE
El cuerpo es un castillo en continuo derrumbe:
ayer, una muralla; hoy, una torre; quizás mañana un puente...
No puedes hacer nada. Miras subir la hiedra
tapando las ruinas y son tus propias manos
las que intentan cubrirte. Te levantas creyendo
que los amaneceres traerán la primavera,
pero siempre a la tarde regresan las tormentas.
Y vuelta a los derrumbes, a lo que no esperabas.
Te mantiene la fe, el ansia de la vida
y creer que en la noche el lucero que guiña
te manda algún mensaje con algo de esperanza.
MANOS
Al doctor Gustavo Rubio Moreno
Veo mis manos ¿Pero estas son mis manos?
Grandes y fuertes aquellas manos mías
se han estilizado y -llenas de pellejos-
han perdido la vieja textura que tenían.
Aquellas manos mías que todo lo cogieron,
que se colmaron de agua, de rosas y de besos,
que tocaron la noche y hasta el aire prohibido
y en su luz me enseñaron los más duros secretos;
ahora las miro, impávido, incrédulo, asustado.
¿Qué fue de aquellas manos? Y nadie me responde.
IGUALES
Nadie es nada. Todos son
sílabas que se resumen
en un romance sin nombre,,,
JOSÉ MARÍA PEMÁN
Todos somos iguales.
Si alguna ventaja tiene este calvario
es la manera de igualarnos tan exacta.
Se acabaron los títulos. Las prebendas. ¿Qué fueron
de aquellos rasgos de soberbia? ¿De qué sirve
ahora aquel poder o el lujo del dinero?
Aquí todos iguales... Jóvenes y viejos,
pudientes y menesterosos, guapos y feos.
Con los ojos desnudos por el miedo
y la extraña y curiosa solidaridad de los sentenciados.
Nos miramos sabiéndonos cercanos, hermanados
por el mismo dolor y la misma condena.
Somos un romance sin nombre, una apuesta
de vida y de mañana. En este pabellón,
perfectamente alineados, somos sencillamente
un suspiro que no quiere perderse...
Cada uno enganchado al goteo de una lucha
no mira a los demás sino fraternamente.
Y es tan igual el viejo de mirada cansada
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