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PINO BETANCOR (Madrid, 1928-Las Palmas de Gran Canaria, 2003) fue una poeta española. Nació en Sevilla, de padre canario, pero fue registrada como madrileña el 1 de mayo de 1928 debido al inmediato traslado de su familia a esta ciudad. Falleció en Las Palmas de Gran Canaria.
Desde muy joven demostró sus cualidades artísticas para la escritura, la danza, el canto y la representación. A los dieciocho años de edad hizo su presentación literaria recitando el poema “El extranjero” en el Ateneo de Madrid.
En 1950 decidió visitar las islas por primera vez para conocer a su familia paterna, de origen canario. En este viaje conoció al poeta José María Millares Sall, con quien se casó dos años más tarde.
Se trasladaron a Madrid por las presiones que la dictadura ejercía sobre su marido. Allí vivieron hasta su regreso definitivo a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en 1973. Desde ese momento colaboró en diversos periódicos y revistas locales.
Falleció el 3 de enero del 2003 en Las Palmas de Gran Canaria, a la edad de 75 años.
Obra
«El mundo lírico de Pino Betancor, expresado en formas y ritmos clásicos, quedó definido por su temática amorosa y su notable sensualidad» Desde muy pronto manifestó las señas de identidad que caracterizarían su obra: un manejo perfecto de la rima, del ritmo y la cadencia, una lírica emotiva y sensual, un contenido amoroso y romántico que destila su acentuada pasión de vivir.
Su amor por la vida se refleja en su poesía sencilla, cercana y emotiva que habla de hechos cotidianos, preocupaciones sociales, recuerdos, objetos, etc.
Sacado de:https://es.wikipedia.org/wiki/Pino_Betancor_%C3%81lvarez
*
Algunos poemas de Pino Betancor:
De Las playas vacías:
TERCIOPELO Y SEDA
De terciopelo y seda era su cuerpo,
pero no lo vio nadie.
La enseñaron, ya desde muy pequeña,
a trabajar muy duro y no quejarse.
A levantarse al alba, blanca y fría,
a ser ave sin vuelo, flor sin aire.
Un día marcha a la ciudad inmensa.
Allí conoce a un hombre, uno de tantos,
pequeño y arrogante.
Los hijos le vendrán sin desearlos,
sin desear a nadie.
Y seguirá cosiendo y cocinando.
Es su deber. No lo discute nadie.
La vida va pasando lentamente
detrás de los cristales.
La enseñaron a ser el pan que se cocina,
la mesa que se pone, la ceniza que arde,
y así vivió su triste y corta vida,
ignorada e ignorante
de todas las bellezas de la tierra.
Nunca de la pasión de los sentidos
le hablaron. De cómo un beso
puede encender el aire.
Y una sencilla, dulce melodía,
hasta el cielo elevarte.
Un día se durmió en la vieja mecedora.
Para siempre. Sin haber florecido.
Marchita ya la tez, marchita el alma.
Como tantas mujeres innombrables.
De terciopelo y seda fue su cuerpo
y no lo supo nadie.
MUJER EN LA PLAYA
Suavemente la tarde se adormece en la playa.
Una mujer se extiende como un alga sombría
sobre la húmeda caricia de la arena.
Senos desnudos, ojos aún más desnudos,desolados.
Las manos apretando una caricia desaparecida.
Cierra los ojos frente a un sol naranja
del día que se acaba.
Como acaba su vida,
como acaban sus sueños.
Siempre la misma historia.
La historia repetida,
la historia de una vida.
De mil vidas perdidas,
olvidadas, distantes.
El agua en esa tarde tiene
su más azul frescura,
su espuma más brillante.
Pero el día se acaba,
pero su vida acaba
y se acaban los sueños.
Una pequeña ola, furtivamente viene
a besar, compasiva, a la mujer
sin nombre.
BALADA A NORMA JEAN
Rubia como la luz te descubrimos
un día, Norma Jean, y eras la luz
Cuerpo desnudo en la más pura desnudez.
Los ojos azules, tan azules, de niña abandonada.
Pobre, pequeña Norma, tan sencilla,
como una rebanada de pan recién cocido,
como un vaso de leche dulce y tibia,
con tu risa de flor y limonada.
Creciste pobre y bella, e ignorante.
Para nuestro recreo y para tu desgracia.
Te desnudaron aún más, hasta la última
piel, sinceramente tuya, pura y cálida.
Te pusieron un nombre nuevo, una nueva risa,
diferente a la tuya, limpia y clara.
En tus suaves labios, pintados de granate,
la voz sonaba falsa.
Te cubrieron de pieles, de ceñidos vestidos,
Chanel nº 5, satén y muselinas.
Visiones y ambiciones de pequeña estarlet.
Pobre, pequeña , dulce Norma Jean,
detrás de toda aquella mentira luminosa
te estaban enterrando.
Nosotros te mirábamos en la pantalla grande.
Hermosa, tan hermosa, como una rosa extraña.
Reías y cantabas y movías el cuerpo
como te habían dicho que lo hicieras.
Mas todo era un engaño.
Tú eras más verdadera en tu belleza
con tu rostro desnudo de maquillaje y sombras,
con tu cuerpo de niña que creció demasiado.
Te descubrimos tarde, ay, demasiado tarde.
(Sólo el cabello rubio, bajo la tela blanca),
y ese día, estremecidos y sin voz lloramos,
oh dulce Norma Jean, y rogamos por ti.
De Las dulces viejas cosas:
LA FALDA
Esa falda de tela desvaída,
tantas veces lavada, usada, poseída,
se ciñe a mi cintura
tan impalpablemente,
que casi ni la siento resbalar
suavemente, rozando mis caderas.
Y esa blusa gastada
de la que tú te ríes
cuando me la ves puesta,
ofrece su caricia más íntima
a mis senos, ahora no tan altivos,
como ella, no tan nuevos.
Ay, las cosas gastadas
por el tiempo y la vida,
se han hecho tan amigas
de mi cuerpo,
que cuando estoy cansada
nada me reconforta
como su suave tacto,
tan cálido y sereno.
El gran armario guarda
las ropas más preciadas.
Oscuros terciopelos,
suaves sedas de Italia.
Los hermosos vestidos
conque te gusta verme.
Pero ahora estamos solos
en la dulce penumbra
de la tarde que cae.
Perdóname que elija
entre el placer de verme
hermosa ante tus ojos,
esta humilde alegría
de verme como soy.
PINO BETANCOR (Madrid, 1928-Las Palmas de Gran Canaria, 2003) fue una poeta española. Nació en Sevilla, de padre canario, pero fue registrada como madrileña el 1 de mayo de 1928 debido al inmediato traslado de su familia a esta ciudad. Falleció en Las Palmas de Gran Canaria.
Desde muy joven demostró sus cualidades artísticas para la escritura, la danza, el canto y la representación. A los dieciocho años de edad hizo su presentación literaria recitando el poema “El extranjero” en el Ateneo de Madrid.
En 1950 decidió visitar las islas por primera vez para conocer a su familia paterna, de origen canario. En este viaje conoció al poeta José María Millares Sall, con quien se casó dos años más tarde.
Se trasladaron a Madrid por las presiones que la dictadura ejercía sobre su marido. Allí vivieron hasta su regreso definitivo a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en 1973. Desde ese momento colaboró en diversos periódicos y revistas locales.
Falleció el 3 de enero del 2003 en Las Palmas de Gran Canaria, a la edad de 75 años.
Obra
«El mundo lírico de Pino Betancor, expresado en formas y ritmos clásicos, quedó definido por su temática amorosa y su notable sensualidad» Desde muy pronto manifestó las señas de identidad que caracterizarían su obra: un manejo perfecto de la rima, del ritmo y la cadencia, una lírica emotiva y sensual, un contenido amoroso y romántico que destila su acentuada pasión de vivir.
Su amor por la vida se refleja en su poesía sencilla, cercana y emotiva que habla de hechos cotidianos, preocupaciones sociales, recuerdos, objetos, etc.
Sacado de:https://es.wikipedia.org/wiki/Pino_Betancor_%C3%81lvarez
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Algunos poemas de Pino Betancor:
De Las playas vacías:
TERCIOPELO Y SEDA
De terciopelo y seda era su cuerpo,
pero no lo vio nadie.
La enseñaron, ya desde muy pequeña,
a trabajar muy duro y no quejarse.
A levantarse al alba, blanca y fría,
a ser ave sin vuelo, flor sin aire.
Un día marcha a la ciudad inmensa.
Allí conoce a un hombre, uno de tantos,
pequeño y arrogante.
Los hijos le vendrán sin desearlos,
sin desear a nadie.
Y seguirá cosiendo y cocinando.
Es su deber. No lo discute nadie.
La vida va pasando lentamente
detrás de los cristales.
La enseñaron a ser el pan que se cocina,
la mesa que se pone, la ceniza que arde,
y así vivió su triste y corta vida,
ignorada e ignorante
de todas las bellezas de la tierra.
Nunca de la pasión de los sentidos
le hablaron. De cómo un beso
puede encender el aire.
Y una sencilla, dulce melodía,
hasta el cielo elevarte.
Un día se durmió en la vieja mecedora.
Para siempre. Sin haber florecido.
Marchita ya la tez, marchita el alma.
Como tantas mujeres innombrables.
De terciopelo y seda fue su cuerpo
y no lo supo nadie.
MUJER EN LA PLAYA
Suavemente la tarde se adormece en la playa.
Una mujer se extiende como un alga sombría
sobre la húmeda caricia de la arena.
Senos desnudos, ojos aún más desnudos,desolados.
Las manos apretando una caricia desaparecida.
Cierra los ojos frente a un sol naranja
del día que se acaba.
Como acaba su vida,
como acaban sus sueños.
Siempre la misma historia.
La historia repetida,
la historia de una vida.
De mil vidas perdidas,
olvidadas, distantes.
El agua en esa tarde tiene
su más azul frescura,
su espuma más brillante.
Pero el día se acaba,
pero su vida acaba
y se acaban los sueños.
Una pequeña ola, furtivamente viene
a besar, compasiva, a la mujer
sin nombre.
BALADA A NORMA JEAN
Rubia como la luz te descubrimos
un día, Norma Jean, y eras la luz
Cuerpo desnudo en la más pura desnudez.
Los ojos azules, tan azules, de niña abandonada.
Pobre, pequeña Norma, tan sencilla,
como una rebanada de pan recién cocido,
como un vaso de leche dulce y tibia,
con tu risa de flor y limonada.
Creciste pobre y bella, e ignorante.
Para nuestro recreo y para tu desgracia.
Te desnudaron aún más, hasta la última
piel, sinceramente tuya, pura y cálida.
Te pusieron un nombre nuevo, una nueva risa,
diferente a la tuya, limpia y clara.
En tus suaves labios, pintados de granate,
la voz sonaba falsa.
Te cubrieron de pieles, de ceñidos vestidos,
Chanel nº 5, satén y muselinas.
Visiones y ambiciones de pequeña estarlet.
Pobre, pequeña , dulce Norma Jean,
detrás de toda aquella mentira luminosa
te estaban enterrando.
Nosotros te mirábamos en la pantalla grande.
Hermosa, tan hermosa, como una rosa extraña.
Reías y cantabas y movías el cuerpo
como te habían dicho que lo hicieras.
Mas todo era un engaño.
Tú eras más verdadera en tu belleza
con tu rostro desnudo de maquillaje y sombras,
con tu cuerpo de niña que creció demasiado.
Te descubrimos tarde, ay, demasiado tarde.
(Sólo el cabello rubio, bajo la tela blanca),
y ese día, estremecidos y sin voz lloramos,
oh dulce Norma Jean, y rogamos por ti.
De Las dulces viejas cosas:
LA FALDA
Esa falda de tela desvaída,
tantas veces lavada, usada, poseída,
se ciñe a mi cintura
tan impalpablemente,
que casi ni la siento resbalar
suavemente, rozando mis caderas.
Y esa blusa gastada
de la que tú te ríes
cuando me la ves puesta,
ofrece su caricia más íntima
a mis senos, ahora no tan altivos,
como ella, no tan nuevos.
Ay, las cosas gastadas
por el tiempo y la vida,
se han hecho tan amigas
de mi cuerpo,
que cuando estoy cansada
nada me reconforta
como su suave tacto,
tan cálido y sereno.
El gran armario guarda
las ropas más preciadas.
Oscuros terciopelos,
suaves sedas de Italia.
Los hermosos vestidos
conque te gusta verme.
Pero ahora estamos solos
en la dulce penumbra
de la tarde que cae.
Perdóname que elija
entre el placer de verme
hermosa ante tus ojos,
esta humilde alegría
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