Enrique García Satur
Los muchachos de su barriada constituyeron el primer público, el más honesto, el más generoso pero también el que más exigía en inspiración y expresión. Así, en su barrio, diciendo versos en las esquinas ante los rostros conmovidos de ese público improvisado, nacía el poeta Enrique García Satur. El campo argentino, con sus costumbres, sus bailes, sus cantares, brindaban el tema que resultaba caro al corazón del autor, y este descubrimiento marcó una trayectoria de permanente creación que se repitió en varios libros.
“Mis humildes versos, dijo en cierta ocasión Enrique García Satur han recorrido todos los caminos de nuestra patria y de América, y en los hogares de distintos hombres encontraron un hueco donde quedase remoloneando y llenando el corazón de todos con un mensajes de amor, de paz, de belleza” ¿Que mejor destino para un poeta que ese ser andariego de sus versos? No podía extrañar entonces que “Arreando Ensueños” se agotara a poco meses de su aparición, en 1948, y la resonancias de toda la obra de García Satur impregnen la lírica gauchesca argentina con sonidos de originales resonancia.
Entre escribir, interpretar en el escenario la voz de nuestra tierra y cultivar el cariño de todos los quienes a él se acerca, transcurre la vida del creador de la comedia campera “Yo soy Esculapio Sosa”. De esta vida han surgido llenos de contenidos los maduros versos de “Garúa”, al presentarlos al los poetas de Aire que en Argentina y América sienten y comprenden las cosas de la tierra, lo hago convencida de dar a conocer una obra de honda belleza y armonía.
Los muchachos de su barriada constituyeron el primer público, el más honesto, el más generoso pero también el que más exigía en inspiración y expresión. Así, en su barrio, diciendo versos en las esquinas ante los rostros conmovidos de ese público improvisado, nacía el poeta Enrique García Satur. El campo argentino, con sus costumbres, sus bailes, sus cantares, brindaban el tema que resultaba caro al corazón del autor, y este descubrimiento marcó una trayectoria de permanente creación que se repitió en varios libros.
“Mis humildes versos, dijo en cierta ocasión Enrique García Satur han recorrido todos los caminos de nuestra patria y de América, y en los hogares de distintos hombres encontraron un hueco donde quedase remoloneando y llenando el corazón de todos con un mensajes de amor, de paz, de belleza” ¿Que mejor destino para un poeta que ese ser andariego de sus versos? No podía extrañar entonces que “Arreando Ensueños” se agotara a poco meses de su aparición, en 1948, y la resonancias de toda la obra de García Satur impregnen la lírica gauchesca argentina con sonidos de originales resonancia.
Entre escribir, interpretar en el escenario la voz de nuestra tierra y cultivar el cariño de todos los quienes a él se acerca, transcurre la vida del creador de la comedia campera “Yo soy Esculapio Sosa”. De esta vida han surgido llenos de contenidos los maduros versos de “Garúa”, al presentarlos al los poetas de Aire que en Argentina y América sienten y comprenden las cosas de la tierra, lo hago convencida de dar a conocer una obra de honda belleza y armonía.
Yo soy Juan Pueblo, señores
Yo soy Juan Pueblo: el mesmito
que payó con Santo Vega,
que mateó con Ascasubi
y con Fierro dio la vuelta.
El que se hizo tacuara
cuando la invasión inglesa.
Y ñandubay hecho lanza
desde la mañana aquella
en que Don French Y Berutti,
bajo un cielo de tormenta,
nos puso cielo en el pecho
con la criolla escarapela.
El que en barranca “el Rosario”
juró defender la enseña
que izara Manuel Belgrano
como un sol en nuestra “güella”.
El mismo que en San Lorenzo
cargó las armas con piedras
y regó con sangre el surco
que germinó en toda América.
El que junto al Capitán
los Andes cruzó de vuelta
con el cuero “remendao”
pero sana la “concencia”.
El que vibró con Moreno.
El que recogió su tea,
y puso luz en las almas
perdidas en las tinieblas.
El que allá en el “dieciséis”,
en la Tucumán eterna
hizo que el mundo escuchara
el grito de: ¡Independencia!
El que al “lao” de Rivadavia
luchó en las horas más negras
por unir a los hermanos
que ensangrentaban su tierra.
El que sufrió con Alberdi
el exilio y la miseria
por no poder de rodillas
la dignidad ante la fuerza.
El que canto a Echeverría
y a Sarmiento, sus ausencias.
Oprimido el corazón,
pero con voz resuelta.
El que hizo fértil los campos
dándole al suelo grandezas,
y puso oro en las almas
de los hombre de esta tierra
que no venderán por oro
a ninguno sus conciencias:
Porque templaron su espíritu
con el himno de Parera.
Yo soy Juan Pueblo, señores.
El que no acepta tutelas,
ni dominios, ni presiones,
ni de adentro ni de afuera;
El que no tiene más norte
que la libertad señera.
Que hace libres a los hombres
que saben luchar por ella.
Debemos gritarlo todos…
Pa´ que el mundo lo comprenda.
¡Yo soy Juan Pueblo, señores!
¡Es hora de que los sepan!
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