Aires de Libertad

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    Mensaje por claudieta cabanyal Lun 22 Jun 2009, 12:57

    Carmen Conde Abellán (Cartagena, 15 de agosto de 1907 - Madrid, 8 de enero de 1996) fue una maestra, poeta
    y narradora española. En 1931 fundó, junto con Antonio Oliver Belmás, la primera Universidad Popular de Cartagena. Fue la primera académica de número de la Real Academia Española; pronunció su discurso de entrada en 1979.

    OFRECIMIENTO

    Acércate.
    Junto a la noche te espero.

    Nádame.
    Fuentes profundas y frías
    avivan mi corriente.

    Mira qué puras son mis charcas.
    ¡Qué gozo el de mi yelo!



    AUSENCIA DEL AMANTE

    He vuelto por el camino sin yerba.
    Voy al río en busca de mi sombra.
    Qué soledad sellada de luna fría.
    Qué soledad de agua sin sirenas rojas.
    Qué soledad de pinos ácidos, errantes...
    Voy a recoger mis ojos
    abandonados en la orilla.


    VIDEO SOBRE VIDA Y OBRA DE CARMEN CONDE EN [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]



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    Mensaje por helena Mar 23 Jun 2009, 13:39

    Un bonito poema de una gran escritora.
    ¡Gracias, Claudieta!.

    Un beso
    Helena
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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por claudieta cabanyal Mar 23 Jun 2009, 17:31

    HELENA escribió:Un bonito poema de una gran escritora.
    ¡Gracias, Claudieta!.

    Un beso
    Helena

    Gracias Helena, es curioso que la primera mujer que ingresó en la RAE no interese a nadie.....con la particularidad de que no tenía formación académica ninguna...........
    Un beso
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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Tori Escalante Jue 30 Jul 2009, 03:51

    AUSENCIA DEL AMANTE

    He vuelto por el camino sin yerba.
    Voy al río en busca de mi sombra.
    Qué soledad sellada de luna fría.
    Qué soledad de agua sin sirenas rojas.
    Qué soledad de pinos ácidos, errantes...
    Voy a recoger mis ojos
    abandonados en la orilla.


    CLAUDIETA, MUY HERMOSO, UN BESO, TORI.
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    Mensaje por claudieta cabanyal Jue 30 Jul 2009, 13:01

    POR SUPUESTO TORI, CARMEN ERA ALGO GRANDE...........
    BIEN POR LAS POETISAS ESPAÑOLAS, GRANDES DESCONOCIDAS POR OTRA PARTE.
    GRACIAS Y UN BESO
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    Mensaje por Maria Lua Vie 31 Jul 2009, 17:33

    Gracias, querida amiga
    Claudieta...
    No conocía y me gustó mucho...
    Un beso
    Maria Lua


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    Mensaje por claudieta cabanyal Dom 09 Ago 2009, 14:27

    Maria Lua escribió:Gracias, querida amiga
    Claudieta...
    No conocía y me gustó mucho...
    Un beso
    Maria Lua


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    Gacias María y además fue una pionera,,,,,,,,un beso
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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Evangelina Valdez Mar 02 Abr 2013, 17:11

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    "ADOLESCENCIA"

    En el Alba de su vida el deseo
    le surgió en su boca la sonrisa
    por hallarse ante el amor.

    Era niña que vivía hasta en sueños
    su ardor, y la sangre palpitaba
    al hallarse con su amor.

    Sin el Alba ni en la Tarde
    ella un día preguntó:
    Si posible era guardar
    aquel su primer amor.

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    "ANTE TI"

    Porque siendo tú el mismo, eres distinto
    y distante de todos los que miran
    esa rosa de luz que viertes siempre
    de tu cielo a tu mar, campo que amo.

    Campo mío, de amor nunca confeso;
    de un amor recatado y pudoroso,
    como virgen antigua que perdura
    en mi cuerpo contiguo al tuyo eterno.

    He venido a quererte, a que me digas
    tus palabras de mar y de palmeras;
    tus molinos de lienzo que salobres
    me refrescan la sed de tanto tiempo.

    Me abandono en tu mar, me dejo tuya
    como darse hay que hacerlo para serte.
    Si cerrara los ojos quedaría
    hecha un ser y una voz: ahogada viva.

    ¿He venido, y me fui; me iré mañana
    y vendré como hoy...? ¿qué otra criatura
    volverá para ti, para quedarse
    o escaparse en tu luz hacia lo nunca?

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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Evangelina Valdez Mar 02 Abr 2013, 17:39

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    "AUSENCIA DEL AMANTE"

    He vuelto por el camino sin hierba.
    Voy al río en busca de mi sombra.
    Qué soledad sellada de luna fría.
    Qué soledad de agua sin sirenas rojas.
    Qué soledad de pinos ácidos errantes...
    Voy a recoger mis ojos
    abandonados en la orilla.

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    "DOMINIO"

    Necesito tener el alma mansa
    como una triste fiera dominada,
    complacerle con púas la tersura
    de su piel deslumbrada en mansedumbre.

    Es preciso domarla, que su fiebre
    no me tiemble en la sangre ni un minuto.
    Que la aneguen los fuegos del aceite
    más espeso de horror, y que resista.

    ¡Oh, mi alma suave y sometida,
    dulce fiera encerrándose en mi cuerpo!
    Rayos, gritos, helor, y hasta personas
    acuciándola a salir. Y ella, oscura.

    Yo te pido, amor, que me permitas
    acabar con mi tigre encarcelado.
    Para darte (y librarme de esta furia),
    una quieta fragancia inmarchitable.

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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Evangelina Valdez Miér 03 Abr 2013, 16:53

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    "Yo no te pregunto adónde me llevas..."

    Yo no te pregunto adónde me llevas.
    Ni por qué.
    Ni para qué.
    ¿Tú quieres caminar?, pues yo te sigo.

    Llevo luceros, luceros, en la mano derecha. Y llevo estrellas,
    estrellas, en la mano izquierda.
    Dime, hombre de todas las noches de luna, ¿qué mano va a
    besarme?

    ¿Por qué me has quitado tus manos, tanto y tan bien como
    acariciaban mi frente?
    Para que me quisieras otra vez, te regalaría un collar de
    islas, un sistema nervioso de horizontes.
    ¡Me abriría, para ti, todas las mañanas en tus labios!

    Yo soy más fuerte que tú, porque me apoyo en ti.

    ¡Asómate a mí, que soy una torre!
    ¡Asómate a mí: soy aquella palmera de tu huerto, que latía
    contigo!
    ¡Echa al aire mis campanas y mis palmas!
    Yo soy tu panorama.


    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

    "Voy ausentándome de mí..."

    Voy ausentándome de mí.
    Poco a poco, el lastre de ensueño cede
    su sitio a la realidad doble
    que es mi vida en transcurso.
    ¡otro ser dentro de mi carne
    fragua su carne, su piel,
    su corazón diminuto, mi estrella!

    Asisto a la escisión silenciosa
    con pasmo anhelante, con gozo
    nuevo de verme en otros ojos míos,
    de mis ojos hechos,
    de mi sangre coloreados,
    ¡ay!, de toda cuanta soy.

    Día por día el latido
    es golpe que me recuerda, urgente,
    valor que no tengo,
    heroísmo que nunca soñé.

    Y temo por el que estoy creando
    en convenido misterio
    dentro de mi soledad sin orillas
    cerca de mi corazón, su estrella.

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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Evangelina Valdez Miér 03 Abr 2013, 17:01

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

    "Suma transida"

    Encerrarte en palabras...
    ¡Que tú, tú, quepas en verbos, nombres,
    y adjetivos intactos!
    Que yo lo pueda decir todo:
    lo nuestro, esto que hacemos
    y estaremos haciendo siempre,
    eternísimamente:
    hablar, callar, ser tú y yo
    siéndonos nuestros.

    Darte una dimensión humana,
    representación de ti en la tierra:
    estatua, color, arrebatado paso,
    y sereno mirar con esos ojos tuyos
    y míos: nuestra mirada del mundo.

    Que un día, los mortales sin remedio sepan
    cómo tuviste sangre,
    y abierta pasión por todo;
    y te diste cantando, sufriendo,
    a mis brazos locos, y lentos, y débiles,
    y fuertes, y fríos, y pobres de luz,
    pero enamorados tuyos.
    Para saber que has sido verdad,
    que has sido, ¡pero no eres entonces!

    Buscar las palabras de cuando no vivas,
    para que vivas mientras se hable.
    Dios de dolor, nunca decir podré
    cómo eres tú, mi amor, amor mío,
    criatura de glorificación que hallo
    derramada en océanos,
    cielos, campos, ríos y árboles;
    y hasta en palomas tristes que en la aurora
    ¡te despiertan a mi amor por ti!

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    "Primer amor"


    ¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia!
    Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo
    sin haberlo soñado, sin que nunca
    un ligero esperar prometiera la dicha.
    Esta dicha de fuego que vacía tu testa,
    que te empuja de espaldas,
    te derriba a un abismo
    que no tiene medida ni fondo.
    ¡Abismo y solo abismo de ti hasta la muerte!

    ¡Tus brazos! Son tus brazos los mismos de otros días,
    y tiemblan y se cierran en torno de tu cuerpo.
    Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido
    de cosas que tú ignoras,
    de mundos que lo mueven...
    ¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible
    que un vaho lo pone turbio
    y un beso lo traspasa!
    ¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto!
    ¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos,
    que toda cuanta eres cayeras como lumbre
    en un grito sin cifra,
    desde una cordillera gritada por la aurora?

    ¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura
    que estrenas con la vida recién brotada al mundo?
    ¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca!
    Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo
    para quemar el cielo subiéndole la tierra.
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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Evangelina Valdez Miér 03 Abr 2013, 17:09

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    "POSECIÓN"

    Caías en mí.
    Eco de tu pesantez mi vida
    era una canción precipitándose
    en la eternidad.

    Inmerso en mi silencio
    eres el cielo que sostiene un arroyo,
    que levanta un árbol.
    En que un lucero corta su voz
    de eternidad.

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    "Nostalgia de mujer"

    Mil años ante Ti son como sueño.
    Como de aguas el grosor de una avenida.
    Hierba que en la mañana crece,
    florece y crece en la mañana
    aunque a la tarde es cortada y se seca.

    ¿Qué es el tiempo ante Ti, qué son los truenos
    que blandes contra mí cuando me nombras?
    Pavor siento a tu idea, te veo hosco
    mirándome en la lumbre de tu Arcángel.
    La espada Tú también, eres el filo
    y el pomo que se aprieta con el puño.

    Para verte a Ti mismo me has nacido.
    Por no estar solo con tu omnipotencia.
    Soy la nada, soy de tiempo, soy un sueño...
    Agua que te fluye, hierba ácida
    que cortas sin amor...
    Tú no me quieres.

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    Mensaje por Evangelina Valdez Miér 03 Abr 2013, 17:21

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    -Carmen Conde, disfrazada de morita, con su madre, María Paz Abellán. Melilla, hacia 1916.-

    "Madre"

    1. Recuperada


    Sí. Eres el hueso de mi madre,
    pero tu voz ya no es su voz tampoco.
    La memoria de ella te rodea...
    ¡Su joven estatura, su alegría,
    aquel ímpetu que me dio la vida!
    su palabra fue marcando mi camino.
    Y aquella voz tan alta y vibradora
    llega muerta dentro de tu voz.

    ¿Y tus cabellos...; dónde tus ojos?
    ¿Dónde el brillo de la luz que me alumbrara?
    Están secos como frutos sin estío.
    No los veo ni me guían ya tus ojos.
    ¿Estos son los pechos que yo tuve
    en mis labios sin la voz con que los nombro?
    ¿Es el cuerpo que me hizo, esta traza
    de carne ya dormida...?

    ¡Pesas poco, madre!
    En mis duras piernas yo te mezo,
    en mis brazos te recuesto como a hija.
    Te responden maternales
    las entrañas que me diste.

    ¡Cuánto dueles! Cual un parto
    me desgarra tu vejez inesperada.
    A tu lado hay una sombra de mi sangre...
    El amor con que me hicisteis
    aún resuena en mis arterias.

    Fue tu tronco el más caliente a mi contacto.
    Siempre anduve yo cubierta con tu apoyo.
    La conciencia, la lealtad, la fortaleza
    ante la vida son las tuyas.
    ¡Y ahora vienes como un niño ante mis ojos:
    no sonríes ni esperas nada!



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    -Carmen Conde junto a su madre, María Paz Abellán. San Lorenzo de El Escorial (Madrid), agosto de 1960.-

    2. Apagada

    Los senos flotan cual hojas secas en el agua.
    Senos arrugados, vergonzantes, casi huidizos...
    ¡Oh senos de las madres viejas,
    ayer henchidos de vida, rezumándonos
    la vida blanca, espesa y dulce, de la leche!

    Con besos los cerraban nuestros padres.
    Con suspiros velaron cuando novios
    los pequeños volcanes de los senos.
    Grandes flores tersas, bienolientes,
    emergían en las nupcias, con su cándido
    iniciarse en el amor.

    Son palomas, les dijeron. Estos senos son palomas.
    Las manos se ahuecaban por su espuma,
    desnudándolos...
    Y debajo del amor estaba el hijo:
    otra boca que prendía su contacto vacilante
    a los picos, a las alas de los senos.

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    -Carmen Conde con sus padres, Luis Conde Parreño y María Paz Abellán García, en Cartagena en 1911 -

    3. Mi llama

    ¿Es que sabe mi madre de dónde trajo mi vida?
    Se encontró conmigo un día como con una tormenta.
    No sabría tampoco qué hay que hacer con el rayo.
    Ni si a la lluvia frenética es posible oponerle
    una orilla inflamada de llamas.

    He buscado en torno mío hasta saberme sola.
    Antes de mí, en mi raza, no conozco a otros seres.
    ¿Quiénes fueron los míos, dentro ya de mi sangre?
    ¿A qué otros mi cuerpo, a qué otros mi alma
    continúa en la tierra?

    Si se lo dijera a ella no sabría contestarme.
    Tan ajena es mi lengua como le son mis ojos.
    Madre, ¿sabes tú por ventura
    por qué soy así yo, de quién es la nostalgia
    de tantos paraísos?

    La poblaría el silencio buscándole en su entraña
    la raíz de las mías, y el hontanar violento
    que manó mi corriente como un corcel de espuma.
    Entonces se podría escuchar la distancia
    que entre nosotras hay, siendo ella mi origen.

    Una madre es la cueva de donde arranca el río.
    Una madre es la tierra por donde corre el agua.
    Pero el río..., ¡va tan lejos a buscarse océanos!
    Y la tierra: en lo hondo, silenciosa, ignorante,
    encima de otra tierra que también desconoce.



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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Evangelina Valdez Jue 04 Abr 2013, 12:41

    *POEMAS INFANTILES DE CARMEN CONDE:

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    "PERO, MI NIÑO ES TAN DÉBIL"

    Le dije a la luz: no quiero
    que la noche me persiga.
    Y la luz me contestó:
    lo imposible, no lo pidas.
    Quiero que todos me vean
    porque estoy desconsolada;
    el amor que era mi vida,
    la noche siempre lo apaga.
    Ya no vendrá por la noche,
    sólo brillará en el día.
    Es un amor tan pequeño
    que necesita alegría.
    Yo puedo quererle siempre,
    si hace sol o no lo hace.
    Pero, es un amor tan débil
    que necesita alumbrarse.

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    "CARICIA"

    Madre, madre, tú me besas,
    pero yo te beso más,
    y el enjambre de mis besos
    no te deja ni mirar.
    Si la abeja se entra al lirio,
    no se siente su aletear.
    Cuando escondes a tu hijito
    ni se le oye respirar.
    Yo te miro, yo te miro
    sin cansarme de mirar,
    y qué lindo niño veo
    a tus ojos asomar.
    El estanque copia todo
    lo que tú mirando estás;
    pero tú en las niñas tienes
    a tu hijo y nada más.
    Los ojitos que me diste
    me los tengo que gastar
    en seguirte por los valles,
    por el cielo y por el mar.

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    Mensaje por Evangelina Valdez Jue 04 Abr 2013, 12:56

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    "EL PÁJARO RUISEÑOR"

    A mi me canta en el pecho
    un pájaro ruiseñor.

    A ti te canta en la boca
    el beso que te doy yo.

    Cuántas aves se reúnen
    para hacerse una canción!

    Abro la mano y espero
    que se pose el ruiseñor.


    Cierras la boca y en ella
    se mete mi corazón.

    Cuídalo como yo cuido
    en mi pecho al ruiseñor.

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    Mensaje por Evangelina Valdez Jue 04 Abr 2013, 20:58

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    "NANA DEL SUEÑO"

    Al sueño le crecen
    cabellos de yerba.

    Al sueño le nacen
    azules gacelas,

    que muerden los prados,
    que triscan las eras;

    que pacen las noches
    sin que el sueño pueda

    cortarse sus ramas
    de verdes almendras.

    Al sueño le llaman
    y el sueño contesta,

    con sus ojos claros
    y su boca lenta,

    que dice palabras
    que el sueño se inventa.

    Duérmete, mi vida,
    niña de la tierra:

    que el sueño te canta
    para que te duermas.

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    Mensaje por Evangelina Valdez Jue 04 Abr 2013, 21:14


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    DETENGO EL CAMINAR POR ESTOS VERSOS…

    Detengo el caminar por estos versos
    que recogen pedazos de memoria,
    porque es mucho y es nada tanto tiempo
    ofrecido a la fuga de una historia.

    Aunque dije y diría, ¿qué palabra
    es la exacta versión de lo infinito?
    Aunque anduve y conté, ¿cómo se habla
    para hacer que se entienda lo inaudito?

    ¡Oh, qué tierra la mía, tan extensa
    y tan breve que cabe en mi persona!
    Una zanja de fuego es su defensa
    y un espino sin flores la corona.

    Que los tibios y ajenos no se mezclen,
    que ninguno me escuche cuando clame.
    Estoy sola y lo sé (¡que no se acerquen!),
    por la tierra de Dios, tierra de nadie.

    En la tierra de nadie, 1960.
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    Mensaje por Evangelina Valdez Jue 04 Abr 2013, 21:32

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    Llamando al hijo

    Cuando tú me llamas
    todos los pájaros cantan;
    la mar y sus caracolas
    al corazon lo levantan.

    Cuando tú me llamas
    el cuerpo se sobresalta:
    que es un romero sin sed
    y no necesita el agua.

    Cuando tú no me llamas
    la vida se me desgana.
    Se convierte en un erial
    que ya no produce nada.

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    Mensaje por Evangelina Valdez Jue 04 Abr 2013, 21:45

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    "TE ESPERARÉ DESNUDA"

    "Te esperaré apoyada en la curva del cielo
    y todas las estrellas abrirán para verte
    sus ojos conmovidos.
    Te esperaré desnuda.
    Seis túnicas de luz resbalando ante ti
    deshojarán el ámbar moreno de mis hombros.
    Nadie podrá mirarme sin que azote sus párpados
    un látigo de niebla.
    Sólo tú lograrás ceñir en tus pupilas
    mi sien alucinada
    y mis manos que ofrecen su cáliz entreabierto
    a todo lo inasible.
    Te esperaré encendida.
    Mi antorcha despejando la noche de tus labios
    libertará por fin tu esencia creadora.
    ¡Ven a fundirte en mí!
    El agua de mis besos, ungiéndote, dirá
    tu verdadero nombre.
    Ernestina de Champourcin
    Hallazgo
    Desnuda y adherida a tu desnudez.
    Mis pechos como hielos recién cortados,
    en el agua plana de tu pecho.
    Mis hombros abiertos bajo tus hombros.
    Y tú, flotante en mi desnudez.
    Alzaré los brazos y sostendré tu aire.
    Podrás ceñir mi sueño
    porque el cielo descansará en mi frente.
    Afluentes de tus ríos serán mis ríos.
    Navegaremos juntos, tú serás mi vela,
    Y yo llevaré por mares escondidos.
    ¡Qué suprema efusión de geografías!
    Tus manos sobre mis manos.
    Tus ojos, aves de mi árbol,
    en la yerba de mi cabeza."

    Pascual Lopez Sanchez
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 17 Ene 2021, 07:33

    Mi paisana, aunque sea tardíamente, merece que me pase por aquí. Una gran poeta, sin duda.


    _________________
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 31 Ene 2023, 15:24

    .


    Carmen Conde
     (Cartagena, 15 de agosto de 1907-Majadahonda, 8 de enero de 1996)​ fue una poeta, prosista, dramaturga, ensayista y maestra española, considerada una de las voces más significativas de la generación poética del 27. Fue la primera académica de número de la Real Academia Española, pronunciando su discurso de entrada en 1979.nota 1​ En 1931, Conde fundó, junto a Antonio Oliver Belmás, la primera Universidad Popular de Cartagena.

    Trayectoria vital y literaria

    A lo seis años, se trasladó con su familia a Melilla donde vivió hasta 1920. Las memorias de esta época están recogidas en Empezando la vida. En 1923, aprobó unas oposiciones para Auxiliar de la Sala de Delineación de la Sociedad Española de Construcción Naval y empezó a trabajar, iniciando su colaboración con la prensa local un año más tarde. A los 19 años, comenzó Magisterio en la Escuela normal de Maestras de Murcia. El 15 de abril de 1924, Conde publicó su primer trabajo en un diario de Cartagena. Siguió colaborando con otros periódicos y revistas, publicando en 1925 un entremés titulado A los acordes de la pavana, que había obtenido el primer premio en los Juegos Florales convocados por la Asamblea Local de la Cruz Roja de Albacete.​

    Mantuvo una intensa correspondencia con la poeta Ernestina de Champourcín, prácticamente ininterrumpida desde enero de 1928 hasta 1930. A partir de ese año, las cartas se fueron distanciando aunque la mantuvieron hasta los años ochenta. Sin embargo, por avatares diversos, se conservan sobre todo las cartas de Ernestina a Carmen. En esta correspondencia, ambas reconocen la influencia en su poesía de Juan Ramón Jiménez, de Gabriel Miró y además de clásicos como Santa Teresa o Fray Luis de León. También Conde le pedirá información sobre el Lyceum y sus actividades. Terminaría conociendo personalmente a Champourcín durante su estancia en Madrid.​

    En 1927, conoció al poeta Antonio Oliver y formalizaron sus relaciones. Ella publicó en Ley: entregas de capricho, y en 1928 en Obra en marcha: diario poético, las minoritarias revistas de Juan Ramón Jiménez. En 1929, publicó Brocal, un libro de poemas en prosa, con presencia de la naturaleza y cuyo tema es el amor. Terminó sus estudios de Magisterio en la Escuela normal de Albacete en 1930. Un año más tarde, el 5 de diciembre de 1931, se casaron para participar en la puesta en marcha de la primera Universidad Popular de Cartagena.

    En 1931, se publicó su ensayo pedagógico Por la escuela renovada.​ En 1933, auxiliados por el Patronato de Misiones Pedagógicas, fundaron la revista Presencia, órgano de la Universidad Popular que contaba con biblioteca de adultos, biblioteca infantil, cine educativo y en donde se celebraban conferencias y exposiciones. Uno de los poetas invitados fue Miguel Hernández, que pasó a ser amigo íntimo del matrimonio. Otros poetas e intelectuales fueron a la Universidad Popular: Ramón Sijé, Margarita Nelken, María de Maeztu entre otros. En ese periodo, Conde trabajó también como maestra en la Escuela Nacional de Párvulos de El Retén.​

    En 1933, se trasladó a Madrid y nació muerta su única hija, tema que aparecerá intermitentemente en su poesía. En 1934, publicó Júbilos, prologado por Gabriela Mistral e ilustrado por Norah Borges. Había sido escrito durante su embarazo, lo que explica su tono feliz. Trabajó como Inspectora-Celadora de Estudios del Orfanato de El Pardo, hasta que dimitió en 1935. En este año, la pareja colaboró con periódicos nacionales como El Sol, en el que se publicaron las Cartas a Katherine Mansfield y también con publicaciones seriadas hispanoamericanas.​

    En 1936, mientras estudiaba en la Universidad de Valencia, Conde conoció a Amanda Junquera, esposa del catedrático de Historia Española Cayetano Alcázar Molina, con la que mantuvo una relación amorosa, según ha afirmado, entre otros, José Luis Ferris, en la biografía Carmen Conde: vida pasión y verso de una escritora olvidada. El investigador afirma que tanto la vida como la obra de la poeta «se van a ver definidas por esa batalla interior que Carmen hubo de librar hasta el final de sus días, una lucha íntima, secreta acaso, entre las sombras del pasado y el presente junto a Amanda Junquera». Para Ramón Guerra de la Vega, la pasión por Amanda Junquera le inspiró algunos de los libros más intensos, como Ansia de gracia y Mujer sin edén.​

    Al estallar la Guerra Civil, Oliver se unió al ejército republicano al frente de la Emisora Radio Frente Popular número 2. Conde le siguió por varias ciudades de Andalucía, pero regresó a Cartagena para cuidar de su madre. El estallido de la guerra hizo que, en julio de 1936, renunciaran al proyecto de acudir a la invitación de Gabriela Mistral (entonces Cónsul de Chile en Lisboa), antes de viajar a Francia y Bélgica para estudiar las instituciones de cultura popular en aquellos países, para lo que Conde había obtenido una pensión. También en la Facultad de Letras de Valencia siguió cursos y aprobó oposiciones a Bibliotecas, aunque nunca llegó a ejercer.​

    En marzo de 1937, Conde trabajó como maestra interina de la Escuela Nacional de niñas n.º 3 de Murcia e impartió clases a adultas analfabetas en la Casa de la Mujer de la Agrupación de Mujeres Antifascistas. La organización Mujeres Libres le publicó Enseñanza nueva en 1936, La composición literaria infantil, Poemas de guerra y Oid la vida en 1937.5​ También escribió varias obras en prosa poética no publicadas hasta años después.

    Al acabar la guerra, su esposo vivió recluido en Murcia en casa de su hermana y Conde vivió escondida en el domicilio de los Junquera en Madrid durante un año, escribiendo el poema en prosa El arcángel, inédito hasta los años 60. En 1940, se instaló en El Escorial con Amanda Junquera, donde escribió gran parte de su obra. Para comunicarse con su marido, se valió de su amigo José Ballester Nicolás, director de La Verdad y funcionario de Correos.

    La década de 1940 fue literariamente muy productiva y Conde utilizó como seudónimos Magdalena Noguera, Florentina del Mar y otros. Con el de Magdalena Noguera publicó obras de tono religiosos y como Florentina del Mar firmó cuentos y teatro para niños, ensayos y relatos. También realizó traducciones del francés y del italiano. En 1941, Conde y Junquera se instalaron en la calle de Wellingtonia de Madrid, en un inmueble propiedad de Vicente Aleixandre, que residía en la planta baja. El matrimonio se reunió en 1945, residiendo en la Pensión Valls de la madrileña calle Goya, junto con la madre de Conde, hasta que en 1949 pasaron a vivir en el que fue el domicilio familiar, en la calle de Ferraz. Desde 1944 hasta 1951, colaboró en Radio Nacional de España.​

    Fue juzgada por haberse decantado por la República, con fallo de sobreseimiento provisional en 1944 aunque con una nueva denuncia en 1949. A pesar de ello, desarrolló una intensa actividad. Se encargó de la asesoría literaria de la Editorial Alhambra, colaboró en la Sección Bibliográfica del CSIC y en la Sección de Publicaciones de la Universidad Central de Madrid. Estos años publicó algunas de sus obras poéticas más importantes: Ansia de la Gracia, Mujer sin Edén​ (libro cuya edición cuida el poeta Leopoldo de Luis, quien luego prologó las poesías completas), Mientras los hombres mueren (que expresa en palabras de la autora "el profundo desconsuelo que siente una mujer ante los inescrutables designios que permiten el horror donde vivía confiada la sonrisa").2​

    Con el poemario Ansia de la gracia, Conde entró en el mundo editorial, ya que hasta entonces había hecho ediciones de pocos ejemplares. Es un poemario cuyo tema central es el erotismo y sus imágenes están en relación con la naturaleza. Destaca el poema Primer amor.​

       ¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia!

       Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo sin haberlo soñado, sin que nunca un ligero esperar prometiera la dicha. Esta dicha de fuego que vacía tu testa, que te empuja de espaldas, te derriba a un abismo que no tiene medida ni fondo. ¡Abismo y solo abismo de ti hasta la muerte! ¡Tus brazos! Son tus brazos los mismos de otros días, y tiemblan y se cierran en torno de su cuerpo. Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido de cosas que tú ignoras, de mundos que lo mueven... ¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible que un vaho lo pone turbio y un beso lo traspasa! ¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto! ¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos, que toda cuanta eres cayeras como lumbre en un grito sin cifra, desde una cordillera gritada por la aurora?


       ¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura que estrenas con la vida recién brotada al mundo? ¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca! Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo
       para quemar el cielo subiéndole la tierra.


       Carmen Conde

    Conde recorrió España invitada a hacer lecturas poéticas e impartir lecciones mientras sigue colaborando con múltiples revistas literarias.​ También viajará, junto a Amanda Junquera, al extranjero para dar recitales de poesía, conferencias participar en congresos, etc. En el año 1956, el matrimonio gestiona la cesión al Ministerio de Educación Nacional del archivo de Rubén Darío, que estaba en poder de su última compañera, Francisca Sánchez. El matrimonio , por tanto, viajará a América donde desarrollarán una amplia actividad.​

    En 1967, publicó varias antologías: Once grandes poetisas americohispanas; Poesía femenina española (1939-1950) y un estudio Un pueblo que lucha y canta (iniciación a la Literatura española de los siglos XII al XV). El 28 de julio de 1968, murió Oliver y, tres años más tarde, Conde publicó la edición de sus obras completas. Volvió a vivir con Amanda Junquera, viuda también, en la calle de Wellingtonia. Organizado por Carmen Llorca, directora del Ateneo madrileño, hizo un viaje a China que plasmó en uno de sus últimos libros.​

    En 1978, fue elegida académica de número de la Real Academia Española, ocupando el sillón "K", y el 28 de enero de 1979 pronunció el discurso de ingreso en la Academia, Poesía ante el tiempo y la inmortalidad.​ A partir de 1982, comenzaron a manifestársele los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer, aunque no dejó de conceder entrevistas, participar en programas de radio y publicar. En 1987, año en el que falleció Amanda Junquera, Conde recibió el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por Canciones de nana y desvelo.​ En los últimos años de su vida, entre 1992 y 1996, vivió en una residencia en Majadahonda donde murió.

    Análisis de su obra

    La producción literaria de Conde es muy vasta, no sólo porque abarque poesía, novela, relato, literatura infantil, ensayo, biografía, ni por su labor como antóloga tanto de su propia obra como de poesía de su época, sino porque sólo su antología Obra poética 1929-1966 tiene más de una veintena de poemarios. Los temas constantes en sus obras son el amor, el erotismo, la sensualidad, el cuerpo femenino, la experiencia De Dios ,etc.​

    Brocal (1929), su primer libro de poemas en prosa, nos muestra a una autora con un mundo interior lírico lleno del ambiente mediterráneo de luz y sol. Júbilos (1934) también de poemas en prosa, tiene una mayor complejidad estructural y temática. Ya comienza a verse su condición narrativa y memorial que impregnará su obra. En Ansia de gracia (1945) el tema fundamental es el Amor lleno de sensualidad y vitalista. En Mujer sin edén (1947) se autoafirma como mujer frente a la realidad y la naturaleza.​ En su libro Derribado arcángel (1960) cuenta la lucha de la poeta contra Satán, el ángel derribado, que aparece como tentador, y al que solo quiere derribado, no vencido para que continúe su lucha. En la tierra de nadie (1960) destaca por ser poesía de alejamiento y soledad. En A este lado de la eternidad (1970) surge la rebeldía social ante este mundo y su podredumbre.​ Corrosión (1975) tiene como tema fundamental la vida y el dolor. En él incluirá tres poemas en los que, tras una visita a Nueva York, reflexiona sobre la deshumanización del mundo y la sociedad. Dedicará también una parte al esposo muerto "Digo palabras porque la muerte es muda" en un tono elegiaco nutrido de recuerdos, dolor y rencor.​ En El tiempo es un río lentísimo de fuego (1978) crea una renovación estilística muy personal que continúa con La noche oscura del cuerpo (1980) en el que reflexiona sobre su cuerpo ante la muerte. Su último libro poético fue Hermosos días en China (1987) escritos en y después de su viaje a China, en los que se muestra a una Carmen exultante ante este país.​

    Conde usa en sus poemas un yo lírico ambiguo e incluso abstracto al igual que pronombres que ocultan el género de los personajes. Identifica a la persona amada con un paisaje (el paisaje de Ifach), y relaciona su yo lírico con una naturaleza humanizada y casi corporal. Acude al alma, tanto la propia como la del ser amado para evitar caer en conflicto con las normas sociales. Muchas de sus metáforas pueden ser explicadas atendiendo a una nuevo significado en el contexto de deseos vedados. Así, la noche, la sombra, el abismo, están relacionados con el deseo prohibido. Es una constante también el silencio.​

       Guardaré mi voz en un pozo de lumbre
       y será crepúsculo toda la vida.
       Ya girarán más leves los cuchillos
       porque no encontrarán donde herirme.
       Erguida de rocíos negros,
       para ti cantaré.
       Carmen Conde


    El deseo amoroso-físico está presente a lo largo de su obra y el hecho de que en ocasiones sea una mujer marca su poesía de una forma especial.​

    Con respecto a su teatro infantil y juvenil, cabe destacar su condición de maestra y su lucha por no bajar el listón cultural al dirigirse a este tipo de lector. La temática en este género va desde el romancero e historia española hasta la mística acercada a esas edades con especial sensibilidad y nivel intelectual. En sus inicios se nota la influencia de las vanguardias europeas con títulos como "kikiriki" al igual que ocurrió con varios compañeros de la generación del 27 que se adentraron en el teatro infantil y juvenil. (Luis Ahumada Zuaza. "El teatro infantil y juvenil de Carmen Conde".)

    Legado

    En septiembre de 1992, Conde redactó su testamento legando al Ayuntamiento de Cartagena, su ciudad natal, la totalidad de su obra literaria y la de su marido. Los mandatarios de la escritora, en virtud del poder otorgado por la misma, formalizan un convenio que regula la donación de este legado cultural, cuyo texto definitivo se aprobó en 1994. Con la misión de velar por el buen funcionamiento y cumplimiento de los fines de la donación, así como el fomento de las personalidades de Carmen Conde y Antonio Oliver y sus obras, el Ayuntamiento de Cartagena se comprometió en ese Convenio a crear el Patronato Municipal Carmen Conde-Antonio Oliver, que se constituyó en 1995; este mismo año se inauguró el Museo.​

    Tras su fallecimiento su sillón en la Real Academia Española lo ocupó Ana María Matute en 1998.

    Desde 1984, la editorial Torremozas convoca el Premio Carmen Conde de poesía dedicado a autoras.

    ( Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Otros poemas de Carmen Conde:


    De Mientras los hombres mueren,1938-1939:


    MIENTRAS LOS HOMBRES MUEREN

    I

    MIENTRAS LOS HOMBRES MUEREN OS DIGO YO...

    Mientras los hombres mueren os digo yo, la que canta desoladas provincias del Duelo, que se me rompen sollozos y angustias contra barcos de ébano furibundo; y la fruta par de mis labios quema de suspiros porque los cielos se han dejado hincar imprecaciones sombrías.
    A los hombres que mueren yo los sigo en su buscar por entre las raíces y los veneros fangosos, pues ellos y yo tenemos igual designio de ensueño debajo de la tierra.
    ¡Cállense todos los que no se sientan doblar de agonía hoy, día de espanto abrasado por teas de gritos, que esta mujer os dice que la muerte está en no ver, ni oír, ni saber, ni morir!
    IV

    ¡EL DUELO!

    ¡El duelo!  
    Vienen gritando las voces por entre las alamedas de suspiros.  
    ¡El duelo!  
    Vienen gritando las madres sobre ascuas desorbitadas de llanto.  
    ¡El  duelo! ¡El duelo! ¡El duelo! —grito yo—, sola, río de orillas quemadas

    VI

    LA TIERRA QUEBRADA, RESOLLADA, RESQUEBRAJANTE...

    La tierra quebrada, resollada, resquebrajante, hecha púa de corazones secos, vasija de sexos adolescentes  sin abrir. La tierra florida de sangres, de ojos deshechos, de senos escurridos. La tierra agujereada  de  gritos, de espumas, con rodillas de sollozos y de estertores.
    ¿La gran tierra de mi padre hecho tierra!
    Recorriéndola grano a grano, descalzados, sedientos, pegando los labios al horro de arena transformada que es el agua, oíremos a los muertos, a los asesinados, a los suicidas, a los estallados con dinamita. En la oscuridad agria, punzadora, de la tierra solamente ya Tierra.
    IX

    CIERTO QUE YO NO PARIRÉ HIJO DE CARNE...

    Cierto que yo no pariré hijo de carne mientras la Tierra haya las furias amarillas de la Guerra.
    Tú no estrenarás tu vientre mientras no tengan quietas sus fragancias todos los suelos por donde va el amor.
    Yo me mantendré, sombrío luto, entre los muertos que fueron hijos de mujeres que nada pudieron contra su muerte.
    X

    CADA DÍA TENGO UN HERMANO MENOS...

    Cada día tengo un hermano menos sobre la tierra, que se suma a los que dentro de las raíces yacen con las frentes vaciadas de ojos. Cada noche me duele más el sueño, porque si me enlaza, ¿cómo puedo gozarlo mientras los hombres mueren a marejadas? Y yo no duermo, ¡qué locura de noches con el horror presente de la guerra!
    Me estoy quedando como un árbol al que le cortan todas sus ramas y sus hojas: ¡mi planta en el suelo, mis sienes en el aire, pero sin brazos para nadie! Si con brazos, ¿para quién si todos mueren?
    XXIV

    NOS DERRAMARON LOS ODRES DE LAS SOMBRAS...

    Nos derramaron los odres de las sombras. En vano quiero alumbrar. Hay tanta sombra que la luz se encoge hasta limitarse a mi cuerpo.
    Los campos se volcaron de sus campanas de agua; los sembrados irguieron flores negras. Todo caminó sombrío por las cuestas del Alba y por los llanos de la Noche.
    Mi dolor oscuro tenía tres alas lentas. De nadie era la mano que ordeñaba leche negra para rebaños agonizantes. De todos eran los pies que crujían las rebanadas del suelo seco de luz.
    ¡Ved mi llama, acercaos a mi lumbre! Soy un grito que el fuego dejó entre vosotros los que odiáis la Primavera, y arderé hasta incendiaros los ojos.


    A LOS NIÑOS MUERTOS POR LA GUERRA

    I

    ¡NO LOS DESHOJÉIS, CAÑONES; NO LOS TRICÉIS...

    ¡No los deshojéis, cañones; no los tricéis, ametralladoras, bombas grandísimas que caéis del cielo hondo y que parecéis dones de las nubes anchas, no rompáis los cuerpecitos de los niños!
    ¿No siente el plomo piedad de estos hombros de leche rosada, de estas sangrecitas dulces, de estas pieles de labios? ¿Ningún aviador enemigo tiene niñitos que levanten sus manos al viento de las hélices?
    No. El enemigo no parece padre, y acaso es huérfano también. Por eso los niños se quiebran en tajos humeantes, y hay por los jardines cabelleras de musgos, rodillas con seda rasgada; suelto todo entre los árboles quebrados, con duelo sostenido de gritos que ayer eran cometas y hoy son pobres encías partidas que ya no gustarán mazorcas ni pezones frescos de madres enamoradas...
    X

    MUJERES QUE VAIS DE LUTO PORQUE EL ODIO...

    Mujeres que vais de luto porque rl odio os tr5ajo la muerte a vuestro regazo, ¡negaos a concbir hijos mientras los hombres n borren la guerra del mundo!
    ¡Negaos a parir al hombre que mañana matará al hombre hijo de ntu hermana, a la mujer que pa rirá otro hombre para que mate a tu hermano!
    XII

    ¡DETENEOS CAÑONES!

    ¡Deteneos cañones!
    ¡Paraos, aviones, en mitad d vuestro inhóspito cielo! ¡No oís todos, máquinas y hombres, el llanto inmenso de todos los niños huérfanos del mundo!
    XIX

    QUIERO TU HIJO, AVIADOR ENEMIGO...

    Quiero tu hijo, aviador enemigo; quiero tu hijo para enseñarle el cuerpo destrozado del mío, para que te oiga volar, con tus bombas y tus balas, sobre nuestras cabezas.
    Dame tu hijo, hombre que guardas en impunidad los tuyos. Dámelo, rubio y luminoso como era el mío; quiero
    ver que sus labios suspiran junto a mi hijo, que en sus ojos está el llanto de terror de ti. Porque soy madre del que tú has deshecho y quiero que tú me des el tuyo intacto.
    No te lo heriré. No le diré mal. Mi voz será pura y ardida para llamarlo. ¡Sólo quiero que te oiga, que sepa de tu vuelo junto a la muerte de mi hijo!
    Dame tu hijo, aviador enemigo. Yo te lo guardaré cantándole junto a la tumba del mío, muerto por ti.


    Última edición por Pedro Casas Serra el Miér 08 Feb 2023, 03:15, editado 3 veces


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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 01 Feb 2023, 05:50

    .


    De Ansia de la gracia, 1945:


    BIOGRAFÍA DE LA ENAMORADA

    Muchacha sin abrir en lumbres de verdor.
    De tan tiernas rezuman mis manos
    y mi cintura se derrumba en flores.
    Flores llevan mis rodillas claras.
    Arcos de nardos mis sienes.
    Yo, tu Amada:
    la encendida luna de los campos.



    ENCUENTRO

    ¡Gloria de tu hallazgo!
    Bautismo inicial de la primavera
    en oleaje de pájaros.

    Se movieron las selvas inefables.
    Se deshizo el otoño de sus plumas
    cubriendo inviernos cándidos.

    Venías tú, gentil criatura,
    desnudando los ríos a tu paso.



    LO INFINITO

    Tú vives en el alba.
    Los pájaros te aclaman.
    De túnicas de aves te viste la alegría.
    ¡Qué aurora la que exaltas!
    ¡Qué noble luz la tuya!
    Te escuchan las mañanas y las noches
    porque eres como un cirio,
    porque eres como un corzo.
    Sentirte a ti que pasas
    rozándome las rosas  y los ayes...
    Doler en tus rodillas, estrujada
    por riscos y malezas.

    Y que un céfiro de alondras venga dulce,
    que tú llegues aventando mis heridas...
    Ser mujer y tuya, ¡qué inefable
    fundirse la conciencia entre tus brazos!



    IDENTIFICACIÓN

    ¡Mis ojos no te buscan sobre la tierra inmensa!
    eres tú mis ojos dilatándose.
    Mis ojos te contienen; si lloras tú por ellos
    soy yo que me libero de mí para que llores.

    ¡Cuán tú soy yo conmigo, amor; qué me enajenas!
    ¡Qué mío tu vivir y qué mía tu muerte
    viniéndote de mí, muriéndome contigo!

    Le trama del latir en cuerpo que no es tuyo,
    ni mío solamente: un cuerpo de dos seres
    que funden la unidad de dos que ya son uno.




    De Mi fin en el viento, 1947:


    SÚPLICA

    Porque es la misma tierra.
    La única desde el principio.
    Todos fueron pasando por ella,
    yéndosele, viniendo...
    Tierra misma de sí,
    inalterable.

    La conozco también. Y no la quiero
    sintiéndola dormir en sus dolores;
    o viéndola despierta, loca odiosa,
    haciéndonos sufrir sin comprenderla.

    Entonces yo levanto mis aullidos,
    y clama mi razón por no perderse.
    Soy fiera de la tierra, soy su hija,
    mas nunca fui del todo su criatura.

    Los ojos se me escapan.
    Buscan cielo con luz,
    piden historia.
    Mancebos fugitivos y con alas,
    hombres como aves muy hermosas
    sonríen a mis ojos,
    los invitan.
    ¡Vosotros los arcángeles, oídme;
    os sigo y reverencio; traspasada
    soy tierra que os prolonga!
    Sed el cielo,
    y unidos descended para llevarme.




    De Mujer sin Edén, 1947:


    ARROJADA AL JARDÍN CON EL HOMBRE

    La rama de lumbre de la espada
    segó los tallos de todas las hierbas.
    Me empujó violenta y fúlgida,
    precipitándome del Jardín Edénico.
    Vino Adán por mí al gran destierro,
    mas sin llorar... ¡Yo sí lloraba!
    ¿Quién era de nosotros el culpable:
    la bestia que indujo a mi inocencia;
    Aquel que me sacó sin ser yo nadie
    del cuerpo que busqué, mi patria única?
    No soy yo sustancia de Dios pura.
    Hízome El del hombre con su carne,
    y allí quise volver: hincarme dentro.

    ¡Cómo crepitaba el bosque! Infatigable el Angel
    cortaba con un rayo flecoso de pavesas
    ampollas de las flores,
    las ánforas de aves que albergaban
    un éxtasis sin gozo, terminándolo.

    Bramaron ya por mí hasta los árboles,
    y el pasmo que yo di corrió ondulando;
    volcándose a unos cuerpos, de otros cuerpos.

    La bestia sonrió; yo vi su risa
    vestir mi desnudez nunca desnuda.
    La voz decía: «Vete.
    Los dos idos de Mí. Vuestro pecado
    irá de uno a otra hasta que un día
    estéis secos los dos en vuestros hijos.
    La tierra os cubrirá. ¡Buscad la aurora,
    pariendo con dolor tú, la despierta
    del hombre sin malicia!»
    Resbalaba
    viniéndose conmigo la serpiente.
    Espíritus de fuego el bosque andaban
    poniendo su temblor entre mis senos.

    Corrimos temerosos. No entendíamos.
    Cada vez la espalda de mi origen
    pedía más la ardiente quemadura...
    ¡Mis brazos y mis labios! Yo corría
    por irme desde mí hasta su lecho.

    Apenas si la espada vengadora
    dejaba un solo ramo ante nosotros.
    Las aguas repicaban desveladas;
    los nuevos animales conocían
    el mundo que yo les desperté.
    Igual que la creación: yo había creado
    la gloria de seguirla, de crearla
    por siempre con lo mismo ya creado.

    ¡Oh Dios de Ira, cuan severo
    que fuiste Tú conmigo! Me arrancaste
    del hombre que pusiste entre las fieras.
    ¿Por qué te sorprendió que le buscara;
    por qué tuviste celos de mi lucha
    por ir de nuevo a él...?
    ¡Siempre tus ángeles
    blandiendo sus espadas!

    Lujuria, Fuego,
    en árboles y en puertas que me aullan.
    Cólera rugiente entre tus barbas,
    miraste mi creación junto a la tuya...
    ¡Los seres se fundían unos en otros;
    rebosándose desbordadamente,
    iban a pedir al cuerpo amigo
    el gozo de temblar que me aprendieron!

    Podía tremolar su espada el Angel.
    Las hierbas crepitar, abatir ramas.
    De verdes resplandores el silencio
    cubrían los leones y los pájaros.

    Mis plantas soportaron que las piedras
    no se pisen igual que el Paraíso.
    El hombre andaba con dolor de estreno,
    con nostalgia feroz, ávido siempre,
    a hundírseme en amor... ¡Cuánto pesaba
    el hombre sobre mí, sobre la tierra,
    sin Dios y con la bestia: los dos juntos!
    ¿Era inefable el Paraíso?
    ¿Fue tan bella en su inocencia
    la mansa ignorancia de los seres?

    También yo fui cual ellos inocente;
    después de amarle a él seguía siéndolo.
    El Angel y su antorcha me acusaron...

    ¡Imán, sangre del hombre; me atraía
    oírla entre mis labios; su respiro
    abríaseme en la boca, flor de dientes
    mordida por mi voz en su crecida!
    Dios no supo, porque El es todo,
    cuánto atrae lo mismo en dos mitades.

    Miré hacia mi confín. Con cepos fúlgidos
    cerrábanse las selvas: Dios huía.
    Y los ojos del hombre me buscaron
    con hambre de soñar. Le di mis ojos.

    Juntos y malditos, deseándonos,
    seguidos por un coro de estertores,
    guiados por la bestia esplendorosa
    nos fuimos alejando...
    Las hogueras
    prendidas por la espada como zarzas,
    nos dieron otros seres: las dos sombras
    que él y yo ganamos padeciendo.

    ¡Cuánta imperfección se revelaba
    delante de mis pasos! Tierras secas,
    piedras y más piedras, y más piedras...

    ¡Amor de mi Jardín, Edén primero
    creado para Dios y para el Hombre!
    El silbo de sus auras recorría
    las frentes que el placer sacó de fruto.



    CANCIÓN AL HIJO PRIMERO

    Hijo de la tierra,
    te arrojó el Jardín.
    Aunque veas sombras
    no quieras lucir.

    Tu madre era bella,
    la secan los vientos.
    Tu madre era tierna,
    se quema en el yermo.

    Tu madre mordía
    la flor del manzano,
    cuando el hombre puso
    tu vida en su mano.

    Tu madre sembraba
    contigo el centeno,
    cuando tú bebías
    la leche en su cuenco.

    Hijo de la ira
    de Dios implacable.
    No podrá salvarte
    del odio tu madre.

    No duermas, vigila.
    No duermas, despierta.
    Te amenaza fría
    la heredad desierta.

    Te persiguen ojos
    sin dulce descanso.
    Te aborrece eterna
    del Creador la mano.

    Las gacelas corren:
    correrás tú más.
    Los leones saltan:
    tú debes saltar.

    Los arroyos huyen:
    tú tienes que huir.
    Aunque yo lo quiera,
    ¡no puedes dormir!

    No duermas, escucha.
    No duermas, acecha.
    Silbarán las aves
    sobre ramas ebrias

    para hacerte leve
    esta oscura tierra.
    Escúchame, hijo:
    no duermas, no duermas…

    Por todos los siglos,
    ...............................¡no duermas,
    no duermas!



    SÚPLICA FINAL DE LA MUJER

    Señor, ¿Tú no perdonas? Si perdonara tu olvido
    ya no pariría tantos hombres con odio,
    ni seguiría arando cada día más estrechas
    las sendas de los trigos entre zanjas de sangre.
    La fuente de mi parto no se restaña nunca.
    Yo llevo las entrañas por raíces de siglos,
    y ellos me las cogen, las hunden, las levantan
    para tirarlas siempre a las fosas del llanto.

    Señor, mi Dios, un día creí que Tú eras mío
    porque bajaste a mí alumbrando mi carne
    con el alma que allá, al sacarme del hombre,
    metiste entre mis huesos con tu soplo de aurora.
    Mas, ¿no perdonas Tú? Y no es gozo el que tuve
    después del gozo inmenso en el Jardín robado.
    Me sigues en la tierra, retorciendo mis pechos
    con labios de criaturas, con dientes demoníacos.
    No hay lecho que me guarde, ¡ni de tierra siquiera!
    Los muertos me sepultan, y obligada a vivir
    aparto sus plomadas y vuelvo a dar la vida.

    ¡Oh tu castigo eterno, tu maldición perenne:
    brotar y aniquilarme lo que broto a la fuerza,
    porque un día yo quise que el hombre por Ti hecho
    repitiera en mi cuerpo su estatua, tu Figura!

    ¿Sembrando he de seguir, pariéndote más hombres
    para que todos maten y escupan mis entrañas
    que cubren con el mundo los cielos, tus estrellas,
    y hasta el manto de brisas con que Tú paseabas
    por tu Jardín soñado, cuando yo era suya?

    ¿Por qué me visitaste, Señor? ¿Por qué tu Espíritu
    entróse a mi angostura dejándome tu Hijo?
    ¿Por qué te lo llevaste a aquella horrible cueva
    que el odio de los hombres le abriera como tumba?
    ¡Oh! ¿No perdonas, Dios? Pues sigue tu mirada
    teniéndome presente: joven, bella e impía
    delante de tus árboles, que yo ya ni recuerdo...

    Pues soy vieja, Señor. ¿No escuchas cuánto lloro
    cuando el hombre, dormido, me vuelca su simiente
    porque Tú se lo ordenas sin piedad de mi duelo?
    ¿No ves mi carne seca, mi vientre desgarrado;
    no escuchas que te llamo por bocas estalladas,
    por los abiertos pechos de niños, de mujeres?...
    ¡En nada te ofendieron, sino en nacer!
    Soy yo la que Tú olvidas, y a ellos los devastas;
    me obligas a que siga el lúbrico mandato
    de aquella bestia horrible nacida en contra mía.

    Tan vieja soy y labro. Tan vieja y cubro muertos.
    No estéril porque quieres que sufra mi delirio
    de un solo día hermoso del que guardo el aroma.
    Ni Tú, Señor, lo olvidas. Que por ello me quejo.

    Soy madre de los muertos. De los que matan, madre.
    Madre de Ti seré si no acabas conmigo.
    Vuélveme ya de polvo. Duérmeme. Hunde toda
    la espada de la llama que me echó del Edén,
    abrasándome el cuerpo que te pide descanso.
    ¡Haz conmigo una fosa, una sola, la última,
    donde quepamos todos los que aquí te clamamos!

    Yo nunca fui dichosa con la bestia maldita,
    y siempre te soñé entre tus árboles candidos.
    Con tus coros de cisnes, de almendrales floridos,
    y aquel olor de lirios derramándose.

    Tan vieja..., tan cansada... Espuelas que me rajan
    son las piernas del hombre. Líbrame de ese yugo.
    No puedo amarle más ni enterrarle. No cabe
    ni yacente ni vivo sobre la tierra negra.
    Porque Tú perdonaras, porque al fin olvidaras.
    ¿Quién si Tú eres Todo, de no ser Tú podría
    darte un Paraíso por el perdón que te pido?




    De Iluminada tierra, 1951:


    FUGA EN LOS JARDINES

    Las más jóvenes, deseándoos, avanzan
    por estas avenidas de árboles fragantes.
    Evaden primavera que a las flores oxida
    con un ardor oliendo a frutas, a corceles...
    ¡Qué salvaje presencia la de las hembras púberes
    entre glicinias cálidas, entre celindas vividas!
    Exigen que las amen, que las sigan corriendo
    para volcarles júbilos sobre la orilla ebria.

    ¡Muchachas, corred más: corred hasta la aurora!
    Estos grandes varones de los pechos revueltos
    ansÍan desgranaros, ¡oh mazorcas crujientes!,
    con su hambre de bocas y su hambre de frutos.
    Hasta el río, que es tajo delimiTando sueños,
    huele a amor y a festines...

    Han temblado los álamos al estallar unánimes
    los oscuros latidos de dobles ruiseñores.
    Los regazos del musgo, el frior de los juncos,
    contemplando el encuentro aceleran su verde.
    Es un cántico trémulo, en gargantas sorbido
    por el amor abierto en mitad de la selva.

    ¡Corred siempre, muchachas, que el seguiros excita
    el ardor de cogeros, suyas todas, a hombres
    que de fieros esgrimen el ademán tan sólo!
    Y envolveos en ropas de blanco lino puro
    para mojar con ellas esos cuerpos calientes,
    y amanecer ceñidas, ante el amor que vibra,
    por el celo del agua posesor de las vírgenes.



    LA IMPACIENTE ENAMORADA

    Porque si vinieres, y ya ni yo te espero,
    quizá se prenderían mis cortezas.
    Te pude soñar tanto, estabas luminoso
    allá lejos de todos...
    ................................¿No era tuyo
    un sueño incomprensible al que yo me asomaba
    alargando los brazos, que no son de ceniza?
    ¡Eras tan ágil tú como son los caballos
    que corren y se saltan obstáculos de piedra!

    Entornando los ojos, si quisieras verías
    que alucinada iba a tus propios umbrales
    una criatura rápida, con muchos junios firmes,
    ardiéndole los pulsos con tensa madurez...
    Sería en tu misterio la que soñabas siempre,
    que te soñaba vivo, suntuoso de sangre
    generosa y audaz: hombre que me vencía
    para cogerme suya, sometida y secreta.

    Galopando resuelto a través de tus bosques
    me llamabas creyendo que tu sueño fui sólo.
    Porque no me creíste tan verdad como un ciervo,
    no pudimos hallamos, no pudiste ser mío.



    IMPRECACIÓN

    Años cuarenta aquí, debajo de tu olvido...
    ¡No me digas que sabes que me mandaste llegar!
    No sabes nada de mí, ni lo sabrás ya nunca,
    porque estos años que cuento no valen siquiera
    lo que una cosecha de trigo.

    Nadie comió de mí,
    nadie tomó mi sombra...
    Vinieron hambrientos y se fueron con hambre;
    trajeron su sol y se llevaron su brasa.
    Me dejaron sola, callada, cansándome
    de ver y de oír, de amarlos a todos.
    ¡Cansada de quererles, sin decírselo a nadie,
    que el pudor de mi amor es un hierro de fuego!

    Aunque ahora te hable, yo no creo que oigas.
    Tengo una voz muy mate, y no suena contenta.
    Es la voz de una amante, que no tiene ilusiones;
    de una mujer domada,
    de una madre en herida,
    de unos años, cuarenta, llamándote a ti.
    ¿Dónde estás? Cuando te lloro en mi alma
    abres como una luz en mitad de la carne,
    y busco gozar de ti, poseer tu hermosura,
    nombrarte los momentos de secreta alianza.

    Son muchos años ya; me canso de tenerlos
    porque van, ¡ay de mí!, hacia lo más temido...
    ¡Qué buen momento éste, qué inefable descanso,
    si recordaras algo que yo ocupo en tu mente,
    y me dejaras irme,
    y me llevaras sola,
    y me durmieras pura y serena y tuya,
    en un mediodía tibio con tus claras palomas!



    EVIDENCIA

    Los hombres miran allá y no ven hombres.
    Las mujeres solamente ven niños.
    Los caminos se cubren de madres viejas,
    de madres muertas,
    de madres clamando a Dios
    porque sus hijos
    seguirán estallando las noches.

    No se abrirán muchachas.
    No crecerán muchachos.
    Por el sucio campo, viejo y amarillo
    de Europa,
    ni una gota de agua,
    ni una bestia apacible:
    madres, hijos pequeños y sed.
    ¡Horrible sed de amor, de fuentes, de ríos,
    de lluvias con campanas de truenos!

    Lo veo y lo digo.
    ¡Funeral boca mía
    con calor para vida eterna, y fuerte
    vida de amor sin fin!
    Ellos no quieren oír, porque lo saben.
    Ellas siguen pariendo, aunque lo saben.
    Las madres viejas y secas
    con rugosos pezones que gimen,
    saben que el abismo se ha vuelto a abrir.
    Y que a él, a la nada sin luz,
    vamos todos jadeándonos.

    Es por ello tan sólo, Señor,
    que mi voz sin ventura te invoca:
    que detengas la vida, la ciegues, pues Tú
    ya conoces el Caos.
    Y tu caos
    tiene hervor de futuro implacable.
    ¡Y es tan lento saber y callar,
    y dejarles que vayan, que vayan siempre allí, sin fe!




    De Los monólogos de la hija, 1959:


    TEMOR A LA IMAGINACIÓN

    Está la tarde tan gris...,
    madre mía, tengo sueño.
    —Hija, ¿por qué no te duermes?
    Madre, porque tengo miedo.

    —¿Tienes miedo de dormir?
    De dormirme tengo miedo.
    —¿Qué cosas temes del sueño?
    ¡Del sueño todo lo temo!

    ....—¿Temor del sueño, si nunca
    ....te vi despierta en mis brazos?
    ....«Quiero dormirme», decías
    ....por las noches, muy temprano.

    ....«Dormirme, madre, dormirme;
    ....coger sueño con las manos.»
    ....Yo te quería despierta;
    ....tú te negabas a estarlo.

    ....¿Y ahora me dices que temes?
    ....Dime, hija, ¿qué ha pasado
    ....ven tu corazón dormido,
    ....que lo quieres desvelado?

    ....¡Ay, madre!, que se acabó
    ....todo lo que fui sacando
    ....de la vigilia del alma
    ....para mis noches de encanto.

    ....Que ya no encuentro los cielos
    ....ni las mares, ni los pájaros,
    ....ni aquellos ojos de amante
    ....ni aquellos labios esclavos.

    ....Que lo que espera es de luto,
    ....que lo que llega no es blanco;
    ....que las palabras que oigo
    ....ni las palabras que hablo

    ....son palabras que me alivien
    ....los fulgurantes espantos,
    ....que redoblan en mi cuerpo
    ....como cascos de caballos.

    ....Y tengo miedo de irme
    ....una noche, con los barcos
    ....de pavesas y de aulagas,
    ....con mástil empavonado,

    ....por aguas gruesas de aceite
    ....en rumbo de acantilados
    ....que destrozan con sus dientes
    ....a los que los van singlando.

    ....No me dejes que me duerma.
    ....Despierta, yo los rechazo.
    ....Son unos largos cuchillos,
    ....unos cuchillos tan largos

    ....que cortan el sueño, ¡así!
    ....mordiéndoles un tasajo
    ....que chorrea vendavales
    ....de sangre color topacio.

    ....¿Por qué mi sueño encontró
    ....tan erizado archipiélago?
    ....—Hija, porque estaba allí,
    ....dentro de ti, esperando.

    ....¡Yo nunca me lo encontré,
    ....nunca lo tocó mi mano!
    ....—Porque buscabas estrellas
    ....y ahora las has olvidado.

    ....¿Cuándo se busca en el cielo...?
    ....—Siempre sé que ha contestado.
    ....Pero yo dormía, madre.
    ....¡Yo nunca le he preguntado!

    ........—¿Y por qué no le preguntas?
    ........Anda, ven a mi costado.
    ........¡Después de todo, una madre
    ........es la madre al fin y al cabo!

    ........Esos sueños tan voraces...
    ........¡los sueños me han devorado!
    ........—Y las vigilias, y el ir
    ........con los ojos deslumhrados;

    ........¡y querer que todo fuera
    ........como soñabas! ¿Te canso
    ........recordándote que ibas
    ........como un ángel descielado?

    ....Eres mi madre, te escucho.
    ....¿Por qué te callas el llanto?
    ....¡Si me volvieran a ti,
    ....al vientre deshabitado...!

    ........—Cuando se nace una vez
    ........ya no hay muerte en el espacio.
    ........Si te incorporara a mí,
    ........¿encontrarías descanso?

    ....No lo sé, ni ya lo espero,
    ....¡Era tan ancho y tan alto...!
    ....Sólo sé que lo perdí.
    ....Despierta no lo he encontrado.

    ....Despierta quiero quedarme.
    ....Me moriré despertando.
    ....¡Yo tuve un sueño de Dios...!
    ....Con Dios estuve soñando.



    De En un mundo de fugitivos, 1960:


    EN LA FOSA, DONDE PUDREN SUS CADÁVERES...

    En la fosa donde pudren sus cadáveres
    se habían puesto a fumar, se habían sentado…
    Llegaron a creer que no hubo muertos,
    llegaron a creer que todo es campo.

    Y así, con el olvido de lo otro,
    con esa desmemoria de lo vano,
    pensaron que sobraban, se cansaron
    de ver que habían crecido más muchachos.

    Y puestos en montón, como fue siempre,
    y puestos en manada, en gran rebaño,
    ¡desfilan otra vez para la muerte,
    desfilan como ayer ya desfilaron!
    Qué empeño de cavar en otras tierras,
    qué empeño en abonarlas; qué barrancos
    de muertos otra vez, de muertos jóvenes:
    de jóvenes vestidos de soldados.

    Vestidos de soldados, no de ideas,
    vestidos de obediencia a otro mandato,
    sonríen y se van… No van contentos,
    tampoco se rebelan: son rebaño.

    Nacieron en el yugo, que les pesa;
    pero no se lo fulminan, van despacio.
    Irán envejeciendo...; de bisoños,
    poco muy a poco, a veteranos.

    Veteranos de angustia indiferente,
    ¡del trémulo dramático presagio!
    A zanjas, con gusanos y raíces,
    como un peso sin fiel, se irán volcando.

    Las madres los despiden, como siempre.
    Las madres, navegando su océano
    de duelos sin piedad, de duelos secos;
    las madres de estos jóvenes soldados,

    se quedan sin gritar; y tienen miedo
    de que lleven detrás de sus muchachos
    a los padres, sus maridos, los culpables
    de esta nueva matanza en despoblado.

    ¿Es ya tiempo de huir, o qué se espera;
    alguien puede decirnos qué esperamos?
    Es verdad que tenemos muchos jóvenes,
    ¡muchos hijos que pueden ser soldados!...

    Vayamos con los picos y las palas...
    ¡Ánimo, mujeres! ¡Id al campo!
    La cosa es bien sencilla: se reduce
    únicamente a enterrarlos.

    9 de febrero de 1958




    CANTO AL HOMBRE

    Cuando eres, como ahora, hermoso y fuerte, yo te amo.
    Cuando el viento se doblega para ti, cuando a la tierra
    tú la rindes, yo te amo. Yo te amo por osado,
    y te amo por heroico, por audaz y porque ofreces
    tu hermosura y tu valor. Por derramado.
    Firme tú sobre las nubes, navegando los espacios.
    Duro tú sobre las aguas, descollante tu estatura
    en lo azul del océano... Hombre joven que lo afrontas
    cual un elemento más, siendo tu el lazo
    de elementos de creación. Yo así te amo.

    Desde lejos y despacio, torpemente en el comienzo,
    tu andadura cada siglo acelerando... Así has llegado.
    Y ya domas a los mares y a los cielos; los cabalgas
    como potros tan salvajes como fuiste. A los astros
    los asedias sin temor. Igual que un astro, que otro astro
    participas del secreto compartido, constelando
    como ellos mi cénit. Hombre, te amo.

    Yo te amo y te contemplo, yo te admiro y yo te exalto.
    E ignorando cómo cantan los arcángeles, te canto.
    Mientras seas como eres, una luz entre las sombras,
    una luz sobre los bosques, un clamor desde los labios;
    mientras cantes y sonrías, esperanza de otro tú ya menos agrio,
    hombre joven, hombre fuerte, hombre hermoso, yo te amo.

    Aunque guardas en tus ojos viejas piedras del basalto
    que formaba las murallas de Proverbios y del Cántico,
    ya despierta tu mirada a la ternura enajenados
    resplandores fugitivos de piedad por lo creado.

    Como un hacha cortas tú, y eres tan blando
    que te rayan las plegarias y el amor. Eres compacto
    y flexible, quebradizo, vulnerable... ¿De qué rayo
    fulminóse lo divino contra ti? No te ha abrasado
    ni la cólera de Dios, ni su contacto.
    Sobrepasas a tu propia lava impura, en sobresalto
    de promesas y derrotas... Ajeno y amplio
    como tierra y como el mar, como el espacio.

    Pero hermoso, pero audaz. Loco de siembras,
    que no estrellas, sino mundos, vas hincando.
    Empujaste las cavernas, destrozaste las pirámides,
    desecaste los diluvios, apagaste los volcanes,
    arrancando del planeta a los bienaventurados.
    ¡No volvías tu cabeza de oro puro a lo pasado!
    Por cruel y por ardiente, yo te amo.

    ¿Quién no aleja para ti lo que has huido;
    quién no llora por tu amor lo que has matado?
    Nunca yo que te contemplo; nunca yo que me he entregado
    a la sangre y al gemir de tantos duelos
    como pueblan tu yacer y tus contactos.

    Ahora, no. Que te liberas y me llevas por el aire, confiando
    en tu propia inteligencia, en tu arrebato.
    ¡Ah los vuelos que gobiernas con sonrisa y dócil mando
    de instrumentos que tu mismo has inventado!
    Y te sirven, como sirven los esclavos.

    No desciendas, no me abatas. Hombre amado,
    te sostengo y me sostiene un interminable rapto.
    No eres rojo ni eres negro. Eres el blanco,
    el fúlgido centellear de intactos arcos.
    ¡Atrévete con el Bien, sujétalo con tus brazos!

    Hermoso varón que tanto presentía y que he soñado.
    Porque eres mi mejor yo, he ahí por qué te amo.
    No te quiero cuando débil, sometido, acobardado.
    Aunque torvo si acometes, más te busco despiadado
    que humillando la cerviz como un toro sin sus mandos.

    Que eres viejo bien lo sé. Sé que debajo
    de esta túnica de piel que te envuelve estás cansado
    de los siglos de rodar para ver de Dios el brazo
    que fulmina y que fulmina... ¿Y no es cansancio
    contemplar cómo te hundes en mi vientre, deslizando
    tu niñez y tu vigor entre mis flancos
    para luego desgajármelos despacio...?

    ¡Ah si halláramos la brisa, si encontráramos el látigo
    que flagela y que consuma a los más enamorados!
    ¡Por todo lo que venciste van tus piernas
    de cobre forjando ajorcas para sujetar tu paso,
    criatura que apretaría eternamente entre mis brazos!
    Más allá de la vida y de la muerte, Hombre, te amo.

    1957. Cantabria. Estío




    De Derribado arcángel, 1960:


    XVII

    TUS OJOS SON LAS FUENTES...

    Tus ojos son las fuentes donde beben los tigres,
    que cuando tienen sed no respetan las selvas;
    y arrancan, mientras rugen, esas flores sencillas
    que entre el romero mueven su poderoso olor.

    A tus ojos se vuelcan las entrañas del monte,
    y por nacer en ellas, ¡oh líquido delgado!,
    consienten que las lenguas vellosas de las fieras,
    lamiéndolos con furia, sequen ríos de ojos.

    Tanto como el romero florido, cuyo aceite
    persistirá en la piel de los fieros sedientos,
    huelen cortas raíces y esbeltos anticipos
    de las flores oscuras del secreto deseo...

    La luna se deshoja como un ave en tu agua.
    A los tigres con celo esa luz los persigue
    como loco fantasma de una caza suprema
    que en el río, tus ojos, es posible alcanzar.

    Tengo frío ante ti. Porque fuentes tan frías
    no se encienden sin ángel que su calor otorgue.
    Y ese ángel que a ti, a tus charcas bajara,
    no lo oigo cantar ni lo siento fluir.

    ¡Ah tus tigres con sed! Déjalos que nos beban,
    y cuando ya mi boca reseca se deshaga,
    suéltalos sobre mí, no detengas el ataque:
    para tus fieras tengo una cierva en mi cuerpo.


    No te conocerán. Sabrán tan sólo
    que tientas con tu voz, con tu sonrisa,
    y que caes, y que caes...: te derramas
    del aire de tu olor. Que eres pecado.

    Abrirán sus ventanas a la noche,
    creyendo que eres tú lo que es oscuro;
    y una sombra en la selva, temblarán
    de que seas, que no seas ¡Oh, si fueras!

    Tu contacto, soñando que llegaras,
    pensarán que es de fuego, que es de nieve...
    Y tus labios, tu paso, tu gemido,
    sentirán, al soñar, como despiertos.
    ¡Qué delicia de ti, que no conocen
    ni siquiera los mismos que te inventan!
    Solamente mi amor, que no te busca,
    te tomó, rechazando tu presencia.




    De En la tierra de nadie, 1960:


    XV

    DETENGO EL CAMINAR POR ESTOS VERSOS...

    Detengo el caminar por estos versos
    que recogen pedazos de memoria,
    porque es mucho y es nada tanto tiempo
    ofrecido a la fuga de una historia.

    Aunque dije y diría, ¿qué palabra
    es la exacta versión de lo infinito?
    Aunque anduve y conté, ¿cómo se habla
    para hacer que se entienda lo inaudito?

    ¡Oh, que tierra la mía, tan extensa
    y tan breve que cabe en mi persona!
    Una zanja de fuego es su defensa
    y un espino sin flores la corona.

    Que los tibios y ajenos no se mezclen,
    que ninguno me escuche cuando clame.
    Estoy sola y lo sé (¡que no se acerquen!),
    por la tierra de Dios, tierra de nadie.

    Castilla, Primavera de 1959


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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 01 Feb 2023, 11:17

    .


    De Devorante arcilla, 1962:


    CÁNTICO

    1

    ¡Cuan delicada luz es la del joven
    y qué perfumada sombra la suya
    junto a la mía, opaca, envolviendo el ascua
    del indomable anhelo!
    ¡Cuánta fragilidad en su paso,
    en su atención a lo inaudible
    que le atrae a mi distancia!

    Joven y lejano, remoto y esperanzado
    muchacho que inauguras vacilante
    tu diálogo conmigo.
    No quiero respirar por no mustiarlas,
    por no despojarte de hojas;
    porque me gusta el verdor que trepa ávido,
    alcanzándote los ojos.

    Limpios ojos tuyos, sin cenizas
    de hogueras; sin racimos
    de imágenes temblorosas.
    Ojos tuyos intactos
    sobre tu boca, que no prometió
    ni mintió seguridades.

    ¡Y tu pecho nuevo y fresco,
    la yerba olorosa de tu cabeza,
    la firme inseguridad de tu paso...!

    No duelo nostalgia de juventud;
    si fuera joven, no te amaría.
    Es porque llevo tiempo en el corazón y en las sienes,
    por lo que tú, inesperado joven,
    apareces adorablemente imposible.

    Un chopo junto a la orilla
    de mi agua cargada de paisajes,
    oscura de cielo oscuro de amanecer.
    O un delicado caballo moreno
    piafando en los tréboles húmedos.
    La copa del álamo que verdea alegre
    arriba del oro otoñal que se deshoja
    enfriando los jardines.

    Eso eres tú. Te oigo afirmar que eres futuro
    mientras no hay un presente que te ignore
    ni te iguale, del cielo a la tierra.

    Bendito sea el arranque
    de tu vida deslumbrada y cálida,
    ansiosa de apartar lo que conoces.
    Corre, huye, no detengas tu paso
    junto a ninguna fuente.
    No mires los estanques —mis ojos—,
    ni siquiera los ríos —mis brazos—,
    muchísimo menos la mar:
    mi boca tibia y melancólica.
    Espérate a ti mismo
    en las locas encrucijadas del futuro.
    ¡Vete ya contigo!

    ¡Cuan dulce es el saber que eres ligero
    y sin memoria y sin piedad; que eres un ciervo
    atravesando los montes!

    Agil muchacho esquivo,
    impreciso y cierto, vulnerable y duro
    como una palabra que no me atrevo a decirte...
    Como una pena clamorosa
    que me acumula el corazón.



    20

    ¡Una y otra vez esta gran loba,
    una y otra vez!
    Lamiéndolo todo con lengua ardiente y áspera,
    con su rasposa lengua velluda;
    tercamente lamiendo hasta
    arrancarle su sangre a la piel.

    Esta loba negra y fúlgida
    reluciente y peraltada de estrellas...;
    dulcísima y voraz, infatigable
    loba, hermosa amante, ¡oh amada loba mía!

    ....—Fuera, la oscuridad total; el vacío
    ....que sostiene a los astros.
    ....Acaso el verdadero mundo, los infiernos
    ....y los paraísos, el limbo y el blando purgatorio
    ....de la esperanza...
    ....Aquí nosotras dos: mirándonos—.

    ¿Qué busca en mí, por qué no acaba
    de beberse mis venas? ¡Si la odio,
    si no me agota resplandeciéndola en delirio!
    Porque me tiene
    lentamente sujeta a su boca implacable.

    Años y años de amor, de fría furia
    que me abrasa los ojos; que me cruje los huesos
    en un abrazo místico y torvo.
    Esperándola cuando la luz se enfría,
    yendo a su encuentro por predestinación inexorable...

    Horas y horas, ¿quién las mide
    con mi corazón de plomo?

    ....—¡Loba y yo,
    ....la noche desierta humana.



    27

    AMARSE, AMARSE HAMBRIENTAMENTE, AMARSE...

    Amarse, amarse hambrientamente, amarse
    los unos en los otros, con amor que permanezca
    tembloroso de hambre que no se sacia nunca, aunque se ame
    a dentelladas luminosas y a sombríos latigazos.
    Amarse con la agonía entre los labios, sin gritos, secos de
    amor, por tanto amarse.

    Y después, el frío.
    El frío, calcinándose todo, cuerpos de amor y palabras
    de amor, y el sosegado dormir después del amor.

    El frío, que vuelve coriáceas las miradas
    de los que se amaron como lianas y como leones
    en las selvas oscuras del amor violento.

    Dejarse morir de frío, cayendo poco a poco
    en el mortal desaliento que es el frío sin amor…
    Cuando todavía resuenan en los huesos sacudidas
    delirantes de gozo, mientras la memoria rompe
    contra el mañana su empujón de niebla.

    ¡Ah, pero los hombres saben siempre que no se acaba
    porque se acabe el amor; que existe espacio
    al que volver con la celeridad del pensamiento!
    ¡Y que en el fin de ese vuelo todo es perfecto y puro:
    la cegadora pureza que limpia de besos la carne,
    que enciende otra vez los ojos
    en una contemplación infatigable y deslumbrada!




    De Jaguar puro inmarchito, 1963:


    EL INDIO NO TIENE PRISA, PERO YO SÍ

    El indio no tiene prisa, pero yo sí.
    El indio y la india están sucios, hambrientos, enfermos,
    sentados en cualquier pedazo de tierra, labrada o inmunda,
    sin prisa. Resignados o ausentes de ellos mismos.
    ¡Pero yo no puedo verlos así más tiempo, no, no puedo,
    porque se han puesto a dolerme como llagas;
    se me hincan igual que machetes en el pecho y en la espalda,
    y necesito que anden,
    necesito que caminen, que se muevan y sonrían y recuerden,
    estos indios sentados y mudos y serios,
    y podridos de sol y de duelo callante!

    Ya no tengo familia casi sobre estos indios.
    Ahora pertenecen a descendientes suyos —y míos [lejanísimos—
    que no les recuerdan o que les niegan, pues que les dejan morir.
    Solamente los poetas, mis hermanos, gritan inútilmente...

    Junto mi clamor al suyo, lo sumo, lo suplico incluido en el suyo,
    para que el indio sonría, se levante, ande, cante de nuevo. ¿Cantó acaso?
    ¡Porque verlo sentado en una mancha de tierra,
    cerca de una vaca enferma, de una mujer deshecha,
    de unos chiquillos como pájaros flacos que no tienen alas,
    no puedo sufrirlo, Dios de todos los seres de tu mundo,
    no puedo más, Señor!

    Managua, 17 febrero 1963





    De Enajenado mirar, 1962-1964:


    FRUTOS

    Glorioso aprendizaje el de mi boca
    en el morder y deshacer de frutos
    cálidos y fríos, arroyos de dulzura,
    y el áspero o el ácido, hasta el amargo y verde.
    La madurez difícil o la inmatura extraña
    delicadeza nubil de lo que se anticipa.

    Frutos en sazón, bordeando el rechazo;
    y frutos incipientes, acuciendo el deseo.
    Un edén de sabor, de perfumes, de zumos...
    La muchedumbre atroz de la riqueza eterna.

    Arboles colmantes del hambre que se trajo,
    desde el primer Jardín, la criatura arrojada.
    La gloria de los frutos,
    el licor delicado de la pulpa que sorbo
    entre mis fuertes dientes codiciosos.

    Fresas y racimos de tersas uvas, manzanas,
    peras y papayas, las pinas, los melones,
    los mangos, aguacates, hasta el maíz es fruto,
    granadas amarillas en antorcha, no esfera.

    ¡Bendita sea la luz que se cuajó delicia,
    el placer de beber, de comerse una fruta!
    Coger el propio mundo y meterlo en la boca
    e incorporarlo entero a la sangre que sigue.




    De Humanas escrituras, 1945-1966:


    CANTO A AMANDA

    Retrato del cielo, la
    amistad verdadera.

    QUEVEDO
    (Sentencias, 544)

    Los años que transcurren junto a ti
    son sueño del que nunca he despertado
    sin el hallazgo, Amanda, de tus ojos.
    El alma atribulada, el cuerpo enfermo,
    un vasto panorama de amarguras
    fundían por tu voz sus hielos agrios:
    el tiempo de pavor, el tiempo ausente,
    los días del temer desconocidos
    ataques sin razón; y la amenaza
    de verme entre la tierra y su gran cielo,
    los dos indiferentes a mi angustia
    delante de la vida hostil y ajena.

    Amanda, por tus manos me han venido
    no sólo pan y luz para mis sombras:
    consuelo de tu boca siempre noble,
    la dulce providencia generosa
    que puso junto a mí hasta a mi madre
    el día en que a mi madre hiciste tuya.
    ¡Llegamos ante ti como dos hijas,
    tu casa y corazón abriste pródigos!

    Supe como nadie qué es un alma
    alerta a regalar todo en la vida.
    No puede ni el amor dar la ventura
    si nace en corazón no generoso.
    Sé que no eres sola en ofrecerme,
    que alguien junto a ti se muestra pronto;
    mas junto entre tus manos estas mías
    y estrecho con las tuyas las del hombre.

    Hacer que viva un cuerpo cuesta menos
    impulsando en el alma su destino.
    Aquello que yo hago en tu morada
    es todo lo que puede un ser que vive
    dispuesto para hacer lo que es su vida.
    Y es ello porque tú dispones mundos
    que dóciles se ofrecen a mi obra.
    No he sido yo tan yo nunca en la tierra.
    Nunca me ofreció nadie esta holgura
    que deja que me nazcan los poemas:
    que empuja a mi creación, que la libera.

    ¡Qué poco es el hablar! Aunque yo hable
    de ti tanto y de mí, ¿quién más podría
    saber lo que eres tú para mi vida?
    Y prestos a los dones, ¿qué criaturas
    por mucho que me dieran borrarían
    el tiempo de tu don, de tu presencia?

    La noche, cada noche en muchos años
    se cierra con tu voz y con tu imagen,
    abriéndome el reposo y el olvido...
    ¡Mañanas nunca hubieron sin hallarte,
    sonrisa y mano hermana regalando
    el día, otro día, muchos días
    sumandos de los dos en tu casa!

    Sí. Tuve un hogar. Y fui dichosa.
    Por eso que lo tuve y lo he querido
    entiendo del remanso que es el tuyo:
    la torre defensiva, el baluarte.
    Por eso que ahora el mío es sólo un sueño
    disfruto éste que vivo a tu cobijo,
    y tengo que pensar en que algún día
    yo debo de partir del que me aloja.
    ¡Perder aquel pasado y el presente!

    Un sueño es el vivir. Aunque yo tema
    que acaben por crecer entre nosotras
    las calles y las plazas que distancian.

    Un sueño es el morir. Y sé que entonces
    quien quede aquí verá que nada acaba.
    Me duermo a tu calor: fui una niña
    que nadie supo ver. Sólo tú sabes
    mi ansia de reposo y confianza.
    Defiendes con arrojo mi flaqueza,
    y velas junto a mí para que el Ángel
    no corte su contacto con mi alma.

    ¡Bendita tu piedad! Nunca creyera
    tener necesidad de que una mano
    pusiera protección sobre mi frente.
    Tú fuiste un arrayán en mi clausura,
    la firme voluntad en mis temblores.

    Floreces junto a Dios, eres un puerto.
    Derramas tu virtud, eres un óleo.
    Si lloro con angustia tú te yergues
    y acabo sonriendo confortada.

    Te lego mi caudal: todo lo hecho
    contigo y desde ti, en el paisaje
    que empieza con tu voz y tu miradea.

    Gracias por la luz que me descubres.
    Creíste tanto en mí, me diste tanto,
    que soy toda de mí. Te reconozco.

    14 junio 1945, Velingtonia




    De A este lado de la eternidad, 1970:


    PUERTO DEL AMOR

    Ancho país de la voz caliente.
    Espacioso universo de la sirena.
    ¡Alegría de partir la noche!

    La corpulencia del sonido
    elevaba el cielo para desbordarse,
    y el humo apretado huía
    desencadenando sus músculos.

    Nosotros en tierra, pequeños
    con nuestro inmenso delirio incalculable.
    Viendo la cicatriz del mar,
    la sombría luz,
    la erguida, irrefrenable voz del barco.

    Cartagena, 1930

    "Cuando mi vida se acabe,
    cógeme tú de la mano..."




    HAN PICOTEADO LA CABEZA TANTO TIEMPO...

    Han picoteado la cabeza tanto tiempo
    que, por fin, abrieron en mil ojos
    brotando de ella ebrios...
    ¡Cuántos pájaros
    emergieron de ti!

    Huyeron locamente. No te duelen las heridas.
    Ni la sangre
    que fluyó de su nacer fuera del cráneo
    te resbala siquiera.
    Se ha quedado
    inundando de piedra a tus cabellos.

    Salen y entran turbios vientos
    que retumban alegres contra el hueso.
    Se le enfría el cerebro al cuerpo inerme.
    Hay silencio en su cima. Ya no cantan
    los que huyeron felices en dejarlo.

    Hubo pájaros, sí, en la cabeza.
    Fue un nidal de sus plumas, de sus trinos.
    Torvas noches, madrugadas
    sufrieron el picar de tantas vidas.

    Libertad consiguieron.
    La cabeza
    vacía se quedó ya de sus pájaros

    25 abril 1968 Madrid



    EN LA OSCURA BOCA...

    En la oscura boca infecta de la sangre
    grita recallado su dolor una criatura.
    Las gentes no la escuchan, van corriendo
    al recuento revuelto de codicias.

    Nadie sabe ni le importa qué se encierra
    en la lóbrega luz, negra tajada
    de un dolor sin piedad para fundir
    goterones de cobre incandescente.

    ¡Que rebosen de fuego las entrañas,
    que los miembros se quemen en halagos!
    El que muerde su angustia, que reviente;
    y el que goza, que ruja de frenético.

    En la cueva infernal quedan pedazos
    de este ser perseguido por la noche

    7 julio 1968 Madrid





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    Conde - CARMEN CONDE (1907-1996) Empty Re: CARMEN CONDE (1907-1996)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 01 Feb 2023, 14:01

    .


    De Corrosión, 1971:


    ADOLESCENTE TÚ, MUCHACHO...

    Adolescente tú, muchacho:
    ¡el que reluce mojado por el agua del mar!
    Es a ti a quien hablo en amoroso silencio,
    a quien dirijo mi cántico;
    el que admiro. Muchacho intacto de vida,
    radiante y luminoso.
    Porque tu vida recién estrenada y ávida
    del mundo, me atrae para contemplarla.
    He sido tan joven como nadie jamás lo fuera
    y me duele dejar la tierra. Lo sigo siendo en ti
    sin volver a serlo.
    ¡Vive, ríe, corre, salta, ama y delira,
    que así proteges mi gloria de divinidad!

    No canto a las muchachas ni a los niños,
    solamente a ti. Porque a ti no te tuve nunca
    y tu adolescencia me la debe Dios.
    Te amo, me enamoras como un astro o un río,
    pura y limpiamente e inagotable amor.

    Pasaría mis días mirándote, cantando a tu alegría,
    y acercaría a tu cuerpo de oro
    todo el trigo y el heno oloroso
    para que fueran plinto de tu verdor crujiente.
    ¡Cuán ajeno y distante sonríes a tu savia,
    te derramas a enajenados contactos
    que no colman tu ímpetu!
    Yo sé, yo podría, yo sería tu continente preciso;
    pero te exclamo, te sueño, nunca tuve riqueza como la tuya
    y te veo a distancia.
    ¡A la distancia de una realidad que no alcancé en mi vida…!

    Hermoso y flexible animalillo habitado
    por un alma intonsa, por una lumbre incipiente.
    Cierro los ojos y te meto en mi pecho,
    sobre el que tampoco puedo esperar siquiera
    que ponga sus rosas
    una delicada despedida sin nombre.

    "Brocal", 25-7-1964 (Navacerrada)



    APOYADA EN LA INSEGURA...

    Apoyada en la insegura superficie de una planicie ardiente
    aquella delgada lámina de agua, tal un pequeño mar clarísimo,
    recibió mi presencia trémula, indecisa, ungida de angustias oscuras...
    Porque me encontraba allí conmigo, más la remota mujer impaciente
    con las manos tendidas y ávidas
    queriendo desconchar su propia imagen
    del agua inmóvil.

    Bermelleó una obsesiva desvariante urencia: confrontarnos
    desde abajo, la que pasó y arriba esta que soy ahora
    con la frente arrasada de vigilias y ojos por los cuales
    ha pasado la muerte tantas veces
    quedándose adherida como insatisfecha amante.

    Oh, dejad que mis manos desprendan con sumo esmero
    a esa que está agarrada al epitelio del agua, desfasándose
    de la yo que la mira y sonríe compasiva.
    Ya tampoco en mis dedos punzaría, matándome,
    ninguna espina de las rosas
    que hieren para salvar su hermosura.

    Porque tengo en los dedos mármol del que no lee ningún mortal
    que no se estremezca...
    Quiero llevármela, sí, asomarla a la limpia trama desnuda de pasados,
    intactamente presente:
    cabello gris y de mapa aún, como en Brocal, persiste
    dulce y fino cabello acariciado (Carmen, ¡cuan suave es tu pelo de yerba!),
    con un rostro al lado que yo sólo veo joven,
    incendiado de amor de oro, oro de corza que brotando
    va tenaz a la pura selva tensa.

    25-12-69



    ENTRE LA TIERRA Y LA LUZ...

    Entre la tierra y la luz, goteando el horizonte,
    candentemente fluían, porque aceites derramados,
    criaturas inesperadas
    que nunca pisaron yerbas ni piedrecillas musgosas.

    Prorrumpían en clamores,
    avecinando relámpagos desflecándose de lavas,
    refrenándole su hervor al mediodía:
    palafraneros que impiden que se inicie un galopar.

    Petrificante ola oscura, los desecados vivientes,
    venid, allegaos, oxidad. ¡Tanto mortal humillado,
    tantísima carne hendida!
    ¡Que advienen las codiciadas, las criaturas turbulentas!

    Dormidos las anhelamos siglo por siglo sin colmo
    para acceder en sus seres a lo que no imaginamos.
    Apagarán las ciudades, liberándoles el agua
    que migada en sucio gris se convirtió en edificios.

    Pasarán resplandecientes sobre resinas, prendiéndolas;
    gruesas cenizas de oro irán hincando sus teas.
    Arrasadas avenidas exhalarán su mercurio
    y todo se entramará en gruesa corriente híbrida.

    .........¡Al mar, al mar, a la mar,
    .........que levantarán en vuelo!

    De los rayos paso haceos: Van las hermosas criaturas
    sembrando sobre la escoria
    un hambre de eternidad.

    2-3-74




    De Cita con la vida, 1976:


    IV

    UNA MAÑANA ES LA FRUTA...

    Una mañana es la fruta más redonda de la Tierra.
    Una mañana se huele como una huerta incomparable.
    Una mañana es un hombre y una mujer que se aman.
    ................Todo un dios es la mañana.

    A la mañana se nace con el rocío en los labios.
    A la mañana le ofrecen calientes campanas rojas.
    A la mañana le tiembla el musgo entre las axilas,
    dorado sudor de trébol oliendo a amor en la boca.

    De la mañana prorrumpen los arroyos sin estribos.
    De la mañana porosa nardos chorrean y cactus.
    De las mañanas emergen los sexos acantilados.
    De la mañana las plantas con el polen de las noches.

    Por la mañana camina, frente alta, oscuros ojos,
    la que, si queréis, nombrad como Dolores o Ana,
    o como Carmen-Narciso;
    o como Sísifo-Orfeo.



    XVIII

    Ya no se trata de lo personal agudo,
    hay que entregarse a los otros;
    los que sufren del hambre y la sed
    aunque maduren para bienaventurados.
    La justicia es un feudo al que acceden sólo
    los hijos de los padres que perviven
    para acarrear más muertos.

    También existen los escondidos
    y los que huyen y los encarcelados.
    Las mujeres que trabajan para sustituirlos
    cerca de las inermes criaturas débiles.
    Existen sin existir conscientes;
    anonadados de miserable vida impía.
    No se puede pensar más que en ellos.

    ¿Qué pesa la propia plúmbea carga
    mercurial, de cinabrio, corrosiva, implacable
    azotando cuerpo y esqueleto descalcificado...?
    Olvidarse de lo propio, coincidir en algo
    de los algos en que se desucan otros.
    Cuando una se acuerda de lo que era suyo
    prescinde de lo que será siempre lo único.

    No lo es todavía, nunca será la paz
    que nos acerque y hasta nos confunda
    en unísona calma. Escuece en los ojos
    el ácido llanto de la inmensa desilusión
    de todos y de cada uno de aquellos
    cuyas ideas, palabras y gestos
    vitoreaban fe en la libertad purísima.

    Uno solo no es nada por mucho que sea
    (ante sí mismo, ante todos), un uno extraordinario.
    ¿Por qué el irse sola, para qué encastillarse
    en aislarse de todos, absorta en silencio?

    Comunicarse; eso. Comunicarse con ellos
    a ver si entre todos, uniéndonos
    abrimos paso a lo que llamarán paz.




    De El tiempo es un río lentísimo de fuego, 1978:


    HA PREGUNTADO A CADA UNO...

    Ha preguntado a cada uno de los que encuentra:
    «¿Sabe usted por qué?», dice ansioso.
    Y le miran, se encogen de hombros y, alguno
    sonríe desconcertado.
    Entonces, sigue.

    Sigue andando la tierra, el mundo
    de su alrededor. Se para otra vez, pregunta:
    «¿Sabe usted por qué...?», y como no le contestan
    acaba sentándose en el suelo.

    «Levántate», le ordenan.
    «Aquí no se puede estar sentado.
    Interrumpe el tránsito de los que van a pie
    o en coche. Váyase a otra parte.»

    Se solivianta y corre sintiéndose culpable
    de haberse detenido a descansar.
    «¡Oiga! ¿A qué corre tanto, es que huye
    o que persigue a otro? ¡Contésteme!»

    Parece inútil después de haberlo preguntado tantas veces,
    hacerlo de nuevo.
    Lo intenta, desengañado:
    «Dígame, ¿sabe usted por qué...?»,
    pregunta ahora.

    ¡Es el primero que contesta!
    «¿Dice por qué...; pero, ¿qué qué?» —pregunta
    por su parte.
    Y entonces vacila, se atolondra, extiende las manos
    y hasta las levanta al cielo.
    106
    De tanto ir y venir por el mundo, ahora, ya,
    tampoco sabe ¡qué es el por qué!
    Y contempla al otro: expectante, severo
    está aguardando que se explique, que concrete
    su corta pregunta: «¿Sabe usted por qué...?»

    Mas el hombre ha olvidado su destino,
    ha olvidado su propósito de saber y sonríe
    vagamente, abstraído, inmóvil, mientras el otro
    inmutado le abandona.
    Tanto preguntar y cuando alguien se dispone
    a saber qué es el qué,
    ¡se ha olvidado de la razón de su pregunta!

    Profundamente triste lo que ocurre.
    ¿Por qué?

    17 mayo 1975 "B"



    VA POR LA CALLE UNA NIÑA...

    Va por la calle una niña, y delante de sus pasos
    los caminos del mundo interminables.
    Diminutas las flores que acuden a su encuentro
    y ancha mano de luz sus cabellos acoge.

    Juegan con ella rebaños limpios, de las esquinas
    burlándose indecisiones... Ésta o aquélla, la
    otra... Siempre son cuatro y el número
    permanece invariable.

    A donde llegará se sabe y que alguna
    fuente callada la espera. Está su agua muy tierna
    y es tierna la adolescente frágil criatura que lleva
    hojas de acanto por flores.

    ¿Cuándo alcanzará la gran montaña
    y cómo la traspondrá, madura,
    y se envolverá en la mar que siempre
    espera que se la devuelvan...?

    18.V.75. "B"



    CANCIÓN DEL VERDUGO, SI CANTARA

    No me conocéis los más, todos
    cuantos vivís lejos de las prisiones;
    los que nunca tuvisteis hijos
    para el verdugo...
    .........Nadie
    sabe que soy el instrumento
    de los que aborrecen...;
    .........que represento
    dentro de la miseria que abarca dócil,
    a toda la humanidad.
    Tampoco yo me reconozco, voy
    poniéndole luto a los espejos
    para nunca mirarme:
    .........tantos ojos
    clavados en los míos llevo
    que verme con ellos me espanta.

    21.6.76. Mad.



    DE OCÉANOS SOCAVANTES...

    De océanos socavantes a los que nunca luz llega.
    De los altísimos lagos que flanquean los volcanes.
    Bajo los ríos que arrastran los destructores siglos,
    te hundes y emerges tú, aquél que llaman con nombres
    que proliferan semillas avariciosas de amor.

    Ignoradas dimensiones que pugnan bajo las tierras
    por avanzar hacia donde ya no se acaben, reptan
    pétreas serpientes talladas en ojos acusadores
    que te presienten. Tú callas con improbable sonrisa
    ante el celo inquisitivo de criaturas defraudadas.

    Que calmaría la evidencia de algo que tú pareciere
    como célula inicial, como cueva o como cumbre
    y no ese encubierto ser que se desploma invisible
    acaudillando temores y torvos presentimientos
    que abrasan por abrasarte erigiéndote en su fuego.

    Secreto fuego ortigante para las conciencias acidas
    por conculcarse en tu origen que es el suyo, no este luto
    de ignorancia acribillada por tu ausencia, ser latente
    que ruge por los subsuelos y por penachos de lava
    acusándonos qué fuimos, sin saber lo que seremos.

    5.8.76. "B"



    DE AQUELLA ENAJENACIÓN...

    De aquella enajenación cuyo resplandor hacía
    que los colores del cielo ardientes permanecieran
    fluye una clara resina olorosa a lluvia intensa,
    a tierra mojada, a rosas que maduraron, al viento
    acumulado en el largo atardecer persistente.

    Vasijas frescas de barro son los recuerdos, rezuman
    palideciendo los ojos y los labios, anegando
    hasta la garganta seca por el temblor contenido;
    entibiándose en las manos que retuvieron el ave
    del dulce sentir ajeno cuya presencia aún palpita.

    La ventana ante la mesa y a ésta quien se soñaba
    en quieta actitud vibrando apasionado esperar...
    La puerta que, vulnerada, alguien empujaba para
    precipitarse a lo azul, a los cristales, al agua
    que corriendo llevaría esbelta carga impaciente.

    ........Flores que lo contemplabais,
    ........¿a dónde vuestras cenizas
    ........si es que a cenizas mudasteis
    ........vuestra embriagante hermosura...?

    14.8.76. "B"




    CONSUMACIÓN

    Crece sobre la carne yerba, y ella
    apenas si comprende que se vuelve
    pasto para corderos.
    Membranas sutilísimas conserva
    que a lana abocarán.
    Su lenta transformación alcanza
    velocidad en los espacios.

    Sin límites la carne, se propaga
    cual una exhalación y llega
    a ser todo en el mundo.

    No le impiden los brazos a la yerba
    que vaya incorporándoselos.
    Los ojos fueron astros, yerba ahora,
    los ojos invadiéndose del cosmos.

    El vientre se deslíe en delicados
    tejidos para tréboles
    Gran reposo en las plantas, que caminan
    en hojas convertidas las pisadas.

    29.10.77




    De La noche oscura del cuerpo, 1980:


    LA OSCURA NOCHE DEL CUERPO

    "Para venir a lo que no sabes
    has de ir por donde no sabes".

    S.JUAN DE LA CRUZ

    I

    Convocado por la voz, que sin oírla existía,
    empujándole al andar, dispuso frágiles plantas.
    Horizonte dilatado se curvaba mansamente
    y en una inmensa mano se ahuecaba.
    El mundo de la mañana se encendía
    ante la criatura que aprendiendo iba
    por húmeda tierra a caminar.

    Nuevo sí, porque al desconocerlo todo
    su inicial revelación lo inauguraba
    sin compararlo a otro ninguno.
    Cielo y mar, playa arena, los guijarros
    cedían al nacer de lo recién nacido.
    Gozo incomparable del universo táctil,
    de lo visible puro, de lo perfecto audible
    ante la tierna presencia, esforzándose
    con su inhollado cuerpo por abarcar aquello
    que ascendía a su cabeza desde el suelo.

    Las frías arenas primeras del mundo
    que al contacto del sol se estremecen,
    de sandía el olor que las mareas exhalan
    cuando la brisa altera su gran lomo de fiera.
    El chasquido suave de circulares olas
    acercando parsimoniosamente
    luz que dilata horizontal amparo
    en la curva gestante del infinito.

    Inseguros los pasos del nuevo ser que absorto
    discurre por la orilla del rojo amanecer,
    desandan el camino de vidas, sobresaltan
    como el amor primero, como el amor...
    Es tersa la mañana, tersa lámina imprecisa
    reciente de las manos certeras del creador.
    La adolescencia acude con crepitante espuma
    proclamando inquietudes inéditas.

    Qué hermoso es el nacer a la vital aurora
    del poder poseerse en el quien se posee,
    y qué tibia es el agua que se acerca a la tierra
    para mezclar con algas el gozo de aprehender.
    Avanza sin temor, avanza ensimismado
    rezumando los sueños que lo botaron nave,
    trémulo puro ser que estrenando la vida
    se incorpora a ordenar en el caos su órbita.

    Recorriendo la playa que desierta le abre
    una ruta de luz y le brota a los tiempos,
    alba hora es su ser arrancando de siglos.
    Silencio en despertar, consecuente armonía
    desgajándose así de lo que no habla aún.
    Sólo el mar y su arena, solamente una playa
    bajo inseguros pasos que ignoran el concierto.

    Que las barcas se aquietan entre la tarde plena,
    que cuantos no son la mar a las mares se entreguen,
    que no asalten sirenas el aire, que el viento
    se condense en la sal, se haga sal, no se funda.
    Pronto irá esta criatura recientemente erguida,
    de esencia universal alimentándose.

    Todavía desconoce lo que conciencia forma,
    ignora que el latir de las manos propaga
    comunión de los cuerpos en fugaz atadura.
    Todo produce recias semillas invencibles
    para siembra tenaz de recuerdos que, antes,
    constituyeron horas del amor o las lágrimas.

    Limpio va de ternuras, con su paso habitando
    las selvas caudalosas de hermosísimas fieras
    hasta aquel punto clave, hasta la encrucijada
    que leones oculta entre erizados tojos
    junto al fuego propicio que encarcela los pasos.

    Ah, si la luz cubriera con ríos de su fuente
    este vasto despliegue, volviéndolo a su origen;
    ah, si no persistieran los herrumbrosos cepos
    en apresar los tobillos inocentes
    que aprenderán por ellos a qué sabe la ira
    y qué tamaño alcanza el contagio del odio.

    El cuerpo se concentra en carrera acezante.
    Los campos se deslizan, se difunden colinas.
    Ondula en las acequias fugitiva figura
    y a tan loco fluir ni los corzos se vuelcan.
    No se acierta si es ir o es volver lo que encubre
    esta nubil criatura que se completaría
    si al final del correr que a su aliento atosiga
    hallárase por fin en lo que irá esperando,
    mientras en torno rugen calientes huracanes
    y algo más que morir parece estar viviendo
    impía adversidad y amargas decepciones
    en tanto el sol acucia en los árboles brotes.

    Oh la fruta de luz, fuerte raíz que pugna
    dictando dimensión que a sí misma se acepta
    siendo fatalidad y convenido designio.
    Oh esta fuga obediente a la llamada brusca
    que va precipitando el hambriento alvéolo
    que su henchirse reclama de cuanto fue creado.

    La luz, sí. La luz absorbiendo maciza
    la quemazón del cuerpo, ajenándolo todo;
    disponiéndose así para ser cuerpo sólo
    que entregue a otro cuerpo su limitado peso.
    La sombra incorporándose la luz que derrotara,
    se transforma en idea cuyo núcleo desvela.

    Recuerda las praderas de yerbas temblorosas
    sobre las que piafaban gozosos los caballos,
    sus colas tremolando en la cresta del viento.

    A sus plantas reclama un camino impreciso
    que del sueño despierta igual que una criatura
    gritando para oírse, por no saberse sola.

    Y a sus piernas que fueron resueltas y seguras
    no la apresuran pasos, que fuera llevarían
    de la marea copiosa que tan despacio sube...

    II

    Arrebol entre costas purpúreas, los cuerpos
    sobre arena se yerguen y se entregan al mar.
    Enjambres de muchachos cual espigas al aire,
    de muchachas teorías agitando los brazos
    por danzar entre olas esquivando el empuje
    que enarbola el ardor posesor de las vírgenes.
    De amor torres incendian poniente en la marea,
    plena victoria dúctil del amante en la amada.

    Mojando labios cánticos se difunde aplazando
    rojo avance seguro del sol que huye y que vuelve
    mientras recoge ahora implacables hogueras
    de radiantes espaldas, de los senos y torsos
    de aquellos que se entregan a oleajes profundos.
    Retiñen todos los seres la clamorosa alegría
    sin fatigarse de amar ni cantar, siendo cuerpos
    triunfantes del vivir sus elementales fuerzas.
    Fundirse en ellas piden, enajenación propulsan:
    del exacto momento que sobrevendrá, evadirse.

    Pululan en la sangre los que vendrán a nacer,
    estimulan las fuentes faciéndolas fluir.
    Visceral luz del cielo ya no quema, se enfría
    dejando el verbo puro de su origen a todos.
    Alegría del vibrar vidas nuevas y plenas
    de saberse dichosas de la mar, de la carne
    que dócilmente cae en la arena, intuyendo
    que el amor siempre es don que mantiene vivencias.
    Tarde que adviene a su fin acumulándose noche,
    tarde que siembra vida en las orillas del tiempo.

    Entregándose consciente de sumisión al momento
    todo lo aplaza, borra, su procedencia la asume.
    Y acude, uno más, el ser que se enfrenta consigo.
    La mañana fue un jardín, rinde su selva la tarde.
    Ni un solo caballo acude para reintegrarle allá
    de donde vino inocente ante todas las sapiencias.
    En masas de arena hunde el volumen de ansiedades
    con las que intenta afrontar lo que es y lo que ha sido,
    triste por contener algo que en el cuerpo ardiente pugna
    por señorearle a él para no perderlo nunca.

    Asaltándole experiencias que a otros muchos ya poblaron
    toros le cercan, crías de buitres, las panteras
    que sajando irán la noche al devorar sus entrañas.
    Serenidad derrotan los látigos del deseo.
    Vaharando a su alrededor resollar acre de canes
    que a sus costados vigilan la libertad que peligra
    en los ojos y en la frente de este ser acorralado
    por su destino de tierra y su ansia de divino:
    maciza conflagración de poderes compartidos.
    Porque se acarrea el fin al prorrumpir lo que empieza,
    sombra acudirá en estricta connivencia con la hora.

    ..........Inútil querer brotar primitivos sones broncos
    ..........arreciando en el tambor la música de una danza
    ..........de los férvidos de amor cantando pronunciarán.

    ..........Imposible el arrojar fuera de sí los latidos
    ..........ascendiendo desde el suelo, equilibrio arrebatando
    ..........y propulsando pasión de entregarse aún vivientes.

    ..........Cerrar los ojos aboca a renunciar a hermosura
    ..........de los cielos, de la tierra, del agua, de cuanto corre
    ..........y que acumulan la savia que otros corporeizarán.

    III

    Ya fosforece la costa a donde la mar revierte.
    Desde arriba
    se deja caer la sombra de quien temiéndolo estaba,
    a la tibia oscuridad.
    Se desintegran veloces los límites de las olas
    y la sombra a ellos concurre,
    ¡a sombra que al cuerpo deja.

    Ausencia de naves hay a lo largo de la playa.
    Ni voces de los humanos
    ni graznidos de las aves
    Y la sombra va despacio alejándose del cuerpo
    que desvalido se queda, vulnerado sin su sombra.
    Es una noche sin luz, triste y acosada noche
    para el cuerpo.

    El cuerpo mana nostalgia del palpitar anheloso.
    Ardiente el cuerpo recuerda
    peripecias que sembraron en su carne
    memorias caliginosas.
    La sombra sigue en descenso deslizándose a la playa
    en procura de cobijo
    que su ámbito no niega.

    Se recorren las estancias diminutas que rechazan
    fragmentos de lo inmolado
    cuando acendrado el vivir.

    En el espacio renace
    el musgo que atosigara la persistencia del fuego.
    Abajo es a donde ir.

    Cuántos días con sus noches incubándose el impulso
    de resistir a la sombra.
    Desde la cima se huelen las algas que el mar empuja
    al pie del cuerpo expectante,
    junto al cual está creciendo toda la noche desierta.
    Cómo le aulla esta noche contra las sienes y cómo
    teme no recuperar el sol.

    El horizonte ya es muro del ébano movedizo.
    En el horizonte nada presagia el amanecer.
    La sombra se cuaja intensa...
    Del sol por el cual se gime
    fieros rayos transparentes volverán
    al cuerpo desamparado por su frágil compañera
    que saldumbre y yodo inundan.

    Memoria consciente hierve de lo que hizo y negó
    luchando por afirmarse como criatura habitada
    por convicciones profundas:
    o arder o cristalizar. Ni lo uno ni lo otro,
    que considerara obtuso
    un fanatismo cualquiera, una obsesión destruyendo
    el albedrío o la gracia.

    Abajo van confundidas playa y sombra en tumulto
    de minerálicos posos.
    El cuerpo recibe tiernas requerencias, la memoria
    enajenantes tensiones.
    Espolón de barco son contra las leves cuadernas
    de su pecho que, transido,
    absorberá los embates de postergadas nostalgias.

    (Aquello cuanto la sombra iba hundiendo con su peso
    era carga mercurial abrumándole la espalda.
    Porque más que a una criatura a una ciudad se la hundía,
    hasta a la nación entera con sus miles de vencidos.
    Y era evidencia bien acida saber cómo se ocultaban
    angustiadamente sordos a las llamadas urgentes,
    mientras en cárceles víctimas del odioso desenfreno
    atormentados sus cuerpos por el hierro de mordazas
    sobre la corteza en grietas del acribillado suelo,
    por el ir, por el venir retornándose a otros ires
    de las furias del rencor que nunca atrapan olvidos.

    Llamas de fuego que nunca a desprenderse accedían
    de sus urentes hogueras, a la cabeza cercaban.
    Imágenes superpuestas sobre los paños de hilo,
    blancos como es el blancor a que los ojos no alcanzan,
    a la frente daban brisa... Avecillas con su trémulo
    palpitar entre las alas, retornábanle dulzuras.
    Una voz y otra voz, las voces que le llamaran
    renaciéndole volvían en tanto que todo esto
    rompía y desmoronaba su tumulto contra rocas.

    Aunque los ojos y senos, aunque los vientres y brazos
    como le tuvieran antes intentaban recobrarle;
    morada melancolía precediéndose de llantos,
    larga y lúcida memoria atosigante acudía.
    No pensar y no querer olvidándose del tiempo
    en que no temblaron dudas cuando viviendo se estaba
    negándole a la conciencia las escorias del deseo...

    Porque así era el amor, porque fuera ello el amor
    y jamás esta roída e indisipable presencia
    que en pórfido se convierte para cuajar el aliento.
    Titila sabiduría que íntegra volcará
    al inminente contacto del inflexible retorno.)

    ..........Oh, cuerpo extendido, sabio de tan vastas experiencias,
    ..........exhalándose debajo de su cúpula, despierta
    ..........del hondo pesar macizo que en su mente se incinera.

    ..........Cómo rechaza el no ser cuando va aproximándose
    ..........va la encrucijada-túnel, al pozo-volcán abierto
    ..........para apropiárselo, denso como es mientras le hieren

    ..........los silencios que no otorgan a su corazón aliento.
    ..........Oh cuerpo tendido, bosque de innúmeras sensaciones
    ..........que se resisten a huir de su templo delicado.

    IV

    Súbitamente retoña un afán que le concita
    la aterida voluntad:
    escapar hasta la sombra que se desprendiera y yace.
    El cuerpo fluye su impulso,
    reclama de sus dolientes entresijos arrasados
    las fuerzas para saltar.

    Ha de abandonar la cima en donde fue espectador.
    Y en el aire se desploma
    la tensa figura débil, la criatura enardecida
    que a juntarse acude ahora con su sombra...
    ¿Quién no tuvo, irreprimible,
    sombra que huyó rechazándole?
    ¿Quién no gritó por el eco
    que le devolviera el gozo de reconocer su voz?

    ¿Quién no ha sangrado por ver
    a su sombra entre las olas que se comen a las playas?
    Quien no descienda de allí,
    de la cima en que se erguía,
    no recobrará la sombra que desligándose pudo
    incorporarle a otra vida.

    Volver, darle la vida... Y, ¿nueva vida en verdad
    oponiéndose a la otra que confusa se despega,
    por no haberse consumado íntegramente?
    La vida que se aproxima, y creerla es la esperanza,
    ¿será la que se imagina
    esta mente desgajada del magma de lo finito,
    del misterio que la hubo?

    Boca a boca con su sombra, inmersos en la marea,
    piensa que no dejará arrebatarse esta osmosis.
    Tan dulce ser y no estar como siendo, aunque sí estando,
    humedece a la criatura
    con las frías cabelleras de la espuma que deslíe
    con ronco fragor radiante toda su gloriosa cresta
    de candor, contra quien rompe.

    ¿A qué luz si es que es la luz, a qué música adherirse
    cuando pueda comprenderse completado el frío cuerpo?
    ¿De qué cuevas o qué cimas, de qué volcanes saldrá
    la voz que a nombrarle acierte?
    Y cierra otra vez los ojos
    y nuevamente desea no saber, aunque sabiendo
    que ser sombra era el destino.

    Cuántos espacios que el hombre lúcidamente surcara,
    cuántos los ríos profundos que no se embebe la tierra,
    y, ay, del cuerpo macerado por su conciencia exigente.
    Porque sufre fieras hambres
    que ni mar ni tierra sacian.
    Ay, del que salta al vacío creyendo que de una playa
    su sombra rescatará.

    De la curva que convexa une las dos potestades
    tenuemente se desgaja la suavidad de la luz.
    Músicos que caminaron por el sonido domándolo,
    sus armonías devuelven.
    Céfiros evanescentes agitan alas redondas.
    Sobre la mar que dispersa los sombríos oleajes
    resbala palpitando el sol.

    El cuerpo asume el rumor de los vientos y del agua.
    Deshaciéndose de aquello cuanto fuera, va alcanzando
    niveles de una verdad con la cual nunca cruzara
    mientras por la tierra anduvo.
    La música le retumba en los huesos obedientes
    que a la carne imperativos mantuvieron.
    Y embebe el cuerpo la música.

    Cuando se desatan ojos que del rostro se liberan
    accede y respira luz que no la irradia este sol.
    Las aves que no veía le alimentan con sus coros
    de nítidas modulaciones.
    Cuerpo de luz y de sombra que fundidas le transcienden
    alza sobre unas arenas inasibles la pregunta
    que lo infinito no abarca.

    ..........¿Y que le diría Quién si a su pregunta accediera
    ..........librándole del dolor de su ignorancia, entregándole
    ..........glorioso espacio de clara y luminosa sapiencia?

    ..........¿Cuándo el mercurio que es libre inmovilizarse puede,
    ..........a cuáles se otorgará el consenso de lo eterno,
    ..........a qué palabra acogerse para obtener la respuesta?

    ..........¿Cuánto tiempo de este tiempo imposible de rehacer
    ..........en tiempo de pervivencia tan compacto como fuera
    ..........el tiempo de su consciente enajenación terrena?

    V

    Unas tras otras respuestas. Absorbiéndolas
    eludientes viscosas o frías, y tersas
    cual la piedra desbastada por el agua.
    Respuestas en los vagidos, en lágrimas ortigantes,
    y otras por el beso acompañadas.
    Concretas las busca el cuerpo, desligándolas
    del espeso volumen a que se adhieren
    encadenando secuencias
    que prodigan lo aparente y fugitivo
    que a humana vida convoca,
    o a una charca o una montaña.
    Respuestas que constituyen procesos acumulados
    de sabiamente esquivarse.
    Conocerse quiere el cómo, conocer el hasta cuándo,
    el es, el por qué es, y el para siempre
    azotado por el nunca:
    que sin sombra rostro ofrezcan
    a los ojos que, por ver, sufren desiertos.

    Sin ser de ayer ni de hoy, débil premonición,
    fugaces apariciones sobresaltan.
    Cerca de la leña lumbre y lo que arde no acierta
    a saber lo que es el fuego.
    Y acude la realidad troceando sus imágenes
    en no coherente estructura que responda.

    Para abstraerse quisiera concertarse la armonía:
    con adherencias suaves buscará calmar su ansia,
    el ansia desenfrenada de encerrar entre sus manos
    aquel atroz no poder desentrañar lo absoluto.
    Los ojos, viendo; el oído en un hartazgo de oír
    los infinitos sonidos del mundo y de sus cavernas.

    En oleajes ofrece la luz del día, criaturas
    que arrastrando va tenaz la gruesa corriente turbia
    que nunca se detendrá, que nos empuja y absorbe.

    VI

    Lo que fluye, plural se manifiesta
    al instante preciso de brotar;
    instante de visión de lo alcanzable;
    una parte de la luz, o de las ondas
    del sonido... Derrota intentar comunicarse
    al hermético secreto que nos burla.
    Jamás de sus raíces comeremos.

    Respuestas en presencias: las de la flor y del agua;
    las del bosque y los pájaros veloces.
    Respuestas transparentes, descifrables.
    Cavando con ahínco en nuestro pecho,
    ¿hallaremos respuestas que persuadan?

    Si nunca a lo incisivo nos contestan,
    si todo se resbala o petrifica,
    si el ansia de buscar a quien responda
    de cenizas nos cubre...
    ¿Hasta cuándo la dádiva, alimento
    al cuerpo atosigado, al cuerpo errante?

    Un reguero de dudas en transcurso
    camina hacia el origen presentido
    dentro de lo recóndito.
    Caminos que a camino abren,
    unos ojos que desvían
    o una música inmediata, un sollozo
    que hinca al corazón súbita orden
    inminencia posible suscitándonos.

    Oscuro permanece el siempre instante
    del aquello imprevisto aunque esperado,
    porque nada entrevemos que concibe:
    tala que tala y en la selva siempre.
    Y son respuestas accesibles, decretadas
    antes de inscribirlas en el caos.

    Mínima fluencia ante el acoso
    del urgente inquirir para que el cuerpo
    recuerde a través de sus tejidos
    aquel orden que estricto lo dispuso.
    Y se empeña en volver, ir remontando
    la atroz corriente espesa de la vida...
    No le importa morir si cambia ello
    en respuesta la ignorancia flagelante.

    No la imagina y la está asediando
    por reposarse en ella; escrutador aguarda...
    Saber es amar, como a la inversa; lucha
    porque al amor total aspira el cuerpo.
    Ama con lealtad, no se arrepiente
    de amar en lo creado a lo creante.

    En cuenco de volcán se va quedando
    sin otra compañía que la sombra.
    Abate y alza sus preguntas, llora;
    reclama triste que le ayude alguien
    a emerger de su propia yacija...
    La sombra no es la luz; ésta viaja
    lentísimamente si nos llega.

    ..........(Y demoras, ¿por qué?, el fundirle contigo
    ..........en campana translúcida, devolviéndote
    ..........al caminante desnudo, frágil e inerme,
    ..........que seas tú su molde suplicándote.
    ..........Ni le apartas ni le recuperas
    ..........de la masa confusa en que te duele.
    ..........Ah, tu presencia inasible, tu asediada presencia:
    ..........comparécela en él porque de ti ha venido!)

    El cuerpo entero es sed, gime penando
    e intenta resistirse a los ciclones
    que la espalda le azotan provocando
    a congojas insanas, derribándole.
    Intuye que unas manos se le allegan
    y tampoco las ve... Áspero bálsamo
    anega sus heridas, las cautera.

    Hondamente percibe que a su entorno
    vidas incontables se incorporan.
    Son las nubes, la yerba, es el sol,
    es el viento, es la mar, es hasta el barro;
    tigres y gacelas son, el roble, el álamo,
    la flor. Es la potencia
    de amar y ser amado, ser materia
    de todo cuanto vive, sufre y piensa.

    Van a contestar cuando sucumba
    a la angustia ancestral y la conviertan
    en ciegas esperanzas galopantes.
    Cubierto por la luz que se propicia
    el cuerpo sobre tierra se derrama...
    Empieza a germinar entre sus tuétanos
    el grano cereal de la respuesta.

    Fermentará en lo frágil del cuerpo que se macera.
    Hervirá sin obtener desintegrarlo de algo
    tan invisible, sutil, que poblándole existió

    mientras se iba y venía sin saber jamás por qué,
    encima de los terrones, sobre pólvora y cascotes;
    del bosque comiendo frutas y arrancándole las flores.

    Y nada perdurará que en pedazo suyo, alguien
    entre sus dedos acierte a retener. Solamente
    suya quedará la sombra de su nombre entre los dientes.


    CARMEN CONDE, Poesía completa, Castalia, 2007


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 08 Mayo 2024, 07:37

    .


    Otros poemas de Carmen Conde:


    De Mujer sin Edén (1947):


    HABLA DE SUS HIJOS A DIOS

    Sé por qué le miras sin amor. A Caín rechazas
    por semilla en tu Jardín sin Tú quererlo.
    Nació Caín en yermo, pisó caminos agrios,
    tomó desde mi vientre rencor, celos de Ti.
    Criatura de tu ira, con ira te responde.
    Temiendo tu violencia te busca la sonrisa
    con frutos de la tierra, ¡a Ti que no la amas
    porque es mi gran refugio, a donde traje al hombre!

    Caín es la memoria del hálito maléfico
    que me sopló la bestia para encolerizarte.
    Un hijo que entre aves y zarzas sin espinas
    cuajó en mi entraña nueva, en la primera entraña
    para el hijo primero que el hombre dio ignorándolo.

    No has de quererle Tú. Pero si no le quieres,
    Caín será enemigo del que prefieras luego.
    Y matará al hombre que, aunque su hermano sea,
    alcance de tus ojos un mirar de ternura.

    Le olvidas por ser mío, simiente del Edén...
    Abel que es de la tierra te gusta, lo conozco.
    Es fruto de las noches, que, amigos de la sombra,
    el hombre y yo engendramos soñando tu Jardín.
    ¡Nostálgicos del Río, del resplandor magnífico
    que repartía tu rostro, la suma de luceros!

    Por ello tú le amas, porque Abel te contiene
    en ansias de tu luz que es añoranza eterna.
    Caín surgió a tus plantas, caliente de tu boca,
    del Árbol que burlaba tu orden de exclusión...
    Pero la muerte acecha. ¡Que el preferido llegue
    al Árbol de la vida! ¿Requerirás, furtivo,
    quitándole a la tierra su criatura
    de abrojos y de cuevas, de terrores y luchas
    hasta amistar sus ojos con las tardes de sol?

    Caín lo sabe todo. Tiene zumos del Árbol
    que calentó su brote cuando yo po sabía.
    Caín es del Edén; su tristeza le envuelve
    más dulce que la piel de cordero que viste.
    Conoce que su hermano, el nacido en destierro,
    no puede reprocharte que te guardes tu gloria.
    El dentro de sus tuétanos contiene sacudidas
    que fueron las primeras que iniciaron las razas.

    Tú odias a Caín, ¡y mantienes el Ángel
    alrededor de aquello que a tu Abel salvaría!
    Mantienes la justicia que vengará en mis hijos
    aquella augusta hora de gorjeos transida,
    cuando flotaba el musgo conmigo y con el hombre,
    abandonados juntos a la corriente sabia
    que sosegadamente nos revelaba todo.

    Mazorca, espiga, tronco... Abel es un sembrado.
    Caín caza sañudo. Caín devora a solas
    mi dolor y el suyo, y el dolor del hombre.
    Abel, pastor de nieves, siempre sueña y te busca...
    ¡Qué blanco pecho el suyo!

    ... ¡Qué frío lleva el cuchillo
    Caín en su cintura!




    De En un mundo de fugitivos (1960):


    RÉQUIEM AMARGO POR LOS QUE PIERDEN

    Son los de la otra raza, fijaos: los vencidos
    son hombres de otra raza en todas las naciones.
    Culpables, rencorosos, capaces del engaño;
    capaces de traiciones, los torvos, resentidos...

    ¡Qué raza ignominiosa, muchachos, son los hombres
    que aplastan implacables los hombres que vencieron!

    En todos los países hay cárceles de frío,
    hay muros de ladrillos con muros rematados;
    hay fosas bienhechoras, hay noches que no acaban
    y razas de vencidos y razas vencedoras.

    ¡Qué esperan esos hijos de madres de otra entraña,
    qué aman, por qué odian, qué engaños les ofrecen
    a tantos elegidos, los dioses del triunfo?
    ¡Oh turbios y nefandos, oh crueles y embusteros
    que no besáis las botas que os pisan y trituran!

    Quizá un hombre antiguo, del tiempo de los nobles,
    dijera: "Los vencidos son dignos del respeto
    de todo triunfador que César o Alejandro
    quisiera le llamaran las décadas futuras".

    ¿Respeto y compasión pensáis que se merecen
    después de haber perdido su tabla en nuestro juego?
    ¡Es Dios quien amanece en cada hombre que gana
    partidas de aventura, que llaman de justicia!

    Sobre los de otra raza...; dejad vuestros recelos,
    Jesús los enunció en bienaventuranzas...
    Jesús era un iluso, un hombre que arrancaron
    del Dios que lo encubría, las razas de los fuertes.
    ¡Los hombres que vencieron, ni Césares ni nada!



    EL MURO

    Sí. Está ahí: no lo derribaron
    ni lo derribarán.
    Porque somos nosotros, los que estamos aún vivos,
    ese muro ciclópeo, enorme,
    contra el que todos disparan.
    Y por uno que caiga, o por ciento,
    siempre quedamos más
    sosteniendo este muro
    de la loca esperanza.

    ¿Quiénes hablan de irse?
    ¿Quién dispuso coger en la noche
    un camino ciego, y que quedara solo
    el muro de la sangre viva?
    ¡Estamos aquí, no nos vamos!
    Estamos aquí, estaremos aquí,
    vivos o muertos, sumando al futuro
    un presente de mármol.
    No es la tierra de nadie
    salvación que redima.

    ¡Tú lo sabes, el muro de muertos, el muro
    de la calcinación!
    Hay que estar en un trozo de suelo,
    el más ancho, y limpiarlo de sangre.
    Nuestros muertos son todos los muertos.
    Son todos,
    sin clasificación.

    Apoyados en ti esperaremos
    a que el hombre que huyera en la noche
    regrese a su casa…
    ¿Qué hace fuera de aquí, qué hace lejos de su guardia
    del muro?
    Cuando vuelva, yo espero que nunca
    levante otro en frente.


    CARMEN CONDE, Mujer que soy. La voz femenina en la poesía social y testimonial de los años cincuenta, Bartleby, 2006.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 27 Jul 2024, 05:09

    .


    Un poema más de Carmen Conde, del libro Peces en la tierra. Antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27, Vandalia, 2010.


    NIÑAS MORAS
    FREJA

    .....Se me quedaba la niña mirando a la frente, y toda yo olía a yerbabuena.
    .....-Me llamo Freja.
    .....-Y yo, Carmen.
    ........Levantada el acta de nuestra amistad, le di mis libros y ella me enseñó sus collares de medallitas con palabras árabes que exaltaban la gracia de Dios. Toda aquella primera mañana de amistad, fraternicé con el olor de la miel amasada con huevo; porque Freha llevaba sus cabellos recogidos e impregnados de aquel extraño compuesto que los dejaría brillantes y suaves.
    .....Freja era más pequeña que yo, y no sabía leer. Sonreía mostrando sus dientes maravillosos que parecían granos de la hermosa fruta que yo adoraba en mi infancia: de la granada; tan iguales eran y tan bien colocados estaban en sus encías.
    .....Cantaba con una vocecilla de vino dulce una canción que nunca olvidaré. En los espejos de su madre -alta y sonámbula, rodeada del humo de sus perfumes quemados- ascendía la música en columna.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 12 Ago 2024, 13:00

    .


    Otro poema de Carmen Conde:


    LA MUJER NO COMPRENDE

    ¡Cuántas veces a estéril has condenado mi vientre!
    ¿Por qué luego que otra, Agar la egipcia pariera,
    hiciste que mi entraña doblara su existencia?
    ¿Por qué Abraham fue cobarde, por qué Isaac fue cobarde?
    ¿Por qué los dos dijeron: "Es mi hermana", de mí?
    ¡Ay, Señor, cuánto duelo en mi cuerpo permites,
    dejándome sufrir sin piedad de mi enojo!
    Aquella tarde roja del calor del estío,
    cuando acababa el agua Ismael se moría,
    ¿por qué esperaste tanto la voz del joven hijo
    y no oíste la mía, espesa y desolada?
    ¡Qué grande era el desierto de Beer-Seba el ardiente,
    y cuán pronto tu ángel abrió con su mandato
    una fuente de aguas que llenó nuestro odre,
    para la sed de tierra que a Ismael recomía!
    ¿Y en el valle de Manre, cuando tres mensajeros
    vinieron junto a Abraham, por qué, dime, hiciste
    que al venir a Sodoma -a la bestia entregada-,
    y buscarles los hombres, pues eran tan hermosos,
    nadie viera mujeres en amor: solo hombres
    que pedían hambrientos, desdeñándome a mí?
    Lot, Señor, me ofrecía: yo era dos hijas suyas
    en espera de amar; por salvar los mancebos.
    Lot, mi padre, nos daba a los hombres rebeldes...
    ¡La ceguera cayó sobre ellos entonces,
    fulminada de arcángeles que sufrían su ira!
    Desde Zoar oímos crepitar dos ciudades,
    el azufre y el fuego arrasaban Gomorra.
    ¡Las llanuras en flro, los rebaños, los hombres,
    todos fueron raídos de la tierra horneada!
    Dime ahora, Señor, ¿por qué me convertiste
    en estatua de sal cuando volví los ojos?
    ¡Nunca admites, oh Dios, que yo quiera saber!
    En las hijas de Lot, que perdió su mujer,
    la inquietud de la especie comenzó a rebullir.
    Y le dimos del vino porque se adormeciera
    y entrara a nuestros cuerpos de vírgenes conscientes.
    Los tres varones justos quemaron a los yernos
    que desdeñaron agrios nuestro contacto puro.
    Unas veces le niegas que me siga a tu hombre.
    Otras niegas el hijo a mi cuerpo doliente...
    Y hay momentos que baja tu voluntad fecunda
    y soy un manantial de hijos que te loan.
    Si soy Sarah, perdonas. Si soy Agar, Ayudas.
    Si la hembra de Lot, no perdonas que mire.
    Y me dejas que yazga con un padre embriagado y
    no escuchas mi voz que es un cardo sin flores.

    (Mujer sin edén, 1947)

    CARMEN CONDE


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