¿Es malo pensar? o ¡ imaginar !
I.- las hormigas
Esta madrugada de Año Nuevo
me senté en mi silla en la terraza; estaba solo, esperando
la llegada de mi familia en las próximas horas, para la consabida cena.
Para engullirnos el pavo, pobre avecilla, tradicional de estas fiestas.
Quería observar el entorno, los árboles, imaginar muchas cosas,
mirar las hormigas que trabajan en filas interminables;
parecen soldados de plomo inyectados de vida,
regimientos trabajando, me dije…
¿si solo les falta uniformes? No... si lo llevan puesto, del mismo color todos.
Entonces volví a pensar, los peones de ajedrez también son todos iguales
entre sí, los elefantes son igualmente parecidos cuando los vemos en sus manadas, los monitos del zoológico igual, los homos sapiens, primates,
.pero esas hormigas,
no son soldados, tampoco, ¡pardiez! Son gentes de paz, de bien, corrientes,
son personajes haciendo algo,
son miles de poetas recitando,
o son gentes hambrientas en busca de alimentos, (pensé en Africa)
pero eso sí, no son políticos,
ni "militares"
y el "tampoco" me hizo pensar,
en las estupideces de este mundo, en la cantidad de ociosos que inventan
economías nuevas para dejar más pobres al mundo corriente, en tanta gente apilando mas y más dinero, como si algún día no se irán a morir sin poderse
llevar un céntimo a la otra vida. Pensé en cuanto más feliz era el mundo en la era de los trueques. Hasta que un idiota inventó el dinero.
Como que me llegó la hora en que comenzamos a preguntarnos de todo,
igual de cuando era un niño, y le preguntaba a mi madre y mi padre,
el como y porqué de todo.
pero no me quise contestar, les dejo
a Uds. la triste conclusión,
pero no, por favor, no me digan nada…..
prefiero comenzar el año
pensando en tantas otras corazonadas. A lo mejor en nada.
II. Los árboles.
La vertiginosa caída de un pensamiento, crujiendo como rama desprendida,
(un tanto virtual este pensamiento), me llevó a mirar el jardin,
una fila de árboles, todos de pié, parados, casi inmóviles,
mirándose a sí mismos, a su rededor, sujetos a la tierra
con gruesas raíces, anclados cual barcas,
conversando con el viento, ofreciendo
sus ramas, a parejas de zorzales y gorriones que cantan
alegres sinfonías y también tangos zorzalianos, sin violines, ni orquestas,
ofreciendo su sombra a quienes caerían mas tarde en siestas profundas,
a la hora del sol ardiente, con el aire húmedo, sllencioso, caliente.
Miré extasiado la paz de la madrugada, el aire algo mas frío.
con sabor a desayuno con tostadas calentitas y crujientes, chimeneas con humo gris, un entorno de película, de los que no se ven todos los días;
le jour como dicen los franceses, que comenzaba su loca carrera, entrando
a la vida, surcando temperamentos en paz, preparando el atardecer,
entre tozcas miradas de quienes vivimos esta locura de vida,
apurados, de un lado al otro, sin saber a veces
adonde vamos, solo mirando adelante, con el vicio del dinero,
para caer después en el precipicio, al fondo, donde se pierde la mirada,
casi en el horizonte, o allí donde las raíces, sujetan esos árboles.
III Los sueños, los elefantes y un cello.
Pensé soñando que esos árboles eran mis hijos, mis nietos,
floreciendo en la vida, con sus largas melenas colgadas al viento
meditando en el vacío de sus onirismos, sembrando
ilusiones, igual que yo hiciera algún día,
tejiendo alfombras con los hilos de sus sentimientos;
el próximo año esos árboles habrán crecido,
cambiado sus hojas varias veces, florecido,
esparcidos sus semillas otras tantas, algunos tal vez muertos,
otros habrán nacido, otra etapa,
y yo sigo sentado en esta silla cavilando
me miro y me siento árbol viejo,
pero pienso, aún doy sombra, le presto
mis ramas a la sinfonía zorzaliana, a mi mujer, a mis hijos,
y me gusta escuchar la música de mis hojas
cuando sopla el viento en las mañanas.
Y de pronto veo a miles de elefantes pastando bajo esos árboles, comiendo sus ramas, las pocas hojas verdes que tienen; los veo pisoteando mis jardines y marchitando los rosales, una idea imaginaria, que crea metáforas de sueños, comparando a quienes pisotean a diario nuestras ilusiones, trastornando todo a su paso, Desde Atila rey de los hunos, hasta nuestros días.
Por ahora prefiero seguir soñando. Voy a pedirle a mi cello
que me regale sus voces mas bellas, empujadas por mi brazo, por mis
manos, deseo arrancarle los sonidos mas lindos, emulando a los pájaros,
sacándole a la vida que aún me resta, el surrealismo imaginario, los trozos de notas más altos, con bajos interminables, la voz de la experiencia, que me indujo
a esta locura de escribir este monólogo, para ser leído en el teatro
de la vida al aire libre,soñando, entre hormigas y elefantes, con mi cello.
total, ¿ no es gratis soñar ?
I.- las hormigas
Esta madrugada de Año Nuevo
me senté en mi silla en la terraza; estaba solo, esperando
la llegada de mi familia en las próximas horas, para la consabida cena.
Para engullirnos el pavo, pobre avecilla, tradicional de estas fiestas.
Quería observar el entorno, los árboles, imaginar muchas cosas,
mirar las hormigas que trabajan en filas interminables;
parecen soldados de plomo inyectados de vida,
regimientos trabajando, me dije…
¿si solo les falta uniformes? No... si lo llevan puesto, del mismo color todos.
Entonces volví a pensar, los peones de ajedrez también son todos iguales
entre sí, los elefantes son igualmente parecidos cuando los vemos en sus manadas, los monitos del zoológico igual, los homos sapiens, primates,
.pero esas hormigas,
no son soldados, tampoco, ¡pardiez! Son gentes de paz, de bien, corrientes,
son personajes haciendo algo,
son miles de poetas recitando,
o son gentes hambrientas en busca de alimentos, (pensé en Africa)
pero eso sí, no son políticos,
ni "militares"
y el "tampoco" me hizo pensar,
en las estupideces de este mundo, en la cantidad de ociosos que inventan
economías nuevas para dejar más pobres al mundo corriente, en tanta gente apilando mas y más dinero, como si algún día no se irán a morir sin poderse
llevar un céntimo a la otra vida. Pensé en cuanto más feliz era el mundo en la era de los trueques. Hasta que un idiota inventó el dinero.
Como que me llegó la hora en que comenzamos a preguntarnos de todo,
igual de cuando era un niño, y le preguntaba a mi madre y mi padre,
el como y porqué de todo.
pero no me quise contestar, les dejo
a Uds. la triste conclusión,
pero no, por favor, no me digan nada…..
prefiero comenzar el año
pensando en tantas otras corazonadas. A lo mejor en nada.
II. Los árboles.
La vertiginosa caída de un pensamiento, crujiendo como rama desprendida,
(un tanto virtual este pensamiento), me llevó a mirar el jardin,
una fila de árboles, todos de pié, parados, casi inmóviles,
mirándose a sí mismos, a su rededor, sujetos a la tierra
con gruesas raíces, anclados cual barcas,
conversando con el viento, ofreciendo
sus ramas, a parejas de zorzales y gorriones que cantan
alegres sinfonías y también tangos zorzalianos, sin violines, ni orquestas,
ofreciendo su sombra a quienes caerían mas tarde en siestas profundas,
a la hora del sol ardiente, con el aire húmedo, sllencioso, caliente.
Miré extasiado la paz de la madrugada, el aire algo mas frío.
con sabor a desayuno con tostadas calentitas y crujientes, chimeneas con humo gris, un entorno de película, de los que no se ven todos los días;
le jour como dicen los franceses, que comenzaba su loca carrera, entrando
a la vida, surcando temperamentos en paz, preparando el atardecer,
entre tozcas miradas de quienes vivimos esta locura de vida,
apurados, de un lado al otro, sin saber a veces
adonde vamos, solo mirando adelante, con el vicio del dinero,
para caer después en el precipicio, al fondo, donde se pierde la mirada,
casi en el horizonte, o allí donde las raíces, sujetan esos árboles.
III Los sueños, los elefantes y un cello.
Pensé soñando que esos árboles eran mis hijos, mis nietos,
floreciendo en la vida, con sus largas melenas colgadas al viento
meditando en el vacío de sus onirismos, sembrando
ilusiones, igual que yo hiciera algún día,
tejiendo alfombras con los hilos de sus sentimientos;
el próximo año esos árboles habrán crecido,
cambiado sus hojas varias veces, florecido,
esparcidos sus semillas otras tantas, algunos tal vez muertos,
otros habrán nacido, otra etapa,
y yo sigo sentado en esta silla cavilando
me miro y me siento árbol viejo,
pero pienso, aún doy sombra, le presto
mis ramas a la sinfonía zorzaliana, a mi mujer, a mis hijos,
y me gusta escuchar la música de mis hojas
cuando sopla el viento en las mañanas.
Y de pronto veo a miles de elefantes pastando bajo esos árboles, comiendo sus ramas, las pocas hojas verdes que tienen; los veo pisoteando mis jardines y marchitando los rosales, una idea imaginaria, que crea metáforas de sueños, comparando a quienes pisotean a diario nuestras ilusiones, trastornando todo a su paso, Desde Atila rey de los hunos, hasta nuestros días.
Por ahora prefiero seguir soñando. Voy a pedirle a mi cello
que me regale sus voces mas bellas, empujadas por mi brazo, por mis
manos, deseo arrancarle los sonidos mas lindos, emulando a los pájaros,
sacándole a la vida que aún me resta, el surrealismo imaginario, los trozos de notas más altos, con bajos interminables, la voz de la experiencia, que me indujo
a esta locura de escribir este monólogo, para ser leído en el teatro
de la vida al aire libre,soñando, entre hormigas y elefantes, con mi cello.
total, ¿ no es gratis soñar ?
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