Nicaragua: Ricardo Morales Avilés - Pensamientos Escritos Desde La Prisión
18. A los estudiantes y a los intelectuales, debido a su procedencia de clase que les permite el acceso a la cultura, y a cierto entrenamiento en la formación de hábitos de estudios y de adquisición del conocimiento, se les facilita la comprensión teórica de las ciencias sociales e históricas. Pero, también, en esas ventajas para llegar a la cultura está su debilidad, porque al desligarse de la práctica de la producción económica y de la práctica histórica, la asimilación cultural queda trunca, incompleta, por su alejamiento abstracto del trabajo. Es una de las formas de las relaciones entre la práctica y la teoría. De aquí la necesidad de que se integren al ejército de los trabajadores, quienes por su situación objetiva se hallan mejor preparados que cualquier otra clase social para asimilar la ciencia del desarrollo histórico contemporáneo.
19. El marxismo es la concepción distintiva del proletariado consciente. El destino histórico de los trabajadores es abolir la explotación, y con ella, la división y la lucha de clases. El marxismo se caracteriza por la unión de la teoría y la práctica.
20. Barrer con el régimen de la propiedad privada. Barrer con el sistema de la explotación. Barrer con las ideas tradicionales.
21. A través de la revolución proletaria el hombre queda capacitado para forjar su propio destino como amo de la naturaleza y de la sociedad.
22. Los estudiantes y los intelectuales sufren las consecuencias de la explotación por refracción.
23. Los trabajadores se caracterizan por su capacidad sensitivo-práctica que se traduce en capacidad para aprehender la realidad, por un materialismo espontáneo, por un sentido: instintivo de la dialéctica, todo lo cual es arma, objetivamente, para realizar históricamente la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, poner fin a la lucha de clases, dar fin a la separación de la teoría y la práctica y a las separaciones del trabajo intelectual y el trabajo manual; de la ciudad y el campo.
24. ¿Qué es esa universalidad de los "ideales humanos" de que habla la burguesía, sino la expresión de los intereses de clase de la misma burguesía?
25. Los revolucionarios debemos abandonar toda ilusión con respecto a la lucha y los caminos por los que ella transita, igual que abandonar todo utopismo acerca de los fines e ideales relacionados con la sociedad a que creemos llegar. Lo que se está desarrollando aquí es una lucha de clases y una lucha antimperialista; por un lado la burguesía, en primer término la fracción que está en el poder, aliada al imperialismo yanqui principalmente, y por otro lado los obreros, los campesinos, los estudiantes y los intelectuales revolucionarios, unidos en su lucha con los pueblos del resto del mundo, con las fuerzas revolucionarias del mundo. Hacia donde vamos es hacia el socialismo, modo de producción histórico, concreto y no una sociedad utópica del "reino del hombre" o del "reino de los ángeles". Sólo dejando de lado las concepciones metafísicas, podemos desempeñar a cabalidad la misión histórica en que nos hemos empeñado.
26. Esos ideales de la burguesía que, olvidando su génesis de clase, pretenden convertirse en norma de lo humano. Esas ilusiones que, a pesar de todos los pesares de la burguesía, están cambiando como consecuencia de cambios producidos por las contradicciones internas de las relaciones sociales en que surgen.
27. La historia nos enseña que toda revolución toma su color del régimen social que quiere destruir.
28. En este momento debemos de mirar que a lo largo del camino se nos presentan dos bifurcaciones: abdicación y larga noche de tiranía, o firmeza revolucionaria y decisión para fundar nuestra propia tierra de promisión.
29. ¿Qué es lo que ha de caracterizar al militante de nuestra organización? Násicamente: combatividad, lucidez, firmeza revolucionaria, comprensión de los objetivos parciales y finales de la lucha revolucionaria, comprensión y confianza en el papel histórico del proletariado y de su organización político-militar de vanguardia.
30. He hablado con P. A. 1 sobre la formación revolucionaria. Estoy convencido que para desarrollar el carácter revolucionario, hay que conocer el carácter de nuestro pueblo y de nuestro país, el carácter de nuestra lucha y de nuestra organización, y sobre todo, practicar la lucha revolucionaria.
31. Algunos critican y se quejan de ciertas deficiencias y dificultades de nuestra organización. No ocultarlas pero situadas en su justo lugar y dimensión. Estamos saliendo recién de la etapa de desarrollo organizativo empírico-técnica y nos iniciamos en la científico-técnica. La lucha revolucionaria hay que atenderla como proceso y como situación concreta. Visión, pasión, y actitud de científicos.
32. Auscultar el corazón de nuestro pueblo. Absorber la fuerza de las masas populares y convertirlas en fuerza propia.
33. Somos militantes concientes. ¿Por qué hemos de sentimos tentados a sobrellevar las ocupaciones revolucionarias como rutina o de forma mecánica? ¡Somos un ejército revolucionario formado por combatientes revolucionarios! Nuestra conciencia revolucionaria es nuestra unidad, nuestra disciplina, nuestro vigor, nuestro estímulo e impulso.
34. En el medio en que nos encontramos resulta que no basta ser revolucionario sino que, además, hay que parecerlo.
35. La imagen histórica de Sandino y del Che es la mediación necesaria para la constitución del combatiente revolucionario.
36. El Frente tiene el máximo respeto por la personalidad, la inteligencia y la capacidad de sus militantes, por eso exige el máximo de sus esfuerzos.
37. La comprensión teórico-científica de nuestra realidad, da la comprensión de los medios y métodos para la lucha revolucionaria. Los revolucionarios sabemos que las tácticas eficientes corresponden y se apoyan en una estrategia correcta y que ninguna estrategia correcta es posible trazar sin una teoría científica de la revolución.
38. Donde quede un solo hombre cuyas concepciones sean la expresión del proletariado y correspondan al movimiento real de las relaciones de clase y la lucha de clases existentes, allí estará el movimiento revolucionario del proletariado.
39. Todavía hay compañeros que piensan y sienten, sobre todo la misión revolucionaria, como un ideal místico, como el ideal abstracto de una religión mesiánica. Los revolucionarios somos, como decía Marx, prácticamente, la fracción más decidida del proletariado, su vanguardia y su núcleo dirigente; teóricamente somos la conciencia del movimiento proletario, puesto que tenemos una comprensión teórica clara sobre la lucha de clases, las condiciones, la marcha y los fines del movimiento revolucionario.
40. En nuestro país donde imperan las ideas de la oposición, de la libertad y de la lucha política burguesa, sólo habrá un cambio en favor de la instauración de una democracia popular, cuando la idea de hacer la revolución se convierta en un prejuicio popular.
41. ¿De qué libertad nos hablan estos heraldos de la burguesía? ¿Acaso de esa libertad que nos atribuyen idealmente a cada uno de nosotros, y que la experiencia concreta de cada día niega en el hambre de los niños, en el salario de los trabajadores, en la incultura, el desempleo y el analfabetismo, en la opresión de la clase burguesa? La libertad de que hablamos nosotros es esa que tenemos que ganamos en las barricadas, que nos liberará del yugo de la explotación de clase de la burguesía. Libertad socialista es de lo que hablamos.
42. Cuando los social-cristianos hablan de "socialismo" de "sociedad comunitaria", no puedo dejar de acordarme de lo que pensaba Marx de Proudhon. Pretenden reconstruir la sociedad sobre una sombra embellecida de esta misma sociedad. Alejándose de la realidad no encuentran la solución en las relaciones de clases existentes en nuestro país. No se trata sólo de una lucha antisomocista, sino de una lucha antiburguesa y antimperialista, por una sociedad en que el poder se halle en manos de los obreros y los campesinos pobres.
43. Dije una vez que sólo creo en el trabajo y en la razón del hombre; es decir en su capacidad para comprender y transformar el mundo. Pero no soy ateo, es decir, seguidor de una doctrina teórica llamada ateísmo. Me identifico con el marxismo, y éste no es un ateísmo, porque no es una doctrina religiosa. El marxismo como teoría científica combate teóricamente toda pretensión teórica de la religión; como arma de lucha ideológica y política combate ideológica y políticamente a toda corriente religiosa. Y todo esto en el conjunto y en el proceso de la lucha de clases
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