Entre mi pelo enmarañado se colaba el viento de la noche, sentí gotear la humedad en mis manos como si fueran las manos de alguien más, entre sombras caminé por largo rato, la calle estaba en calma, sin autos ni gente, mi mente se despejaba a medida que avanzaba, tras mis pasos iba quedando solamente las gotas oscuras, que caían siendo absorbidas por el asfalto.
Llegué por fin a casa, la puerta estaba sin llave, solo tuve que girar la perilla, al entrar todo estaba en silencio y las luces apagadas, sé de memoria el camino a la habitación, no necesito encender la luz, entro, dando un par de pasos más encuentro mi cama, en la que me dejo caer con la cara viendo hacia el techo, logro sentir la humedad de mi cabello que se cuela por mi ropa y al mismo tiempo moja mi cama.
Con los ojos abiertos y la mente en blanco permanezco ahí por largo rato, afuera se escucha lejana la sirena de una patrulla o tal vez una ambulancia, no importa realmente, me levanto de mi letargo y me dirijo al baño, enciendo la luz que taladra mis pupilas de manera estruendosa, inconscientemente giro la cabeza hacia el espejo de cuerpo completo que posa a mi lado izquierdo, me devuelve una visión aterradora, que me paraliza del todo.
Toda mi ropa, pelo y rostro tienen un color peculiar, es entonces que me percato que también huelo diferente, paso mi brazo derecho bajo mi nariz deslizándolo desde el codo hasta llegar a mi muñeca, los olores aunque mezclados son inconfundibles, mi loción a rosas enterrada en el fondo, huelo a humo de cigarro, no es mío, yo no fumo, como protagonista principal está, el penetrante olor a sangre, que emano como si fuesen rayos de luz escapando por las rendijas.
Dejo caer mi ropa en el mismo sitio donde estoy parada, abro la cortina y entro a la tina, que se va llenando conmigo dentro, el agua cae fría con toda su fuerza, por alguna extraña razón no me incomoda ni un poco, mi pelo empieza a flotar y desteñir su disfraz escarlata, que transforma el aspecto de la tina, cierro la llave en el punto justo, ya me ha cubierto el agua, recargo mi cabeza en el borde de porcelana y cierro los ojos, esta vez duermo plácidamente.
No sé cuánto tiempo pasó, me despierta un tirón en el brazo, una mujer que me mira fijamente, pero se espanta cuando abro los ojos, lleva un uniforme azul oscuro, una placa de metal, alcanzo a distinguir un par de esposas colgando en su cadera derecha, una macana en su cadera izquierda, ambas cuelgan de su cinturón, en su cabeza una gorra del mismo color del uniforme, con una insignia en la frente, no hay que ser tan lista para adivinar, es una mujer policía, su cara está blanca y sospecho que no es su color natural, puedo oler el miedo en sus venas.
Tiene una toalla en la mano y me invita a salir de la tina y cubrirme, al principio carraspea antes de hablar y después las palabras brotan de su boca sin cesar, dice una sarta de cosas que no comprendo por completo, pero alcanzo a comprender que me acusa de algo; me da igual, obedezco sin poner resistencia, un desfile de lugares, gente y palabrería pasan frente a mí, hay gente que me mira de reojo, casi ninguno me mira de frente y si lo hacen es por poco tiempo.
Soy llevada a una habitación blanca, con muebles blancos y gente vestida de blanco, no he vuelto a decir una palabra, no tengo nada que decir, por lo menos no para ellos, no importa que pase, no parece ser a mí a quien le pasa, soy solo una espectadora; insertan agujas en mi piel, rellenando jeringas con mi sangre, encienden lámparas en mis pupilas, mientras los abren de par en par, examinan mi garganta, oídos, manos, me colocan aparatos, en la cabeza y los brazos, que analizan hasta la última extensión de mí, pero no encuentran nada, nada de lo que buscan.
Pasaron días, semanas, tal vez meses, me llevan a pasear todas las tardes, ¡ahhh el jardín luce hermoso aún en invierno!, me siento bajo un árbol viejo todo el tiempo, hasta que vuelven por mí y me devuelven a la habitación de paredes blanquísimas, aborrezco ese lugar, me roba las ideas; una tarde de esas, comenzó a nevar, finos y suaves copos de nieve caen en mi rostro, se abre mi mente por unos instantes y sonrío, al principio solo la mueca, me digo a mi misma
- ¡Se lo merecía! –
Después viene una carcajada duradera que me hace retorcer.
- ¡Mmmmmm ya sé que pasó!, porque estoy aquí.-
Entonces solo disfruto la nieve, ¡he vuelto a casa!
Fuera De Mí por Ma. Alejandra Mata se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Hoy a las 09:47 por Maria Lua
» CECILIA MEIRELES ( POETA BRASILEÑA)
Hoy a las 09:41 por Maria Lua
» MARIO QUINTANA ( Brasil: 30/07/1906 -05/05/1994)
Hoy a las 09:40 por Maria Lua
» CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE (Brasil, 31/10/ 1902 – 17/08/ 1987)
Hoy a las 09:38 por Maria Lua
» Stéphan Mallarmé (1842-1897)
Hoy a las 09:36 por Maria Lua
» Luís Vaz de Camões (c.1524-1580)
Hoy a las 09:33 por Maria Lua
» VICTOR HUGO (1802-1885)
Hoy a las 09:31 por Maria Lua
» Rabindranath Tagore (1861-1941)
Hoy a las 08:37 por Maria Lua
» Khalil Gibran (1883-1931)
Hoy a las 08:33 por Maria Lua
» Yalal ad-Din Muhammad Rumi (1207-1273)
Hoy a las 08:28 por Maria Lua