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Manuel Lara Cantizani (1969-2020) Poeta y concejal de Lucena. “El hombre que era un cerezo” por Domingo Marchena (La Vanguardia (Obituarios), 28-02-2020)
Era mágico recorrer la localidad cordobesa de Lucena, la antigua Eliossana judía, la patria europea de los haikus, junto a Manuel Lara Cantizani. Esa magia se perdió ayer irremisiblemente y ya sabemos algo más de la muerte: es vivir sin personas como él. Tenía 50 años, que parecían muchos menos, pese al tiempo que llevaba luchando contra la enfermedad que al final se lo ha llevado. Manuel era mil cosas a la vez, pero sobre todo era “en el buen sentido de la palabra, bueno”, como Antonio Machado.
Fue profesor de Lengua y Literatura. Fue y es poeta. Su amor por la poesía lo mantendrá vivo. “¿Cómo un poeta se mete en política?”, le preguntaban sus vecinos. Y él respondía: “La política es la prosa de la vida y necesita versos”. Desde el 2007 era concejal de Cultura por el PSOE, aunque “aquí -aseguraba- se vota a las personas, no a las siglas”.
Conocía bastante el último rincón de su villa y estaba enamorado de su pasado judío. Gracias a su tesón, Lucena entró en la Red de Juderías. Su ciudad también se convirtió por su empeño personal en la primera no catalana que dedicó una calle al poeta Joan Margarit, su amigo, a quien consideraba “el más grande escritor vivo en lengua castellana”.
Publicó once poemarios y obtuvo varios premios. Sus versos se han traducido al árabe, hebreo, japonés, inglés, italiano y neerlandés. Su mayor éxito y su principal galardón, sin embargo, era intangible: logró contagiar a sus paisanos su pasión por los haikus. Manuel Lara Cantizani siempre firmaba sus obras como Lara Cantizani, lo que le granjeó más de una anécdota. Una vez le envió uno de sus libros a una ministra y correligionaria política, que le remitió una emotiva carta de agradecimiento con estas palabras: “Querida amiga Lara”. Le encantaban estas equivocaciones. Decía que Lara (que también es el nombre de su perrita, de raza beagle) “se ha comido a Manolo”. En el 2018 le diagnosticaron un tumor cerebral y tuvo que dejar la política. A mediados del 2019, tras una sorprendente recuperación, pudo regresar al Ayuntamiento. Fue, ahora lo sabemos, solo una tregua. Eso sí, la exprimió al máximo: deporte, paseos, cenas con los amigos… Uno de sus mayores orgullos fue el hallazgo y restauración de la necrópolis judía de Lucena, la más grande de Sefarad, el nombre hebreo para España y Portugal. Pero, sobre todo, durante este breve armisticio no perdió la oportunidad de decirle a diario a su mujer, Rosa, y a sus hijas, Elisa y Adriana, lo mucho que las quería. Amó y vivió.
Hace unas semanas se tuvo que volver a marchar del Ayuntamiento. La primera vez que se fue, sus vecinos le inundaron el teléfono móvil con haikus, que el recopiló en un libro maravilloso y cuya recaudación se destinó a tareas solidarias. Haikus del buen amor desde Lucena (y del mundo). Antes de su segunda marcha, el Ayuntamiento inició el expediente para rebautizar el auditorio municipal con su nombre. El fin se acercaba y era él quien daba ánimos a los suyos. Sus últimos versos son un canto de esperanza: “No hay temor / nunca he visto caer / ningún cerezo en flor”.
Domingo Marchena (La Vanguardia (Obituarios), 28-02-2020)
TRES POEMAS DE MANUEL LARA CANTIZANI
CARTA DE PENÉLOPE A ULISES
Agua. Me separa de Ulises
tu cuerpo y el suyo sudando amor desnudo
sin orillas.
Demasiada agua.
……..Su insípido recuerdo vadea seco
por las playas de la memoria.
El porqué de este poema es el mensajero, Telémaco.
Él y tu cariñoso huésped
-fiero engañado-
se creen padre e hijo.
No los desilusiones, no seas bruja.
Además, los labios anónimos que besé a escondidas
se han empapado de olvido
y, te seré sincera, amiga,
no sé bien quién lo engendró.
Mi nuevo amante
-él ha escrito estos versos,
no es héroe, es poeta-
admira al tuyo.
Yo, ya no.
Recuerdos a los cerdos.
CENIZAS MOJADAS DEL LAUREL APOLÍNEO
Un cuerpo ardiente, que quema los bosques
con su pasión antinatural,
es condenado por Eros
a, en definitiva,
enamorarse de un arbusto quieto
-antes huidizo.
Éste se le crece
con el estiércol crepuscular
de animal arrepentido
que vierte su mirada,
con el oxímoron de un charco
de lágrimas secas,
con el barro queado
por el fulgor de una brasa de amor viva.
En la vida y en la literata,
lo que buscamos siempre se escapa
de una manera o de otra.
LA BORRACHA ELEGANTE
Mar de bohemia
que se bebe tus labios.
Cristal suicida.
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Manuel Lara Cantizani (1969-2020) Poeta y concejal de Lucena. “El hombre que era un cerezo” por Domingo Marchena (La Vanguardia (Obituarios), 28-02-2020)
Era mágico recorrer la localidad cordobesa de Lucena, la antigua Eliossana judía, la patria europea de los haikus, junto a Manuel Lara Cantizani. Esa magia se perdió ayer irremisiblemente y ya sabemos algo más de la muerte: es vivir sin personas como él. Tenía 50 años, que parecían muchos menos, pese al tiempo que llevaba luchando contra la enfermedad que al final se lo ha llevado. Manuel era mil cosas a la vez, pero sobre todo era “en el buen sentido de la palabra, bueno”, como Antonio Machado.
Fue profesor de Lengua y Literatura. Fue y es poeta. Su amor por la poesía lo mantendrá vivo. “¿Cómo un poeta se mete en política?”, le preguntaban sus vecinos. Y él respondía: “La política es la prosa de la vida y necesita versos”. Desde el 2007 era concejal de Cultura por el PSOE, aunque “aquí -aseguraba- se vota a las personas, no a las siglas”.
Conocía bastante el último rincón de su villa y estaba enamorado de su pasado judío. Gracias a su tesón, Lucena entró en la Red de Juderías. Su ciudad también se convirtió por su empeño personal en la primera no catalana que dedicó una calle al poeta Joan Margarit, su amigo, a quien consideraba “el más grande escritor vivo en lengua castellana”.
Publicó once poemarios y obtuvo varios premios. Sus versos se han traducido al árabe, hebreo, japonés, inglés, italiano y neerlandés. Su mayor éxito y su principal galardón, sin embargo, era intangible: logró contagiar a sus paisanos su pasión por los haikus. Manuel Lara Cantizani siempre firmaba sus obras como Lara Cantizani, lo que le granjeó más de una anécdota. Una vez le envió uno de sus libros a una ministra y correligionaria política, que le remitió una emotiva carta de agradecimiento con estas palabras: “Querida amiga Lara”. Le encantaban estas equivocaciones. Decía que Lara (que también es el nombre de su perrita, de raza beagle) “se ha comido a Manolo”. En el 2018 le diagnosticaron un tumor cerebral y tuvo que dejar la política. A mediados del 2019, tras una sorprendente recuperación, pudo regresar al Ayuntamiento. Fue, ahora lo sabemos, solo una tregua. Eso sí, la exprimió al máximo: deporte, paseos, cenas con los amigos… Uno de sus mayores orgullos fue el hallazgo y restauración de la necrópolis judía de Lucena, la más grande de Sefarad, el nombre hebreo para España y Portugal. Pero, sobre todo, durante este breve armisticio no perdió la oportunidad de decirle a diario a su mujer, Rosa, y a sus hijas, Elisa y Adriana, lo mucho que las quería. Amó y vivió.
Hace unas semanas se tuvo que volver a marchar del Ayuntamiento. La primera vez que se fue, sus vecinos le inundaron el teléfono móvil con haikus, que el recopiló en un libro maravilloso y cuya recaudación se destinó a tareas solidarias. Haikus del buen amor desde Lucena (y del mundo). Antes de su segunda marcha, el Ayuntamiento inició el expediente para rebautizar el auditorio municipal con su nombre. El fin se acercaba y era él quien daba ánimos a los suyos. Sus últimos versos son un canto de esperanza: “No hay temor / nunca he visto caer / ningún cerezo en flor”.
Domingo Marchena (La Vanguardia (Obituarios), 28-02-2020)
TRES POEMAS DE MANUEL LARA CANTIZANI
CARTA DE PENÉLOPE A ULISES
Agua. Me separa de Ulises
tu cuerpo y el suyo sudando amor desnudo
sin orillas.
Demasiada agua.
……..Su insípido recuerdo vadea seco
por las playas de la memoria.
El porqué de este poema es el mensajero, Telémaco.
Él y tu cariñoso huésped
-fiero engañado-
se creen padre e hijo.
No los desilusiones, no seas bruja.
Además, los labios anónimos que besé a escondidas
se han empapado de olvido
y, te seré sincera, amiga,
no sé bien quién lo engendró.
Mi nuevo amante
-él ha escrito estos versos,
no es héroe, es poeta-
admira al tuyo.
Yo, ya no.
Recuerdos a los cerdos.
CENIZAS MOJADAS DEL LAUREL APOLÍNEO
Un cuerpo ardiente, que quema los bosques
con su pasión antinatural,
es condenado por Eros
a, en definitiva,
enamorarse de un arbusto quieto
-antes huidizo.
Éste se le crece
con el estiércol crepuscular
de animal arrepentido
que vierte su mirada,
con el oxímoron de un charco
de lágrimas secas,
con el barro queado
por el fulgor de una brasa de amor viva.
En la vida y en la literata,
lo que buscamos siempre se escapa
de una manera o de otra.
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Mar de bohemia
que se bebe tus labios.
Cristal suicida.
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