SONETOS SIGLO XX
LUIS CERNUDA. (1902 - 1963 )
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Luis Cernuda Bidou o Bidón (Sevilla, 21 de septiembre de 1902-Ciudad de México, 5 de noviembre de 1963) fue un destacado poeta y crítico literario español, miembro de la Generación del 27.
Biografía
Primeros años y formación
El abuelo materno de Luis Cernuda, Ulises Bidou, era de origen francés, pero se castellanizó el apellido al instalarse como droguero en Sevilla; luego en el exilio su nieto recobraría el apellido.1 Su educación fue rígida e intransigente debido al carácter y a la condición militar de su padre, Bernardo Cernuda y Bousa, que se retiró con el grado de coronel de ingenieros. Con motivo del traslado de los restos de Bécquer, a los nueve años de edad empieza a leer poesía y, más tarde, un profesor lo anima a escribir versos y le corrige los que compone. Empieza a estudiar Derecho en la Universidad de Sevilla en 1919, siendo uno de sus profesores Pedro Salinas, quien le ayudó con sus primeras publicaciones. Al año siguiente fallece su padre.
En 1923 deja la universidad para hacer el servicio militar e ingresa en el Regimiento de Caballería de Sevilla. En 1924 volvió para terminar la carrera, lo que consiguió en 1926. Asiste con Higinio Capote y Joaquín Romero Murube a las tertulias literarias organizadas por Salinas, lee a los clásicos españoles y a autores franceses, especialmente André Gide, que supone para él una revelación. En 1925 conoce a Juan Ramón Jiménez y publica sus primeros poemas en Revista de Occidente. En 1926 viaja a Madrid; colabora en La Verdad, Mediodía y Litoral, la revista malagueña del matrimonio formado por Manuel Altolaguirre y Concha Méndez, a los que siempre le unirá una gran amistad, incluso en el exilio mexicano, pese a su carácter arisco y reservado, que sus amigos (entre ellos, quizá los mayores Concha de Albornoz y Rosa Chacel) soportaban pese a todo, como señaló el pintor Gregorio Prieto.2 Lee a los surrealistas franceses, y le influyen en especial Pierre Reverdy y Paul Éluard, a quien traducirá más tarde.
Comienzos de su carrera literaria
En 1927 publica su primer libro lírico, Perfil del aire en la imprenta malagueña de Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, recibiendo una gran mayoría de críticas negativas. Incluso su mentor Aleixandre considera a este libro demasiado influido por Jorge Guillén. En diciembre asiste a los actos celebrados en el Ateneo de Sevilla con motivo del tercer centenario de la muerte de Góngora, pero solo como oyente, aunque ya había conocido a varios miembros de la que sería denominada después Generación de 1927. En 1928 fallece su madre y, tras liquidar la herencia familiar, abandona Sevilla para siempre, visitando antes a sus amigos malagueños (Altolaguirre, Prados, Méndez e Hinojosa); allí tiene un breve affaire amoroso con Gerardo Carmona y marcha a Madrid, donde conoce a Vicente Aleixandre; en noviembre Salinas le ayuda a conseguir un lectorado de español en la Universidad de Toulouse; viaja también a París, donde se aficiona al cine.
Se traslada luego a Madrid en 1929 y allí, desde 1930, trabaja en la librería de León Sánchez Cuesta, asiste a diversas tertulias en compañía de Vicente Aleixandre y de Federico García Lorca. Este último le presenta (1931) a un joven actor gallego llamado Serafín Fernández Ferro y Cernuda se enamora de él; pero este solo le corresponde cuando necesita dinero. Este amor insatisfecho inspirará sus libros Donde habite el olvido y Los placeres prohibidos. Gerardo Diego lo incluye en su Antología (1932) y, concluida su relación con Serafín, Cernuda se involucra en el proyecto de las Misiones pedagógicas, primero en la sección Bibliotecas y luego en el Museo ambulante. Con ellos recorre los pueblos de Castilla y Andalucía y conoce a Ramón Gaya y al pintor Gregorio Prieto; colabora además en la revista Octubre de Rafael Alberti (1933). Al año siguiente publica Donde habite el olvido y empieza a leer a los poetas del Romanticismo europeo; visita otra vez Málaga. Colabora en la revista Cruz y Raya de José Bergamín y publica en ella sus traducciones de Hölderlin (1934). En 1936, poco antes de estallar la Guerra Civil, interviene en el homenaje a Valle-Inclán y publica la primera edición de su obra poética completa hasta entonces, bajo el título de La realidad y el deseo.
Se entera del asesinato de Federico García Lorca y le escribe una sentida elegía, "A un poeta muerto (F. G. L.)", cuyos dos últimos párrafos fueron censurados. Pasó dos meses como agregado de la Embajada Española en París con su amiga Concha de Albornoz y vuelve a Madrid, donde se alista en el Batallón Alpino; con él es enviado a la Sierra de Guadarrama. En abril de 1937 se traslada a Valencia, donde colabora con Hora de España y publica la citada elegía a Lorca. Participa allí en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, donde conoce a Octavio Paz, a quien volverá a ver más adelante en México, y a su esposa Elena Garro, la cual lo encuentra tomando el sol en la playa, como escribe en sus Memorias de España 1937:
En Valencia, cuando me escapaba a la playa, veía todos los días a un inglés tendido sobre una toalla blanca y con un bañador azul. Nadie se bañaba, sólo aquel solitario y yo. Los chiringuitos estaban cerrados y la playa desolada. No fue él quien me dirigió la palabra, fui yo: "¿Usted es inglés?" "No, soy español." "Pues tiene un color más bonito que el mío", dije. "Es que hace más tiempo que vengo a la playa", contestó. "Yo casi no puedo venir. Estoy casada con un poeta y a esa gente no le gusta el deporte...", dije. El joven rubio enrojeció aún más: "Yo también soy poeta, me llamo Luis Cernuda", dijo. Casi no supe qué decir, pero vi que era verdad que Concha Albornoz era su única amiga.3
En el verano interpreta el papel de Don Pedro en la representación de Mariana Pineda dirigida por Altolaguirre.
Los años de exilio
En 1938 parte al Reino Unido a dar un ciclo de conferencias y conoce a Rafael Martínez Nadal, quien será luego uno de sus estudiosos. En Oxfordshire ejerce de tutor de niños vascos refugiados, lo que le inspira el poema «Niño muerto». Luego trabaja como profesor en el internado Cranleigh School. Lee a los clásicos ingleses, en especial a los poetas metafísicos, y a T. S. Eliot, pero también a Constantino Cavafis.4 Trabaja como lector de español en la Universidad de Glasgow, la Universidad de Cambridge (1943) y el Instituto Español de Londres (1945), pasando los veranos en Oxford en compañía del pintor Gregorio Prieto. Termina Las nubes y escribe los poemas en prosa de Ocnos. En 1944 un nuevo amor le inspira los poemas de Vivir sin estar viviendo y desarrolla una intensa labor de crítico literario, publicando en el Bulletin of Hispanic Studies varios ensayos sobre poesía española; traduce Troilo y Cresida de Shakespeare (1945).
En 1947 se inicia su exilio norteamericano; allí enseña literatura en el colegio de señoritas de Mount Holyoke (Massachusetts), puesto que desempeñará hasta 1952 y logra por fin la ansiada estabilidad económica. Tres viajes a México en 1949, 1950 y 1951 le hacen desear volver a vivir en una tierra donde se habla el español, en compañía del amplio exilio republicano refugiado allí gracias a la hospitalidad del presidente Lázaro Cárdenas. En 1951 es invitado por la revista Orígenes para dar conferencias en Cuba y amista con el escritor José Lezama Lima; además se reencuentra con María Zambrano.
Por fin consigue dejar su puesto y establecerse en México D. F. en 1952; allí se enamora de un culturista, Salvador Alighieri (1930-), que había conocido en las vacaciones de 1951; a él están dedicados los 16 Poemas para un cuerpo:
Creo que ninguna otra vez estuve, si no tan enamorado, tan bien enamorado, como acaso pueda entreverse en los versos antes citados, que dieron expresión a dicha experiencia tardía. Mas al llamarla tardía debo añadir que jamás en mi juventud me sentí tan joven como en aquellos días en México (L. C., Historial de un libro, 1958). 5
En México vuelve a ver a Octavio Paz y a los Altolaguirre, en especial a su mujer, Concha Méndez, a cuya casa en Coyoacán se muda en 1953. Desde 1954 trabaja en la Universidad Nacional Autónoma de México como profesor por horas e investiga con una beca de El Colegio de México; colabora en diversas revistas mexicanas. El poeta mexicano José Emilio Pacheco lo define con precisión: «Vivió en una arisca soledad, cercada de rencor por todas partes: legítima defensa de un ser vulnerable en extremo, de un caído en el infierno que acepta el mal y, al expresarlo, lo conjura».6 En México une a su larga lista de sufridas amigas (María Zambrano, Rosa Chacel, Concha de Albornoz, María Teresa León y Concha Méndez) a Nieves Madariaga, hija mayor de Salvador de Madariaga, a Sara Hernández-Catá y a las escritoras María Dolores Arana y Guadalupe Dueñas.7
En 1955 su figura es reivindicada en España por un grupo de jóvenes poetas cordobeses, el Grupo Cántico, lo que supone para él una gran satisfacción; en 1956 emprende la redacción de los primeros poemas de Desolación de la Quimera y en 1957 se imprimen los Poemas para un cuerpo y sus Estudios sobre poesía española contemporánea. Publica en México en la Cultura su biografía literaria, «Historial de un libro», con motivo de la tercera edición revisada y ampliada de La realidad y el deseo (1958). En 1959, con motivo del fallecimiento de Manuel Altolaguirre, se ocupa de editar las Poesías completas de su amigo y empieza a mantener correspondencia con jóvenes poetas españoles. En 1960 Carlos Barral le publica en Barcelona los ensayos contenidos en las dos partes de Poesía y literatura y en verano imparte un curso en la Universidad de California en Los Ángeles. Entre 1961 y 1962 es profesor visitante en San Francisco y en este último año se publica en México Desolación de la Quimera. Entre 1962 y 1963 vuelve a impartir un curso en Los Ángeles y el 5 de noviembre de ese año fallece en la Ciudad de México en el domicilio de su amiga Concha Méndez y es enterrado pocos días después en la sección española del Panteón Jardín.
Poesía
La poesía cernudiana es una poesía de la meditación, y consta de cuatro etapas, según Octavio Paz: los años de aprendizaje, la juventud, la madurez y el comienzo de la vejez.
A la etapa inicial pertenecen las primeras poesías, publicadas en 1927 con el título de Perfil del aire —que muestran a un poeta elegante en su contemplación elegíaca del mundo— y Égloga, elegía, oda, escrito entre 1927 y 1928, que rinde homenaje a la tradición clásica a la vez que toca algunos temas muy cernudianos: amor y eros en especial.
Comienza el ciclo de la juventud con Un río, un amor y Los placeres prohibidos, escritos entre 1929 y 1931. Esos dos libros revelan la adhesión de Cernuda al surrealismo, que lo libera de sus represiones psíquicas y sociales. Aunque el clasicista que siempre hubo en él atempera muchas veces la ruptura formal, lo esencial de esos poemarios es su espíritu de rebeldía contra el orden establecido: "No sé nada, no quiero nada, no espero nada. Y si pudiera esperar algo, solo sería morir allí donde no hubiera penetrado esa grotesca civilización que envanece a los hombres". En Los placeres prohibidos la rebelión crece con la abierta reivindicación de la homosexualidad. Donde habite el olvido (1934) es un libro neorromántico, «superbecqueriano», que desarrolla una elegía amorosa. Invocaciones, de 1934–1935, presenta al neorromántico dilatándose en amplios poemas que celebran las glorias del mundo y exaltan la misión del poeta.
El período de madurez arranca con Las nubes (1940 y 1943), uno de los más bellos libros de poesía sobre la Guerra Civil, donde lo elegíaco alcanza su plenitud. Bajo el estímulo de la lírica inglesa, incluye monólogos dramáticos, como «La adoración de los magos». Prolonga tono y estilo en Como quien espera el alba (1947). Obsesionado con sus recuerdos sevillanos, elabora en prosa Ocnos (1.ª ed. en 1942, luego ampliada: 1949 y 1963), esencial para entender su mitología del Edén perdido y de la que en 2002 Huerga y Fierro editores publicó en la exquisita colección Signos con prólogo del Académico Francisco Brines una edición única que incluye además la 1ª edición facsimilar de Dolphin, Londres (1942).
En México se desarrolla su última etapa. Allí compondría Variaciones sobre tema mexicano (1952), Vivir sin estar viviendo (1944–1949) y Con las horas contadas, de 1950–1956, que en ediciones posteriores incorporará Poemas para un cuerpo (Málaga, 1957). Es perceptible la sustitución de la anterior musicalidad elegante, garcilasiana, por un ritmo seco, duro, y por la renuncia a toda ornamentación en favor del concepto. Este estilo alcanza su plenitud en Desolación de la Quimera (1962).
Cernuda es autor de una obra crítica (Estudios sobre poesía española contemporánea, 1957, o Poesía y literatura, I y II, 1960 y 1964) que, más allá de algunas arbitrariedades, ha permitido revisar tópicos y estimaciones. En ella, Cernuda reivindica a Campoamor, expresa su admiración por su amigo Federico García Lorca y enjuicia con severidad la obra de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y Jorge Guillén.
En 1985 se editó su única obra de teatro, La familia interrumpida.
Teoría poética
Fue el propio Luis Cernuda quien esbozó su evolución poética en «Historial de un libro», trabajo publicado primitivamente en Papeles de son Armadans y recogido posteriormente en su Poesía y literatura. Toda crítica literaria de su obra ha de referirse necesariamente a este trabajo del autor.
Tradición y originalidad
Para Cernuda, el respeto a la tradición literaria y la aportación de originalidad en su obra deben ir en perfecto equilibrio. No se debe dar mayor peso a una o a otra. Para él, el respeto a la tradición es algo fundamental, pero no entiende esa tradición solamente como el respeto a la obra de autores españoles, sino que abarca el conjunto de la literatura europea desde Homero. Entre las presencias de la tradición que más claramente se ven en sus poemas encontramos:
Garcilaso. Tanto por su métrica (como se ve en el libro Égloga. Elegía. Oda), como por sus temas (el amor, la visión idealizada de la naturaleza y la presencia de la mitología clásica).
Bécquer, y los poetas que inician el simbolismo francés (Baudelaire, Paul Verlaine, Paul Valéry, Mallarmé),8 aunque también es conocido que, en la carta que Cernuda escribió sobre la poesía de Juan Ramón Jiménez, critica la influencia de la poesía francesa al decir que es más retórica que expresiva.9
Los poetas platónicos (Fray Luis de León, T.S. Eliot10), le aportan la visión de la naturaleza como un mundo de orden y paz, frente al caos humano.
En Historial de un libro señala asimismo el influjo que ejercieron sobre él la poesía de los poetas metafísicos ingleses y la de Hölderlin.
Junto a todas estas presencias de la tradición cultural europea, Cernuda también tendrá en cuenta la obra de sus contemporáneos:
Juan Ramón Jiménez, por la visión subjetiva de la realidad y por la idea de que la verdadera literatura es aquella que se dirige a la esencia de las cosas, eliminando la superficialidad.
Los poetas del 27 le enseñan a enfrentarse a la obra literaria desde la perspectiva del Surrealismo.
En la poesía de Cernuda, en fin, la presencia de la tradición se conjugará con la originalidad de su aportación, fruto de sus peculiaridades biográficas.
La función del poeta
La función del poeta en la obra de Luis Cernuda entronca perfectamente con la tradición romántica, según la cual el artista aparece como un ser solitario dotado de un don sobrenatural que le permite ver y expresar lo que otros no pueden. En esta línea, Cernuda se nos presenta como un integrante de una tradición que arranca con los románticos, sobre todo con los alemanes como Hölderlin, Novalis o Heinrich Heine y que en España representa la figura de otro sevillano, Gustavo Adolfo Bécquer. El poeta es, por tanto, un «elegido», bien sea por Dios o por el Demonio. Es un ser maldito, marginado por la sociedad, hecho del que deriva su soledad total. En el caso de Cernuda, esa condición de maldito, de diferente, viene reforzada por su forma distinta de entender el amor. Su homosexualidad choca frontalmente con los usos y las normas propias de la sociedad burguesa a la que pertenece y en la que vive. Como consecuencia del sentimiento de la diferencia, la actitud del poeta sevillano frente al mundo se definirá por la rebeldía y por el sentimiento de frustración provocado por el choque constante entre la realidad que vive y el deseo de vivir, de amar, de forma diferente.
Los temas de la obra poética
El núcleo temático de la obra de Cernuda es la antítesis entre la realidad y el deseo, hecho que explica que a partir de 1936 titulara el conjunto de su poesía con esta oposición. Esta antítesis nace, sin duda, de las peculiares circunstancias vitales del poeta sevillano, pero entronca perfectamente con lo que en los poetas románticos y simbolistas era la colisión entre la libertad individual y la sociedad burguesa, además de ser un tema característico de la poesía del siglo XX, como lo demuestra su aparición en poemas de autores muy variados, desde Antonio Machado, a Federico García Lorca, pasando por Rafael Alberti, por citar solamente a algunos contemporáneos de Cernuda.
El tema de la realidad frente al deseo podemos concretarlo en la obra de Cernuda en una serie de motivos temáticos recurrentes:
Soledad, aislamiento, marginación y sentimiento de la diferencia.
Deseo de encontrar un mundo habitable que no reprima ni ataque al individuo que se siente y se sabe diferente. En el intento por encontrar ese mundo habitable deseado, a veces el poeta se dirige al pasado, a la niñez, con lo que enlazamos con el tema de los «paraísos perdidos», tan característico de la literatura contemporánea.
Deseo de encontrar la belleza perfecta, que no esté ensuciada por la realidad, por la materialidad.
El amor, como el gran tema cernudiano. Este motivo adopta distintos planteamientos a lo largo de su obra que podemos reducir a cuatro momentos:
Un amor no disfrutado, pero presentido. Entendido más como experiencia literaria, leída. Es lo que encontramos, principalmente, en el libro Los placeres prohibidos.
La experiencia amorosa marcada por la insatisfacción, por el dolor y el fracaso, por la incomprensión. Lo podemos encontrar, principalmente, en el libro Donde habite el olvido.
El amor como experiencia feliz, exaltada, pero marcada por la brevedad. Así lo leemos en los Poemas del cuerpo.
El tiempo y su discurrir es otro de los grandes temas del poeta sevillano. Vinculados a este motivo temático encontraremos el deseo de juventud eterna, marcada por las experiencias amorosas, por la belleza y por la fuerza de espíritu que le permite mantener una actitud rebelde frente al mundo que le oprime; la nostalgia de la infancia, asociada a la ingenuidad y, por ello, a la felicidad y el deseo de eternidad, de llegar a fundirse con la Naturaleza en un universo perfectamente ordenado.
La naturaleza. Es clara la oposición que se produce en los poemas de Cernuda entre el mundo burgués, contra el que el poeta reacciona de maneras diversas, y el mundo natural, considerado como un paraíso en el que el artista puede vivir en perfecta armonía. Ese mundo social burgués viene marcado por el caos, es la realidad, y frente a él, el orden natural, el deseo. Esa naturaleza cernudiana viene dominada por la espontaneidad y por la proyección libre de los sentimientos y los instintos que en el ámbito burgués deben ser reprimidos.
Obra
Poesía
Perfil del aire (1927)
Égloga, Elegía, Oda (1928)
Un río, un amor (1929)
Los placeres prohibidos (1931)
Donde habite el olvido (1933)
Invocaciones a las gracias del mundo (1935)
La realidad y el deseo (1936) obra poética completa, que ampliará en ediciones posteriores (1940, 1958, 1964).
Las nubes (1943)
Como quien espera el alba (1947)
Vivir sin estar viviendo (1949)
Con las horas contadas (1956)
Desolación de la Quimera (1962)
Ensayo
Estudios sobre poesía española contemporánea (1957)
Pensamiento poético en la lírica inglesa (1958)
Poesía y literatura I (1960)
Poesía y literatura II (1964)
Véase también
Exilio republicano español
Exilio republicano español en México
Literatura española del exilio
Referencias
Eva Díaz Pérez (3 de noviembre de 2013). «Últimas tardes con Cernuda». El Mundo (España). Consultado el 25 de mayo de 2020.
Soler Serrano, Joaquín (1976). «Entrevista a Gregorio Prieto». A fondo. TVE. Consultado el 2019.
Elena Garro, Memorias de España, 1937, México, Siglo XXI, 1992.
Cernuda conoció poco la obra de Cavafis. Él mismo lo afirma en una entrevista publicada en 1959, en la que preguntado por los que según él serían los poetas máximos del mundo, responde: «De entre los poetas contemporáneos muertos Yeats (…), Rilke y Cavafis, el poeta griego de Alejandría. De este último no conozco sino algún poema en traducción inglesa; pero aquél sobre tema de Plutarco, donde Marco Antonio oye en la noche la música que acompaña al cortejo invisible de los dioses, que le abandonaban, me parece una de las cosas más definitivamente hermosas de que tenga noticia en la poesía de este tiempo» Fernández Figueroa, “Entrevista con un poeta”, publicado en el número de abril-mayo de 1959 de la Revista “Índice Literario”, citado en “Luis Cernuda, prosa completa”, Editorial Barral, Barcelona, 1975, página 1104)
Salvador Alighieri, yo amé a Cernuda
Luis Salamadrid, "Cernuda y sus amigas", en Hoy (26 de octubre de 2013)
Luis Salamadrid, op. cit.
Gill, John (9 de diciembre de 2008). Andalucia: A Cultural History (en inglés). Oxford University Press. ISBN 978-0-19-970451-4. Consultado el 19 de mayo de 2020.
Ródenas, Soledad González (2005). Juan Ramón Jiménez a través de su biblioteca: lecturas y traducciones en lengua francesa e inglesa (1881-1936). Universidad de Sevilla. ISBN 978-84-472-0866-1. Consultado el 19 de mayo de 2020.
Ortiz, Fernando (1985). «T. S. Eliot en Cernuda». Cuadernos Hispanoamericanos (416): 95-104. ISSN 0011-250X. Consultado el 20 de mayo de 2020.
Bibliografía
Luis Cernuda, completa. Obras completas, Volumen I. Ediciones Siruela. Edición a cargo de Derek Harris y Luis Maristany. Madrid, España. 1993. Introducción con un completo análisis de la obra cernudiana. Incluye una bibliografía descriptiva, una cronología biográfica, el completísimo ensayo «La poesía de Luis Cernuda» y una bibliografía selecta.
Luis Cernuda, Antología, ed. e introducción José María Capote Benot (Madrid, Cátedra, 1984).
Luis Cernuda, Intermedio, (antología) ed. e introducción Gabriel Insausti (Valencia, Pre-Textos, 2004).
Octavio Paz, LUIS CERNUDA: Apuntes sobre La realidad y el deseo / La palabra edificante / Juegos de memoria y olvido / La pregunta de Cernuda. Obras completas. Vol. III: Fundación y disidencia. Dominio Hispánico, Primerísima Edición [Círculo de Lectores] Barcelona, España, 1991. Págs. 233–276.
Octavio Paz, LUIS CERNUDA. Obras completas. Vol. II: Excursiones/Incursiones: Dominio Extranjero / Fundación y disidencia: Dominio Hispánico. Tercera Edición [Galaxia Gutenberg] Barcelona, España, 2000. Págs. 972–1031.
J. A. Coleman, Other Voices. A Study of the Late Poetry of Luis Cernuda (North Carolina University Press, 1969).
D. Harris, Luis Cernuda: a Study of the Poetry (Londres, 1973).
D. Harris (ed.), Luis Cernuda (Madrid, 1977).
R. Martínez Nadal, Españoles en la Gran Bretaña: Luis Cernuda. El hombre y sus temas (Madrid, 1983).
Antonio Rivero Taravillo, Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938) (Tusquets, Barcelona, 2008).
Antonio Rivero Taravillo, Luis Cernuda. Años de exilio (1938-1963) (Tusquets, Barcelona, 2011).
Ph. Silver, Luis Cernuda: el poeta en su leyenda (Madrid, 1972).
Jenaro Talens, El espacio y las máscaras. Introducción a la lectura de Cernuda (Anagrama, Barcelona, 1975).
José Teruel, Los años norteamericanos de Luis Cernuda (Pre-Textos, Valencia, 2013).
M. Ulacia, L. Cernuda: escritura, cuerpo y deseo (Barcelona, 1986).
Luis Antonio de Villena, "Luis Cernuda. Poeta, mundo, demonio" (Omega, Barcelona,2002)
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