JOSÉ DE ESPRONCEDA (1808 - 1842 )
EL DIABLO MUNDO
CANTO V.
CUADRO II.
ESCENA I. CONT.
ADÁN
Y en un caballo con la crin tendida,
la cola suelta vagaroso, al viento, 470
y la abierta nariz de fuego henchida,
en alas iba yo de mi contento.
Y zanjas, montes, valles y espesuras,
y ramblas, y torrentes traspasaba,
y otros montes después, y otras llanuras, 475
y nunca fin a mi carrera hallaba.
Y siguiendo a mi loca fantasía,
jinete alborozado en mi bridón,
latiendo de entusiasmo y de alegría,
mi anhelo redoblaba su furor. 480
Mi frente sudorosa palpitando,
azotaba mi rostro el huracán,
mis ojos, fuego en su inquietud lanzando,
campo adelante devorando van.
¡Oh!, ¡qué placer! En medio al torbellino, 485
oír el trueno rebramar y el viento,
siguiendo en polvoroso remolino
el ímpetu veloz del pensamiento.
¡Y en incesante vértigo y locura,
desvanecida en confusión la mente, 490
cuanto el deseo y la ilusión figura
arrojarse a alcanzarlo de repente!
¡Oh! Yo entendía voces y cantares,
y vi mujeres ante mí volar,
y atrás quedaban gentes a millares, 495
y encontraba otras gentes más allá.
¡Oh!, si me amas, si tu amor es cierto,
llévame al punto donde yo soñé.
¡Un caballo!, ¡un caballo!, ¡campo abierto!
Y déjame frenético correr. 500
Viento que en torno de mi frente brame
rayos que sienta sobre mi tronar,
triunfos, y glorias, y riquezas dame
que derramen mis manos sin cesar.
SALADA
¡Oh! ¡Adán! ¡Adán! ¡Tu corazón no es mío! 505
¡Oh! Tu ambicioso corazón delira.
¡Ay!, que me lo robó tu desvarío,
¡y por sólo mi amor ya no suspira!
Pobre mujer, ¿qué puedo yo ofrecerte,
ni qué te puedo en mi desdicha dar? 510
Ten compasión de mí; dame la muerte;
¡oh!, no me dejes sin tu amor llorar.
¡Ah!, dime, ¿dónde, dónde yo podría
hallar esas venturas para ti?
¿Dónde? Mas ¡ah!, ¡que la desdicha mía 515
en mi impotencia me arrojó a morir!
Jamás, jamás, Adán, nunca hasta ahora
mi bajeza en el mundo he conocido.
¡Mi corazón, que desgarrado llora,
tan amargo dolor nunca ha sentido! 520
¡Oh!, ¿qué me da mi condición villana?
Despreciable mujer, juguete vil,
arrojada en el mundo una mañana
cuando la luz entre miserias vi,
cuando entre bosques que el viajante ignora 525
mi madre moribunda me parió,
nacida al mundo en maldecida hora,
¡fruto podrido, hija de un ladrón!
¿Sabes Adán, lo que le guarda el mundo,
a la que nace como yo nací? 530
En una cárcel un rincón inmundo,
y un hospital quizá donde morir.
Una belleza, infame mercancía,
que una pobre mujer por oro trueca,
y gozando en su propia villanía 535
un corazón que el infortunio seca.
Y en pecado y vergüenza concebida,
y en la frente el escándalo marchar,
a abrirse campo en su azarosa vida,
con lucha eterna e incesante afán. 540
¡Miserable de mí!, ¡yo había vivido
contenta con mi orgullo en mi bajeza!
Tú no lo sabes, pero tú has herido
un alma, en fin, que a comprenderse empieza.
Tú, Adán mío, sin querer has hecho 545
pedazos mi amargado corazón,
perdida ya la que guardó mi pecho
ilusión dulce de un dichoso amor.
¡Oh!, ven acá, te estrecharé en mis brazos,
déjame en mi dolor llorar así; 550
¡fueran, Adán, eternos estos lazos,
y yo llorara en mi aflicción feliz!
¡Déjame que te apriete al corazón!
No sé qué voz secreta en mi amargura,
Adán, me dice que a perderte voy. 555
¡Perderte! ¡Y para siempre! ¿Y yo que nada
quiero ya, sino a ti, voy a perderte?
Déjame así morir, así abrazada,
¡muriendo yo bendeciré mi muerte!
Mira, Adán mío, alma de mi vida, 560
yo no soy más que una infeliz mujer,
pobre en el mundo, una mujer perdida,
con sólo desventuras que ofrecer.
No tengo nada; ¡pero te amo tanto!
¡Tengo un tesoro para ti de amor! 565
¡Oh!, no me dejes, muévate mi llanto,
muévate mi afligido corazón.
¡Oh!, ¡no me dejes! Y pues ansías oro
y dichas que no alcanzo a darte yo,
el mundo te prodigue su tesoro, 570
y yo, tu esclavo, te daré mi amor.
Yo sufriré en silencio tus desvíos,
yo tu criada, partiré tu pan,
y una mirada de esos ojos míos
hará mi dicha, premiará mi afán. 575
¡Ah!, ¡no me dejes nunca!
ADÁN
¿Yo dejarte?
¿Y para qué, y por qué? ¡Tú, mi querida!
¿Ni cómo, aunque quisiera abandonarte,
juntos tú y yo lanzados en la vida?
Tu desdicha en tus quejas adivino; 580
¿y habrá de ser eterno tu dolor?
¡Qué poderosa mano a ese destino
para siempre, Salada, te amarró!
¡Oh!, en esas tierras donde yo soñaba,
allí, do todo es gloria y placer, 585
allí, do nunca de gozar se acaba,
ven, mi Salada, ven y te amaré.
Un caballo, un camino, y ese cielo
yo escalaré; yo siento dentro en mí
fuerza bastante en mi ambicioso anhelo 590
para cambiar; ¡quién sabe!, el porvenir.
SALADA
¡Juntos!, ¡juntos los dos! ¡Oh! Sí, marchemos.
(Dejándose arrebatar del entusiasmo de ADÁN.)
Rompamos del destino las cadenas.
El mundo no es Madrid, juntos volemos
a otras gentes hallar y otras escenas. 595
¿Qué, adonde quiera llevaré en mi frente
grabado el sello de vergüenza? No;
que en otras tierras, y entre nueva gente
ennoblecida brillaré en tu amor.
Huyamos, sí de la laguna impura 600
donde entre cieno sin tu amor viví.
Huyamos a esas tierras de ventura
que a entrambos nos ofrece el porvenir.
¡Gracias!, ¡gracias! Amor, bendito seas,
que mi bajeza me revelas tú. 605
¡Huyamos luego, Adán, donde deseas,
a otro país que alumbrará otra luz!
FIN DE ESCENA I
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