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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 28 Nov 2020, 04:07

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    67

    Todo es allí quebrado, anónimo e impropio. He visto allí grandes impulsos de ternura que me parecieron revelar el fondo de pobres almas tristes; he descubierto que aquellos impulsos no duraban más que el momento en que eran palabras, y que tenían su raíz —cuántas veces lo he notado con la sagacidad de los silenciosos— en la analogía de algo con lo piadoso, perdida con la rapidez de la novedad de la anotación, y, otras veces, en el vino de la cena de lo enternecido. Había siempre una relación sistematizada entre el humanitarismo y el aguardiente de orujo, y han sido muchos los grandes gestos que han sufrido del vaso supérfluo o del pleonasmo de la sed.

    Esas criaturas habían vendido todas ellas el alma a un diablo de la plebe infernal, avariento de sordideces y de relajamientos. Vivían la intoxicación de la vanidad y del ocio, y morían blandamente, entre cojines de palabras, en un arrugamiento de escorpiones de esputo.

    Lo más extraordinario de toda aquella gente era la ninguna importancia, el ningún sentido, de toda ella. Unos eran redactores de los principales diarios, y conseguían no existir; otros tenían lugares públicos a la vista en el anuario y conseguían no figurar en nada de la vida; otros eran poetas hasta consagrados, pero un mismo polvo de ceniza les ponía lívidas las faces necias, y todo era un túmulo de embalsamados yertos, puestos con la mano a la espalda en posturas de vidas.

    Guardo del poco tiempo que me empantané en aquel exilio de vivacidad mental un recuadro de buenos momentos de gracia libre, de muchos momentos monótonos y tristes, de algunos perfiles recortados contra la nada, de algunos gestos ofrecidos a las sirvientas del acaso, y, en resumen, un tedio náusea física y la memoria de algunas anécdotas ingeniosas.

    En ellos se intercalaban, como espacios, unos hombres de más edad, algunos con dichos de espíritu pasado, que decían mal como los otros, y de las mismas personas.

    Nunca he sentido tanta simpatía por los inferiores de la gloria pública como cuando les vi criticados por estos inferiores sin querer esa pobre gloria. Reconocí la razón del triunfo porque los parias de lo Grande triunfaban en relación a éstos, y no en relación a la humanidad.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 29 Nov 2020, 04:56

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    68

    Pobres diablos siempre con hambre —o con hambre de almuerzo, o con hambre de celebridad, o con hambre de los postres de la vida. Quien los oye, y no los conoce, cree estar escuchando a los maestros de Napoleón y a los instructores de Shakespeare.

    Hay los que triunfan en el amor, hay los que triunfan en la política, hay los que triunfan en el arte. Los primeros tienen la ventaja de la narración, pues se puede triunfar ampliamente en el amor sin que haya conocimiento célebre de lo sucedido. Es cierto que, al oír contar a cualquiera de estos individuos sus Maratones sexuales, una vaga sospecha nos invade, al llegar al séptimo desfloramiento. Los que son amantes de señoras de título, o muy conocidas (lo son, además, casi todos), hacen tal gasto de condesas que una estadística de sus conquistas no dejaría por serias y comedidas ni a las bisabuelas de los títulos actuales.

    Otros se especializan en el conflicto físico, y han matado a los campeones de boxeo de Europa una noche de juerga, en la esquina del Chiado. Unos son influyentes con todos los ministros de todos los ministerios, y éstos son aquellos de los que menos hay que dudar, pues no repugna.

    Unos son grandes sádicos, otros son grandes pederastas, otros confiesan, con una tristeza de voz alta, que son brutales con las mujeres. Las llevaron allí, a latigazos, por los caminos de la vida. Al fin se quedan debiendo el café.

    Hay los poetas, hay los (…)

    No conozco mejor cura para todo este lamazal de sombras que el conocimiento directo de la vida humana corriente, en su realidad comercial, por ejemplo, como la que surge en la oficina de la Calle de los Doradores. ¡Con qué alivio volvía yo de aquel manicomio de títeres hacia la presencia real de Moreira, mi jefe, contable auténtico y sabedor, mal vestido y mal tratado, pero lo que ninguno de los otros conseguía ser, lo que se dice un hombre...!


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 30 Nov 2020, 11:34

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 30 Nov 2020, 11:36

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    69

    Comparados con los hombres sencillos y auténticos, que pasan por las calles de la vida, con un destino natural y callado, esas figuras de los cafés asumen un aspecto que no sé definir sino comparándolas con ciertos duendes de los sueños —figuras que no son de pesadilla ni de disgusto, pero cuyo recuerdo, cuando despertamos, nos deja, sin que sepamos por qué, un sabor a asco pasado, un disgusto de algo que está con ellos pero que no se puede definir como siendo suyo.

    Veo las caras de los genios y de los triunfadores reales, incluso pequeños, singlar en la noche de las cosas sin saber lo que hienden sus proas altivas, en ese mar de sargazos de paja de embalaje y virutas de corcho.

    allí se resume todo, como en el suelo del zaguán de la casa de la oficina, que, visto a través de las verjas de la ventana, del almacén, parece una celda para la basura.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 01 Dic 2020, 10:28

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    70

    Abajo, apartándose de la altura en que estoy en desnivelamientos de sombra, duerme al claro de luna, álgida, la ciudad entera.

    (Una desesperación de conciencia, una angustia de existir atado a mí mismo, rebosa por todo mí sin rebasarme, componiéndome el ser con ternura, miedo, dolor y desolación.)

    Un tan inexplicable exceso de angustia absurda, un dolor tan desolado, tan huérfano, tan /metafísicamente/ mío, (…)


    (Continuará)

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    Mensaje por cecilia gargantini Mar 01 Dic 2020, 15:06

    Qué hermosa estampa del lugar Pedro!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Uno puede situarse mejor en la época y sentir que vive más de cerca este desasosiego.
    Gracias, querido amigo
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 02 Dic 2020, 04:10

    Es una acuarela que compré a un vendedor ambulante en Lisboa. Es del arco que cierra la gran plaza que hay frente al tajo, creo que se llama plaza del Comercio.

    Un abrazo, Cecilia.
    Pedro

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 02 Dic 2020, 04:11

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    71

    ...barcos que pasan por la noche y ni se saludan ni conocen.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 03 Dic 2020, 05:40

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    72

    Surge por Oriente una luz rubia de la luna de oro. El rastro que forma en el río ancho abre serpientes en el mar.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 04 Dic 2020, 04:37

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    73

    (CLAROS DE LUNA)

    ...mojadamente sucio de castaño muerto en los resbalamientos nítidos de los tejados superpuestos, blanco ceniciento, mojadamente sucio de castaño muerto


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 05 Dic 2020, 03:54

    .


    74

    y se desnivela en conglomerados de sombra, recortados de un lado en blanco, con diferencias azuladas de madreperla fría.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 06 Dic 2020, 05:49

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    76

    Llueve mucho, más, cada vez más... Hay como una [...] que va a desmoronarse en el exterior negro…

    Todo el amontonamiento irregular y montañoso de la ciudad me parece hoy una planicie, una planicie de lluvia. Por donde quiera que aleje los ojos, todo es color de lluvia, negro pálido.

    Tengo sensaciones extrañas, todas ellas frías. Ahora me parece que el paisaje esencial es bruma y que las casas (es lo que) son la bruma que lo vela. Una especie de anteneurosis de lo que seré cuando ya no sea me hiela cuerpo y alma.

    Una especie de recuerdo de mi muerte futura me escalofría desde dentro. En una niebla de intuición, me siento materia muerta, copa bajo la lluvia, gemido por el viento. Y el frío de lo que no sentiré muerde al corazón actual.


    (Continuará)

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    Mensaje por cecilia gargantini Dom 06 Dic 2020, 13:09

    Una especie de recuerdo de mi muerte futura me escalofría desde dentro. En una niebla de intuición, me siento materia muerta, copa bajo la lluvia, gemido por el viento. Y el frío de lo que no sentiré muerde al corazón actual.

    Es impresionante Pessoa, amigo Pedro!!!!!!!!!!!!!!!
    Graciassssssssss
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 07 Dic 2020, 04:23

    Sí que lo es, Cecilia, porque atrapa y describe las sensaciones. Gracias por tu interés.

    Un abrazo.
    Pedro

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 07 Dic 2020, 04:24

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    77

    PAISAJE DE LLUVIA

    En cada gota de lluvia mi vida fracasada llora en la naturaleza. Hay algo de mi desasosiego en el goteo, en el aguacero (tu aguacero con que la tristeza del día se vierte inútilmente /por/ sobre la tierra.

    Llueve tanto, tanto. Mi alma está húmeda de oírlo. Tanto... Mi carne es líquida y aguanosa alrededor de mi sensación de ella.

    Un frío desasosegado pone unas manos gélidas alrededor de mi pobre corazón. Las horas cenicientas y (...) se prolongan, se aplanan en el tiempo; los instantes se arrastran.

    ¡Cómo llueve!

    Los canalones vomitan torrentes mínimos de aguas siempre súbitas. Baja por /mi saber/ que hay alcantarillas un ruido perturbador de bajada de agua. Golpea contra la ventana, indolente gemidoramente la lluvia; en la (…)

    Una mano fría me aprieta la garganta y no me deja respirar la vida.

    ¡Todo muere en mí, incluso el saber que puedo soñar! De ninguna manera física estoy bien. Todas las blanduras en que me reclino tienen aristas para mi alma. Todas las miradas hacia donde miro están tan a oscuras de golpearlas esta luz empobrecida del día que se muere sin dolor.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 08 Dic 2020, 05:09

    .


    78

    Hoy, en uno de los devanéos sin propósito ni dignidad que constituyen gran parte de la substancia espiritual de mi vida, me he imaginado liberado para siempre de la Calle de los Doradores, del patrón Vasques, del contable Moreira, de todos los empleados, del mozo, del chico y del gato. He sentido en sueños mi liberación, como si los mares del Sur me hubiesen ofrecido islas maravillosas por descubrir. Sería entonces el reposo, el arte conseguido, el cumplimiento intelectual de mi ser.

    Pero de repente, y en el propio imaginar, que realizaba en un café durante la modesta vacación del mediodía, una impresión de disgusto asaltó a mi sueño: sentí que me daría pena. Sí, lo digo como si lo dijese circunstanciadamente: me daría pena. El patrón Vasques, el contable Moreira, el cajero Borges, todos los buenos muchachos, el chico alegre que lleva las cartas a Correos, el mozo de todos los fletes, el gato cariñoso, todo esto se ha vuelto parte de mi vida; no podría dejar todo esto sin llorar, sin comprender que, por malo que me pareciese, era una parte de mí lo que se quedaba con todos ellos, que el separarme de ellos era una mitad y semejanza de la muerte.

    Además, si mañana me alejase de todos ellos, y me quitase este traje de la Calle de los Doradores, ¿a qué otra cosa me acercaría —porque la otra me habría de llegar?, ¿con qué otro traje me vestiría —porque con otro me habría de vestir?

    Todos tenemos al patrón Vasques, para unos visible, para otros invisible. Para mí se llama realmente Vasques, y es un hombre saludable, agradable, de vez en cuando brusco pero sin recámara, codicioso pero en el fondo justo, con una justicia de la que carecen muchos grandes genios y muchas maravillas humanas de la civilización, derechas e izquierdas. Para otros será la vanidad, el ansia de más riqueza, la gloria, la inmortalidad... Prefiero al Vasques hombre, mi patrón, que esm ás tratable, en los momentos difíciles, que todos los patrones abstractos del mundo.

    Considerando que yo ganaba poco, me dijo el otro día un amigo, socio de una firma que es próspera porque tiene negocios con el Estado: «tú estás siendo explotado, Borges». Me recordó eso que lo soy; pero como todos tenemos que ser explotados en la vida, me pregunto si valdrá menos la pena ser explotado por el Vasques de los tejidos que por la vanidad, por la gloria, por el despecho, por la envidia o por lo imposible.

    Los hay a los que explota el mismo Dios, y son profetas y santos en la vanidad del mundo.

    Y me recojo, como al hogar que tienen otros, en la casa ajena, oficina amplia, de la Calle de los Doradores. Me acerco a mi escritorio como a un baluarte contra la vida. Siento ternura, ternura hasta el llanto, por mis libros de otros en los que escribo, por el tintero viejo de que me sirvo, por las espaldas encorvadas de Sergio, que hace guías de unas remesas un poco más allá de mí. Le tengo cariño a todo eso —o quizás, también, porque nada valga el cariño de un alma, y, si tenemos que darlo por sentimiento, tanto vale darlo al pequeño aspecto de mi tintero como a la gran indiferencia de las estrellas.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 09 Dic 2020, 03:40

    .


    79

    Me irrita la felicidad de todos estos hombres que no saben que son desgraciados. Su vida humana está llena de todo cuanto constituiría una serie de angustias para una sensibilidad verdadera. Pero, como su verdadera vida es vegetativa, lo que sufren pasa por ellos sin tocarles el alma, y viven una vida que se puede comparar únicamente con la de un hombre con dolor de muelas que hubiese recibido una fortuna —la fortuna auténtica de estar viviendo sin darse cuenta, el mayor don que los dioses conceden, porque es el don de ser semejante a ellos, superior como ellos (aunque de otro modo) a la alegría y al dolor.

    Por eso, a pesar de todo, los amo a todos. ¡Mis queridos vegetales!


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 11 Dic 2020, 08:28

    .


    80

    Siento la náusea física de la humanidad vulgar, que es, además, la única que hay. Y me obstino, a veces, en profundizar esa náusea, como se puede provocar un vómito para aliviarse del deseo de vomitar.

    Uno de mis paseos predilectos, en las mañanas en que temo la trivialidad del día que va a venir como quien teme a la cárcel, es el de seguir lentamente por las calles, antes de la apertura de las tiendas y los almacenes, y oír los retazos de frases que los grupos de muchachas, de muchachos, y de los unos con las otras, han dejado caer, como limosnas de ironía, en la escuela invisible de mi meditación abierta.

    Y es siempre la misma sucesión de las mismas frases... «Y entonces dijo ella...» y el tono habla de la intriga de ella. «Si no fue él, fuiste tú...» y la voz que responde se eleva en una protesta que ya no oigo. «Lo dijiste, sí señor, lo dijiste...» y la voz de la costurera afirma estridentemente «mi madre dice que no quiere...» «¿Yo?» y el asombro del muchacho que trae el almuerzo envuelto en papel parafinado no me convence, ni debe de convencer a la rubia sucia. «A lo mejor era...» y la risa de tres de las cuatro chicas cerca de mi oído, la obscenidad que (...) «Y entonces yo me puse delantito del tipo, y allí misino, en su cara: en su cara, ¿eh, Pepe...?» y el pobre diablo miente, pues el jefe de la oficina —sé por la voz que el otro contendiente era jefe de la oficina que desconozco— no le recibió en el circo, entre las secretarias, el gesto de gladiador de /palabras/. «...Y entonces me fui a fumar al retrete...» ríe el pequeñajo de las culeras oscuras.

    Otros, que pasan solos o juntos, no hablan, o hablan y yo no lo oigo, pero todas las voces me resultan claras mediante una transparencia intuitiva y rota. No me atrevo a decir —no me atrevo a decírmelo a mí mismo por escrito, aunque luego lo rompiese— lo que he visto en las miradas ocasionales, en su dirección involuntaria y baja, en sus atravesamientos sucios. No me atrevo porque, cuando se provoca el vómito, es preciso provocar sólo uno.

    «El tipo estaba tan gordo que no veía que la escalera tenía escalones». Levanto la cabeza. Este muchachote, por lo menos describe. Y esta gente, cuando describe, es mejor que cuando siente, porque al describir se olvida de sí. Se me pasa la náusea. Veo al tipo. Le veo fotográficamente. Hasta la jerga inocente me anima. Bendito aire que me da en la frente —el tipo tan grueso que no veía que la escalera era de escalones— tal vez ¡a escalera por la que la humanidad sube a tumbos, palpándose y atropellándose en la falsedad pautada del declive de acá del zaguán.

    La intriga, la maledicencia, la jactancia hablada de lo que no se ha osado hacer, el contentamiento de cada pobre bicho vestido con la conciencia inconsciente de su propia alma, la sexualidad sin lavado, los chistes como cosquillas de mono, la horrorosa ignorancia de la falta de importancia de lo que son... Todo esto me produce la impresión de un animal monstruoso y despreciable, hecho, en lo involuntario de los sueños, de las cortezas húmedas de los deseos, de los restos desmenuzados de las sensaciones.

    10-4-1930.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 12 Dic 2020, 04:35

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    81

    ¡Cuánto tiempo hace que no escribo! He pasado, en unos días, varios siglos de renuncia insegura. Me he estancado, como un lago desierto, entre paisajes que no existen.

    Mientras tanto, me corría bien la monotonía variada de los días, la sucesión nunca igual de las horas iguales, la vida. Corría bien. Si durmiese, no me correría de otro modo. Me he estancado, como un lago que no existe, entre paisajes desiertos.

    Es frecuente el desconocerme —lo que sucede con frecuencia a los que se conocen... Me hago compañía en los varios disfraces con que estoy vivo. Poseo, de cuanto muda, lo que siempre es lo mismo; de cuanto se hace, lo que no es nada.

    Recuerdo, lejano en mí, como si viajara para dentro, la monotonía, todavía diferente, de aquella casa provinciana... Allí pasé la infancia pero no sabría decir, si quisiese hacerlo, si con más o menos felicidad que paso la vida de hoy. Era otro el quien soy que vivía allí: son vidas diferentes, distintas, incomparables. Las mismas monotonías, que las aproximan por fuera, eran sin duda diferentes por dentro. No eran dos monotonías, sino dos vidas.

    ¿Con qué propósito me acuerdo?

    El cansancio. Recordar es un descanso, porque no es hacer.

    Qué de veces, para que el descanso sea mayor, recuerdo lo que no fui, y no hay nitidez ni añoranza en mis memorias de las provincias en que estuve como los que moran, tabla a tabla del entarimado, oscilo el oscilo de otras, en las vastas salas donde nunca viví.

    De tal modo me he convertido en la ficción de mí mismo que cualquier sentimiento natural que tengo, desde luego, desde que nace, se me transforma en un sentimiento de la imaginación: la memoria en sueños, el sueño en olvidarme de él, el conocerme en no pensar en mí.

    De tal modo me he desnudado de mi propio ser que existir es vestirme. Sólo disfrazado es cuando soy yo. Y, en torno a mí, todos los ocasos incógnitos doran, al morir, los paisajes que nunca veré.

    31-3-1934.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 13 Dic 2020, 05:32

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    82

    Cultivo el odio a la acción como una flor de estufa. Me alabo conmigo mismo de mi clarividencia de la vida.

    ¿1915?


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 14 Dic 2020, 10:40

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    83

    En la niebla leve de la mañana de media-primavera, la Baja despierta entorpecida y el sol nace como con lentitud. Hay una alegría sosegada en el aire con mitad de frío, y la vida, al soplo leve de la brisa que no hay, tirita vagamente por el frío que ya ha pasado, por el recuerdo del frío más que por el frío, por la comparación con el verano próximo, más que por el tiempo que está haciendo.

    No han abierto todavía las tiendas, salvo las lecherías y los cafés, pero el reposo no es de torpor, como el del domingo; es tan sólo de reposo. Un rastro rubio se antecede en el aire que se revela, y el azul se colorea pálidamente a través de la bruma que se extingue. El movimiento comienza poco a poco por las calles, destaca la separación de los peatones, y en las pocas ventanas abiertas, madrugan tambien apariciones. Los tranvías trazan a medio-aire su surco móvil amarillo y numerado. Y, de minuto en minuto, sensiblemente, las calles se desdesiertan.

    Fluctúo, atención sólo de los sentidos, sin pensamiento ni emoción. Me he despertado temprano; he salido a la calle sin prejuicios. Examino como quien medita. Veo como quien piensa. Y una leve niebla de emoción se levanta absurdamente ante mí; la bruma que va saliendo de lo exterior parece que se me infiltra lentamente.

    Sin querer, siento que he estado pensando en mi vida. No me di cuenta, pero así ha sido. Creí que solamente veía y oía, que no era más, en este recorrido ocioso, que un reflejador de imágenes, un biombo blanco sobre el que la realidad proyecta colores y luz en vez de sombras. Pero era más, y no lo sabía. Era también el alma que se niega, y mi propio abstracto observar era también una negación.

    Se entolda el aire de falta de niebla, se entolda de luz pálida, en la que parece que se ha mezclado la niebla. Me doy cuenta súbitamente de que el ruido es mucho mayor, que existe mucha más gente. Los pasos de los más transeúntes son menos apresurados. Aparece, rompiendo su ausencia y la menor prisa de los demás, el correr andado de las pescaderas, la oscilación de los panaderos, monstruos con cesto, y [la] igualdad divergente de las vendedoras de todo lo demás se desmonotoniza sólo en el contenido de las cestas, donde los colores divergen más que las cosas. Los lecheros cencerrean, como llaves huecas y absurdas, las latas desiguales de su oficio andante. Los policías detienen la circulación en los cruces, mentís uniformado de la civilización al movimiento invisible de la subida del día.

    Ojalá, en este instante lo siento, fuera alguien que pudiese ver esto como si no tuviese con ello más relación que el verlo: ¡contemplarlo todo como si fuera el viajero adulto llegado hoy a la superficie de la vida! No haber aprendido, del nacimiento en adelante, a dar sentidos dados a todas estas cosas, poder verlas con la expresión que tienen separadamente de la expresión que les ha sido impuesta. Poder conocer en la pescadera su realidad humana independiente de que se la llame pescadera, y de saber que existe y que vende. Ver al policía como Dios lo ve. Fijarse en todo por vez primera, no apocalípticamente, como revelaciones del Misterio, sino directamente, como floraciones de la Realidad.

    Suenan —deben ser las ocho las que no cuento— campanadas de horas de campanario o reloj grande. Despierto de mí debido a la trivialidad de haber horas, clausura que la vida social impone a la continuidad del tiempo, frontera en lo abstracto, límite en lo desconocido. Despierto de mí y, mirando a todas las cosas, ahora ya lleno de vida y de humanidad acostumbrada, veo que la niebla que se ha salido de todo el cielo, salvo lo que en el azul flota de todavía no bien azul, me ha entrado verdaderamente en el alma, y al mismo tiempo ha entrado en la parte de dentro de todas las cosas, que es por donde ellas tienen contacto con mi alma. He perdido la visión de lo que veía. Me he cegado con vista. Siento ya con la trivialidad del conocimiento. Esto, ahora, no es ya la Realidad: es simplemente la Vida.

    ...Sí, la Vida a la que yo también pertenezco, y que también me pertenece a mí; no ya la Realidad, que es sólo de Dios, o de sí misma, que no contiene misterio ni verdad, que, puesto que es real o finge serlo, en algún lugar existirá fija, libre de ser temporal o eterna, imagen absoluta, idea de un alma que fuese exterior.

    Vuelvo lentos los pasos más rápidos de lo que creo hacia la puerta por la que subiré de nuevo a casa. Pero no entro; sigo hacia delante. La Plaza de la Figueira, bostezando venderes [sic] de varios colores, me cubre desparroquiándose el horizonte de vendedor ambulante. Avanzo lentamente, muerto, y mi visión ya no es nada: es sólo la del animal humano que ha heredado sin querer la cultura griega, el orden romano, la moral cristiana y todas las demás ilusiones que forman la civilización en la que siento.

    ¿Dónde estarán los vivos?


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 15 Dic 2020, 05:17

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    84

    Enrollar el mundo alrededor de nuestros dedos, como un hilo o una cinta con la que jugase una mujer que sueña a la ventana.

    Todo se resume, en fin, en procurar sentir el tedio de modo que no duela.

    Sería interesante poder ser dos reyes al mismo tiempo (: ser, no un alma de ellos dos, sino las dos almas.)

    ¿1914?


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 16 Dic 2020, 04:11

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    85

    Le he pedido tan poco a la vida, y ese mismo poco la vida me lo ha negado. Un haz de parte del sol, un campo [...], un poco de sosiego con un poco de pan, no pesarme mucho el conocer que existo, y no exigir nada de los demás ni exigir ellos nada de mí. Esto mismo me ha sido negado, como quien niega la sombra no por falta de buenos sentimientos, sino para no tener que desabrocharse la chaqueta[…]

    Escribo, triste, en mi cuarto tranquilo, solo como siempre he estado, solo como siempre estaré. Y pienso si mi voz, aparentemente tan poca cosa, no encarna la substancia de millares de voces, el hambre de decirse de millares de vidas, la paciencia de millones de almas sumisas como la mía, en el destino cotidiano, al sueño inútil, a la esperanza sin resquicios. En estos momentos, mi corazón late más alto debido a mi conciencia de él. Vivo más porque vivo mayor. Siento en mi persona una fuerza religiosa, una especie de oración, una semejanza de clamor. Pero la reacción contra mí me baja de la inteligencia... Me veo en el cuarto piso alto de la Calle de los Doradores, me siento con sueño; miro, sobre el papel medio escrito, la vida vana sin belleza y el cigarro barato [...] sobre el secante viejo. ¡Aquí yo, en este cuarto piso, interpelando a la vida! haciendo prosa […]


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    Mensaje por cecilia gargantini Miér 16 Dic 2020, 15:10

    Y pienso si mi voz, aparentemente tan poca cosa, no encarna la substancia de millares de voces, el hambre de decirse de millares de vidas, la paciencia de millones de almas sumisas como la mía, en el destino cotidiano, al sueño inútil, a la esperanza sin resquicios. En estos momentos, mi corazón late más alto debido a mi conciencia de él.


    Maravilla total!!!!!!!!!!!!!!!! Gracias, querido Pedro
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 17 Dic 2020, 05:19

    Gracias a ti, Cecilia, por tu interés. Realmente, Pessoa nos deja frases como perlas.

    Un abrazo.
    Pedro

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 17 Dic 2020, 05:20

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    86

    Pienso a veces que nunca saldré de la Calle de los Doradores. Y esto escrito, entonces, me parece la eternidad.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 18 Dic 2020, 05:42

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    87

    SINFONÍA DE UNA NOCHE INQUIETA

    Dormía todo como si el universo fuese una equivocación; y el viento, fluctuando indeciso, era una bandera sin forma desplegada sobre un cuartel sin ser.

    Se desgarraba cosa ninguna en el aire alto y fuerte, y los marcos de las ventanas sacudían los cristales para que al lado de acá se oyese. En el fondo de todo, callada, la noche era el túmulo de Dios (el alma sufría con pena de Dios).

    Y, de repente —un nuevo orden de las cosas universales se movía sobre la ciudad—, el viento silbaba en el intervalo del viento, y había una noción dormida de muchas agitaciones en la altura. Después, la noche se cerraba como una trampilla, y un gran sosiego daba ganas de haber estado durmiendo.

    (Posterior a 1923)


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 19 Dic 2020, 05:20

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    88

    No es en los anchos campos o en los jardines grandes donde veo llegar la primavera. Es en los pocos árboles pobres de una plazuela de la ciudad. Allí, el verdor destaca como una dádiva y es alegre como una tristeza buena.

    Amo estas plazuelas solitarias, intercaladas entre calles de poco tránsito, y sin más tránsito, ellas mismas, que las calles. Son claros inútiles, cosas que esperan, entre tumultos distantes. Son de aldea en la ciudad.

    Paso por ellas, subo cualquiera de las calles que afluyen a ellas, después bajo de nuevo esa calle, para regresar a ellas. Vista desde el otro lado es diferente, pero la misma paz deja dorarse de añoranza súbita —sol en el ocaso— el lado que no había visto a la ida.

    Todo es inútil y yo lo siento como tal. Cuanto viví se me ha olvidado como si lo oyera distraído. Cuanto seré no lo recuerdo como si lo hubiera vivido y olvidado.

    Un ocaso de congoja leve flota vago en torno a mí. Todo se enfría, no porque se enfríe, sino porque he entrado en una calle estrecha y la plazuela ha cesado.

    31-5-1932.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 20 Dic 2020, 06:47

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    89

    Doblaron la curva del camino y eran muchas jóvenes. Venían cantando por la carretera, y el sonido de sus voces era felices. Ellas, no sé lo que serían. Las escuché un rato de lejos, sin sentimiento propio. Una amargura por ellas me sintió en el corazón.

    ¿Por su futuro? ¿Por su inconsciencia? No directamente por ellas o, ¿quién sabe?, tal vez tan sólo por mí.

    (Posterior a 1923.)


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 21 Dic 2020, 04:22

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    90

    La crueldad del dolor —gozar y sufrir, por gozar la propia personalidad consubstanciada con el dolor. El último refugio sincero del ansia de vivir y de la sed de gozar;

    Amores crueles

    Serás quien yo quiera. Haré de ti un ornamento de mi emoción puesta donde quiero, y como quiero, dentro de mí. Contigo no tienes nada. No eres nadie, porque no eres consciente; apenas vives.

    Mi espíritu está [...] como hacen los clásicos, y con lo que dicen los decadentes.


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