Aires de Libertad

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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 21 Ene 2021, 01:24

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS







    IMPRESIONES DE LA PRIMAVERA.

    (cont.)


    «Un eco triste y confuso
    Que el campo de la amargura
    Encanta con la ventura
    Del desvanecido bien;
    Y que en las cuerdas se mece
    Del arpa de los pesares,
    Al reflejar sus cantares
    Las músicas del Edén.
    «Ven á mí, triste poeta,
    Ay-roja el arpa de oro,
    Déjala al pie del tesoro
    Que halagó tu juventud;
    Que de tu amor los ensueños
    Con mis ensueños volaron,
    Y otro bien no nos dejaron,
    Que un ciprés y un ataúd.
    »¡Ay! la fe pasa y la ilusión se pierde;
    Por lo de ayer el corazón suspira:
    Cae de los campos la corona verde:
    Lágrimas sólo quedan á la lira!

    # Calló la voz del ruiseñor, y el alma
    Dejó sus flores en la playa oscura,
    Su porvenir y su amorosa palma,
    Y su corona de inmortal verdura.
    ¡Oh! nunca, nunca, Abril esplendoroso,
    Me traerás, con tus pájaros gentiles,
    De lo pasado el campo venturoso,
    La flor de mis creencias juveniles.
    Volará la felice primavera,
    Sin que un suspiro mío la acompañe,
    Sin que furtiva lágrima siquiera
    La palidez de mi semblante bañe._
    Que no de Mayo en el feliz retoño
    El término hallaré de mis congojas,
    Y al soplo de los vientos del otoño
    Veré volar las macilentas hojas.
    Y cuando el alma en su dolor recuerde
    Del corazón las flores esparcidas,
    Yo cantaré el encanto que se pierde,
    Como he cantado imágenes perdidas.



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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 21 Ene 2021, 07:57

    Otra vez en los árboles las hojas
    Pueblan los vientos de murmullos leves,
    Y se deshacen en las cumbres rojas
    Al sol de Mayo las brillantes nieves.
    Límpidos los arroyos se dilatan
    Por su margen vestida de jazmines,
    Y sus cantos suavísimos desatan
    Los tiernos y pintados colorines.
    Y cantan la esperanza y los amores,


    Ojalá la próxima primavera venga así... superada la guillotina del COVID


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 22 Ene 2021, 01:26

    Ojalá, amigo mío, aunque soy pesimista en este caso.
    Gracias por estar ahí y besos.


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 22 Ene 2021, 01:28

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    EL CAUTIVO.

    Callada la noche está,
    Callada, limpia y serena,
    Sin más voz que la cascada
    Que á lo lejos se despeña;
    Sin más música que el canto
    Del ruiseñor que enajena,
    Ni más lumbre que el templado
    Resplandor de las estrellas.
    Cerró la flor su capullo;
    Todo es paz, todo es tristeza;
    Solo está el llano y el monte,
    Y cual virgen soñolienta,
    De la sombra entre los brazos
    Se duerme naturaleza.
    Dulce es vagar en la noche
    Por la llanura desierta;
    Ver sobre el lago pasar
    En vapor y espuma envueltas,
    Confusamente borradas,
    Las flores de la existencia,
    Y en las grutas de las rocas
    Oír vaga y casi muerta
    Del arpa de juventud
    La voz del viento en las cuerdas.
    Dulce es al alma cruzar
    Con la brisa de las selvas
    Esos aires que la luna
    Confusamente platea;
    Adormecer la razón
    Con relumbrantes quimeras,
    Y al alcázar de los sueños
    Con desbocada carrera
    Lanzar la imaginación,
    De amor y gloria sedienta,
    Yr allí una imagen buscar
    Inefable, hermosa, eterna,
    Inmensa como el espacio,
    Como el corazón inmensa,
    De luz vestida y de galas,
    De asombro y misterios llena.

    Dulce es soñar si en libertad soñamos;
    Son dulces esos sueños,
    Con que del porvenir ataviamos
    Los campos halagüeños.
    ¿Mas qué importa al cautivo engalanada
    La noche ver de estrellas,
    Si no puede en su cárcel olvidada
    Decirles sus querellas?
    ¿De qué sirven los astros que iluminan
    Los patrios horizontes
    Cuando su disco sin color inclinan
    Sobre ignorados montes?
    ¡Prisma encantado! ¡libertad gloriosa!
    ¡Del alma santa flor!
    ¿Qué es junto á ti la frente de la hermosa?
    ¿Qué es junto á ti el amor?
    Del otro lado del hercúleo estrecho
    Hay un doncel cautivo,
    De hidalga sangre y levantado pecho,
    De corazón altivo.

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 22 Ene 2021, 01:30

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    EL CAUTIVO.

    (cont.)




    ¿Qué nombre esclarecieron sus mayores?
    ¿Dónde nació el cristiano?
    ¿La cumbre del poder y los amores
    Tocó tal vez su mano?
    El misterio le envuelve y la amargura
    Y un mundo de pesares;
    Y sólo el mar en la tormenta oscura
    Escucha sus cantares.
    Hélo, allí está; su frente generosa
    Surcan hondas arrugas;
    Así marchitan del Abril la rosa
    Mortíferas orugas.
    Hélo, allí está: sus ojos distraídos
    Tal vez en busca van
    De los campos que un tiempo florecidos
    Miraron de arrayan.
    De la noche al aliento regalado
    Sus labios ha entreabierto,
    Y escuchará su pena y su cuidado
    La noche del desierto.

    «¡Noche! serena estás, mágica y pura:
    Ni un soplo turba tu feliz quietud:
    Eres un sueño de la edad futura
    Dorado por un astro de virtud.
    Mas ¿por qué vienes ¡ay! tan encantada
    Con todos los luceros hacia mí,
    Si ya pasó la edad arrebatada
    En que los lauros del honor cogí;
    La edad en que la cítara amorosa
    Vibraba al son de mi primera fe,
    Cuando orlada de mirtos y de rosa
    Delante de mi amada la arrojé? .
    También amaba entonces las estrellas,
    Noche serena, de tu manto azul,
    Y esas nubes de nácar sin centellas
    Que lo prendían como blanco tul.
    Hoy de todas tus pompas y misterio
    Sólo te pido sombra y soledad;
    De todos los poderes de tu imperio
    Las ráfagas que traen la tempestad.
    Del otro lado de la mar, los míos
    De la guerra cayeron al furor;
    Y el ángel de mis tiernos desvaríos
    Dejó en las aras de mi altar su amor.
    Yo no tengo una madre ni una esposa
    Que vengan á llorar en mi ataúd,
    Ni quien escriba en la extranjera losa
    Las penas de mi amarga juventud.
    Los lazos de la vida siento rotos;
    La patria para mí perdida está.
    Y el alma por los términos ignotos
    De la duda y dolor cruzando va.
    Y siento que estos muros y estas rejas
    Van apagando el noble corazón,
    Como el rumor se apaga de mis quejas
    Sobre esa mar que azota el aquilón.
    ¡Oh! yo quiero volar por el desierto,
    Correr por las orillas de la mar,
    Y tras la nave que abandona el puerto
    La fantasía juvenil lanzar.
    Quizá pudiera la ilusión del alma
    Del árabe en las tiendas entrever;
    Tal vez al pié de solitaria palma
    Me sonriera celestial mujer.
    Y si la soledad es mi destino,
    Y no ha de hallar un eco el corazón,
    Si para siempre el resplandor divino
    Se amortiguó de la primer pasión.
    Las ciudades que fueron contemplara,
    Y á su polvo diría mi pesar,
    Y de mis cantos el poder bastara
    De los siglos el duelo á despertar.
    Sobre las aguas del soberbio Nilo
    Viera el sol del desierto aparecer
    Y, al morir, las pirámides tranquilo
    En sus últimos rayos envolver.
    Una lección pidiera yo á la muerte,
    Que descifrase el libro del vivir,
    Y ella rasgando el velo de la suerte
    Me mostrara la faz del porvenir.

    Sueños de libertad y de consuelo,
    Sobrado puros sois para verdad:
    Tended las alas y subid al cielo;
    Sueños de encanto y de placer, volad!
    Nunca veré pirámides ni arenas,
    Mares azules, ni radiante sol,
    Ni del pie de la palma las serenas
    Tintas de la mañana y su arrebol.
    Sólo esa mar por cuya espalda un día
    Volaba en la tormenta mi bajel,
    Alzará su clamor en mi agonía,
    A mi abandono y mis desdichas fiel.
    Sólo esa mar, mi amor y mi delicia,
    Si, en la noche, azotada del turbión,
    Bramando melancólica, acaricia
    La eterna tempestad del corazón.
    El amor de esa mar es mi ventura,
    Que arrullará mi duelo al espirar,
    Y sus olas vendrán mi sepultura
    De espumas y de limo á coronar.»

    La luna el firmamento plateaba
    Pálida y bella la serena frente,
    Y el ruiseñor la orilla arrebataba,
    De aquella mar tan música y doliente.
    El limpio azul de la celeste esfera
    Playas sin fin mostraba al nuevo día,
    Y la aurora en la lánguida palmera
    Ya sus primeras lágrimas vertía.
    Un árabe á lo lejos galopaba;
    Y entonces un suspiro el aire hendió,
    Que en la prisión cantaba:
    ¡«Ay de la flor que el viento deshojó!
    ¡Ay de la flor que de mirarse esclava
    Toda su pompa y juventud perdió!»


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 23 Ene 2021, 03:01

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    A.F. O .

    Dulce niña tan hermosa,
    ¿Por qué le pides cantares
    Á mi lira,
    Si está ronca y tenebrosa,
    Y al eco de mis pesares
    ¡Ay! suspira?
    Capullo de una flor pura,
    Abierto al sol de la aurora
    Placentero,
    Guarda, guarda tu frescura
    De la cólera traidora
    Del Enero.
    Cuando es para ti la vida
    Un arroyo de mil flores
    Coronado,
    Que lleva su agua perdida
    De mil pájaros cantores
    Visitado;
    Cuando tu serena frente,
    Del corazón no revela
    Tempestades,
    Ni á la solitaria fuente,
    Donde la luna consuela
    Á las beldades,
    Vas á decir tu agonía,
    Vas á cantar tu tristeza
    Ó tu quebranto;
    ¿Por qué empañar, alma mía,
    Esa angélica pureza
    Con mi llanto?
    ¿Acaso, juzgas, hermosa,
    Los misterios de amargura
    Y de dolores,
    Y ángeles ves cariñosa
    En ellos, de frente pura,
    Voladores?
    No, mi vida, que es engaño
    Esa luz en que creemos
    Cuando niños,
    Y su horizonte es extraño,
    Y sin madre allí nos vemos,
    Ni cariños.
    Vuelve, vuelve á la floresta
    Donde los pájaros cantan
    Sus amores,
    Limpia, angélica y honesta,
    Como rosas que levantan
    Sus olores.
    Tu destino no es el mío,
    Que eres tú sobrado bella
    Y cariñosa:
    Nunca en mi cielo sombrío
    Relumbrará alguna estrella
    Tan hermosa.
    Dulce niña, en mi laúd
    El cantar de la esperanza
    Se ha perdido,
    Y á mi triste juventud
    El puerto de la esperanza
    Es el olvido.
    Yo no te canto, ángel bello,
    No soy cantor de alegría
    Ni venturas,
    Ni de tu frente un destello
    Derrama en el alma mía
    Sus dulzuras.

    Adiós, adiós, mi lira se adormece
    En el hondo letargo de la pena:
    Tal brilla en los desiertos y perece
    La perfumada y cándida azucena.
    Adiós, adiós; el arpa solitaria,
    Que tus abriles no acertó á cantar,
    Sonará al son de tu infeliz plegaria
    En las lúgubres noches del pesar!

    Agosto de 1838.







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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 23 Ene 2021, 03:27

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    A…

    Sentimientos perdidos
    .


    Es el amor del poeta
    Flor de un ignorado valle,
    De gentil y puro talle
    Y de encendido color.
    Crece en la sombra confusa,
    En claras aguas se mira,
    Y en ella el aura suspira
    Con delicioso rumor.
    Pero sólo se despliega
    A los rayos de la luna,
    Porque menguada fortuna
    Cupo á la triste tal vez;
    Que es en verdad bien menguada
    Y melancólica suerte,
    Irse arrastrando á la muerte
    En amarga viudez;
    Sentirse rica en perfumes,
    Sentirse rica en colores,
    Rica también en amores,
    Y solitaria llorar,
    Y no encontrar unos ojos,
    Con ser tan pura y tan bella,
    Que se reposen en ella,
    Y la miren con pesar.
    Bien haces, flor sin ventura,
    En descorrer por la noche
    El tornasolado broche
    De tu cáliz de aflicción;
    Que, á falta de humanos ojos,
    Las moribundas estrellas
    Llorarán tus hojas bellas
    Con lumbre de compasión.

    ¡Triste poeta! ¡palma descuajada
    De un campo de ventura!
    Nacido en una patria allá apartada
    De sombras y verdura;
    ¿Qué haces perdido en el helado suelo
    Vagando sin cesar,
    En busca de un acento de consuelo
    Que temple tu pesar?
    ¿No sabes, di, que el llanto de amargura
    Al mundo contamina,.
    Y que anubla su paz y su ventura
    La frente que se inclina?
    ¿No sabes, desgraciado, que en el suelo
    Rotas se ven tus alas,
    Y que sólo en las bóvedas del cielo
    Desplegarás tus galas?

    Escucha: yo era niño, y en mi frente
    Brillaba la esperanza,
    Y el porvenir abríase esplendente
    De gloria y bienandanza.
    Edificio de nácar y diamante
    Era mi dulce vida:
    Iluminaba estrella rutilante
    Mi juventud florida.
    Tierno latió mi corazón de niño
    Con delicioso amor,
    Y, á su compas, otro infantil cariño
    Latió consolador.
    Entonces yo canté, yo fui poeta,
    Que era bello cantar,
    Como es bello á la humilde violeta
    Su cáliz desplegar.

    (cont.)


    _________________
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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 23 Ene 2021, 03:29

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    A…

    Sentimientos perdidos
    .

    (cont.)



    Mas el alma dormía confiada
    So nube tormentosa,
    Y vióse al despertar abandonada
    En noche tenebrosa.
    Que soplaron los hombres en mi frente
    Con su furor impío,
    Y huyó con mi ventura velozmente
    El tímido amor mío.
    Huyó el amor dichoso, esperanzado,
    El mísero quedó,
    Y entre espinas y abrojos arrastrado,
    El alma ensangrentó.
    Que sólo ofrecer pude al ángel mío
    Quebranto y maldición,
    Y ante la muerte me tendí sombrío
    Con mi fatal pasión,
    Y la canté con enlutada lira,
    Orillas del torrente,
    Que en ronca voz consuela al que delira
    Con abrasada frente.
    Y por la noche la canté á la luna,
    Lámpara del pesar,
    Y regué con mis lágrimas la cuna
    Del turbulento mar.
    Y mi amor en los aires exhalaba,
    Desterrado del mundo,
    Y otro mundo de duelo me formaba
    En mi dolor profundo.
    Otro mundo sin luz y sin placeres,
    De llanto y soledad,
    Poblado de fantasmas de mujeres
    De juvenil edad.
    Mujeres, que llorosas se volvían
    Para mirar su infancia,
    Y al cabo de la vida bendecían
    Sus años de ignorancia.
    Lentas cruzaban la tiniebla oscura,
    Con suelta cabellera,
    Cantando en bajo son su desventura
    Con trova lastimera.
    Y una entre todas pálida y doliente
    Mirábame al pasar,
    Y su mirada fija tristemente
    Me hacia palpitar.
    Que era ¡ay Dios! el ensueño de mi vida,
    La virgen que adoré,
    Solitaria en las sombras y perdida
    Moviendo el leve pie.
    Una sonrisa triste y resignada
    Sus labios entreabría,
    Y en sus ojos estrella amortiguada
    Reverberar se veía.
    Su mano cariñosa me apartaba,
    Con lúgubre inquietud,
    De aquella oscuridad, que así empañaba
    Su pura juventud.
    Entonces desbocado torbellino
    Llegaba bramador,
    Y llevaba el fantasma peregrino
    Con horrido fragor.
    ¡Oh Dios! bien melancólico era el sueño:
    Mas ¡ay! que al despertar,
    Al lado de la vida era risueño
    Su llanto y su pesar.
    Mi triste corazón ha sucumbido
    Con tanto y tanto afán,
    Y su alegría leve polvo ha sido
    Que lleva el huracán.
    Que es la justicia, que pregona el hombre
    Diabólica ironía,
    Y su fe y su virtud mentido nombre,
    O vil mercadería.
    ¡Ay de mí! ¡ay de mi infancia bulliciosa,
    Purísima azucena!
    ¡Ay de mi juventud dulce y hermosa
    Que se pasó en la pena!
    ¡Ay de mi amor, de su esperanza y gloria
    Paisaje peregrino!...
    ¡Sólo ruina sois en mi memoria!
    ¡Trofeos del destino!

    ¡Pobre poeta! ¡Serafín caído!
    Busca otra patria, sí:
    Búscala, que en el mundo empedernido
    No hay patria para ti.
    ¡Ángel de blancas alas que pecaste
    Y lloras desterrado!
    ¿Quién sabe si con lágrimas lavaste
    La mancha del pecado?
    ¿Quién sabe si mañana será el día
    De gloria y claridad,
    Si esconde el mármol de la huesa fría
    Tu dulce libertad?
    ¡Ay! para ti en la vida hay esperanza,
    Y en las tinieblas luz,
    Y un mundo de justicia y confianza
    Detrás del ataúd.
    Tú con tintas suavísimas coloras
    El negro porvenir,
    Y cruzas en las nubes voladoras
    Los campos de zafir.
    ¡Poeta! enigma oscuro y tenebroso
    Es tu vivir fugaz:
    Desconocido pasas y lloroso
    Con encubierta faz.
    Ave de paso triste y solitaria,
    Cruzas tiniebla oscura,
    Mas si ruegas, tu tímida plegaria
    Al cielo va segura.

    Si el eterno gozar lo gana el llanto,
    El llanto y la tristeza,
    Si es escalón la pena y el quebranto
    De celestial pureza,
    Espera, poeta, espera,
    Espera y no llores más:
    Que tu enlutada carrera
    Un día en la azul esfera
    Finalizada verás.



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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 24 Ene 2021, 04:14

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    LA ISLA DESIERTA.

    Isla dichosa que levantas pura,
    En el inquieto seno de los mares,
    Tu frente coronada de verdura
    Y tus bosques poblados de cantares;
    Tierra inocente y virgen todavía,
    Que imaginé en mis noches de tristeza
    La solitaria cuna en que dormía
    Un ángel de inocencia y de pureza;
    Hoy huésped de tu playa silenciosa,
    Vengo á pedirte soledad y calma,
    Porque desamparada y ruinosa
    En el mundo dejé la paz del alma.
    Si mis lágrimas corren, no te asombres,
    Hija querida de la mar hirviente,
    Que el sosiego y placer que dan los hombres
    Son arrugas sombrías en la frente.
    Tal vez mi pie marchitará tus flores,
    Y secará la yerba de tus prados,
    Y callarán tus dulces ruiseñores,
    De oír llorar confusos y admirados.
    Pero no tiembles, no, por tu hermosura,
    Que mi huella en tu frente será leve:
    ¡Ay! para un ser de amor y desventura
    Largo es el duelo, mas la vida breve!
    Hay además belleza en los pesares,
    Y tiene encantos el doliente pecho...
    ¡Duérmete, pues, corona de los mares!
    ¡Duérmete pura en tu inocente lecho!
    Duérmete, sí, porque jamás la vida
    Igualó las venturas del soñar;
    Abandonada duérmete y mecida
    Por los arrullos del inmenso mar.
    Puro y sin nubes cual tu edad temprana,
    A tu sueño demanda el porvenir;
    Si la tarde es igual á tu mañana,
    Flor de las aguas ¿Qué podrás pedir?
    Sol, espléndido cielo y alegría
    A tu cuna sirvieron de dosel,
    Y sin héroes, ni gloria todavía
    Brotó en tu seno el inmortal laurel.
    ¡El laurel! profecía misteriosa,
    Cuna de ensueños, cuna de ambición,
    Que abriga con su copa generosa
    Y hace latir guerrero corazón!
    ¡El laurel! que fue emblema de los reyes,
    Y emblema de los pueblos fue después,
    Cuando, más altos que menguadas leyes,
    Bugiendo las postraron á sus pies!
    ¡Árbol inmóvil! ¡árbol del destino!
    Que anida la zozobra y el afán,
    A lo lejos fantasma peregrino,
    De cerca espectro en lúgubre ademan!
    Mas ¡ay de tu candor! isla inocente,
    Que es su misterio enorme para ti,
    Y empañará la gracia de tu frente,
    Cual sol de Julio el tímido alhelí.
    Sí, porque es el pensamiento
    De un destino turbulento
    En una frente infantil,
    Y es la idea agigantada,
    Y es la frente delicada
    Flor de ignorado pensil.

    (cont.)


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    ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX) - Página 3 Empty Re: ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX)

    Mensaje por Lluvia Abril Dom 24 Ene 2021, 04:16

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    LA ISLA DESIERTA.

    (cont.)



    Porque fuente de pesares,
    Gala y amor de los mares,
    Será para ti el laurel,
    El laurel que tú criaste,
    Y solícita regaste,
    Como encendido clavel.
    ¡Ay de ti! que en tu inocencia
    No viste que era demencia
    Así la muerte abrigar,
    Y soñaste el mar vacío,
    Y su horizonte sombrío
    Imposible valladar.
    Tu árbol tiene bello nombre,
    Y lo bello busca el hombre
    Aún á riesgo del vivir;
    Que es una imagen divina,
    Que misteriosa ilumina
    Las brumas del porvenir.
    Que es un destello del cielo,
    Que relumbra de este suelo
    En el borrado confín,
    Voz del arpa melodiosa,
    Que en la mansión venturosa
    Pulsa alado serafín.
    Para tu mayor desdoro,
    Sobre montones de oro
    Plantaste el árbol fatal;
    Como orgulloso guerrero,
    Que agita leve plumero
    Sobre el casco de metal.
    Entonces, ¡ay! tu esperanza
    Se deshizo y tu bonanza,
    Como malogrado amor;
    En los aires se exhalaron,
    Y al exhalarse dejaron
    Un acento de dolor.
    Bien hacían si lloraban,
    Si por tu amor entonaban
    Una trova funeral,
    Que desde entonces perdida
    Vieron la gala florida
    De tu frente virginal:
    Que en busca de tu pureza,
    De tu infantil gentileza
    Sólo cruzaría el mar
    El hombre desventurado,
    Por el mundo lastimado,
    Corroído de pesar.
    Pero jamás su existencia,
    Y la paz de la inocencia
    Respetó el doliente ser,
    Que es la amargura un bautismo
    Recibido en el abismo
    De la vida ó del placer.
    Amor de su alma serias,
    Como de las ondas frías
    Del piélago bramador,
    Y tal vez fuera dichoso
    En tu profundo reposo
    El corazón pensador.
    Mas, ¡ay de ti sin ventura!
    Que con llanto de amargura
    Vas á regar tu laurel,
    Porque el oro de tu seno
    Será para ti veneno
    En un cáliz de oropel,
    Heredad de la codicia,
    Trofeo de la avaricia
    En adelante serás;
    Cuantos misterios encierra
    Tu suelo, mísera tierra,
    Profanados mirarás.

    En vano furioso el mar
    Te quisiera defender,
    Porque el hombre domeñar
    Sabe muy bien su poder,
    Y sus furias enfrenar.
    Y es el interés tan ciego,
    Tan desaforado y loco,
    Que la amenaza y el ruego,
    Hasta el vivir y el sosiego
    A su desenfreno es poco.
    La nave que antes cruzaba
    Como perdido vapor,
    Y al horizonte asomaba,
    Y nunca te se acercaba
    Por respeto ó por amor,
    Hoy velera y atrevida
    Tu valla atropellará,
    Que, si la estima es perdida,
    a la soberana erguida
    La esclava se atreverá.
    Y cuando deje en tu arena
    La turba de hombres feroces
    Que cobija con su entena,
    Y que cantarán tu pena
    Con sus destempladas voces,
    Echará el ancla altanera
    Con orgulloso ademan,
    Se mecerá en tu ribera,
    Y- gozará placentera
    De tus lágrimas y afán.
    ¡Ay de ti, pura guirnalda
    De los mares bramadores!
    ¡Ay de tu luciente gualda,
    De tus campos de esmeralda,
    Y de tus hermosas flores!
    ¡Ay de tus pintadas aves,
    De tus ríos solitarios,
    De tus músicas suaves,
    Y torrentes temerarios
    Que lanzan mugidos graves!
    Déjame ¡ay triste! llorar,
    Ya que venturoso fui,
    Cuando te escuché cantar
    Y entre rosas y azahar
    Adormecida te vi.
    Tu ventura y mi ventura
    Corrieron destino igual,
    Que si fue tu frente pura,
    La mía fue virginal
    Y esplendente en hermosura.
    Y así las dos se juntaron
    Cuando el golpe recibieron;
    Los que juntas las miraron,
    Juntas las compadecieron,
    Juntas después las lloraron.
    Que hay destinos paralelos
    Adonde no alcanza el hombre,
    Y á veces bajo los cielos
    Arrastran los mismos duelos
    Seres de distinto nombre.
    Y pues hermanos nacimos
    Tú sin alma y yo con ella,
    Y con viento igual corrimos
    Los mares, donde tuvimos
    Por norte la misma estrella;
    Deja que lloren mis ojos
    Nuestros destinos hermanos,
    Que sólo vía de abrojos,
    Sólo amargura y enojos
    Debimos á los tiranos.



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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 25 Ene 2021, 00:55

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    UN ENSUEÑO.

    ¿,Qué significa, Dios mío,
    Esta memoria tirana
    Que cual fatídica nube
    Mi corazón así empaña?
    ¿Por qué tan vago misterio
    Guarda la sombra borrada
    De un sueño de desventura,
    Que pasó en la noche opaca
    Por delante de la mente,
    Como traidora amenaza?
    ¿Es benéfico consejo?
    ¿Es profecía enlutada
    De mi vivir, ó tal vez
    Espejo que fiel retrata
    La dolorosa agonía,
    Que vida los hombres llaman?
    ¡Ay de mí! que á tal misterio
    La fría razón no alcanza,
    Porque hay doquiera lecciones
    Para la vida sembradas,
    Y es la muerte de los sueños
    Y de las sombras hermana.
    Mas cuando al cielo pedí
    Reposo, y dulzura, y calma,
    ¡Quién ¡ay de mi! me dijera
    Que mi doliente plegaria,
    Como el himno de un festín
    El viento desparramara,
    Y que serian perdidas
    Mis amarguras y lágrimas!
    Perdidas fueron sin duda,
    Porque en vez de la mañana
    Pura y sin nubes, que en sueños
    A los cielos demandaba,
    Soñóme vagando solo
    Por una inmensa llanada,
    Sin flores y sin verdura,
    Sin torrentes, ni montañas
    Y sin pájaros cantores,
    Y sin fuentes solitarias,
    Indefinible, y confusa,
    Y descolorida, y pálida.
    Trémula luz de crepúsculo
    Moribunda la bañaba,
    Tan dudosa que los ojos
    A distinguir no acertaban
    Si eran de un sol agonías,
    Si eran vislumbres del alba.
    Y era tan triste aquel mundo,
    Tan tristes sus nieblas pardas,
    Que lo imaginé embrión
    Del caos ó de la nada.
    Mas luego á ver alcancé
    Melancólicos fantasmas,
    Que su oscuridad median
    Con lúgubre y yerta planta,
    Y que la calva cabeza
    Sobre su seno inclinaban.

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 25 Ene 2021, 00:56

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS[/b]



    UN ENSUEÑO.
    (cont.)


    Un misterio tenebroso,
    Una idea inmensa, extraña,
    Su fantasía perdida
    Despótica sojuzgaba,
    Y su anhelar infinito,
    Y su flaqueza extremada,
    Y sus locos pensamientos,
    Y deshechas esperanzas,
    Reñían dentro su mente
    Cruda y áspera batalla,
    Y de inquietudes y penas
    Triste campo la tornaban.
    En vano á la luz se abría
    De luz su pupila avara,
    Que el resplandor macilento,
    Que en la llanura brillaba,
    Más bien que lumbre de sol,
    Era luz de triste lámpara.
    Solos y oscuros doquiera
    Sus enojos arrastraban,
    Sin música, sin amores,
    Ni amistad, ni confianza;
    Que temblando por sus duelos,
    Cada pecho se cerraba,
    Temeroso de encontrar
    Acaso ironía amarga
    Por solaz á su congoja,
    Y por bálsamo á sus llagas.
    A veces joven figura
    Lenta las sombras cruzaba,
    Cual ramo puro y frondoso
    Que de solitaria palma
    El huracán del desierto
    Desenfrenado arrebata;
    Mas de su frente marchita
    Las arrugas pregonaban,
    Si no la vejez del tiempo,
    La vejez de la desgracia.
    Y aún así desparecía
    Como exhalación liviana,
    Y los semblantes adustos
    Otra vez tristes pasaban
    De los fantasmas que allí
    Como en su centro moraban,
    Arrastrando en pos de sí
    La postrimera esperanza.

    Entonces sentí oprimido
    Palpitar mi corazón
    Atribulado y herido,
    Con tal pena dolorido,, .
    Y luto y desolación.
    Súbito en la oscuridad
    Brilló una luz de consuelo,
    Y con suave claridad
    Bañó de la soledad
    El descolorido suelo.
    Y al volver los ojos vi
    Dos figuras esplendentes,
    Jóvenes y florecientes,
    Con guirnaldas de alhelí
    En las purísimas frentes.
    Inocentes y amorosas,
    Y abandonadas y bellas,
    Reverberaban vistosas
    En sus ojos dos estrellas
    De esperanza luminosas.
    Tímida virgen divina,
    Y cándida y confiada,
    Una de ellas, peregrina
    Como rosa purpurina
    Por Mayo desabrochada.

    (cont.)


    Última edición por Lluvia Abril el Jue 28 Ene 2021, 01:15, editado 1 vez


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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 25 Ene 2021, 00:59

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS[/b]



    UN ENSUEÑO.
    (cont.)


    Por el campo de tristura
    Movía la planta leve,
    Como los ampos de nieve
    Cuando visten una altura
    Con su mágico relieve.
    Partido el negro cabello
    Sobre la frente morena
    Y en ondas batiendo el cuello,
    Vi un doncel de faz serena
    Gallardo, y altivo, y bello.
    Y en sus atrevidos ojos
    Amorosa llama ardía,
    Y en amorosos enojos
    De su pasión por despojos
    Su pecho se consumía.
    Y vi que los dos amantes
    Se buscaban con afán,
    Inquietos y palpitantes,
    Con encendidos semblantes,
    Con impaciente ademan.
    Y cuando al fin se miraron
    Al dulce encuentro corrieron,
    Y ciegos imaginaron,
    Que ya las dichas llegaron,
    Que en sus ensueños fingieron.
    ¡Ay del triste que confía!
    ¡Ay de los puros amores!
    Yo vi de una huesa fría
    Alzarse nube sombría
    De mortíferos vapores,
    Y atrevida desdoblarse
    Entre los jóvenes bellos,
    Sobre su frente posarse,
    Sobre sus ojos plegarse,
    Y consumir sus destellos;
    Y convertirse en ceniza
    Y tanto amor y beldad,
    Y su pura claridad
    Trocarse en nube rojiza,
    Que abriga la tempestad.
    Llegó la desconfianza
    Y mató el amor naciente,
    Que en su funeral balanza
    No pesa infantil bonanza
    Más que la rugosa frente.
    ¡Pobres jóvenes hermosos!
    ¡Pobres flores deshojadas!
    ¡Tornasoles vaporosos
    De las tardes abrasadas
    De los estíos fogosos!
    A los tristes ni siquiera
    Les quedaron las memorias
    De la niñez hechicera,
    Ni una flor, ni una quimera
    De sus juveniles glorias.
    Vana sombra vacilante
    De tanta gloria quedó,
    Y su luz pura y radiante
    Solitaria se perdió
    En la tiniebla distante.
    Y solitarios también
    Los jóvenes caminaron
    Sin amor y sin sostén,
    Y, en vez de amor, encontraron
    Soledades ó desdén.
    Y se perdieron llorosos
    Allá en la confusa bruma,
    Como en mares procelosos
    Eclípsanse vaporosos
    Los encajes de la espuma.
    Y entonces yo de aquel sueño
    A otro sueño desperté
    De más anublado ceño,
    Y que en el alma desdeño
    Desde que á verlo alcancé.
    Y este sueño es el vivir;
    Porque vivir es dudar,
    Y entre el dudar y el morir
    Media un confuso lugar
    Que apellidan 'porvenir.
    ¡Porvenir! ¡dulce palabra
    En la aurora de la vida!
    ¡Mágica tela febrida
    Que en su confianza labra
    El alma desvanecida!
    ¡Porvenir! ¡linda visión!
    ¡Celestial aparición
    De nácar, y oro y carmín,
    Que hace sombra al corazón
    Con guirnaldas de jazmín!
    Mas ¡ah! que al vernos en él
    Admirados preguntamos
    Por los bosques de laurel,
    Por las galas del vergel
    Que en la juventud soñamos;
    Y en lugar de sus primores
    Y perfumes y colores,
    Por el lánguido arenal
    De la duda, los rigores
    Sufrimos del vendaval;
    Y vuela la flor del alma
    Entre sus alas marchita,
    Y el abandono y la calma
    De la fe, mística palma
    Que en los desiertos habita,

    (cont.)


    Última edición por Lluvia Abril el Jue 28 Ene 2021, 01:14, editado 1 vez


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    ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX) - Página 3 Empty Re: ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX)

    Mensaje por Lluvia Abril Lun 25 Ene 2021, 01:00

    ENRIQUE GIL CARRASCO

    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS[/b]



    UN ENSUEÑO.
    (cont.)


    Trocamos por la amargura
    Que nos mina el corazón,
    Y del sol la lumbre pura
    Con insensata pasión
    Juzgamos débil y oscura;
    Y vagamos sin consuelo
    Por las tinieblas perdidos,
    De incertidumbre y recelo
    Y pesares combatidos,
    Sin esperanza y sin cielo.
    Tal vez nos ríe el amor
    Celeste ilusión sin nombre.
    Espejo fascinador
    Que un Edén encantador
    Pinta á los ojos del hombre,
    Y corremos desalados
    De sus fulgores en pos,
    Palpitantes y turbados,
    Y ciegos y deslumbrados
    Nos le fingimos un Dios.
    Mas presto llega la duda
    Cadavérica y desnuda,
    Y con su mano lo toca,
    Y luego irónica y muda
    Sopla en él con yerta boca;
    Y tórnalo espectro feo,
    Y repugnante, y mezquino,
    Y cual pueril devaneo
    Disipa el puro deseo
    Que embellecía el destino;
    Y entonces en vez de amores
    Sólo abrigamos despecho,
    Y marchitamos las flores
    Con el aliento del pecho,
    Que es aliento de dolores.
    ¡Ay de mí! cuánto ha pasado
    Con su prisma engañador
    El fantasma del amor,
    Y ni un reflejo ha quedado
    De su brillo seductor:
    Y la postrera esperanza
    Con él se eclipsa también,
    Y queda por todo bien
    La fría razón, que alcanza
    Inquietudes ó desdén:
    ¿Por qué cobardes temblar
    Al acercarse la muerte?
    ¿Por qué con ánimo fuerte
    Su tiniebla no aceptar,
    Que emancipa de la suerte?
    Porque aun dentro de la tumba
    Hay una voz que retumba,
    En el yerto corazón,
    Y que fatídica zumba:
    ¡Duda, desesperación!


    Última edición por Lluvia Abril el Jue 28 Ene 2021, 01:13, editado 1 vez


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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 28 Ene 2021, 00:58

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS





    UN RECUERDO DE LOS TEMPLARIOS.

    Yo vi en mi infancia descollar al viento
    De un castillo feudal la altiva torre,
    Y medité sentado á su cimiento
    Sobre la edad que tan liviana corre.
    Joven ya, y pensativo, y solitario,
    La misma idea esclavizó mi mente,
    Y del desierto alcázar del templario
    En los escombros recliné la frente.
    Un tiempo vi de lustre y poderío
    Escrito en deleznables caracteres,
    Porque pasó el honor y antiguo brío,
    Como liviana pompa de mujeres.
    Pasó porque era puro, y grande y noble,
    Y por eso escupió en su frente el mundo,
    Que de gloria y virtud corona doble
    No sientan bien en su pantano inmundo.
    De su pujanza y fama esclarecidas
    Algunas cruces quedan conservadas,
    Unas por las murallas esparcidas,
    Otras en las ruinas sepultadas.
    También nos queda un cristalino rio,
    Que allá en su juventud azul y puro
    Velaba con vapores y rocío
    El yerto pie de su gigante muro;
    Y que hoy, más generoso que los hombres,
    Enfrena al paso su veloz corriente,
    En homenaje á los pasados nombres,
    En homenaje á la olvidada gente.
    Esto queda y no más de los blasones
    Con que ornaron el mundo los templarios,
    Y la yedra y sus lúgubres festones
    Son hoy de sus cadáveres sudarios.
    Pero flota en los mares de la muerte
    Como encantada nave su memoria,
    Porque es su nombre levantado y fuerte
    Y colosal su portentosa historia.
    Quizá sobre la losa de la tumba
    Se ostenta el mundo libre y generoso,
    Y la verdad sonora al fin retumba
    En el silencio del final reposo.

    Así dormid en paz ¡oh caballeros!
    Dormid en paz el sueño de la muerte,
    Graves, y silenciosos, y severos,
    Al amparo del mundo y de la suerte.
    Porque en el mundo fuisteis peregrinos,
    Y lúgubres pasasteis ó ignorados,
    Y de nieblas vistieron los destinos
    Vuestro blasón de nobles y soldados.
    No alcanzó el mundo su gigante altura
    Y os coronó la frente de mancilla...
    Dormid en la callada sepultura,
    Paladines hidalgos de Castilla;
    Que tal vez por su noche tenebrosa
    Pasará el sol que iluminó esplendente
    La templaría bandera victoriosa,
    Que guarecía la invencible gente.
    Grandes y puros fuisteis en la vida,
    Grandes también os guardará la huesa,
    Porque es para una raza esclarecida
    Mágico prisma su tiniebla espesa.
    Bien estáis en la tumba, los templarios,
    Porque si abrierais los oscuros ojos,
    Y otra vez por el mundo solitarios
    De la vida arrastraseis los enojos,
    Tanto baldón, y mengua, y desventura
    Vierais en él, y tanta hipocresía,
    Que la seca pupila en su amargura
    Otra vez á la luz se cerraría.
    No parece sino que con vosotros
    Todo el honor y lealtad llevasteis,
    No parece sino que con nosotros
    Todo el oprobio y vanidad dejasteis.
    Porque en el día irónicos y secos,
    Y menguados arrástranse los hombres
    Para llenar sus corazones huecos
    Del oropel mentido de sus nombres.
    Pasó la fe y con ella la inocencia,
    Y el candor que doraba vuestros años,
    Pasó la dulce flor de la existencia
    Cual pasa la niñez con sus engaños.
    Hoy las ideas de entusiasmo y gloria
    Ceden el puesto á viles intereses,
    Y crecen en el campo de la historia
    Sobre la tumba del honor cipreses.
    Y todo sentimiento generoso
    Vilipendiado rueda por el suelo,
    Y la fuerza, cual bárbaro coloso,
    Vela del mundo el funeral desvelo.
    En vez del corazón la mente late,
    Tibia la sangre y pálida circula;
    Si un rey á su nación lleva al combate,
    Sobre la muerte y destrucción calcula;
    ¿Dó están vuestros escudos, caballeros,
    La lanza que en los aires rielaba,
    Los vistosos pendones tan ligeros,
    Que el moribundo sol tornasolaba?
    ¿A dónde fueron las templarías cruces
    Que un día vio Jerusalén divina,
    Y que bañaban con cambiantes luces
    La arena de la ardiente Palestina?

    (CONT.)


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    ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX) - Página 3 Empty Re: ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX)

    Mensaje por Lluvia Abril Jue 28 Ene 2021, 01:00

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS





    UN RECUERDO DE LOS TEMPLARIOS.


    (CONT.)



    ¿Dó está el batir sonoro de las palmas
    De tantos melancólicos cautivos,
    Que por merced de sus sublimes almas
    Vian del sol los resplandores vivos?
    ¿Dónde encuentran amparo las mujeres?
    El huérfano ¿dó encuentra valedores?
    ¿Dó la cabeza los dolientes seres
    Reclinan por descanso á sus dolores?
    Poblada soledad es hoy el mundo,
    Pantano que Abril viste de guirnaldas,
    Abismo melancólico y profundo
    Coronado de aromas y esmeraldas.
    Por eso vuestras palmas y laureles
    Silbó con su raquítica garganta,
    Y amontonó mentiras y oropeles
    Para borrar vuestra soberbia planta.

    Para baldón y vergüenza
    La juventud hoy comienza
    Do paró vuestra vejez;
    Mas ¡ah! que en nosotros falta
    Vuestra hidalguía tan alta,
    Y fama, y valor, y prez.
    Y falta vuestra inocencia
    Y pundonor, y creencia
    Y religiosa piedad,
    Y vaga el hombre inseguro
    Por el crepúsculo oscuro
    De la duda y vanidad.
    Y no hay estrella en sus mares,
    Ni esperanza en sus cantares,
    Ni en su mente porvenir,
    Porque el mundo que le engaña,
    En su corazón empaña
    El espejo del sentir.
    Que en la juventud florida
    Bella y desapercibida,
    El ánima virginal
    En busca va de los hombres,
    Fascinada con sus nombres,
    Y su apariencia leal.
    Y ángeles ve en las mujeres
    Y amor, y luz, y placeres,
    En la senda del vivir,
    Y por su mágico prisma
    Mira el mundo que se abisma,
    Y piensa que va á dormir.
    Y entonces, fuertes caudillos,
    Vuestros ánimos sencillos
    El alma comprende y ve,
    Como en mi dorada infancia
    Vuestra gótica arrogancia
    Cándido y puro alcancé.
    Mas ¡ay de mí! los paisajes,
    Los cambiantes y celajes
    De la rica juventud
    Son no más lánguidos sones,
    Que arrancan los aquilones
    De un amoroso laúd.

    (CONT.)


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    ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX) - Página 3 Empty Re: ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX)

    Mensaje por Lluvia Abril Jue 28 Ene 2021, 01:02

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS





    UN RECUERDO DE LOS TEMPLARIOS.


    (CONT.)



    Porque llega el desencanto
    En las noches de quebranto.
    Y con su mano glacial
    Descorre triste y severo,
    El pabellón hechicero,
    Fantástico y celestial
    De la vida engañadora,
    Que con falsa lumbre dora
    Las nieblas del porvenir,
    Y como encantado velo,
    Sobre nosotros un cielo
    Despliega de oro y zafir.
    ¡Pobres dichas juveniles,
    Tan lozanas y gentiles,
    De tan suave y puro albor!
    ¿Por qué sois mentira sólo
    Y encubridoras del dolo
    Del universo traidor?
    ¿Por qué la edad de pureza,
    De pasión, y de belleza
    Nos ha de engañar también,
    Y robarnos el sosiego,
    Y con su aliento de fuego
    Quemar la cándida sien?
    ¡Ay! cuando desencantados,
    Náufragos y derrotados,
    Pisamos la orilla, al fin,
    De sus mares turbulentos
    Con celajes macilentos
    En su nublado confín,
    Sin amor, sin esperanza,
    Ni gloria, ni bienandanza,
    Que allá en su seno se hundió,
    Y en lugar de la hermosura,
    Y en lugar de la ventura,
    Que la juventud soñó,
    Vemos arenal tendido.
    Y pálido y desabrido,
    Que es forzoso atravesar,
    Sin árboles ni verdura,
    Sin una corriente pura
    Donde la sed apagar.
    ¿Qué es lo que entonces encierra
    La desnuda y seca tierra
    De esperanza y de placer?
    ¿Qué visiones luminosas,
    Infantiles y vistosas
    Pueden ¡ay! aparecer?
    Aparecen amarillos
    Sin fosos y sin rastrillos,
    Centinelas ni pendón,
    Vuestros alcázares nobles
    Con reminiscencias dobles
    De hidalguía y religión:
    Monumentos inmortales,
    Que envueltos en los cendales
    De verde yedra se ven;
    Islas que en el mar de olvido
    Con ademan atrevido
    Levantan la antigua sien;
    Maravillosas historias,
    Y magníficas memorias
    Quedan y templaría cruz,
    Que despiertan las campanas
    Melancólicas ó vanas,
    Que cantan la última luz.
    Y entonces el alma sueña
    Con una voz halagüeña
    Entre el ruido mundanal,
    Por más que sea muy triste
    Ver que solamente existe
    En la noche sepulcral.



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    ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX) - Página 3 Empty Re: ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 28 Ene 2021, 01:11

    «Pasan de Mayo las flores,
    Con ellas va la esperanza,
    Y apenas la mente alcanza
    Voz lejana de placer;
    Que, al tornar los turbios ojos
    Al campo de la memoria,
    Sólo encontramos la gloria
    Entre las sombras de ayer.

    Está lleno de nostalgia. pero es de una gran belleza.

    Gracias, Lluvia.


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    ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX) - Página 3 Empty Re: ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX)

    Mensaje por Lluvia Abril Vie 29 Ene 2021, 00:58

    Gracias a ti, amigo.
    Besos.


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 29 Ene 2021, 01:00

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    LA NUBE BLANCA.

    Sus alas de azul y de oro
    Tendió el ángel de la noche;
    Baña el rocío en su lloro
    De la flor dormida el broche
    Cabe el arroyo sonoro.
    No asoma tibia la luna
    Al horizonte encendido,
    Que alumbra un mundo dormido
    En los sueños de la cuna,
    Por los espacios perdido.
    Leve escala
    El limpio cielo
    Blanca nube,
    Y su velo
    Rico en gala,
    Como el ala
    De un querube,
    Por un céfiro
    Suavísimo
    Impelido,
    Corre plácido
    Y fantástico
    Sobre sus alas tendido.
    Ora tímido,
    Amoroso,
    Alguna estrella
    Envuelve súbito:
    Ora calado y vistoso
    En prisma mágico
    Torna su luz
    Viva, rutilante y bella,
    Cual bajo un manto andaluz
    De ojos negros la centella.
    Y en espuma blanda y suave
    Flotar deja el corazón
    Errante meditación,
    Cual flota de triste nave
    Sobre el mar el pabellón.
    Que no con franjas de plata
    Ya á guarnecerla la luna,
    Ni allá en su seno retrata
    Roja tinta de escarlata
    Del sol la luz importuna.
    Es pálida y solitaria
    La melancólica nube;
    No cual pasión temeraria,
    Sino cual tierna plegaria
    A la azul bóveda sube.

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 29 Ene 2021, 01:02

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    LA NUBE BLANCA.

    (CONT.)


    ¿De dó salió su vapor
    Que salió tan virginal?
    ¿Formó de un primer amor
    El ensueño encantador
    Su trasparente cendal?
    El aroma de un harem
    Ardiendo en pebetes de oro
    Formarla pudo también;
    Pero es virgen su tesoro
    Como una flor del Edén.
    Si una lágrima formó
    Su tersa frente de armiño,
    La lágrima fue de un niño,
    Que al despertar se encontró
    Solitario y sin cariño.
    Ella tan cándida y pura
    Es un suspiro tal vez
    De ignorada desventura,
    Que del mundo la altivez
    Abandona por oscura.
    Blanca nube peregrina,
    Tú la reina del misterio,
    Tú cuya frente domina
    De los aires el imperio,
    Tan vagarosa y divina;
    ¡Oh! yo quisiera saber
    El enigma que tú encierras;
    ¡Muriera por conocer
    Esas encantadas tierras
    Que te miraron nacer.
    En las riberas del Ganges
    Me figuro yo tu cuna,
    Entre moriscos alfanjes
    Que reverberan la luna
    En las espesas falanges.
    Sueño que una peri el velo
    Perdió del Indo en la orilla,
    Y un céfiro en blando vuelo
    Al azul del vago cielo
    Fue á colgar la maravilla.
    Te sueño perdida esencia
    De desconocidas flores,
    Meditación de inocencia,
    El genio de los amores
    Que embalsaman la existencia.
    O sueño en ti la morada
    De algún espíritu triste,
    Que con el alma turbada
    Busca la patria adorada,
    Y con la esperanza existe.
    Y cuando el alma oprimida
    Torva pesadumbre aqueja,
    Quebranta la dura reja
    De su cárcel denegrida,
    Y de este mundo se aleja.
    Que tú, nube, puedes ser
    También de melancolía
    Desventurado placer,
    Hermoso á la fantasía
    Como las dichas de ayer.
    Porque el arpa de Osian,
    De la Escocia entre la bruma,
    Pudo alzarte con su afán,
    Cuando el torrente y su espuma
    Miraba en triste ademan:
    Y quizá en ti de Malvina
    Yido el flotante ropaje,
    Y á Final en tu celaje,
    Pensativo de una encina
    A la sombra del ramaje;
    Que la tristeza del Norte
    También refleja tu frente,
    Si lánguida y falleciente
    Y en indeciso recorte
    Te acercas al occidente.
    Y allí yo triste te sigo
    Como seguí á mi esperanza,
    Y allí al morir te bendigo,
    Porque he mirado contigo
    Paisajes de bienandanza.

    Pero, ¿por qué morir, nube apacible,
    Tú de dulce y suavísimo arrebol,
    Tú que, á fuer de inocente y bonancible,
    Gracia y amor hallaras ante el sol?
    Con esa frente plácida y serena,
    Con esa blanda y apagada luz,
    ¿Cruzas también el mundo de la pena,
    Envuelta de la muerte en el capuz?

    (CONT.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 29 Ene 2021, 01:03

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    LA NUBE BLANCA.

    (CONT.)



    Si eres una esperanza para el suelo
    ¿Cómo la muerte te arrebata así?
    ¡Mísero aquel que hallaba su consuelo.
    Sólo en mirar en este mundo á ti!
    Yo sin amor, perdido por el mundo,
    Que mi amor al sepulcro acompañé,
    y j Que solitario en mi dolor profundo
    Veo la tumba donde fijo el pie;
    ¿Dó volveré los anublados ojos.
    Cuando pase tu encanto sin color?
    ¿A quién iré á mostrarle los despojos
    De mi desventurado y puro amor?
    ¡Nube serena! ¡reina del misterio !
    ¡Prenda de un melancólico placer!
    Tú que me ves en triste cautiverio,
    Casi envuelto en las sombras del no ser:
    Cuando cruce tu esencia disipada
    De los cielos el místico confín,
    Busca el amor marchito de mi amada
    Cabe las azucenas y el jazmín;
    Y dile que en el mundo sin ventura
    Se arrastra mi doliente juventud,
    * Y en largo paso hacia la sombra oscura
    Marchando voy del lúgubre ataúd!


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    ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX) - Página 3 Empty Re: ENRIQUE GIL CARRASCO (1815-1846) (SIGLO XIX)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 29 Ene 2021, 15:24

    Prenda de un melancólico placer!
    Tú que me ves en triste cautiverio,
    Casi envuelto en las sombras del no ser:
    Cuando cruce tu esencia disipada
    De los cielos el místico confín,
    Busca el amor marchito de mi amada
    Cabe las azucenas y el jazmín;
    Y dile que en el mundo sin ventura
    Se arrastra mi doliente juventud,
    * Y en largo paso hacia la sombra oscura
    Marchando voy del lúgubre ataúd!


    ¡QUÉ PRECIOSO LO HACE. ! PURO ROMANTICISMO


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 30 Ene 2021, 03:48

    Esa es la verdad ¡Precioso!
    Gracias, Pascual.


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 30 Ene 2021, 03:50

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    MEDITACION.

    ¿Qué se hicieron las gotas de rocío
    Que orlaban tus vergeles, juventud,
    Cuando el naciente sol en el estío
    Brotaba á mares inmortal salud?
    Yo he buscado la flor de tus praderas,
    La flor que mis cantares escuchó:
    Su cáliz no embalsama tus riberas,
    Su corona el torrente se llevó.
    Y era la flor tan delicada y pura,
    Y era mi amor tan tierno y juvenil,
    Que imaginaba eterna su frescura
    Y eternas las auroras de su Abril.
    El alma nueva y virgen todavía
    Creía en la inocencia y el placer,
    Y la risa de un ángel entendía
    En la risa mirar de una mujer.
    ¡ Cuántas entonces mágicas y bellas
    Ante mis ojos deslizarse vi,
    Como una noche azul con sus estrellas
    Purísimas y limpias para mí !
    ¡Cuántas veces soñaba en mis delirios
    Las encantadas islas del amor,
    La playa orlada de fragantes lirios,
    Sus campos de esmeralda en el color!
    ¡ Cuántas veces cruzaba solitario
    Sus llanuras de rosas y jazmín,
    Y el corazón amante y temerario
    Llegaba de los cielos al confín !
    Los espíritus blancos de esperanza
    Sus alas detenían en mi sien,
    Y allá hacia el fin de misteriosa andanza
    Los pájaros cantaban del Edén.
    ¡ Trémula luz de la esperanza mía!
    ¿Dónde fue tu suavísimo arrebol?
    ¡Isla que vio mi joven fantasía !
    ¿Qué se hicieron tus bosques y tu sol?
    Una mujer cruzó por su pradera
    Y ya ni flores ni praderas vi;
    Meció el aura su negra cabellera,
    Y' fue la diosa de mi amor allí.
    ¡Cuán bella mis sentidos la juzgaron !
    ¡Cuán pura la juzgó mi corazón!
    Mis ojos en sus ojos se enclavaron,
    Y yo la amé con inmortal pasión.
    Y á aquel amor los cielos se le abrían
    Como al alba las rosas del vergel,
    Y las noches calladas escondían
    Acentos misteriosos para él.

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 30 Ene 2021, 03:52

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    MEDITACION.

    (cont.)

    ¡Oh! la vida era dulce así pasada;
    Hermoso fuera entonces el morir,
    Y llevar un suspiro de mi amada
    A los inmensos campos de zafir.
    Ora sombrío, errante por el suelo,
    Sin más amor que la pasión de ayer,
    Ni aguardo las auroras del consuelo,
    Ni busco el corazón de otra mujer.
    ¡Oh! la que el alma como siempre adora,
    La virgen que encantó mi juventud,
    ¡Cuánta imagen luciente y seductora
    Disiparse miró con su inquietud !
    Mi amor pasó como nocturna sombra;
    Yo su hoguera en mi pecho sofoqué
    Y hollóle el mundo como vil alfombra,
    Y á un desierto mis lágrimas llevé.
    Ella también lloró en sus soledades;
    De sus mejillas se apagó el carmín,
    Y sólo vio lucientes claridades
    En las alas del blanco serafín.

    Todo pasó, mujer bella,
    Con los sueños de mi amor;
    Todo lo secó mi huella
    De tu frente de doncella
    La alegría y el fulgor.
    Hermosa del alma mía,
    Tú serás siempre mi bien:
    ¿A. quién adorar podría
    Yo que miraba algún día
    Tu pura y cándida sien?
    Yo empañé tu corazón
    Con las nubes de pesar
    De una perdida pasión;
    Yo nunca te acerté á dar
    De esperanza la ilusión.
    Relámpagos pasajeros
    En lugar de sol te di,
    Flor de tumbas te ofrecí;
    Virgen de ojos hechiceros,
    ¡Oh! dime ¿por qué te vi?
    En las noches de tristura
    Cuando piensas en mi amor
    Con dulcísima locura,
    ¿Hay un eco bienhechor
    Que responde á tu amargura?
    ¿Cruzan ricas mariposas
    Las lagunas solitarias?
    ¿Miras vírgenes dichosas,
    Que murmuran sus plegarias
    Enamoradas y hermosas?

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 30 Ene 2021, 03:53

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS




    MEDITACION.

    (cont.)



    Melancólica belleza
    Que lloras cual yo tu amor,
    Quizá guarde la tristeza
    Misterios á tu pureza
    Y á sus formas dé color?

    Este es el don que yo alcancé á ofrecerte,
    Las músicas son estas de mi amor;
    Misterios ¡ah! de soledad y muerte,
    Imágenes confusas de dolor.
    Rotas están las cuerdas de mi lira,
    No quiero más fantasmas de placer:
    Que del vivir las glorias son mentira,
    Más valen las verdades del no ser.
    Flota el alma en el mar de la amargura
    A merced de un horrísono huracán...
    ¡Huid, sombras mentidas de ventura,
    Otros cual yo también os amarán !
    Dejadme aquí morir abandonado
    Lúgubre y solitario cual viví:
    Despacio lata el corazón cansado,
    La tumba escucho que me llama á sí.
    ¡Oh! si á lo menos ella suspirara
    Errante en las orillas de la mar,
    Si mi postrer aliento al fin llegara
    En su pálida sien á susurrar;
    Muriendo llevaría una esperanza
    Y me fuera dulcísimo el morir,
    Y adivinara gloria y venturanza
    De la huesa en el negro porvenir.
    Pero si la esperanza es la ventura,
    ¿Por qué venturas mágicas soñar?
    Doblaráse mi frente sola oscura,
    Nadie vendrá en mi túmulo á llorar!
    Y el corazón me dice en su agonía:
    «Naciste para amar y ser feliz,
    Tú eres la sola flor á quien no envía
    Ni el aura arrullo, ni la luz matiz.»
    ¡Oh! morir solo en ignorada tierra,
    Yo que amor tuve y cariñoso hogar,
    Yo que miré de la gigante sierra
    Las aguas de mi patria resbalar!...
    Tal ha sido la estrella desdichada
    Que mi destino presidió al nacer:
    Duerme mi amor al borde de la nada,
    Mis glorias son como la luz de ayer.
    ¡Ay! aunque al espirar por vez postrera
    Escuche yo el cantar del ruiseñor,
    Que al empezar mi juvenil carrera
    Entonaba las trovas de mi amor;
    Esparcirá desenfrenado el viento
    Las notas de su mágico laúd,
    Y no ha de oír su dolorido acento
    La virgen de mi pura juventud!




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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 31 Ene 2021, 02:57

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS






    LA MARIPOSA.
    (Recuerdos de la infancia.)


    Mariposa, mariposa,
    Que das al viento gentil
    De tus alas de oro y púrpura
    El espléndido matiz,
    Que, veleidosa y ligera,
    La tímida flor de Abril
    Besas, y al punto abandonas
    Indiferente ó feliz,
    Tú deslumbraste mis ojos
    Desde el punto en que te vi,
    Y fuiste la maravilla
    De mi embeleso infantil.
    Cegáronme tus encantos
    Y entonces en pos de ti
    Vagué por valles y montes,
    Atropellando el zafir
    De la fuente solitaria,
    En que encendido alhelí
    Reflejaba su corona
    De arrebolado carmín.
    Por ti de los verdes prados
    Hollé el vistoso tapiz,
    Por ti la esbelta azucena
    Con su frente de marfil
    En mi carrera afanosa
    Desatentado rompí,
    Y su cáliz de perfumes,
    Y su gala juvenil
    A los pies del caminante
    Sin compasión esparcí.
    Y tú siempre vagarosa
    El aire hendías sutil,
    Con tu gala envanecida,
    Sin escuchar ni sentir
    Las inocentes plegarias
    De mi niñez infeliz,
    Que en fuerza de tu desdén,
    Empañó con su gemir
    El cristal puro y luciente
    De su rico porvenir.
    Vano fue el blando cabello
    Rizado en sortijas mil,
    Arana la frente apacible
    De pura rosa y jazmín,
    Vanos los ojos azules
    Y su cándido lucir,
    Vana también mi pureza
    De celeste serafín.
    Mariposa, mariposa,
    Flor de un aéreo pensil,
    Hoy que la infancia ha pasado,
    Bien te comprendo, ¡ay de mí!
    Cayó el mágico cendal
    Conque vendado viví,
    Y pude mirar el mundo
    Desencantado por fin.
    Harto entonces tu lección
    En la amargura aprendí,
    Viendo que bello fantasma
    En la senda del vivir
    Tendías las ricas alas
    Para esconderme la lid
    Que me guardaba la vida
    En su lejano confín.

    ¡Pobre niño; qué inocente
    Cerré sin dudar los ojos,
    Con la esperanza en la frente!
    ¿Por qué no vía la mente
    De las flores los abrojos?
    ¿Por qué sin faro, ni estrella,
    Cruzas el mar de la vida,
    Juventud, pobre doncella,
    En sueños de amor perdida,
    Cándida, inocente y bella?
    ¿Por qué va tu corazón
    Como los aires abierto?
    ¿No temes que tu ilusión
    Desvanezca el aquilón
    Del arenoso desierto?
    Cuando á vivir nos lanzaste,
    Criador del ancho mundo,
    ¿Cómo, di, no reparaste,
    Que en la noche nos dejaste
    De desamparo profundo?
    Si era ley el pelear,
    ¿Por qué en vez del flaco pecho,
    No nos pusiste espaldar
    De diamante, en que deshecho
    Fuera á estrellarse el pesar?
    Porque al fin es el vivir
    Encarnizada contienda,
    Y solamente al morir
    Cae de los ojos la venda
    Que robaba el porvenir.
    Mas de nuestro desvarío
    ¿Quién tiene la culpa, quién?
    Tú no la tienes, Dios mío,
    Que no está el cielo vacío,
    Ni sin flores el Edén.

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 31 Ene 2021, 03:00

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS






    LA MARIPOSA.
    (Recuerdos de la infancia.)


    (cont.)

    Si, á despecho de tu amor,
    En pos corre el hombre loco
    De un fantasma seductor,
    Deshojando poco á poco
    De su inocencia la flor;
    Si á pesar de las lecciones
    Que por el mundo esparciste,
    Acallan sus ilusiones,
    Devaneos y pasiones
    La conciencia que le diste,
    ¿Quién tiene la culpa, quién?
    De sus pesares y duelo
    Si allá en la senda del bien
    A mengua tuvo el consuelo
    Y le apartó con desdén?
    ¿Por qué imagina atrevida
    El alma desvanecida
    Perpetua la primavera,
    Sólo con verla ceñida
    De su guirnalda hechicera?
    ¡Ay! Dios abrió el ancho mundo
    Como un libro á nuestros ojos,
    Y eran tantos los enojos,
    Las asperezas y abrojos,
    En el volumen profundo,
    Que sólo nuestra demencia
    Pudo mostrarnos en él
    Bosques de mirto y laurel,
    Y músicas é inocencia
    En encantado vergel.
    ¡Mal haya quién como yo
    Tuvo un aviso del cielo,
    Que insensato despreció!
    ¡Mal haya aquel que buscó
    Paz y contento en el suelo!
    Que no en vano, mariposa,
    Delante de mi volabas,
    Porque tú representabas
    Profecía misteriosa,
    Que á mi vista desplegabas.
    Fantasma de la ventura,
    Cual ella rica y brillante,
    Cual ella galana y pura,
    Mas á par suyo inconstante,
    Loca, falaz é insegura;

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 31 Ene 2021, 03:01

    ENRIQUE GIL CARRASACO


    SIGLO XIX



    POESÍAS LÍRICAS






    LA MARIPOSA.
    (Recuerdos de la infancia.)


    (cont.)


    ¿Por qué los ojos no abrí
    Para verte sin pasión?
    ¿Por qué insensato perdí
    Mis alegrías por ti
    Y la paz del corazón?
    Cuando en la fuente bebías,
    Cuando libabas las flores,
    Cuando en el viento esparcías
    Hechizos y bizarrías
    De tus alas de colores;
    Cuando entre sombra y verdura
    Ibas á perderte errante,
    Y á gozarte en la frescura
    De la selva susurrante
    Bajo su bóveda oscura;
    Y luego volvías loca,
    Batiendo las alas bellas,
    Festivo enredado en ellas
    El céfiro que destoca
    Mariposas y doncellas,
    ¿Por qué me dejé engañar
    De tanta pompa y belleza?
    ¿No pude ¡ay de mí! pensar
    Que esta gala, esta pureza,
    No era cosa de alcanzar?
    Mas si en los juncos posada,
    Que orlaban la pura orilla
    De la espumosa cascada,
    De los ojos maravilla,
    Mostrábaste columpiada,
    Y allí al parecer dormida,
    Me convidaba tu encanto,
    Tu vestidura florida
    Y tu arrebolado manto
    A tender mano atrevida,
    ¿Qué mucho que al fin cediera
    A tan rosada ilusión?
    ¿Qué mucho que el corazón
    Apresurado latiera
    Con la mágica visión?
    Mas por necio ó por liviano
    Frustrábase mi deseo,
    Que era necio, bien lo veo,
    Fiar el contento humano
    De tan frágil devaneo.
    Porque eras tú mi fortuna,
    Y volabas por ser mia,
    Y aún tan menguada alegría
    Larga tal vez é importuna
    Juzgaba la suerte impía.
    Crucé los brazos al fin,
    Dejé caer mi cabeza,
    Y en nebuloso confín
    Perdiéronse con presteza
    Tus alas de serafín.
    Entonces reflexioné
    Y en tu oscura profecía
    Melancólico pensé:
    Mas, ¡aj de mí! que tardía
    La meditación ya fue.
    Tardía, sí, que volaron
    Mis ilusiones contigo,
    Y solamente quedaron
    Incertidumbres conmigo,
    Que mi vida emponzoñaron.
    Mariposa, mariposa,
    Si hay en el mundo otros niños
    Con frente de nieve y rosa,
    De cabellera sedosa,
    Puros y blancos armiños,
    Ten con ellos más piedad
    Que la que yo te debí,
    Porque es inhumanidad
    Ir á deshojar así
    De la inocencia la edad;
    Y si á mi vista apareces,
    No me recuerdes tus daños,
    Sino mis cándidos años,
    Y mis inocentes preces,
    Y mis dichosos engaños,
    ¡Ay de mí! porque mi gloria,
    No está, no, en el porvenir,
    Ni en su dudoso lucir:
    Sólo para mi memoria
    Hay un cielo de zafir.



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