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    Giovanni Quessep (1939-

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    Giovanni Quessep (1939- Empty Giovanni Quessep (1939-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 05 Nov 2022, 08:13

    .


    Giovanni Quessep
    (San Onofre, 6 de enero de 1939) es un poeta colombiano. Quessep es descendiente de abuelos libaneses que emigraron al país a finales del siglo XIX, huyendo de la persecución del imperio otomano.

    Biografía

    El apellido original era Quessed, pero durante los trámites burocráticos terminó por escribirse con P final. Aunque regresaron al Líbano, veinticinco años después volvieron definitivamente a Colombia.

    En 1949, su familia tiene que abandonar San Onofre durante el periodo de Violencia bipartidista en Colombia. Culmina sus estudios de bachillerato en Cartagena y Sincelejo, lugar en donde conocerá una de las obras que dará inicio a su obra poética y por la cual iniciara su formación literaria: La Divina Comedia. Aborda, además, la lectura de los cuentos clásicos (hermanos Grimm, Perrault, Andersen), Las mil y una noches y la poesía española de los Siglos de Oro y la poesía de Rubén Darío. Estas lecturas le incitan a escribir y así publica sus primeros poemas en la revista de su colegio.

    Después de sus estudios secundarios, viaja a Bogotá y estudia Filosofía y Letras en la Universidad Javeriana y más tarde realiza un postgrado de Literatura Hispanoamericana en el Instituto Caro y Cuervo. Siguiendo las huellas de su maestro Dante, viaja a Italia en donde estudia la poesía del renacimiento y asiste a un curso conocido como Lectura Dantis.

    En 1961 publica su primer libro, Después del paraíso, libro convencional, ceñido a la métrica y a la rima del soneto, que lo distanció de sus contemporáneos nadaístas. Años después apareció su poemario El Ser no es una fábula (1968), a partir del cual consolida un universo poético propio, un intento por recordar de que palabra fuimos inventados, y que nos sumerge en un imaginario simbolista donde se mezclan la exterioridad de las cosas, el lenguaje práctico, y las realidades oníricas y subjetivas de los cuentos de hadas y las leyendas, lugares recurrentes en sus poemas.

    Fue cofundador de la revista Golpe de dados y ha colaborado para otras tantas como Pluma, Eco, Plural, Aquarimántima, Mundo Nuevo, Revista Casa Silva, Gradiva, Gaceta de Colcultura, y El Urogallo.

    Instalado de nuevo en Colombia, es profesor de Literatura en la Universidad del Cauca a la que perteneció hasta hace poco y donde le es otorgado el título Honoris Causa en Filosofía y Letras en 1992.
    Acerca del Autor

    Acerca de él encontramos numerosas críticas literarias, que nos hablan acerca de su carácter simbolista y la creación de diferentes mundos poéticos, oníricos algunas veces, a partir de la realidad cotidiana, así como la referencia a múltiples autores y libros. Sin embargo, Quessep en sus poemas se queda muchas veces en el terreno de lo literario de forma intencionada como el mismo lo ha dicho: "Me alejo de todo estilo de época y de toda moda y no me interesa describir los objetos de la realidad más tangible. Creo que todo poema debe ser una metáfora del alma: metáfora de sus maravillas y de sus terrores, de sus cielos y de sus abismos, esto es, la transfiguración de la realidad, lo que no constituye el olvido de la misma, sino su afirmación más profunda. Aun el yo lírico es del reino de las fábulas.” De esta forma su poesía es “…un tipo de reflejo simbolista que responde a un periodo de estridencia, trivialidad y casi aniquilación de la poesía colombiana: el Nadaísmo”.​

    Mario Alejandro Molano Vega, en su investigación monográfica sobre su obra, se encamina hacia la forma en que el proceso de secularización ideológica ha afectado la poesía colombiana, y en particular, el modo en que Giovanni Quessep ha sostenido su obra frente a las nuevas circunstancias actuales. Según él, ciertos valores, ideales y formas expresivas que provienen de la tradición y de algunas concepciones religiosas, son elementos que serán reinterpretados desde las necesidades actuales, para componer una nueva forma expresiva. Molano Vega encuentra, como sugerían algunos críticos, que la poesía de Quessep efectúa algunas transformaciones específicas sobre ciertos textos e ideologías.​

    “Los textos de la tradición quessepiana a través de los cuales se hace visible el proceso de secularización, si pudiéramos agruparlos y enfrentarlos, conformarían dos extremos opuestos: uno de ellos, tal vez el más conocido, estaría configurado por las actitudes metafísicas o idealistas encarnadas en las escrituras bíblicas y la literatura medieval, por ejemplo; el otro extremo tendría que ver, en cambio, con la postura historicista y secular del universo, que comienza a despuntar especialmente desde la literatura barroca y se encuentra en la estética del arte por el arte”.​

    Rastreando las primeras críticas y discusiones en torno a su poesía, da cuenta de que ésta era entendida como una “resistencia a la deshumanización”; el problema gira en torno al ser humano espiritual e interiormente empobrecido por una visión instrumental del mundo; exalta los mundo interiores y rechaza aquella forma mecánica y utilitaria de relacionarnos con el mundo, de donde habría surgido la deshumanización y el empobrecimiento espiritual que es llamado “progreso”. Quessep “pretende abrir un espacio para la expresión del espíritu humano… con la convicción de que una vida autentica para poder estar bien y disfrutar.”.​

    Según James J. Alstrum​ en la excelsa musicalidad de Quessep, sin embargo, podemos hallar que su línea poética parte de influencias que siguen a José Asunción Silva, continúan por los juegos de León de Greiff, se hace más ‘melodiosa’ entre los “Piedracielistas” como Eduardo Carranza, y más sugerente por Aurelio Arturo.

    Maria Mercedes Carranza apunta a que Quessep resulta libresco y su temática poco novedosa, sin embargo, Alstrum enmienda este acierto, planteando su resistencia a las propuestas formales de su época, como una forma de aparente evasión del mundo circundante y como rechazo al prosaísmo del lenguaje del vivir cotidiano,2​ lo que sigue a Molano Vega; a pesar de una predilección preciosista por las imágenes, el tratamiento formal a las diferentes preocupaciones, como el amor, la muerte, el devenir temporal, la conservación de la memoria colectiva por medio del verbo lírico, son complejamente elaboradas.

    Según María Dolores Jaramillo,​ la poesía de Giovanni Quessep reflexiona acerca del hombre como Ser en el tiempo, y habla sobre el trabajo poético, su misión y su lugar dentro de la vida del hombre. En ella se evidencia que “la poesía aparece como poder hechicero que redime al hombre del mundo cotidiano y le permite penetrar lo invisible y misterioso”.3​ Su lenguaje usa un estilo lacónico y, por lo tanto, muy expresivo, cuya capacidad de evocación lo llevan a concebir la poesía como creadora de realidad y materializadora de imaginarios personales y colectivos. Siguiendo esta línea busca la grandeza de la imaginación que constituyan para el hombre puentes para sobrellevar la lucha con el tiempo, el olvido o el dolor. La poesía como un artificio para encantar el devenir, en otras palabras, “el poema es una narración del tiempo. Otra fabulación paralela a éste”.​

    Fernando Charry Lara resalta “el manejo de las arquitecturas clásicas del verso” y las “maneras de composición”, refiriéndose al empleo del soneto, el cuarteto, la canción, el madrigal, la elegía y la cuarteta asonantada como formas frecuentes de la estrofa, las cuales se combinan y crean nuevas variaciones que recuerdan a la tradición modernista y evidencian el conocimiento profundo de la Literatura Española que tiene Quessep.​

    “…El amor que se va, el paso del tiempo y los recuerdos que persiguen la palabra, la preocupación por la muerte o la búsqueda de la poesía y la ensoñación como aliciente vital, son algunos temas fundamentales de Quessep”,3​ señala Dolores Jaramillo. De esta manera, su lenguaje usa un estilo lacónico y, por lo tanto, muy expresivo, cuya capacidad de evocación lo llevan a concebir la poesía como creadora de realidad y materializadora de imaginarios personales y colectivos.

    En Mito y poesía, un texto en prosa que figura como introducción de Carta imaginaria (1998), escribe Quessep estas palabras que podrían aplicarse a toda su poesía: “El poeta no teme a la nada. Sabe la lengua del coloquio de los pájaros, que aprendió Adán en el Paraíso terrenal. Y sabe, también, que la poesía es una danza, y que hay un arte de pájaros en su asombro y en su vuelo. Los ojos del poeta están tejidos de un cristal mágico, en su pasión tiene la esfericidad de los cielos y de su música extremada. A medida que se distancian de lo real, hallan la verdad de la poesía, o duración de las fábulas, que es el alma. El poeta, que no lo ignora, pone en juego su ser; pero, si quiere preservar en éste, debe entregarse a la única ley que rige la creación poética: la palpitación del abismo. Y el abismo es el centro del universo: están en él las constelaciones, pero también la rosa, “espejo del tiempo”, semejante a la luna en la metáfora del místico persa. Belleza o abismo, palabra y música: encantamiento total, orden del espíritu que descubre la ciencia del amor y abre las puertas de lo desconocido”.

    (Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Giovanni_Quessep )


    *


    Algunos poemas de Giovanni Quessep:


    De El ser no es una fábula, 1968:


    MIENTRAS CAE EL OTOÑO

    Nosotros esperamos
    envueltos por las hojas doradas.
    El mundo no acaba en el atardecer,
    y solamente los sueños
    tienen su límite en las cosas.
    El tiempo nos conduce
    por su laberinto de hojas en blanco
    mientras cae el otoño
    al patio de nuestra casa.
    Envueltos por la niebla incesante
    seguimos esperando:
    La nostalgia es vivir sin recordar
    de qué palabra fuimos inventados.



    MATERIA SIN SONIDO DE AMOR

    Vamos perdiendo cielo. Nos acosa
    la alta noche. Soñamos y perdemos.
    Los dados falsos, las huecas imágenes
    en la tierra. ¿Algún día no fue nuestro
    el mar, su ciclo de labios y pájaros,
    su complicado amor, el son eterno
    de su discordia? Turbias soledades.
    Miramos esta luz y vuelan hojas
    o nunca ya sin nombre de no ser
    la transparencia, tocamos el tiempo
    ya tan nosotros, ya tan nada, tan
    palabra caída en loca hermosura.
    Vamos perdiéndonos, precipitándonos
    de esperanza. Materia sin sonido
    de amor, materia aislada de los sueños
    y el bosque de hadas en la húmeda noche.
    Todo el resto es camino. ¿Dios? Silencio.



    LA IMPURA CLARIDAD

    También en nuestro sueño el tiempo enciende
    su negación fabuladora. Nadie
    olvida que morir es esta impura
    claridad. Como el mar entre palomas.
    ¿Quién se nombra culpable? (Ah esperanza,
    materia de los días inventados.)
    Se nos pierden los sueños, alguien dice
    palabras o hundimientos: por nosotros
    vuelan los naves hacia la leyenda.
    Todo es exilio y mar, todo su hondura
    y orilla y nunca y tiempo que nos cuenta.



    CUANDO DIJO SU NOMBRE

    Cuando oí su relato del exilio
    supe que la impiedad no tiene nombre,
    y el recio sol caía como un hierro
    sobre nosotros, y entendí la muerte.
    Cuando dijo, inocente, el hombre es sólo
    cero a la izquierda, cero a la esperanza,
    movió mi carne un blanco laberinto
    de amor, y creció el tiempo de la culpa.
    Ciegas palabras en la tarde dieron
    su lucha contra el mar, y sol rodaba
    como una purulenta rosa oscura.
    Cuando oí su relato del exilio
    vino la gran desolación, el luto,
    que movía los pasos en la sombra,
    y la trampa del sueño, interminable.
    El pronunció su nombre, ya una larga
    soledad comenzaba a separarnos.”



    TU PURA NADA

    Todo te pertenece en esperanza:
    El canto de los pájaros, el nombre
    de tu destino (oh pozo sin orillas,
    piedra y silencio). ¿Dónde la memoria
    de lo soñado, la secreta forma
    de ser entre la muerte y las palabras?
    Todo te pertenece, casi olvido,
    blanca corriente que va de tus manos
    al resplandor de la tarde o al mar
    donde se dice tormenta, imposible.
    Eres la soledad, tu pura nada,
    tu ausencia de unos pasos en la tierra.
    Nunca los sueños, nunca el paraíso:
    Todo te pertenece, en sombra y agua



    CON DURA TRANSPARENCIA

    Cada esperanza tiene su memoria,
    su sol de hierro, su llanto de exilio;
    cada esperanza cruza por la muerte
    como a través de un túnel desolado;
    cada esperanza lucha por nosotros,
    nos declara inocentes, nos asombra
    de soledad, y en medio de la lluvia
    desanuda su ciego laberinto;
    cada esperanza llega hasta el poema
    que recuerda los trenes y los pájaros;
    cada esperanza es un tiempo que dura
    soñando, por la tierra inhabitable;
    cada esperanza llama por su nombre
    las noches y los días, el ser puro
    de culpa como un fruto, el hueso insomne
    donde el mar confabula, el mar a solas;
    cada esperanza cruza por la muerte
    con dura transparencia y dura sombra.



    EL MAR Y LOS AMANTES

    El mar no reconoce
    la voz de los amantes.
    Su claridad terrible
    golpea, corta, invade
    de sucia transparencia
    los cuerpos en la tarde.
    El mar que nunca vuelve
    nos lleva en su oleaje.
    Su fruto de hermosura
    final, va por el aire
    quemando, oscureciendo
    la tibieza constante
    del mundo en sus orillas.
    Tiempo: esperanza: nadie.
    (Oh exilio y hundimiento
    irrefutale.)
    La soledad es esto:
    El mar en todas partes.



    RAZÓN DE TU CUERPO

    Tu cuerpo en la tarde,
    Blanco mar de muerte
    Que incendia sus naves.

    Tu cuerpo en la noche,
    Turbiedad del agua
    Muralla de bronce.

    (Sobre ti se queman
    Días y palabras,
    Hondura perfecta.)

    Tu cuerpo en mi cuerpo,
    Vendaval siniestro.



    MAR Y NOMBRES

    El mar abre la noche, quema sueños
    con su tiempo hacia abajo. Azul. Voraces
    pájaros en la sombra. El mar pronuncia
    los nombres, los escoge: el nuestro. Nunca
    fueron soñados peces, nunca flores.
    Nunca el mar tuvo tiempo de leyenda.
    Callamos. El otoño es casi imagen.
    El agua se deshoja y recomienza.




    De Duración y leyenda, 1972:


    EPITAFIO DEL POETA ADOLESCENTE

    Conoció a una muchacha
    Bella como la palma del templo de Delos
    Cambió su nombre por el de Ulises
    Navegante y encantador
    Y en las islas innumerables
    Apenumbró su corazón la flor del olvido
    Lo sorprendió la muerte
    Cuando trataba de contar la Odisea



    PARA GRABAR A LA ENTRADA DEL JARDÍN DESTRUIDO

    Todo esto fue la alondra
    Y hoy es polvo
    Todo ausencia del laurel y la rosa
    Pero si descendieras
    Hasta el color o el vuelo
    Verías crecer la luna
    Las nubes que son otra
    De las formas del tiempo



    PARAÍSO PERDIDO PARA EL POETA

    Nadie puede cantar
    Esa es la tarde
    Esa la luna
    Que nos pertenece
    Decimos la palabras
    Y hay un tiempo
    Como el olvido
    Y una historia trunca
    (Torna rosa mortal)
    ¿Es nuestro el canto
    Durable en su leyenda?
    Nadie puede
    Merecer esa tarde
    O esa luna



    POEMA PARA RECORDAR A ALICIA EN EL ESPEJO

    Aquí lo legendario y lo real
    Nuestra historia resulta semejante
    A la de esa muchacha maravillosa que penetró en el espejo
    Estuvo siempre a punto de desaparecer
    Pero ninguno pronunció la fórmula que la devolviera al polvo
    Ni Tweedledum ni Tweedledee ni la Reina ni el Rey Rojo
    ....Que lo único que tenía que hacer era despertarse

    Tal vez somos un cuento
    Tal vez sin que nunca nos percatemos
    ....La nave de Ulises
    ....O el ruiseñor de Keats
    ....(Ese pájaro no destinado a la muerte)
    Digamos entonces que lo que ha sido un canto de la Odisea
    ....Continuará siendo nosotros
    ....Sin dejar de ser por eso el país de las maravillas
    Y alguien podrá reconocemos
    Al escuchar la historia no escrita todavía
    En la historia castillo la historia luna múltiple
    ....En la historia juguete destruido
    La historia en fin cuando pasó una nube sobre Alicia

    Tal vez somos la sombra de ese azul en su mano



    EN LA LUNA QUE HE CONTADO

    En la luna que he contado
    Leve de nombre y memoria
    En la rosa casi historia
    Del jardín imaginado
    Todo ilumina en pasado
    Todo florece en perdido
    Músicas de lo que ha sido
    O irrealidad del que cuenta
    Blanca luna o rosa cruenta
    Contar es ir al olvido



    ALGUIEN SE SALVA POR ESCUCHAR AL RUISEÑOR

    Digamos que una tarde
    el ruiseñor cantó
    sobre esta piedra
    porque al tocarla
    el tiempo no nos hiere
    no todo es tuyo olvido
    algo nos queda
    Entre las ruinas pienso
    que nunca será polvo
    quien vio su vuelo
    o escuchó su canto



    LA ALONDRA Y LOS ALACRANES

    Acuérdate muchacha
    Que estás en un lugar de Suramérica
    No estamos en Verona
    No sentirás el canto de la alondra
    Los inventos de Shakespeare
    No son para Mauricio Babilonia
    Cumple tu historia suramericana
    Espérame desnuda
    Entre los alacranes
    Y olvídate y no olvides
    Que el tiempo colecciona mariposas.



    SI SE NOMBRA LA BLANCURA

    Si se nombra la blancura
    Deshaciéndose en tu mano
    Lo nombrado es ya lejano
    Silencio de la escritura
    Otoño de su hermosura
    La palabra es su partida
    Hilo de muerte florida
    Que va tejiéndole el fin
    Mano que ha sido jardín
    Porque se cuenta se olvida



    MENSAJE ENVIADO EN LA PUNTA DE UNA LANZA

    Se cumplen las parábolas El reino
    Va a convertirse en polvo
    Por más que lo custodien
    Duendes y encantadores
    Cuando mi lanza que ya corta el aire
    Caiga a tus pies cantando
    Se ha esperado milenios No lo invento
    Todo puede leerse en los escudos
    Y el color de la tarde




    De Canto del extranjero, 1976:


    MADRIGAL

    Ni siquiera tus pasos recordados,
    ese blanco rumor que te acercaba
    por el cielo nocturno,
    por la oscura vigilia;

    ni siquiera esa música de hoja desprendida,
    tu música que amé
    como en sueños he amado
    las desoladas hojas de la muerte;

    ni siquiera la orilla del encanto imposible
    que miraban mis ojos.
    No sé qué soledades
    habitan en tu alma,

    no sé qué cielo impronunciable.



    CANCIÓN Y ELEGÍA

    Abandonas la música del bosque
    Oh cuerpo amado si olvidé tu nombre
    ¿Qué tiempo de castillo entre las ruinas
    La clausurada torre?

    Desde mi canto para qué leyenda
    (Tejió el amor la túnica imprecisa)
    Si el canto no es real si el caminante
    No asciende a tu colina

    Si sombra de un color es la palabra
    Ceniza de la piedra es el destino
    Y el poeta lejano de la noche
    Al lado del olvido

    Dónde la oculta voz que te nombraba
    El extranjero la doliente luna
    Viene venía por el mar de vino
    La nave en la penumbra

    Penumbra de la nave es el espejo
    La púrpura o lo blanco de la muerte
    Vendrás venías por el mar antiguo
    Mágica ya y doliente

    La mano y el cristal en su premura
    Oh rostro amado si perdí tu nombre
    Nave del paraíso te deshojas
    Solitaria del bosque

    Quién moverá mis pasos en la arena
    Celeste o gris si al reino desencanta
    El hilo de la muerte o la memoria
    Cercano de la nada

    Vuélveme ahora a mi país de origen
    Nómbrame el reino para mí celeste
    ¿Qué sombra de silencio por el agua
    Paraíso de nieve?

    Nave de casi ayer entre las manos
    El mar no permanece a tus orillas
    Ya fábula de un cuento para siempre
    Y espejo de las islas



    CERCANÍA DE LA MUERTE

    El hombre solo habita
    Una orilla lejana
    Mira la tarde gris cayendo
    Mira las hojas blancas

    Rostro perdido del amor
    Apenas canta y mueve
    La rueda del azar
    Que lo acerca a la muerte

    Extranjero de todo
    La dicha lo maldice
    El hombre solo a solas habla
    De un reino que no existe



    EL OTRO ENCANTO

    ¿Quién abriría la puerta
    cuando yo iba de caza por el bosque,
    si vengo de tan lejos
    y nadie me conoce?

    Alguien cruza el jardín
    desvelado de fábulas,
    no recuerdo sus ojos
    ni su túnica blanca.

    Quiero encontrar de nuevo
    a los que amé y me amaron,
    volver a mi morada
    que es tarde y por el sueño va nevando.

    ¿Quiénes me llaman a estas horas
    de la vida y la muerte?
    Vendrán por mi alma y hablan
    del otro encanto del que nadie vuelve.



    ELEGÍA

    A mi padre

    Quisiera ver la luna
    Que ha nevado en sus ojos
    Para un dolor o música
    Bellos países en el polvo

    ¿Quién ha visto pasar
    El tiempo de las hadas?
    Dadle una hoja de cedro
    O melodiosa o blanca

    Quisiera ver la luna
    De nevadas violetas
    Sobre este cuerpo solitario
    Que un día entró a la niebla

    Y me contaba en el idioma
    De su lejana Biblos
    Donde hay un ánfora que guarda
    Una alondra color de vino

    Quisiera ver la luna
    Callada del que duerme
    La soledad de piedra
    De esa otra Biblos que es la muerte

    ¿Quién se ha quedado a solas
    Con demonios y hadas?
    Aquí estuvo el edén
    Sólo hay olvido o fábula

    Dadle una hoja de cedro
    De rumoroso azul
    Para un dolor o cántico
    Bella palabra de Venut

    ¿De dónde es esta rueca
    Mortal? ¿Su vino amargo?
    Vuela vuela madeja oscura
    Que el polvo pide un dátil blanco

    Quisiera ver la luna
    Callada del que duerme
    La soledad de piedra
    De esa otra Biblos que es la muerte



    LECTURA DE OMAR KHAYYAM

    Vendrá la noche en que esta luna
    Ha de buscarme y me hallará
    Con la mirada del insomne
    Que refleja un cielo mortal

    De algún tiempo de maravillas
    Me llamarán para que vuelva
    Tal vez quien hace esta penumbra
    O la que duerme entre violetas

    El insomne sabe la historia
    Del otro azul de la desdicha
    Ah de la noche de esa luna
    Mi soledad calla y olvida

    Palabras que se lleva el viento
    Músicas a punto de otoño
    En la tiniebla caen las hojas
    Para otro cantico de polvo



    CANTO DEL EXTRANJERO

    Penumbra de castillo por el sueño
    Torre de Claudia aléjame la ausencia
    Penumbra del amor en sombra de agua
    Blancura lenta

    Dime el secreto de tu voz oculta
    La fábula que tejes y destejes
    Dormida apenas por la voz del hada
    Blanca Penélope

    Cómo entrar a tu reino si has cerrado
    La puerta del jardín y te vigilas
    En tu noche se pierde el extranjero
    Blancura de isla

    Pero hay alguien que viene por el bosque
    De alados ciervos y extranjera luna
    Isla de Claudia para tanta pena
    Viene en tu busca

    Cuento de lo real donde las manos
    Abren el fruto que olvidó la muerte
    Si un hilo de leyenda es el recuerdo
    Bella durmiente

    La víspera del tiempo a tus orillas
    Tiempo de Claudia aléjame la noche
    Cómo entrar a tu reino si clausuras
    La blanca torre

    Pero hay un caminante en la palabra
    Ciega canción que vuela hacia el encanto
    Dónde ocultar su voz para tu cuerpo
    Nave volando

    Nave y castillo es él en tu memoria
    El mar de vino príncipe abolido
    Cuerpo de Claudia pero al fin ventana
    Del paraíso

    Si pronuncia tu nombre ante las piedras
    Te mueve el esplendor y en él derivas
    Hacia otro reino y un país te envuelve
    La maravilla

    ¿Qué es esta voz despierta por tu sueño?
    ¿La historia del jardín que se repite?
    ¿Dónde tu cuerpo junto a qué penumbra
    Vas en declive?

    Ya te olvidas Penélope del agua
    Bella durmiente de tu luna antigua
    Y hacia otra forma vas en el espejo
    Perfil de Alicia

    Dime el secreto de esta rosa o nunca
    Que guardan el león y el unicornio
    El extranjero asciende a tu colina
    Siempre más solo

    Maravilloso cuerpo te deshaces
    Y el cielo es tu fluir en lo contado
    Sombra de algún azul de quien te sigue
    Manos y labios

    Los pasos en el alba se repiten
    Vuelves a la canción tú misma cantas
    Penumbra de castillo en el comienzo
    Cuando las hadas

    A través de mi mano por tu cauce
    Discurre un desolado laberinto
    Perdida fábula de amor te llama
    Desde el olvido

    Y el poeta te nombra sí la múltiple
    Penélope o Alicia para siempre
    El jardín o el espejo el mar de vino
    Claudia que vuelve

    Escucha al que desciende por el bosque
    De alados ciervos y extranjera luna
    Toca tus manos y a tu cuerpo eleva
    La rosa púrpura

    ¿De qué país de dónde de qué tiempo
    Viene su voz la historia que te canta?
    Nave de Claudia acércame a tu orilla
    Dile que lo amas

    Torre de Claudia aléjale el olvido
    Blancura azul la hora de la muerte
    Jardín de Claudia como por el cielo
    Claudia celeste

    Nave y castillo es él en tu memoria
    El mar de nuevo príncipe abolido
    Cuerpo de Claudia pero al fin ventana
    Del paraíso



    EPITAFIO

    Tus ojos a la sombra
    Del almendro nevado
    Solo verán el  cielo
    Del que hilo mi canto

    Yo sé que el polvo insomne
    Ya no guarda tus músicas amadas
    Que alguien te dice para siempre
    Maravillas que hacen el alma

    Y aún mi corazón entre las flores
    Así un azul por el abismo
    Te siente como hada de los valles de piedra
    Llamar a solas de un jardín perdido




    De Madrigales de vida y muerte, 1978:


    QUERO APENAS UNA CANCIÓN

    Estoy cansado de llamar
    a la puerta de los que amo,
    mi camino se cubre de violetas
    y de sombras perdidas de mi canto.

    Se ha ido la estación de la azucena
    por la muerte que fue una bella fábula;
    ahora nadie me conoce,
    todos se alejan de mi alma.

    No sé qué camino seguir
    ni a quién decirle que me ame,
    mis ojos miran la floresta
    y estoy cansado y se hace tarde.

    Quiero apenas una canción
    que me traiga tus manos de hada
    una canción para la vida
    bajo esta llama de ciprés tan blanca.

    Quiero vivir o morir, lo mismo
    me debe ser la muerte que la vida.
    ¿Quisieras tú decirme la canción
    de la esperanza o a desdicha?

    Sólo te pido una palabra
    y algo del cielo de tu música:
    guardaré a la sombra de mi otoño
    cubierto por las flores y la luna;

    Estoy cansado de llamar
    pero nadie me abre sus puertas;
    acuérdate de mí en la noche
    azucena de un valle que perdiera.



    ME PIERDE LA CANCIÓN QUE ME DESVELA

    ¿Quién se ha puesto de veras
    a cantar en la noche y a estas horas?
    ¿Quién ha perdido el sueño
    y lo busca en la música o la sombra?

    ¿Quién dice esa canción entretejida
    de ramas de ciprés por la arboleda?
    Ay de quien hace su alma de esas hojas,
    y de esas hojas hace sus quimeras.

    ¿De dónde vienes, madrigal, que todo
    lo has convertido en encantada pena?
    Ay de mí que te escucho en la penumbra,
    me pierde la canción que me desvela.



    CALLAR ES BELLO

    Callar es bello, a veces,
    en la desdicha, cuando el alma
    reconoce sus flores
    en la muerte encantada;

    y oír apenas esa música
    de los jardines en desvelo,
    mientras caen los pétalos
    que nos llevan, insomnes, a otro tiempo.

    Callar es bello, entonces,
    oír el polvo amado
    que pasa por un cielo innumerable
    en la noche mortal o el desencanto.

    Nada decir, mirar en sueños
    la penumbra del bosque,
    como un ala que se abre
    desde el azul profundo de sus flores.

    Oh tú que reinas en la noche,
    rosa del paraíso que no vuelves,
    déjame oír tu mágico embeleso
    por los caminos de la nieve.

    Dime, ¿qué azul me guardará en tu cuerpo
    perdido, dime, hay otra forma
    de no morir sino es el canto
    que se desvela a solas?

    Callar es bello en la desdicha
    bajo la sombra enajenada,
    y esperar a que cierre nuestros ojos
    el cielo interminable de las fábulas.



    SI EL AMOROSO DUELO

    La vida se me ha ido
    por la desdicha, acaso
    sin encontrar ya nunca
    las fábulas que he amado.

    Si un madrigal nocturno
    escribo ahora y para siempre,
    si el amororso duelo
    olvida el bien de la rosa celeste,

    o el alba que soñaba
    ya es un telar cansado y polvoriento,
    quizá mi muerte sean
    los tapices que hallara por tu cielo.



    TORNAS AÚN DEL SORTILEGIO

    ¿Adónde descendiste,
    a qué región oscura,
    para salvarme de la muerte,
    Violeta, por la luna?

    Destino de lo blanco
    donde principia el cielo,
    las músicas hallaste
    y el amoroso encantamiento.

    En la mortal noche perpetua
    o en el alba desamparada,
    tornas aún del sortilegio,
    fabuladora de mi alma.



    DESDICHA DE LOS SUEÑOS

    Desdicha de los sueños
    pasados, y mis voces
    perdidas, que nombraban
    las piedras o las flores.

    Por el bosque plateado
    volabas, ciervo leve,
    como canción o rama
    florecida en la muerte.

    Quién sabe de qué tiempo
    vendrían en su música
    las almas que eran blanco
    nocturno de esta luna.

    Tornaban en la sombra
    las voces encantadas:
    Desdicha de ese polvo
    que cae sobre el alma.



    NO VUELVAS A TU REINO

    No vuelvas a tu reino
    que el jardín es cristal, ciprés el cielo,
    y guarda las cenizas
    de la palabra o del encantamiento.

    Verías, si tornaras,
    su cuerpo ya de piedra
    donde se teje la desesperanza,
    y en sus ojos el gris de la Quimera.

    Vuelve más bien a la doliente isla
    donde tu corazón es viento y polvo,
    vuelve a tu nave púrpura
    que eres de sueño y mar, amargo y solo.

    Ah de tu alma. nadie te responde
    en el otoño, cielo de la ausencia:
    la luna que ahora ves ya no es tu luna
    y es tu bosque el ayer de otras violetas.




    De Preludios, 1980:


    QUIZÁ TODO HA PASADO

    Quizá todo ha pasado
    y ya nada hay que hacer,
    quizá toda la nieve ha caído
    y la primavera también es ceniza.

    Tal vez nunca se oigan
    estas palabras, su rumor
    que viene desde adentro
    con pájaros o nubes y hojas secas.

    Pero mis ojos buscan y hallan
    lo que no tiene nombre, lo que nace
    de una mano celeste, o miran
    un cuerpo dorado con asombro, unas Flores.

    Posiblemente se ha perdido
    el gozo de vivir un día más,
    pero hay algo que no conocemos
    y espera nuestra canción en el alba.

    Entonces un secreto,
    la verdad que es el amor, su belleza,
    quiera posiblemente darnos
    para la muerte su más hondo cielo.



    QUIEN AMA LA PENUMBRA MELODIOSA

    La desdicha me acerca a mi destino
    y a mi naturaleza verdadera,
    la desdicha, que hace fantasía y palabras
    del telar rumoroso de la vida.

    Esperanzas no tengo si no es en la leyenda,
    vive el poeta a sola y su canto es su cielo.
    Quien ama la penumbra melodiosa
    despertará del polvo entre alas y violetas.

    Por eso hoy quiero estar tan solo como nunca
    y ver las maravillas de la muerte:
    Afuera hay un jardín y alguien, en sueños,
    me da un ramo de flores y se aleja cantando.



    EL ESCARNIO

    Tanto cielo que tuve,
    tanto que fue el edén, lo que los hombres sueñan,
    a los cuarenta años de mi vida
    ya nada puedo amar de la quimera.

    Vino el dolor, de pronto
    vino la muerte,
    y no quisiera el luto,
    pero me visten a la fuerza.

    No espero sino el escarnio, la burla
    de quienes saben que la dicha no existe,
    mas quién podrá decirme
    ¿cuál reino es éste que abre sus puertas para el cielo?



    PARA HACERTE A LA MÚSICA

    Necesitas de todo, de los caminos grises,
    de las hondas penumbras
    o las luces del alba,
    de pájaros que cantan aún en el silencio;

    necesitas del cielo
    y la hoja de otoño,
    de unas manos vacías o el amor que no vuelve,
    de la blancura de la nieve;

    necesitas de todo para el sueño,
    para hacerte a la música de los azules más distantes,
    para que al fin tu alma
    tenga confianza en la muerte.



    PRESENCIA DICHOSA

    ¿De dónde vienes, dime, en esta hora
    de luz, que entre la magia de los pinos
    tus manos son el cielo y como antes
    amorosa visión al polvo llegas?

    El tiempo no transcurre. Ya es un canto,
    hondísimo rumor de hojas o nubes.
    Oh tú que descendiste de la dicha,
    cuéntame si el edén es solo un sueño.

    Destino del poeta es el amor.
    En tu país sin nombre ¿acaso has visto
    a la que amó mi alma, a la celeste
    pasión que me redime de la vida?

    Vienes y pasas y tu cuerpo vuela
    desvanecido en músicas no halladas.
    Tal vez la rosa es imposible, ante ella
    mis ojos quedan para siempre muertos.

    Pedro Casas Serra
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    Giovanni Quessep (1939- Empty Re: Giovanni Quessep (1939-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 06 Nov 2022, 15:06

    .


    De Muerte de Merlin, 1885:


    LA HOJA SECA

    La hoja seca suena
    con el rumor
    de las praderas antiguas.
    ¿Quién sabe qué países
    no conocemos,
    qué cielos no oímos
    en su ala profunda?
    La hoja seca se mueve
    de nuestras manos
    a nuestra alma:
    Caemos en su red de sortilegios
    y escuchamos el canto
    del “hada de ojos de terciopelo”,
    o vemos a la muerte
    de pie en el umbral de nuestra casa,
    en el umbral de ciprés
    donde nos visten de reyes
    con una túnica
    y un cetro de palo
    y nos azotan con ortigas
    y nos coronan de flores moradas.
    La hoja seca vuela
    con esa música
    de las praderas antiguas
    que veremos un día
    bajo el rumor del alba o de la noche.



    CANCIÓN DEL QUE PARTE

    Por la virtud del alba
    quieres cambiar tu vida,
    y aferrado a la jarcia
    partes sin rumbo conocido.

    Todo es propicio, los acantilados
    y el arrecife duermen en la espuma,
    tan sólo una gaviota espera
    sobre el palo mayor de caoba y de luna.

    Quizá te aguarden para darte
    el amor y la palma del vino
    o en la orilla sin nombre,
    pescadores vestidos de un luto azul.

    Vas solo con tu alma, barajando
    canciones y presagios
    que hablan del bosque donde la hierba es tenue,
    lejos de la desgracia que en ti se confabula.

    A tu paso verás las islas
    que otorgan el sonido de un caracol,
    verás tu casa, el humo
    que ya aspiraron otros en la aurora.

    Mas, ay, si te detienes
    tal vez allí se acabe tu destino;
    ¿y quién podrá salvarte,
    quién te daría lo que buscas entre hadas?

    Duro es partir a la fortuna;
    el hombre solo cierra los ojos ante el cielo
    y oye su propia historia
    si se rompe el encanto.

    Pero, si quieres seguir, sigue
    con la felicidad entre tu barca,
    todo está a tu favor, el cielo, la lejanía que se abre
    como el amor, como la muerte.



    POR LA VIDA DESESPERADA

    No es el azul del cielo
    lo que resquebraja la vida,
    ni este color del huerto
    encendido por las alas más graves.

    Sabemos que hay un abismo
    que tiene su fuente en los ojos
    de quien, perdido, mira una barca
    que no tocará las arenas plateadas.

    Si existe la memoria
    de un mundo grávido de pomas y de música
    solo lo teje la fantasía
    por la vida desesperada.

    Nadie nos hable entonces de un aire que transcurre,
    nadie nos diga que en el principiohubo un jardín:
    Solo tenemos la certeza
    del girasol quemado por la luna.



    SONÁMBULO

    Siempre diré ¿dónde me encuentro,
    qué extraña tierra es esta
    que no recuerdo el nombre de los pájaros
    para hacerme una palma con sus alas?

    Aquí vine de pronto
    como sonámbulo,como ciego
    golpeando con mi bastón las sillas, las puertas,
    los caballitos del diablo en la ventana.

    Desde hace tiempo estoy entre gentes que amo,
    en una ciudad blanca
    que tiene las calles inclinadas hacia el cielo
    y un alcázar sin bufones ni reinas.

    Es posible que aquí mis huesos sean
    desconocidos, es posible que muera
    soñando un país de dátiles
    y un barco donde canten navegantes fenicios.



    EPIFANÍA DEL AZUL

    Hay un color azul detrás de la casa,
    pero no sabes ya de dónde ha venido:
    De una barca sembrada de violetas
    o del almendro que se abre como un palomar.

    Entonces ya no sabes de dónde vino todo,
    quién hizo el vuelo de los pájaros
    o los sueños de la bella que duerme,
    ¿quién te mira escondido detrás de la memoria?

    En el color te acercas hasta el origen
    de lo que ya no tiene huella,
    sales al patio y tocas su epifanía
    que sube por tus manos como la vez primera.



    PRELUDIO DE LA MUERTE

    ¿Aun si la poesía no es un engaño
    del telar que se mueve ante los ojos,
    donde hallarás la salvación
    y quién o qué podrá salvarte? En nada crees.

    Como quien va a morir
    esperas en la puerta de tu casa:
    Duro oficio esperar lo que se ignora,
    buscando, entre las ruinas, una mágica sombra.



    INFANCIA

    Poco alcanzo a decir
    de la perdida infancia.
    Quizá miro un relámpago:
    Mediodía de luna calcinada,
    calles de arena amarilla, tal vez,
    o roja, como almendras,
    por donde en caballitos de madera
    me cubrían de polvo las polillas.



    QUIMERA

    El azul es una llama de piedra;
    amarillentas, las hojas
    buscan un cielo que las proteja
    de la quimera o la desesperanza.

    Paisaje hostil, aun para el hombre
    que ama su  desencanto,
    no tiene forma alguna que perdure
    o no se decida por el engaño de la muerte.

    Apenas, en el fondo del naranjal
    se oye un agua lejana, de otro tiempo;
    nada tenemos aquí que pueda alegrarnos,
    pisamos la hoja caída, no miramos al cielo.



    JOYA ABOLIDA PARA EL ALMA

    No todo está perdido, piensas,
    aguijoneado por el impulso de una redención,
    aún es tiempo de que renazca
    el árbol sacrificado por el verano.

    Así pasas la vida, la fortuna,
    imaginando el azul y el mar por ti cantado,
    miras la noche que transcurre
    sin una blancura, joya abolida para el alma.

    ¿Dónde lo verdadero entonces, dónde
    la rosa revelada por un sombrío arrepentimiento?
    Tal vez no todo sea falso, quizá tenga
    ese color que dura después de la muerte.



    CANCIÓN DEL EXILIADO

    Quiero tornar a Biblos,
    a la ciudad de lapislázuli,
    para ser la ventura
    entre los tamarindos y la parra.

    Jamás el cielo ha sido
    tan imposible, nunca
    quemado fue por girasoles
    y la lluvia de arena.

    Tenía yo  esa luz, recinto
    que preside las naves como una máscara de proa.
    tenía los delfines de piel lunada
    y el durazno del fondo que nadie ha visto.

    Entonces, ya no puedo
    vivir en la desesperanza
    en este pozo en el que me sepultaron
    sin mi túnica de jeroglíficos y pájaros.

    Quiero tornar a Biblos,
    a la ciudad de lapislázuli;
    lo demás ya no importa
    si amo entre sus calles el mar color de vino



    TRÁEME EL ALBA

    Tráeme el alba del abril soñado,
    sus pájaros que inician el asombro
    o la violeta blanca del destino
    que guarda todavía la lleve de oro de sus pétalos.

    Quiero abrir el alcázar de la fuente
    prometedora de la vida y del canto,
    lejos de la ceniza
    que cae de las sombras.

    Sólo en el agua, bajo los almendros,
    podré ver el tapiz de la esperanza;
    busco una tierra en lo hondo, en su espesura
    de lirios y de maravillas mortales:

    Quizá el país que todo lo reúne
    como espejo, la fábula
    donde la constelación es una piedra diminuta
    y alguien canta a la muerte como a una crisálida.

    Quiero tornar a lo que ya no existe
    sino en la imagen del hilo sagrado,
    tal vez un mito sea, pero mi alma
    no se resigna a perder su tesoro.

    Tráeme el alba del abril soñado,
    sus pájaros que inician el asombro
    o la violeta blanca del destino
    que guarda todavía la llave de orode sus pétalos.  



    MEMORIA

    Persigo la memoria de algún jardín nocturno,
    las ramas del olivo;
    para vivir me basta lo que he amado
    a pesar del hechizo de este cielo.

    Escucho un canto cerca, hada o demonio,
    entre las hojas, por el insomnio destruidos;
    ¿no será lo que viene para siempre
    de la desgracia de los cielos?

    Tan sólo un reino o cántico
    y una quietud del aire
    donde morar, entre azucenas, mientras pasa
    la noche que me nombra el fin, lo imperdonable.



    METAMORFOSIS DEL JARDÍN

    Del jardín en verano
    nos queda la ceniza,
    apenas ese abismo
    desde donde no vemos sino tréboles blancos.

    A pesar de la muerte
    alguien canta a un país desconocido,
    acaso sea su duelo la ventura,
    aquel destino que nos fuera negado.

    Todo es ya polvo en nuestras manos,
    canción: no busques ya ni esperes;
    tengamos la libélula
    y no soñemos la estación que dura.

    El jardín sin escalas
    guarda bienes y males,
    mas, ¿no había aquí una primavera,
    un cuerpo que pasaba entre los árboles?



    ANTIFAZ

    Quien vive es el que oculta
    mi rostro, quizá siempre
    tenga yo el antifaz, tal vez mi alma
    no sea sino un espacio
    vacío, donde crece
    lo que he perdido, lo que nunca
    vieron mis ojos. Pero, entonces,
    ¿quién mira las estrellas,
    quién el jardín, el agua?
    A solas y en silencio
    conservo esta penuria
    de no ser la leyenda que me sigue,
    y no saber si soy
    el que ha inventado el día de su muerte.



    JUGUETES

    El aljibe agrietado persevera,
    polvo y azul, en este mediodía.
    Los niños descendemos, y en su fondo
    encontramos juguetes de hojalata,
    un tapiz que se teje solo, pájaros.
    Esto que es el pasado nos otorga
    su rumor y misterio, y reiniciamos
    largas navegaciones por su cielo.
    Venga la muerte así, como ha venido
    la infancia en un juguete; y encontremos
    al bajar por la sombra a su floresta
    un tapiz que se teja eterno, fábulas.



    MUERTE DE MERLÍN

    Entre bosques el reino ha concluido.
    No tiene sino puertas con herrumbre.
    El sortilegio era falso, los encantadores
    yacen bajo el espino blanco.

    Sin embargo —para quien pueda ver
    a través de sus párpados de escarcha—,
    existe un rincón desconocido
    que brindan la constelación y la rosa.

    Aquí el laurel no habita
    sino el veneno azulado de la mandrágora,
    y el tiempo guarda sus libélulas
    para dorar los ojos de los muertos.




    De Un jardín y un desierto:


    PÁJARO

    En el aire
    hay un pájaro
    muerto;
    quién sabe
    adónde iba
    ni de dónde ha venido.
    ¿Qué bosques traía,
    qué músicas deja,
    qué dolores
    envuelven
    su cuerpo?
    ¿En cuál memoria
    quedará
    como diamante,
    como pequeña hoja
    de una selva
    desconocida?

    Pero en el aire
    hay un patio
    y una pradera,
    hay una torre
    y una ventana
    que no quieren morir
    y están prendidos
    de su cola
    larga de norte a sur.

    En el aire
    hay un pájaro muerto.
    No sabrá de la tierra
    ni de esta mancha
    que todos llevamos,
    de las máscaras
    que lapidan,
    de los bufones
    que hacen del Rey
    un arlequín perdido.
    ¿Quién lo guarda,
    quién lo protege
    como si fuera
    la mariposa angélica?
    Pájaro muerto
    entre el cielo y la tierra.



    DESVANECERSE

    No tornes, pues el aire
    se ha vuelto como rosa de salitre,
    y en el muro se abren
    oscutos antifaces y arlequines.

    La hilandera del puerto
    ha cantado a la sombra de los verdes clemones
    la canción de las barcas,
    la canción de las horas.

    ¿Tornar? ¿Para qué quieres
    tornar? Solo hallarías entre cofres antiguos
    reyes, reinas de traje apolillado:
    "Desvanecerse, npues, es la ventura de las venturas".



    EL ARTE DE RECORDAR

    Venía por la pradera,
    por el mar. Estoy inerme,
    Ángel mío, demonio, fiera.
    El vigilante se duerme.

    No me quisiera encontrar
    en esta isla encantada;
    demonios tiene la mar
    del alma desmemoriada.

    Dame, vida, tu pasión
    entre el sendero y la torre,
    para mi desolación
    porque nadie me socorre.

    Ay de mí, que no adivino
    el arte de recordar;
    mástiles, puente, camino
    los tengo que imaginar.

    Quimeras y encantamientos,
    dragón, laberintos, luna,
    la rosa de los tormentos,
    la rueda de la fortuna.

    No sé dónde me he perdido
    ni por quién. No sé si es cierto
    que es otra forma de olvido.
    Nave fantasma en el puerto.




    HIEDRA

    Destino de la hiedra
    que va aferrada al tiempo, al blanco muro:
    penetrar en la piedra
    y revelar los lirios de lo oscuro.

    ¿Qué silencios persigue?
    ¿De qué músicas huye?
    ¿No hay ala que hacia el cielo la desligue?
    Vuela un pájaro en torno, el agua fluye.



    VIGILIA

    Pasos en el jardín. El vigilante
    golpea la corteza del manzano
    y hay pájaros que huyen, quedan otros
    enjaulados en tiempo y luz de plata.
    Fábulas no me encanten; velar quiero
    mis armas esta noche o adentrarme
    por el jardín y oír bajo mis pasos
    los tréboles que guardan en el polvo
    las maravillas de la blanca torre.
    Debajo del manzano y a mi lado
    una mujer hojea un viejo libro:
    Demonios hay en torno y una fuente
    refleja un ciervo, un tigre de Bengala.
    Los pasos van y vienen y no saben
    quién es el vigilante, el vigilado.



    DUENDES

    La biblioteca a solas. Luna, duendes
    en el umbral, y un canto que se anuncia
    posible en el dorado de las hojas.
    Toma el asombro de morir y el cielo
    por la música hallada se hace noche
    que ilumina la rosa en la tiniebla.
    Voces de lo más hondo, pasos y alas
    en el umbral, y un habla oscura y bella
    de hilo desvelado que retorna
    por el telar al bosque, nos envuelve.
    ¿Qué se hizo la casa, dónde estamos?
    Duendes y luna a solas en el muro.



    SALMO Y EPIGRAMA

    Ve al huerto
    por almendras
    amarillas y rojas,
    y a su entrada
    canta los nombres del paraíso.
    Si Eva
    vestida de carnaval
    te ofrece una manzana,
    sé sabio
    en tu pasión
    y ofrécele a tu vez
    al ángel que, escondido,
    espera detrás de la blanca corteza.
    Y, nada temas.
    Después de todo
    solo son árboles:
    un almendro,
    un manzano
    que ve con ojos ávidos
    desde el muro de piedra el carpintero.



    TEJIDO

    Si tuviese tus ojos, hilandera,
    podría ver lo que jamas he visto:
    hilos de plata, hilos de oro, hilos de seda
    moviéndose en mis manos
    para tejer las cuatro estaciones,
    especialmente la primavera
    o el otoño que todo lo acaba;
    vería el agua correr por la madeja
    y torres en el fondo de las barcas,
    o miraría en la rueca
    las bellas formas que ya son el hilo
    en que siempre la muerte nos espera,
    el hilo de plata, el hilo de oro, el hilo de seda.



    ESCRITURA

    La escritura en la piedra
    se torna fuente, nube.
    No hay aquí la hiedra.
    El cielo mana y sube

    dejando en toda cosa
    la leve adivinanza
    de la muerte: la rosa
    de polvo no me alcanza.

    Me nombro en la escritura
    de la Alhambra. El desierto
    no es más que una aventura
    del árabe. Su huerto

    a la piedra resiste
    cantado en la Gacela:
    El paríso existe
    si duerme el centinela.



    EL OTRO LADO DEL JARDÍN

    ¿Aún será posible
    que esta vela tan tenue
    nos alumbre la puerta
    del jardín donde se hallan los ladrones?

    Tal vez, mas no sabemos
    quiénes son, con qué magia
    entraron, con qué nombres recorrieron
    la tiniebla y las hojas.

    Quizá nos toque ahora
    dejar la trampa armada,
    y mañana una túnica y un cetro
    sea todo lo que hallemos bajo el cielo.

    ¿Entonces el plateado
    resplandor en el muro
    de quién es y quién mueve con sus alas
    el otro lado del jardín y espera?



    UN VERSO GRIEGO PARA OFELIA

    La tarde en que yo supe de tu muerte
    fue la más pura del verano, estaban
    los almendros crecidos hasta el cielo,
    y el telar se detuvo en el noveno
    color del arco iris. ¿Cómo era
    su movimiento por la blanca orilla?
    ¿Cómo tejió tu vuelo de ese hilo
    que daba casi el nombre del destino?

    Sólo las nubes en la luz decían
    la escritura de todos, la balada
    de quien ha visto un reino y otro reino
    y se queda en la fábula. Llevaron
    tu cuerpo como nieve entre la rama
    de polvo que ya ha oído el canto y guarda
    la paz del ruiseñor de los sepulcros.

    Cerré la verja del jardín, las altas
    ventanas del castillo. Apenas quise
    dejar que entrara el trovador que hacía
    agua y laúd y flor de la madera.
    Sijo su canto: el tiempo ha destejido
    lo que tejió el Señor, tapiz de plata
    que ya sucede y anda por la luna,
    tapiz que a la madeja vuelve. Sola
    podrás hallar la forma que te espera.

    No sé qué azul de pronto estuvo solo,
    no sé cuál bosque dio a la luna amarga
    su sortilegio, el girasol hallado
    bajo la nave en viajes que recuerdan
    las claras aguas del Mediterráneo.
    La tarde en que yo supe que te ibas
    fue la más pura de la muerte: estabas
    en mi memoria hablándome, olvidada
    entre las azucenas y en un verso
    de san Juan de la Cruz. Qué cielo había,
    qué mano hilaba lenta, qué canciones
    traían el dolor, la maravilla
    que se asombra de ser en esa hora
    en que estalló la luna en los almendros
    y quemó los jazmines. Tú venías
    por el lado del mar donde se oye
    una canción, tal vez de alguna ahogada
    virgen como tus pasos en la tierra.

    Luego te fuiste por mi alma, reina
    de fábulas antiguas y de polvo
    semejante a las naves que sembraron
    de sándalo y de cedro el mar de vino.
    Sola te ibas, bella y en silencio,
    bella como la piedra; había en tu hombro
    un violín apagado. Los almendros
    del patio y los jazmines anunciaban
    una tormenta de verano. El cielo
    quebró el espejo de mi casa y honda
    sonó la muerte en el aljibe. Estuve
    así, perdido en esa zarza ardiente
    que en la memoria oculta a los que amamos.
    Vestí de luto azul y quedé solo

    “en vísperas del día más extenso".



    POR ÍNSULAS EXTRAÑAS

    Tuve todo en mi casa,
    el cielo y la raíz, la rama oculta
    que hace las estaciones
    y el vuelo de los pájaros. No había

    nada que no viniera hasta mis manos;
    pero yo nada quise, y me fui lejos
    por caminos, por ínsulas extrañas
    en busca de los ojos

    del tigre y el rumor
    de una fuente
    que no era de mi mundo.
    En el atardecer lo dejé todo

    por una sombra y un alcázar, y hoy
    perdido en un amargo
    laberinto de hojas,
    veo las nubes que se van, la vida.

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    Giovanni Quessep (1939- Empty Re: Giovanni Quessep (1939-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 07 Nov 2022, 13:33

    .


    De Carta imaginaria, 1998:


    MITO Y POESÍA

    «El poeta no teme a la nada». Sabe la lengua del coloquio de los pájaros, que aprendió Adán en el paraíso terrenal. Y sabe, también, que la poesía es una danza, y que hay un arte de pájaros en su asombro y en su vuelo. Los ojos del poeta están tejidos de un cristal mágico; en su pasión tienen la esfericidad de los cielos y de su música extremada. A medida que se distancian de lo real, hallan la verdad de la poesía, o duración de las fábulas, que es el alma. El poeta, que no lo ignora, pone en juego su ser; pero, si quiere perseverar en éste, debe entregarse a la única ley que rige la creación poética: la palpitación del abismo. Y el abismo es el centro del universo: están en él las constelaciones, pero también la rosa, «espejo del tiempo», semejante a la luna en la metáfora del místico persa. Belleza o abismo, palabra y música: encantamiento total, orden del espíritu que descubre la ciencia del amor y abre las puertas de lo desconocido.

    El poeta va por su castillo interior, donde se unen los cuatro puntos cardinales de lo ilusorio y lo real. A ellos corresponden, en la escala de la imaginación, el aire y la luna, la llama y los espejos; y en la del sentimiento el dolor, el vacío, la soledad y la melancolía. Con ellos hace el poeta su mítico tapiz, en el que puede ver todo lo que no puede verse, y oye el cántico de lo que únicamente puede oírse en el rumor del hilo sagrado: las voces de lo invisible, que convirtieron a Sherazada en un libro de hojas color de vino; el palacio de cristal donde Merlín encantó a Dulcinea, y el huerto donde Eva inventó una manzana para curar ansias de amor y nostalgias de enamorado, como en Las mil y una noches; el escudo de plata que dejó ciego a Homero; el árbol del fin del mundo que le dijo a Alejandro que no volvería a ver las calles ni las muchachas de Grecia; la ciudad celeste de torres de lapislázuli que prefiguran el cielo estrellado en la mitología de los babilonios; la desgarrada túnica de jeroglíficos y pájaros del adolescente adorador de la luna: cosas que, en feliz expresión de Salustiano, «no ocurrieron jamás, pero son siempre».

    «El poeta no teme a la nada.» Sabe de la existencia de lo que nunca ha sido dicho, de lo que aún no tiene nombre en los ideogramas de la escritura divina: cree en la palabra, pero también en el silencio, en lo callado, en lo oculto, en lo que podría hacerse fantasma a la luz de la vigilia o abrasadora presencia en la penumbra del sueño, bajo la luna, reloj de pitagórica cadencia. El poeta nada tiene, y entre asombros y vuelos y peligros interiores escribe su carta imaginaria y halla lo diverso y lo único y se halla a sí mismo en la brasa que ilumina la noche oscura de la poesía.



    RESURRECCIÓN

    Entre flores, el leve
    esqueleto de un pájaro,
    y en el prado
    las hojas
    caen del cielo. ¿Quiénes
    velaban por sus alas
    cuando rozó
    las torres
    y la frente
    de la doncella?

    Ángeles o demonios
    le tejían las horas.
    ¿Quién el hilo
    de polvo
    que enamora las fábulas y el canto?
    ¿Quién lo llamó en la tarde
    y en el alba?
    ¿Quién le dijo: «Ven, huésped de la luna,
    juguémonos el arte
    de vivir o morir»?

    ¿Acaso fue la sola
    delicia
    de asomarse al abismo,
    de estar siempre
    a punto de no ser más que su sombra
    volviéndose cristal
    en el espejo,
    fruto en la blanca mano
    de quien lo amaba,
    dicha tan alta?

    ¿O, acaso huía a ciegas
    del triste dios
    que hace del azul un patio blanco?
    Terrible encantamiento
    del cazador
    de los frutos angélicos.
    En su red
    un huerto queda solo,
    un reino pobre
    pendiente de unas alas que no vuelven.

    Pájaro, larga dicha
    tendida como rama
    que abre las estaciones,
    cuando el tiempo
    no sabe adónde ir,
    dime por cuál
    laberinto se llega al claro bosque,
    si aun entre las sombras
    a la muerte preguntas
    “¿dónde está tu victoria?”.

    Miro tus huesos
    entre hojas de tréboles,
    y el dado
    de la música rueda
    por el jardín. Mis manos
    tienen la forma de tu vuelo.
    Pájaro,
    no sabes que en la piedra te iluminas
    y hay un día
    en que la luna baja
    llenándote de oro.

    Y, habrá la luna en que, despierto,
    haga crecer en ti las flores.
    Capricho de los dioses
    que nos llevan
    y traen,
    de lo que siempre, oculto,
    sabe del juego en el tablero
    de ajedrez
    que tú eres, esqueleto que sueñas con la torre
    de la doncella.

    Fue la piedra, la doble
    pesadumbre de la melancolía
    la que te hizo caer
    de tu delicia.
    Oh pájaro, estás vivo,
    vueltas las alas a tu amor,
    oh fuente,
    respondes
    a tu canto.

    En su vergel el leve
    esqueleto de un pájaro
    ya florecido,
    dueño
    de las nubes, sus alas
    golpean la mejilla
    que lo vio declinar en el abismo,
    haciéndose de nuevo
    en su fábula,
    y en su cuerpo mortal dándose al alba.

    Estoy contigo, eterno,
    resucitado, tocas
    mis manos
    y te elevas al aire más distante,
    dejándome esa dicha
    que nadie ya desdice,
    y me unes a las piedras de la torre
    donde moría de esperar
    quien te ama
    y te hace suyo para siempre. ¡Vuelas!



    GRABADO EN LA PIEDRA

    Contó que era de Arabia, ese nombre de arena
    que dice el cielo estéril cuando es roja la luna.
    Vivía siempre al borde de los aljibes, como
    si tuviese dos alas para amar el abismo.
    Sacerdotisa y triste, cantaba dulcemente
    los salmos que entendieron los pájaros y el agua.
    Una vez escribió que el tiempo es irreal,
    que no es real la memoria; y, hay girasoles, dijo,
    que solo son un nombre con una brasa dentro,
    que en la noche estremada vino y Aldebarán
    son letras con que un ángel dice melancolías.
    Sus versos los guardaba en un viejo papiro
    que tiene aún los límites de un templo. Oh escritura,
    bella como las torres de Córdoba y el patio
    donde soñó Ben Hazm su breviario encarnado.
    No pases sin decirle "te amo", aunque no sepas
    quien yace en las palabras de un árabe que olvidan
    los jazmines nocturnos, oh doncella, oh perfecta.



    LA SOMBRA DEL NARANJO

    Absorto, el mediodía,
    y a través de jardines desolados,
    deja caer el grave
    silencio de los pájaros.

    Luz de juicio final, la vida dura
    lo que la leve sombra del naranjo.



    CANCIÓN DEL BARQUERO

    Al puerto llegó una barca
    —vino, venía de un cuento—
    entre bosques y delirios
    de mortal deslumbramiento.

    Dije al barquero: –esta isla
    no me deja despertar,
    dame mi reino perdido
    para olvidarme del mar.

    Y el barquero abrió sus remos
    como una palma infinita,
    y me cantó esta canción
    por las sirenas escrita:

    –No dejes que lo soñado
    te dé lo que yo temía
    cuando perdí la memoria
    de lo que tanto quería.

    “Verás un reino de piedra
    y una torre deshojada
    por el viejo encantador
    que habla del polvo y la nada.

    –Barquero, ¿quién eres tú
    que sabes de mis dolores?
    ¿Qué fue de la quilla de oro?
    ¿En tu barca ya no hay flores?

    –Yo también viví en un puerto
    y una torre que pasaba;
    por una antigua canción
    perdí lo que más amaba.

    Y el barquero que ha venido
    para llevarme en su vuelo
    siguió por la mar oscura
    cantándome su desvelo.

    Yo le dije: –El alma mía
    se me ha perdido en un cuento,
    entre bosques y delirios
    de mortal deslumbramiento.

    Su barca sigue en silencio
    cruzando la mar amarga,
    sin saber si la canción
    es corta o la vida es larga.

    Desde entonces ya no sé
    si estoy dormido o despierto,
    o si he dejado la vida
    al embarcarme en el puerto.



    CANTIGA

    Vino, o arena, la vida,
    es hoja de ir y venir,
    oh amarga melancolía
    la del arte de vivir.

    Jardineros, ¿qué miráis
    al ver la hoja caída,
    si en lo más hondo lleváis
    la hoja que no se olvida?

    O, si de amarillo y verde
    se viste el río en que os váis,
    en la hoja que se ñpierde,
    jardineros, ¿qué buscáis?

    Amarga sabiduría
    la que se tiene al pasar,
    de los jardines que había
    solo hay nombres y un cantar.

    Vino, o arena, la vida,
    es hoja de ir y venir,
    oh amarga melancolía
    la del arte de vivir.

    Ojos míos, no miréis
    el ayer que os acongoja;
    durando pasan los ríos
    y hay vino y polvo en la hoja.

    Cuando alguna se desprende
    queda un temblor de lo que era;
    jardineros, ¿no os ofende
    si nombro la primavera?

    Dos hojas hay en la pena
    al acabarse el camino:
    ¿quién vio el color de la arena
    y quién el color del vino?

    Decidme cuál escogéis
    entre la luna y el viento,
    que el no olvidar lo que veis
    es cosa de encantamiento.

    Vino o arena, la vida,
    es hoja de ir y venir,
    oh sabia melancolía
    la del arte de morir.



    CARTA IMAGINARIA
    (De Ulises a Nausícaa)

    Ulises no puede concluir. De nuevo en casa
    tiene que seguir inventando historias.

    ELIAS CANETTI

    Vivo en un reino milenario. El cielo
    pasa sobre las torres como un agua
    llena de cantos. Puedo ver la luna
    que rodea a los pájaros, la piedra
    donde alguien escribió que todo es vano,
    que el hilo de las túnicas se pierde
    y no retorna nunca. Tamarindos
    había que en sus hojas anunciaban
    un dolor y una música a las reinas
    que venían del agua más profunda.
    ¡Oh almenares celestes y escarlata!
    ¡Oh vela carmesíes, mástil negro!

    Tengo aún en mis manos una rama
    plateada por la muerte, y una historia
    que habla de los que fueron. Las murallas
    de la ciudad recuerdan todavía
    una nave que estuvo en otra orilla
    anclada por el peso de mis viajes
    entre sombras, lotófagos, demonios.

    Si supieras, Nausícaa, cómo ha sido
    mi vida desde entonces: nada grata
    para quien vio la flor de los granados
    y la esparció en su lecho y su memoria,
    mientras cantaba el ciego al que ofrecieron
    una silla de cedro y una fábula.

    Tú me guiaste a la ciudad, desnudo,
    sólo cubierto por el mar de arena
    y por hojas de luz de su hondo prado
    para contar mi gloria, mi infortunio.
    Te seguí, como dios que me creía,
    soñando con mi isla venturosa
    donde había dejado tres colores
    y un patio y una vid y a mis amigos.
    Pero la reina no esperó mi nave,
    la soñó bajo el agua deseada,
    y soñó mi esqueleto deslumbrado
    por nácares y peces y penumbras
    donde cae la tarde y la madera
    no es sino puente de un jardín en sombra.

    En su sueño me vi, rey abatido
    por la espada que guardo aún oculta
    para el rey extranjero. Soñé entonces
    que moriría lejos de mi patria,
    que no volvería a ver en los espejos
    las calles de mi Itaca y el vuelo
    que prepara mi arco en esa dicha
    perfecta de las olas y las piedras.

    Vivo en un reino milenario, es cierto,
    sólo un mar de jazmines me rodea,
    salgo a los bosques cuando el cielo teje
    la medianoche, solo y en silencio
    con mi vida; el destino no me deja
    lanzar mi flecha, como yo quisiera,
    al corazón del jabalí y la luna:
    nunca doy en el blanco, y sólo puedo
    pensar en ti, Nausícaa. Los feacios
    jamás supieron ver en el relato
    de Demódoco, el ciego, que tuvieron
    en su sala de sándalo al más pobre
    y más desencantado navegante.

    Yo no escuché la historia de mis viajes,
    pues veía en tus ojos otra historia,
    y esa noche soñé con un vestido
    que adoraban tus manos, y una espada.
    De lo demás, Nausícaa, no quisiera
    acordarme: la nave hecha pedazos,
    los marineros muertos y un fantasma
    vagando entre los pinos de la isla.
    Los pinos de la isla eran tan bellos,
    y ya no tengo cerca ni su sombra.
    Itaca fue un jardín, y hoy sólo escucho
    cantar a las serpientes; ramas duras,
    endrinos y no almendros, y la piedra
    donde alguien escribió que todo es vano.


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    Mensaje por cecilia gargantini Lun 07 Nov 2022, 14:16

    Creo que todo poema debe ser una metáfora del alma: metáfora de sus maravillas y de sus terrores, de sus cielos y de sus abismos, esto es, la transfiguración de la realidad, lo que no constituye el olvido de la misma, sino su afirmación más profunda. Aun el yo lírico es del reino de las fábulas.”

    Me encantó cómo define su poesía y disfruté mucho de sus versos.
    Gracias, querido Pedro!!!!!!!!! Una joyita!!!!!!!!!!!!!
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 07 Nov 2022, 14:37

    Gracias, Cecilia, por tu interés.  Yo también he disfrutado con los veros de Quessep, quizás porque se diferencian de los que hoy son más habituales, los de la poesía de la experiencia, y vuelven a un simbolismo muy lírico.

    Un abrazo.
    Pedro

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    Mensaje por Ma.Beatriz Vicentelo Cayo Lun 07 Nov 2022, 16:21

    Soy muy poco de escribir monosílabos pero esta publicación lo amerita:
    MARAVILLOSO!! Sencillamente MARAVILLOSO!
    Gracias inmensas como para leer y volver a leer!!
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    Mensaje por Amalia Lateano Lun 07 Nov 2022, 21:00

    ¡¡¡Cuánto gozo, Pedro!!!

    ¡Tan buena Poesía!!

    ¡Qué Maestro del endeca, nos has traído.

    Lo conocía, pero hoy me di el gusto de leer en paz.

    Mil gracias.

    Amalia
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 08 Nov 2022, 04:47

    Gracias por tu interés, Amalia. Como sabrás, Quessep es descendiente de libaneses y la belleza de la poesía arabe se trasluce en su versos.

    Un abrazo.
    Pedro

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 08 Nov 2022, 05:16

    .


    De El aire sin estrellas, 2000:


    OFRENDA

    Nada tengo que darte,
    sino un ramo de polvo;
    mas estos versos
    guardarán de los bárbaros
    las llaves de tu cielo...



    LA RAMA DE JAZMÍN

    La rama de jazmín
    florece entre doradas salamandras,
    y da su aroma al tiempo y a la luna.
    Después de que en el alba
    cortes sus flores, cesará la rueda
    de los días, su encanto
    vencido en el color será abismo perpetuo.
    La rama de jazmín
    transcurre por tu mano hacia el vacío.



    SIBILA

    ¿Qué adivinanza tejen
    las dunas del desierto?
    Reina la sed y el hambre en los jardines,
    y hasta cantan los cuervos.
    Ignoras que la vida
    se te va, como arena, de las manos.
    Acógete al relámpago
    que guarda la Sibila.



    LAS HORAS OLVIDADAS

    ¿Quién guarda la memoria
    de este río que pasa,
    de esta flor que sucede en gris y polvo?
    ¿Quién guarda del silencio
    de este cielo nocturno, solo, hondísimo,
    los cuentos que nos hablan de las horas ya olvidadas?
    ¿Quién los hará más puros más allá de la muerte?




    De Brasa lunar, 2004:


    EL PUERTO DEL ALMENDRO

    No quisiera volver
    al puerto del almendro,
    donde hubo una barca de amaranto
    mágica y leve.

    Volver sería darle
    más tiniebla a mis ojos
    si todo se me ha ido por el alma
    vacía y seca.

    Torna a la barca y halla
    quien urdió su madera
    que es sólo el costillar que han recubierto
    coral y perlas.

    Ah, de la barca, dice el navegante,
    cómo se va y se iba
    el áncora que anuda el arrecife;
    ah, de mi infancia.

    No quisiera volver
    al puerto del almendro,
    si es ya leyenda el áncora de plata
    entre la herrumbre.

    Volver sería como
    si el aire entre las hojas
    apresara un relámpago que hiere
    labios y robles.



    DIAMANTE

    Si pudiera yo darte
    la luz que no se ve
    en un azul profundo
    de peces. Si pudiera
    darte una manzana
    sin el edén perdido,
    un girasol sin pétalos
    ni brújula de luz
    que se elevara, ebrio,
    al cielo de la tarde;
    y esta página en blanco
    que pudieras leer
    como se lee el más claro
    jeroglífico. Si
    pudiera darte, como
    se canta en bellos versos,
    unas “alas sin pájaro”,
    siempre “un vuelo sin alas”,
    mi escritura sería,
    quizá como el diamante,
    piedra de luz sin llama,
    paraíso perpetuo.



    SONATA

    La hoja seca del tamarindo se quiebra
    bajo el peso de los colores del alba,
    así como nosotros podríamos irnos para siempre
    persiguiendo el vuelo de un pájaro
    a la puerta de entrada de un claro del bosque.
    Mas, qué alegría ver en la tarde
    palomas de alas plateadas y negras,
    sin preguntarse de dónde vienen,
    ni adónde van entre futuros relámpagos.
    Qué alegría el delgado misterio
    que hay en las cosas casi simples:
    en la virtud de este jardín donde te escribo
    o en las hojas que caen en el columpio del patio.
    Todo esto me da la belleza última
    de lo que está a punto de desvanecerse,
    como el arco lunar del tamarindo, que se desdora
    por el encantamiento de los colores del alba,
    como la llama de un violín en tus manos de otoño.



    EL ADIVINO

    No sabes qué decía
    el trágico adivino, por sus manos
    transcurren laberintos
    y espejos y manzanas,
    e ignoramos los signos de la piedra
    donde grabó una tarde y una rosa.
    ¿Quién sabrá su escritura
    cuando baje la arena del desierto
    y los dibujos sean carmesíes y blancos?

    ¿Del  naranjoflorido
    no quedará sino la rama estéril?
    Oh antiguo girasol de pétalos balsámicos,
    tú tienes ese ayer de la memoria
    nocturna. Estamos solos
    descifrando el escudo de plata en que Medusa
    vio que su rostro parecía una nave.
    ¿Quieres tú la mañana de la vida?
    ¿Amas lo que se oculta en las estrellas?
    Una canción te nombra en su telar:
    Cántala, cántala que ha sido un sueño
    del durmiente despierto del libro de los árabes.
    Oh el adivino trágico, sus manos
    reflejan laberintos, y dunas y  manzanas.



    PROFECÍA

    La letra que te escribe
    en el mar y en el viento
    termina por ser ellos,
    dueña del universo.

    En cada letra está la profecía
    del eterno regreso del poema.
    Tú eres el que vuelve de las fábulas
    y haces la historia del resucitado.



    EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE

    Si estamos solos,
    si la orfandad divina es esa llama
    que nos hace perder lo que tuvimos
    en el jardín.

    Si la penumbra
    nos deja sin su vuelo de palomas,
    y el cristal que nos hiere es esta luna
    leve y violenta.

    “¿Por qué tanto deseo de estar vivos
    entre las flores?
    Nadie nos llama del país lejano
    virgen y eterno.

    Si ha muerto el aire
    de tu gracia, y ya no te compadeces
    de la miseria que nos da su vino
    tan bello y triste.

    ¿Por qué seguir contándonos la fábula
    que en la memoria
    nos decía de dioses y de hadas
    tristes y bellos?

    ¿Para qué amarnos
    si el día pasa y no retorna nunca,
    y lava nuestros huesos, y en la hora
    de nuestra muerte

    no cree en la maravilla de los lirios
    que nos llevaron
    en la barca que apunta al otro reino
    solo y perpetuo?

    Dejémoslos pasar
    como las estaciones de un castillo
    que ya tuvo su invierno y su verano
    contra la dicha.

    Ah, tú, felicidad, ¿de dónde vienes?
    ¿De tu solar en ruinas? ¿Por qué llamas
    si ya todo en nosotros se ha perdido,
    lirios y rosas?

    ¿No es nuestra vida el ala de unos pájaros
    que vuelan en el fondo de un espejo?
    Sólo hay dolor y polvo en su silencio,
    cristal y brasas.



    PATIO DE NIÑOS

    La luz viene del aire
    en las alas de un pájaro.
    No dispares tu honda:
    vendría la noche eterna,
    fin de mundo, comienzo -para siempre-
    de la mortal, celeste llamarada.



    SOBRE UN VERSO DE LUCIANO

    Oh Belleza, de ti nada sabemos

    No creo en la belleza ni en su azul de delirios
    -dijo entre calles grises-, y entonces cantó un pájaro,
    y su canto caía de la luna
    en florestas de músicas; dorado se hizo el mundo,
    y floreció el ciprés entre sus bosques.
    ¿Qué demonio del tiempo, qué tragedia
    volaba como espino entre sus labios
    si al paraíso terrenal lo mueven
    el aire de los sueños, y las hojas plateadas
    dicen la cantinela de la vida en su libro?

    Oh belleza, de ti nada sabemos
    y eres la vencedora de la muerte;
    ¿fueron culpables, dime, las alondras del vino
    y quien soñó a Miranda y escribió en letras leves
    de cuevas misteriosas y secretas Hespérides
    al ver entre la espuma un esqueleto
    de huesos de coral y ojos de perlas
    mirarlo desde el fondo de un mágico arrecife
    porque un espino gris dijo con labios rotos:
    no creo en la belleza ni en su azul de delirios?

    "Oh virgen madre, hija de tu hijo",
    ruega por nuestra alma, polvo oscuro
    que va entre un laberinto y una rosa.
    Pasarán muchos días, si es que pasan, y ahora
    y más allá del Juicio, oiremos cómo arden,
    deliran reinas, reinos entre almenas calladas.



    VENDRÁ UN RELÁMPAGO DE OSCURA PLATA

    A María Vernazza

    ¿De dónde viene esta pasión, la llama
    que me abrasa en la larga medianoche?
    No sé si es un celeste resplandor
    de áurea ceniza.

    Pasan entre los árboles fantasmas
    que dan su abismo a la desesperanza,
    vuelan cristales ebrios, que en su ronda
    hieren la luna.

    Alguien dijo: "Me voy y ya no vuelvo"
    como el agua del río que miramos,
    pasan los caballitos de madera
    que eran la infancia.

    Y en el parque y las calles los olivos
    polvorientos, me traen y me llevan;
    ¿son pájaros que anuncian con su canto
    que alguno ha muerto?

    En la casa vecina, ya enlutada,
    cierran las puertas, sellan las ventanas,
    para que nadie entre y nuestra vida
    prenda una vela.

    Aquí fuimos dichosos, la alegría
    perfecta fue en su luz. Una manzana
    queda sola en el aire, si escarlata,
    también nocturna.

    ¿De dónde viene este dolor que arde
    y canvia la canción y la convierte
    en el umbral perdido de un jardín
    que ya no es nuestro?

    Vamos todos de paso entre sus naves
    pero hay algo lejano que nos deja
    una orfandad divina, ¿dónde reinas
    cedro celeste?

    ¿En qué lugar esperas y estás viva?
    ¿En qué calle, en qué patio, en cuál esquina
    surge tu llamarada que no alumbra,
    terrible estrella?

    Vendrá la noche en que serás por siempre,
    vendrá un relámpago de oscura plata,
    vendrá, si vienes y un dolor más puro
    podré ofrecerte.




    De Las hojas de la Sibila (Inédito: 2004-2006):


    MEDIODÍA DEL PUERTO

    La luz corta los muros de la tarde
    y entra por la ventana. Los muebles de caoba
    arden como las hojas del verano;
    y hay ramas que no cesan de inclinarse
    y no terminan nunca de ser polvo,
    como si descendieran a un abismo
    sin llegar a su sima de aire oscuro.
    Quema el azul las naves, se va el cielo.



    OSCURIDAD DEL ALBA

    Al alba, cuando el cielo
    es de un azul nocturno,
    quedamos solos como el ciervo que huye
    de un venablo escarlata.

    Venga al claro del bosque
    la nave de cristal y palisandro:
    Daríamos todo si el solar del sueño
    no tuviera la puerta clausurada.

    ¿"Dolce color d'oriental zaffiro"?
    Secreta la espesura.
    El destino, relámpago que nombra
    sólo la duración de lo que pasa.

    Nada hay que esperar,
    volemos a la estrella, y en su libro
    digamos cómo vimos que se hundía
    la nave que conduce al purgatorio.

    Al alba lo sabemos,
    y lo cuenta ese otro
    que nos olvida, y nos hace esclavos
    de su ajedrez que inicia el laberinto.

    ¡Oh cámaras, oh patio de leyendas!
    El azul en las ramas
    se escribe en cada hoja donde reinan
    las lámparas, las torres

    que miramos perdidas porque el ciervo
    cae en la red, sin nada
    que decir, que cantar: sola la vida,
    jeroglífico el cielo.

    Del alba aún nocturna
    venga lo fabulado en el camino,
    y olvidemos el bosque, el ciervo que huye
    de un venablo escarlata y un leopardo.



    SIMURG

    La vida, ese palacio de cristal
    que se rompe en el agua,
    como si el tiempo fuese
    de otra estación: La vida.

    ¿Nada sabemos? ¿Sólo
    que la arena transcurre
    como las viejas torres
    a punto de ser aire?

    Sobre ellas el simurg
    deja caer su pluma,
    y las piedras resisten
    por el laúd que guarda.

    Ese palacio de cristal, soñado
    de un libro que se escribe,
    y escribir en la lengua
    de Adán y de los pájaros.

    Zuritas que ya fueron
    en la tarde la luna,
    y el árbol en que duermen
    sus cenizas de plata:

    (Los árabes conocen
    su huerto de manzanas.
    Quieras tú que encontremos
    su antiguo laberinto).

    La vida -es el otoño-
    navega en un relámpago.
    ¡Oh la estación del vino,
    oh llama de unos labios!



    SÉ QUE VENDRÁS DE NOCHE

    Sois sage, ó ma Douleur [...]
    CHARLES BAUDELAIRE

    Nada podrías llevarte
    si me persigue el mar de piel manchada;
    el cielo es lo profundo
    y en él se abisman nubes y corales.

    Las naves de su alcázar
    ya no son sino mástiles quemados;
    jardín donde se niegan
    los nombres y las fases de la luna.

    ¿Qué tendrías que darme
    si todo es tuyo, el canto y el silencio,
    los pájaros, los frutos
    que en el bosque son gnomos o arlequines?

    Sé que vendrás de noche,
    terrible maravilla
    que secas los naranjos
    para hacerlos espino y flor de cactus.

    ¿Cuándo veré tu rostro
    que guardan siete sellos
    de la melancolía?
    Sé sabio, dolor mío... El alba es de oro.

    No dejes que tu música se quiebre
    como hoja del verano.
    Da tu pasión en la tupida selva
    y busca en el lebrel los ojos puros.

    Sé que eres el azul
    que deshace los rotos farallones:
    Si suena un caracol
    sólo fantasmas hay y un viejo puerto.

    Por él me iré sin ti, sin mí, nocturno,
    vacío como un odre entre las dunas.
    ¡Oh infancia en la penumbra del solar
    que me das el naranjo y la serpiente!



    CONSAGRACIÓN DE LAS VOCES DE LO INVISIBLE

    Tal vez nunca existió la voz de lo invisible
    ni el árbol de la vida ni la fuente
    perpetua que manaba sueños y oro.
    ¿No es el Jardín de la fábula del persa?
    Tal vez contado el cuento hay el olvido
    que les niega a los pájaros que el bosque
    no es el espejismo de su vuelo,
    que hay un reino lejano donde nadie
    vive, ni muere nadie, y un alcázar
    con una gran puerta que abren los bufones.
    Nos dijo alguien que la vida es bella
    y existen caballeros, piedras, duendes
    que tejen el destino y nadie sabe
    cómo turbar su antigua pesadumbre;
    que vino un Rey de espuelas de rubíes
    y cantó: aquí el amor, aquí la muerte.
    Todo esto fue, y aún más. También se dijo:
    «—¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
    ¿cuándo somos de veras lo que somos?».

    La noche es una herida constelada
    y por ella se asoma el desconsuelo
    de un salmo que se aleja y nos aleja.
    Cantar lo que no existe, lo imposible,
    viene de la memoria de los sueños:
    lo que no ha sido ni será, esa rama
    que mueven las alondras con su leve
    rumor de alas en las altas horas.
    Tal vez nunca existió lo que nos quema,
    ni un árbol de cristal y cornalina.
    El árbol, ya en silencio —hojas y labios—.
    Cerrado el libro se nos va la vida
    y se entra en un dibujo o la luna inmóvil.


    GIOVANNI QUESSEP, Metamorfosis del jardín. Poesía reunida (1968-2006), Galaxia Gutenberg, 2007.


    LEER MAS POEMAS DE GIOVANNI QUESSEP: https://siise.bibliotecanacional.gov.co/BBCC/Documents/View/244?AspxAutoDetectCookieSupport=1


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