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Shlomo Avayou Nació en Izmir (Esmirna), Turquía, en 1939 y es ciudadano israelí desde los diez años. Licenciado en Estudios Orientales, es una de las voces mayores de la poesía hebrea contemporánea. Ha publicado, entre otros, los libros de poemas Amanecer, El fin de los naranjales, Monte de beatitudes y Caballos en Jerusalén. En castellano ha aparecido recientemente Vigía de largas distancias (Antología personal) (2007).
Exiliado desde nacimiento e infancia en la judería de Esmirna, posteriormente se trasladó con su familia a Israel. Su poesía es de tono claro y fuertemente marcada por el hecho de ser escrita en Israel.Destacan sus vivencias biográficas en Israel (como soldado, agricultor durante veinte años y luego como intelectual al cargo de los archivos en hebreo de su país).
(Sacado de http://www.edaddeplata.org/edaddeplata/Actividades/actos/acto.jsp?acto=2669 )
*
Algunos poemas de Shlomo Avayou:
De La odalisca de levante:
DE MUSA DAGH A GALLIPOLI
Nadie sabía que hacer con él. Sus epopeyas
aburrían a sus propios hijos en los bloques de Nes-Ziona.
Yo, con mis once años, era el único que le escuchaba.
"Lee Los 40 días de Musa Dagh y verás lo que hicieron tus turcos…"
me dijo hace poco Maestro Yako.
Qué sorpresa cuando mi vecino, el veterano y despreciado cochero,
me contó como llevó en su coche a los soldados turcos a ese lugar,
"Atravesando Anatolia, sus soberbios ríos, sus picos nevados,
desde el Egeo hasta el Cáucaso.
No hubo más que un destino para los armenios:
Quemados en sus iglesias, gritaban y gritaban al cielo".
Para divertir un poco a su asustado oyente,
el viejo relató cómo, al llevar provisiones a las trincheras de Gallípoli,
vio desde lejos entre los invasores a hombres con faldas
tocando gaitas, algo verdaderamente extraño,
y los pervertidos ingleses andando en fila
tras estos desgraciados eunucos, sin vergüenza alguna.
1 de octubre 2007
CAZA MAYOR
Desde mi atalaya, a un lado de la cima,
parecen enanos: los rastreadores
trepan, se me van acercando.
Encolerizados investigan los helicópteros
desde la frontera hasta la cordillera.
Por la tensión, los rifles se pegan a las palmas
en la caza del infiltrado a través del Jordán.
Cómo se va cerrando la red
que atr5apará al mal pez.
Es la recompensa a la abnegación bien entrenada,
el premio por perseguir con entrega total,
desde las seis de la mañana hasta las dos.
Un persecución sin tregua,
tras el supuesto infiltrado-informador,
antes que llegue a Áqraba, la aldea.
Soy un soldado reservista, nada joven.
Tampoco soy de aquellos que arrastraron fácilmente
por su salvaje sangre. Y, sin embargo,
me asombra detectar dentro de mí
un ánimo extasiado, una chispa ardiente:
tomar parte activa, por más que sea marginal,
en el atávico regocijo de cazar un ser humano.
NUESTRAS MADRES
Quiero cantar para resucitarlas
a las madres que se doblaron,
hasta quebrar su columna vertebral,
sobre nuestras afligidas cunas.
Entre sus abundantes pechos, que nos nutren,
y la tierra, que nos da luz y luego nos apaga,
con carbón remojado y moribundo
.....................nuestras madres encienden una fogata.
Mientras tanto, sus ojos se consumen en el humo.
Shlomo Avayou Nació en Izmir (Esmirna), Turquía, en 1939 y es ciudadano israelí desde los diez años. Licenciado en Estudios Orientales, es una de las voces mayores de la poesía hebrea contemporánea. Ha publicado, entre otros, los libros de poemas Amanecer, El fin de los naranjales, Monte de beatitudes y Caballos en Jerusalén. En castellano ha aparecido recientemente Vigía de largas distancias (Antología personal) (2007).
Exiliado desde nacimiento e infancia en la judería de Esmirna, posteriormente se trasladó con su familia a Israel. Su poesía es de tono claro y fuertemente marcada por el hecho de ser escrita en Israel.Destacan sus vivencias biográficas en Israel (como soldado, agricultor durante veinte años y luego como intelectual al cargo de los archivos en hebreo de su país).
(Sacado de http://www.edaddeplata.org/edaddeplata/Actividades/actos/acto.jsp?acto=2669 )
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Algunos poemas de Shlomo Avayou:
De La odalisca de levante:
DE MUSA DAGH A GALLIPOLI
Nadie sabía que hacer con él. Sus epopeyas
aburrían a sus propios hijos en los bloques de Nes-Ziona.
Yo, con mis once años, era el único que le escuchaba.
"Lee Los 40 días de Musa Dagh y verás lo que hicieron tus turcos…"
me dijo hace poco Maestro Yako.
Qué sorpresa cuando mi vecino, el veterano y despreciado cochero,
me contó como llevó en su coche a los soldados turcos a ese lugar,
"Atravesando Anatolia, sus soberbios ríos, sus picos nevados,
desde el Egeo hasta el Cáucaso.
No hubo más que un destino para los armenios:
Quemados en sus iglesias, gritaban y gritaban al cielo".
Para divertir un poco a su asustado oyente,
el viejo relató cómo, al llevar provisiones a las trincheras de Gallípoli,
vio desde lejos entre los invasores a hombres con faldas
tocando gaitas, algo verdaderamente extraño,
y los pervertidos ingleses andando en fila
tras estos desgraciados eunucos, sin vergüenza alguna.
1 de octubre 2007
CAZA MAYOR
Desde mi atalaya, a un lado de la cima,
parecen enanos: los rastreadores
trepan, se me van acercando.
Encolerizados investigan los helicópteros
desde la frontera hasta la cordillera.
Por la tensión, los rifles se pegan a las palmas
en la caza del infiltrado a través del Jordán.
Cómo se va cerrando la red
que atr5apará al mal pez.
Es la recompensa a la abnegación bien entrenada,
el premio por perseguir con entrega total,
desde las seis de la mañana hasta las dos.
Un persecución sin tregua,
tras el supuesto infiltrado-informador,
antes que llegue a Áqraba, la aldea.
Soy un soldado reservista, nada joven.
Tampoco soy de aquellos que arrastraron fácilmente
por su salvaje sangre. Y, sin embargo,
me asombra detectar dentro de mí
un ánimo extasiado, una chispa ardiente:
tomar parte activa, por más que sea marginal,
en el atávico regocijo de cazar un ser humano.
NUESTRAS MADRES
Quiero cantar para resucitarlas
a las madres que se doblaron,
hasta quebrar su columna vertebral,
sobre nuestras afligidas cunas.
Entre sus abundantes pechos, que nos nutren,
y la tierra, que nos da luz y luego nos apaga,
con carbón remojado y moribundo
.....................nuestras madres encienden una fogata.
Mientras tanto, sus ojos se consumen en el humo.
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