Gabino-Alejandro Carriedo (Palencia, 1923-San Sebastián de los Reyes, 1981) fue un escritor palentino cuya obra se encuentra íntegramente contenida en el siglo XX. Cultivó especialmente el género poético, presentando muchos de sus libros en revistas de la época y siendo editor de algunas de ellas.
Biografía
Nació en el año 1923 en Palencia; a partir de la década de 1940 comienza su carrera literaria. Su andadura se inició en su ciudad natal, donde creó, junto a José María Fernández Nieto y otros, la revista Nubis (1946) y publicó un libro vinculado al Tremendismo, Poema de la condenación de Castilla.
Posteriormente se trasladó a Madrid, donde escribió obras como La piña sespera, vinculándose al Postismo de Carlos Edmundo de Ory y Eduardo Chicharro Briones y participando activamente en esta vanguardia.
En los años 50 crea, junto a Ángel Crespo, el Realismo mágico en poesía, que difundirán a través de revistas como El Pájaro de Paja, Poesía de España y Deucalión.
A partir de 1960 su poesía torna hacia temas sociales con poemarios como El corazón en un puño o Política agraria. En la década siguiente su obra dará un nuevo giro hacia la vanguardia, con Los lados del cubo, libro influenciado por el Modernismo brasileño y el Constructivismo.
En 1980 la editorial Hiperión edita una antología de su obra con el título Nuevo compuesto descompuesto viejo.
Falleció repentinamente el 6 de septiembre de 1981 en San Sebastián de los Reyes, fue incinerado en Madrid y sus cenizas fueron llevadas al cementerio de Ntra. Sra. de los Ángeles de Palencia.
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Algunos poemas de Gabino-Alejandro Carriedo:
De La piña sespera, 1948:
LAS CASAS
En las casas de los hombres
todos cuidan su parcela,
comen todos de su trigo,
todos cuecen su merienda.
En las casas de los hombres
que frecuentan las abuelas,
todos tienen su apellido
bien guardado en la alacena,
limpian todos sus zapatos
restregando las esteras,
todos hacen lo que saben
aunque nadie se lo ntienda.
Ponen cuadros en los muros,
sillas ponen en la tierra,
ponen divanes diversos
por si el niño se les sienta,
ponen justamente ponen
la sonrisa más risueña.
En las casas de los hombres
con ventanas y con puertas,
con persianas y visillos,
con dos grifos y maletas,
todos toman desayunos,
hacen todos reverencias,
todos saltan de la cama
a las ocho en punto y media,
todos peinan su cabello,
lavan todos su faceta,
todos calzan su alpargata
con la su corbata nueva,
los pendientes, los collares,
las polainas, la chaqueta,
los dos moños justamente
y el sombrero de al estrecha
que su padre le compraba
al muchacho por la fiesta.
En las casas que habitamos
con su duende y su portera
con sus gatos trapisondas
y su alcoba de Alcobendas,
todos nacen dando voces,
todos mueren dando pena.
De Los animales vivos (1951-1952), 1966:
RECOMENDACIONES PARA
DOMESTICAR UN AVESTRUZ
Primero se le coge de una pata,
luego se le propina un puntapié,
más tarde se le da un terrón de azúcar
y acto seguido pan y leche y palos.
Transcurridos seis meses por lo menos
diciendo abracadabra se le cuelga
de un árbol muy frondoso de tal guisa
que pasar pueda ver los autobuses.
Después de encomendarle a San Pancracio
—patrono de las aves de corral—,
se le cortan las alas, se le pinta
de amarillo y azul la cresta y basta.
Y a esperar, esperar... Todo en la vida
ya sabemos que es cosa de paciencia.
Si esto hacéis, yo os prometo que algún día
podréis llevar a un avestruz al cine.
De Del mal el menos, 1952:
MONTE "EL BRUSCO"
El campo de los muertos tiene sabor a esteras
visto desde la torre del crepúsculo ciego.
Aquí por estas tierras donde estaba mi padre
hoy navegan los astros por la mar solitaria,
hoy se pudren los astros con sus dientes comidos
por los raros insectos que apalabran recuerdos,
las minúsculas casas, la ladera del monte,
los cencerros dormidos de la vaca que muge,
y -a lo lejos, el blanco resplandor de los barcos
y el constante sonido de las olas rompiéndose
y el canto de los grillos que por la noche cantan.
(No se pudren las manos que trabajan la tierra
tan malamente repartida,
pero brota el cansancio de los cuerpos que sufren:
son los hijos que heredan las costumbres estúpidas
de conducir ganados o birlarle a las aguas
bobalicones peces -los selectos crustáceos
que comerá la gente de dinero.)
Del maizal y la torre, de los niños que juegan,
de Santoña debajo contemplada distante,
de los perros que ladran,
del reflujo del agua que la playa vacía
y el anciano que muere raramente algún año,
puedo hablar mientras miro la tormenta que viene,
mientras llega el quejido de la mala cosecha
y se cortan los pastos que las bestias se comen.
Puedo hablar de estos aires que vinculan un poco,
de esta roca remisa que las olas envuelven,
y esta ermita deshecha que tenía su santo,
y esas gentes que son de la familia,
que se llaman Carriedo -como yo, y no lo dicen,
que se callan a todo porque nunca leyeron.
Puedo hablar del antiguo cementerio olvidado
que a mi abuelo contiene.
Puedo hablar del olor de la costa,
del olor de los pinos,
del olor del establo yo hablo,
del olor de la higuera,
del olor de la leña que se arranca en el monte
y el olor de los hornos que hacen pan amarillo.
En la mano yo tengo la precisa simiente
para esta triste historia que a mi padre dedico,
para este canto santo de la aldea en que estuve
sólo po unos días,
pues dispongo del árbol que más frutos soporta
y por eso navego las orillas del agua
cuando bajo del monte
que abarca la inmensa soledad habitada
por los huesos de todos los parientes que tengo.
INFORMANDO
Por la mañana vino a parar este señor,
a preguntar por usted,
a llevarse su libro,
a llevarse las cosas que había encima de la mesa
donde puso la carta escrita anoche,
donde estaba el tintero,
la pluma estilográfica, el llavero,
y donde vagos recuerdos de amigo había
y la fotografía de una mujer
que dijo servían de prueba.
Ha venido por sus pasos al patio,
entró hasta en el comedor,
se detuvo mirando los tapices,
lo registraba todo
y después ha vuelto nuevamente al despacho
donde había montones de papeles,
montones de carpetas,
montones de notas sospechosas como de negocios
(nunca me advirtió usted nada).
Más tarde ha preguntado por su madre,
la pobrecita apenas tenerse puede en pie
y ni siquiera pudo hablar.
A mí me ha dicho que si era yo algo suyo,
que cuánto tiempo hacía de una cosa
y qué visitas recibió.
Después de concluido el atestado
se han llevado el cadáver de usted en la ambulancia.
Había demasiada gente en el portal.
Daba tristeza, puede creerlo.
Yo estoy roto de llorar y no sé qué hacer.
De El pájaro de paja, 1956:
EL MANDARÍN OBSERVADOR
El mandarín en la puerta del templo,
se ríe y piensa:
"Los jóvenes no saben el idioma
en que se rezan las doscientas súplicas,
en que se dicen las palabras sabias
con que el arroz germina".
Los jóvenes que pasan por la calle
se inclinan reverentes, pero piensan:
."Este viejo ignorante desconoce
los palos de la lengua milenaria
con que el arroz se come".
El mandarín observa dócilmente
que encima del pretil están los jóvenes
señalándole a veces con el dedo.
Y piensa con el dedo en la mejilla:
"Cuando yo era del mundo y me sentaba
encima del pretil de ciertos puentes
no solía apuntar a los ancianos,
pues conocía las doscientas súplicas
con que el arroz germina".
De El corazón en un puño, 1961:
RECORDANDO A MI PADRE
Hanse significado dos medias tintas,
dols parvos esqueletos en el recuerdo
cuando ya la galerna estalla.
..........................................................Y estoy, padre mío,
preso de amor de esta orfandad sonámbula
que me consume.
Hanse decapitado con desgana mis sentimientos
por una vida, padre, que tú ni yo vivimos,
pero que forma parte de este metal impuro
que nos roba el sentido de una existencia acorde,
y nos niega el relumbre de una lluvia cayendo
por cada iniciativa rota estúpidamente,
y nos niega la suave palabra inmaculada
que hubiéramos podido salvar de la odisea.
Este sutil impulso
es el que crece a mi pesar.
Desconozco el paisaje.
......................................Pero conservo
de todo así, no obstante, como un recuerdo vago
de luciérnagas, barcos, naves, formas,
rocas. algas, semillas, montes, pinos,
establos, valles, granos de maíz,
estiércol, vacas, perros y, en la playa, abrasando,
la arena sempiterna de aquel camino, padre.
Estoy aquí y es bueno
sentirse un poco roto
con el peso a la espalda de tantos sinsabores
y en la chaqueta el polvo amarillo del ayer.
Todos fuidteis huyendo
con la trémula mano vacía de placeres
y el corazón marchito chorreando miseria.
Todos fuisteis muriendo
con las últimas nieves que de los montes bajan
hechas torrente vivo
derechas a ese plano pertinaz en que lucen
cientos y cientos de apagadas voces
derretidas en blanco amor.
..............................................Y es sólo
lo por mí presentido, padre, desde
cualquiera de estos montes, desde
cualquiera de estas playas, desde
los fondos tétricos de mi agonía.
Sin embargo, a la luz de una palmera,
sobre la más reacia de las rocas,
próxima a tu recinto,
crece una rosa roja hace algún tiempo,
crecde desde pequeña, crece
desde que suena la descarga y se hace
un silencio terrible.
...............................Entonces,
cuando el olor a cólico y a leche
mezclado con el humo de la pólvora,
crece seria y gentil amargamente
como crece el maizal o como crecen
los chotos recentales entre yodos
y el salobre sabor de la marea.
No lo mejora nadie. Nunca el cuadro
tan limpio de color, nunca las formas
tan sobriamente repartidas.
Nunca tan esotérico el sonido,
tan diáfano a la vez, y nunca el tiempo
discurrió tan de prisa por nosotros.
Aquí la fiesta rústica, el sencillo
coloquiar infantil y la tarea
brutal y masculina, agotadora.
Allí, a mi vez, el diapasón escuálido,
la propia insensatez, lo sin remedio,
la timidez, el amargar y, siempre,
la soledad por el asfalto
donde miles de seres se entrecruzan.
¡Qué horrible es llegar tarde,
padre, y cómo se paga!
Me dijiste una vez que hay quien no reza
porque ha rezado demasiado sin que
jamás escuche nadie su bramido.
Vamos, así, del brazo de las sombras,
solitarios y lívidos.
................................Es triste,
pero al sonar de la campana vienen
las gentes a su puesto. Está la aldea
destellante de azul y verde mágico
resta para volar. Sobre la torre
cruza, rauda, una gaviota. Yo la miro
melancólicamente y me estremezco
pensando que ha cambiado todo mucho
desde que el mar jugaba con nosotros.
TEORÍA DE LA CONSTRUCCIÓN
Siento y me crezco y me recrezco oyendo
gemir la grúa, el compresor, la hormigonera
dentro de mí. Venía
tu material, oh pueblo, a punto.
Se levantaba el edificio
—jácenas y pilares, riostras y bovedillas—.
Iba creciendo la estructura,
los paramentos de ladrillo visto,
los enlucidos de tu yeso negro,
las manos empeñadas y rendidas
a vuestros materiales sometidos.
Yo me crecía al ver a las cuadrillas
los cercos recibir. Los oficiales
alicataban la pared. Yo hacía
como que no veía, pero abría
tu primer saco de cemento
y, oh pueblo, ¿para qué?
Contemplando me paso ese trajín
de los camiones que descargan áridos,
oigo también las cantos digitales
de las manos partidas y entregadas.
a vuestros materiales sometidos.
Más tarde —lo recuerdo— iba en aumento
la popular indignación. Tenemos
de común las baldosas, el forjado,
los tubos de la luz, la cal, la noble
carpintería de taller, quién sabe,
pero, pueblo, quién sabe la herramienta
que habrá que manejar. Si gimo,
si tú gimes, si él tiembla, si gemimos,
si vosotros gemís y si ellos tiemblan,
tarde o temprano habrá que abrir las puertas
a vuestros materiales sometidos.
Siento y me crezco y me recrezco oyendo
chirriar la grúa, el compresor, la hormigonera
dentro de mí. Y está,
tu voluntad, oh pueblo, apunto.
y el edificio crece
—jácenas y pilares, riostras y bovedillas—,
crece pausadamente, pero crece
e inevitablemente irá creciendo
hasta adquirir la forma de la estrella
que ha de prestarles dimensión fecunda
a vuestros materiales sometidos.
TEORÍA DEL MIEDO
No estoy seguro, no lo puedo estar,
no hay quien esté seguro.
Todos miran en derredor
cuando hablan, cuando susurran, cuando piensan,
todos miran hacia la puerta cuando entra alguien,
todos sonríen, todos desconfían, todos se echan a temblar.
Todos, más o menos, piden compasión,
perdón, piden clemencia para su delito
de respirar,
de transitar por la calle,
de comer pan todavía,
de existir en 1961.
No hay quien aquí, en esta sala,
en este solar mismo, lugar, patria de ahora,
pueda dormir tranquilamente
sin cerrar previamente la ventana,
sin mirar por detrás de los armarios,
sin darle doble vuelta a la llave del corazón.
No hay quien serenamente pueda comer
sin miedo a ser interrumpido,
cuando hacia la primera cucharada
no es del todo imposible que suene el timbre,
que entren después dos hombres preguntando
por el cabeza de familia,
que se lo lleven a la calle
mientras los hijos miran con los ojos atónitos,
mientras la madre les explica
que nada ocurre, que un momento se ausenta
papá con los amigos
para hacer algo urgente.
Pero papá no vuelve nunca
o cuando vuelve, vuelve con los ojos enfermos,
vuelve cansado de llorar,
pálido y en cuclillas como un simio asustado.
Vuelve con las piernas dobladas,
con las costillas astilladas, los dientes deteriorados
y en la boca una mueca maquinal y sangrante.
Vuelve hablando de un tiempo que la gramática no recuerda,
pasado-presente-futuro anterior,
tiempo que pertenece a un ayer todavía vigente,
que pertenece a un presente que se dilata aún.
Vuelve para arrastrarse
ese hombre que soy yo, o eres tú, o aquel otro
que amorosamente cuidaba los libros,
que hacía carreteras
y echaba de comer a sus caracoles.
Por eso tiembla hoy la Humanidad
cuando habla, cuando escuchan, cuando suena un teléfono,
cuando alguien te pregunta por la hora,
cuando hay quien se coloca cerca de ti en la calle
y es del todo imposible justificar la vida.
De Política agraria, 1963:
EL MUNDO ESTÁ CAMBIANDO
Hay que volver los ojos a la tierra
-me dijo padre- los ojos a la madre olvidada
al pan y su raíz
al surco y la distancia
que volver la mirada al azadón
los ojos que volver -me dijo padre- la mirada
a tu maíz y mi gavilladora,
a la alubia de Juan, de Pedro a la patata
a los garbanzos de Castilla
de Levante al arroz y la naranja
a la madera de estos montes
a la aceituna del Sur, a la uva de La Mancha
los ojos que volver -me dijo padre-
al fruto entero de la madre patria
un paso al frente los que tengan
conciencia, los que aún ganas
tienen de estar y los que aún
cantan por la mañana
canciones conocidas
los que aún cantan
-me dijo padre- sin que les tiemble el pulso
lo que la vida en esperanza canta.
Hay que volver a dar un paso al frente
del trabajo, que volver la mirada
al filo de la hoz -me dijo padre-
para segar el heno y cortar la cizaña
los ojos que volver
a la honesta postura donde el hombre se iguala
-me dijo padre- los ojos a la luz
allí donde el aire y el agua clara
bañan la piel y el músculo, mecen el pensamiento
del campesino que trabaja.
El mundo está cambiando -me dijo padre-
hay que volver la página.
NO LO DICEN TODO
Las flores no lo dicen todo,
sólo una parte
de la vida.
Las flores y el cantar del jilguero
cuando del sol se cubre la campaña
un poco sólo dicen,
un aspecto quizás
de cuanto forma parte de la vida
bajo los árboles, a orillas de los ríos,
junto a la amapola adulta,
junto al can y al gañán
que extasiados contemplan
el horizonte del atardecer.
Y el bravo mar y la montaña brava,
tan verde aquella y tan azul el otro,
tampoco dicen
sino sólo una pizca
de cuanto forma de la vida parte.
Ni el rumor de las olas,
ni la esquila de los terneros,
ni la fruta silvestre,
ni el aguijón de las abejas,
ni el color de las rosas al chocar
dicen más que una poca
parte de la existencia de los hombres.
Porque las flores son
la dulce mueca del placer y el sueño.
Y el cetro de los reyes
la realidad que aún ronda por las esquinas.
De Los lados del cubo, 1973:
LOS OBJETOS DE ESPAÑA
(Manolo Millares)
¿Dónde concluye la chaqueta en lo negro,
la camisa en lo blanco,
en lo blanco la esperanza de vida,
en lo negro los trozos de zapato?
¿Dónde en lo negro los pañuelos viudos
pardos de tanto llanto?
¿Dónde comienza la mancha
roja en el blanco?
¿Dónde en el negro el trozo de cañón
de fusil disparado?
¿Dónde comienza tanta muerte,
dón de el sudor evaporado
(aquel sudor del miedo,
y antes el del sudario)
en los pliegues incontrolables, tiesos
del trapo?
¿Dónde las fantasmales
siluetas de los trágicos
amaneceres
de aquellos camposantos?
¿Quién recogió esos restos
-datos humanos?
¿Quién -Greco, Zurbarán,
Ribera, Goya, acaso
Millares- perpetuó
tanto pingajo?
Este es tu verdadero funeral
de luto anticipado.
La mano (que amasaba
los materiales plásticos),
como la historia trágica
del pueblo siniestrado,
es ya también historia
perpetua en el cuadro.
De Nuevo compuesto descompuesto viejo, 1980:
CASTILLA
Casta astilla
amor de arcilla
Llana dura
honda y dura
Castilla
Si hembra
Si cosecha
Mar de arcilla
casta astilla
Honda y dura
llana y dura
Amor de arcilla
siembra
Si siega dura
cosa hecha
ASÍ DE SENCILLO
Madre, si ves ese pájaro
que observa en la rama
teme, madre, por mí
Si no me quita ojo
(el pájaro)
desde su observatorio
Si, todavía más,
no frunce el ceño, parece
como si disecado
Y si, madre, ocurriera
que el pájaro callara,
algo falla en lo oscuro
Y, madre, si ese pájaro
no existe, es sólo sombra
impalpable, implacable
Entonces reza por mi alma.
Se habrá abierto la tierra
y todo, madre, de luto
PUENTE DE LOS CANÓNIGOS
SOL amarillo y frío y transparente
ilumina el castaño, en tanto el río
verde transpone los ojos del puente
tan amarillo, transparente y frío.
Llega la soledad, otoño frío,
mirando este paisaje desde el puente
bajo el que pasa suspirando el río
tan amarillo y frío y transparente.
Y es todo el pensamiento transparente
como lo es el silencio de ese río
que pasa suspirando bajo el puente
que se estremece con el paso frío.
Se ilumina el castaño con el frío
que ahora transpone los ojos del puente
y caen tristes las hojas en el río
en que el alma se ahoga, transparente.
De Lembranças e deslembranças, 1988:
LUCHA DE CLASES
A Antonio Ramos Rosa
Un niño al entrar en la panadería
solloza y dice: ¿cuál es mi pan?
El panadero que escucha dice que el pan
no es para los niños que sollozan.
Un panadero al salir de la panadería
sontíe y dice: son cosas de niños.
El pan no existe, solamente hierve
en la quimera de ellos, que sollozan.
EN BLANCO
El mejor
poema
es aquél
que está
escrito
sobre una página
en blanco
y no se lee
de un golpe
pero queda
eternamente
en la memoria
para siempre afligida
y esperanzada
del corazón
del poeta.
TRAYECTO
A José Antonio Llardent
Como un perro que pasara por la puerta de tu casa
Como una casa antigua llena de olores viejos
Como los olores de las flores olvidadas en el campo
Como un campo encubierto dentro de una pared
Como aquella pared sin ventanas del sueño
Como el sueño terrible exento de palabras
Como las palabras dichas en una noche de Junio
Como una noche llena de oscura crueldad
Como incluso la terca crueldad de los niños
Como los niños locos jugando en la arena
Como la arena menuda de las playas remotas
Como las playas sin nombre en los litorales felices
Como esos litorales perdidos en la distancia
Como la distancia que hay de un corazón a otro
Como el jadeo culpable del corazón de un pérfido
Como el pérfido brillo del filo de un cuchillo
Como el cuchillo de las gentes que viven en los mataderos
Como los mataderos a donde van a morir las vaquitas
Como aquellas vaquitas blanquinegras de las llanuras
Como las llanuras tan verdes de nuestra vieja infancia
Como la infancia perpetua de una almeja loca
Como la almeja que llega del verdeazul de la mar (y en el lecho conviértese en mujer)
Como la mujer que pretende hacer basura de un hombre
Como un hombre que fuera hijo de pez y perro
Como un perro que pasara por la puerta de tu casa
UN CUADRO DE PINTOR
"Estatuas, estatuas. Cuerpos metidos
en gestos parados."
HERBERTO HELDER
El amarillo del futuro
¡Es el rojo del pasado?
Las crines azules del caballo,
¿se van a detener ante el muro?
Pero el caballo es el esqueleto
vacuo, sin párpados ni tripas;
es puro espíritu aplazado
el verde pensamiento del caballero.
Caballero y caballo son una
misma persona caminando,
lentamente, mirando hacia la sala,
donde aguarda la respuesta de la muerte.
Caballo verde de paso medido
y cabal, con su centauro encima,
en una misma simbiosis igualitaria
completamente personal.
Caballero decidido o conformado
a no sé qué inciertos destinos,
decidido a los encuentros súbitos
o resignado a la voluntad suprema.
Caballo que tiene más de humano
que todos los hombres conocidos,
que siente próximo el final
sin concesiones a los gestos teatrales.
En tanto el caballero es el esqueleto
imperturbable de los libros indúes,
pero con la elegancia inglesa
de los que vienen de correr el Derby.
Y el caballo recorre la historia
de los nobles de palacio y de castillo,
donde en vano la mirada se extiende
siempre de frente a inacabables prados.
El amarillo terror del misterio
¿se funde todavía con el rojo?
La larga cola azuldel caballo,
¿va a regresar o no a lo eterno?
Caballero y caballo unidos han quedado
en una estereotipada fotografía
de rojo-amarillo-azul-verde,
más el blanco cegador de la máscara.
De El libro de las premoniciones, 1990:
MARÉ DE AUTONO*
Del sol pálido hora
cubriendo amarillas
hojas los caminos
ahora viene otoño.
Del sol hojas pálidas
caminos abriendo
otoño amarillo
triste viene ahora.
Del sol recubriendo
los amarillos pálidos
de las hojas viene
galopando el mar.
San Sebastián de los Reyes,
27 de noviembre, 1980
* En gallego: "marea de otoño".
OTRO DÍA MÁS
Nada como la sed para el olvido
ni para el recuerdo la saciedad.
Mitigarán el mármol lunas llenas
con su fulgor de plata rebajada.
Crecieron vientos, musgos, amarillos,
líquenes entre hiedras frescas, huérfanas.
Cantos para ese olvido pertinaz
que para siempre habita la memoria.
En el alma una estrella intransitada
vivir pretende aún, y se derrama
llena de amor y vida, con sus alas
hacia los cuuatro puntos cardinales.
Pero es en vano el fulcro del deseo
como s vano el curso dl r´sc
qe se muere de sed pasado el límite
víctima de su propia saciedad.
Amanecer es todo como ayer,
nada tan semejante como el gesto
del hastío ante el espejo al afeitarse.
Nada tan muerto como la marea.
EL FIN
Imagen clara con la noche oscura
por donde yo navego, el alma rota.
Oh, tú, playa de amor verde y remota
adonde fue a parar mi singladura.
Llanto tenza al fin de esta aventura
cuando por ti mi corazón explota.
Algo que no es del mar por el mar flota
y en sus aguas disuelve esta amargura.
Pruebo a vivir después de tanto duelo
como tu desamor me ha producido
y herido imploro todvía al cielo.
Pero vuelve tu voz hasta mi oído,
y con la noche oscura me desvelo
soñando que aún estás, que no te has ido.
CRONOS
Transcurrió el tiempo, etapa, pasó la edad,
la hora, la era, el tiempo indefinido,
parió el tiempo desánimo, pasado, olvido,
nostalgias y tristezas, llanto parió la edad.
Toda esperanza joven fulminó la edad,
todo afán de esperar mató el olvido,
pasó la era, la hora, eltiempo indefinido,
todo al fin fue arrastrado por la edad.
La edad del hombre, el tiempo transcurrido,
la sed nunca saciada, y esa heredad
rota en dos, y aquel objeto perseguido.
Todo fue como estúpida orfandad,
como hiel, como báculo extinguido
todo al fin fue recuerdo de la edad.
GABINO-ALEJANDRO CARRIEDO, Poesía interrumpida, Huerga y Fierro, 2006.
Última edición por Pedro Casas Serra el Lun 02 Sep 2024, 04:14, editado 1 vez
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