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Ángela Figuera Aymerich (Bilbao, 30 de octubre de 1902 - Madrid, 2 de abril de 1984) fue una escritora española, representante de la denominada poesía desarraigada de la Primera Generación de Postguerra española.
Biografía
Nació en Bilbao siendo la hija primogénita de la valenciana Amelia Aymerich y de Jesús Ángel Figuera. Estudió en el colegio del Sagrado Corazón y obtuvo el título de Bachiller en 1924 en el Instituto Provincial. En 1925 inició estudios de Filosofía y Letras como alumna libre, examinándose en Valladolid y concluyéndola en Madrid. Acabados sus estudios trabajó en una empresa de importación italiana, Aceros Poldi, y en 1931, en el colegio privado Decroly de Madrid y un años después en el colegio Montessori. En 1933 ganó la cátedra de Lengua y Literatura para Institutos de Segunda Enseñanza, y se casó con el ingeniero Julio Figuera. Fue destinada al Instituto de Educación Secundaria de Huelva, ciudad donde su primer hijo murió al nacer. Regresó a Madrid, donde residía al estallar la guerra civil española. Su marido, de ideología socialista, se alistó en el ejército republicano. El 30 de diciembre de 1936 nació su hijo Juan Ramón en medio de un bombardeo ("con salvas, como los reyes", escribirá). En febrero de 1937 Ángela y su familia fueron evacuados a Valencia donde fue destinada al Instituto de Alcoy, y más tarde en el de Murcia. Al finalizar la guerra fue represaliada. Volvieron a Madrid y durante un tiempo, ella y su hijo, se marcharon a Soria.
En 1948, publicó Mujer de barro, y un año después Soria pura. Se trata de una poesía simbolista que dejó paso a lo que ella llamaría "etapa preocupada", que comenzó con la publicación de su tercer libro, Vencida por el ángel, y duró dos décadas. En esta etapa, la escritora conecta con la miseria extrema, el hambre y la desolación en que los vencedores habían sumido a los vencidos. Mujer de barro y Soria pura había tenido problemas con la censura por su sensualidad y velado erotismo.
En 1952 empezó a trabajar en la Biblioteca Nacional de Madrid, y en 1954 se incorporó al servicio de “bibliobuses” que se ocupaba de llevar libros a la periferia de Madrid. Escribió El grito inútil, ganador del premio Ifach y en 1953 publicó las obras Víspera de la vida y Los días duros.
En 1957 recibió una beca para estudiar en París y conoció a Pablo Neruda, que le entregó una carta dirigida a los poetas españoles en la que reclamaba una "universalización del canto poético". Publicó, para eludir la censura, en 1958 en México Belleza cruel, con prólogo de León Felipe, con el que obtuvo el premio de poesía Nueva España concedido por la unión de Intelectuales Españoles de México.
En 1961 se reunió con su esposo en Avilés, donde Julio Figuera había logrado un puesto como ingeniero de la empresa Ensidesa. Ese año se publicó en Caracas su Primera antología. Al año siguiente, publicó Toco la tierra. Letanias, tras el cual se fue alejando de la poesía. En 1966 visitó la Unión Soviética y en 1969 México, invitada por el librero exiliado Alfredo Gracia. Tras la jubilación de su esposo, en 1971, el matrimonio se trasladó de nuevo a Madrid, sin llegar a integrarse en el mundillo literario y manteniéndose crítica con el proceso de la llamada transición política.
En 1979, presentó el libro, dirigido a los niños, Cuentos tontos para niños listos. Tras varios meses de enfermedad, murió el 2 de abril de 1984. Sus Obras completas fueron publicadas en 1986.
Estilo
Aunque en sus comienzos se percibe el influjo de Antonio Machado y el intimismo de Juan Ramón Jiménez, en su apego a lo cotidiano y paisajístico; pronto tomó relieve en su obra una visión del mundo más comprometida. Desarrolló su etapa de poesía social junto a escritores como Gabriel Celaya y Blas de Otero, también vascos y cuyo vínculo, más allá del ámbito poético, llevaría a Emilio Miró a denominarles "el triunvirato vasco de la poesía de posguerra".
Su lenguaje es sencillo; trata siempre de que su mensaje llegue a la gente. Su posición ideológica ha sido resumida por algún crítico como "existencialismo solidario". Recibió los elogios de Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Gabriel Aresti, Pablo Neruda, Max Aub y Carmen Conde entre otros. Sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, árabe, holandés, sueco, rumano, checo, alemán, ruso, turco y ucraniano.
Reconocimientos
En 1993 un instituto de Sestao (Vizcaya) se renombró en su recuerdo "Ángela Figuera".
Calles de Bilbao, Vitoria, San Sebastián y Madrid llevan su nombre.
El grito inútil fue ganador del premio Ifach.
( Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Ángela Figuera Aymerich:
De Mujer de barro (1948):
MUJER DE BARRO
Mujer de barro soy, mujer de barro:
pero el amor me floreció el regazo.
MUJER
¡Cuán vanamente, cuán ligeramente
me llamaron poetas, flor, perfume!...
Flor, no: florezco. Exhalo sin mudarme.
Me entregan la simiente: doy el fruto.
El agua corre en mí: no soy el agua.
Árboles de la orilla: dulcemente
los acojo y reflejo: no soy árbol.
Ave que vuela, no: seguro nido.
Cauce propicio, cálido camino
para el fluir eterno de la especie.
CARNE DE MI AMANTE
Mármol oscuro y caliente
tallado en músculo y fibra.
Carne de mi amante, carne
viril y prieta de mi vida.
Suave y blanda entre mis dedos;
fuego bajo la caricia.
Dulce y sabrosa a mis labios
como una fruta mordida...
Carne de mi amante, carne
tan mía como la mía.
TIERRA
Tendida, vientre a vientre, con la tierra
-humedecida y blanda;
abierta a la semilla, a los viriles
rayos del sol- pegué mi boca cálida
a sus mullidas sienes: "Yo también,
yo también paro, hermana"
"Tú y yo, cauce profundo de la vida.
Tierra las dos... "¡Hermana, hermana, hermana!..."
MIRANDO A MI NIÑO, RUBIO
Playa en azul y oro no estrenada
por vientres de cetáceos ni por quillas.
Brisa de aurora fresca entre las conchas,
nácar al sol, de la primera carne.
¡Cómo se bañan mis pupilas, secas,
en el vaivén soñado de tu orilla!
NANA DEL NIÑO GOLOSO
Arroró, mi niño,
que la noche llega.
Arroró, mi niño,
con su capa negra.
Si te duermes pronto,
todas las estrellas,
dulces caramelos
de limón y menta.
¡Oh, que gran merengue
de lunita llena!
CORRE QUE TE PILLO
¡Corre que te corre!
¡A correr, mi niño,
sobre la hierba verde
y el tomillo!
¡A correr, que el viento
peinará tus rizos
y las mariposas
bailarán contigo!
¡Corre que te corre!
¡corre que te pillo!
Se cansó mamita:
corre tú solito.
BRUJA
Negros mares de la noche
donde navega la cuna...
"-Madre, ¿si yo me asomara
a ese tragaluz de luna?..."
"-¡Hijo, no te asomes, hijo!
¡Mira que allí está la bruja!"
"-Madre... ¡Si yo quiero verla
para saber si me asusta!..."
VIENTO
"¡Cómo suena el viento, hijo!
¡Hijo, cómo suena el viento!
Como correas restallan
sus desatados cabellos...
Duérmete bien tapadito.
No lo escuches, que da miedo...
Cerraremos las ventanas,
avivaremos el fuego..."
"-Madre, déjame salir:
Yo encadenaré a ese viento.
Haré trenza de sus crines
para mi látigo nuevo."
EL FRUTO REDONDO
Sí, también yo quisiera ser palabra desnuda.
Ser un ala sin plumas en un cielo sin aire.
Ser un oro sin peso, un soñar sin raíces,
un sonido sin nadie...
Pero mis versos nacen redondos como frutos,
envueltos en la pulpa caliente de mi carne.
DECIRLO
He de decirlo, he de decirlo...
Aunque yo no quisiera, he de decirlo.
He de decir las alas en el viento.
He de decir las aguas en el río.
Y el verdor de las hojas y el azul de los cielos
y el de los ojos de mi niño.
He de decir los besos de mi amante
y la sonrisa y el suspiro...
He de decirlo todo, dulcemente,
aunque nadie me escuche, he de decirlo.
CANCIÓN
La rama de almendro, de almendro florido,
córtala, amante,
y vente conmigo…
Amante, amantito, amante,
volvamos hoy donde ayer
que ayer perdí mi pañuelo
y he de encontrarlo otra vez.
A la orillita del río,
debajo de los almendros,
mi pañuelito bordado
que sabe cómo te quiero…
La rama de almendro, de almendro florido,
córtala, amante,
y vente conmigo..
Vente que vente conmigo
donde estuvimos ayer
que ayer me robaste un beso
y me lo has de devolver…
A la orillita del río,
debajo de los almendros,
el beso que me robaste
que me lo devuelvas quiero.
La rama de almendro, de almendro florido,
córtala, amante,
y vente conmigo…
ALUMBRAMIENTO
Es sencillo, sencillo...
Es tan terriblemente
natural y sencillo
como parir... El poema
sazón ase como un hijo
en los profundos adentros...
De pronto, un día, sentimos
que nos desgarra la entraña...
Luego un descanso infinito.
ALMENDRO
El cielo está azul de cielo,
y el almendro rosa y blanco
y blanco y malva. Cristales
de aire puro en el espacio...
¡Ser abeja, ser abeja
sobre las flores del almendro intacto!
De Soria pura (1949):
COLINA
Ola cuajada en la piedra
con espuma de romero,
hasta tu desnuda cima
me has levantado sin vuelo.
Sobre tu lomo clavada
—mástil sin vela en el viento—
de un horizonte redondo
soy matemático centro.
Ocres, amarillos, verdes,
me enredan los pensamientos...
—pinos, tierra; tierra, pinos;
Duero, chopos; chopos, Duero—.
El aire me hace sorber
tragos de frío silencio.
El péndulo de la tarde
me bate lento en el pecho.
El grito de un ave avanza,
hélice de agudo acero:
manos y boca me sangran
sólo de intentar cogerlo.
TARDE
Suave, pausada, tierna, transparente,
como un cristal flexible, dulce el tacto.
El sol es un redondo albaricoque
limpio y maduro, con sabor y zumo,
sobre la porcelana de la tarde.
¡Qué rostro delicado de Narciso
inclina el cielo sobre el agua lenta!
Esas menudas nubecillas tienen
mejillas sonrosadas, como niños.
Plata sin brillo y verde sin violencia
las vacilantes hojas de los álamos.
Frente al medido vuelo de las aves,
mi vida se remansa: que no sufra
el pecho inmóvil de la tierra blanda
bajo mis pasos; que mis manos, quietas,
no pongan roces en el aire tibio;
que no rayen mis ojos
ese pulido esmalte de las cosas.
Respiraré el aliento de la tarde,
sola, sin voz: que acaso las palabras
lastimen el purísimo silencio.
RÍO Y ORILLA
EL Duero pasa y se lleva
trozos del cielo de agosto
como jirones de seda...
¿En dónde está la verdad?
¿En el río
huidizo,
siempre movible y distinto?
¿En la orilla
que lo mira,
siempre quieta y la misma?...
¿En dónde está la verdad?
¿En la tierra
que se queda,
o en el agua
que se va?
Alamillos plateados
de la ribera del Duero
ya, fijos, en mi recuerdo.
ANHELO DE RÍO
El río tenía peces
—oro y plata en sus meandros—,
El río tenía peces,
pero él amaba los pájaros.
Ojos de sus aguas verdes,
siempre mirando a lo alto.
¡Qué envidia siente del aire
cosido de vuelos raudos,
acribillado de picos,
estremecido de cantos!
El río tenía peces…
Pero él deseaba pájaros.
NADANDO
¡Cómo me abrazaba el río!
¡Ay, y cómo me abrazaba!
¡Qué beso total y único
con labios frescos de agua!
SIESTA
Entre un álamo y un pino
mi hamaca se balancea.
Hojitas de verdeplata
bailan sobre mi cabeza;
hojitas de verdeoscuro
el verde las contonea.
Dulce pereza me llueve
del sol que las atraviesa.
Los juncos de celuloide
montan su guardia en la arena.
El Duero moja las cañas
y se abanica con ellas.
El río pasa y se va:
mi barca se queda en tierra.
Llenos de verdes y azules,
mis ojos
se cierran.
CAÑAVERAL
Entre las cañas tendida;
sola y perdida en las cañas...
¿Quién me cerraba los ojos,
que, solos, se me cerraban?
¿Quién me sorbía en los labios
zumo de miel sin palabras?
¿Quién me derribó y me tuvo
sola y perdida en las cañas?
¿Quién me apuñaló con besos
el ave de la garganta?
¿Quién me estremeció los senos
con tacto de tierra y ascua?
¿Qué toro embistió en el ruedo
de mi cintura cerrada?
¿Quién me esponjó las caderas
con levadura de ansias?
¿Qué piedra de eternidad
me hincaron en las entrañas?
¿Quién me desató la sangre
que así se me derramaba?
…Aquella tarde de Julio,
sola y perdida en las cañas.
VIENTO DE AGOSTO
Al agua, no: me voy al viento, al viento
jinete sin color de los caminos
en esta noche densa del verano.
Tacto caliente, labios pegadizos,
espesos de perfumes y sabores
porque durmió, de día, en los tomillos,
y despeinó las cañas,
y se arrolló en el talle de los lirios;
ciñó, redondo, las redondas frutas,
y acarició en las vides los racimos,
y el flanco sudoroso de las bestias
en las eras del trigo...
Quiero sentir sus manos apretadas
en mis cinco sentidos.
NACIMIENTO
Sobre la arena mi cuerpo
junto a tu cuerpo tendido.
Como navajas cerradas
guardan mis ojos su filo.
En mis mojados cabellos
un aire fresco prendido.
Mi carne no es carne, que es
cochura de trigo limpio.
Flores sacadas del agua
mis labios resbaladizos.
Bésame ahora, que estoy
reciennacida del río.
ANTONIO MACHADO
I
Me fui con tu libro allí
y luego no hacía falta:
todos tus versos, Antonio,
el Duero me los cantaba.
Siempre los canta.
II
Yo estaba quieta, contemplando el río,
el Duero, turbio y raudo
por las pasadas lluvias,
donde bogaban juncos desgajados...
Miraba, bajo un cielo desteñido,
el dulce cabeceo de los álamos,
los pinos rechinantes de chicharras,
las flores amarillas de los cardos
con un temblor de mariposas blancas.
En el sereno ambiente, un son lejano
de trémulas esquilas... Quedamente
tu Sombra vino y se sentó a mi lado.
Ángela Figuera Aymerich (Bilbao, 30 de octubre de 1902 - Madrid, 2 de abril de 1984) fue una escritora española, representante de la denominada poesía desarraigada de la Primera Generación de Postguerra española.
Biografía
Nació en Bilbao siendo la hija primogénita de la valenciana Amelia Aymerich y de Jesús Ángel Figuera. Estudió en el colegio del Sagrado Corazón y obtuvo el título de Bachiller en 1924 en el Instituto Provincial. En 1925 inició estudios de Filosofía y Letras como alumna libre, examinándose en Valladolid y concluyéndola en Madrid. Acabados sus estudios trabajó en una empresa de importación italiana, Aceros Poldi, y en 1931, en el colegio privado Decroly de Madrid y un años después en el colegio Montessori. En 1933 ganó la cátedra de Lengua y Literatura para Institutos de Segunda Enseñanza, y se casó con el ingeniero Julio Figuera. Fue destinada al Instituto de Educación Secundaria de Huelva, ciudad donde su primer hijo murió al nacer. Regresó a Madrid, donde residía al estallar la guerra civil española. Su marido, de ideología socialista, se alistó en el ejército republicano. El 30 de diciembre de 1936 nació su hijo Juan Ramón en medio de un bombardeo ("con salvas, como los reyes", escribirá). En febrero de 1937 Ángela y su familia fueron evacuados a Valencia donde fue destinada al Instituto de Alcoy, y más tarde en el de Murcia. Al finalizar la guerra fue represaliada. Volvieron a Madrid y durante un tiempo, ella y su hijo, se marcharon a Soria.
En 1948, publicó Mujer de barro, y un año después Soria pura. Se trata de una poesía simbolista que dejó paso a lo que ella llamaría "etapa preocupada", que comenzó con la publicación de su tercer libro, Vencida por el ángel, y duró dos décadas. En esta etapa, la escritora conecta con la miseria extrema, el hambre y la desolación en que los vencedores habían sumido a los vencidos. Mujer de barro y Soria pura había tenido problemas con la censura por su sensualidad y velado erotismo.
En 1952 empezó a trabajar en la Biblioteca Nacional de Madrid, y en 1954 se incorporó al servicio de “bibliobuses” que se ocupaba de llevar libros a la periferia de Madrid. Escribió El grito inútil, ganador del premio Ifach y en 1953 publicó las obras Víspera de la vida y Los días duros.
En 1957 recibió una beca para estudiar en París y conoció a Pablo Neruda, que le entregó una carta dirigida a los poetas españoles en la que reclamaba una "universalización del canto poético". Publicó, para eludir la censura, en 1958 en México Belleza cruel, con prólogo de León Felipe, con el que obtuvo el premio de poesía Nueva España concedido por la unión de Intelectuales Españoles de México.
En 1961 se reunió con su esposo en Avilés, donde Julio Figuera había logrado un puesto como ingeniero de la empresa Ensidesa. Ese año se publicó en Caracas su Primera antología. Al año siguiente, publicó Toco la tierra. Letanias, tras el cual se fue alejando de la poesía. En 1966 visitó la Unión Soviética y en 1969 México, invitada por el librero exiliado Alfredo Gracia. Tras la jubilación de su esposo, en 1971, el matrimonio se trasladó de nuevo a Madrid, sin llegar a integrarse en el mundillo literario y manteniéndose crítica con el proceso de la llamada transición política.
En 1979, presentó el libro, dirigido a los niños, Cuentos tontos para niños listos. Tras varios meses de enfermedad, murió el 2 de abril de 1984. Sus Obras completas fueron publicadas en 1986.
Estilo
Aunque en sus comienzos se percibe el influjo de Antonio Machado y el intimismo de Juan Ramón Jiménez, en su apego a lo cotidiano y paisajístico; pronto tomó relieve en su obra una visión del mundo más comprometida. Desarrolló su etapa de poesía social junto a escritores como Gabriel Celaya y Blas de Otero, también vascos y cuyo vínculo, más allá del ámbito poético, llevaría a Emilio Miró a denominarles "el triunvirato vasco de la poesía de posguerra".
Su lenguaje es sencillo; trata siempre de que su mensaje llegue a la gente. Su posición ideológica ha sido resumida por algún crítico como "existencialismo solidario". Recibió los elogios de Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Gabriel Aresti, Pablo Neruda, Max Aub y Carmen Conde entre otros. Sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, árabe, holandés, sueco, rumano, checo, alemán, ruso, turco y ucraniano.
Reconocimientos
En 1993 un instituto de Sestao (Vizcaya) se renombró en su recuerdo "Ángela Figuera".
Calles de Bilbao, Vitoria, San Sebastián y Madrid llevan su nombre.
El grito inútil fue ganador del premio Ifach.
( Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Ángela Figuera Aymerich:
De Mujer de barro (1948):
MUJER DE BARRO
Mujer de barro soy, mujer de barro:
pero el amor me floreció el regazo.
MUJER
¡Cuán vanamente, cuán ligeramente
me llamaron poetas, flor, perfume!...
Flor, no: florezco. Exhalo sin mudarme.
Me entregan la simiente: doy el fruto.
El agua corre en mí: no soy el agua.
Árboles de la orilla: dulcemente
los acojo y reflejo: no soy árbol.
Ave que vuela, no: seguro nido.
Cauce propicio, cálido camino
para el fluir eterno de la especie.
CARNE DE MI AMANTE
Mármol oscuro y caliente
tallado en músculo y fibra.
Carne de mi amante, carne
viril y prieta de mi vida.
Suave y blanda entre mis dedos;
fuego bajo la caricia.
Dulce y sabrosa a mis labios
como una fruta mordida...
Carne de mi amante, carne
tan mía como la mía.
TIERRA
Tendida, vientre a vientre, con la tierra
-humedecida y blanda;
abierta a la semilla, a los viriles
rayos del sol- pegué mi boca cálida
a sus mullidas sienes: "Yo también,
yo también paro, hermana"
"Tú y yo, cauce profundo de la vida.
Tierra las dos... "¡Hermana, hermana, hermana!..."
MIRANDO A MI NIÑO, RUBIO
Playa en azul y oro no estrenada
por vientres de cetáceos ni por quillas.
Brisa de aurora fresca entre las conchas,
nácar al sol, de la primera carne.
¡Cómo se bañan mis pupilas, secas,
en el vaivén soñado de tu orilla!
NANA DEL NIÑO GOLOSO
Arroró, mi niño,
que la noche llega.
Arroró, mi niño,
con su capa negra.
Si te duermes pronto,
todas las estrellas,
dulces caramelos
de limón y menta.
¡Oh, que gran merengue
de lunita llena!
CORRE QUE TE PILLO
¡Corre que te corre!
¡A correr, mi niño,
sobre la hierba verde
y el tomillo!
¡A correr, que el viento
peinará tus rizos
y las mariposas
bailarán contigo!
¡Corre que te corre!
¡corre que te pillo!
Se cansó mamita:
corre tú solito.
BRUJA
Negros mares de la noche
donde navega la cuna...
"-Madre, ¿si yo me asomara
a ese tragaluz de luna?..."
"-¡Hijo, no te asomes, hijo!
¡Mira que allí está la bruja!"
"-Madre... ¡Si yo quiero verla
para saber si me asusta!..."
VIENTO
"¡Cómo suena el viento, hijo!
¡Hijo, cómo suena el viento!
Como correas restallan
sus desatados cabellos...
Duérmete bien tapadito.
No lo escuches, que da miedo...
Cerraremos las ventanas,
avivaremos el fuego..."
"-Madre, déjame salir:
Yo encadenaré a ese viento.
Haré trenza de sus crines
para mi látigo nuevo."
EL FRUTO REDONDO
Sí, también yo quisiera ser palabra desnuda.
Ser un ala sin plumas en un cielo sin aire.
Ser un oro sin peso, un soñar sin raíces,
un sonido sin nadie...
Pero mis versos nacen redondos como frutos,
envueltos en la pulpa caliente de mi carne.
DECIRLO
He de decirlo, he de decirlo...
Aunque yo no quisiera, he de decirlo.
He de decir las alas en el viento.
He de decir las aguas en el río.
Y el verdor de las hojas y el azul de los cielos
y el de los ojos de mi niño.
He de decir los besos de mi amante
y la sonrisa y el suspiro...
He de decirlo todo, dulcemente,
aunque nadie me escuche, he de decirlo.
CANCIÓN
La rama de almendro, de almendro florido,
córtala, amante,
y vente conmigo…
Amante, amantito, amante,
volvamos hoy donde ayer
que ayer perdí mi pañuelo
y he de encontrarlo otra vez.
A la orillita del río,
debajo de los almendros,
mi pañuelito bordado
que sabe cómo te quiero…
La rama de almendro, de almendro florido,
córtala, amante,
y vente conmigo..
Vente que vente conmigo
donde estuvimos ayer
que ayer me robaste un beso
y me lo has de devolver…
A la orillita del río,
debajo de los almendros,
el beso que me robaste
que me lo devuelvas quiero.
La rama de almendro, de almendro florido,
córtala, amante,
y vente conmigo…
ALUMBRAMIENTO
Es sencillo, sencillo...
Es tan terriblemente
natural y sencillo
como parir... El poema
sazón ase como un hijo
en los profundos adentros...
De pronto, un día, sentimos
que nos desgarra la entraña...
Luego un descanso infinito.
ALMENDRO
El cielo está azul de cielo,
y el almendro rosa y blanco
y blanco y malva. Cristales
de aire puro en el espacio...
¡Ser abeja, ser abeja
sobre las flores del almendro intacto!
De Soria pura (1949):
COLINA
Ola cuajada en la piedra
con espuma de romero,
hasta tu desnuda cima
me has levantado sin vuelo.
Sobre tu lomo clavada
—mástil sin vela en el viento—
de un horizonte redondo
soy matemático centro.
Ocres, amarillos, verdes,
me enredan los pensamientos...
—pinos, tierra; tierra, pinos;
Duero, chopos; chopos, Duero—.
El aire me hace sorber
tragos de frío silencio.
El péndulo de la tarde
me bate lento en el pecho.
El grito de un ave avanza,
hélice de agudo acero:
manos y boca me sangran
sólo de intentar cogerlo.
TARDE
Suave, pausada, tierna, transparente,
como un cristal flexible, dulce el tacto.
El sol es un redondo albaricoque
limpio y maduro, con sabor y zumo,
sobre la porcelana de la tarde.
¡Qué rostro delicado de Narciso
inclina el cielo sobre el agua lenta!
Esas menudas nubecillas tienen
mejillas sonrosadas, como niños.
Plata sin brillo y verde sin violencia
las vacilantes hojas de los álamos.
Frente al medido vuelo de las aves,
mi vida se remansa: que no sufra
el pecho inmóvil de la tierra blanda
bajo mis pasos; que mis manos, quietas,
no pongan roces en el aire tibio;
que no rayen mis ojos
ese pulido esmalte de las cosas.
Respiraré el aliento de la tarde,
sola, sin voz: que acaso las palabras
lastimen el purísimo silencio.
RÍO Y ORILLA
EL Duero pasa y se lleva
trozos del cielo de agosto
como jirones de seda...
¿En dónde está la verdad?
¿En el río
huidizo,
siempre movible y distinto?
¿En la orilla
que lo mira,
siempre quieta y la misma?...
¿En dónde está la verdad?
¿En la tierra
que se queda,
o en el agua
que se va?
Alamillos plateados
de la ribera del Duero
ya, fijos, en mi recuerdo.
ANHELO DE RÍO
El río tenía peces
—oro y plata en sus meandros—,
El río tenía peces,
pero él amaba los pájaros.
Ojos de sus aguas verdes,
siempre mirando a lo alto.
¡Qué envidia siente del aire
cosido de vuelos raudos,
acribillado de picos,
estremecido de cantos!
El río tenía peces…
Pero él deseaba pájaros.
NADANDO
¡Cómo me abrazaba el río!
¡Ay, y cómo me abrazaba!
¡Qué beso total y único
con labios frescos de agua!
SIESTA
Entre un álamo y un pino
mi hamaca se balancea.
Hojitas de verdeplata
bailan sobre mi cabeza;
hojitas de verdeoscuro
el verde las contonea.
Dulce pereza me llueve
del sol que las atraviesa.
Los juncos de celuloide
montan su guardia en la arena.
El Duero moja las cañas
y se abanica con ellas.
El río pasa y se va:
mi barca se queda en tierra.
Llenos de verdes y azules,
mis ojos
se cierran.
CAÑAVERAL
Entre las cañas tendida;
sola y perdida en las cañas...
¿Quién me cerraba los ojos,
que, solos, se me cerraban?
¿Quién me sorbía en los labios
zumo de miel sin palabras?
¿Quién me derribó y me tuvo
sola y perdida en las cañas?
¿Quién me apuñaló con besos
el ave de la garganta?
¿Quién me estremeció los senos
con tacto de tierra y ascua?
¿Qué toro embistió en el ruedo
de mi cintura cerrada?
¿Quién me esponjó las caderas
con levadura de ansias?
¿Qué piedra de eternidad
me hincaron en las entrañas?
¿Quién me desató la sangre
que así se me derramaba?
…Aquella tarde de Julio,
sola y perdida en las cañas.
VIENTO DE AGOSTO
Al agua, no: me voy al viento, al viento
jinete sin color de los caminos
en esta noche densa del verano.
Tacto caliente, labios pegadizos,
espesos de perfumes y sabores
porque durmió, de día, en los tomillos,
y despeinó las cañas,
y se arrolló en el talle de los lirios;
ciñó, redondo, las redondas frutas,
y acarició en las vides los racimos,
y el flanco sudoroso de las bestias
en las eras del trigo...
Quiero sentir sus manos apretadas
en mis cinco sentidos.
NACIMIENTO
Sobre la arena mi cuerpo
junto a tu cuerpo tendido.
Como navajas cerradas
guardan mis ojos su filo.
En mis mojados cabellos
un aire fresco prendido.
Mi carne no es carne, que es
cochura de trigo limpio.
Flores sacadas del agua
mis labios resbaladizos.
Bésame ahora, que estoy
reciennacida del río.
ANTONIO MACHADO
I
Me fui con tu libro allí
y luego no hacía falta:
todos tus versos, Antonio,
el Duero me los cantaba.
Siempre los canta.
II
Yo estaba quieta, contemplando el río,
el Duero, turbio y raudo
por las pasadas lluvias,
donde bogaban juncos desgajados...
Miraba, bajo un cielo desteñido,
el dulce cabeceo de los álamos,
los pinos rechinantes de chicharras,
las flores amarillas de los cardos
con un temblor de mariposas blancas.
En el sereno ambiente, un son lejano
de trémulas esquilas... Quedamente
tu Sombra vino y se sentó a mi lado.
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