DE CALEIDOSCOPIOS Y FRACTALES (De la serie Ejercicios)

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La gota serena de una clepsidra transparente.
El tictac pausado de un reloj de pared.
Dos formas de medir el tránsito, el camino impuesto
por un azar ciego y cruel.
El péndulo, con forma de alma, dibujando
fractales de la esquiva realidad.
Tic-tac, iterada melodía, tiempo robado.
El suelo lleno de segundos retorcidos: triste residuo de óxido.

Una hoja ovalada,
una cara ovalada,
una gota de sangre ovalada,
una lágrima  ovalada,
la ojiva de una bala perfectamente ovalada,
una bomba nuclear  con punta ovalada.
la faz de Dios ovalada
y el basto/vasto sistema de Internet.
La tierra  estrictamente  ovalada,
sin agua, ardiendo, sin cosechas.
Un corazón sin latido, ovalada
señal, premonición, evangelio.

Un anciano fusilado
por olvidar la clave de seguridad
de la app de un banco.

Un anciano convertido
en  jugoso soylent green*.
(Y un niño que trabaja,
y una desempleada  de larga duración,
y un desposeído,
y una mujer violentada,
y un sin hogar,
y un emigrante o una refugiada...
Y otros derrubios que callamos por pudor.)

Un anciano sentado
en un banco de un parque público
echa distraído migas
de un pan industrial
a palomas sin ojos,
a pájaros sin alas,
tres sólidos mutantes metropolitanos
(mientras mira un punto indefinido
de un futuro que ya no existe).

Y yo, ¿qué soy?

Elijo el ímpetu de un torrente
de alta montaña,
el ruido ensordecedor
que provocamos al besarnos
los cantos rodados, aunque dejemos
esquirlas en el (húmedo) lecho.

Cuando veo pasar un tren
-hacia una desconocida estación-
levanto la mano para saludar/
me.Dos imágenes de mí:
la que viaja sin consentimiento,
la que queda -proyecto de ceniza-
y saluda, y gime, y aguarda.

La frente, la justa mitad de la frente,
la óptica de precisión del fusil,
el asustado soldado que apunta,
puntos certeros que conforman una línea recta
(un corazón, sin latido, ovalado).
Un general de cuatro estrellas,
un despacho de Estado Mayor,
observan con atención
el correcto alineamiento de los actores.

Una pareja de ancianos en su casa
esperan asustados,
las sirenas de los coches policía
heraldan la violencia -institucionalizada-,
la comitiva judicial, el secretario
de la comitiva judicial, los amanuenses
de la comitiva judicial
puntos  certeros que  conforman una línea recta
(un corazon, sin latido, ovalado).
Un fondo buitre observa con atención,
posado sobre un elemento urbano
-una farola, un semáforo o el mástil de una bandera-,
el correcto alineamiento  de los actores.

El primer tren, el primer chirrido de la rueda
al girar sobre el rail, la primera nube de vapor
escupida por las comisuras de la máquina era la figuración
de (un) Dios aterido de frío y de miedo.
Una imágen de madera desbastada, de mármol pulido,
de marfil labrado, de yesca seca.
Un juguete que no se toca en lo alto de la estantería.
Después aparecieron los relatos,
los cuentos, las gasas de niebla.
El humo, el acre humo enceguecedor
de las velas.

Mientras,
la vida en un túnel sin luz
y la muerte, la muerte, la insoslayable muerte.


*Referencia a la película de 1973,  Soylent Green. En español titulada Cuando el destino nos alcance.



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Siempre sentí interés por los caleidoscopios y los fractales...me parecen realmente mágicos.
Aquí hacés un abordaje muy novedoso e interesante...caen las imágenes, con sus formas y colores, y Luego, en una parte intimista muy muy lograda, te preguntás quién sos.
Y somos todos esos fragmentos de colores y formas, como si una mano mágica agitara nuestro envase.
Sos un gran escritor, querido amigo Rafael, y tus escritos no pasan nunca inadvertidos.
Besosssssssssssss desde Buenos Aires, poeta

Me apasionan los fractales...

( Creo que mi interés surge después de ver tantos fractales
a posteriori de la anestesia.)

Me subyuga este Poema.

Gracias por compartir!!

Agradezco mucho, muchísimo tu comentario, Cecilia.

Un cordial saludo,

Me alegra que te guste el poema, Amalia.

Gracias por pasar.

Saludos,

El primer tren, el primer chirrido de la rueda
al girar sobre el rail, la primera nube de vapor
escupida por las comisuras de la máquina era la figuración
de (un) Dios aterido de frío y de miedo.
Una imágen de madera desbastada, de mármol pulido,
de marfil labrado, de yesca seca.
Un juguete que no se toca en lo alto de la estantería.
Después aparecieron los relatos,
los cuentos, las gasas de niebla.
El humo, el acre humo enceguecedor
de las velas.

Me has llevado a mis nueve años en el tren de Zaragoza a Barcelona

y has fijado en mi esa foto fija de los trenes.
sencillamente hermoso y muy bien escrito Rafael. Me gusta como
escribes Rafael y te doy las gracias de poder leerte.
Abrazos