Jon Juaristi (Bilbao, 6 de marzo de 1951) es un poeta, novelista, ensayista y traductor español en euskera y castellano. Actualmente, imparte docencia universitaria en la Universidad de Alcalá.
Biografía
Nacido en Bilbao, hijo de un empresario de clase media, es el mayor de siete hermanos en el seno de una familia nacionalista vasca. Estudió en el colegio San Nicolás de Bilbao donde se creó la primera ikastola en la década de 1950 y, tras el cambio de residencia por motivos de trabajo de su padre, estudió en Gaztelueta, el primer colegio del Opus Dei en Lejona (Vizcaya). A los once años comienza a estudiar euskera por iniciativa propia, ya que en su casa no se hablaba y con trece años se separa de su familia y empieza a vivir con sus abuelos paternos.
A los dieciséis años se incorporó a una incipiente Euskadi Ta Askatasuna (ETA) por influencia de su primo, que formaba parte de un comando de ayuda a los liberados de la organización y tras leer el libro Vasconia: análisis dialéctico de una nacionalidad, de Federico Krutwig. Durante su militancia en ETA su acción más reseñable fue poner en contacto a ETA con los círculos neocarlistas enfrentados al régimen de Franco a causa de la expulsión del pretendiente Carlos Hugo de Borbón-Parma.
Fichado por la policía, abandonó su ciudad natal para estudiar Filología Románica en Sevilla, regresando posteriormente a la Universidad de Deusto donde acabaría doctorándose. En Deusto fue expulsado en 1972 "por alborotador" siendo readmitido al año siguiente. En esa época pasó algunos periodos en la cárcel por "hechos leves", y fue condenado por el Tribunal de Orden Público.
Durante su época universitaria se integró en una escisión obrerista de ETA, denominada ETA-VI Asamblea, que en 1973 se dividió en dos sectores, uno de los cuales (los mayos) se fusionaría con la trotskista Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Jon Juaristi, que pertenecía al otro sector (los minos), en 1974 optó por abandonar la militancia en la extrema izquierda, renunciando casi por completo a la actividad política. Daría comienzo entonces su actividad profesional primero como profesor de ikastola y posteriormente, en 1977, como profesor de instituto.
Ya en 1980, y desde posiciones ajenas al nacionalismo de su adolescencia, se afilió al Partido Comunista de Euskadi (PCE-EPK) en el momento en que estaba en pleno proceso de unificación con Euskadiko Ezkerra (EE), que daría lugar a un nuevo grupo socialdemócrata que rechazaba activamente la violencia. Lo abandonó en 1986, decepcionado al no pactar EE con el Partido Socialista de Euskadi (PSE) tras las elecciones autonómicas de 1986. En 1987 ingresó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), según sus propias palabras, por "imperativos éticos", habiendo declarado en sus memorias que el hecho concreto que le llevó a afiliarse fue un gesto testimonial a causa del atentado de un grupúsculo abertzale, el colectivo Mendeku, contra la Casa del Pueblo del PSOE de Portugalete, en la que murieron abrasados dos militantes socialistas.
Posee la Medalla al Mérito Constitucional y la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio. Actualmente reside en Alcobendas, Madrid.
Evolución política
Juaristi ha explicado a menudo su evolución política como un proceso paralelo al de otros componentes de su generación:
"Mi evolución la pronostiqué en su día y es similar a la de otros muchos de mi generación. Gente que fue nacionalista por su tradición familiar, que estuvo en ETA en los años 60, en los 70 en la extrema izquierda, en los 80 fue socialdemócrata y, después, derivamos a un liberalismo convencional. Soy una persona conservadora, pero no de una derecha extrema, y no volveré a militar en ningún otro partido político. Contra eso ya estoy inmunizado".
Su firme toma de postura frente al terrorismo y el apoyo a las víctimas de ETA le llevó a implicarse en la formación del Foro de Ermua en 1997, creado a raíz del secuestro y posterior asesinato del concejal del Partido Popular en Ermua Miguel Ángel Blanco. Según él mismo recuerda, desde esta época y tras los diferentes vaivenes políticos sufridos, no le quedaba "ni una gota de progresismo en el cuerpo". En la última década se ha autodefinido en diferentes entrevistas a medios de comunicación como un "nacionalista español". Desde finales de los ochenta y debido tanto a sus duras críticas al terrorismo vasco como a su apoyo al movimiento ¡Basta Ya! y el Foro de Ermua vivió amenazado por ETA. A finales de 1999, tras el anuncio de ETA de que daba por finalizado la tregua, y advertido de la seriedad de las amenazas en contra de él, decidió dejar su puesto en la Universidad y abandonar definitivamente el País Vasco. En el año 2002 fue uno de los 42 profesores de la UPV que firmaron un manifiesto denunciando que en esta actúa una «red mafiosa que apoya, justifica y explota el terrorismo en su propio beneficio, sin que su colaboración con ETA haya sido perseguida como se debe».
En sus numerosos artículos de prensa y ensayo ha criticado el etnicismo y la invención y manipulación de mitos que a su entender forma parte del discurso identitario nacionalista, en particular del nacionalismo vasco.
Sus detractores le acusan de volubilidad en sus posicionamientos políticos, de fragilidad en sus compromisos y de un cierto mesianismo ético-político. También se han atribuido errores a sus relatos históricos. Sus defensores alaban su erudición, su compromiso moral y su rigor intelectual.
Manifiesta hablar seis idiomas y leer algunos más. En la última década, convertido al judaísmo, dedica una parte de sus artículos a la crítica de la judeofobia (en la que incluye el antisionismo) y a la defensa del derecho a la existencia del Estado de Israel.
Desde el 22 de marzo de 2006 forma parte del Patronato de Honor de la Fundación DENAES, fundación vinculada al partido Vox, que tiene por objeto la pretensión de recuperar e impulsar desde la sociedad civil el conocimiento y la reivindicación de la Nación española desde planteamientos ultraderechistas.
Trayectoria académica y laboral
Juaristi ocupó la cátedra de Filología Española en la Universidad del País Vasco, la Rey Juan Carlos I en la New York University, y ha sido profesor titular de la Cátedra de Pensamiento Contemporáneo de la Fundación Cañada Blanch en la Universidad de Valencia. También ha trabajado como docente e investigador en Austin (Estados Unidos) y en el Colegio de México en 1985 y 1986. Dirigió la Biblioteca Nacional de España (1999-2001), cargo que abandonó para dirigir el Instituto Cervantes (2001-2004) hasta su relevo, tras el triunfo socialista del 14 de marzo de 2004.
Desde 2005, es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alcalá de Henares. El 8 de enero de 2009 fue nombrado director general de Universidades e Investigación de la Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma de Madrid, cargo del que fue cesado el 1 de agosto de 2013, por un acuerdo del Consejo de Gobierno de dicha comunidad autónoma, finalizando así una etapa de cuatro años y medio, al mismo tiempo que pasó el relevo a Rocío Albert.
La labor de investigación de Jon Juaristi abarca diversos campos: formación histórica de las identidades colectivas, historia literaria, literatura de tradición oral, etc.
Obra literaria
Poesía
Jon Juaristi fue miembro del grupo literario de vanguardia Pott (1977-1980) junto a Bernardo Atxaga, Joseba Sarrionandia, Ruper Ordorika y otros escritores. Su lírica está influida por la obra del poeta euskérico y gran amigo Gabriel Aresti y la de los escritores vascos en castellano Miguel de Unamuno y Blas de Otero, así como por la ironía del poeta y ensayista anglonorteamericano Wystan H. Auden.
Cultiva un deliberado prosaísmo culturalista dentro de la llamada poesía de la experiencia o Nueva sentimentalidad, corriente en la que figura como uno de sus miembros más individualistas. Evoca con frecuencia la época del Bilbao de su infancia y juventud, y el tono de sus poemas resulta desencantado, amargo, urbano e inteligente. Formalmente, recurre a la intertextualidad, la ironía, el prosaísmo de un léxico cotidianísimo y los juegos de palabras (paronomasias, calambures). Alterna el estrofismo clásico con el verso blanco o libre, buscando siempre una enunciación quebrada y conversacional.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Jon_Juaristi )
*
Algunos poemas de Jon Juaristi:
De Suma de varia intención, 1987:
POÉTICA BAJO MÍNIMOS
A Bernardo Atxaga
Todo poema nace de un arrebato, dices.
Pero un poema que sólo de un arrebato nazca
será siempre un mal poema. Como éste.
Un buen poema debe contener
al menos una idea indemne.
No sombras, ni proyectos ni carcasas de ideas.
Alumbrar una idea no es tarea
encomendable al mero sentimiento.
El resto es poca cosa:
la exultación o la melancolía,
la pericia, el azar,
e incluso las discretas añagazas
que nos atraen la benevolencia del Censor.
RULETA RUSA
A Germán Yanke
Una tarde inverniza se encorvaba
sobre las falsas ruinas
de aquel rincón del parque del colegio,
detrás del cobertizo de Artes Plásticas.
El hijo del altísimo
jerarca falangista Menzadona
puso el coñac y el arma.
La época agonizaba, con su estilo
demasiado rotundo:
puestas de largo en el Marítimo,
hockey, regatas, tenis,
fiestas de fin de curso con madrinas
(y batallas de flores),
campamentos del Opus,
chóferes de uniforme azul marino,
prestigiosa onomástica (Cristina,
Verónica, Natalia,
Gonzaga, Álvaro, Diego),
títulos pontificios
y partidos de cricket en el green.
Al oírse el disparo
corrimos todos a la desbandada,
corzos desparramados
sobre un tapiz de asunto cinegético.
No fue el azar tan cruel con Ibarreche:
era el más débil de nosotros. No
habría remontado
los malos tiempos que se avecinaban.
SPOON RIVER, EUSKADI
¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes,
y por qué hemos matado tan estúpidamente?
Nuestros padres mintieron: eso es todo.
De Arte de marear, 1988
PALINODIA
A Martín
No te roce siquiera la piedad
si, al hojear el álbum de guardas desvaídas,
un colegial de floja cazadora,
cuyos ojos presagian el alcohol
de los años inhóspitos que estaban al acecho,
te mira desde el fondo del retrato
como si nunca hubiese roto un plato.
Te engañarás si tomas por finura de espíritu
tal expresión, pues nada había de eso.
Yo lo conocí bien. Poseía tan sólo
una rara panoplia de estrategias mezquinas
para salvar el tipo. Pensaba el muy estúpido
que la de la inocencia
no era mala apariencia.
Pero la prematura rigidez pasa pronto
y además no amortiza el esfuerzo invertido.
Los réditos que rinde son paja dada al viento.
Vas listo si pretendes sacarle otro provecho
que la fama de santo (lo que no es para tanto).
Escapó como pudo, abriendo una tronera,
hacia donde sentía bullir la primavera.
Y, para su desgracia, se dio cuenta a deshora
de que algunos aromas le sentaban fatal
(sobre todo, el de ciertas florecillas del mal).
Anduvo dando tumbos de jardín en jardín,
reprimiendo la náusea, hasta que un día, al fin,
no tuvo más remedio, dada su edad ya crítica,
que meterse en política.
Pero tampoco en ésta le lució mucho el pelo,
pues arreglar el mundo no es tarea al alcance
de quien tiene su casa en permanente ruina.
Pure perte, sa vie. No guardaría ni
un rescoldo de amor de aquellos tiempos
de ilusiones y dulce desvarío.
No te roce siquiera la piedad, hijo mío.
EN TORNO AL CASTICISMO
A Fanny Rubio, que me desaconsejó
escribir en la lengua del Imperio.
Uno quiere a su lengua porque es materia y útil
del oficio escogido, pero no, quede claro,
por su más que dudosa belleza. Nunca he sido
amigo de postrarme ante sus diccionarios.
Cabreros y ladrones, no monjes cluniacences,
forjaron sus palabras sin brillo ni eufonía:
¿qué cabía esperar de un hato miserable,
quemado por los soles, comido por la tiña?
Jamás tuve por cierto aquello del espíritu,
del genio de los pueblos. Si escribo en español,
no es por Volkgeist alguno que en el albor de España
fluyera entre las barbas del Cid Campeador.
Aunque Rodrigo Díaz de Vivar debía
flablar un castellano más recio que una aldaba:
oíanlo los moros al pie de la alcazaba
y no les alcanzaba al cuerpo la chilaba.
Con todo, no era el pobre un pozo de elocuencia.
Al paso de los siglos, afortunadamente,
nos fuimos refinando, pero la poesía,
de sobra está decirlo, no ha sido nuestro fuerte.
No obstante, hay excepciones. Catad: el Arcipreste,
Manrique, Garcilaso... Quevedo no era manco.
Incluso entre los vascos tuvimos una de ellas
(pero eso antes de Franco).
Detesto sobre todo a la canalla rancia
que hace de esta cuestión cuestión de patriotismo:
nuestro maestro en estro, Jaume el Conqueridor,
es catalán, inglés y un poco filipino.
En cuanto a mí, la tribu de que procedo, dicen,
moraba ya en los flancos del alto Pirineo
allá cuando Caín sembraba cañamones,
y yo, que me lo creo,
no voy a mendigaros un psitio junto fuego
ni un plato de lentejas. A ver quién se aventura,
hermanos amadísimos, a negarme el derecho
de primogenitura.
Y si de vez en cuando perpetro un vizcainismo,
que a nadie se le ocurra venir a darme vaya,
y menos a vosotros, pecheros del idioma,
que soy hidalgo viejo, del Fuero de Vizcaya.
De Los paisajes domésticos, 1992:
INTENTO FORMULAR
MI EXPERIENCIA DE LA POESÍA CIVIL
“¡Oh, Capitán, mi Capitán, Dios mío!
¡A por ellos, que son de regadío!”
WALT WHITMAN Y RAMÓN CABRERA
Según algún amigo sevillano,
cerró hace un siglo aquella librería
de Sierpes, donde un día
compré su Colección particular.
Mediaba un largo y tórrido verano,
pero yo celebré la Epifanía.
Dieciocho años tenía
y empezaba a sufrir el malestar
de la vida incurable, a la que en vano
descubrir un sentido perseguía.
Ya sabéis, la acedía
de quien se cree fuera de lugar,
o demasiado tarde, o muy temprano,
o solo, o con la inmensa mayoría.
Hoy lo definiría
como cierta tendencia a exagerar.
Pero os hablo de un tiempo muy lejano:
es difícil decir lo que sentía.
Desde esa lejanía
lejos andaba yo de imaginar
los trucos del demonio meridiano,
las mil formas que adopta la ordalía
de la melancolía
cuando se tiene mucho que olvidar.
Sospecho que al fingir fungir de anciano
propiciar de algún modo pretendía
la esquiva poesía
que tanto se me hacía de rogar.
El síndrome de Prufrock –un malsano
sentimiento de ocaso y agonía–
el mundo me teñía
de un fastuoso color crepuscular.
Quería ser llorando un hortelano
y devolver verdor y lozanía
a la tierra baldía
de este áspero muñón peninsular.
Un campo amortajado, un monte cano,
un calvero de polvo y cobardía,
así me parecía
nuestro amable parnaso familiar.
Árido surco, el verso castellano
arañaba tenaz. Florecería
o no florecería,
pero qué se perdía con probar.
Vuelvo al punto en que salgo, libro en mano,
de la tienda de Sierpes. Descendía
el sol. Atardecía,
y me empujó la tarde a cierto bar.
Reclinado ante un fino jerezano,
abrí al azar la adusta antología.
Leía y releía,
y nunca me cansaba de admirar
tanto verso vestido de paisano
con elegancia atroz, y la osadía
de la cacofonía.
Acaso era el momento de pensar
que el hecho de estar vivo y ser humano
exige al burguesito en rebeldía
un grano de ironía:
no es cierto que por mucho madrugar
amanezca la huerta en el secano.
La experiencia es cosecha muy tardía
y, amén, la artesanía
de hacer versos, un juego malabar.
De aquel deslumbramiento soberano
gracias al cual barrí la porquería
que entonces escribía,
os quiero la memoria dedicar:
Abelardo, Felipe, Abel (mi hermano),
Antonio, Carlos, Pere, Luis García
Montero y compañía,
Luis Alberto, Juanito Lamillar,
Fernando Ortiz, Francisco Bejarano,
Álex Susana y Álvaro García,
Jesús, José María,
Paco Castaño y paro de contar.
Aquí acaba el corrido de Emiliano
Zapata y de su fiel infantería.
Me voy, canalla mía,
en un buque de guerra (si por mar).
SATIRA PRIMERA (A RUFO)
Te has decidido, Rufo, a probar suerte
en un certamen de provincias donde
ejerzo casualmente de jurado,
y encuentro razonable que me llames
al cabo de diez años de silencio
preguntando qué pasa con mi cátedra,
qué fue de aquella chica pelirroja
con quien ligué el ochenta en Jarandilla,
cómo siguen mis viejos, si padezco
todavía del hígado y si he visto
a la alegre cuadrilla del Pecé.
Pues bien, ya que deseas que te cuente
de mí y mi circunstancia, has de saber
que un punto de Alcalá me la birló,
en Jodellanos gran especialista,
a quien pago el café cada mañana
y sustituyo volontiers los días
en que marcha a simposios en San Diego,
en Atlanta, Florencia o Zaragoza.
Se casó con Gonzalo. El hijo de ambos
va al colegio del mío, pero en vano
acudo a todas las convocatorias,
reuniones, funciones navideñas.
La pícara me elude, y yo departo
interminablemente sobre fútbol
con el cretino del marido, mientras
asesinan los críos una sórdida
versión del Cascanueces. Bien conoces
al pelma de Gonzalo. Creo, incluso,
que fuiste tú quien se lo presentó.
No pruebo ni una gota últimamente,
después de la biopsia. Te confieso
que añoro aquellos mares de vermú,
aunque el agua es sanísima. Vicente,
antiguo responsable de mi célula,
es viceconsejero de Comercio
por el Partido Popular, y claro,
se mueve en otros medios. Otra gente
parece preferir ahora Vicente.
Mis padres van tirando. Cree, Rufo,
que nada tengo contra ti. Al contrario,
te recuerdo con franca simpatía.
Sobradas pruebas de amistad me diste
en el tiempo feliz de nuestra infancia.
Es cierto que arruinaste mi mecano,
que me rompiste el cambio de la bici,
que le contaste a mi primera novia
lo mío con tu prima la Piesplanos.
Eras algo indiscreto, pero todos
tenemos unos cuantos defectillos.
Veré qué puedo hacer. No te prometo
nada. Somos catorce y, para colmo,
corre el rumor de que Juan Luis Panero.
ELEGÍAS A CIEGAS
A Javier Egea, que me regaló una rima.
Las dos hermanas ciegas de tu abuelo,
Pepita juntamente y Victoriana,
a contraluz las ves, sombras chinescas
entre el biombo de seda y la ventana.
Huye el año sesenta.
Del parque llega un frío alborotar de pájaros.
Envueltas en sus chales oscuros, estas damas
nonagenarias rezan el último rosario.
No saben que la noche venidera
les depara una suave, dulcísima agonía.
Caerán como dos rosas tronchadas, desde el sueño
hasta el delantal cándido de la Virgen María.
La tía Victoriana, afligido galápago
que se arrastraba apenas por los hondos pasillos
de la casa de Aguirre, será un serafín de alas
veloces por las sendas de luz del Paraíso.
Y la tía Pepita, que daba besos húmedos
y te contaba historias del asedio carlista,
sentirá una caricia de Jesús en los párpados,
y al entreabrirlos luego lo tendrá ante la vista.
Pero aún sólo atardece.
Reclinada en la mano infantil la cabeza,
persigues soñoliento el paso de las horas
en el reloj de cuco, molino de tristeza.
Imaginas acaso un Bilbao fin de siglo
y en el balcón las pobres señoritas Juaristi
esparciendo puñados de pétalos a tientas
sobre la procesión del Corpus Christi.
No las turba la pompa de las capas pluviales
ni la custodia de oro donde tiembla el viril,
ni el patio recamado ni la guardia de gala
de don Antón Pirala, gobernador civil.
Nadie repara en ellas.
En su vasta tiniebla no oirán requiebro alguno.
Tal vez, enternecido, un beso les envíe
su amigo de la infancia, don Miguel de Unamuno.
Su memoria volátil habría dado en nada
si tú, al poner tus parcos recuerdos en abismo,
no hubieses decidido guardarla para siempre
en un poema hinchado de falso modernismo.
SOlo un pretexto impuro para un tosco retruécano
en el verso final, pues, aunque tú lo niegas,
como las infelices hermanas de tu abuelo,
entonces (y ahora y siempre) elegías a ciegas.
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