¡Madre! ¡Oh. madre! ¡Querida madre!
¡Cuanto os quiero¡ ¡Os adoro!
Inicié mi vida en tu cálido seno,
alimentaste antes de ver la luz,
y al nacer fueron tus pechos
los que nutrieron mi ser.
Con paciencia y cariño
ensañaste andar
y aprendí de vuestros labios
las palabras papá y mamá
y la exquisita dulzura
que se siente al besar.
Fuístes siempre mi mentora,
refugiándome en tu pecho
para superar y vencer
las penumbras y sinsabores
que tropecé en mi vivir
brindándome siempre consuelo
a las penas y al dolor.
Hoy me has dejado sola,
te has ido para jamás volver,
pero solo ha sido tu cuerpo
quien optó por desaparecer,
que tu alma la siento cerca
como lo estuvo aun ayer
y por eso mi sufrimiento
se achica ante tu querer
que pervivirá mientras viva...
¡hasta volvernos a ver!
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