estaban todos invitados
íbamos a ser felices allí arriba
pensábamos abrir ventanas
y las puertas del alba sin celosías negras
tocar cello y el violín las tardes,
pues estábamos todos invitados
mientras un piano tocaba Ravel.
Y el subterfugio volaba alturas
pensando alcanzar la gloria aquélla.
Mas sin embargo no arribaron todos
pocos fueron los elegidos
los señalados se abstuvieron
y se cerraron las ventanas y puertas
y callaron las cuerdas y el piano.
Cuando desperté, todos se habían marchado.
Cuanta pena me dió al no verte adentro
esta pesadilla que llevo lúdico en mi sien izquierda.
Fueron incontables los momentos febriles que soporté esa mañana.
Estaba muy solo, en casa de mi madre, que cuidaba de mi como un ave.
Empapado me daba vueltas y vueltas en mi cama. Me colocaba compresas,
así te bajará la fiebre hijo, es receta antigua de nuestra familia,
la escuchaba a medias pues yo andaba muy alto volando alturas lúdicas.
Apenas divisaba su figura cuando entraba a mi pieza a ver si me bajaba
la fiebre.
Es malo a tu edad que te dé esta fiebre tan alta
musitaba mirándome al verme callado.Yo no tenía ganas de hablar y estaba
sumido en una febril pesadilla que venía llegando apurada, inmersa en los
40 grados de fiebre. A ratos se me perdía la luz del dormitorio, y la figura de
mi madre se diluía en las murallas del cuarto, y la confundía con las cortinas, produciéndose un baile fantasmal con mis cuadros que colgaban en torno de
la pieza entera. Mi caja de pinturas y el atril, me parecían un trozo del alma de
Van Gogh que transitaba silencioso por enfrente de mi cama, y a ratos se me
aparecía su oreja colgando de un clavo encima de mi velador. Habían
relámpagos que cruzaban de lado a lado por toda la habitación, e iluminaban
cinco ventanas que dan a la calle y al otro lado la puerta de entrada por donde
aparecía de cuando en vez mi madre a confirmar si se preoducía la mejoría.
Ernestito me decía, esta vez te hizo falta tu mujer, no sé porqué no fuistes con
ella a Buenos Aires. Yo creo hijo, que debes andar siempre junto a tu mujer. Yo
a tu padre no lo dejaba solo, como el tampoco me dejaba a mí, sobre todo en
estos meses fríos de invierno.
Como yo no le respondía, ella se contestaba sola.
es que la juventud ahora es diferente a la nuestra. Este independientismo no lo
encuentro bueno, al contrario, pero que me meto yo, más aún cuando ya
son situaciones hechas y resueltas. Claro que siendo tu madre, tengo más
experiencia en enfermedades. Recuerdo cuando te dió la peste y te tuve metido
en agua caliente durante horas. Claro que mi madre me ayudó. Hasta que sanastes.
Yo le escuchaba a medias su conversación. Estaba en medio de una pesadilla
infernal, en que sentía que me iba a reventar la cabeza, que la sentía tan caliente,
que a ratos pensaba se me iba a reventar. Me comenzaron a dar vueltas algunos
poemas míos y de mi mujer, y soñaba que los valoraban y comentaban por medio
de un altoparlante que sonaba muy fuerte. Me daba vueltas, estábamos todos
invitados y me dolían los ojos. Sentía la voz de Elenita que me respondía a la
invitacion. Me decía que no podría venir hoy día y que pospusiera la invitación.
¿como? no puedo posponerla porque yo no soy el que invito. Pensé, si no me oye.
Y los 40 grados al parecer estaban aumentando y llegaban al límite. Perdía la noción
del tiempo. Me dolían los ojos, la nariz, los brazos. Y comencé a ver una danza
macabra a mi alrededor. Sentía que la vida se me separaba del cuerpo. Todo
baila a mi rededor. Y de repente, aterrorizado, veo que la primera ventana comienza
a abrirse y lentamente a cerrarse , y violentamente desaparece con violento golpe.
Y poco a poco me doy cuenta que comienza a suceder los mismo con la segunda
ventana. Pero el tiempo con esta segunda, se hace más corto y veo que rápidamente
se cierra. Y enseguida la tercera ventana comienza igual a cerrarse y desaparecer.
Y me aterra la idea, la siguen la cuarta que al parecer demora menos y aterrado
miro a la quinta, que comienza hacer lo mismo. Y me siento an la cama, me pongo
de pié y salto y salgo por la puerta, que en ese momento también se cerraba estrepi-
tosamente.
Afuera ya de mi dormitorio, con más fiebre que nunca, está mi madre, que al sentir
que estoy en pié, casi corriendo, me toma del brazo y me dice
por Dios hijo, que haces en pié, te va hacer mal, vuelve a tu cama antes que te
enfríes, estás tiritando, ¿que te pasa? te noto asustado
madre le respondo, es que acabo de arrancarme de la muerte. He logrado saltar
por la puerta antes que me dejara encerrado para siempre adentro de mi caja de
pinturas. Se cerraron las cinco ventanas, y casi se sierra la puerta
hijo por Dios, has tenido una pesadilla. La fiebre te ha hecho divagar y pensar e
inventar cosas sobrenaturales. Mira, si la puerta está abierta y las ventanas iguales
como las dejé
Callé y no le respondí. ¿para qué? si a lo mejor tiene razón y solo ha sido una
pesadilla. Y yo con mi arte creativo, me asusté empeorando los 4o grados de fiebre,
presintiendo que a lo mejor, la muerte llega así somo la sentí yo, con surrealismo,
inventando lo que yo ví en ese momento, con las cinco ventanas y la puerta cerrandose..
Fué un paisaje creado por mi, y esas ventanas, son extrañas sensaciones de figuras
geométricas, de dos mundos, en el que vivimos y el otro, el que desconocemos.
Y a mi lado, coloqué a mi madre, la figura amorosa, que en este momento está
recordando a la esposa que está de viaje. Me recordó a Giorgio de Chirico, genial
pintor, el cual pintó muchas pesadillas. A lo mejor hay algunas ventanas y puertas
en algunos de sus cuadros. ¿se habrán cerrado en la misma manera que me pasó
a mí?
Cuando me sobrepuse a la fiebre, fuí al aeropuerto a buscar a mi mujer, quien llegó
reluciente y hermosa. La miré y le dí un gran beso de bienvenida, y sentí que bella
es la vida con su amor, que lindo es tener a mi edad a mi madre viva, para gozar
de ambas, en medio de estas transmisiones mentales, que como artista, llevo
grabado en mi sangre, en mi mente, que transmite mensajes, aunque sean
escalofriantes, pero que pertenecen al misterioso mundo de la vida. Y creo que
este sueño, o pesadilla, la resolveré yo muy solo, cuando me duerma en el
ultimo verdadero transije hacia el otro lado, que es tan oscuro y desconocido. En
ese momento sabré si existen esas cinco ventanas y la puerta de escape.
Santiago, julio 1979
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