De Wikipedia, la enciclopedia libre
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Hafiz Shirazi, o simplemente Hafiz, en persa حافظ (Isfahán, actual Irán, 1325 - Shiraz, actual Irán, 1389) Poeta persa. Llamado originalmente Mohammed Shams od-Din, se le conoció como Hafiz ("preservador" en lengua árabe), que es como se llama a quien se sabe de memoria el Corán.
Fue místico sufí y, ocasionalmente, poeta de la corte. Siempre ha existido un aire de misterio y leyendas alrededor de la vida de Hafiz, tal vez porque se han conocido muy pocos detalles de la misma.
Matrimonio
Se dice que Hafiz se enamoró y finalmente se casó con una muchacha llamada Shak-i-Nabat a la que denomina "rama de la caña de azúcar", Es probable que tuviera algunos niños, pero todo ello siempre dentro del ámbito de las especulaciones basadas en sus poemas.
Entre conflictos
Su padre, un comerciante, cambió su residencia familiar a Shiraz poco antes de que naciese Hafiz y falleció tempranamente cuando el muchacho era todavía un niño. Fue acogido con su madre por un tío. Aunque la muerte del padre dejó a la familia en una situación muy precaria, Hafiz se las arregló para lograr una buena educación, manejando con fluidez el árabe y el persa y memorizando el Corán a una edad muy temprana. También memorizó los trabajos de Saadi de Shiraz así como de los escritores Farid-uddin Attar, Rumi y Nizamin.
Se cuenta que a los 21 años mantuvo una vigilia de cuarenta días con sus noches en la tumba del poeta Baba Kuhi, muerto en 1050, quien había escrito que quien velase su tumba durante cuarenta días y cuarenta noches, alcanzaría el corazón de la persona amada. Tras estas jornadas de presencia constante, conoció al maestro sufí Attar y se hizo su discípulo.
Trabajó como copista y como aprendiz de panadero antes de lograr al apoyo de patrocinadores destacados. Posteriormente llegó a ser profesor de estudios religiosos en la Universidad de Shiraz. Antes de llegar a los 30 años se hizo poeta de la corte de Abu Ishak, logrando mucha fama e influencia. Mubariz Muzaffar capturó Shiraz y entre sus decisiones destituyó a Hafiz de su puesto como profesor de estudios coránicos en la Universidad. En esa etapa aparecen los poemas de protesta y reivindicativos contra la opresión del tirano. Sha Shuia (hijo del dictador) hizo prisionero a su padre, y restituyó a Hafiz en su antigua cátedra. El poeta comenzó una vertiente de espiritualidad sufi en su obra. Perdió el favor del gobernante, lo que le obligó a trasladarse por su seguridad ya rondando los 50 años, imponiéndose un autoexilio en Isfahan. Sus poemas destilan melancolía. A los 52 años, por invitación expresa de Sha Shuia, finaliza su exilio y regresa a Shiraz. La poesía de sus últimos años contiene la autoridad del Maestro que se ha unificado con Dios.
Obra
Sus poemas celebran los placeres del vino, la caza y el amor en la corte de Shiraz. En un plano más profundo, en opinión de algunos especialistas, reflejan también su absoluta devoción como sufí a la unión con la divinidad. Asimismo satirizan la hipocresía de los líderes religiosos musulmanes.
La obra de Hafiz, recopilada hacia 1368 con el título de Diván (traducción al inglés The Gift), contiene más de 500 poemas, en su mayoría en forma de ghazal, una forma breve tradicional persa que él desarrolló y perfeccionó. Cada uno de los poemas consta de hasta 15 pareados muy estructurados, que se ocupan de un solo tema. El lenguaje es muy sencillo, lírico y apasionado. Hafiz es ampliamente admirado tanto en Irán como en Occidente, gracias a sus traducciones. Llama la atención especialmente su amor hacia las gentes sencillas, y pone en relación la vida cotidiana con la búsqueda de la eternidad.
Con frecuencia, un verso precioso
alivia un corazón apesadumbrado.Hafiz
Tal y como el andalucista Emilio González Ferrín reseña en su obra Historia general de Al Ándalus, el alemán Goethe "nos dejó una leyenda imborrable para nuestro elenco de tierras intermedias: magnífico el Oriente que el Mediterráneo cruzó. Sólo quien a Hafiz lea, sabrá cuanto escribió Calderón, siendo Hafiz el mayor poeta persa y confiando en no tener que presentar a Calderón."
Traducciones al castellano
Hafiz (1320-1389) 2002: El despertar del amor. Editor SUFI
Hafiz 101 poemas. Ediciones del Oriente y del Medio. ISBN 84-87198-77-5
Hafiz (Schemsu al-Din Mohamed) Los Gazales de Hafiz. Traducción de E. Fernández Latour. Visor-Libros. ISBN 84-7522-114-9
Hafiz - Ghazels - M.Arimany Editor - copyright 1943- Traducción de A. Brunet - colección ventana abierta.
Hafiz (Mohammed Schemsu-D-Din) Gaceles. Presentación y traducción de Rafael Cansinos Asens. Editora Nacional. Madrid, 1983
HAFIZ, POeTA DEL AMOR Y DE LAS ROSAS por HYALMAR BLIXEN
Quizá no pueda rememorarse la obra de Hafiz, flor de la poesía persa del siglo XIV, sin pensar en aquella ciudad fabulosa que fue Chiraz, a orillas de Roknabad y el tajo de las caravanas que a Abukir, Ispahan, Bagdad y en general el Teherán llevaban cargamentos de lana y algodón, costosos pefumes para aromar las hurís de carne y hueso de los harenes, el opio, que presta una segunda vida a los desesperados de ésta y la goma y las pieles y los costosos tapices que han dado fama a las industrias de Persia. Chiraz fue una encantada ciudad de jardines, donde las rosas ostentaron, con inconsistente ufanía, su principalía de unas horas; fue la ciudad de los vinos, cantados por los sufis en medio de sus mortificaciones ascéticas y por los poetas que querían evadirse -como Omar Al-Khayyam- de las torturas de un pensamiento que no lograba, sin embargo, hacer las cosas más comprensibles.
A poco de morir Saadi, el autor del "Bustán" y del "Gulistán", otra voz renovaba los tonos de la poesía persa, alegraba o entristecía los banquetes, e interpretaba la constelación de los sentimientos del alma, como un astrólogo el lenguaje de oro de las estrellas.
Hafiz nació, vivió y murió en Chiraz y nunca quiso abandonar esa ciudad donde el sol hacía bailar los colores y las blancas casas se tornaban de plata bajo la luna, que embrujaba las cúpulas de las mezquitas. ¡Ay! Día vendría luego en que sería saqueada y destruída por el más desvastador de los animales y día también en que un terremoto haría de aquel lugar opulento, una sombra proyectada en nuestra imaginación, como el perfume de un agradable sueño. ¿Cómo no recordar, entonces, aquellos versos en que Hafiz canta a su ciudad natal con la alegría y el orgullo de aspirar el latido de sus calles y llenar los ojos del color de sus cielos?
"¡Salud, Chiraz, ciudad incomparable! ¡Te ampare el cielo contra todo daño! Mil y mil alabanzas al país favorecido de la luz celeste con tantos esplendores".
"La brisa que sopló entre Jaferabad y Mosella, luego de haberte rozado, ¡oh Chiraz! queda toda embalsamada de perfume del ámbar gris".
"¡Oh peregrinos del amor! Venid a Chiraz y el amor, si vuestro corazón lo implora, os colmará de todos sus dones"
Y en otro poema confiesa:
"La brisa de las tierras de Mosella y las aguas de Roknabad me han impedido siempre irme para hacer vida errante".
Estudioso de las leyes, docto en las tradiciones coránicas -se dice que sabía de memoria el libro de Mohamed- su obra es el punto de controversia de los exégetas; unos ven en sus loas al vino, una alusión a las embriagueses celestiales; otros piensan que la copa llena de licor dio fuerzas para vivir a aquel hombre, sensible a todas las manifestaciones de la existencia y por lo tanto, herido de contínuo por el roce de la vida. Aunque unido a la secta sufi, Hafiz cantó al amor en todas sus manifestaciones posibles; lo cantó en la gloria de unos ojos oscuros, lo cantó en las alas del ruego, lo cantó como un idioma de felicidad, lo cantó como un temblor de inquietudes, lo cantó como separación y como olvido, lo cantó como un extravío del yo, lo cantó como una semilla de su inspiración poética, lo cantó como un fatalismo oscuro y brutal, lo cantó como un dolor silencioso y secreto, lo cantó como otra forma de la ciencia, lo cantó como una ilusión que se disuelve, lo cantó como una manera de ver a Alá, lo cantó como un goce peligroso, lo cantó proyectado hacia la naturaleza... Y, exultando fraternidad, lanzó a los vientos su mensaje aconsejando a todos a ceder al amor, cuando en el alma se levanta como una aurora nueva.
"Que el corazón que te penare ignore paz y reposo" dice a su amada en uno de sus dísticos. En otro mide, en una balanza mística, la parte de fortuna que tal vez le haya deparado el Destino, ante esa belleza que siente tan lejos de su alcance:
"Puesto que los reyes son indignos de besar el polvo de tu puerta, ¿qué esperanza puedo yo tener de que contestes a mi saludo?"
"Sin embargo ¡oh Hafiz! no dejes esa puerta con despecho; prueba fortuna, acaso caiga el dado de la suerte en tu nombre".
Y en un arrebato de entusiasmo lanza al viento su cantar:
"Mis ojos no se han saciado de mirarte. Fuera de ti no conozco pena ni deseo".
"No juegues asi en sus trenzas, ¡oh, brisa vagabunda! Por uno de esos cabellos solamente, Hafiz daría mil veces la existencia"
Y más aún:
"Si ruidosos adoradores asaltan tu puerta, ¿quién puede asombrarse de ello? En torno de las flores, ¿no zumban a porfía las abejas?"
O todavía:
"No hiciste más que pasar y vacilé como un ebrio. Los ángeles descendieron para verte en muchedumbre"
Pocas cosas describe de su amada; sabemos de su mirada de ojos oscuros, de su porte esbelto y majestuoso y de sus cabellos negros; esta última particularidad la dice así:
"Mi corazón se extravió en la noche aromada de tu pelo".
El amor aparece en Hafiz asociado a la primavera y a la naturaleza; a causa de él ve la alegría de las cosas o la pena secreta que ellas encierran. Luminoso u oscuro, transparente u opaco, valioso o despreciable, el mundo está visto por Hafiz según las medidas de sus sentimientos. He aquí cómo interpreta la naturaleza durante una hora de amor feliz.
"Claro es el vino y ebrios de amor están los pájaros. Es el tiempo del amor y toda la vida es bella".
"La rosa ha desnudado su gracia, la brisa es una alegría con alma; de todas partes lléganme perfumes que me reaniman"
Pero cuando la tristeza, la inquietud, el abandono le hacen noche en el espíritu, su ser entiende el dolor de la naturaleza, se hermana con la piedra, con la hierba y escucha sus misteriosos latidos:
"¿Por qué el agua que emana de esta fuente gime como una tórtola? Acaso, como yo, tiene una pena que mora en ella noche y día"
Hafiz dio forma corpórea a su emoción en un tipo de poesía llamado "gazal", especie de oda breve, formada por dísticos o versos dobles los cuales entre sí no guardan sino una relación bastante vaga. De un dístico a otro cambia el sentimiento del poeta, caprichoso como el viento, rebelde a toda disciplina, como hijo de esa tierra donde el ensueño y la imaginación andan a sus anchas. No gustaba poner títulos a sus versos, pues limitan demasiado el sentimiento que ellos dejan en el alma, dirigiéndolo exageradamente en un sólo sentido; el verso crece así, libre y alado. Los traductores occidentales no han respetado esa modalidad del poeta y ponen títulos a sus gazales. Al final de cada una de sus canciones Hafiz incluía su nombre en algún estribillo, era como una manera de firmar sus versos, de darles autenticidad. En esos estribillos Hafiz recorre una variada gama de sentimientos. Así a veces expresa en ellos su agradable cautiverio emocional:
"A la hora en que Hafiz escribía estos confusos versos, el pájaro de su corazón caía en la trampa de su amor".
A veces concluye el estribillo con una manifestación de confianza en su inspiración poética:
"¡Oh Hafiz! Sé el adorno del banquete y sirve a tus invitados el vino puro de tus poemas"
A veces exterioriza allí su tremenda duda filosófica:
"La vida, Hafiz, es un enigma. Y el esfuerzo por resolverlo no es sino engaño y vanidad"
A ocasiones, en fin, hace burla de sí mismo y se ríe de su propia embriaguez:
"Quizá el copero haya servido a Hafiz más de lo debido porque está flojo su turbante"
El poeta amaba la música, la hermana misteriosa de la poesía, la amaba especialmente en los jardines o bien en las fiestas, donde se abría la flor de la fraternidad, y el copero escansiaba el vino, risa hecha fuego y sol. Así dice:
"Pon los cojines de seda sobre la hierba del jardín. Erguido como un esclavo, el ciprés ha extendido para ti la fresca alfombra de su sombra azul. El flautista espera..."
"¡Oye cómo los músicos adunan y cómo se funden las voces del arpa y del laúd, del caramillo y de la lira!"
La poesía de Hafiz, rica en los goces de los sentidos, sabía de la brevedad del placer, sabía de las alegrías quebradizas, sabía del inútil esfuerzo humano por incluir la eternidad en los instantes. Así, aconseja beber el agua bienhechora de la vida mientras esté a nuestro alcance y no morirse de sed junto a la fuente que fluye; invita a vivir la primavera y a recoger sus tesoros de color y aroma; no siempre el invierno estará lejos.
Para quienes gustan la vida queriendo entender lo incomprensible, dice:
"Mira, en el cielo, cómo ciegamente giran las esferas y aprieta en tu mano la copa del placer"
O también:
"Vive la hora viviente que respiras. La fortuna es veleidosa. ¿Acaso Adán no fue expulsado del Paraíso?"
"En el festín de la vida bebe una copa o dos y lárgate. ¡Que locura soñar con un placer que sea duradero!"
O mismo todavía:
"No me critiques haber dejado la mezquita por la taberna; el sermón era largo; el tiempo se iba"
"¡Oh, corazón mío! Si dejas para mañana los placeres de hoy ¿quién te garantizará el tesoro de vida que aún tienes para gastar?"
Pero Hafiz, poeta del amor, de las rosas, del vino, de la alegría breve, de la belleza, aún en sus manifestaciones dolorosas, de la primavera, de la naturaleza, tenía un fondo de ideas morales que surgen de pronto entre los dísticos de sus gazales, en medio de su brillo deslumbrante, como una arruga que la meditación hace en el rostro del ungido en el banquete. A veces piensa en la riqueza insultante del magnate y en la injusticia que se comete contra el que lleno de sed, contempla sombríamente el festín bullicioso y ajeno. Y dice:
"¡Oh, tú, rico! Date prisa en socorrer al pobre, porque tu oro y tu plata no serán tuyos para siempre"
"En la bóveda celeste, con letras de fuego escriben las estrellas:
"Como no sea el acto del Justo, nada durará siempre"
O también aconseja la limosna:
"No dejes que el monje mendigo se vaya con las manos vacías. Mira: sus lágrimas son puras como la plata; dorado está su rostro por el amor".
Para Hafiz más gloria hay en ser querido por los pobres y que por los ricos; en vano los Ikhánidas de Bagdad y el príncipe indio Mahmud Chah Bachmani le invitaron a sus respectivas cortes. Hafiz, aunque colmado de gloria permaneció pobre, desdeñando las invitaciones que le hicieron los "sha" de omnipotencia efímera; así confiesa:
"Si te coronan sultán en el Reino de los Pobres tu dominio se extenderá por lo menos desde la luna hasta los Peces"
Como vemos, esa gloria no es de la tierra, sino que pertenece al reino de las estrellas.
Caminemos por la vida, piensa Hafiz, pero llevemos buenos amigos. La locura no es buena compañera, ni lo es la necia vanidad; amemos la sabiduría, madre de todas las virtudes y llevémosla con nosotros cuando viajemos, para que en modo alguno podamos extraviarnos. La vida entera es una enseñanza y la naturaleza toda grita al oído sus verdades, pero ¡cuán difíciles son de descifrar! Así, exclama:
"Detrás del velo está llorando un arpa. Sus cantos pueden instruirte, mas sepas tú escucharlos".
"Cada brizna de hierba es un libro; mas es preciso aprender a descifrar su sentido".
En fin, como buen musulmán, el Destino pesa con su carga de fatalidad en los gazales de Hafiz y forma ese claroscuro que los hace tan apreciables: de un lado, la vida, que se apura como una copa; del otro, la conciencia, llena de sombras misteriosas. Atado a cuerdas que no pueden ser rotas, el ser humano vive según el esquema conque fue creado, según el arquetipo inventado por una ley inaccesible a nuestra inteligencia, que le determinó ser una cosa u otra; ese fatalismo lleva a Hafiz a no luchar contra lo que siente dentro de sí y que sube desde el fondo de su ser como el mosto que se fermenta y desborda. Por lo tanto ¿a qué acusarme de mis pecados? -piensa- . Soy como el Destino quiso que fuera:
"No escribáis mi nombre seguido de un insulto; no me llameis borracho. ¿Quién sabe lo que en mi frente ha escrito el Destino?"
Y también:
"No te inquietes por el tiempo que huye.Y sin quejarte, deja girar la rueda del Destino. Toca en paz el laúd para ti solo".
Un viento torvo, ennegrecido por las nubes del Ecclesiastés oscurece, a veces, la luz de sus gazales; entonces se le hace patente lo insulso de las cosas, en que no pueden saciarse las ansias humanas. La vanidad de todo lo que es, hace sombra en algunos de los gazales de su "Diván".
¿Salvará el trabajo al hombre? No; "la consecuencia de toda nuestra labor -dice- no es sino vanidad".
¿Salvarán al hombre sus sentimientos? No; "el corazón y acaso el alma -canta- no son sino vanidad".
¿Salvaránlo, entonces, las glorias del otro mundo? Quizás no; "acaso los jardines del paraíso -exclama- no sean sino vanidad"
¿Gozará de paz durante su tiempo de vida? No, pues "el tiempo mismo -llora- no es sino vanidad ".
Tal era Hafiz en sus momentos de pesimismo pero, afortunadamente, otros de sus gazales se levantan hermosos como la luna y nos llenan de serenidad; Así él mismo disuelve sus propias nieblas y dísticos alados salen de su ser a saludar la armonía de los dos mundos, como éstos:
"No te aflijas si, por algunos instantes, las esferas estrelladas no giran según tus deseos, pues la rueda del tiempo no siempre da vueltas en el mismo sentido"
"No te aflijas si el viaje es amargo y la meta invisible. No hay camino que no conduzca a una meta".
"No te aflijas, Hafiz en el rincón humilde en el que te crees pobre y en el abandono de las noches oscuras, pues te quedan aún tu canción y tu amor"
Un día se extinguió la vida del que llamaron "Ruiseñor de Chiraz" poeta admirado por hombres tan distintos como el temible asolador de pueblos, Tamerlán, su contemporáneo, o Goethe, el ser que mejor representó la inteligencia humana durante su época. Una tumba, que aún se conserva junto a un ciprés milenario, como aquel de azulada sombra... Un poco de risa alrededor y cantos de niños; un lugar obligado de los peregrinos, guarda a aquel que vivió lleno de música tras disolverse en el polvo originario y eterno.
Hyalmar Blixen
Suplemento Huecograbado "El Día"
26 de Marzo de 1963
HAFIZ, EL MEJOR REPRESENTANTE DE LA POESÍA SUFÍ por NASROLLAH S. FATEMI
(un artículo muy interesante que no he podido traer aquí, lo encontraréis en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
POEMAS de HAFIZ
1.- Sacados de: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Que tu beldad no cese de aumentar,
que tu mejilla semejante al tulipán,
nunca cese de alegrar mis ojos.
Que la visión de tu amor, estrella brillante,
resplandezca siempre en mi pensamiento.
Que todas las bellezas de este mundo
queden sujetas a tu belleza.
Que todos los cipreses se inclinen
ante tu esbeltez.
Que los ojos que tu visión no encante
viertan sangre en vez de lágrimas.
Que tu mirada, que sabe encadenar los corazones,
siga dotada de todos los hechizos.
Que el corazón que te aflija
no halle paz ni reposo.
Que tus labios tan dulces, que Hafiz
quiere más que a su propia alma,
ignoren siempre los besos que no sean dignos de ellos.
¿Hay algo más dulce al corazón que el recuerdo
de las palabras de amor?
Bajo la bóveda de este cuarto aún creo
escuchar sus ecos, mas el vino de rubíes que bebí
no es más que un agua amarga.
Consuela a mi corazón, que desde siempre y para siempre
embriagado quedó con tu belleza.
Muere el narciso envidiando tus ojos,
pues no supo encontrar la magia de tu mirada
y sus pétalos se mustian.
El pintor quedó tan asombrado ante tu belleza
que por doquier, en puertas y paredes, dejó su recuerdo.
Un día el corazón de Hafiz
vino a jugar con tus trenzas.
Mas cuando quiso irse supo
que en ellas, para siempre, estaba preso.
Viento perfumado: ve hacia mi amada,
pasa por su cabellera y tráeme su perfume.
Dile quedamente, mientras la acaricias:
"Vuelve a él, cruel criatura, que en la espera
tu amante se perece".
Te di mi corazón pero compré tu alma.
No me impongas esta pesada carga
que es la separación.
Muchas veces olvidaste a tu esclavo,
cumple ya tu promesa con el amigo fiel.
Corazón mío, no te llenes de pesadumbre.
¡Sé paciente y enjuga ya tus lágrimas!
Puesto que Hafiz nada puede
por el regreso de su amada,
vosotros, ojos míos, conservadme su imagen.
¿Quién me recordará la que partió?
Lo que la brisa trajo con la brisa se fue.
Adormece tu dolor, Hafiz,
tu viejo dolor con vino viejo.
Únicamente el vino puede darte
la felicidad, y tú lo sabes.
¡Ay! ¡Qué fácil le resultó abandonarme!
Por eso, ya acostumbrado a este dolor,
no busco para él remedio alguno.
No pretendas torcer el viento
aunque sople según tus deseos.
Aunque la suerte parezca favorecerte
no tuerzas nunca tu camino.
Y no preguntes tampoco el "cómo"
ni el "por qué".
El fiel esclavo
acata ciegamente las órdenes del amo.
¿Quién te ha dicho que Hafiz
pensaba aún en tí?
¡Oh bienamada, eso es mentira!...
Todavía mi deseo no perdió la esperanza de tu beso,
esperanza siempre viva y que me hace vivir.
En la noche aromada de tu pelo
perdí mi corazón.
¿Qué sería de mí si este amor mío
debiera terminar?
Un día mi nombre subió a los labios de mi amada
y creía descubrir todos los goces de la vida.
El sol hace bailar el reflejo de tu rostro
en las blancas paredes de mi cuarto
y ese reflejo brilla hasta en la sombra de la terraza.
Tu boca escanciadora
me ha vertido un vino que me quema.
¡Qué importa! Escáncialo puesto que soy
extraño entre quienes poseen la ciencia del amor.
Me dijiste una vez: "Deja tu vida
en mis manos y te daré la paz".
Y mi vida te di sin pesadumbre
mas la paz no me llegó.
¡Oh brisa! No ceses de acariciar con tus alas
la casa de mi amada. Y al retorno, no dejes
de hablar de ella a su rendido amante.
En agradecimiento, hago votos porque, a tu paso,
recojas todos los perfumes de esta primavera.
¡Oh rosa! No te ocultes al pájaro del alba.
Toda mi esperanza, oh amada mía,
depende de una mirada tuya.
No la rehúses a este fiel amigo.
Fui el comensal de tu banquete
cuando te alzaste semejante a la luna nueva.
ahora que brillas igual que ella,
en todo su esplendor,
no me niegues la claridad de tus ojos.
Tu poeta lleva el recuerdo tuyo
hasta el confín del mundo.
No rehúses este viático que implora.
Fuente viva es tu boca de rubí.
¡Habla ya, amada mía!
¡Oh tú, de rostro esplendoroso
que sabes dar a la vida el color de la alegría,
vuelve!
Sin las rosas de tus mejillas no habrá
ya primavera.
¿te asombra que mis ojos derramen lágrimas?
Vivir sin ti ya no es vivir.
No le temo al mar de la muerte
en que todo se acaba.
La rosa de tu boca es el centro del mundo.
En los momentos breves en que es posible
la felicidad del amor, comprende bien
la lección del corazón ya que la de la vida
seguirá siendo oscura.
Ayer no hubo para mí ni una sola mirada.
Como ese ayer pasó mi bienamada,
con la mirada ausente
y muy lejos de mí.
¡Habla, Hafiz! En el libro del mundo
esto que hoy escribes vencerá al olvido.
¡Al-lâh guarde de mal a quien sea fiel a la amistad!
Alma, cabeza y corazón, todo lo ofrezco
en sacrificio a mi bienamada.
Corazón mío: vive de manera
que si tu pie resbala,
un ángel te sostenga con sus manos.
Ella no quiso guardar mi corazón.
"Sólo Al-lâh guarda —dijo—
lo que viene de mano del esclavo".
¡Oh brisa! Si por acaso vieras
mi corazón cautivo en sus cabellos
dile lo que ha de hacer
para seguir en ellos.
¿Dónde está, amada mía, el polvo de tu senda?
Hafiz quisiera poder conservarlo
en recuerdo de tu perfume.
Déjame ver tu rostro para que olvide mi vida.
Di al viento que se lleve todo cuanto coseché.
¿Quién puede respirar tu cabellera?
¡Olvida, olvida, enfermo y viejo corazón!
Prométeme que el día de mi muerte me verás,
un solo instante, y marcharé serenamente hacia mi tumba.
Que todo me deje y me olvide.
Pálido, mi rostro oculto en tu puerta.
Piensa, ¡oh Hafiz!, en su dulzura,
y cállate...
2.- Sacado de: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
No te aflijas: la belleza volverá a encantarte con su gracia;
tu celda de tristeza se trocará en un jardín de rosas.
No te aflijas: tu mal será trocado en bien;
no te detengas en lo que te inquieta,
pues tu espíritu conocerá de nuevo la paz.
No te aflijas: una vez más la vida volverá a tu jardín
y pronto verás, ¡oh cantor de la noche!
una corona de rosas en tu frente.
No te aflijas si, algún día,
las esferas del cosmos no giran según tus deseos,
pues la rueda del tiempo no gira siempre en el mismo sentido.
No te aflijas si, por amor,
penetras en el desierto y las espinas te hieren.
No te aflijas, alma mía,
si el torrente del tiempo arrastra tu morada mortal,
pues tienes el amor para salvarte del naufragio.
No te aflijas si el viaje es amargo,
no te aflijas si la meta es invisible.
Todos los caminos conducen a una sola meta.
No te aflijas, Hafiz,
en tu rincón humilde en que te crees pobre,
abandonado a la noche oscura,
y piensa que aún te queda tu canción y tu amor.
3.- Sacado de: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Que el frescor de tu belleza se acreciente de día en día,
que el color del tulipán se refleje en tu mejilla;
que la visión de tu amor, refulgente como un astro,
en mi mente resplandezca con pureza diamantina.
Que del mundo las beldades te sirvan como azafatas;
que los cipreses, al ver tu esbelto talle, se inclinen;
que los ojos que se nieguen a reflejar tu hermosura,
manen sangre, en vez de llanto, y por siempre estén ya tristes.
Que tu mirada hechicera posea todos los encantos
y rinda los corazones de aquellos a quienes fleche;
y que quien tu dulce magia, desdeñoso, desafíe,
pierda la calma y el sueño y el sosiego para siempre.
Y que esa tu boca amada, que Hafiz rendido adora,
no reciba ni dé besos a quien no se los merece.
(Traducción de Rafael Cansinos-Asséns)
Ve en la noche al jardín, junto a la fuente,
donde ya el loto bajo el agua duerme.
¡Y levántate el velo! Creerá el loto
que ha amanecido, y se erguirá por verte.
(Traducción de Rafael Cansinos-Asséns)
Si por acaso mis versos
os parecen desmañados,
pensad que yo, al escribirlos,
estaba todo borracho.
Pero si admiráis las bellas
imágenes de mis cantos,
pensad que yo, al escribirlos,
estaba todo borracho.
También sin estar bebido,
rimé, pero versos malos
me salieron, por no estar,
al escribirlos, borracho.
¡Y así juré no escribir
nada, aunque me sobren ánimos
e inspiración, sin estar
completamente borracho!
(Traducción de Rafael Cansinos-Asséns)
4.- Sacados de "HAFIZ (Mohammed Schemsu-D-Din)" traducción de Rafael Cansinos Asséns
Quisiera ser un lago transparente,
y que fueras tú el sol que en él se mira.
Quisiera ser un manantial fluyente
y que tú, flor, me dieras tu sonrisa.
Quisiera ser espina y que tú fueras
la rosa que con ella se guardase.
Quisiera ser un grano diminuto
de trigo en medio de la arena;
y que tú fueses ese pajarito
que viene y se lo lleva.
De todos los tesoros de este mundo
los más preciados son:
Un instrumento de sonoras cuerdas,
una copa de vino embriagador,
la danza de una almea de piernas ágiles,
de una bella la plena adoración...
y después el silencio, sí, un silencio
profundo, absorbedor...
La copa rebosante es lo que amo,
la cordura me inspira odio mortal;
¡yo canto, ebrio de amor, a las hermosas
mujeres de Al-Fars!
Evito con cuidado las huesudas
manos de los santones que lastiman;
y busco con afán de las muchachas
las aterciopeladas manecitas.
A los sabihondos eruditos huyo,
y su saber libresco;
yo prefiero leer en el florido
libro que Primavera escribe, ameno.
Me cargan los prudentes y sensatos,
que todo a regla lo someten; yo
prefiero andar a tumbos por la vida,
sin poner en tortura mi razón.
¡No me riñáis! Decís que ya soy viejo
para tanta locura como hago.
Más no tenéis razón, amigos míos,
estáis equivocados.
Viejo era yo de joven, pues me daba
por ser como los viejos, serio y grave;
en tanto que hoy derrocho una alegría
juvenil, que en el cuerpo no me cabe.
Divina juventud, esta que ahora
en mis últimos años me reanima...
¡Mocitos! Que mi pelo no os engañe...
¡Tomadme en vuestras filas!
Loado, Alá, seas, porque el día y la noche
creaste maravillosos, por igual;
el día, en las mejillas de mi amada;
la noche, en su rizada cabellera
que una fragancia exhala nocturnal.
Cuando por vez primera te encontraron mis ojos,
sentí yo algo de espanto, y hasta lo más secreto
de mi ser conmovióme tu celestial belleza.
Pero a mi alma, no obstante, asaltóle un recuerdo,
cual si en ella encerrada, siempre, desde lo eterno,
contigo te llevara y, de pronto, tomando
carne y sangre, ante ella te mostraras con tu cuerpo.
Las perlas de mi alma sólo tienen
un objeto, amor mío;
el que yo las desgrane y las esparza
ante tus piececitos.
Tus grandes ojos de almendra,
son como huríes del Edén;
tus mejillas, rosaledas
del alchenna y tus rizados
cabellos, un laberinto
del que no sale, el que entra.
El aliento de tu boca
es como un aura de amor
del más allá, sanadora.
Las colinas de tu pecho
son dos planteles de lirios.
Tus piececitos semejan
dos silfos que gravitasen
por sobre nuestras cabezas.
¡Y tu alma singular
es un verso que en azul
del cielo escribiera Alá!
¡Necios que no creéis en el amor!
¡Venid a mi sepulcro, cuando muera,
y el nombre murmurad de mi adorada!
Y oiréis, presa de espanto, inmensa queja
alzarse todavía de lo profundo
de mi tumba agitada.
No critiquéis al prójimo; benévolos
inclinaos al perdón;
todos pecamos; no hay que ser severos
ni usar tanto rigor.
Si todos conociéramos las vidas
de los otros, de fijo
se acabaría el orgullo, y la clemencia
ocuparía su sitio.
Ved al monje, al asceta venerado;
él es la virtud misma; sin sombra de pecado.
El más severo juez encontrar no podría
en él la menor cosa que mereciese crítica.
Pero ¡aguardad un poco!... Que Suleima, al pasar,
fije en él su mirada seductora, fatal,
y veréis cómo el pobre empieza a dar traspiés
e igual que un poetilla versos a componer.
¿Quiéres que yo vea cumplido
mi anhelo de lanzar una
miradita al paraíso?
Pues manda al viento de oriente
que te levante el velillo
que tu rostro oculto tiene.
Oh estrella, la más clara del cielo de lo bello,
ven, despliega tu hechizo y anega en tu océano
de luz a esos pobretes fanfarrones y necios,
que alardean de poder resistir a tu encanto.
Hazles perder el seso y que a su costa aprendan
que no hay fuerza más grande en todo el universo,
que la de la Belleza, que todo lo domina,
y de un soplo, jugando, todo lo que ellos llaman
fuerte, derrumba y postra y virtud y prudencia
destruye con su sola presencia soberana.
Ven y arranca del pecho corrompido a esos falsos
puritanos la vana dignidad que se arrogan,
y haz que reviente y se disuelva en nada
de su vano saber la frágil pompa.
Todos ellos, al punto, pese a su orgullo necio,
a tus pies los verás arrastrarse a porfía,
mendigando la gracia de una sola mirada
de tus ojos divinos, que a los hombres fascinan.
Yo, Hafiz el poeta, no soy ningún beato;
mi corazón os muestro en mi embriaguez;
apenas paró en la sombría mezquita,
y en la taberna encuentro mi placer.
No es sólo el vino quien en mi alma impera,
que también el amor es un tirano,
para mi corazón sensible y tierno,
y reina sobre él cual soberano.
Unos ojos hermosos, unos labios
del color del rubí, son lo bastante
para que al punto en mí prenda una hoguera,
en la que todos mis sentidos arden.
Si ante el altar me postro reverente,
sólo la imagen de mi amada veo,
y por barrer el suelo de su alcoba
una escoba me haría con los cabellos
de las huríes del propio Paraíso.
Decidme: ¿alguna vez hubo un amante
que tal amor sintiera por su dama
y le rindiese tales homenajes?
A orilla de la fuente sentarse en primavera,
con un vaso de vino y olvidar las tristezas,
es lo que hacer debemos; diez días como diez rosas
componen nuestra vida; ¿a qué las caras serias?
¿Por qué si tu dulzura me es vedada,
al menos tu amargura no me es dada?
Si la muerte vivir por ti me niega
¿por qué morir por ti me rehúsa, airada?
¡Ciudad de los amores! Ciudad maravillosa,
morada de la gracia.
El amor desde ella, ¡oh amantes!, su selam
os envía con un gesto que cautiva las almas.
Jamás unas muchachas tan esbeltas y lindas,
como las que la habitan, logramos contemplar;
ni presa tan amable se ofreció al cazador,
ni nuestro suelo hollaron seres de tal beldad.
A los ángeles puros semejan. Sus vestidos
no mancha nunca el polvo de nuestra pobre tierra.
¿Por qué, tú, amada mía, sin escuchar mis ruegos,
mi corazón herido de tu presencia ahuyentas?
¡Con qué ilusión un beso de tu boca esperaba!
Si la vendimia es buena y el momento propicio,
¿por qué no hemos ahora de levantar la copa
y libar nuestro vino?
Tu mi brazo detienes y me dices: -Espera.
Pero yo te respondo: -¿Quién puede asegurar
que estaremos unidos en otra primavera?
En el jardín la rosa y el tulipán reunidos
por el amor ahora se muestran; y en la rama
el ruiseñor entona sus deliciosos trinos.
Todos son hoy felices y cada cual eleva
en honor de la amada su copa rebosante.
¿Por qué tan sólo yo me quedo con mi pena?
¡Oh terrible misterio! ¡Oh torturante enigma!
Pero al fin ya comprendo; enredé mis cabellos
en las rizadas trenzas de encantadora niña,
y ya seré su esclavo por siempre, sin remedio.
¡La ciudad del amor es un sitio fatal,
por lo que es peligroso, amigos míos, pasar!
Llegó la primavera con sus cestos de rosas;
contempla sus mejillas y ahuyenta de tu pecho
la tristeza amorosa.
Llegó el viento del sur, templado, acariciante;
la rosa embelesada respira su almo aliento;
y su capullo rompe con emoción tremante.
La rosa y primavera la soledad llenaron
del pobre corazón;
el agua cantarina de la fuente diáfana
la ciencia de la vida me dijo en su canción.
De ellas quedé cautivo, mi antigua fe perdí,
volví a ser un pagano, dejé de ser muslim.
El ruiseñor entonaba
un nuevo canto de amor
a la rosa, antes de luto,
hoy vestida de verdor.
Hafiz admira la brisa que con su amorosa mano
de la rosa unió las trenzas con los rizos del jacinto;
ambos sus ramas inclinan, sobre el rostro perfumado
del oloroso jazmín, tan diminuto y tan lindo.
La buena amistad es rara;
la inconstancia es lo normal;
sólo por condescendencia,
estrechamos ciertas manos
que no debíamos tocar.
En este vasto dolor
del mundo son los mejores
los que más sufren y llevan
con paciencia sus dolores.
Componga, pues, el poeta
cantos claros como el sol,
que un torrente de alegría
le lleven al corazón.
Mas no espere que el avaro,
lo recompense siquiera,
por el don de melodía
con una espiguilla huera.
-Paciencia ten- dijo el sabio.
Seguir debes su consejo,
Hafiz, y por más perdido
que te veas y más enfermo,
sigue camino adelante,
alta la frente, sin miedo.
Escanciame el vino, saki, y que su llama
el círculo de amigos ilumine;
y tú, músico, canta, ya que el sino
está de nuestra parte y nos sonríe.
En el fondo del cáliz retratado
del gracioso mancebo el rostro vimos;
¡desdichados de aquellos que no saben
cuán dulce es nuestro vino!
Cómo embellece la embriaguez los ojos
de mi dulce tirano.
No es maravilla, pues, que a la bebida
me entregue yo como sumiso esclavo.
Al pino y al ciprés les causa envidia
su airoso esbelto talle,
que ya se yergue recto, ya flexible
gusta de columpiarse.
Si el corazón que ama nunca muere,
ni se extingue su fuego;
no hay duda que en el libro de la vida
mi nombre escrito está desde lo eterno.
Dudo que el día que el sepulcro lance
fuera su oscura presa, preferido
sea el negro pan del penitente asceta
al risueño, bullente, rojo vino.
Oh brisa leve, si el vergel fragante
cruzas de mis amigos, al que adoro,
con dulzura acaricia y mi saludo
trasmítele en susurro misterioso.
Dile que no me olvide, que no borre
mi imagen de su pecho;
que ya vendrá ese día en que hasta el nombre
de todos borre el tiempo.
Ese celeste mar, por donde boga
como un bajel de plata, la alta luna,
de Hachi-Kovamu lo ha enriquecido
la liberal fortuna.
Vierte, Hafiz, de tus llorosos ojos
las perlas refulgentes;
quizá de cebo sirvan, que a esa ave
atraiga hasta tus redes.
Llegó la rosa, amigos,
de jugar es la hora;
hasta los graves viejos
se entregan a la broma.
No hay nadie que esté triste;
pero ¡cómo huye el tiempo!
bebamos, pues, aprisa,
aunque el tapiz manchemos.
Es un placer la brisa;
aspirarla da gozo;
mas yo prefiero el vino
junto a algún guapo mozo.
Venga el laúd; contraria
es al bueno la suerte;
para olvidar las penas
el vino es lo más fuerte.
¡Cuál refulge la rosa!
Agua y vino, que ansío
este fuego de amor
ahogar en ese río.
Eres un ruiseñor,
Hafiz, ¿cómo podrías,
estarte silencioso
ante la rosa linda?
Última edición por Pedro Casas Serra el Mar 24 Mayo 2022, 14:00, editado 2 veces
Hoy a las 19:08 por Maria Lua
» LA POESIA MÍSTICA DEL SUFISMO. LA CONFERENCIA DE LOS PÁJAROS.
Hoy a las 19:05 por Maria Lua
» LA POESÍA PORTUGUESA - LA LITERATURA PORTUGUESA
Hoy a las 19:00 por Maria Lua
» Rabindranath Tagore (1861-1941)
Hoy a las 18:52 por Maria Lua
» Yalal ad-Din Muhammad Rumi (1207-1273)
Hoy a las 18:51 por Maria Lua
» EDUARDO GALEANO (1940-2015)
Hoy a las 18:45 por Maria Lua
» DOSTOYEVSKI
Hoy a las 18:42 por Maria Lua
» JULIO VERNE (1828-1905)
Hoy a las 18:37 por Maria Lua
» FERNANDO PESSOA II (13/ 06/1888- 30/11/1935) )
Hoy a las 18:04 por Maria Lua
» Poetas murcianos
Hoy a las 16:33 por Pascual Lopez Sanchez