José María Fonollosa
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José María Fonollosa (Barcelona, 8 de agosto de 1922 – 7 de octubre de 1991) fue un poeta español de posguerra. Se le considera un caso singular de poeta secreto en la literatura española (al estilo de Constantino Cavafis o Pessoa), ya que se mantuvo inédito durante más de cuarenta años, entre 1948 y 1990, periodo en que permaneció al margen de corrientes literarias y totalmente desconocido para crítica y público.
Biografía
Nació en 1922 en Can Tunis, Barcelona. Posteriormente, durante la adolescencia se trasladó al barrio de Poble Sec.
Publicó su primer libro de poemas en 1945, todavía no cumplidos los 23 años. Se trata de La sombra de tu luz donde se aprecian influencias de poetas como Salinas, Guillén, Lorca y Alberti y, en general, del estilo y los temas de la generación del 27 de antes de la guerra. Las formas métricas son las utilizadas por los poetas del 27, como las canciones de arte menor de tipo tradicional, romances, sonetos e incluso décimas al estilo de Jorge Guillén. El tema es el amoroso, al modo intelectual y distanciado del 27. No se aprecia sin embargo influencia alguna de las vanguardias o del surrealismo, en boga en la época de preguerra en que escriben los del 27.
Dos años más tarde, en 1948, aparecen los cinco poemas de Umbral del silencio. Renuncia al arte menor y, en su lugar, aparece el verso alejandrino y, especialmente, la estrofa de cuatro versos endecasílabos sin rima. Aunque los temas siguen siendo deudores del 27, aparecen preocupaciones religiosas, propias de la época, que quedarán diluidas en sus composiciones posteriores por un tono amoral y escéptico. En 1951 en colaboración con Alfredo Papo publica Blues y cantos espirituales negros. Aquí finaliza el periodo de aprendizaje del poeta y, de hecho, aquí acaba su obra publicada hasta que en 1990 Pere Gimferrer le rescate para el público lector, al editar Ciudad del hombre: Nueva York, y Joan Manuel Serrat (1992) y Albert Pla (Supone Fonollosa, 1995) lo den a conocer al gran público al poner música a algunos de sus poemas.
Eso no significa ni mucho menos que dejase de escribir: en 1948 preparó un manuscrito titulado Los pies sobre la tierra, que nunca llego a imprimirse, pero que tiene gran importancia porque supone el inicio de Ciudad del hombre, un vasto ciclo poético que abarcaría cuatro décadas y que no se vio mermado en absoluto porque no llegase a imprenta. Trabajó paralelamente en otra trilogía poética abortada: Soledad del hombre, formada por Destrucción de la mañana, Los rezagados (algunos de cuyos poemas se reelaborarían para Ciudad del hombre) y Tú, cotidiana.
En 1951 marcha a Cuba, donde permanecerá durante diez años. Tras su regreso a Barcelona en 1961 colaboró en la revista Poesía Española.
En 1987, un encuentro casual con Pere Gimferrer en Barcelona dio lugar a su primera publicación, en 1990 y tras cuarenta años, de una antología de 97 poemas a la que tituló Ciudad del hombre: Nueva York, utilizando el callejero neoyorquino para titular los poemas. Fonollosa muere el 7 de octubre de 1991 en Barcelona. Sobre su mesa, junto a varios borradores y un esbozo de testamento a lápiz, se encontró el siguiente poema:
No a la transmigración en otra especie.
No a la post vida, ni en cielo ni en infierno.
No a que me absorba cualquier divinidad.
No a un más allá, ni aun siendo el paraíso
reservado a islamitas, con beldades
que un libro garantiza siempre vírgenes.
Porque esos son los juegos para ingenuos
en que mi agnosticismo nunca apuesta.
Mi envite es al no ser. A lo seguro.
Rechaza otro existir, tras consumida
mi ración de este guiso indigerible.
Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.
En 1993, dos años después del fallecimiento del autor, una pequeña editorial barcelonesa publicó 14 poemas inéditos con el título Ciudad del hombre: Barcelona, donde son las calles de la capital catalana las que ahora dan título a los textos. En 1996 otra editorial publicó con el mismo título esos 14 poemas junto con otros 68 inéditos y que incluye el famoso testamento-manifiesto citado más arriba («No a la transmigración en otra especie») a quien prestó su voz rota Robe Iniesta. Un año más tarde se publicaría póstumamente Poetas en la noche, crónica novelada en la que refleja el mundo de la lírica contemporanea.
Obras
La sombra de tu luz (1945)
Umbral del silencio (1947)
Blues y cantos espirituales negros (1951)
Ciudad del hombre: Nueva York (Sirmio, Barcelona, 1990). Prólogo de Pere Gimferrer.
Ciudad del hombre: Barcelona (Bauma, Cuadernos de Poesía, Barcelona, 1993).
Ciudad del hombre: Barcelona (DVD ediciones, Barcelona, 1996). Prólogo de José Ángel Cilleruelo.
Poetas en la noche (Quaderns Crema, Barcelona, 1997)
Ciudad del hombre: Nueva York (Ediciones El Acantilado, 2000).
Destrucción de la mañana (DVD ediciones, Barcelona, 2001). Prólogo y edición de José Ángel Cilleruelo.
Para más información
Nicolás, César (2001). «Fonollosa o la ruptura de lo esperado». Ínsula: Revista de letras y ciencias humanas (649-650, págs 42-44). ISSN 0020-4536.
Cilleruelo, José Ángel (1999). «José María Fonollosa: Poeta de la ciudad». Quimera: Revista de literatura (177, págs 14-17). ISSN 0211-3325.
Cilleruelo, José Ángel (1996). «José María Fonollosa: Barcelona, La Habana, Nueva York». Clarín: Revista de nueva literatura (Año nº 1, nº 6, págs 15-18). ISSN 1136-1182.
Cercas, Javier (1998). «La pureza del mal», Una buena temporada, págs 84-92, Badajoz: Junta de Extremadura, La Gaveta.
CIUDAD DEL HOMBRE, NEW YORK (selección)
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HELLO, NEW YORK
No hay nada bueno en ti. Por eso te amo.
WATER STREET
El mundo nos resulta ajeno, inhóspito.
Debiera ser destruido por completo.
Construir un mundo nuevo sin sus ruinas.
Y estrenar una vida diferente.
Pero al pasar el tiempo el nuevo mundo
tampoco hallarán propio nuevos hombres..
También ellos querrán un mundo nuevo.
Mejor fuera destruirlo y no hacer otro.
WHITEHALL STREET
Yo le tenía miedo. No sabía
que un delgado cuchillo entra en la carne
sin despertar la piel. Como entra el frío.
Como una piedra agujerea el agua.
Pensaba que su grito subiría,
como una lagartija, por mi brazo,
haciendo que soltara mi cuchillo.
¿Qué debe uno decir en estos casos?
Pensaba que en sus ojos hallaría
la sonrisa cansada de la noche.
Aquella que yo solo causaba. Antes.
Pero no hubo mirada ni hubo grito.
Un delgado cuchillo entra en la carne
sin despertar la piel. Como entra el frío.
Y sabe hallar la vida allí escondida
con rápido sigilo. Sin esfuerzo.
No hubo mirada, no. Tampoco grito.
Fue muy fácil. Tan fácil que aún me asombro.
No llego a comprender por qué hay quien teme
matar, cuando resulta algo tan fácil.
BEAVER STREET
Para lucirla por la calle, hermosa.
Y para convivir, la razonable
belleza que Lucrecio aconsejaba.
Pero para la cama más bien fea.
La hermosa y casi hermosa se te tienden
en el lecho y esperan muy seguras
el rápido homenaje que merecen.
Mas son algo pasivas. Y con límites.
La chica más bien fea, sin embargo,
agradece el haber sido elegida
entre otras de más bellas. Participa
con mayor entusiasmo en el amor.
La oscuridad ambiente la sitúa
en plano de igualdad ante la estética.
Y un ciego guía a un ciego, mas los dos
-los cuerpos- hallan juntos sus caminos.
Y deja hacer y accede de buen grado
a cuanto la requiera aquel momento.
Para pasarlo bien en una cama
escoged una chica más bien fea.
WILLIAM STREET
Las mujeres que quiero van con otros.
Cuando pasan prendidas de otros brazos
miro a la que se apoya en mí y compruebo
que yo me he equivocado de mujer.
La gracia enrojecida de una risa,
el rumor tembloroso de un silencio,
la mirada furtiva que nos dice
que está la dicha allí, en aquellos ojos...
Esas cosas descubro sólo en otras.
Yo sé que lo que anhelo no anda lejos:
veo como ellas pasan de otros brazos.
Y trato de encontrarlo, incluso en ellas.
Mas siempre me equivoco de mujer.
Las mujeres que quiero van con otros.
WORTH STREET
Un hombre muerto es nada. Sólo un bulto
pequeño, ahí tirado sobre el suelo.
Su incómoda postura en la calzada,
molesta de aquel peso tan inmóvil,
más bien causa aversión que no respeto.
No hay grandeza en la muerte de esos hombres
que mueren, o los matan, en la calle.
PARK STREET
Ama a quien quieras con el corazón,
pero ámame, a mí solo, con tu cuerpo.
Nadie ama solamente un corazón:
un corazón no sirve sin un cuerpo.
DOYERS STREET
No vendrá. De verdad. No vendrá nunca.
Mi cuarto es muy modesto para el éxito.
Ni hallaría la casa tan siquiera.
Mi cuarto es muy austero para amigos.
Nadie viene a reunirse entre estos muros.
Mi cuarto es también frío y muy pequeño.
¿Cómo cobijar, pues, un gran amor?
No es lógico esperar. No vendrá nunca
un éxito, un amigo, un gran amor.
Debiera de una vez cerrar la puerta.
CHATHAM SQUARE
He estado en muchos sitios. Todos ellos
guardaban algo malo para mí,
como guarda la nube su relámpago.
Pasé por las ciudades. Por los pueblos.
Por casas que crecían junto al trigo.
Ninguna voz sin daño me detuvo.
Así me acostumbré a caminar solo
y odiar a los que encuentro en torno mío.
El whisky únicamente ahora es mi amigo.
ELDRIDGE STREET
Todos tienen derecho a usarla. Todos.
La lluvia no mojó sólo una calle
ni el sol nunca salió para uno solo.
La mujer es para eso, paraíso,
para uso de los hombres. Campo abierto.
Es fácil de entender. Es bien común.
Es la hembra de la especie. La de todos.
Y ha de entregarse a aquel que la apetezca.
Por eso va cambiando de un hombre a otro.
Esa es su utilidad como mujer.
Por tanto, aunque te tome por la fuerza,
es mi derecho usar lo que es de todos.
BOWERY STREET
Mi placer te creó. Cuando naciste
te destiné ya un hombre. El apropiado
para que él y tú fuerais muy felices.
Modelé tu figura como un barro
precioso, tiernamente, con esmero.
Y forjé tus costumbres con cuidado
artesanal, aislándote del medio.
Vigilé cada día tu sonrisa.
Te enseñé a sonreírme dulcemente.
Y aprendiste muy bien. Te felicito.
Nos hemos merecido ambos el premio.
El premio es este goce tuyo y mío.
El placer que me das, yo lo sentía
cuando estaba, en tu madre, elaborándote.
ELISABETH STREET
Hoy me ha dicho mi madre: «Ya he tenido
en mis brazos los hijos de mis hijas.
Quizás un día alcance a ver los tuyos».
Yo no la he contestado. No acostumbro
a hacerlo. Rara vez. Sigo comiendo
mientras leo un periódico cualquiera.
Pero ella no se queja. No se queja
de mi duro silencio. Envejecida
queda ante mí, distante, humildemente.
Y ella debe haber sido, de mi vida,
el centro importantísimo en mi infancia.
Ahora es un casi olvido de la muerte.
Cual si estuviera muerta su presencia.
Yo no le digo nada. Me molesta
que esté pendiente siempre de mis actos,
con afán de ayudarme, de serme útil.
Me siente desdichado. Y piensa, acaso,
darme una solución. Dice, por eso:
«Quizás un día alcance a ver tus hijos».
Sin haber terminado de cenar
he salido de casa. Tengo que huir
de mi entorno, de mí. Ser yo, distinto.
No es fácil escapar de lo que es uno.
A veces se consigue, por un tiempo,
con un libro. O el cine. O la bebida.
Miro la cartelera de espectáculos.
KENNAMORE STREET
Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
aprenderé a rezar para lograrlo.
Yo quiero que te sientas tan inútil
como un vaso sin whisky entre las manos;
que sientas en el pecho el corazón
como si fuera el de otro y te doliese.
Yo quiero que te asomes a cada hora
como un preso aferrado a su ventana
y que sean las piedras de la calle
el único paisaje de tus ojos.
Yo deseo tu muerte donde estés.
Aprenderé a rezar para lograrlo.
MULBERRY STREET
Dicen que arrodillarse es humillante.
Que es esta posición la del vencido,
del sumiso, del vil, del que renuncia
a la última esperanza de salvarse.
Que estar arrodillado en una calle,
en un templo o salón, afrenta incluso
a aquel que lo contempla y no lo impide.
Como afrenta una bomba que no estalla
a quien confiaba actuara su explosivo.
Sí. Es innoble actitud arrodillarse
delante de otro ser, cuando el sujeto
es pasivo. Mas no si éste es activo.
Porque hay una excepción en que es victoria,
gozo y satisfacción esta postura:
cuando el sexo la exige ansiosamente.
Entonces es divino arrodillarse.
SPRING STREET
No me vengan con cuentos. Que la vida
es algo espiritual y, por lo tanto,
superiores los bienes del espíritu.
Que el ser útil, cuidar a los enfermos,
el teatro, la pintura, libros, música,
los deportes, el cine, el gran dinero...
al ánimo lo colman las delicias.
No me expliquen historias infantiles.
El deleite supremo es el orgasmo.
Lo demás son tan sólo leves signos,
pobres insinuaciones del placer
que uno obtiene acostándose con chicas
y eyaculando en ellas como un dios.
Para otros esos gustos secundarios.
Para mí el goce intenso: la mujer.
CLEVELAND PLACE
Sé que por fin has vuelto a la ciudad
en un suntuoso coche de gran lujo..
La gente pensó en mí. Yo la maldigo.
El coche se detuvo ante tu casa,
pero tú no bajaste, no. Vino alguien
a buscarme, mas yo no quise verte.
El coche iba despacio por la calle
dejando tu recuerdo en cada puerta.
Tu cuerpo lo dejó en el cementerio.
Tu madre me miró. Yo la maldije.
Has vuelto a la ciudad porque estás muerta.
Pero yo iré a escupir sobre tu nombre.
LAFAYETTE STREET
Esta es la mujer mía. Pueden verla,
no tengan pena, de perfil, de frente.
Pueden acariciarla con los ojos.
Está desnuda bajo su vestido.
Es hermosa, ¿verdad? Todos lo dicen.
Ella también lo sabe. Es muy hermosa.
Mírenla de perfil, de frente. Desde
la uña del pie al cabello es muy hermosa.
Hasta los automóviles más caros
frenan para admirarla cuando pasa.
Vean a las demás. Se han vuelto feas
cuando ha entrado en el bar ella conmigo.
Y nada le pregunta a la cerveza
para hacer maravillas en la cama.
Esta es la mujer mía. No, no hay otra
tan completa cual ella. Es una lástima
que no encuentren ustedes otra igual.
Pueden acariciarla con los ojos.
MERCER STREET
Yo sé que a ti te gusta aunque lo niegues.
Lo sabemos los dos. Tú te complaces
sumisa obedeciendo mi deseo.
Aparentas desgana, mas te agrada.
Quiere ser dominada la mujer.
Le gusta ser forzada. Opone siempre,
aun débil, resistencia a ser amada.
Le place ser tomada por la fuerza.
Como agrada al asfalto en la autopista
que lo recorran coches de potencia.
Uno puede escoger cualquier muchacha.
Disputarla, quitársela incluso a otro.
Ella sigue contenta al que la gane,
aunque lo disimule adusta y seria.
No le importa quien venza. Pertenece,
lo sabe, al que es más fuerte. Es al que admira.
Siempre niega al principio. Luego accede.
Y dócil se acostumbra a cualquier hombre.
WOOSTER STREET
No reparaste en mí, sino en los otros
cuando nos conocimos. Me miraste
fríamente, indiferente y enseguida
conversaste animada con los otros.
Las casas no conocen la piqueta
que roerá sus cimientos algún día.
Ni conoce la lluvia el sitio exacto
en que caerá, agarrada a su alta nube.
Te adulé largamente y fui paciente.
Fui ingenioso contigo. Fui agradable.
Soporté tus caprichos y desprecios
sin dejar de halagarte tenazmente.
Y un día descubriste que tu nombre
sabía dulcemente si mi boca
lo ponía en tus labios. Aquel día
dejaste de ocuparte de los otros.
Yo no reparo en ti, sino en las otras
desde que tú me quieres. Y te miro
fríamente, indiferente y enseguida
animado converso con las otras.
PRINCE STREET
Debiera liberarse la mujer
de la opresión en que la tiene el hombre.
Bien es verdad que algunas son verdugos
que sin piedad castigan a sus machos.
Mas, por lo general, es la oprimida.
No cuenta como igual individualmente.
Se la ha apartado a un lado y asignado
las funciones higiénicas más bajas:
es cubo de basura de los hombres.
Resulta incomprensible su obediencia
a unas normas injustas desde siglos.
Parece resignada o adaptada,
incluso unas contentas, a estar presa
de algún dictadorzuelo cruel e imbécil
que la veja y le exige una sonrisa.
Sus razones, supongo, habrá tenido.
O, acaso, ha sido un simple experimento
ese dejar hacer. Mas comprobado
de manera exhaustiva que los hombres
no logran resolver la convivencia,
debiera liberarse la mujer.
Y asumir, ella, el mando de la especie.
Nosotros ya tuvimos nuestro tiempo
y hay que reconocer que fracasamos.
WEST BROADWAY
Puede hacerlo cualquiera. Comprobado.
Si en ti hay la aberración, rara e inútil,
de querer ser un nombre que trascienda,
no estudies ni te esfuerces. Simplemente
aprende a manejar una pistola.
Y piensa en esas rémoras que viajan,
sin billete, montadas en ballenas.
Tómate un whisky doble en un pub caro
y examina la lista de importantes.
Elige el personaje destacado
con el que desearías asociarte
y compartir su gloria en el recuerdo.
Y usa acertadamente esa pistola.
El sistema funciona desde Eróstrato.
WEST HOUSTON STREET
No sé qué es lo que ocurre. Los mayores
como a un igual me tratan y los jóvenes
me miran desconfiados, como si algo
les hiciera de golpe distanciarse.
Me siento como el viento al penetrar
en alguna mansión desconocida.
Me observo en el espejo y veo un rostro
idéntico al que he hallado tantos años.
No creo haber variado de maneras
que, mejores o peores, son las mismas.
No me explico este cambio repentino.
No entiendo a los demás. Pero algo pasa.
AVENUE OF THE AMERICAS
Podemos elegir entre estar juntos
y hacernos mutuamente desgraciados.
O separarnos ahora y ser también
cada uno por su lado desgraciados.
BEDFORD STREET
Ella me dio el cuchillo y dijo: «Clávalo
en el segundo espacio intercostal».
«¿Cuál es?», le pregunté. Se abrió la blusa
y señaló, risueña, un punto: «Aquí».
Algo debía de haber en aquel viaje
que lo hizo diferente. Más intenso.
Se veían más cosas. Ascendíamos
a inéditos sonidos y colores.
No había confusión. Hasta el detalle
más ínfimo nos era comprensible.
Sugerí: «¿Por qué no con barbitúricos?»
«Es lento», me objetó. «Ya lo he probado.
Y el lavado de estómago es horrible.
Como un trauma mental, pero en lo físico»
Sustituí su dedo por el mío
y apoyé allí el cuchillo suavemente.
Y lo empujé de súbito. No fuera
que cambiara de idea si iba lento.
SULLIVAN STREET
Tener hijos es cosa de mediocres,
ineptos sensualmente, analfabetos
sexuales o de gente irresponsable.
O es un pobre y mezquino agarradero
para dejar constancia de su paso
por el tiempo de la vida. A través de otros.
La adopción de este medio deshonesto
delata su estulticia y su ignorancia.
Pues un vidrio no puede ser el sol
por sólo reflejarlo algún momento.
El hijo de verdad que dignifica
nuestro paso en la vida por el tiempo,
es la obra personal, la de cada uno,
sin vientre, ni pulmones, ni miradas
de odio a quien le ha traído a la existencia.
Es la obra de la mente que se yergue
desafiando políticas y edades.
Y uno perdura en ella por los siglos.
WAVERLY PLACE
Hacemos el amor de una manera
imperfecta, mezquina y temerosa.
Nunca profundizamos. Nos quedamos
en la simple epidermis del instinto.
Y el placer obtenido se nos mezcla
con una sensación de desagrado.
Porque ponemos bridas al amor.
Levantamos barreras y frenamos
al llegar al umbral del punto límite.
Nunca lo trasponemos por cobardes.
Nos asusta ese paso hacia adelante.
Y miramos, cansados, al amor
entero, irrealizado, sobre el lecho.
Descontentos por no alcanzar la meta.
Como incendiar un bosque y que una lluvia
imprevista lo apague al poco rato.
Hacemos el amor como si fuera
un rito y por lo tanto usamos símbolos.
Sabemos el sentido de los gestos
y acciones que efectuamos al amarnos.
Morder y devorar, hender, herir...
Y gritos o gemidos alumbrándose.
Su significación es evidente.
Pero nos causa miedo. Y nos frustramos.
Habría que pasar de la parodia
al hecho y realizarnos plenamente.
WEST 10TH STREET
La esperé mucho tiempo. No sé cuánto.
No conté el sol, ni el viento, ni la nieve.
No contaba los días. Eran largos.
Supe que volvería. Y la esperé
para echarla de casa como a un perro.
Ahora la olvida todo. Yo, no puedo.
GREENWICH AVENUE
Estoy muy satisfecho de mí mismo.
Yo era un ser seco, huraño y solitario
que envidiaba a los otros su alegría.
Pero rectifiqué. Me costó mucho
adquirir compañía y cara alegre.
Y así he gustado aquellos dulces bienes
que envidiaba a los otros: amistad,
mujer, hijos y el éxito en los negocios.
Uno llega a obtener lo que desea
si de veras se esfuerza en conseguirlo.
La insistencia es la clave del acierto.
La piedra que se encima persistente
sobre sus compañeras de sendero,
logrará que tropiece alguien en ella.
Estoy muy satisfecho de mí mismo
pues sé rectificar. Y comprobado
que amigos, mujer, hijos y negocios
siempre me molestaban y agobiaban,
los dejé sin aviso y sin reparos.
Y he vuelto con alivio a mi yo joven,
a mi ser seco, huraño y solitario.
Y estoy muy satisfecho de mí mismo.
AVENUE OF THE AMERICAS
Que con ella no iría más le dije.
(Ella anduvo a mi lado hasta mi cuarto.)
Que no la abrazaría más le dije.
(Ella puso mis brazos a su espalda.)
Que no la escucharía más le dije.
(Sus palabras vertía ella en mi boca.)
Que no haría el amor a ella le dije.
Y ahora está descansando sobre mi hombro.
WEST 32ND STREET
No quiso comprender que había acabado.
Se cansa hasta la rosa de ser rosa.
Se cansa la botella de su vino.
Esperaba en la calle cada noche
que saliese al balcón y la llamase.
Entonces traje a casa otra mujer.
La sacaron del río un mediodía
cuando el sol sudoroso caminaba
pegándose a la sombra de las casas.
Tumbado en la colina vi su entierro.
Y me sentí tan leve y descansado
como esa nube ociosa de la tarde.
GRACELY SQUARE
Es un hermoso cuerpo ese que viene
hacia mí. Se detiene. Y me sonríe.
Qué bella esa sonrisa roja y húmeda
que se abre, como un sexo a mí ofrecido,
para preguntar algo que no entiendo.
Miro sus ojos claros. Pienso, mientras,
que su maravilloso cuerpo late
junto a mí. Están sus senos cercanísimos
a mi pecho y el vello en su entrepierna.
Se apretará, oprimido por las bragas,
que adivino adorables y minúsculas.
Y como un ruiseñor sonidos dulces
gorjea su garganta a mis oídos.
Ese increíble cuerpo habla conmigo.
Le respondo: «No sé». Se aparta el cuerpo
y veo que se alejan las caderas.
más perfectas de todo el universo.
He aprender inglés. Ahorita mismo.
WEST 33RD STREET
La pareja perfecta es uno solo
haciéndose el amor. Ninguna chica
conoce el cuerpo mío cual yo mismo
y, por tanto, es más sabia mi destreza.
Qué suave recorrido placentero
por las zonas sensibles de mi físico.
Qué mano que no es mía ni es ajena
sino que es tacto, roce, soplo angélico.
Qué en su justo momento el adentrarme
en la medida exacta de mis límites.
Anchura o estrechez, cuanto me plazca,
consigo en el instante apetecido.
Qué variación inmensa obtengo estando
conmigo mismo, amando incluso a aquellas
que niéganme el contacto. A todas cuantas
me venga en gana entonces disfrutarlas.
La pareja perfecta es uno a solas
haciéndose el amor. En ambos sexos.
Resulta incomprensible esa obsesión
que nos lleva al amor en compañía.
FIFTH AVENUE
Ese sentirse solo a la salida
del trabajo, del cine, al ir a casa...
Saber que nadie espera que uno llegue
para alegrarse al verle o rechazarle,
hace enemiga calle la desierta
e inhóspita la calle más poblada.
Los amigos... Me cuentan sus problemas
y se marchan aprisa. Y uno queda,
de nuevo, otra vez, solo y debe, siempre,
replegarse en su yo y su aburrimiento.
Qué vacío descubre uno en sí mismo
cuando uno mismo busca su yo interno.
Qué ser desagradable se contempla
cuando su propio ser uno examina.
Y aquí, entre tanta gente, en la ciudad,
siente uno que no importa nada a nadie.
HERALD SQUARE
El mundo lo gobierna la mujer
con un radar inútil y vibraciones
y mandos a distancia algunas veces.
Como controla el sol a los planetas
para que no se escapen de sus órbitas.
Con un mínimo esfuerzo por su parte.
Le basta permitir que un corto rato
ocupe su incisión un pedacito
de carne apasionada de los hombres.
WEST 35TH STREET
¿Por qué sigo empeñado en encontrar
la mujer que imagina uno en su mente?
Y, además, ¿es que existe esa mujer?
Muchos ya descubrieron al principio
que esa mujer no existe. Al darse cuenta
buscaron al azar una cercana.
Renunciaron al sueño y se adaptaron
a una pequeña dicha y su tristeza.
La vida no da más, seguramente.
FIFTH AVENUE
Me niego a hacer sonetos. Su estructura
-dos anchos ataúdes de cuartetos
y otros dos más delgados de tercetos-
los muestra adustos, serios de figura.
O semejan barrotes de una dura
prisión de endecasílabos sujetos
por rimas consonantes; obsoletos
modelos del rigor. ¿Poesía pura?
Mayormente son versos preparados
a medida del molde y presentados
con un burdo remedo de la música.
Abjuro de sonetos donde sobra
o falta espacio para expresar la obra
en su justa extensión, la exacta, la única.
WEST 42ND STREET
Las mujeres, comida, porros, coches
y honores se consiguen con dinero.
El dinero es, por tanto, lo importante.
Lo que hay que conseguir de inmediato. Ahora.
No voy a ser como esos que recogen
pedacitos de dicha poco a poco
y al cabo de los años han reunido
un mísero caudal. Yo lo quiero ahora.
De una vez. Mi ración entera, aprisa,
para ya consumirla y disfrutarla.
Mariscos, coches rápidos, botellas
de whisky y bellas chicas para mí. Ahora.
El porvenir -mañana- es la esperanza
del fracasado de hoy. Yo triunfaré ahora.
No me preguntéis cómo. No me importa
el cómo sino el cuándo. Y cuándo es ahora.
TIMES SQUARE I
Me encanta transcurrir por las calles
pobladas de muchachas que, a mi paso,
«Rubio», «Cielo», «Tesoro», «Ven aquí»,
susurran. Es magnífico el paisaje.
Ni me hablen de los valles ecológicos.
Es como disponer de un gran serrallo
y elegir la que uno halla apetecible
para un rato. Y después escoger otras
si uno quiere y si tiene nuevas ganas.
Y todo por un precio razonable.
Qué acierto es ese oficio inestimable
de la prostitución. Todas las partes
involucradas sienten, satisfechas,
que han dado menos de lo recibido.
Debiera promoverse más su práctica.
TIMES SQUARE II
Contemplo como salen del local
parejas enlazadas de las manos.
Cuánta mujer hermosa en todas partes.
El vestíbulo exhibe con orgullo
su muestrario de chicas estupendas.
Un amigo a mi lado me saluda.
Me comenta: «Qué film más aburrido.
Las historias de amor son soporíferas».
Yo asiento. Y admirados vigilamos
a una mujer preciosa. Acompañada.
Observo cómo mira ávidamente
las muchachas que surgen de la sala
como los coches surgen de un garaje
ostentando sus líneas sugestivas.
Como las miro yo seguramente.
También él siente el tedio. Ambos quisiéramos
un amor, un hogar de esos que vemos
en el cine y decimos nos aburren.
No igual a aquel que tienen los amigos
que en su gran mayoría se han casado.
Ante una moto grande y esplendente,
como un bello caballo de fuel puro,
nos paramos: «¿Te dejo en algún sitio?»,
precavido pregunta. Yo no acepto.
Buscaré a alguna chica por el Village.
TIMES SQUARE III
Pobre muchacha hermosa que deprisa
hacia mí vienes al cruzar la calle
y pasas por mi lado, sin saber
que yo soy la razón de tu existencia.
Ni siquiera me ves. Y te sonrío.
Admiro tu cabello, culo y piernas.
Estás buena. Te haría muy dichosa.
Pero tú te lo pierdes con tu prisa.
Pobre muchacha hermosa apresurada.
TIMES SQUARE IV
No me reconocéis. Y sin embargo
soy uno de vosotros. Ese mismo.
BROADWAY
El amor es un juego apasionante
y el mejor sustituto del amor.
De aquel amor inmenso, el amor único,
que uno halla varias veces por el tiempo.
El recíproco amor es lo más bello.
Lo sabemos los dos. Pero es muy grande
el vacío que se abre entre el amor
que se ha ido y el amor que aún no ha llegado.
¿Por qué llenarlo, pues, con la tristeza
si es posible colmarlo de sonrisas?
Si se ha ocultado el sol pueden los faros
del coche iluminar la carretera.
Mientras llega otro amor buscando el nuestro
juguemos, sólo juego, a enamorarnos.
Juguemos a querernos, sin querernos,
hasta el día en que alguno de los dos
vuelva a sentir amor por cualquier otro.
El amor es hermoso aun como juego.
ROCKEFELLER PLAZA
Me gusta contemplar las jovencitas.
De las generaciones del amor
son la última remesa que nos llega.
Me complace observar su audacia tímida.
Son nuevas promociones impacientes
para llegar a tiempo hasta mi tiempo.
Tal vez alguna alegre muchachita
de esas cuatro que buscan la parada
del autobús y ríen naderías
suspire entrecortada entre mis brazos
dentro de pocos años, ya hecha, entonces,
hermosa juventud su adolescencia.
Casi siento en mis brazos su latido.
Lo bueno de ser hombre es que el amor
-la mujer-, si uno quiere, siempre es joven.
FIFTH AVENUE
Me he puesto una sonrisa. Todo es bello.
AVENUE OF THE AMERICAS
No estoy bien preparado todavía.
Eduación, familia y religión
son unos callejones sin salida.
Cuesta un enorme esfuerzo escapar de ellos
para llegar al campo libre y fértil.
Más que el entrenamiento ha resultado
duro cambiar la piel a esa palabra
que justifica el acto, lo hace heroico
y hasta lo dignifica: Ejecución.
Tenía mal aspecto su semántica.
Pero también se vencen los vocablos.
Y hace unos cuantos días, en mi tierra,
sin mostrar emoción exteriormente,
he sido ejecutor de una sentencia.
La piedra en la cual he intervenido.
La insoportable espera, el riesgo, el álgido
momento en que aparece aquel que debe
de inmediato morir y no lo sabe,
no me causó ningún remordimiento.
Antes bien, al contrario, me ha gustado.
Que no estoy preparado eso demuestra.
Aún hay en mí reflejos de un pasado
en el que transgredir leyes y normas
resultaba excitante sexualmente.
He de reconocer que he eyaculado.
CENTRAL PARK SOUTH
Todo es acostumbrarse. El primer perro
que uno acalla colgándolo de un árbol
o enterrándolo vivo en algún hoyo,
tal vez a alguien le cause una aprensión
o le produzco un cierto escalofrío.
Mas si sigue le llega a tomar gusto
y amplía la experiencia a otras especies.
Igual que el cazador que se ha habituado
a vigilar las presas. Y a parar
el veloz movimiento de la vida.
Todo es acostumbrarse simplemente.
Matar los animales no es un trauma
para quien lo practica con frecuencia.
Es el puro reflejo placentero
de liquidar urgencias sin reparos.
Y con seres humanos le es lo mismo.
EAST 59TH STREET
Un día la mujer se dará cuenta
de que el hombre es adorno o mano de obra
o un primario depósito de esperma.
Que es ella la esencial para la especie.
No sonriamos con sorna y picardía
por sobrevalorarnos. Es clitórica.
La deificación fálica es en ella
hipocresía. Es mito varonil.
Y el varón que lo impone es quien lo adora.
Un día la mujer leerá la historia
y sabrá quién es ella y quién el hombre.
Relegará al varón a mano de obra
y a su afición al sexo de los príapos.
Y encuerará su real supremacía.
La que hasta ahora ha ejercido ocultamente.
MADISON AVENUE
Hay que huir de la gente. Los amigos
tienen palabras, gestos y miradas
con una piedra dentro que hace daño.
Hay que huir de la gente. La familia
es la mano que aguanta la cabeza
para que permanezca bajo el agua.
Y el amor es tan sólo una palabra
que una mujer nos pone entre los brazos.
Al irse la mujer duele su nombre.
Estar aislado es grato para el alma.
Estar aislado es grato para el cuerpo.
Morir es sólo aislarse un poco más.
EAST 54TH STREET
No me salvéis. Intento así perderme.
EAST 52ND STREET
Para hablar no te quiero. Tengo amigos
para tratar de cosas que me inquietan
y ahondar en las ideas que me importan.
Y no nos condiciona nunca el sexo.
Nos lo pasamos bien. Y «Adiós». Y «Hasta otra».
Contigo es diferente. Lo que cuentas
no me interesa nada en absoluto.
Y he de escuchar, no obstante, atentamente
y ocultar mi fastidio a tus palabras.
Porque sino te niegas a mi amor.
Y cuando a mí se ciñe tu figura
grácil y delicada voy perdido.
Pues al sentir tu cuerpo a mí abrazado
nada tiene interés que tú no seas.
Y yo ya no soy mío, sino tuyo.
Y así debo evitar en nuestra charla
lo trascendente; reír tus tontas gracias,
acusarme de estar equivocado...
Entonces sí que accedes a mi amor.
De no mediar el sexo y ser tan bella
te hallara aborrecible y despreciable.
O serías perfecta si no hablaras.
PARK AVENUE
Me siento a gusto aquí, en esta ciudad.
Estoy en plena selva. Un duro bosque
de cemento con cuevas de ladrillos
donde seres mezquinos y cobardes
se esconden con sus bienes más apreciados.
Mas yo con poco tengo suficiente.
Y lo consigo pronto. Sobre todo
en los días de frío en que con prisas
los viandantes se centran en su abrigo.
Van más desprevenidos por la noche.
Y son presa más fácil para mi hambre
de diversión, mujeres... De dinero.
Basta solicitarlo y te lo entregan.
Como su fruto suelta generoso
el árbol a la mano que a él se tiende.
No es difícil ganarse el jornal diario
por la calle si es uno consecuente.
Si un transeúnte se niega o lleva encima
menos de lo que estimo indispensable
le clavo la navaja en el estómago.
EAST 51ST STREET
Me miró cuando dije: «Sí, yo quiero»,
y al volver de la iglesia entró en mi cama.
Toda la ropa que ella poseía
la puso con la mía en el armario.
Todo lo nuestro estaba siempre junto.
Dos meses nos sentamos a la mesa.
Dos meses compartimos la almohada.
Fue como vacaciones en el cielo.
Mas sólo usa mi nombre lo que es mío:
mi mujer, mi camisa, mi chaqueta...
Aquello que he adquirido con mi esfuerzo.
Lo supe a los dos meses. La maté.
y nunca ha habido flores en su tumba.
FIFTH AVENUE
Cuando de algo me alejo más me acerco
a ti, a quien aún no he hallado en mi camino.
EAST 47TH STREET
Nunca acaba esta noche. Nunca acaba.
Ya pasa poca gente por la calle.
Todos duermen, malditos, y descansan.
Las ventanas, los párpados cerrados,
reposan a su vez en las paredes.
Sólo yo voy sin rumbo por la calle
seguido por el ruido de mis pasos.
Todo parece estar en paz, tranquilo,
con la preocupación diaria arrojada
a un rincón, como ropa que se ha usado.
Y no acaba esta noche. Debería
llegar en este instante el fin del mundo.
EAST 42ND STREET
Pienso dejarte un día. Quiero ver
los campos de maíz cuando anochece,
sentado allí en el porche de mi casa.
Quiero ver nuevamente el rostro duro
de mi madre, mirando secas nubes.
Olvídate aquel día de que existo.
Pienso dejar un día a las mujeres.
Cuando la lluvia lave mi tristeza
y no lleven mi nombre mis facciones.
Una mujer comienza en las rodillas
y termina en la boca. Me bastaba.
Bastó para arrancarme del maizal.
Pienso dejar un día a las mujeres
y ser un forastero allí en mi hogar,
viendo el maizal dormido junto al rancho.
LEXINGTON AVENUE
Si no puedes destruir a los demás
destrúyete a ti mismo. No, no dejes
que otros lo hagan por ti. Tiene la vida
una meta tan sólo que es la muerte.
Alcánzala primero que los otros.
Morir es fácil. La naturaleza
ha puesto mil razones en tu mente
que invitan a la muerte a cada instante.
Busca dentro de ti y las hallarás.
Es la naturaleza sabia y buena.
Quiere que te realices totalmente.
Que obtengas tu valor óptimo al máximo.
La plenitud del ser está en la muerte.
UNITED NATIONS PLAZA
Muchas veces sonrío complacido
a mi cuerpo pletórico de aciertos.
Tiene aspecto atrayente. Es un modelo
de sobria perfección físicamente.
Es un fuera de serie indiscutible.
Un prototipo para un experimento
cuyo exacto sentido se me escapa.
Irradia seducción, fuerza... Es espléndido.
A veces me deseo y me masturbo.
He de reconocer que me entusiasma.
Cuando pasen los años por mi lado
él continuará siendo un arquetipo.
Y hasta un día la muerte, enamorada
de él, lo guardará incorrupto por el tiempo.
Lo merece este cuerpo. Bello. Mío.
Última edición por Pedro Casas Serra el Mar 31 Mayo 2022, 13:41, editado 2 veces
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