Hola, Miguel: Veamos tu composición.
A no ser por mi nombre, fuera nadie, A
de nada soy el dueño sobre el orbe, B
no- es- mí-o- el- co-lor- que- tie-ne el- ná-car, C
ni la sagrada altura de la ceiba D
ni una mota de polvo sobre un germen E
y no me pertenece ni mi tiempo. F
Desplazo mi osamenta por el tiempo F
que siendo para todos, es de nadie. A
De mis labios a veces brota un germen, E
un temblor que se pierde por el orbe, B
buscando las raíces de la ceiba D
y al iris que atesora el blanco nácar. C
Si designar pudiera al blanco nácar, C
y- que al- ha-cer-lo,- la- hue-lla- de- mi- tiem-po F
conmoviera lo sacro de la ceiba, D
y al hablar por mí voz, hablara nadie, A
y fueran mis palabras por el orbe, B
esparciendo sus ánimos de germen. E
Si en todo cuanto digo hubiera un germen E
matizando mi voz, como de nácar C
se irisa en cada playa por el orbe B
el rastro que en la arena deja el tiempo, F
y por mi no esperara, ni por nadie, A
acreciendo su ánimo de ceiba. D
El sagrado follaje de la ceiba D
apuntando a los vértices del
orbe Bprodigara su tierna sombra y nadie A
nos fuese prescindible sobre el nácar C
de la arena que cae, polvo y tiempo, F
que las historias dicta sobre el orbe. B
Las palabras cruzaran por el orbe B
como cruzan los mundos por la ceiba, D
con la voz de los dioses y del tiempo. F
Y mi voz vehemente y tibio germen, E
convocara por fin la luz del nácar C
y después de mi tiempo, fuese nadie. A
Que su voz nadie olvide sobre el orbe, A-B
que brille el nácar y la ceiba
crezca, C-
seamos fértil germen de este tiempo. E-F
Según mi apreciación:
Los versos tercero y el decimocuarto no son endecasílabos.
Los versos vigésimo sexto y trigésimo octavo no se ajustan a las palabras finales de la sextina.
Algunos cambios en la puntuación mejorarían la comprensión, aunque el empleo de los signos de admiración es opinable.
La composición me ha gustado mucho y, dada su dificultad, te felicito efusivamente.
Un abrazo.
Pedro
Sólo a título orientativo, te dejo ejemplo de lo dicho:
A no ser por mi nombre, fuera nadie,
de nada soy el dueño sobre el orbe,
mío no es el color que tiene el nácar,
ni la sagrada altura de la ceiba,
ni una mota de polvo sobre un germen,
y no me pertenece ni mi tiempo.
Desplazo mi osamenta por el tiempo
que siendo para todos, es de nadie.
De mis labios a veces brota un germen,
un temblor que se pierde por el orbe
buscando las raíces de la ceiba
y al iris que atesora el blanco nácar.
¡Si designar pudiera al blanco nácar,
y que al sonar, la huella de mi tiempo
conmoviera lo sacro de la ceiba,
y al hablar por mí voz, hablara nadie,
y fueran mis palabras por el orbe
esparciendo sus ánimos de germen!
¡Si en todo cuanto digo hubiera un germen
matizando mi voz, como de nácar
se irisa en cada playa por el orbe
el rastro que en la arena deja el tiempo,
y por mi no esperara, ni por nadie,
acreciendo su ánimo de ceiba!
¡Si el sagrado follaje de la ceiba,
apuntando del vértice del germen,
prodigara su tierna sombra y nadie
nos fuese prescindible sobre el nácar
de la arena que cae, polvo y tiempo,
que las historias dicta sobre el orbe!
¡Si las palabras fueran por el orbe
como cruzan los mundos por la ceiba,
con la voz de los dioses y del tiempo!
¡Si mi voz vehemente y tibio germen,
convocara por fin la luz del nácar
y después de mi tiempo, fuese nadie!...
¡Que su voz nadie olvide sobre el orbe!
¡Que brille el nácar! ¡Crezca más la ceiba!
¡Seamos fértil gérmen de este tiempo!Sacado de: http://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A9trica
La sextina provenzal es una compleja combinación de treinta y nueve endecasílabos estructurados en seis estrofas de seis versos cada una y una contera final de tres versos. No tiene rima, sino una serie de seis palabras finales que se van repitiendo en distinto verso, pero siempre al final de cada uno, en cada estrofa, de forma que las seis palabras finales de los seis versos de las seis estrofas sean las mismas, sólo que en diferente disposición. La estructura de la disposición de las palabras finales de los versos es la siguiente:
1ª Estrofa: A-B-C-D-E-F (Que corresponden a las palabras finales)
2ª Estrofa: F-A-E-B-D-C
3ª Estrofa: C-F-D-A-B-E
4ª Estrofa: E-C-B-F-A-D
5ª Estrofa: D-E-A-C-F-B
6ª Estrofa: B-D-F-E-C-A
El remate o contera se constituye con tres versos donde se incluyen dos de estas palabras finales en cada uno de los tres versos, una al principio y otra al final, con una estructura que suele ser:
1 verso: A-B
2 verso: D-E
3 verso: C-F
La disposición de las últimas palabras de cada verso sigue la norma de que la última palabra del último verso de una estrofa sea la última palabra del primer verso de la siguiente, la última palabra de segundo verso sea la última del primer verso de la anterior estrofa y la última del tercer verso sea la última del penúltimo verso de la estrofa precedente.
¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?
De todas las historias de la Historia
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.
Nuestra famosa inmemorial pobreza,
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.
Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
debe y puede salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.
Porque quiero creer que no hay demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia,
son hombres quienes han vendido al hombre,
los que le han convertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.
Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia.
(Jaime Gil de Biedma, siglo XX).
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