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“La gran belleza” por Eduardo Cairol Carabi (crítica a la antología de poesía alemana romántica “Floreced mientras. Poesía del Romanticismo alemán ” de Juan Andrés García Román, Galaxia Gutemberg, 2017), Cultura/s La Vanguardia, 11-03-2017.
LA GRAN BELLEZA
Recuerdo con frecuencia un libro de aquellos que se leen en las primeras etapas de una educación sentimental, Introduction à la philosophie esthétique, de Marc Sherringahm (Payot, 1992, sin traducir en España). Con un sugestivo planteamiento, que resulta de aplicar a las ideas estéticas el concepto de paradigma, de T.S. Kuhn, procedente de la historia de la ciencia, el libro se cierra con un epílogo en forma de pregunta: ¿podemos salir del Romanticismo? La respuesta negativa del autor se me aparece en ocasiones con una evidencia palmaria: a pesar del giro antirromántico de gran parte de la modernidad artística , igual que las célebres golondrinas de Bécquer, el Romanticismo -en nuestro individualismo a ultranza, la sensibilidad ecologista y medioambiental, la conciencia hipercrítica de las artes, el actual culto al cuerpo, la eterna juventud y la belleza física, el nacionalismo o la dictadura de las emociones,- siempre regresa. Y el panorama editorial no es ninguna excepción.
Últimamente lo había hecho con libros como Huellas: tras los pasos de los románticos, de R. Holmes (Turner, 2016), y ahora con Floreced mientras, esta espléndida, suprema antología de poetas del Romanticismo alemán al cuidado de Juan Andrés García Román, la cual viene a complementar a la del Romanticismo inglés publicada hace unos años por Tusquets (La música de la humanidad, 1993), a fin de dar a conocer lo más granado de toda la poesía romántica. Y es que las antologías del Romanticismo, en especial alemán, constituyen casi un género autónomo. Empezando por la pionera, y aún de referencia, El entusiasmo y la quietud, al cuidado de Antoni Marí, editada también por Tusquets (1979, 1998), de carácter misceláneo, hasta las igualmente notables La légende dispersée (Christian Bourgegois, 1978) o La forme poètique du monde (José Corti, 2003), además de las dedicadas a aspectos concretos como son la teoría literaria (la imprescindible L’absolu litteraire, Seuil, 1978; hay traducción castellana en Eterna Cadencia, 2013) o del arte (Fragmentos para una teoría romántica del arte, Tecnos, 1994, 2014), entre otras muchas.
Y ahora le llega el turno, por fin, a la poesía de los románticos alemanes, menospreciada con frecuencia en el conjunto de una producción que destaca por la profundidad y riqueza de pensamiento (origen de casi dos siglos de dominio teutón de la filosofía). Pero que nadie se asuste, porque uno de los muchos, muchísimos méritos de la antología de García Román es el de hacer absoluta justicia a una vena poética de una ligereza alada, sutil, de moderado acento popular, sentimental siempre con mesura, delicadamente religiosa o cristiana, y con su justo punto de melancolía. Nuestra más efusiva enhorabuena, por lo tanto, al traductor y antólogo. Porque sus traducciones poseen la sobria elegancia de las de Cernuda, y su selección al menos un triple mérito impagable: restituirnos la vena más lírica de poetas que casi habíamos olvidado bajo la profundidad de su pensamiento (Novalis, Hölderlin), redescubrirnos el talento poético de figuras más conocidas como filósofos, críticos o historiadores de la literatura (Schelling o los hermanos Friederich y August Wilhelm Schlegel, además del pintor Runge) y darnos a conocer a autores prácticamente inéito aquí (Arndt, Günderrode, Kerner, Uhland o Schwab).
Si a todo ello le añadimos todavía que el volumen va encabezado por una introducción ambiciosa y exigente, y se acompaña con una acertada selección de textos sobre la poética del Romanticismo (Herder, Novalis, fragmentos de la revista Athenäum o el Primer programa sistemático del Idealismo alemán, entre otros), así como de breves notas biográficas sobre cada uno de los autores y de algunas referidas a los poemas, el resultado ya es difícilmente superable. Mi consejo: tome asiento en su sillón de orejas preferido, póngase un trío o un cuarteto de Schubert o de Schumann en su reproductor, y abandónese al embrujo de la mejor poesía romántica.
Eduardo Cairol Carabi
……….
(Las traducciones son de Juan Andrés García Román)
MI OPCIÓN
Trabajos y cuidados habitan yermas playas
sin exceder jamás su estrecho círculo.
La fantasía, en cambio, se eleva sobre mares
lejanos convocando islas felices, tierras fabulosas.
Alegremente suelto el amarre a mi bote
y el avanzar desvela los presagios;
las almas de canciones recién nacidas soplan
por mi vela y le hinchan sus ropajes.
Veo flotar hasta allí compañeros, hermanos.
¿Y yo por qué temía, por qué quedaba atrás?
Brillan suaves estrellas, no amenaza tormenta.
Conduce así pues, dulce poesía, mi vida,
¡juventud de lo joven y amor en el amor,
Naturaleza en la naturaleza, divinidad de dioses!
August Whilhelm Schlegel
(Y POCO CONOCER, PERO ALEGRÍA MUCHA)
Y poco conocer, pero alegría mucha
se nos da a los mortales.
¿Por qué, oh, hermoso sol, flor de mis flores,
en el día de mayo no me bastas?
¿Conozco acaso algo más elevado?
¡Oh, yo quisiera ser como los niños!
¡Cantar una canción despreocupada,
Puro arrobo, como losruiseñores!
Friederich Hölderlin
LOS ARBUSTOS
Sopla una fresca brisa
por los prados nocturnos
y sólo el cielo ríe
desde mis ojos claros.
Sólo un alma se agita
en un bullir de océanos
y en las vagas palabras
que en las hojas murmuran.
Suenan en la ola olas
de espíritus que lloran,
palabras en palabras
de espíritus que alientan.
En cada son florido
del sueño de la tierra
se oye una nota, lista
para el oyente alerta.
Friedrich Schlegel
(ESCÚCHALO, OTRA VEZ LA FLAUTA LLORA)
Escúchalo, otra vez la flauta llora
y rumorean las fuentes su frescor,
sopla una brisa de armonía dorada;
callad, callad y oigamos.
Tierno deseo, solicitud graciosa,
¡qué dulcemente habláis al corazón!
A través de la noche que me arropa
me contempla la luz de la armonía,
Clemens Brentano
AMOR
¡Pobreza rica! ¡Alegre recibir en la dádiva!
¡Osada incertidumbre! Y en prisión, libertad.
Lenguaje en la mudez,
diurno apocamiento
que triunfa en el temor y el titubeo.
Muerte que vive, vida venturosa en la unión,
alborozo en la falta, resistencia rendida,
gozo en la languidez.
Contemplar sin saciarse,
vida de sueño que es dos veces vida.
Karoline von Günderrode
PREGUNTA
¡Si no fuera por ti, santo claror de tarde!
¡Si no fuera por ti, noche limpia de estrellas!
¡Ornamento de flores, boscaje suntuoso,
monte pleno de adusta majestad!
¡Canto del pájaro en el alto cielo!
¡Canción a pleno pecho de los hombres!
¿Si no fuera por ti, qué llenaría
de gozo un afligido corazón?
Justinus Kerner
POR LA NOCHE
Qué sigilosa roza
las copas de los árboles
la silenciosa noche.
Ya al valle y a las cumbres
les regaló el reposo.
Sólo el hombre en sus sueños
trama lo que pensó durante el día
y no mira los árboles
ni el resplandor del cielo,
que vela sobre todos
en la paz del espacio.
Joseph von Eichendorff
EN EL BOSQUE
Un cortejo de bodas cruzó el monte,
oí cantar las aves,
sonó un cuerno, jinetes como rayos,
¡qué alegre cacería!
Y antes que lo pensara, todo se disipó,
la noche envuelve todo,
sólo en los montes aún murmura el bosque
y un estremecimiento me invade el corazón.
Joseph von Eichendorff
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“La gran belleza” por Eduardo Cairol Carabi (crítica a la antología de poesía alemana romántica “Floreced mientras. Poesía del Romanticismo alemán ” de Juan Andrés García Román, Galaxia Gutemberg, 2017), Cultura/s La Vanguardia, 11-03-2017.
LA GRAN BELLEZA
Recuerdo con frecuencia un libro de aquellos que se leen en las primeras etapas de una educación sentimental, Introduction à la philosophie esthétique, de Marc Sherringahm (Payot, 1992, sin traducir en España). Con un sugestivo planteamiento, que resulta de aplicar a las ideas estéticas el concepto de paradigma, de T.S. Kuhn, procedente de la historia de la ciencia, el libro se cierra con un epílogo en forma de pregunta: ¿podemos salir del Romanticismo? La respuesta negativa del autor se me aparece en ocasiones con una evidencia palmaria: a pesar del giro antirromántico de gran parte de la modernidad artística , igual que las célebres golondrinas de Bécquer, el Romanticismo -en nuestro individualismo a ultranza, la sensibilidad ecologista y medioambiental, la conciencia hipercrítica de las artes, el actual culto al cuerpo, la eterna juventud y la belleza física, el nacionalismo o la dictadura de las emociones,- siempre regresa. Y el panorama editorial no es ninguna excepción.
Últimamente lo había hecho con libros como Huellas: tras los pasos de los románticos, de R. Holmes (Turner, 2016), y ahora con Floreced mientras, esta espléndida, suprema antología de poetas del Romanticismo alemán al cuidado de Juan Andrés García Román, la cual viene a complementar a la del Romanticismo inglés publicada hace unos años por Tusquets (La música de la humanidad, 1993), a fin de dar a conocer lo más granado de toda la poesía romántica. Y es que las antologías del Romanticismo, en especial alemán, constituyen casi un género autónomo. Empezando por la pionera, y aún de referencia, El entusiasmo y la quietud, al cuidado de Antoni Marí, editada también por Tusquets (1979, 1998), de carácter misceláneo, hasta las igualmente notables La légende dispersée (Christian Bourgegois, 1978) o La forme poètique du monde (José Corti, 2003), además de las dedicadas a aspectos concretos como son la teoría literaria (la imprescindible L’absolu litteraire, Seuil, 1978; hay traducción castellana en Eterna Cadencia, 2013) o del arte (Fragmentos para una teoría romántica del arte, Tecnos, 1994, 2014), entre otras muchas.
Y ahora le llega el turno, por fin, a la poesía de los románticos alemanes, menospreciada con frecuencia en el conjunto de una producción que destaca por la profundidad y riqueza de pensamiento (origen de casi dos siglos de dominio teutón de la filosofía). Pero que nadie se asuste, porque uno de los muchos, muchísimos méritos de la antología de García Román es el de hacer absoluta justicia a una vena poética de una ligereza alada, sutil, de moderado acento popular, sentimental siempre con mesura, delicadamente religiosa o cristiana, y con su justo punto de melancolía. Nuestra más efusiva enhorabuena, por lo tanto, al traductor y antólogo. Porque sus traducciones poseen la sobria elegancia de las de Cernuda, y su selección al menos un triple mérito impagable: restituirnos la vena más lírica de poetas que casi habíamos olvidado bajo la profundidad de su pensamiento (Novalis, Hölderlin), redescubrirnos el talento poético de figuras más conocidas como filósofos, críticos o historiadores de la literatura (Schelling o los hermanos Friederich y August Wilhelm Schlegel, además del pintor Runge) y darnos a conocer a autores prácticamente inéito aquí (Arndt, Günderrode, Kerner, Uhland o Schwab).
Si a todo ello le añadimos todavía que el volumen va encabezado por una introducción ambiciosa y exigente, y se acompaña con una acertada selección de textos sobre la poética del Romanticismo (Herder, Novalis, fragmentos de la revista Athenäum o el Primer programa sistemático del Idealismo alemán, entre otros), así como de breves notas biográficas sobre cada uno de los autores y de algunas referidas a los poemas, el resultado ya es difícilmente superable. Mi consejo: tome asiento en su sillón de orejas preferido, póngase un trío o un cuarteto de Schubert o de Schumann en su reproductor, y abandónese al embrujo de la mejor poesía romántica.
Eduardo Cairol Carabi
……….
(Las traducciones son de Juan Andrés García Román)
MI OPCIÓN
Trabajos y cuidados habitan yermas playas
sin exceder jamás su estrecho círculo.
La fantasía, en cambio, se eleva sobre mares
lejanos convocando islas felices, tierras fabulosas.
Alegremente suelto el amarre a mi bote
y el avanzar desvela los presagios;
las almas de canciones recién nacidas soplan
por mi vela y le hinchan sus ropajes.
Veo flotar hasta allí compañeros, hermanos.
¿Y yo por qué temía, por qué quedaba atrás?
Brillan suaves estrellas, no amenaza tormenta.
Conduce así pues, dulce poesía, mi vida,
¡juventud de lo joven y amor en el amor,
Naturaleza en la naturaleza, divinidad de dioses!
August Whilhelm Schlegel
(Y POCO CONOCER, PERO ALEGRÍA MUCHA)
Y poco conocer, pero alegría mucha
se nos da a los mortales.
¿Por qué, oh, hermoso sol, flor de mis flores,
en el día de mayo no me bastas?
¿Conozco acaso algo más elevado?
¡Oh, yo quisiera ser como los niños!
¡Cantar una canción despreocupada,
Puro arrobo, como losruiseñores!
Friederich Hölderlin
LOS ARBUSTOS
Sopla una fresca brisa
por los prados nocturnos
y sólo el cielo ríe
desde mis ojos claros.
Sólo un alma se agita
en un bullir de océanos
y en las vagas palabras
que en las hojas murmuran.
Suenan en la ola olas
de espíritus que lloran,
palabras en palabras
de espíritus que alientan.
En cada son florido
del sueño de la tierra
se oye una nota, lista
para el oyente alerta.
Friedrich Schlegel
(ESCÚCHALO, OTRA VEZ LA FLAUTA LLORA)
Escúchalo, otra vez la flauta llora
y rumorean las fuentes su frescor,
sopla una brisa de armonía dorada;
callad, callad y oigamos.
Tierno deseo, solicitud graciosa,
¡qué dulcemente habláis al corazón!
A través de la noche que me arropa
me contempla la luz de la armonía,
Clemens Brentano
AMOR
¡Pobreza rica! ¡Alegre recibir en la dádiva!
¡Osada incertidumbre! Y en prisión, libertad.
Lenguaje en la mudez,
diurno apocamiento
que triunfa en el temor y el titubeo.
Muerte que vive, vida venturosa en la unión,
alborozo en la falta, resistencia rendida,
gozo en la languidez.
Contemplar sin saciarse,
vida de sueño que es dos veces vida.
Karoline von Günderrode
PREGUNTA
¡Si no fuera por ti, santo claror de tarde!
¡Si no fuera por ti, noche limpia de estrellas!
¡Ornamento de flores, boscaje suntuoso,
monte pleno de adusta majestad!
¡Canto del pájaro en el alto cielo!
¡Canción a pleno pecho de los hombres!
¿Si no fuera por ti, qué llenaría
de gozo un afligido corazón?
Justinus Kerner
POR LA NOCHE
Qué sigilosa roza
las copas de los árboles
la silenciosa noche.
Ya al valle y a las cumbres
les regaló el reposo.
Sólo el hombre en sus sueños
trama lo que pensó durante el día
y no mira los árboles
ni el resplandor del cielo,
que vela sobre todos
en la paz del espacio.
Joseph von Eichendorff
EN EL BOSQUE
Un cortejo de bodas cruzó el monte,
oí cantar las aves,
sonó un cuerno, jinetes como rayos,
¡qué alegre cacería!
Y antes que lo pensara, todo se disipó,
la noche envuelve todo,
sólo en los montes aún murmura el bosque
y un estremecimiento me invade el corazón.
Joseph von Eichendorff
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