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"Rilke. El retorno del poeta", por Josep Massot (Cultura. La Vanguardia, 12-09-2016).
Rainer María Rilke fue durante mucho tiempo la encarnación del poeta. Con sus ojos grandes, saltones, atristados, y su aire de estudiada melancolía. Todos los grandes poetas lo leyeron, después fue olvidado. Demasiados epígonos relamidos, una época que pedía más realismo y más ironía. Albert Roig recuerda que para Neruda era el poeta evanescente, el ángel caído. Para otros, un poeta hueco y estetizante, Gil de Biedma y Ferrater, siguiendo a Auden, querían una poesía tan interesante y divertida como una novela, y despreciaban su simbolismo vacío.
Aunque Rilke nunca desapareció del todo, desde hace unos años ha regresado con fuerza. Lo decía Kandinsky: las creaciones que se nutren del espíritu son como la quinta rueda de un auto; cuando fallan las otras, recurrimos a ella. En catalán, se suceden las versiones de sus libros: Jordi Llovet, Mariàngela Villalonga, Joan Margarit, Feliu Formosa, Eduard Cairol, Raül Garrigasait, Ramon Farrès… Jacint Sala dialoga con la poesía de Rilke a partir de una visita a su tumba, se traducen las Cartes d¡amor de la monja portuguesa, de Maria Alcoforado, que tanto influyeron en el poeta. Angle edita Cartes a un jove poeta; Limitis editorial hace lo mismo con Rainer & Lou, las cartas entre Rilke y Lou Andreas-Salomé. En castellano Alba publica Los apuntes de Malte Laurids Brigge; Siruela, Serpientes de plata y otros cuentos; Eneida, Vladimir, pintor de nubes; Navona, Ewal Tragy. Sexto Piso rescata Las elegías de Duino, traducidas por Juan Rulfo, el gran novelista mexicano, tan cercano al mundo rilkeano en el que los muertos están tan cerca de los vivos.
El filósofo Sloterdijk recurría a uno de los poemas mas celebres de Rilke, recogido incluso en películas de Woody Allen (Another woman), titulado Torso arcaico de Apolo. El poeta contempla absorto una estatua griega mutilada, sólo permanece el torso, no ha conocido pues su cabeza, ni. Por tanto, sus ojos, tampoco está el sexo, pero ese torso brilla, arde, lo presente apunta a lo que falta, a lo ausente. Al cabo de un tiempo, el espectador o el lector se da cuenta de que quien mira no es él, sino al revés, el que mira es mirado, y lo que le dice esa antigua obra de arte mutilada es imperativo: “porque no hay en ella ni un solo lugar que no te vea. Debes cambiar de vida”. La obra de arte interroga al lector, le interpreta, le comprende, le cuestiona, le invita a ir más allá de sí, le transforma.
Rilke no es sólo el poeta de los ángeles, sino también de la poesía que da conocimiento. “Todo ángel es terrible”. Escribe. “Tú, oscuridad de la que desciendo/ te amo más que a la llama/ que al mundo pone límites”. Temía ser Narciso, el miedo de ver lo que somos. Por eso la riqueza de sus textos, con todas sus contradicciones: Claire Goll lo retrata, adulador de aristócratas en busca de mecenas, sin vacilar en aceptar dinero de un fabricante de cañones para una guerra mortífera, sin sentido, pero también es capaz de criticar a esta aristocracia que festeja banal su pasado, sin cultivar sus posibilidades de llevar una vida propia. Y es capaz de abandonar a Maria Thurn und Taxis, que podría haberle sostenido toda su vida. O a la baronesa Sidonie, amante secreta de Kraus. Entre sus amigas, la madre de Pierre Klossowski y Balthus, y Genevieve de Monferrand, la abuela de Truffaut. ¿Es Rilke el hombre que amaba las mujeres?
Lamentablemente su incapacidad de amar, incluso a la pintora Paula Becker, cuya muerte a los 31 años, dice que es la única que siempre le pesó, y reconoce que, los dos casados, “nuestras almas sólo viven de la traición”. Hablaba de amor, pero escribía “todo amor me supone un gran esfuerzo, una gesta, un surmenage”. “Nadie -dijo- me ha hecho enloquecer, quizá porque no quiero a mi madre”.
Rilke canta al padre muerto, respira el olor a carroña de la guerra, se desespera por escribir versos inocuos y porque el amor primero le incendie y después le aburra. Conoció a las mujeres más hermosas, todas creadoras. Las seducía con cartas maravillosas y su voz de poeta gran actor. Ve los amantes como los acróbatas de Picasso, errantes, efímeros, máscaras de sonrisas tristes, se sostienen el aire uno a otro, audaces y felices en el salto con el corazón ebrio, pero ¿no existe el suelo? Como espectadores, los rostros de los poetas muertos en la guerra.
Buscaba la pureza de la infancia, el don del niño de extasiarse igual ante una hoja de abedul y una alta montaña, y la madurez que le enseñó Lou Andreas-Salomé de poder hablar de las cosas pequeñas. Busca cómo decir lo indecible, cómo contener su desmesura, su exceso de ser. La infinitud. “Una obra de arte -dice Rilke- es buena si ha nacido al impulso de una íntima necesidad. Precisamente en este modo de engendrarse radicael único criterio válido para su enjuiciamiento: no hay otro”. Si no, es mejor que renuncie a escribir.
Otro de sus secretos es su celebración de la muerte. Cuando su editor polaco Wietold Hulewicz le preguntó en 1925 sobre el sentido último de Las elegías del Duino, Rilke le respondió: “En las elegías la vida se hace otra vez posible, pues la aceptación de la vida y de la muerte se nos muestra como una misma cosa… la muerte es el lado de la vida apartado y no iluminado por nosotros… Nuestra tarea es ésta, impregnarnos de esta tierra provisional y caduca tan profundamente,tan dolientemente, tan apasionadamente, que su esencia resurja otra vez en nosotros. Somos las abejas de lo invisible...”.
Rilke murió de leucemia. Se pinchó con una de las decenas de rosas que recogió para llenar la casa que recibía a su última amante. Se infectó la herida: sangre y pus. En su epitafio escribió: “Rosa, oh contradicción pura, deseo de ser el dueño de nadie bajo tantos párpados”.
Josep Massot
*
Entrevista a Albert Roig, autor de Gos. Vida de Rainer Maria Rilke, por Josep Massot (Cultura. La Vanguardia, 12-09-2016).
Albert Roig ha escrito uno de los libros más importantes de las letras catalanas al menos en lo que llevamos de siglo. Gos. Vida de Rainer Maria Rilke (Galaxia Gutemberg, traducido al castellano por Antoni Cardona) es una biografía de Rilke que reinventa la manera de contar una biografía, es una caja de sorpresas narrativa, que empieza con treinta páginas antológicas y a las que sigue una espiral de juegos de voces: del propio autor, de Rilke, de sus amantes, de los amigos escritores, músicos o artistas, de otros poetas, de los estudiosos.
Aparecen Rodin, Delacroix, Lou Andreas-Salomé, Hofmmansthal, Balthus, Carles Riba… Y es también un retrato de la vieja Europa, un ensayo sobre lo que significa ser poeta, una guía de lectura para entender Rilke sin leyendas, una crónica sobre el amor, la belleza, el arte, las máscaras, la amistad, las relaciones hombre y mujer, la celebración de la muerte… en una estructura en forma de espiral, como la rosa, con un centro que guarda el secreto de Rilke.
¿Qué es el perro para Rilke?
Rilke era hijo único, su madre no le dejaba jugar con nadie y el padre estaba siempre trabajando, era revisor de tren, y él quería a su perro. Un día su madre le busca, entra en su habitación a oscuras y le pregunta dónde estaba. “Estaba dentro del perro”, le responde él. “Pero no puede estar demasiado rato dentro del perro, porque ya no sabría salir y no serviría para hacer nada más”. El perro es la poesía. Si tú eres sólo poeta, no sirves para nada más. Y al mismo tiempo nunca podrás ser un escritor profesional. Se tiene que vivir para escribir, no escribir para vivir.
¿Quién era Rilke?
El poeta que ha marcado todo el siglo XX, más que Elliot. Todos los grandes poetas de todas las lenguas lo han leído y lo han traducido, incluso los más opuestos a su poesía. Lezama, Juan Ramón, Cernuda, Lorca; para los franceses es un poeta francés; hasta los poetas confesionales norteamericanos de los sesenta, Lowell, Sexton… Es el gran poeta europeo que se abre a Rusia y a Oriente y que abarca todos los registros, el confesional, el simbólico, el narrativo, el dramático. Es un poeta necesario para todos ellos.
¿Y para usted?
Para mí lo ha sido. Gos es un libro que me ha cambiado la mirada. Y quiero creer que su lectura también cambiará a los letraheridos: quizás dejarán de serlo, letraheridos, fetichistas, adoradores e máscaras. Pero quiero más; quiero creer que lo he escrito también para el lector de novelas históricas o eróticas.
Hay amores, seducciones, traiciones, un ritmo narrativo.
El amor, tal como lo vivían en aquellos tiempos las mujeres de la aristocracia, la burguesía o del teatro, a pesar de las convenciones de la época, no era muy diferente de ahora, una época donde empezaba el nudismo, el naturismo, el feminismo. Rilke siempre estaba enamorado de tres o más al mismo tiempo, Sus técnicas de seducción variaban según quien fuera cada una: de unas se hacía amigo, la belleza de otras lo hechizaba, le gustaba hablar con ellas del “antagonismo de sexos” o se hacía pasar por un solitario que no se podía enamorar. Y les decía que buscaba a “la chica interior” que había dentro de él. Lee mucha literatura escrita por mujeres para entenderlas. Y mucha literatura religiosa, mística. Si para Llull el centro del universo es Dios, para Rilke lo es el arte, y el amor.
¿Creó un personaje?
Sí. Era un hombre que quiso vivir una comedia, construyéndose una máscara, y acabó viviendo, sin él quererlo, ua tragedia. A los 35 años, después de haber visto bailar Nijinski, imagina unos figurines para Nijinski. Es fascinante, porque allí está todo: El que Muere Joven (el suicida o el héroe de Canción de vida y de muerte del corneta Cristoph Rilke), el joven decía que se suicidaría… y al final estalló una guerra de verdad. El Hijo Pródigo (el viajero, aquel que no puede amar y no quiere ser amado). El Hijo Borde del Rey (Rilke se considera el desheredado, y tiene sangre judía, y lo esconde…). La Loca (lo que más miedo le dba era volverse loco), la mujer más bella del mundo. Añadamos el Niño y la Estrella. Y el Ángel.
¿Y en realidad, como era?
Rilke está rodeado de muchas leyendas o de discursos fabricados por intelectuales que se repiten de un libro a otro, siendo ficciones.
¿Por ejemplo?
Marie Darrieussecq acaba de publicar una biografía sobre la pintora Paula Becker, donde dice que Rilke hablaba diez lenguas. No es cierto. Habla bien dos: el alemán y el francés, y porque la madre nació en Alsacia. El ruso lo estudia con Lou Andreas-Salomé dos años, cuando está con ella, y después lo deja. Tampoco es cierto el número de sus amantes. Tuvo sólo cinco, o seis. A Lou Andreas-Salomé, mucho mayor que él, la desvirgó, y eso que hacía once años que estaba casada. Después, lo primero que hace ella es correr a los brazos del hombre que le gustaba de verdad. A Rilke le da miedo todo vínculo, económico o sentimental. Ni siquiera se permite tener un perro.
¿Rilke es Ariel o Narciso?
Los primeros capítulos hablan del joven. No sabe escribir ni sabe leer a los grandes autores ni sabe vivir. Es un joven raro, digo raro y quiero decir ridículo y aburrido. No fuma, no bebe, no baila, no trabaja: no dirías nunca que será un gran poeta. No fue nunca joven. Este joven es una máscara. Es una serie de máscaras. Por eso digo que es un personaje shakesperiano. Dice una cosa y hace lo contrario de lo que ha dicho. Por ejemplo, habla del mundo interior, pero dice que sólo es ojos y vive hacia fuera.
¿Y como poeta?
Es el gran poeta de la muerte. Para él el alma es el cuerpo y lo descubre a partir del dolor del cuerpo, de la enfermedad. Cuando somos jóvenes, todos somos Ariel, espíritus que esperan volver a ser libres, volver a ser aire. Con los años, descubres que eres Calibán, el que reniega y está harto de trabajar y apesta a pescado. Es el mundo de La tempestad de Shakespeare. Gos se puede leer así, como una alegoría dantesca, e irónica: la época del Corneta es el infierno, París es el purgatorio, el amor, y La tempestad, el cielo, los ángeles del Greco. ¡Ep! Unos ángeles que son terribles. Y son ligereza. La poesía tiene que ser elevación, no gravedad, como la escultura. Una respiración natural que te libera de la opresión del cuerpo y lo hace, dice Rilke, como en los primeros momentos del amor o de la mística. Es la época de las elegías, poco antes de morir.
PARA LEER A RILKE:
https://www.airesdelibertad.com/t32440-rainer-maria-rilke-la-leyenda-de-amor-y-muerte-del-alferez-cristobal-rilke?highlight=Rilke
https://www.airesdelibertad.com/t32424-cartas-a-un-joven-poeta-por-rainer-maria-rilke?highlight=Rilke
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"Rilke. El retorno del poeta", por Josep Massot (Cultura. La Vanguardia, 12-09-2016).
Rainer María Rilke fue durante mucho tiempo la encarnación del poeta. Con sus ojos grandes, saltones, atristados, y su aire de estudiada melancolía. Todos los grandes poetas lo leyeron, después fue olvidado. Demasiados epígonos relamidos, una época que pedía más realismo y más ironía. Albert Roig recuerda que para Neruda era el poeta evanescente, el ángel caído. Para otros, un poeta hueco y estetizante, Gil de Biedma y Ferrater, siguiendo a Auden, querían una poesía tan interesante y divertida como una novela, y despreciaban su simbolismo vacío.
Aunque Rilke nunca desapareció del todo, desde hace unos años ha regresado con fuerza. Lo decía Kandinsky: las creaciones que se nutren del espíritu son como la quinta rueda de un auto; cuando fallan las otras, recurrimos a ella. En catalán, se suceden las versiones de sus libros: Jordi Llovet, Mariàngela Villalonga, Joan Margarit, Feliu Formosa, Eduard Cairol, Raül Garrigasait, Ramon Farrès… Jacint Sala dialoga con la poesía de Rilke a partir de una visita a su tumba, se traducen las Cartes d¡amor de la monja portuguesa, de Maria Alcoforado, que tanto influyeron en el poeta. Angle edita Cartes a un jove poeta; Limitis editorial hace lo mismo con Rainer & Lou, las cartas entre Rilke y Lou Andreas-Salomé. En castellano Alba publica Los apuntes de Malte Laurids Brigge; Siruela, Serpientes de plata y otros cuentos; Eneida, Vladimir, pintor de nubes; Navona, Ewal Tragy. Sexto Piso rescata Las elegías de Duino, traducidas por Juan Rulfo, el gran novelista mexicano, tan cercano al mundo rilkeano en el que los muertos están tan cerca de los vivos.
El filósofo Sloterdijk recurría a uno de los poemas mas celebres de Rilke, recogido incluso en películas de Woody Allen (Another woman), titulado Torso arcaico de Apolo. El poeta contempla absorto una estatua griega mutilada, sólo permanece el torso, no ha conocido pues su cabeza, ni. Por tanto, sus ojos, tampoco está el sexo, pero ese torso brilla, arde, lo presente apunta a lo que falta, a lo ausente. Al cabo de un tiempo, el espectador o el lector se da cuenta de que quien mira no es él, sino al revés, el que mira es mirado, y lo que le dice esa antigua obra de arte mutilada es imperativo: “porque no hay en ella ni un solo lugar que no te vea. Debes cambiar de vida”. La obra de arte interroga al lector, le interpreta, le comprende, le cuestiona, le invita a ir más allá de sí, le transforma.
Rilke no es sólo el poeta de los ángeles, sino también de la poesía que da conocimiento. “Todo ángel es terrible”. Escribe. “Tú, oscuridad de la que desciendo/ te amo más que a la llama/ que al mundo pone límites”. Temía ser Narciso, el miedo de ver lo que somos. Por eso la riqueza de sus textos, con todas sus contradicciones: Claire Goll lo retrata, adulador de aristócratas en busca de mecenas, sin vacilar en aceptar dinero de un fabricante de cañones para una guerra mortífera, sin sentido, pero también es capaz de criticar a esta aristocracia que festeja banal su pasado, sin cultivar sus posibilidades de llevar una vida propia. Y es capaz de abandonar a Maria Thurn und Taxis, que podría haberle sostenido toda su vida. O a la baronesa Sidonie, amante secreta de Kraus. Entre sus amigas, la madre de Pierre Klossowski y Balthus, y Genevieve de Monferrand, la abuela de Truffaut. ¿Es Rilke el hombre que amaba las mujeres?
Lamentablemente su incapacidad de amar, incluso a la pintora Paula Becker, cuya muerte a los 31 años, dice que es la única que siempre le pesó, y reconoce que, los dos casados, “nuestras almas sólo viven de la traición”. Hablaba de amor, pero escribía “todo amor me supone un gran esfuerzo, una gesta, un surmenage”. “Nadie -dijo- me ha hecho enloquecer, quizá porque no quiero a mi madre”.
Rilke canta al padre muerto, respira el olor a carroña de la guerra, se desespera por escribir versos inocuos y porque el amor primero le incendie y después le aburra. Conoció a las mujeres más hermosas, todas creadoras. Las seducía con cartas maravillosas y su voz de poeta gran actor. Ve los amantes como los acróbatas de Picasso, errantes, efímeros, máscaras de sonrisas tristes, se sostienen el aire uno a otro, audaces y felices en el salto con el corazón ebrio, pero ¿no existe el suelo? Como espectadores, los rostros de los poetas muertos en la guerra.
Buscaba la pureza de la infancia, el don del niño de extasiarse igual ante una hoja de abedul y una alta montaña, y la madurez que le enseñó Lou Andreas-Salomé de poder hablar de las cosas pequeñas. Busca cómo decir lo indecible, cómo contener su desmesura, su exceso de ser. La infinitud. “Una obra de arte -dice Rilke- es buena si ha nacido al impulso de una íntima necesidad. Precisamente en este modo de engendrarse radicael único criterio válido para su enjuiciamiento: no hay otro”. Si no, es mejor que renuncie a escribir.
Otro de sus secretos es su celebración de la muerte. Cuando su editor polaco Wietold Hulewicz le preguntó en 1925 sobre el sentido último de Las elegías del Duino, Rilke le respondió: “En las elegías la vida se hace otra vez posible, pues la aceptación de la vida y de la muerte se nos muestra como una misma cosa… la muerte es el lado de la vida apartado y no iluminado por nosotros… Nuestra tarea es ésta, impregnarnos de esta tierra provisional y caduca tan profundamente,tan dolientemente, tan apasionadamente, que su esencia resurja otra vez en nosotros. Somos las abejas de lo invisible...”.
Rilke murió de leucemia. Se pinchó con una de las decenas de rosas que recogió para llenar la casa que recibía a su última amante. Se infectó la herida: sangre y pus. En su epitafio escribió: “Rosa, oh contradicción pura, deseo de ser el dueño de nadie bajo tantos párpados”.
Josep Massot
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Entrevista a Albert Roig, autor de Gos. Vida de Rainer Maria Rilke, por Josep Massot (Cultura. La Vanguardia, 12-09-2016).
Albert Roig ha escrito uno de los libros más importantes de las letras catalanas al menos en lo que llevamos de siglo. Gos. Vida de Rainer Maria Rilke (Galaxia Gutemberg, traducido al castellano por Antoni Cardona) es una biografía de Rilke que reinventa la manera de contar una biografía, es una caja de sorpresas narrativa, que empieza con treinta páginas antológicas y a las que sigue una espiral de juegos de voces: del propio autor, de Rilke, de sus amantes, de los amigos escritores, músicos o artistas, de otros poetas, de los estudiosos.
Aparecen Rodin, Delacroix, Lou Andreas-Salomé, Hofmmansthal, Balthus, Carles Riba… Y es también un retrato de la vieja Europa, un ensayo sobre lo que significa ser poeta, una guía de lectura para entender Rilke sin leyendas, una crónica sobre el amor, la belleza, el arte, las máscaras, la amistad, las relaciones hombre y mujer, la celebración de la muerte… en una estructura en forma de espiral, como la rosa, con un centro que guarda el secreto de Rilke.
¿Qué es el perro para Rilke?
Rilke era hijo único, su madre no le dejaba jugar con nadie y el padre estaba siempre trabajando, era revisor de tren, y él quería a su perro. Un día su madre le busca, entra en su habitación a oscuras y le pregunta dónde estaba. “Estaba dentro del perro”, le responde él. “Pero no puede estar demasiado rato dentro del perro, porque ya no sabría salir y no serviría para hacer nada más”. El perro es la poesía. Si tú eres sólo poeta, no sirves para nada más. Y al mismo tiempo nunca podrás ser un escritor profesional. Se tiene que vivir para escribir, no escribir para vivir.
¿Quién era Rilke?
El poeta que ha marcado todo el siglo XX, más que Elliot. Todos los grandes poetas de todas las lenguas lo han leído y lo han traducido, incluso los más opuestos a su poesía. Lezama, Juan Ramón, Cernuda, Lorca; para los franceses es un poeta francés; hasta los poetas confesionales norteamericanos de los sesenta, Lowell, Sexton… Es el gran poeta europeo que se abre a Rusia y a Oriente y que abarca todos los registros, el confesional, el simbólico, el narrativo, el dramático. Es un poeta necesario para todos ellos.
¿Y para usted?
Para mí lo ha sido. Gos es un libro que me ha cambiado la mirada. Y quiero creer que su lectura también cambiará a los letraheridos: quizás dejarán de serlo, letraheridos, fetichistas, adoradores e máscaras. Pero quiero más; quiero creer que lo he escrito también para el lector de novelas históricas o eróticas.
Hay amores, seducciones, traiciones, un ritmo narrativo.
El amor, tal como lo vivían en aquellos tiempos las mujeres de la aristocracia, la burguesía o del teatro, a pesar de las convenciones de la época, no era muy diferente de ahora, una época donde empezaba el nudismo, el naturismo, el feminismo. Rilke siempre estaba enamorado de tres o más al mismo tiempo, Sus técnicas de seducción variaban según quien fuera cada una: de unas se hacía amigo, la belleza de otras lo hechizaba, le gustaba hablar con ellas del “antagonismo de sexos” o se hacía pasar por un solitario que no se podía enamorar. Y les decía que buscaba a “la chica interior” que había dentro de él. Lee mucha literatura escrita por mujeres para entenderlas. Y mucha literatura religiosa, mística. Si para Llull el centro del universo es Dios, para Rilke lo es el arte, y el amor.
¿Creó un personaje?
Sí. Era un hombre que quiso vivir una comedia, construyéndose una máscara, y acabó viviendo, sin él quererlo, ua tragedia. A los 35 años, después de haber visto bailar Nijinski, imagina unos figurines para Nijinski. Es fascinante, porque allí está todo: El que Muere Joven (el suicida o el héroe de Canción de vida y de muerte del corneta Cristoph Rilke), el joven decía que se suicidaría… y al final estalló una guerra de verdad. El Hijo Pródigo (el viajero, aquel que no puede amar y no quiere ser amado). El Hijo Borde del Rey (Rilke se considera el desheredado, y tiene sangre judía, y lo esconde…). La Loca (lo que más miedo le dba era volverse loco), la mujer más bella del mundo. Añadamos el Niño y la Estrella. Y el Ángel.
¿Y en realidad, como era?
Rilke está rodeado de muchas leyendas o de discursos fabricados por intelectuales que se repiten de un libro a otro, siendo ficciones.
¿Por ejemplo?
Marie Darrieussecq acaba de publicar una biografía sobre la pintora Paula Becker, donde dice que Rilke hablaba diez lenguas. No es cierto. Habla bien dos: el alemán y el francés, y porque la madre nació en Alsacia. El ruso lo estudia con Lou Andreas-Salomé dos años, cuando está con ella, y después lo deja. Tampoco es cierto el número de sus amantes. Tuvo sólo cinco, o seis. A Lou Andreas-Salomé, mucho mayor que él, la desvirgó, y eso que hacía once años que estaba casada. Después, lo primero que hace ella es correr a los brazos del hombre que le gustaba de verdad. A Rilke le da miedo todo vínculo, económico o sentimental. Ni siquiera se permite tener un perro.
¿Rilke es Ariel o Narciso?
Los primeros capítulos hablan del joven. No sabe escribir ni sabe leer a los grandes autores ni sabe vivir. Es un joven raro, digo raro y quiero decir ridículo y aburrido. No fuma, no bebe, no baila, no trabaja: no dirías nunca que será un gran poeta. No fue nunca joven. Este joven es una máscara. Es una serie de máscaras. Por eso digo que es un personaje shakesperiano. Dice una cosa y hace lo contrario de lo que ha dicho. Por ejemplo, habla del mundo interior, pero dice que sólo es ojos y vive hacia fuera.
¿Y como poeta?
Es el gran poeta de la muerte. Para él el alma es el cuerpo y lo descubre a partir del dolor del cuerpo, de la enfermedad. Cuando somos jóvenes, todos somos Ariel, espíritus que esperan volver a ser libres, volver a ser aire. Con los años, descubres que eres Calibán, el que reniega y está harto de trabajar y apesta a pescado. Es el mundo de La tempestad de Shakespeare. Gos se puede leer así, como una alegoría dantesca, e irónica: la época del Corneta es el infierno, París es el purgatorio, el amor, y La tempestad, el cielo, los ángeles del Greco. ¡Ep! Unos ángeles que son terribles. Y son ligereza. La poesía tiene que ser elevación, no gravedad, como la escultura. Una respiración natural que te libera de la opresión del cuerpo y lo hace, dice Rilke, como en los primeros momentos del amor o de la mística. Es la época de las elegías, poco antes de morir.
PARA LEER A RILKE:
https://www.airesdelibertad.com/t32440-rainer-maria-rilke-la-leyenda-de-amor-y-muerte-del-alferez-cristobal-rilke?highlight=Rilke
https://www.airesdelibertad.com/t32424-cartas-a-un-joven-poeta-por-rainer-maria-rilke?highlight=Rilke
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