MEMORIAS DE LA LUCHA SANDINISTA
POR MÓNICA BALTODANO
TOMO I
De la forja de la vanguardia a la montaña
N9
20
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1
1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA
3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS
I. Título
Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano
Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña
Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo
ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)
978-99964-0-087-2 (o.c)
© Mónica Baltodano
Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini
Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano
Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes
de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.
Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en
http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacionIII
El contingente revolucionario que soñó Fonseca
El reino que aún no pudimos construir
Michelle Najlis y Vidaluz Meneses
Michelle Najlis nace en Granada en el año 1946. Se bachilleró en
el Colegio La Asunción. Sus primeros contactos políticos los hizo
con Luis Rocha y Fernando Gordillo. Estudia Literatura en la
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, al mismo tiempo
empieza su militancia política como dirigente del Frente
Estudiantil Revolucionario. En 1966, en representación del FER
es postulada a la presidencia del Centro Universitario de la
Universidad Nacional, frente a la socialcristiana Brenda Ortega y
pierde por un margen de ocho votos.
Participa en la importante acción en el Estadio Nacional
denominada “No más Somoza” y en la marcha del 22 de enero
de 1967. Después del terremoto se traslada a Costa Rica y
trabaja en labores de solidaridad con la lucha sandinista. Luego
del triunfo de la Revolución, funge como Directora de Migración
y Extranjería, y luego en la Oficina de Medios de Comunicación
del Ministerio del Interior. Posteriormente es asesora del
Ministerio de Educación.
En los años noventa es Directora de Asuntos Culturales de la
Universidad Centroamericana y trabaja en el Centro Ecuménico
Antonio Valdivieso. A la fecha de esta entrevista, realiza estudios
de Teología. Reconocida feminista y poetisa, ha publicado El
viento armado (1969), Augurios, (1980) Ars Combinatoria
(1988), Caminos de la Estrella Polar (1990) y Cantos de Ifigenia,
entre otros.
**
Vidaluz Meneses nace en Managua el 28 de mayo de1944. Cursa
el Bachillerato en el Colegio La Asunción. Se incorpora a la lucha
social desde principios de los años setenta. Formalmente
colabora con el Frente Sandinista de Liberación Nacional desde
el año 1977.
Es poetisa, articulista y promotora cultural. Es licenciada en
Humanidades con mención en Bibliotecología, de la UCA.
Después del triunfo de la Revolución, dirigió el sistema de
bibliotecas de Nicaragua y fue Vice-Ministra de Cultura. Ha
recibido numerosas distinciones por su amplio y valioso trabajo
1
cultural. Su obra poética incluye los libros Llama guardada
(1974), El aire que me llama (1982), y La antología Poética 1974-
1990 Llama en el aire (1991). Actualmente es Decana de la
Facultad de Artes y Letras de la UCA y es activista social y
promotora cultural1.
A lo largo de la lucha por la libertad, en Nicaragua muchas fueron las vidas
que cambiaron radicalmente, que dieron un vuelco de ciento ochenta
grados. La historia de la lucha del pueblo nicaragüense está sembrada
sobre el manto hecho por todas las historias personales, las batallas diarias
y los sacrificios cotidianos. En este contexto, las mujeres sobresalen por su
voluntad inquebrantable, su amor profundo por la familia y, al mismo
tiempo, la defensa sin grietas por un mundo y una Nicaragua que supere el
machismo y el trato desigual a la mujer.
Las dos prominentes mujeres que nos acompañan en este diálogo, se
distinguen de forma especial porque optaron por la solidaridad, por el amor
y el perdón. Sin dejar que los hechos y las circunstancias –algunas muy
dolorosas– desmembraran sus anhelos, lucharon por la familia, por la mujer,
por una Nicaragua igualitaria.
Mónica: Vidaluz, algo que seguramente la gente ya no recuerda es que vos
sos hija del General Meneses. Me parece que en tu condición, integrarse a
la lucha requería de mucho coraje, pero seguir luchando después que tu
padre muere a manos de grupos guerrilleros, es todavía más difícil.
Contanos esa parte, yo sé que es dura.
Vidaluz: Bueno, lo que pasa es que a él lo jubilaron en el año 1976, más o
menos después de treinta años de estar en la Guardia Nacional; entonces
me alegré porque yo me identificaba con todos los grupos progresistas y
siempre me comprometía por la justicia, no con algo específico, pero sí con
la justicia y en ningún partido político.
Una cosa dificilísima para mí era enfrentar a mi papá, porque él era un
militar. Había otros casos que conocí después, como el de Martha
Cranshaw, cuyo papá era un somocista, pero político. En mi caso, mi papá
era un militar y lo que planteaba el Frente era la lucha armada. Era difícil.
Yo lograba hacerme un espacio entre los grupos cristianos o firmaba cosas o
escribía, o me sumaba, como te decía, a huelgas universitarias, etcétera.
Entonces cuando a mi papá lo jubilan, para mí es un alivio porque yo digo,
bueno pues, puedo avanzar porque no me tengo que enfrentar con nada
militar; a pesar de que nunca se me ocurrió, por mi personalidad, la lucha
armada; eso era una cosa más difícil por mi condición familiar y por mi
condición de cristiana. Porque los cristianos en esos años nos planteábamos
que era un desafío la lucha armada, hasta que vino todo el Concilio
2
Vaticano, los documentos de Medellín, y se comenzó a hablar de la violencia
institucionalizada, y de alguna manera empezaron a surgir estudios
teológicos que justificaban luchar con las armas en contra de la opresión.
Fue un alivio cuando jubilaron a mi papá, porque él va a pasar a la vida civil,
ya está, entonces no me tengo que enfrentar directamente con él. Sin
embargo, más o menos un año después, Somoza le dice que lo quiere
mandar de Embajador a Guatemala, y allí funcionó la disciplina militar. Él le
acepta, y yo le digo: –No acepte, no acepte, mejor váyase a descansar ya,
dedíquese a sus cosas. Pero no, mi papá era un hombre joven y activo.
Imagino que se sintió comprometido, era una prolongación de su
compromiso, porque ya existía una cosa que tal vez más adelante se puede
estudiar psicológicamente: y es la figura de Somoza y lo que influía en los
militares, ya no se diga en la gente que militaba en su partido.
Entonces él se va a Guatemala como diplomático. Sin embargo, como en
ese tiempo ya se estaba agudizando la lucha e iba avanzando el Frente,
existía también un arreglo entre ejércitos centroamericanos de reprimir a la
guerrilla y a los movimientos revolucionarios. Pero al mismo tiempo existía
una solidaridad revolucionaria de los movimientos guerrilleros, y a mi papá
lo emboscan en una calle: él iba un sábado para la barbería, lo pasó un
carro y lo ametrallaron; él quedó vivo todavía, le dieron cuatro balazos, uno
de ellos en la médula, fue una cosa tremenda.
Yo, más o menos me había preparado para cualquier cosa. Ya en aquel
tiempo mi casa era casa de seguridad, y yo pensaba: Él o yo, si lo
sorprenden aquí, o me llevan presa o quién sabe qué pude pasar. Esas
cosas terribles. Cuando él se va a Guatemala, pensé que había menos
posibilidades de que algo malo ocurriera, pero cuando pasa allá, aunque yo
había pensado que algo podía ocurrir, para mí fue espantoso.
Entonces me tocó ir a Guatemala en una avioneta que consiguió uno que
fue Ministro de Salud en el somocismo, el doctor Edmundo Bernheim, con
uno de mis hijos y mi hermana menor. Entonces mi papá dura vivo como
dos semanas. El atentado ocurrió el 16 de septiembre de 1978, y el 29 de
septiembre murió.
Fragmento del Comunicado del Ejército Guerrillero de los Pobres
(EGP):
…tras la pantalla de Embajador de Nicaragua, ha escondido su
verdadera función: la de coordinar el apoyo mutuo entre la
Guardia Nacional y el Ejército Guatemalteco, y entre el régimen
somocista y el gobierno reaccionario de nuestro país. Meneses
Cantarero ha coordinado planes represivos policiales y
maniobras contra guerrilleras a nivel centroamericano. Tras la
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pantalla de Embajador de Nicaragua, ha coordinado la represión
contra los movimientos populares revolucionarios y el apoyo
mutuo entre los gobiernos más reaccionarios de la región. Es un
promotor de los planes del CONDECA, del Ejército Unido
Centroamericano (un plan en desarrollo entre los Ejércitos de
Guatemala, El Salvador y Nicaragua), y de la represión
coordinada de los regímenes reaccionarios centroamericanos en
contra de los movimientos populares democráticos y
revolucionarios.
Esta acción ha sido una muestra de solidaridad del EGP, a la
lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional. El Frente
Sandinista lucha por liberar a Nicaragua de la dictadura
somocista y de todas las ataduras económicas, sociales, políticas
y militares que han mantenido al Pueblo de Nicaragua en la
explotación, la miseria, la opresión y la represión de los grandes
ricos nacionales y extranjeros, que han actuado durante los
últimos cuarenta años, alrededor de la sangrienta dinastía de los
Somoza. El Frente Sandinista y el Pueblo de Nicaragua, cuentan
con la solidaridad del Pueblo de Guatemala y con la solidaridad y
el apoyo del EGP.
Yo era de un grupo cristiano. El padre Amando López2 –que era
extraordinario– y los jesuitas, me recomendaron con los padres de
Guatemala; y el padre Amán, un jesuita, me llegó a acompañar al hospital,
vio a mi papá, estuvo con él. Mi papá estaba sereno, no decía nada, nada.
Pero estaba súper delicado, le habían dado un balazo en la médula, estaba
bien complicado. Y no sé por qué razón, la gente de la Embajada de
Nicaragua le llevó la televisión, y él pudo ver bombardeos y cosas de aquí,
que me imagino que le causaron un shock nervioso tremendo.
El asunto es que él fue empeorando hasta que murió. Todo ese tiempo fue
tenso, porque él está cuidado por todos lados, y los rumores eran de que
podían entrar a rematarlo, además que el doctor que lo atendía estaba
amenazado. Bueno, ¡una tensión espantosa!
Y a mí también me dicen que ya no llegue con ese padre Amán, porque ese
padre era comunista. Llegaron mis abuelos, mis tíos, bueno, toda la familia.
Entonces llegó una monja, y por suerte después llegó otro padre de su
pueblo, con él se confesó, comulgó y todo3.
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Última postal a mi padre, General Meneses:
Debiste haber cumplido años hoy y ya no estás, para tu bien.
Guardo tus palabras y tu postrera ansiedad por mi destino,
porque la historia no te permitió vislumbrar este momento,
mucho menos comprenderlo.
El juicio ya fue dado.
Te cuento que conservo para mí sola tu amor generoso.
Tu mano en la cuchara dándole el último desayuno al nieto,
haciendo más ligera la pesada atmósfera de la despedida.
Cada uno en su lado, como dos caballeros antiguos y nobles
abrazándose, antes del duelo final, fatal.
Mónica: ¿Cómo comenzaste a tener conciencia y a participar en la lucha?
Vidaluz: Creo que jugó un papel bien importante la base cristiana desde la
infancia. A esa etapa la llamo como una religión mágica, muy linda, el Niño
Dios, las pláticas de mis tiitas, que fue una base ¡claro! Pero en la
adolescencia, como andábamos en cada pueblo con mi papá, me tocó
entrar al sexto grado en La Asunción de León, y después me vine para
Managua.
Las monjas de La Asunción promovían la entrega, la generosidad. Después,
la madre Mireille, que era una madre francesa activísima, nos llevaba
semanalmente a un barrio pobre que se encontraba detrás del Colegio, que
era el barrio La Tejera, a repartir carne. Si querés, eran prácticas
maternalistas o paternalistas, como les diríamos después; pero mal que
bien, te va sembrando sensibilidad eso de poder ver cómo vive la gente a la
orilla de tu colegio elegante, en una miseria y en una situación espantosa.
El colegio La Asunción para mí fue una gran revelación, a pesar de que
había compañeras que se peleaban con las monjas.
Me gustaba cómo presentaban el Cristo: nos ponían un barquito –seguro
que Michelle se debe acordar porque era de un lado al otro del aula– que
representaba las misiones. Es la edad de la adolescencia, donde vos te
identificás con los héroes, con la justicia. Los héroes eran esos sacerdotes y
esas monjas. En ese barquito que uno veía colgado, ibas caminando porque
ibas ayudando con contribuciones, oraciones, dinero y todo para que el
barco avanzara a las misiones en Japón, en África, en donde hasta los
mataban por la fe.
Entonces todo eso me iba pasando a nivel cristiano, y como me gusta
escribir, escribí unos poemas. Casi todos los chavalos de mi época, de trece
a dieciséis años, estaban en contra de la dictadura, por la justicia, y algunos
influidos por los aires del marxismo se van comprometiendo. Son mis
amigos y además son buenos chavalos, buenas chavalas; también me van
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sembrando la preocupación, empiezo a ver la injusticia, que realmente las
cosas no se pueden mejorar si no se cambian las estructuras y todo lo que
viene después. Entonces yo empiezo a escribir.
Mónica: Michelle, antes que existiera el Frente Sandinista, te involucraste
en la organización revolucionaria. ¿Desde cuándo empezaste a ser
revolucionaria y cómo? ¿Qué te motivó?
Michelle: Vidaluz y yo fuimos compañeras en el Colegio La Asunción, y
siempre que coincidimos y empezamos a hablar, terminamos hablando de
las monjas de La Asunción, a las que recordamos con gran cariño, porque
efectivamente eran una cosa rara en ese tiempo.
Fijate que cuando las teresianas, en la década de los ochenta, comienzan a
llevar a sus alumnas a los barrios pobres de Managua, se hizo un escándalo;
ahora imaginate que estas monjas de La Asunción lo hacían en los años
sesenta, con un grupo de chavalas de clase media para arriba y eso se
hacía todas las semanas, o a repartir carne o a enseñar a leer o catequesis.
Eso nos puso en un contacto directo con la miseria de este país; pero
además, yo siempre digo que empecé a ser poeta y a ser revolucionaria por
vaga…
A mí me encanta la naturaleza nicaragüense, la siento en la piel, en los
poros y cuando empieza el invierno para mí esto es una maravilla. Por
cierto que tuve un novio que decía que yo tenía organismo de rana, que
cuando empezaba a llover yo empezaba ¡croac, croac! Y efectivamente,
cuando empezaban las lluvias, yo no podía resistir la tentación. El Colegio
quedaba a la orilla del lago; entonces yo venía de mi casa caminando y
doblaba a la derecha, pero cuando empezaba el invierno, doblaba a la
izquierda, y me iba por la línea del tren; una vez me fui a pie hasta la punta
de Chiltepe.
Mónica: Pasando por todos los barrios de la costa del lago que son muy
pobres, como Acahualinca.
Michelle: ¡Exacto! Entonces allí fui descubriendo un mundo que, de no
haber sido vaga, tal vez por mi situación de clase, por la seguridad que yo
tenía en mi casa y que me habían dado mis padres, quizá no lo hubiera
descubierto o lo hubiera descubierto más tarde. Entonces eso, junto con la
sensibilidad que cultivaban las monjas, y que nosotras que éramos
tocaditas al mal la verdad, provocó que, como dice Vidaluz, empezara a
hacerme una serie de preguntas.
Acordate que estamos hablando de antes del Concilio Vaticano II. A alguien
que hacía preguntas sociales inmediatamente le caía la etiqueta de
comunista, y pues a mí me interesó el asunto, comencé a leer libros de
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marxismo y encontré allí respuestas que por otros lados no encontraba; con
el inconveniente que era marxismo de manuales y marxismo que en ese
tiempo y, con justa razón, reaccionaba con mucha violencia contra la iglesia
institucionalizada que durante siglos se ha puesto –es doloroso pero hay
que decirlo– se ha puesto sistemáticamente al lado de los opresores y los
contrarios han sido excepciones.
Entonces me involucro, empiezo a estudiar, me acuerdo que éramos
grandes amigos con Luis Rocha y Luis era militante del Frente, y allí me
encuentro con otros amigos que también eran militantes. Me acuerdo que
siendo chavala, estando todavía en el Colegio, imaginate, fui a parar a una
reunión con el Comandante Víctor Tirado.
Mónica: ¿Fuiste a parar?
Michelle: Fui a parar, sí; él se reunía con otro señor que a mí me parecía
muy grande y muy importante, para hablar sobre la posibilidad de crear un
frente único en Nicaragua. Todavía no me explico qué representaba ni por
qué estaba yo allí. Pero las cosas, fui a parar allí4.
Pues así empezó y por eso es que la experiencia de la pobreza, la
experiencia del paisaje, la conciencia de la injusticia y al mismo tiempo la
sensibilidad poética en todas nosotras, es algo que va unido, tanto en
Vidaluz como en Gioconda, en Ana Ilse, como en las otras escritoras,
¿verdad? Como el feminismo, son cosas que van surgiendo
simultáneamente y de manera muy natural.
Mónica: Yo quería preguntar a ambas como poetisas. Michelle, hiciste tu
primer libro en el año 1969, El Viento Armado, y luego, Augurios y Ars
Combinatoria. Vidaluz publicó La Llama Guardada, en 1975, después hiciste
otro que se llama El Aire que me Llama y, finalmente, una antología, Llama
en el Aire, de 1990.
Díganme, en el caso de cada una de ustedes, ¿qué importancia tuvo ser
poetas? ¿Cómo conjugaron la vida revolucionaria con la esencia de la
poesía?
Michelle: Yo tengo que decir algo sinceramente y en honor a la verdad.
Durante los años de lucha contra la dictadura o durante los años de
gobierno sandinista, yo nunca me sentí restringida ideológicamente en el
quehacer poético, siempre sentí que yo podía escribir sobre lo que me diera
la gana. El problema no iba tanto por allí, el problema era el tiempo, porque
estábamos involucradas, como todas las personas en este país, en tantas
cosas que no teníamos tiempo. Ser poeta requiere un determinado estado
de ánimo, un determinado cultivo de ese estado de ánimo y ese es el
tiempo que no teníamos. Y luego, en la práctica, los conflictos que se
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daban, pero no era por imposición de temas o de actitudes poéticas, no iba
por ese lado.
Vidaluz: En el caso mío, comparto bastante lo que dice Michelle, y pienso
que en algunas entrevistas he dicho que no puedo separar la poesía, mi fe y
la vida misma, la revolución, la necesidad de transformar la realidad hacia
una sociedad más justa.
Entonces, igual me sentí porque a la Revolución opté por mi propia
voluntad, yo escribía lo que vivía, como vivía la Revolución y lo que sentía.
Allí hay también poemas de cuando mis hijos se van, que son otras rupturas
tremendas, pero estoy entusiasmadísima con la Revolución y una de mis
hijas se queda conmigo hasta el final, y los otros no; entonces pensaba que
esa era la opción correcta, y todo eso está en la poesía, es la vida y es lo
mismo.
Mónica: Por favor léenos un fragmento de este poema Muro de
Lamentaciones.
Vidaluz: Cuando perdimos las elecciones y después en los años 1990, con
este poema cerré un libro como para cerrar esa etapa. Ese fragmento dice:
Esta vez no ahogaré la memoria.
Asumiré los muertos y la separación de los amantes
que es otra forma de morir
no deambularé esquizofrénica por el mundo
sino con el estandarte del holocausto vivido.
No ahogaré sus voces que claman
por el reino que no hemos podido construir
No ignoraré la sangre en el barro
el alarido del fondo de las entrañas
el rugido de la multitud acumulada en el pecho.
Michelle: Ese poema, creo que fue importante para vos, Vidaluz, y fue
importante para muchísima gente, porque sentimos que habías expresado y
habías condensado ese lamento. Había sido como una catarsis que nos
permitía decir: Bueno, ahora levantémonos y empecemos a tratar de
caminar. Muchos lo sentimos así.
Vidaluz: Sí, es catarsis, como dice Michelle, y cuando lo escribí, ¡fue
terrible! Y allí quisiera haber tenido la valentía de ustedes dos. La Michelle
es de mi generación, y yo le digo a ella aquí: siempre tenemos que trabajar
en dúo.
Felizmente la vida nos volvió a colocar juntas. Hay veces que debemos
escuchar la voz profética, y a vos Michelle, te corresponde la parte fuerte, y
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si otra vez hay que ir a conciliar, entonces tengo que ir yo. Igual vos,
Mónica, que sos tan valiente. Yo escribo estos poemas, pero realmente los
quisiera decir como ustedes, con esa vehemencia y con esa fuerza.
Michelle: Y es que además, en el caso de tus poemas, Vidaluz, muchas
veces son poemas tremendamente dolorosos, y a mí me pasa como a
Mónica, ¿cuántas veces no he llorado leyendo tus poemas o leyendo las
cosas que vos decís? Entonces no es raro que haya poemas que vos misma
no podés leer sin ponerte a llorar.
Mónica: En esta selección de Francisco de Asís Fernández, Poesía Política
Nicaragüense, escogió seis poemas tuyos, Michelle; uno se llama Nos
persiguieron en la noche, otro A los mártires de Bocay, otro Los inocentes
alzaron los fusiles, Los cuerpos caídos, Nosotros los hijos del sol y Ya tu
sabes que murió. Este último es bellísimo, ¿nos lo podrías leer?
Michelle: A ver si no me pongo a llorar yo también, porque se me hace un
torozón. Y es que este poema, además, si mal no recuerdo, lo escribí
cuando murió El Chelito Moreno5, quien era un chavalo precioso, era un
muchacho transparente. El poema dice:
¿Ya tú sabes que murió?
Y sabés dónde está la tumba del hermano
aquel hermano que no tuvo sepultura.
Tú lo sabes porque tu corazón es tierra que lo cubre
y nuestros días flores nuevas para florecer su tumba.
Mónica: Bellísimo, bellísimo. Este poema lo escribiste hace como treinta y
tres años. ¿Y ahora siguen escribiendo?
Michelle: Seguimos escribiendo.
Vidaluz: Hasta que la muerte nos funda con ella.
Mónica: En este libro cerraste con la parte final de un bellísimo poema de
Bertolt Brecht, A los hombres futuros. También son palabras
importantísimas en estos momentos.
9
Michelle:
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz.
Desgraciadamente nosotros,
que deberíamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Mónica: Esto, me imagino yo, tiene que ver con el período después de la
pérdida de las elecciones, es decir, una especie de autocrítica de lo que no
se pudo hacer, que se pudo hacer mejor o no se hizo.
Vidaluz: Es autocrítica en un sentido y es explicación; no justificación, pero
sí explicación de actitudes que teníamos en la Revolución. Es interesante el
tema de la reconciliación, del perdón, que es bien difícil. Muchas veces me
pregunté eso en la Revolución. Yo decía, puedo entender perfectamente
que amigas mías cuyos padres fueron toda su vida perseguidos y
masacrados por el somocismo, tuvieran una reacción visceral, apenas
explicable, que era lógica; pero en mi caso era al revés, era muy doloroso
para mí dar el paso que di y después construir.
De todas maneras, pensaba que así como estas personas que fueron
profundamente heridas a lo largo de la historia de su vida, fueron capaces
de trabajar con mucho amor, yo también podría hacerlo. Luego pensé que
la Revolución es construida a partir del amor, y no en base al resentimiento,
a pesar de que teníamos grandes discusiones con amigas que se
consideran marxistas y que han estudiado marxismo. Ellas me decían: –Es
que vos sos cristiana, no ves que el Che Guevara decía que había que odiar
al enemigo. Porque a veces la lucha era tan dura, que tenías que ser firme y
entonces allí tenés que arrugar la cara. Vos misma, Mónica, que has sido
una mujer tan bonita, pero has tenido que pelear durísimo, seguramente la
gente te ve brava en la televisión. Es lo que dice Brecht: “La lucha contra la
injusticia pone ronca la voz y te arruga la cara”.
Mónica: De lo que se trata es de no llenarnos de odio contra el odio, de no
llenarnos de amargura luchando contra la injusticia, o sea que todas esas
luchas no deben ser hechas desde la amargura, sino desde la óptica de
construir una sociedad diferente.
Vidaluz: Michelle ha trabajado esos temas muy interesantes en la parte
teológica que le corresponde en el Centro Ecuménico Antonio Valdivieso,
sobre todo cuando le ha tocado exponer el tema de la reconciliación.
Cuando hablo con Michelle, decimos, bueno, el perdón es en base a que
haya un reconocimiento de la falta de parte del otro, es decir, no es tan
sencilla la cosa.
10 (Cont.)
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Hoy a las 3:50 am por cecilia gargantini
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