Aires de Libertad

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    Alejandro Zambra (1975-

    Pedro Casas Serra
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    Alejandro Zambra (1975-  Empty Alejandro Zambra (1975-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 18 Abr 2022, 12:53

    .


    Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) es un escritor chileno.

    Nació en Villa Portales y vivió sus primeros años en Valparaíso y Villa Alemana. Cuando tenía cinco años de edad su familia se mudó a la villa Las Terrazas, en Maipú. Estudió en el Instituto Nacional José Miguel Carrera. luego ingresó a la Universidad de Chile y se licenció en Literatura Hispánica. Luego de egresar en 1997 se fue a Madrid a seguir el Curso de Posgrado en Filología Hispánica del Instituto de la Lengua Española (CSIC). En 2008 se doctoró en Literatura por la Universidad Católica. Fue profesor de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales durante más de diez años. Editó, junto con el poeta Andrés Anwandter, la revista de poesía Humo y con la periodista Andrea Insunza la revista Dossier. Ha colaborado con críticas literarias y columnas en diversos periódicos como Las Últimas Noticias (donde durante tres años tuvo la columna Hoja por hoja), El Mercurio, La Tercera y The Clinic; también ha escrito para el suplemento literario Babelia de El País, la revista española Turia o la mexicana Letras Libres. El año 2015 la Biblioteca Pública de Nueva York becó al autor con una estadía de nueve meses en esa ciudad para que trabajase en un libro sobre bibliotecas, llamado Cementerios personales. Allí, conoció a Jazmina Barrera, una ensayista mexicana; se casaron y decidieron instalarse en Ciudad de México, donde residen desde 2017. Tienen un hijo, Silvestre. Zambra y Barrera han traducido conjuntamente La balada de Rocky Rontal, de Daniel Alarcón (Estruendomudo, Santiago, 2017) y Pequeñas labores, de Rivka Galchen (Ediciones Antílope, México, 2018). Zambra empezó su carrera literaria como poeta. Su primer poemario, Bahía Inútil, fue publicado en 1998. Su segundo poemario, Mudanza, se publicó en 2003. Éste se trata de un poema narrativo donde están presentes varias historias veladas e interrelacionadas. Asimismo, en este segundo libro de poesía comienza la transición de Zambra hacia la narrativa. El poemario se ha reeditado numerosas veces, la más reciente en 2017 por Ediciones Antílope.
    (Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandro_Zambra)


    *


    Poemas del libro Mudanza de Alejandro Zambra:


    MUDANZA, 2003

    (1)

    Me dijeron que avisara treinta días
    antes me dijeron que avisara treinta
    veces al menos me dijeron que al
    menos avisara treinta veces y que
    en días como estos no se debe
    no se puede trabajar. Que me fuera,
    que dos cuadras más abajo preguntara
    si quedaba sopa para uno si quedaba media
    botella para uno me dijeron que a medias
    quedaba una botella
    y tenían razón:
    ………………….si te gusta te gusta
    si no te gusta no te gusta no más
    me dijeron que tenían razón y tenían razón:
    ella es débil y blanca y tú eres
    pobremente oscuro y eso es todo cuanto hay
    no en el fondo sino encima de la cama
    cuando besas y te besa.
    ………………………...Atardece, mientras cae
    no la noche pero algo y en las fundas
    una forma peligrosa que se mueve
    como un bulto del que buscas la salida.
    O te quedas, me dijeron, y decides caer
    -como la noche- rendido a los pies de
    los pies de la amante que duerme sin saber
    que duermes a su lado. Y que duele el brillo oscuro
    en los brazos noche arriba.
    …………………………….O abajo,
    de izquierda a derecha, treinta
    noches con sus días en las fundas
    que nos guardan y nos cierran y nos
    guardan, embalados en las cajas
    que ellos abren muchas veces con
    sus días y sus noches con sus veces
    y sus días, hasta que ellos por si acaso
    cambiarán la cerradura por si acaso
    regresaras el camino ya no importa
    que la llave se desfonde en el bolsillo
    ni es preciso repasar la borra espesa
    de la taza picada. No nos quites el
    saludo, no nos quites el dinero
    no tenemos más
    cigarros porque en noches
    como estas no se puede -no se debe -
    trabajar, no se puede -no se pudo -
    hacer favores ni hacer caso de las voces
    que te dicen: ella duerme por las noches
    a tu lado y no lo sabe porque duerme,
    ella besa y tú la besas, eso es todo, era todo
    cuanto había no en el fondo sino encima
    de la cama embalada treinta días,
    treinta veces me avisaron que dijera
    que me iba y no volvía. No nos quites
    los cigarros, que me fuera tan tranquilo y callara
    si te gusta y cerrara la boca si no te gusta,
    no te cuesta nada hacernos el favor
    de sentarte con prudencia a la espera de noticias
    tan tranquilo tan sentado mientras cae
    no la noche pero algo y una forma
    peligrosa se remueve en la memoria
    como un bulto del que buscas la salida.


    (2)

    Ella viaja largas horas y no llega a su destino,
    hay carteles con su nombre, hay personas
    que esperaban un encargo y ella viaja largas
    horas y no llega y eso es todo: fue la mano,
    no era yo quien saludaba, fue la sombra
    no era yo quien se escondía en los andenes
    interiores y pedía urgentemente que bajaran
    el volumen: ella viaja largas horas, hay
    carteles con su nombre, le bajaron el
    volumen al zumbido, muchas veces los
    aviones o los buses se detienen por un
    rato y acumulan combustible mientras
    cenan o comentan los efectos especiales
    y las manos enfundadas se acaloran.
    Le bajaron el sonido a los motores
    pero vienen en seguida según dicen
    y comentan quienes miran los recuadros
    de la prensa o revuelven con los ojos
    la cerveza. Ella viaja largas horas
    y no llega. Ella duerme mientras pasan
    la frontera, nunca supo que trajeron
    desayuno que ahora mismo cruzarán
    la turbulencia, no era yo quien
    saludaba atentamente quien pedía
    que llenaran el estanque hasta el rebalse
    porque en días como estos no se puede
    - no se debe– hacer promesas en el aire
    no conviene revisar la borra espesa
    del café ni grabar las iniciales
    en un libro que más tarde se
    desfonda en la memoria; o en pizarras
    con plumones que exasperan las
    señales que se borran según dicen que
    no vino, que ella duerme todavía sin saber
    que cruzarán la turbulencia, ella viaja
    tan tranquila sin llegar a su destino,
    hay personas que esperaban con
    carteles, con pizarras, no era yo
    quien saludaba atentamente con
    las cejas hacia el fondo ennegrecido
    de personas que comentan las escenas
    principales mientras llegan los encargos
    las maletas, los plumones, los zumbidos,
    los carteles, el destino y las cervezas.


    (3)

    Me quitaron las palabras de la boca,
    esas cuatro o cinco líneas que diría
    si de pronto regresaran con el vuelto
    y las sillas tapizadas nuevamente:
    grabadoras que repiten unas voces
    tan seguras de que alguien las escucha.
    Las llamadas telefónicas fracasan,
    es muy tarde en Bad Hersfeld y en Madrid
    es muy tarde en Elvas y en Manresa
    en Granada nos quitaron
    los cigarros de la boca
    y alcanzamos con el vuelo
    al mirador. Alguien dijo que la virgen no
    demora, alguien dijo que esperáramos
    al dealer, que grabáramos los nombres
    de una vez, que juntáramos la plata
    mientras tanto.

    Cae la noche sobre Quito
    y en Santiago
    treinta locutores prolongan las aristas
    de un problema con múltiples
    aristas: grabadoras que repiten
    unas voces tan seguras de que alguien las
    escucha. Ella viaja largas horas a Granada,
    ella espera que la virgen no demore,
    amanece en Albayzín y los borrachos
    sentenciamos que esta vez
    fue diferente, que los clavos se oxidaron
    y el silencio
    fue una especie de resuello reprimido,
    que la virgen no mejora con los años.
    Amanece en Sacromonte y en Santiago
    y en Bade Hersfeld adelantan los relojes.
    Este día es el más largo,
    esta noche es la más larga
    -nos advierten que los diarios de mañana
    no cubrieron la noticia, que hace frío,
    que conviene que cerremos las ventanas
    y los ojos
    …………..porque en días como estos
    no se puede -no se pudo– hacer favores
    ni hacer caso de las cosas que te dicen
    las tarjetas de destino:
    …………………………...a la cárcel
    pero rápido, al cine al hospital a la plaza
    de armas pero rápido, ella es débil
    tú eres blanco pero a veces solamente,
    cada tanto recomienza
    lo que ahora desconoces, no nos quites
    el saludo, no tenemos más
    cigarros, ya no importa que despiertes
    cuando rondas por la noche ni que pierdas
    la jugada o la tajada muchas veces
    el azar es previsible y la forma de
    la boca se conmueve cuando chupa:
    las llamadas telefónicas fracasan
    es muy tarde en Bad Hersfeld y en Madrid
    es muy tarde en Elvas y en Manresa
    en Granada nos quitaron los cigarros
    de la boca y alcanzamos a llegar al mirador,
    escogíamos lugar cuando te vimos
    y quisiéramos saber si no te importa
    que pasáramos de largo por la noche, muchas
    veces
    el azar es previsible, las llamadas telefónicas
    fracasan, me quitaron las palabras
    de la boca, esas cuatro cinco líneas que diría
    si de pronto regresaran con el vuelo
    y las sillas tapizadas nuevamente.


    (4)

    (Fue la mano
    no era yo
    quien saludaba:
    había una vez una mano
    una mano sola
    una mano y un brazo
    había una vez un brazo
    revisando a tientas
    el fondo de una
    bolsa.

    Entonces la bolsa y el brazo
    -y la mano-
    hicieron un
    compromiso.
    Eso hicieron, un compromiso:
    el brazo puede quedarse
    con la mano y la bolsa
    puede quedarse
    con la mano y el brazo
    si y sólo si
    los vasos, las tijeras y las
    resmas, si y sólo si el sol sale
    prudentemente de la escena
    si y sólo si los cigarros
    guardan estricto silencio
    si el café sigiloso se empoza
    y los ojos sobre todo
    los ojos se limitan
    a observar
    a las plantas que crecen
    estoica anónima-
    mente
    mientras cae
    no la noche pero
    algo: una sombra peligrosa
    que recubre de una vez
    los pestillos
    los pasillos y el autor
    que revuelve la cerveza
    -eso hace,
    revuelve la cerveza,
    saluda a la cámara,
    dice ruido por decir algo
    hace formas con la mano
    y con las cejas
    con el brazo consigue
    los papeles revisa
    las líneas que le tocan
    y decide por ejemplo
    limpiar los azulejos
    revisar los mensajes
    no enviados, comenzar
    desde ahora con
    minúsculas;

    el brazo puede quedarse
    con la mano y la bolsa
    puede quedarse
    con la mano y el brazo
    pero la mano siempre termina sola
    atentamente sola
    pobre mano sola
    que entonces saludaba
    atentamente a quién.)


    (5)

    Cada tanto recomienza una frase
    improvisada: el descanso en la escalera
    no permite demasiadas precisiones
    y se pierden las señales cuando pasas
    con los brazos ocupados. Medios
    tonos o resabios, cicatrices en la boca,
    nos faltaban -a penas– los matices
    que ahora sobran cuando busco
    con paciencia, cuadro a cuadro,
    hendiduras en la cara, medios tonos,
    o resabios: alguien posa insegura de
    su rostro, alguien saca con recelo y energía
    -con las manos, con los ojos– los
    fragmentos de la arena acumulada,
    atardece cuadro a cuadro el horizonte,
    alguien viaja largas horas en los últimos
    asientos y no sabe cuánto falta
    todavía, ella es joven y blanca, tú eres
    débilmente oscuro y eso es todo
    cuanto había no el fondo sino encima
    de la cama cuando besas y te besa; reteníamos,
    entonces, los ajustes a la falda,
    sosteníamos, así, con alfileres, la fachada,
    las bastillas, las insignias, los insectos
    cuando trepan la solapa, amanece el horizonte
    continuado y ella ríe o desespera, ella llora
    o recupera la verdad, ella espera que
    comprendan que el amor es una especie
    de incidente, un ajuste de los ruidos
    en la imagen, unos días, unas noches
    con sus veces y sus voces y sus pausas:
    decidíamos las veces, repasábamos
    las pausas, desoíamos las voces y una forma
    peligrosa escogía por nosotros
    el camino, el descanso en la escalera no
    permite demasiadas precisiones, ella duerme
    sin saber que cruzarán la
    turbulencia, alguien cubre el medio tono con
    dos manos
    de pintura, cada tanto recomienza
    lo que ahora desconoces y se pierden
    las señales cuando pasas con
    los brazos ocupados.


    (6)

    Mientras cae no la noche pero algo plomizo
    despunta: un brote subterráneo,
    un esfuerzo abdominal, no hay
    mayores digresiones en la
    prosa esta mañana, es ahora cuando cruzo
    sin sonido
    los umbrales, los pasillos
    interiores, las aldabas, los descansos
    y las pausas. Ahora riego mi jardín
    ciento por ciento a la espera de los brotes
    infecciosos mientras tanto
    bloquearán la cerradura por si acaso
    alguien cambia de iniciales, alguien deja
    nuestras fiestas y se olvida sus renglones,
    es ahora cuando empieza finalmente
    el desfile de esos rostros que no actuaron,
    no dijeron ni sus líneas
    ni dejaron sus abrigos en custodia
    y es por eso que ahora invento
    con sus rasgos otras pausas y otras
    voces distendidas que comentan en
    silencio que preguntan cuál entonces
    es la idea: embalar los instrumentos
    es la idea, que se queden con las sillas
    si les sirven, hace poco me avisaron
    que dijera que me iba, no era yo quien
    saludaba atentamente, dónde dejo
    las tijeras por ahora, que se queden
    los cigarros y la ropa ya no espero
    buenos precios ni señales convincentes
    porque en días como estos no se puede
    -no se pudo – hacer favores ni hacer caso
    de las voces que te dicen: ella duerme
    mientras pasan comerciales, ya leyeron
    los poemas que traías preparados, este día
    es el más largo, esta noche es la más larga,
    que el silencio sirva entonces como excusa
    mientras tanto retrasamos los relojes
    y la espera parpadea según pasan los taxistas
    y las micros: los remilgos, los remedos,
    las aldabas, los umbrales, esas pausas
    que pensaba proferir quedaron fuera:
    me dijeron que avisara treinta días
    antes, me dijeron que avisara treinta
    veces al menos, decidíamos
    las veces, repasábamos
    las pausas, desoíamos
    las voces y una forma peligrosa
    escogía por nosotros el camino, una forma
    peligrosa se desfonda en la memoria como
    un bulto del que buscas el regreso
    mientras cae en Malasaña
    no la noche pero algo
    y las putas y los yonquis se quedaron
    con el vuelto: que se queden con el catre
    y las revistas si es preciso, que acomoden
    como puedan ese bulto en el camino, que
    repasen con cuidado los pecados y las cuentas,
    sólo faltan las baldosas y los postres y las firmas,
    cada tanto los humores sincronizan y se olvida
    que ella viaja largas horas y no llega y eso es
    todo: el descanso en la escalera no permite
    demasiadas precisiones y se pierden
    las señales cuando pasas
    con los brazos ocupados, me quitaron
    las palabras de la boca, esas cuatro o cinco
    veces con sus voces y las pausas
    que pensaba proferir: le bajaron el volumen
    al zumbido, fue la mano no era yo quien
    saludaba, me dijeron que avisara
    treinta días antes, treinta
    veces me avisaron que
    me fuera y no volviera.

    ALEJANDRO ZAMBRA
    Santiago de Chile, mayo de 2003

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    Alejandro Zambra (1975-  Empty Re: Alejandro Zambra (1975-

    Mensaje por cecilia gargantini Mar 25 Abr 2023, 15:22

    Se nota esa transición a la narrativa de la que hablás...un autor bastante joven, que son siempre los que me gusta conocer.
    Es interesante, con un abordaje muy personal de los temas.
    Besosssssssss y gracias
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    Alejandro Zambra (1975-  Empty Re: Alejandro Zambra (1975-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 28 Abr 2023, 03:01

    Gracias por tu interés, Cecilia.

    Un abrazo.
    Pedro


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