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H.D. Hilda Doolittle, más conocida por sus iniciales H.D. (Bethlehem, Pensilvania, Estados Unidos, 10 de septiembre de 1886–Zúrich, Suiza, 27 de septiembre de 1961), fue una poeta, escritora y cronista estadounidense.
Se la reconoce principalmente por su asociación con las figuras clave del avant-garde del siglo XX, especialmente el grupo de poetas imagistas, aunque sus obras posteriores muestran un claro desvío del modelo imagista hacia una versión distintivamente femenina de poesía y prosa modernista.
Juventud y obra
Hilda Doolittle nació en Bethlehem, Lehigh Valley, Pensilvania. Su padre, Charles Doolittle, era profesor de astronomía en la Universidad de Lehigh, y su madre, Hellen Wolle, era practicante en la Hermandad de Moravia y sentía un fuerte interés por la música. En 1895, Charles Doolittle Fue nombrado “Flower Professor" de astronomía, título honorario que se da al catedrático de astronomía en la Universidad de Pensilvania, y la familia se trasladó a una casa en Upper Darby, uno de los suburbios afluentes de Filadelfia
Doolittle fue al instituto Religious Society of Friends, situado en la Quince con Race, de dónde se graduó en 1903. Un año antes conoció y se hizo amiga de Ezra Pound, el cual vendría a desempeñar un papel muy importante tanto en su vida privada como en el desarrollo de sus ideas literarias. En 1905, Pound le regaló un fajo de poemas de amor unidos por el título colectivo Hilda’s Book.
Ese mismo año, Doolittle asistió al Bryn Mawr College para estudiar literatura griega clásica, pero abandonó después de tres trimestres a causa de su pobre salud y de sus malas notas, aunque estando en la universidad, conoció a los poetas Marianne Moore y William Carlos Williams. Su primer trabajo publicado, una colección de historias infantiles, se publicaron en el periódico de una iglesia local entre 1909 y 1913, la mayoría bajo el pseudónimo Edith Gray. En 1907, Hilda y Pound se comprometieron, a pesar de que su padre no aprobaba la unión y para cuando Doolitle (padre) se iba hacia Europa el compromiso ya estaba roto. Alrededor de este periodo, Hilda comenzó una relación con una joven estudiante de arte, Frances Josepha Gregg, y después de vivir gran parte de 1910 en Greenwich Village, se marchó a Europa con Gregg y la madre de ésta en 1911.
Conexión entre sus obras y su vida personal
Doolittle era una de las figuras que lideraban la cultura bohemia en Londres durante las primeras décadas del siglo. Su obra se reconoce por la utilización de modelos de la literatura clásica y la exploración del conflicto entre la atracción y el amor lésbico y heterosexual, hablando así de su propia bisexualidad, tema fuertemente conectado con su vida. Aunque posteriormente se casaría y tendría hijos, a lo largo de su vida y de forma regular buscó amantes de ambos sexos además del compañero/a que tuviese en ese momento.
En su poesía más reciente explora también temas de la épica tradicional, como la violencia y la guerra, pero desde un punto de vista feminista. H.D. fue la primera mujer en ser galardonada con la medalla de la Academia Americana de las Artes y las Letras.
H.D. Imagista
Pound llevaba ya un tiempo viviendo en Londres, donde había empezado a moverse en el círculo de poetas que se reunían en el restaurante Eiffel Tower en el Soho para discutir sobre la reforma de la poesía contemporánea a través del verso libre, el tanka y el haiku, así como de la necesidad de eliminar toda la verborrea innecesaria de los poemas. Después de que H.D. llegara a Inglaterra, mostró a Pound algunos de los poemas que había escrito durante el periodo anterior y él se mostró impresionado por lo similares que eran las ideas de H.D. con lo que él había estado argumentando en las discusiones del círculo de poetas, de modo que la presentó, junto con otro poeta, Richard Aldington, el cual se convertiría en su marido.
En 1912, durante una reunión con H.D. en la sala de té del Museo Británico, Pound firmó una poesía de ésta con el nombre H.D. Imagiste, creando un nombre para la artista que la acompañaría durante el resto de su carrera como escritora, a pesar de que más adelante ya solo se quedara con las siglas. Ese mismo año, Harriet Monroe comenzó a publicar la revista Poetry y pidió a Pound que actuara como editor de los artículos traducidos. En octubre, éste añadió tres poemas bajo el título “Imagistas” cortesía de H.D y Richard Aldington. En noviembre, otros tres de poemas de Aldington aparecieron en la sección de Poesía y en junio tres de H.D.: "Hermes of the Ways" ("Hermes de los caminos"), "Orchard" ("Huerto") y "Epigram". El imagismo como movimiento literario fue lanzado proponiendo a H.D. como su principal exponente.
Aunque los modelos originales del pensamiento imagista se basaran en la poesía japonesa, el modo de escribir de H.D. se acerca más al de la lírica grecolatina y especialmente a los Poemas de Safo, que habían sido redescubiertos en aquella época, un interés que compartía con Aldington y Pound, cada uno de los cuales compuso versiones de las obras de los grandes poetas griegos. En 1915, H.D. y Aldington iniciaron la Serie Traducciones de Poetas, panfletos con la traducción de los clásicos griegos y latinos menos conocidos. En total, H.D. publicó tres volúmenes de traducciones del griego: Choruses from the Iphigeneia in Aulis (Los coros de la Ifigenia de Aulis) (1916), Choruses from the Iphigenia in Aulis and the Hippolytus of Euripides (Coros de la Ifigenia en Aulis y el Hipólito de Eurípides) (1919) y El Ion de Eurípides (1937), así como una obra de teatro original basada en el modelo griego llamada Hippolytus Temporizes (1927).
H.D. continuó su asociación con el grupo imagista hasta el último artículo de la antología Some Imagist Poets de 1917. Junto con Aldington, se había encargado de la mayor parte del trabajo editorial de la antología de 1915. Su obra también aparece en el trabajo de Aldington Imagist Anthology 1930. Toda su obra poética hasta el final de los años 30 la escribió como imagista, lo que se caracerizaba por un uso restringido del lenguaje, una estructura retórica basada en la analogía más que en la metáfora, la comparación el simbolismo y una pureza clásica en la estructura exterior que frecuentemente enmascara la energía dramática subyacente. Este estilo de escritura no estaba libre de críticos. En un artículo especial sobre imagistas en la revista The Egoist en mayo de 1915, el poeta y crítico Harold Monro calificó las primeras obras de H.D. como «poesía insignificante», que denotaba «o pobreza imaginativa o una contención innecesariamente excesiva».
Oréade, uno de sus primeros y más reconocidos poemas, el cual fue publicado en la antología de 1915, sirve para ilustrar este primer estilo:
Oread
Whirl up, sea—
Whirl your pointed pines.
Splash your great pines
On our rocks.
Hurl your green over us—
Cover us with your pools of fir.
Oréade (traducción libre)
Revuélvete, mar—
Revuelve tus puntiagudos pinos.
Salpica tus grandes pinos
En nuestras rocas.
Lanza tu verdor sobre nosotros—
Cúbrenos con tus charcas de abeto.
Primera Guerra Mundial y periodo posterior
Hilda y Pound comenzaron una relación antes de la Primera Guerra Mundial durante la cual H.D. también mostró un interés romántico por una mujer llamada Frances Josepha Gregg. Hilda, Gregg y la madre de Gregg viajaron a Europa, donde Hilda comenzó a tomarse más seriamente su carrera como escritora. La relación con Gregg se enfrió y Hilda conoció a otra mujer, Brigit Patmore. Patmore era una entusiasta de la escritura, y ambas mujeres comenzaron una relación. Fue Patmore quien presentó a H. D. y Richard Aldington.
H.D. se casó con Aldington en 1913. su primer y único hijo en común, una niña, murió en el parto en 1915, tras lo cual ambos se distanciaron y él se echó una amante. Poco después, Aldington fue llamado a las armas para servir en el ejército y H.D. comenzó a relacionarse, según las fuentes de forma platónica, con el escritor D.H. Lawrence. En 1916, aparece publicada su primera obra, Sea Garden (Jardín junto mar), y se convierte en editora asistente de la revista The Egoist, tomando el puesto de su marido. En 1918, su hermano Gilbert, que era soldado, murió en el frente. H.D. se trasladó a vivir con un amigo de Lawrence, Cecil Gray, y se quedó embarazada de él. Cuando Aldington volvió del servicio activo ya no era el mismo hombre, la Guerra lo había cambiado y se separaron oficialmente.
Hacia el final de la Guerra, en 1918, H.D. había conocido a la escritora británica Bryher (Annie Winifred Ellerman), la cual se convertiría en su amante durante el resto de su vida. Vivieron juntas hasta 1946, aunque ambas buscaron amantes fuera de esa relación, frecuentemente compartiendo a los hombres. En 1919, nace la hija de H.D., Frances Perdita Aldington (aunque su padre no era Aldington, sino Gray) tras lo cual H.D. sobrevivió a una fuerte afección de gripe española. Su padre, el cual nunca se recuperó de la muerte de Gilbert, murió también. Durante esta época, H.D. escribió una de sus menos conocidas proclamas en poesía, Notes on Thought and Vision, publicada en 1982. En ella, habla de los poetas, incluyéndose a ella misma, como pertenecientes a un grupo de visionarios de élite con el poder de "cambiar completamente la corriente del pensamiento humano".
En esa época intentó rescatar su relación con Aldington, pero él sufría de los efectos de la Guerra, posiblemente trastorno de estrés postraumático, y se alejaron, viviendo vidas completamente separadas, pero sin divorciarse hasta 1938. Desde 1920 en adelante, su relación lésbica con Bryher se hizo más intensa y la pareja viajó por Egipto, Grecia y los Estados Unidos antes de instalarse definitivamente en Suiza. En 1921, Bryher se vio envuelta en un matrimonio de conveniencia con Robert McAlmon, lo que permitió a este poder financiar sus intentos de publicación en París usando el dinero de su mujer para la imprenta de su revista Contact. Tanto Bryher como H. D. tuvieron relaciones con McAlmon en este tiempo. Bryher y McAlmon se divorciaron en 1927.
Novelas, películas y psicoanálisis, siguiente etapa
A principios de los años 20, H.D. comenzó a escribir lo que había planeado como tres ciclos de novelas. El primero de estos ciclos, Magna Graeca, consiste en las novelas Palimpsest (1921) y Hedylus (1928). Estas obras exploran la vocación poética utilizando las herramientas típicas de la literatura clásica, en particular las de una mujer en una cultura literaria patriarcal. El siguiente ciclo sería el del Madrigal, que consiste en HERmione, Bid Me to Live ("Ofréceme vivir"), Paint It Today y Asphodel ("La mujer del pirata" o "Asphodel").
Estas obras son en una gran parte autobiográficas y tratan temas como el desarrollo de la mujer artista y el conflicto con su bisexualidad. Probablemente a causa de su similitud con la vida de la autora y con las vidas de sus amigos y amantes, la mayoría de estas novelas no fueron publicados hasta después de su muerte. En cambio Kora and Ka y The Usual Star, dos novelas del ciclo Borderline, fueron publicadas en 1933.
1927 fue un año significativo en la vida de H.D. Como escritora, completó la primera novela del ciclo Madrigal, HERmione, que está basada en la atracción que ella sentía por el amor lésbico y el heterosexual. En lo que respecta a su vida personal, su madre murió ese año, su amante lesbiana Bryher se divorció de su marido, McAlmon, amante de ambas, sólo para casarse con el nuevo amante de H.D, Kenneth Macpherson.
Después de esto, H.D., Bryher y Macpherson vivieron juntos en lo que la poeta y crítica Barbara Guest denominó un "ménage à trois" En noviembre de 1928, H.D. descubrió que estaba embarazada pero decidió abortar.
Entre ellos organizaron la revista Close Up y formaron el grupo de cine "POOL" para escribir sobre películas y también crear las suyas propias. Una sola película de ese grupo de cine ha perdurado completa, Borderline (1930), en la que actúan H.D. y Paul Robeson. La obra tiene elementos en común con el ciclo de novelas Borderline, explora los estados psíquicos extremos y su emergencia hacia la realidad. Además de actuar en la película, H.D. escribió un panfleto explicativo para complementarla, que fue publicado en Close Up.
Problemas psicológicos, la paranoia ante otra guerra mundial
En 1933, H.D. viaja a Viena para acudir a un análisis con Sigmund Freud. Hacía tiempo que estaba interesada por sus ideas, como es evidente en el panfleto Borderline así como algunos de sus trabajos anteriores. Fue referida a través del psicoanalista de Bryher a causa de su creciente paranoia acerca del advenimiento de la segunda guerra mundial. La primera la había destrozado emocionalmente: su hermano muerto en la guerra, su marido sufría trastorno de estrés postraumático a causa de las experiencias en combate, y creía firmemente que el tumulto de la guerra había causado de forma indirecta la pérdida de su bebé. Concretamente creía que había sido el shock ante la noticia del hundimiento del RMS Lusitania lo que provocó de forma directa el aborto.
La aparición de Adolf Hitler señalaba otra guerra inmensa, idea que encontraba intolerable y que la causaba una cantidad considerable de estrés. Escribió Writing on the Wall, las memorias de éste análisis, a la vez que Trilogy y lo publicó 1944; en 1956 lo volvió a publicar junto a Advent, un diario del análisis con el título Tribute to Freud.
Durante y después de la Segunda Guerra Mundial
H.D. y Bryher pasaron la totalidad de la segunda guerra mundial en Londres. Tiempo en el cual H.D. escribió The Gift, una memoria de su infancia y vida familiar en Bethlehem, Pensilvania, en la cual reflexiona sobre la gente y los sucesos de su pasado que ayudaron a convertirla en escritora. The Gift se publicó eventualmente en 1982. Escribió también Trilogy, publicada como The Walls do not Fall ("Los muros no se hunden") en 1944, Tribute to the Angels en 1945 y The Flowering of the Rod en 1946. Este poema en tres partes sobre su experiencia en el bombardeo de Londres (The Blitz) forma parte del grupo de poemas denominado junto con Pisan Cantos de Ezra Pound y Little Gidding de T.S. Eliot como uno de los mayores exponentes de la literatura modernista en respuesta a la Guerra desde un punto de vista civil. Los poemas también representan el primer fruto de su nueva manera de escribir poesía, con un tono mucho más flexible y conversacional y empleando también la dicción como enfoque general de la experiencia. Las líneas iniciales de The Walls do not Fall señalan clara e inmediatamente la ruptura de H.D. con su poesía anterior: An incident here and there, / and rails gone (for guns) / from your (and my) old town square. (Un incidente aquí y allí/ y barandillas retiradas (para pistolas)/ de tu (y mi) vieja plaza del pueblo.)
Después de la guerra, H.D. y Bryher no siguieron viviendo juntas, a pesar de que siguieron en contacto para encuentros ocasionales. H. D. se trasladó a Suiza donde, en la primavera de 1946, sufrió un colapso nervioso severo y acabó acudiendo a una clínica hasta el otoño de ese mismo año. Aparte de algunos viajes a Estados Unidos, H.D. permaneció el resto de su vida en Suiza. A finales de los 50, volvió a recibir más tratamiento, esta vez bajo el psicoanalista Erich Heydt. A petición suya, escribió End to Torment, una memoria de su relación con Ezra Pound, el cual permitió que los poemas de Hilda's Book fueran incluidos en la publicación.
Obras finales
Durante esta última década, se dedicó a escribir una cantidad considerable de poesía; notablemente Helen in Egypt ("Elena en Egipto") (1952–54), una deconstrucción feminista de la épica, tan centrada en el hombre, la cual usa la obra Elena de Eurípides como base para una reinterpretación de la Guerra de Troya y, por extensión, la guerra en sí. Algunos críticos, incluyendo a Jeffrey Twitchell-Waas consideran esta obra como una respuesta a la obra de Pound Cantos, la cual ella admiraba.
Los otros poemas de esta época son "Sagesse", "Winter Love" y "Hermetic Definition". Los tres fueron publicados póstumamente bajo el título colectivo Hermetic Definition (1972). "Hermetic Definition" (el poema) tiene como base su amor por un hombre 30 años más joven que ella y la línea 'Tan lenta es la rosa en abrirse' del "Canto 106" de Pound. Escribió "Sagesse" en la cama, tras haberse roto la cadera en una caída, esta obra sirve en cierta manera como una conclusión a Trilogy, al estar parcialmente escrito en la voz de una joven superviviente del bombardeo de Londres que se encuentra aterrorizada ante la posibilidad de una bomba atómica. "Winter Love" escrito junto a End to Torment usa a la Penélope de Homero como narradora para reinterpretar el material de la historia en forma poética. Por una temporada, se planteó añadirlo como un apéndice a Helen in Egypt.
En 1960, H.D. estaba en EE. UU para recoger la medalla de la Academia Americana de las Artes y las Letras. Mientras volvía a Suiza, sufrió un infarto en julio de 1961 y murió un par de meses después en la Klinik Hirslanden de Zúrich. Sus cenizas fueron llevadas a Bethlehem, y enterradas en el panteón de la familia en el cementerio de Nisky Hill el 28 de octubre. El epitafio consiste en los siguientes versos de un poema de su primera etapa:
So you may say,
Greek flower; Greek ecstasy
reclaims forever
one who died
following intricate song's
lost measure.
Puedes decir,
Flor griega; El éxtasis griego
Reclama para siempre
A aquellos que murieron
Siguiendo la medida perdida
De intrincadas canciones.
Legado
El redescubrimiento de la obra de H.D. en los años 70 coincide y está impulsada por el surgimiento del feminismo y de la crítica literaria feminista que encuentra mucho que estudiar en el análisis de los papeles asignados a cada sexo, que tan típico es en las obras de H.D. Concretamente, estos críticos que trabajaban en desafiar la lengua inglesa estándar desde los entresijos de la literatura modernista, basándose en las obras de escritores como Pound, Eliot o James Joyce, restauraron en su posición la importancia de H.D. en la historia del movimiento.
Su trabajo también ha servido recientemente como modelo para bastantes mujeres poetas que trabajan siguiendo la tradición modernista en la actualidad. Algunos ejemplos incluyen a Barbara Guest, Denise Levertov y a poetas del lenguaje como Susan Howe. Sin embargo, su influencia no se limita a mujeres, muchos otros, incluyendo al poeta Robert Duncan y Robert Creeley, han reconocido su deuda con ella.
( Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de H.D., de su obra No caen las murallas (primera parte de Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa:
4
Alberga un hechizo, por ejemplo,
cada concha de mar:
constante, el embate del agua
nada puede contra el coral,
el hueso, la piedra, el mármol
labrados desde dentro por ese artesano,
el habitante de la concha:
ostra, almeja o molusco
es el maestro escultor
que trabaja el prodigio en piedra;
pero ese ermitaño fláccido y amorfo
que ahí mora, como el planeta,
siente la finitud,
limita la órbita
de su ser, su casa,
templo, ermita o santuario:
abre los portales
a intervalos fijos:
urgido por el hambre
se abre al flujo de la marea:
¿y el infinito? no,
solo un poco de cada:
siento mi propio límite,
mi valvas se cierran en seco
si el peso inabarcable del océano
me invade: el agua infinita
no puede romperme, huevo en mi concha;
cerrada, completa, inmortal,
un círculo perfecto, coozco la marea,
su empuje y su calma
tan bien como la luna;
la oscuridad del pulpo
nada puede contra
su fría inmortalidad;
así, a mi modo, sé
que la ballena
no puede dirigirme:
resiste tu órbita pequeña, inmóvil,
limitada, y del tiburón
de la circunstancia externa
te escupirán las fauces:
sé indigerible, dura, avara,
y así, en reclusión,
engendra de ti misma,
generosamente,
esa valiosa perla.
6
En mí (la oruga), sin duda,
no hay otra virtud que esta:
la constancia; escapé de la tela de araña,
la garra del ave, el pico rapaz,
me aferré a una brizna de hierba,
al revés de una hoja
mientras el vendaval
la arrancaba de su tallo;
ecapé y exploré
el bosque de espino,
me arrastró la lluvia
por el valle de una hoja;
me posó en la hierba,
donde asta junto a asta engalanadas
formaban entre sí una maraña
de joyas engastadas
de niebla,
la de cada bandera en su asta:
indiferente a la multiplicidad
de tan vasta belleza,
como vuestro gran ojo sombrío de Górgona
no es capaz de enfocar
ni calcular, saco provecho
de cada calamidad;
me abro paso;
devorando hoja de vid y de morera,
voy encontrando, parásita, alimento;
cuando exclamáis con asco:
un gusano en la hoja,
un gusano en el suelo,
un gusano en la espiga,
continúo impenitente;
porque sé que Dios, Nuestro Señor,
me será revelado cuando yo,
la oruga laboriosa,
haya tejido mi propio sudario.
8
Con los cuernos, el disco o la serpiente erguida
revelamos nuestra condición:
aunque estos, las dos plumas o el loto
sean, nos decís, frívolo adorno
del intelecto;
los poetas somos inservibles,
más que eso:
nosotros, reliquias genuinas,
portadoras del saber secreto,
retazos vivientes
de la banda que lleva el iniciado
dentro de los santuarios
no solo somos "in-útiles",
somos "patéticos":
esta es la nueva herejía;
pero si ni siquiera entendéis lo que las palabras dicen,
¿cómo os atrevéis a juzgar
lo que las palabras callan?
con todo, revelan las antiguas escrituras
que estamos de nuevo en el principio:
os queda un largo camino por recorrer,
caminad con cautela, dirigíos con respeto
a quienes han completado el ciclo de la oruga,
pero también antes fueron los dioses aplastados
y los ídolos y su secreto guarda
la misma palabra humana,
el sueño banal
o trivial; las insignias
en la cresta de la garza,
el lomo del áspid,
los enigmas y escrituras pometen, como antaño,
protección para el escriba;
este precede al sacerdote,
es nada menos que el segundo tras el Faraón.
9
Thot, Hermes, el estilo,
la tablilla, el cálamo y la pluma perdurarán
aunque formen nuestros libros una alfombra
de humeante ceniza bajo los pies;
y aunque ilustren los libros ardiendo
el más perverso
y el más mezquino gesto
de la mezquina naturaleza del hombre,
dadnos, dadnos libros,
gritan otra vez,
infolios, manuscritos o viejos pergaminos
nos servirán de cartuchos;
la ironía es una verdad amarga
envuelta en exigua burla,
y al nombre de Hatshepsut aún lo rodea
lo que llaman el cartucho.
10
Mas nosotros luchamos por la vida,
luchamos, dicen, para respirar,
¿y de qué nos sirven nuestros garabatos?
esto - lo llevamos con nosotros
más allá de la muerte: Mercurio, Hermes, Thot
inventaron la escritura, las letras, la tablilla;
las notas escogidas de la lira o la flauta
sobre papiro o pergamino
son mágicas, se hallan impresas
en alguna parte de la atmósfera
por siempre; recuerda, oh Espada,
eres la hermana menor, la última en nacer,
tu Triunfo, exultante hoy,
terminará algún día,
en el principio
existía el Verbo.
15
Demasiado viejos para ser útiles
(en edad y en experiencia,
somos una sola raza)
y no lo suficiente como para estar muertos,
somos los custodios del secreto,
los portadores, los hilanderos
del hilo intangible y excelente
que religa a la humanidad entera
al saber del mundo clásico,
a la antigüedad;
nuestra dicha es única; son para nosotros
uva, cuchillo, taza y espiga
símbolos eternos,
y cada objeto concreto
posee un valor abstracto, intemporal
en el sueño paralelo
cuyo idéntico sigilo conocemos
desde Nínive y Babel.
20
Ahora entiendo claramente
que el Espíritu Santo,
enigma misterioso de la infancia,
es el Sueño;
esa vía de inspiración
está siempre abierta,
y abierta a todos;
hace de mediador, de intérprete,
del pasado los símbolos explica
con imágenes de hoy,
fusiona el futuro lejano
con la más remota antigüedad,
explica sin rodeos
en la sencilla ecuación del sueño
la más profunda filosofía,
revela el secreto del alquimista
y sigue al Mago
en el desierto.
23
Llévame a casa
donde los canales
fluyen
entre orillas de lirios:
donde la garza
tiene su nido:
donde la mantis
ora sobre el juncal:
donde exclama el saltamontes:
Amén, Amén, Amén.
26
¿Cuál será nuestro fruto?
¿cuál la flor?
¿qué sabor poseemos?
¿qué específico cura-naciones
alberga nuestra hoja? ¿bálsamo,
albahaca? ¿o es nuestra
la aguja, la hoja puntiaguda
de la palma?
¿nacimos de isla o de oasis
o fuimos plantados,
sin fruto, a la orilla del sembrado,
para esparcir la sombra
sobre los recolectores
en la canícula del mediodía?
33
Midamos la derrota
en términos de pan y carne,
y los continentes
en la extensión relativa
de los campos de trigo; no enseñemos
lo que mal aprendimos
y no nos benefició;
no preparemos
pócimas curativas a los muertos
ni inventemos
colores nuevos
para ojos ciegos.
39
Hemos recibido demasiados dogmas
y muy pocas garantías,
demasiados: mas no se ha demostrado
lo suficiente que esto, esto, esto
es herejía: sé, y siento
el significado que ocultan las palabras;
son anagramas, criptogramas,
pequeños estuches, adecuados
para incubar mariposas...
43
Pero no caen las murallas,
no entiendo por qué;
hay un ssss-silbido,
una nueva dimensión,
desconocida del relámpago;
estamos indefensos,
polvo y pólvora anegan los pulmones,
nuestros cuerpos chocan
al cruzar las puertas desgoznadas,
ceden los dinteles
formando un aspa;
caminamos sin descanso
bajo un aire leve
que se espesa en niebla cegadora,
entonces nos apartamos
sin demora, porque ni del aire
podemos fiarnos,
denso donde habría de ser fino
y tenue
donde las alas se separan y abren,
y el éter
pesa más que el suelo,
y el suelo se comba
como en un naufragio;
no conocemos reglas
por las que guiarnos,
somos navegantes, exploradores
de lo desconocido,
lo no registrado;
carecemos de mapa;
quizá arribemos a puerto,
a cielo.
Algunos poemas de H.D., de su obra Tributo a los ángeles (segunda parte de Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa:
1
Hermes Trimegisto
es patrón de los alquimistas:
ingenioso, hábil y curioso,
la mente es su reino;
su metal el mercurio,
oradores, ladrones y poetas sus clientes;
por tanto roba, Oh Orador,
y saquea, Oh Poeta,
toma lo que la antigua iglesia
encontró en la tumba de Mitra,
vela, manuscrito y campana;
toma lo que la nueva iglesia ha despreciado
y destrozado;
recoge los fragmentos del cristal roto
y con tu fuego y aliento
funde e integra,
re-invoca, re-crea
el ópalo, el ónix, la obsidiana
esparcidos ahora en fragmentos
que los hombres pisotean.
4
No en nuestro tiempo, Oh Señor,
se muda la espada en arado,
no en nuestro tiempo, el cuchillo
se sacia de vida y de sangre
para podar la viña estéril;
no hay para el espino hoja de parra,
ni para la corona flor de vid;
no en nuestro tiempo, Oh Rey,
calma tu voz la tempestad
otra vez rugiente.
8
Ve, lustra el crisol
y en el cuenco destila
una palabra bien amarga, marah,
otra más amarga aún, mar,
aguas saladas, divisorias, seductoras,
fuente de vida, fuente de lágrimas;
ve, lustra el crisol
y enciende la mecha
debajo, hasta que marah-mar
semezclen y confundan
y cambien y se alteren:
mer, mere, mère, mater, Maia, María,
Estrella del Mar,
Madre.
10
En el surco arado
el agua de lluvia
mostraba los bordes astillados
como un espejo roto,
y en el cristal,
como en una lanza pulimentada,
la estrella Héspero brillaba,
blanca, lejana y luminosa,
incandescente y cercana,
Venus, Afrodita, Astarté,
estrella del este,
estrella del oeste,
Lucifer al alba,
Héspero al crepúsculo.
12
Rápido, aviva la llama,
Afrodita, santo nombre,
Astarté, casco y mástil
de barcos hundidos tu estrella perdieron,
olvidaron la luz en el crepúsculo,
olvidaron la oración al alba;
vuelve, Oh santísima,
Venus cuyo nombre se emparenta
con venerar,
venerador.
18
Para Uriel, no un templo
sino cualquier lugar,
los espacios abiertos y las plazas
son fragantes;
comienza como antaño el festival,
con un zureo de paloma;
para Uriel, no un templo
sino los bosques sagrados del Amor,
los que en Tiro y Tebas se secaron,
florecen de nuevo en otra parte.
24
Cada hora, cada momento
posee su propio ángel de la guarda;
minuto a minuto, el tictac del reloj
completa la órbita prescrita;
mas esta curiosa perfección mecánica
no debiera separar, sino unir
nuestra vida, este eclipse momentáneo
con aquella otra...
25
... donde no hay necesidad
de luna para resplandecer,
pues marcaba su tictac los minutos
(el reloj sobre mi cabecera,
la esfera débilmente iluminada)
cuando llamó la Señora;
yo charlaba distraída
con amigos en la habitación contigua,
cuando advertimos la entrada
llena de luz - buscamos la puerta,
no había puerta
(era un sueño, claro está)
y justo ahí estaba ella,
en el rellano de la escalera.
26
Qué extraño, dijo uno de nosotros,
está ahí de verdad,
¿por qué habrá venido?, me pregunto,
otro dijo:
¿reside algún poder
entre nosotros tres,
una suerte de imán
que atraiga lo sobrenatural?
(aunque todo, convinimos,
parecía natural);
no sé qué dije yo
o si dije algo siquiera,
porque antes de poder hablar
me di cuenta de que lo había soñado,
de que estaba despierta en el lecho,
de que la intensa luz
era el rostro fosforescente
de mi pequeño reloj,
y el débil toque en la puerta
era el tictac del reloj.
27
Con todo, de un modo intangible,
más presente que nunca, ella estaba;
como si, milagrosamente,
se hubiera trasladado a nuestro tiempo,
arte que precisa de pericia
hasta en el huésped más avezado,
porque no debemos olvidar
que algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
29
La hemos visto
por todo el mundo:
Nuestra Señora del Jilguero,
Nuestra Señora de los Candelabros,
Nuestra Señora del Granado,
Nuestra Señora de la Silla,
la hemos visto, emperatriz
magnífica en pompa y gracia,
y la hemos visto
con una sola flor
o junto a un ramillete,
en un jarrón, de clavellinas;
la hemos visto con el pelo
recogido en redecilla,
o el rostro recortado
contra el velo azul y las estrellas;
hemos visto su cabeza inclinada
bajo el peso de una imperial corona,
o también, grácil muchacha, la hemos visto
envuelta en un halo dorado;
la hemos visto con arco, palomas
y un corazón como un amorcillo;
vestida con delicadas sedas
traídas de todo el Levante
y adornada de perlas llegadas
desde la ciudad de Constantino;
hemos visto sus mangas
de todos los tonos posibles,
de damasco y ornamental brocado;
cierto es
que mucho la han mimado los pintores;
cieto, ni una línea jamás erraron
en su dulce movimiento de cabeza
o en la fina sombra de los párpados bajos
o entreabiertos; la encontráis
(o encontrabais) por doquier,
en claustros, museos, catedrales,
subiendo las escaleras del palacio.
35
Debimos, entonces, de agradarle
los que no repudiamos nuestra herencia
junto a la tumba;
debió de agradarle
la dispersa compañía de pluma y pincel,
que no negaron su legado;
debimos de agradarle,
pues con tanta bondad nos miraba
bajo su lluvia de velos,
y llevaba un libro.
39
Aunque más que el Ángel de la Guarda
o un Espíritu propicio,
del terror primigenio la otra cara
de la moneda es ella;
ella es la no temida, la no-combatida,
mas no es la simbólica figura
de paz, caridad, castidad, bondad,
fe, esperanza, merced;
no es la Justicia con los ojos
vendados como los de Cupido;
su simbólica pureza de paloma os aseguro,
que su rostro era inocente e inmaculado
os aseguro, y sus velos
como los de la Esposa del Cordero,
mas no estaba con ella el Cordero,
ni como Esposo ni como Hijo;
no estaba dividida su atención,
somos nosotros su esposo y cordero;
su libro es nuestro libro; escrito
o no escrito, revelarán sus páginas
la historia de un Pescador,
la historia de uno o varios vasos,
los mismos - diferentes - los mismos atributos,
diferentes y, empero, los mismos de antaño.
43
Y el punto en el espectro
en que todas las luces se hacen una,
es blanco, y el blanco no es el no-color
como se nos enseña de pequeños,
sino el pleno color;
donde las llamas se mezclan
y las alas se encuentran, donde el arco
de la perfección tocamos,
estamos satisfechos, contentos,
comenzamos de nuevo;
Yo, Juan, he visto. Yo atestiguo
del arco iris las plumas, la entrada del cielo
y las murallas pintadas,
las columnatas de jaspe;
pero cuando la joya
se funde en el crisol,
no encontramos cenizas, ni ceniza-de-rosa,
ni un gran jarrón con un ramo de lirios,
ni vas spirituale
ni tampoco rosa mystica,
sino un ramillete de clavellinas
o un rostro como la rosa de la Navidad.
------------
Esta es la floración de la vara,
esta es la floración del calcinado leño,
ante el que, Zadkiel, damos gracias
pues de nuevo despertamos de la muerte y vivimos.
Londres, 17-31 de mayo de 1944
Algunos poemas de H.D., de su obra La floración de la vara (tercera parte de Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa:
1
Oh las relucientes vestiduras,
los relucientes vestidos:
no imaginéis Su rostro
ni Sus manos,
no imaginéis
cómo nos situaremos
ante Él;
recordad la nieve
sobre el Hermón;
no miréis abajo
donde la genciana azul
refleja su forma geométrica
sobre el témpano-de-hielo;
no os dejéis impresionar
por la geometría de la perfección
porque incluso ahora
el imponente estandarte
deja en sombra la cabeza del puente;
hemos mostrado
que podemos resistir;
hemos vencido
la frustración, la rabia,
el fuego amargo de la destrucción;
atras dejemos las ciudades en llamas
(hicimos cuanto pudimos),
hemos dado hasta no tener más que dar;
compasión, ay, más que amor, es lo que dimos;
habiendo dado todo, todo abandonemos;
la compasión sobre todo abandonemos
y sigamos ascendiendo
hacia el amor - resurrección.
5
Satisfecha, insatisfecha,
saciada o en la inanición,
esta es el ansia eterna,
la desesperación, el afán de equilibrio
en la variante eterna;
comprendéis esa llamada apremiante,
la exigencia de un momento dado,
el deseo de gozar, el deseo de vivir,
el deseo no solo de sobrevivir,
el deseo de volar, de alcanzar metas,
el deseo de reposo tras el largo vuelo;
mas ¿quién conoce el ansia extrema
de las otras - aves reales o quizá ya
míticas - que buscan sin descanso
hasta caer desde el punto más alto de la espiral
o el centro más profundo de un círculo estrechándose?
pues recuerdan, recuerdan, al girar o en suspensión,
lo que fue una vez - recuerdan, recuerdan -
no se desviarán - han conocido
la gloria, el fruto que sacia - han vuelto:
¿y qué si las islas ya no existen? ¿si las aguas
cubren las Hespérides? prefieren recordar,
recordar los manzanos de oro; oh,
no las compadezcáis al verlas caer una tras otra,
porque exhaustas, inertes, ciegas se abaten,
si bien en manifiesto arrobo,
porque suya es el hambre
del Paraíso.
6
Así, antes quisiera ahogarme recordando,
que tostarme en atolones tropicales
en los mares de coral; antes ahogarme
recordando, que posarme en rama de abeto o pino,
allí donde derraman las grandes estrellas
su fuerza nutricia, Arturo
o los zafiros de la Corona Boreal;
antes batir mi ala en el viento, gritando a las otras:
vuestro girar es tan absurdo,
tan fútil vuestro revoloteo
en derredor - sin fundamento
valáis - yo busco el cielo;
sin la visión voláis,
yo veo ante mí y tras de mí,
lo que dicen los hombres no es - yo recuerdo,
recuerdo, recuerdo - vosotras habéis olvidado:
creéis, sin haber completado la mitad,
que ha terminado vuestro ciclo,
mas vuestro obstinado girar repetís - otra vez, otra vez, otra vez;
otra vez el acero afilado en la piedra;
otra vez de calavera la pirámide;
de los muertos me compadecí,
oh blasfemia, la piedad es una piedra en el pan,
solo el amor es santo y el éxtasis de amor
que gira y gira y gira en torno a un centro
temerario, tenaz, ciego a la realidad,
que sabe que aquí están las islas de los Bienaventuraos
pues aguas inmensas no podrán apagar el fuego del amor.
8
Estoy llena de gozo,
la primera o la última
de un rebaño o un enjambre soy;
estoy llena de mosto;
llevo la marca de una palabra,
de un leño ardido,
extraído de ascua incandescente,
sin cortes, sin huellas del acero;
soy la primera o la última en renunciar
al hierro, al acero y al metal;
he andado hacia delante,
he andado hacia atrás,
he avanzado desde el bronce y el hierro
hasta la Edad de Oro.
9
No soy fantasía poética
sino una realidad biológica,
un hecho: una entidad
como ave, insecto, planta
o célula de un alga;
vivo; estoy viva;
cuidado: ignoradme,
negadme, no me reconozcáis,
evitadme; porque esta realidad
- éxtasis - es contagiosa.
15
Ella dijo, he oído hablar de ti;
con irónica reverencia, él murmuró irónico:
no he tenido el placer,
fija ya la mirada en la puerta entreabierta;
ella comprendió; de nuevo la desairaba,
pero cerró a propósito la puerta;
ahí se plantó, apoyando la espalda
en la puerta; extendió los brazos,
otra barrera más,
y su chal se deslizó hasta el suelo;
su rostro era muy blanco,
los ojos más grandes y oscuros
que muchos cuya hondura luminosa
a un sinfín de poetas inspiraran;
¿los ojos? a muchas mujeres conocía él;
era el cabello - libre y abundante;
su permanencia allí, sin velo,
en la casa de un extraño, era indecente.
16
Soy María, dijo, de una ciudad-torre,
por lo menos un tiempo hubo una torre,
pues Magdala es una torre;
Magdala está en la costa;
soy María, dijo, de Magdala,
soy María, dijo, una gran torre,
por mi voluntad y mi poder,
María será mirra;
soy María - oh, hay muchas Marías,
(pero yo soy Mara, amarga), seré María-mirra;
soy aquel árbol de mirra de los gentiles,
los paganos; hay idólatras,
hasta en frigia y Capadocia,
que ante dioses mutilados se arrodillan
y queman incienso a la Madre de las Mutilaciones,
a Atis-Adonis-Tammuz y su madre, que era mirra;
una mujer afligida
que tuvo un hijo en pecado;
lloró amargamente hasta que un dios pagano
la convirtió en árbol de mirra;
soy María, lloraré amargamente,
amargamente... amargamente.
19
Soy María, la flor de incienso del árbol del incienso,
con mi plegaria y mis lágrimas, yo misma me convertiré en mirra;
soy María y si me disuelvo
seré una torre... Señor, le dijo,
no necesito pan ni vino,
ni ninguna otra cosa que podáis ofrecerme,
y se anudó el chal muy digna,
dio la vuelta y levantó el pestillo.
19
El caso es que está escrito exactamente
la casa se llenó del olor del ungüento;
eso fue después y no en tan pequeña casa,
quizá ya fragante de ramas y guirnaldas,
pues era aquello un banquete, una fiesta;
todo lleno de risas y de gran alegría,
aunque Judas Iscariote torciera la boca
mascullando Extravagante entre dientes
porque el perfume de nardo, si bien no muy intenso,
tenía esa esencia sutil, indefinible
que dura mucho y cuesta más;
Judas susurró algo a su vecino
y luego empezó a hablarse de los pobres;
pero María, sentada en el suelo,
como un niño en una fiesta, no prestaba atención;
se afanaba des-haciendo con soltura
las trenzas largas y compactas
de su extraordinaria melena.
22
Y Simón, el anfitrión, pensó:
no se puede seguir consintiendo;
algo parecido había visto
en una imagen pagana
o en la puerta de piedra labrada
de algún templo marino prohibido;
era la criatura
así representada,
sentada en la orilla o sobre roca,
llamada Sirena,
ninfa-del-mar, nereida;
dicen de ella que cantaba,
que El-canto-de-sirena era mortal,
que la estela del cabello precedía a los naufragios;
no ha sido invitada,
se inclinó a susurrar
al oído de su Huésped,
no la conozco.
27
Y Gaspar (pues sin duda era Gaspar el mercader)
al principio no la reconoció;
era frágil, delgada, no llevaba pulseras
ni ningún otro adorno, y con el chal
envolviendo su cabeza y sus hombros
no se hacía notar, no parecía
una sirvienta llevando un recado, sino alguien
de confianza, de parte de una gran dama;
la discreción en persona
con su túnica oscura y su tocado;
Gaspar no la reconoció
hasta que el chal se le cayó al suelo,
y reconoció entonces no solo a María
tal como decían las estrellas (Venus en ascendente
o Venus en conjunción con Júpiter
o comoquiera que él llamase a estos fuegos errantes),
sino que, cuando vio la luz de su cabello
igual que luna llena sobre un río perdido,
Gaspar
recordó.
30
Al agacharse a coger el chal lo vio,
y al levantarse, en ese medio-segundo,
vio la mancha de luz
como una grieta en la tercera joya
de la derecha, en la segunda diadema,
una semilla, grieta o mancha de luz,
y en ese punto de sombra,
estaba todo el secreto del misterio;
literalmente, al rozar casi su mano la de ella,
y mientras le tendía el chal,
la mancha, grieta, semilla o grano
se abrió como una flor.
31
Y la flor, contenida
en esa minúscula semilla o grano
se abrió en círculo pétalo por pétalo,
y cada pétalo estaba separado
y al mismo tiempo unido, de algún modo,
por una fuerza de atracción
a su centro dinámico;
y siguió ensanchando el círculo
y supo que seguiría abriéndose
hasta el infinito;
pero antes de perderse
por completo fuera del tiempo,
vio las islas de los Bienaventurados,
vio las Hespérides,
vio los círculos y círculos de islas
en torno a la Atlántida, la isla-centro perdida;
vio que la leyenda sacrosanta
transmitida aún existía,
vio las tierras de los bienaventurados,
las tierras prometidas, perdidas;
en aquel medio-segundo vio
la evolución entera
de nuestra y su civilización en esta,
su y nuestra tierra, antes de Adán.
36
Y la nieve cayó sobre el Hermón,
el lugar de la Transfiguración,
y la nieve cayó sobre el Hebrón,
donde anémonas florecieron la pasada primavera,
cuya rosa, escarlata, azul y rojo
Él comparó con la túnica de un rey,
mas ni Salomón, Él dijo,
se vistió como una de ellas;
y la nieve cayó en los almendros
y coronó las moreras
igual que la cabaña de un pastor o un guardabosques
en las colinas del Líbano,
y la nieve cayó
en silencio... en silencio...
43
Mas ella habló, así que la miró,
era tímida, sencilla y joven;
dijo: Señor, qué magnífica la fragancia,
como de todas las cosas juntas en flor;
mas Gaspar sabia que el sello del vaso estaba intacto;
no sabía si ella sabía
que la fragancia emanaba del manojo de mirra
que ella misma estrechaba en sus brazos.
Londres, 18-31 de diciembr de 1944
H.D., Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa.
H.D. Hilda Doolittle, más conocida por sus iniciales H.D. (Bethlehem, Pensilvania, Estados Unidos, 10 de septiembre de 1886–Zúrich, Suiza, 27 de septiembre de 1961), fue una poeta, escritora y cronista estadounidense.
Se la reconoce principalmente por su asociación con las figuras clave del avant-garde del siglo XX, especialmente el grupo de poetas imagistas, aunque sus obras posteriores muestran un claro desvío del modelo imagista hacia una versión distintivamente femenina de poesía y prosa modernista.
Juventud y obra
Hilda Doolittle nació en Bethlehem, Lehigh Valley, Pensilvania. Su padre, Charles Doolittle, era profesor de astronomía en la Universidad de Lehigh, y su madre, Hellen Wolle, era practicante en la Hermandad de Moravia y sentía un fuerte interés por la música. En 1895, Charles Doolittle Fue nombrado “Flower Professor" de astronomía, título honorario que se da al catedrático de astronomía en la Universidad de Pensilvania, y la familia se trasladó a una casa en Upper Darby, uno de los suburbios afluentes de Filadelfia
Doolittle fue al instituto Religious Society of Friends, situado en la Quince con Race, de dónde se graduó en 1903. Un año antes conoció y se hizo amiga de Ezra Pound, el cual vendría a desempeñar un papel muy importante tanto en su vida privada como en el desarrollo de sus ideas literarias. En 1905, Pound le regaló un fajo de poemas de amor unidos por el título colectivo Hilda’s Book.
Ese mismo año, Doolittle asistió al Bryn Mawr College para estudiar literatura griega clásica, pero abandonó después de tres trimestres a causa de su pobre salud y de sus malas notas, aunque estando en la universidad, conoció a los poetas Marianne Moore y William Carlos Williams. Su primer trabajo publicado, una colección de historias infantiles, se publicaron en el periódico de una iglesia local entre 1909 y 1913, la mayoría bajo el pseudónimo Edith Gray. En 1907, Hilda y Pound se comprometieron, a pesar de que su padre no aprobaba la unión y para cuando Doolitle (padre) se iba hacia Europa el compromiso ya estaba roto. Alrededor de este periodo, Hilda comenzó una relación con una joven estudiante de arte, Frances Josepha Gregg, y después de vivir gran parte de 1910 en Greenwich Village, se marchó a Europa con Gregg y la madre de ésta en 1911.
Conexión entre sus obras y su vida personal
Doolittle era una de las figuras que lideraban la cultura bohemia en Londres durante las primeras décadas del siglo. Su obra se reconoce por la utilización de modelos de la literatura clásica y la exploración del conflicto entre la atracción y el amor lésbico y heterosexual, hablando así de su propia bisexualidad, tema fuertemente conectado con su vida. Aunque posteriormente se casaría y tendría hijos, a lo largo de su vida y de forma regular buscó amantes de ambos sexos además del compañero/a que tuviese en ese momento.
En su poesía más reciente explora también temas de la épica tradicional, como la violencia y la guerra, pero desde un punto de vista feminista. H.D. fue la primera mujer en ser galardonada con la medalla de la Academia Americana de las Artes y las Letras.
H.D. Imagista
Pound llevaba ya un tiempo viviendo en Londres, donde había empezado a moverse en el círculo de poetas que se reunían en el restaurante Eiffel Tower en el Soho para discutir sobre la reforma de la poesía contemporánea a través del verso libre, el tanka y el haiku, así como de la necesidad de eliminar toda la verborrea innecesaria de los poemas. Después de que H.D. llegara a Inglaterra, mostró a Pound algunos de los poemas que había escrito durante el periodo anterior y él se mostró impresionado por lo similares que eran las ideas de H.D. con lo que él había estado argumentando en las discusiones del círculo de poetas, de modo que la presentó, junto con otro poeta, Richard Aldington, el cual se convertiría en su marido.
En 1912, durante una reunión con H.D. en la sala de té del Museo Británico, Pound firmó una poesía de ésta con el nombre H.D. Imagiste, creando un nombre para la artista que la acompañaría durante el resto de su carrera como escritora, a pesar de que más adelante ya solo se quedara con las siglas. Ese mismo año, Harriet Monroe comenzó a publicar la revista Poetry y pidió a Pound que actuara como editor de los artículos traducidos. En octubre, éste añadió tres poemas bajo el título “Imagistas” cortesía de H.D y Richard Aldington. En noviembre, otros tres de poemas de Aldington aparecieron en la sección de Poesía y en junio tres de H.D.: "Hermes of the Ways" ("Hermes de los caminos"), "Orchard" ("Huerto") y "Epigram". El imagismo como movimiento literario fue lanzado proponiendo a H.D. como su principal exponente.
Aunque los modelos originales del pensamiento imagista se basaran en la poesía japonesa, el modo de escribir de H.D. se acerca más al de la lírica grecolatina y especialmente a los Poemas de Safo, que habían sido redescubiertos en aquella época, un interés que compartía con Aldington y Pound, cada uno de los cuales compuso versiones de las obras de los grandes poetas griegos. En 1915, H.D. y Aldington iniciaron la Serie Traducciones de Poetas, panfletos con la traducción de los clásicos griegos y latinos menos conocidos. En total, H.D. publicó tres volúmenes de traducciones del griego: Choruses from the Iphigeneia in Aulis (Los coros de la Ifigenia de Aulis) (1916), Choruses from the Iphigenia in Aulis and the Hippolytus of Euripides (Coros de la Ifigenia en Aulis y el Hipólito de Eurípides) (1919) y El Ion de Eurípides (1937), así como una obra de teatro original basada en el modelo griego llamada Hippolytus Temporizes (1927).
H.D. continuó su asociación con el grupo imagista hasta el último artículo de la antología Some Imagist Poets de 1917. Junto con Aldington, se había encargado de la mayor parte del trabajo editorial de la antología de 1915. Su obra también aparece en el trabajo de Aldington Imagist Anthology 1930. Toda su obra poética hasta el final de los años 30 la escribió como imagista, lo que se caracerizaba por un uso restringido del lenguaje, una estructura retórica basada en la analogía más que en la metáfora, la comparación el simbolismo y una pureza clásica en la estructura exterior que frecuentemente enmascara la energía dramática subyacente. Este estilo de escritura no estaba libre de críticos. En un artículo especial sobre imagistas en la revista The Egoist en mayo de 1915, el poeta y crítico Harold Monro calificó las primeras obras de H.D. como «poesía insignificante», que denotaba «o pobreza imaginativa o una contención innecesariamente excesiva».
Oréade, uno de sus primeros y más reconocidos poemas, el cual fue publicado en la antología de 1915, sirve para ilustrar este primer estilo:
Oread
Whirl up, sea—
Whirl your pointed pines.
Splash your great pines
On our rocks.
Hurl your green over us—
Cover us with your pools of fir.
Oréade (traducción libre)
Revuélvete, mar—
Revuelve tus puntiagudos pinos.
Salpica tus grandes pinos
En nuestras rocas.
Lanza tu verdor sobre nosotros—
Cúbrenos con tus charcas de abeto.
Primera Guerra Mundial y periodo posterior
Hilda y Pound comenzaron una relación antes de la Primera Guerra Mundial durante la cual H.D. también mostró un interés romántico por una mujer llamada Frances Josepha Gregg. Hilda, Gregg y la madre de Gregg viajaron a Europa, donde Hilda comenzó a tomarse más seriamente su carrera como escritora. La relación con Gregg se enfrió y Hilda conoció a otra mujer, Brigit Patmore. Patmore era una entusiasta de la escritura, y ambas mujeres comenzaron una relación. Fue Patmore quien presentó a H. D. y Richard Aldington.
H.D. se casó con Aldington en 1913. su primer y único hijo en común, una niña, murió en el parto en 1915, tras lo cual ambos se distanciaron y él se echó una amante. Poco después, Aldington fue llamado a las armas para servir en el ejército y H.D. comenzó a relacionarse, según las fuentes de forma platónica, con el escritor D.H. Lawrence. En 1916, aparece publicada su primera obra, Sea Garden (Jardín junto mar), y se convierte en editora asistente de la revista The Egoist, tomando el puesto de su marido. En 1918, su hermano Gilbert, que era soldado, murió en el frente. H.D. se trasladó a vivir con un amigo de Lawrence, Cecil Gray, y se quedó embarazada de él. Cuando Aldington volvió del servicio activo ya no era el mismo hombre, la Guerra lo había cambiado y se separaron oficialmente.
Hacia el final de la Guerra, en 1918, H.D. había conocido a la escritora británica Bryher (Annie Winifred Ellerman), la cual se convertiría en su amante durante el resto de su vida. Vivieron juntas hasta 1946, aunque ambas buscaron amantes fuera de esa relación, frecuentemente compartiendo a los hombres. En 1919, nace la hija de H.D., Frances Perdita Aldington (aunque su padre no era Aldington, sino Gray) tras lo cual H.D. sobrevivió a una fuerte afección de gripe española. Su padre, el cual nunca se recuperó de la muerte de Gilbert, murió también. Durante esta época, H.D. escribió una de sus menos conocidas proclamas en poesía, Notes on Thought and Vision, publicada en 1982. En ella, habla de los poetas, incluyéndose a ella misma, como pertenecientes a un grupo de visionarios de élite con el poder de "cambiar completamente la corriente del pensamiento humano".
En esa época intentó rescatar su relación con Aldington, pero él sufría de los efectos de la Guerra, posiblemente trastorno de estrés postraumático, y se alejaron, viviendo vidas completamente separadas, pero sin divorciarse hasta 1938. Desde 1920 en adelante, su relación lésbica con Bryher se hizo más intensa y la pareja viajó por Egipto, Grecia y los Estados Unidos antes de instalarse definitivamente en Suiza. En 1921, Bryher se vio envuelta en un matrimonio de conveniencia con Robert McAlmon, lo que permitió a este poder financiar sus intentos de publicación en París usando el dinero de su mujer para la imprenta de su revista Contact. Tanto Bryher como H. D. tuvieron relaciones con McAlmon en este tiempo. Bryher y McAlmon se divorciaron en 1927.
Novelas, películas y psicoanálisis, siguiente etapa
A principios de los años 20, H.D. comenzó a escribir lo que había planeado como tres ciclos de novelas. El primero de estos ciclos, Magna Graeca, consiste en las novelas Palimpsest (1921) y Hedylus (1928). Estas obras exploran la vocación poética utilizando las herramientas típicas de la literatura clásica, en particular las de una mujer en una cultura literaria patriarcal. El siguiente ciclo sería el del Madrigal, que consiste en HERmione, Bid Me to Live ("Ofréceme vivir"), Paint It Today y Asphodel ("La mujer del pirata" o "Asphodel").
Estas obras son en una gran parte autobiográficas y tratan temas como el desarrollo de la mujer artista y el conflicto con su bisexualidad. Probablemente a causa de su similitud con la vida de la autora y con las vidas de sus amigos y amantes, la mayoría de estas novelas no fueron publicados hasta después de su muerte. En cambio Kora and Ka y The Usual Star, dos novelas del ciclo Borderline, fueron publicadas en 1933.
1927 fue un año significativo en la vida de H.D. Como escritora, completó la primera novela del ciclo Madrigal, HERmione, que está basada en la atracción que ella sentía por el amor lésbico y el heterosexual. En lo que respecta a su vida personal, su madre murió ese año, su amante lesbiana Bryher se divorció de su marido, McAlmon, amante de ambas, sólo para casarse con el nuevo amante de H.D, Kenneth Macpherson.
Después de esto, H.D., Bryher y Macpherson vivieron juntos en lo que la poeta y crítica Barbara Guest denominó un "ménage à trois" En noviembre de 1928, H.D. descubrió que estaba embarazada pero decidió abortar.
Entre ellos organizaron la revista Close Up y formaron el grupo de cine "POOL" para escribir sobre películas y también crear las suyas propias. Una sola película de ese grupo de cine ha perdurado completa, Borderline (1930), en la que actúan H.D. y Paul Robeson. La obra tiene elementos en común con el ciclo de novelas Borderline, explora los estados psíquicos extremos y su emergencia hacia la realidad. Además de actuar en la película, H.D. escribió un panfleto explicativo para complementarla, que fue publicado en Close Up.
Problemas psicológicos, la paranoia ante otra guerra mundial
En 1933, H.D. viaja a Viena para acudir a un análisis con Sigmund Freud. Hacía tiempo que estaba interesada por sus ideas, como es evidente en el panfleto Borderline así como algunos de sus trabajos anteriores. Fue referida a través del psicoanalista de Bryher a causa de su creciente paranoia acerca del advenimiento de la segunda guerra mundial. La primera la había destrozado emocionalmente: su hermano muerto en la guerra, su marido sufría trastorno de estrés postraumático a causa de las experiencias en combate, y creía firmemente que el tumulto de la guerra había causado de forma indirecta la pérdida de su bebé. Concretamente creía que había sido el shock ante la noticia del hundimiento del RMS Lusitania lo que provocó de forma directa el aborto.
La aparición de Adolf Hitler señalaba otra guerra inmensa, idea que encontraba intolerable y que la causaba una cantidad considerable de estrés. Escribió Writing on the Wall, las memorias de éste análisis, a la vez que Trilogy y lo publicó 1944; en 1956 lo volvió a publicar junto a Advent, un diario del análisis con el título Tribute to Freud.
Durante y después de la Segunda Guerra Mundial
H.D. y Bryher pasaron la totalidad de la segunda guerra mundial en Londres. Tiempo en el cual H.D. escribió The Gift, una memoria de su infancia y vida familiar en Bethlehem, Pensilvania, en la cual reflexiona sobre la gente y los sucesos de su pasado que ayudaron a convertirla en escritora. The Gift se publicó eventualmente en 1982. Escribió también Trilogy, publicada como The Walls do not Fall ("Los muros no se hunden") en 1944, Tribute to the Angels en 1945 y The Flowering of the Rod en 1946. Este poema en tres partes sobre su experiencia en el bombardeo de Londres (The Blitz) forma parte del grupo de poemas denominado junto con Pisan Cantos de Ezra Pound y Little Gidding de T.S. Eliot como uno de los mayores exponentes de la literatura modernista en respuesta a la Guerra desde un punto de vista civil. Los poemas también representan el primer fruto de su nueva manera de escribir poesía, con un tono mucho más flexible y conversacional y empleando también la dicción como enfoque general de la experiencia. Las líneas iniciales de The Walls do not Fall señalan clara e inmediatamente la ruptura de H.D. con su poesía anterior: An incident here and there, / and rails gone (for guns) / from your (and my) old town square. (Un incidente aquí y allí/ y barandillas retiradas (para pistolas)/ de tu (y mi) vieja plaza del pueblo.)
Después de la guerra, H.D. y Bryher no siguieron viviendo juntas, a pesar de que siguieron en contacto para encuentros ocasionales. H. D. se trasladó a Suiza donde, en la primavera de 1946, sufrió un colapso nervioso severo y acabó acudiendo a una clínica hasta el otoño de ese mismo año. Aparte de algunos viajes a Estados Unidos, H.D. permaneció el resto de su vida en Suiza. A finales de los 50, volvió a recibir más tratamiento, esta vez bajo el psicoanalista Erich Heydt. A petición suya, escribió End to Torment, una memoria de su relación con Ezra Pound, el cual permitió que los poemas de Hilda's Book fueran incluidos en la publicación.
Obras finales
Durante esta última década, se dedicó a escribir una cantidad considerable de poesía; notablemente Helen in Egypt ("Elena en Egipto") (1952–54), una deconstrucción feminista de la épica, tan centrada en el hombre, la cual usa la obra Elena de Eurípides como base para una reinterpretación de la Guerra de Troya y, por extensión, la guerra en sí. Algunos críticos, incluyendo a Jeffrey Twitchell-Waas consideran esta obra como una respuesta a la obra de Pound Cantos, la cual ella admiraba.
Los otros poemas de esta época son "Sagesse", "Winter Love" y "Hermetic Definition". Los tres fueron publicados póstumamente bajo el título colectivo Hermetic Definition (1972). "Hermetic Definition" (el poema) tiene como base su amor por un hombre 30 años más joven que ella y la línea 'Tan lenta es la rosa en abrirse' del "Canto 106" de Pound. Escribió "Sagesse" en la cama, tras haberse roto la cadera en una caída, esta obra sirve en cierta manera como una conclusión a Trilogy, al estar parcialmente escrito en la voz de una joven superviviente del bombardeo de Londres que se encuentra aterrorizada ante la posibilidad de una bomba atómica. "Winter Love" escrito junto a End to Torment usa a la Penélope de Homero como narradora para reinterpretar el material de la historia en forma poética. Por una temporada, se planteó añadirlo como un apéndice a Helen in Egypt.
En 1960, H.D. estaba en EE. UU para recoger la medalla de la Academia Americana de las Artes y las Letras. Mientras volvía a Suiza, sufrió un infarto en julio de 1961 y murió un par de meses después en la Klinik Hirslanden de Zúrich. Sus cenizas fueron llevadas a Bethlehem, y enterradas en el panteón de la familia en el cementerio de Nisky Hill el 28 de octubre. El epitafio consiste en los siguientes versos de un poema de su primera etapa:
So you may say,
Greek flower; Greek ecstasy
reclaims forever
one who died
following intricate song's
lost measure.
Puedes decir,
Flor griega; El éxtasis griego
Reclama para siempre
A aquellos que murieron
Siguiendo la medida perdida
De intrincadas canciones.
Legado
El redescubrimiento de la obra de H.D. en los años 70 coincide y está impulsada por el surgimiento del feminismo y de la crítica literaria feminista que encuentra mucho que estudiar en el análisis de los papeles asignados a cada sexo, que tan típico es en las obras de H.D. Concretamente, estos críticos que trabajaban en desafiar la lengua inglesa estándar desde los entresijos de la literatura modernista, basándose en las obras de escritores como Pound, Eliot o James Joyce, restauraron en su posición la importancia de H.D. en la historia del movimiento.
Su trabajo también ha servido recientemente como modelo para bastantes mujeres poetas que trabajan siguiendo la tradición modernista en la actualidad. Algunos ejemplos incluyen a Barbara Guest, Denise Levertov y a poetas del lenguaje como Susan Howe. Sin embargo, su influencia no se limita a mujeres, muchos otros, incluyendo al poeta Robert Duncan y Robert Creeley, han reconocido su deuda con ella.
( Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de H.D., de su obra No caen las murallas (primera parte de Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa:
4
Alberga un hechizo, por ejemplo,
cada concha de mar:
constante, el embate del agua
nada puede contra el coral,
el hueso, la piedra, el mármol
labrados desde dentro por ese artesano,
el habitante de la concha:
ostra, almeja o molusco
es el maestro escultor
que trabaja el prodigio en piedra;
pero ese ermitaño fláccido y amorfo
que ahí mora, como el planeta,
siente la finitud,
limita la órbita
de su ser, su casa,
templo, ermita o santuario:
abre los portales
a intervalos fijos:
urgido por el hambre
se abre al flujo de la marea:
¿y el infinito? no,
solo un poco de cada:
siento mi propio límite,
mi valvas se cierran en seco
si el peso inabarcable del océano
me invade: el agua infinita
no puede romperme, huevo en mi concha;
cerrada, completa, inmortal,
un círculo perfecto, coozco la marea,
su empuje y su calma
tan bien como la luna;
la oscuridad del pulpo
nada puede contra
su fría inmortalidad;
así, a mi modo, sé
que la ballena
no puede dirigirme:
resiste tu órbita pequeña, inmóvil,
limitada, y del tiburón
de la circunstancia externa
te escupirán las fauces:
sé indigerible, dura, avara,
y así, en reclusión,
engendra de ti misma,
generosamente,
esa valiosa perla.
6
En mí (la oruga), sin duda,
no hay otra virtud que esta:
la constancia; escapé de la tela de araña,
la garra del ave, el pico rapaz,
me aferré a una brizna de hierba,
al revés de una hoja
mientras el vendaval
la arrancaba de su tallo;
ecapé y exploré
el bosque de espino,
me arrastró la lluvia
por el valle de una hoja;
me posó en la hierba,
donde asta junto a asta engalanadas
formaban entre sí una maraña
de joyas engastadas
de niebla,
la de cada bandera en su asta:
indiferente a la multiplicidad
de tan vasta belleza,
como vuestro gran ojo sombrío de Górgona
no es capaz de enfocar
ni calcular, saco provecho
de cada calamidad;
me abro paso;
devorando hoja de vid y de morera,
voy encontrando, parásita, alimento;
cuando exclamáis con asco:
un gusano en la hoja,
un gusano en el suelo,
un gusano en la espiga,
continúo impenitente;
porque sé que Dios, Nuestro Señor,
me será revelado cuando yo,
la oruga laboriosa,
haya tejido mi propio sudario.
8
Con los cuernos, el disco o la serpiente erguida
revelamos nuestra condición:
aunque estos, las dos plumas o el loto
sean, nos decís, frívolo adorno
del intelecto;
los poetas somos inservibles,
más que eso:
nosotros, reliquias genuinas,
portadoras del saber secreto,
retazos vivientes
de la banda que lleva el iniciado
dentro de los santuarios
no solo somos "in-útiles",
somos "patéticos":
esta es la nueva herejía;
pero si ni siquiera entendéis lo que las palabras dicen,
¿cómo os atrevéis a juzgar
lo que las palabras callan?
con todo, revelan las antiguas escrituras
que estamos de nuevo en el principio:
os queda un largo camino por recorrer,
caminad con cautela, dirigíos con respeto
a quienes han completado el ciclo de la oruga,
pero también antes fueron los dioses aplastados
y los ídolos y su secreto guarda
la misma palabra humana,
el sueño banal
o trivial; las insignias
en la cresta de la garza,
el lomo del áspid,
los enigmas y escrituras pometen, como antaño,
protección para el escriba;
este precede al sacerdote,
es nada menos que el segundo tras el Faraón.
9
Thot, Hermes, el estilo,
la tablilla, el cálamo y la pluma perdurarán
aunque formen nuestros libros una alfombra
de humeante ceniza bajo los pies;
y aunque ilustren los libros ardiendo
el más perverso
y el más mezquino gesto
de la mezquina naturaleza del hombre,
dadnos, dadnos libros,
gritan otra vez,
infolios, manuscritos o viejos pergaminos
nos servirán de cartuchos;
la ironía es una verdad amarga
envuelta en exigua burla,
y al nombre de Hatshepsut aún lo rodea
lo que llaman el cartucho.
10
Mas nosotros luchamos por la vida,
luchamos, dicen, para respirar,
¿y de qué nos sirven nuestros garabatos?
esto - lo llevamos con nosotros
más allá de la muerte: Mercurio, Hermes, Thot
inventaron la escritura, las letras, la tablilla;
las notas escogidas de la lira o la flauta
sobre papiro o pergamino
son mágicas, se hallan impresas
en alguna parte de la atmósfera
por siempre; recuerda, oh Espada,
eres la hermana menor, la última en nacer,
tu Triunfo, exultante hoy,
terminará algún día,
en el principio
existía el Verbo.
15
Demasiado viejos para ser útiles
(en edad y en experiencia,
somos una sola raza)
y no lo suficiente como para estar muertos,
somos los custodios del secreto,
los portadores, los hilanderos
del hilo intangible y excelente
que religa a la humanidad entera
al saber del mundo clásico,
a la antigüedad;
nuestra dicha es única; son para nosotros
uva, cuchillo, taza y espiga
símbolos eternos,
y cada objeto concreto
posee un valor abstracto, intemporal
en el sueño paralelo
cuyo idéntico sigilo conocemos
desde Nínive y Babel.
20
Ahora entiendo claramente
que el Espíritu Santo,
enigma misterioso de la infancia,
es el Sueño;
esa vía de inspiración
está siempre abierta,
y abierta a todos;
hace de mediador, de intérprete,
del pasado los símbolos explica
con imágenes de hoy,
fusiona el futuro lejano
con la más remota antigüedad,
explica sin rodeos
en la sencilla ecuación del sueño
la más profunda filosofía,
revela el secreto del alquimista
y sigue al Mago
en el desierto.
23
Llévame a casa
donde los canales
fluyen
entre orillas de lirios:
donde la garza
tiene su nido:
donde la mantis
ora sobre el juncal:
donde exclama el saltamontes:
Amén, Amén, Amén.
26
¿Cuál será nuestro fruto?
¿cuál la flor?
¿qué sabor poseemos?
¿qué específico cura-naciones
alberga nuestra hoja? ¿bálsamo,
albahaca? ¿o es nuestra
la aguja, la hoja puntiaguda
de la palma?
¿nacimos de isla o de oasis
o fuimos plantados,
sin fruto, a la orilla del sembrado,
para esparcir la sombra
sobre los recolectores
en la canícula del mediodía?
33
Midamos la derrota
en términos de pan y carne,
y los continentes
en la extensión relativa
de los campos de trigo; no enseñemos
lo que mal aprendimos
y no nos benefició;
no preparemos
pócimas curativas a los muertos
ni inventemos
colores nuevos
para ojos ciegos.
39
Hemos recibido demasiados dogmas
y muy pocas garantías,
demasiados: mas no se ha demostrado
lo suficiente que esto, esto, esto
es herejía: sé, y siento
el significado que ocultan las palabras;
son anagramas, criptogramas,
pequeños estuches, adecuados
para incubar mariposas...
43
Pero no caen las murallas,
no entiendo por qué;
hay un ssss-silbido,
una nueva dimensión,
desconocida del relámpago;
estamos indefensos,
polvo y pólvora anegan los pulmones,
nuestros cuerpos chocan
al cruzar las puertas desgoznadas,
ceden los dinteles
formando un aspa;
caminamos sin descanso
bajo un aire leve
que se espesa en niebla cegadora,
entonces nos apartamos
sin demora, porque ni del aire
podemos fiarnos,
denso donde habría de ser fino
y tenue
donde las alas se separan y abren,
y el éter
pesa más que el suelo,
y el suelo se comba
como en un naufragio;
no conocemos reglas
por las que guiarnos,
somos navegantes, exploradores
de lo desconocido,
lo no registrado;
carecemos de mapa;
quizá arribemos a puerto,
a cielo.
Algunos poemas de H.D., de su obra Tributo a los ángeles (segunda parte de Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa:
1
Hermes Trimegisto
es patrón de los alquimistas:
ingenioso, hábil y curioso,
la mente es su reino;
su metal el mercurio,
oradores, ladrones y poetas sus clientes;
por tanto roba, Oh Orador,
y saquea, Oh Poeta,
toma lo que la antigua iglesia
encontró en la tumba de Mitra,
vela, manuscrito y campana;
toma lo que la nueva iglesia ha despreciado
y destrozado;
recoge los fragmentos del cristal roto
y con tu fuego y aliento
funde e integra,
re-invoca, re-crea
el ópalo, el ónix, la obsidiana
esparcidos ahora en fragmentos
que los hombres pisotean.
4
No en nuestro tiempo, Oh Señor,
se muda la espada en arado,
no en nuestro tiempo, el cuchillo
se sacia de vida y de sangre
para podar la viña estéril;
no hay para el espino hoja de parra,
ni para la corona flor de vid;
no en nuestro tiempo, Oh Rey,
calma tu voz la tempestad
otra vez rugiente.
8
Ve, lustra el crisol
y en el cuenco destila
una palabra bien amarga, marah,
otra más amarga aún, mar,
aguas saladas, divisorias, seductoras,
fuente de vida, fuente de lágrimas;
ve, lustra el crisol
y enciende la mecha
debajo, hasta que marah-mar
semezclen y confundan
y cambien y se alteren:
mer, mere, mère, mater, Maia, María,
Estrella del Mar,
Madre.
10
En el surco arado
el agua de lluvia
mostraba los bordes astillados
como un espejo roto,
y en el cristal,
como en una lanza pulimentada,
la estrella Héspero brillaba,
blanca, lejana y luminosa,
incandescente y cercana,
Venus, Afrodita, Astarté,
estrella del este,
estrella del oeste,
Lucifer al alba,
Héspero al crepúsculo.
12
Rápido, aviva la llama,
Afrodita, santo nombre,
Astarté, casco y mástil
de barcos hundidos tu estrella perdieron,
olvidaron la luz en el crepúsculo,
olvidaron la oración al alba;
vuelve, Oh santísima,
Venus cuyo nombre se emparenta
con venerar,
venerador.
18
Para Uriel, no un templo
sino cualquier lugar,
los espacios abiertos y las plazas
son fragantes;
comienza como antaño el festival,
con un zureo de paloma;
para Uriel, no un templo
sino los bosques sagrados del Amor,
los que en Tiro y Tebas se secaron,
florecen de nuevo en otra parte.
24
Cada hora, cada momento
posee su propio ángel de la guarda;
minuto a minuto, el tictac del reloj
completa la órbita prescrita;
mas esta curiosa perfección mecánica
no debiera separar, sino unir
nuestra vida, este eclipse momentáneo
con aquella otra...
25
... donde no hay necesidad
de luna para resplandecer,
pues marcaba su tictac los minutos
(el reloj sobre mi cabecera,
la esfera débilmente iluminada)
cuando llamó la Señora;
yo charlaba distraída
con amigos en la habitación contigua,
cuando advertimos la entrada
llena de luz - buscamos la puerta,
no había puerta
(era un sueño, claro está)
y justo ahí estaba ella,
en el rellano de la escalera.
26
Qué extraño, dijo uno de nosotros,
está ahí de verdad,
¿por qué habrá venido?, me pregunto,
otro dijo:
¿reside algún poder
entre nosotros tres,
una suerte de imán
que atraiga lo sobrenatural?
(aunque todo, convinimos,
parecía natural);
no sé qué dije yo
o si dije algo siquiera,
porque antes de poder hablar
me di cuenta de que lo había soñado,
de que estaba despierta en el lecho,
de que la intensa luz
era el rostro fosforescente
de mi pequeño reloj,
y el débil toque en la puerta
era el tictac del reloj.
27
Con todo, de un modo intangible,
más presente que nunca, ella estaba;
como si, milagrosamente,
se hubiera trasladado a nuestro tiempo,
arte que precisa de pericia
hasta en el huésped más avezado,
porque no debemos olvidar
que algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
29
La hemos visto
por todo el mundo:
Nuestra Señora del Jilguero,
Nuestra Señora de los Candelabros,
Nuestra Señora del Granado,
Nuestra Señora de la Silla,
la hemos visto, emperatriz
magnífica en pompa y gracia,
y la hemos visto
con una sola flor
o junto a un ramillete,
en un jarrón, de clavellinas;
la hemos visto con el pelo
recogido en redecilla,
o el rostro recortado
contra el velo azul y las estrellas;
hemos visto su cabeza inclinada
bajo el peso de una imperial corona,
o también, grácil muchacha, la hemos visto
envuelta en un halo dorado;
la hemos visto con arco, palomas
y un corazón como un amorcillo;
vestida con delicadas sedas
traídas de todo el Levante
y adornada de perlas llegadas
desde la ciudad de Constantino;
hemos visto sus mangas
de todos los tonos posibles,
de damasco y ornamental brocado;
cierto es
que mucho la han mimado los pintores;
cieto, ni una línea jamás erraron
en su dulce movimiento de cabeza
o en la fina sombra de los párpados bajos
o entreabiertos; la encontráis
(o encontrabais) por doquier,
en claustros, museos, catedrales,
subiendo las escaleras del palacio.
35
Debimos, entonces, de agradarle
los que no repudiamos nuestra herencia
junto a la tumba;
debió de agradarle
la dispersa compañía de pluma y pincel,
que no negaron su legado;
debimos de agradarle,
pues con tanta bondad nos miraba
bajo su lluvia de velos,
y llevaba un libro.
39
Aunque más que el Ángel de la Guarda
o un Espíritu propicio,
del terror primigenio la otra cara
de la moneda es ella;
ella es la no temida, la no-combatida,
mas no es la simbólica figura
de paz, caridad, castidad, bondad,
fe, esperanza, merced;
no es la Justicia con los ojos
vendados como los de Cupido;
su simbólica pureza de paloma os aseguro,
que su rostro era inocente e inmaculado
os aseguro, y sus velos
como los de la Esposa del Cordero,
mas no estaba con ella el Cordero,
ni como Esposo ni como Hijo;
no estaba dividida su atención,
somos nosotros su esposo y cordero;
su libro es nuestro libro; escrito
o no escrito, revelarán sus páginas
la historia de un Pescador,
la historia de uno o varios vasos,
los mismos - diferentes - los mismos atributos,
diferentes y, empero, los mismos de antaño.
43
Y el punto en el espectro
en que todas las luces se hacen una,
es blanco, y el blanco no es el no-color
como se nos enseña de pequeños,
sino el pleno color;
donde las llamas se mezclan
y las alas se encuentran, donde el arco
de la perfección tocamos,
estamos satisfechos, contentos,
comenzamos de nuevo;
Yo, Juan, he visto. Yo atestiguo
del arco iris las plumas, la entrada del cielo
y las murallas pintadas,
las columnatas de jaspe;
pero cuando la joya
se funde en el crisol,
no encontramos cenizas, ni ceniza-de-rosa,
ni un gran jarrón con un ramo de lirios,
ni vas spirituale
ni tampoco rosa mystica,
sino un ramillete de clavellinas
o un rostro como la rosa de la Navidad.
------------
Esta es la floración de la vara,
esta es la floración del calcinado leño,
ante el que, Zadkiel, damos gracias
pues de nuevo despertamos de la muerte y vivimos.
Londres, 17-31 de mayo de 1944
Algunos poemas de H.D., de su obra La floración de la vara (tercera parte de Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa:
1
Oh las relucientes vestiduras,
los relucientes vestidos:
no imaginéis Su rostro
ni Sus manos,
no imaginéis
cómo nos situaremos
ante Él;
recordad la nieve
sobre el Hermón;
no miréis abajo
donde la genciana azul
refleja su forma geométrica
sobre el témpano-de-hielo;
no os dejéis impresionar
por la geometría de la perfección
porque incluso ahora
el imponente estandarte
deja en sombra la cabeza del puente;
hemos mostrado
que podemos resistir;
hemos vencido
la frustración, la rabia,
el fuego amargo de la destrucción;
atras dejemos las ciudades en llamas
(hicimos cuanto pudimos),
hemos dado hasta no tener más que dar;
compasión, ay, más que amor, es lo que dimos;
habiendo dado todo, todo abandonemos;
la compasión sobre todo abandonemos
y sigamos ascendiendo
hacia el amor - resurrección.
5
Satisfecha, insatisfecha,
saciada o en la inanición,
esta es el ansia eterna,
la desesperación, el afán de equilibrio
en la variante eterna;
comprendéis esa llamada apremiante,
la exigencia de un momento dado,
el deseo de gozar, el deseo de vivir,
el deseo no solo de sobrevivir,
el deseo de volar, de alcanzar metas,
el deseo de reposo tras el largo vuelo;
mas ¿quién conoce el ansia extrema
de las otras - aves reales o quizá ya
míticas - que buscan sin descanso
hasta caer desde el punto más alto de la espiral
o el centro más profundo de un círculo estrechándose?
pues recuerdan, recuerdan, al girar o en suspensión,
lo que fue una vez - recuerdan, recuerdan -
no se desviarán - han conocido
la gloria, el fruto que sacia - han vuelto:
¿y qué si las islas ya no existen? ¿si las aguas
cubren las Hespérides? prefieren recordar,
recordar los manzanos de oro; oh,
no las compadezcáis al verlas caer una tras otra,
porque exhaustas, inertes, ciegas se abaten,
si bien en manifiesto arrobo,
porque suya es el hambre
del Paraíso.
6
Así, antes quisiera ahogarme recordando,
que tostarme en atolones tropicales
en los mares de coral; antes ahogarme
recordando, que posarme en rama de abeto o pino,
allí donde derraman las grandes estrellas
su fuerza nutricia, Arturo
o los zafiros de la Corona Boreal;
antes batir mi ala en el viento, gritando a las otras:
vuestro girar es tan absurdo,
tan fútil vuestro revoloteo
en derredor - sin fundamento
valáis - yo busco el cielo;
sin la visión voláis,
yo veo ante mí y tras de mí,
lo que dicen los hombres no es - yo recuerdo,
recuerdo, recuerdo - vosotras habéis olvidado:
creéis, sin haber completado la mitad,
que ha terminado vuestro ciclo,
mas vuestro obstinado girar repetís - otra vez, otra vez, otra vez;
otra vez el acero afilado en la piedra;
otra vez de calavera la pirámide;
de los muertos me compadecí,
oh blasfemia, la piedad es una piedra en el pan,
solo el amor es santo y el éxtasis de amor
que gira y gira y gira en torno a un centro
temerario, tenaz, ciego a la realidad,
que sabe que aquí están las islas de los Bienaventuraos
pues aguas inmensas no podrán apagar el fuego del amor.
8
Estoy llena de gozo,
la primera o la última
de un rebaño o un enjambre soy;
estoy llena de mosto;
llevo la marca de una palabra,
de un leño ardido,
extraído de ascua incandescente,
sin cortes, sin huellas del acero;
soy la primera o la última en renunciar
al hierro, al acero y al metal;
he andado hacia delante,
he andado hacia atrás,
he avanzado desde el bronce y el hierro
hasta la Edad de Oro.
9
No soy fantasía poética
sino una realidad biológica,
un hecho: una entidad
como ave, insecto, planta
o célula de un alga;
vivo; estoy viva;
cuidado: ignoradme,
negadme, no me reconozcáis,
evitadme; porque esta realidad
- éxtasis - es contagiosa.
15
Ella dijo, he oído hablar de ti;
con irónica reverencia, él murmuró irónico:
no he tenido el placer,
fija ya la mirada en la puerta entreabierta;
ella comprendió; de nuevo la desairaba,
pero cerró a propósito la puerta;
ahí se plantó, apoyando la espalda
en la puerta; extendió los brazos,
otra barrera más,
y su chal se deslizó hasta el suelo;
su rostro era muy blanco,
los ojos más grandes y oscuros
que muchos cuya hondura luminosa
a un sinfín de poetas inspiraran;
¿los ojos? a muchas mujeres conocía él;
era el cabello - libre y abundante;
su permanencia allí, sin velo,
en la casa de un extraño, era indecente.
16
Soy María, dijo, de una ciudad-torre,
por lo menos un tiempo hubo una torre,
pues Magdala es una torre;
Magdala está en la costa;
soy María, dijo, de Magdala,
soy María, dijo, una gran torre,
por mi voluntad y mi poder,
María será mirra;
soy María - oh, hay muchas Marías,
(pero yo soy Mara, amarga), seré María-mirra;
soy aquel árbol de mirra de los gentiles,
los paganos; hay idólatras,
hasta en frigia y Capadocia,
que ante dioses mutilados se arrodillan
y queman incienso a la Madre de las Mutilaciones,
a Atis-Adonis-Tammuz y su madre, que era mirra;
una mujer afligida
que tuvo un hijo en pecado;
lloró amargamente hasta que un dios pagano
la convirtió en árbol de mirra;
soy María, lloraré amargamente,
amargamente... amargamente.
19
Soy María, la flor de incienso del árbol del incienso,
con mi plegaria y mis lágrimas, yo misma me convertiré en mirra;
soy María y si me disuelvo
seré una torre... Señor, le dijo,
no necesito pan ni vino,
ni ninguna otra cosa que podáis ofrecerme,
y se anudó el chal muy digna,
dio la vuelta y levantó el pestillo.
19
El caso es que está escrito exactamente
la casa se llenó del olor del ungüento;
eso fue después y no en tan pequeña casa,
quizá ya fragante de ramas y guirnaldas,
pues era aquello un banquete, una fiesta;
todo lleno de risas y de gran alegría,
aunque Judas Iscariote torciera la boca
mascullando Extravagante entre dientes
porque el perfume de nardo, si bien no muy intenso,
tenía esa esencia sutil, indefinible
que dura mucho y cuesta más;
Judas susurró algo a su vecino
y luego empezó a hablarse de los pobres;
pero María, sentada en el suelo,
como un niño en una fiesta, no prestaba atención;
se afanaba des-haciendo con soltura
las trenzas largas y compactas
de su extraordinaria melena.
22
Y Simón, el anfitrión, pensó:
no se puede seguir consintiendo;
algo parecido había visto
en una imagen pagana
o en la puerta de piedra labrada
de algún templo marino prohibido;
era la criatura
así representada,
sentada en la orilla o sobre roca,
llamada Sirena,
ninfa-del-mar, nereida;
dicen de ella que cantaba,
que El-canto-de-sirena era mortal,
que la estela del cabello precedía a los naufragios;
no ha sido invitada,
se inclinó a susurrar
al oído de su Huésped,
no la conozco.
27
Y Gaspar (pues sin duda era Gaspar el mercader)
al principio no la reconoció;
era frágil, delgada, no llevaba pulseras
ni ningún otro adorno, y con el chal
envolviendo su cabeza y sus hombros
no se hacía notar, no parecía
una sirvienta llevando un recado, sino alguien
de confianza, de parte de una gran dama;
la discreción en persona
con su túnica oscura y su tocado;
Gaspar no la reconoció
hasta que el chal se le cayó al suelo,
y reconoció entonces no solo a María
tal como decían las estrellas (Venus en ascendente
o Venus en conjunción con Júpiter
o comoquiera que él llamase a estos fuegos errantes),
sino que, cuando vio la luz de su cabello
igual que luna llena sobre un río perdido,
Gaspar
recordó.
30
Al agacharse a coger el chal lo vio,
y al levantarse, en ese medio-segundo,
vio la mancha de luz
como una grieta en la tercera joya
de la derecha, en la segunda diadema,
una semilla, grieta o mancha de luz,
y en ese punto de sombra,
estaba todo el secreto del misterio;
literalmente, al rozar casi su mano la de ella,
y mientras le tendía el chal,
la mancha, grieta, semilla o grano
se abrió como una flor.
31
Y la flor, contenida
en esa minúscula semilla o grano
se abrió en círculo pétalo por pétalo,
y cada pétalo estaba separado
y al mismo tiempo unido, de algún modo,
por una fuerza de atracción
a su centro dinámico;
y siguió ensanchando el círculo
y supo que seguiría abriéndose
hasta el infinito;
pero antes de perderse
por completo fuera del tiempo,
vio las islas de los Bienaventurados,
vio las Hespérides,
vio los círculos y círculos de islas
en torno a la Atlántida, la isla-centro perdida;
vio que la leyenda sacrosanta
transmitida aún existía,
vio las tierras de los bienaventurados,
las tierras prometidas, perdidas;
en aquel medio-segundo vio
la evolución entera
de nuestra y su civilización en esta,
su y nuestra tierra, antes de Adán.
36
Y la nieve cayó sobre el Hermón,
el lugar de la Transfiguración,
y la nieve cayó sobre el Hebrón,
donde anémonas florecieron la pasada primavera,
cuya rosa, escarlata, azul y rojo
Él comparó con la túnica de un rey,
mas ni Salomón, Él dijo,
se vistió como una de ellas;
y la nieve cayó en los almendros
y coronó las moreras
igual que la cabaña de un pastor o un guardabosques
en las colinas del Líbano,
y la nieve cayó
en silencio... en silencio...
43
Mas ella habló, así que la miró,
era tímida, sencilla y joven;
dijo: Señor, qué magnífica la fragancia,
como de todas las cosas juntas en flor;
mas Gaspar sabia que el sello del vaso estaba intacto;
no sabía si ella sabía
que la fragancia emanaba del manojo de mirra
que ella misma estrechaba en sus brazos.
Londres, 18-31 de diciembr de 1944
H.D., Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa.
Última edición por Pedro Casas Serra el Lun 15 Ago 2022, 05:23, editado 1 vez
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