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Carlos Germán Belli (1927- ) (Lima, Perú, 15 de septiembre de 1927) es un notable poeta, traductor y periodista peruano de la llamada generación literaria del 50, que ha obtenido importantes premios. Catedrático de la Universidad Mayor de San Marcos. En el año 2006 fue galardonado con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, al año siguiente fue nominado al premio Nobel 2007. Posteriormente, en el año 2016, fue galardonado con el Premio Nacional de Cultura del Perú.
Biografía
Hijo de Rómulo Belli Richetti y Pilar de la Torre Cabrera. Nieto de Carlos Belli Core, italiano que arribó al Perú en 1878 y se consagró a la arqueología. Aprendió sus primeras letras en un jardín de la infancia en Ámsterdam, en donde su padre era cónsul, y de vuelta en el Perú, continuó y terminó sus estudios en el Colegio Italiano Antonio Raimondi de Lima (1935-1945). Vivía entonces en el barrio de Santa Beatriz, donde sus padres eran propietarios de una farmacia.
Ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1946; luego pasó a la Pontificia Universidad Católica del Perú (1947-1948), para volver a San Marcos años después (1957-1958). Se graduó de bachiller (1978) y de doctor en Literatura (1980), con su tesis sobre «La poesía de Oquendo de Amat».
Laboró durante muchos años transcribiendo documentos para el Senado Peruano (1946-1968), trabajo que obtuvo por mediación de dos poetas ya veteranos, que por entonces eran parlamentarios: José Gálvez Barrenechea y Alcides Spelucín. La primera etapa de su poesía (años 1950-1960) refleja esa experiencia oficinesca: cargada de sentimientos tanáticos, recoge más que nada la carencia, el fracaso y la desilusión. Cuando deja la labor burocrática en el parlamento, se abre hacia un horizonte más amplio y se afianza su fe religiosa, lo que se refleja en su trabajo creativo: comienza ser cada vez más afirmativo, asumiendo el amor y la esperanza.
En 1953 viajó a la ciudad de Mendoza, Argentina, donde participó en las Jornadas de Extensión Cultural. En 1954 viajó a España, para participar en las Jornadas de Literatura Española, realizadas en Santiago de Compostela y La Coruña. Dedicó un año entero en visitar otras ciudades españolas, para luego pasar a Roma, donde radicó durante dos meses. En 1957 viajó a los Estados Unidos, con la intención de trabajar en las Naciones Unidas, pero la noticia de la muerte de su madre lo obligó a volver al Perú, encargándose del cuidado de su hermano Alfonso, físicamente limitado.
En 1958 publicó su primer libro de poesía, titulado Poemas. En 1959 contrajo matrimonio con Carmela Benavente-Alcázar Suárez, unión de la que nacieron dos hijas: Pilar y Mariella. En 1962 fue laureado con el Premio Nacional de Poesía en mérito a su poemario ¡Oh hada cibernética!
En 1967 empezó su carrera docente, dictando cursillos de literatura contemporánea en su alma máter. En 1968 fue incorporado a la docencia sanmarquina en calidad de asistente. En 1969 obtuvo una beca de la Fundación Guggenheim y participó en el Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa. En 1970 regresó al Perú y se reincorporó a la docencia en San Marcos (1970-1971; 1944; y 1980-?).
Entre 1971 y 1978 trabajó en el Ministerio de Educación Pública, colaborando en el plan de la reforma educativa impulsado por el gobierno militar. En 1976 se incorporó a la redacción del diario El Comercio. En 1977 participó nuevamente como poeta visitante del Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa.
En 1980 fue incorporado a la Academia Peruana de la Lengua, ocasión en la que pronunció su discurso “Eguren, el recóndito”. En 1985 asistió al festival internacional de poesía Valmiki realizada en Nueva Delhi. En 1987 obtuvo una segunda beca de la Fundación Guggenheim.
En 1989 participó en la reunión “D’Annunzio y los poetas de hoy”, realizada en Pescara, Italia. En 1991 asistió al sexto encuentro de poetas del mundo latino realizado en la Ciudad de México y a las jornadas sobre las vanguardias tardías en la poesía hispanoamericana, llevada a cabo en Madrid.
En 2007 fue nominado para el Premio Nobel de la Literatura por la Academia Peruana de la Lengua y la Asociación Internacional de Peruanistas.
En 2011, con motivo de cumplirse los 50 años de la publicación de su libro ¡Oh Hada Cibernética!, la Casa de la Literatura Peruana organizó un Congreso Internacional en su honor titulado "La boda de la pluma y la letra. 50 años de "Oh Hada Cibernética". Homenaje a Carlos Germán Belli".
En los años 2013, 2014 y 2015 fue miembro del jurado del Premio Literario "Jorge Puccinelli", instituido por el Colegio Italiano Antonio Raimondi, en memoria de otro ilustre "raimondino", Jorge Puccinelli Converso.
Valoración
Carlos Belli es apreciado principalmente por su estilo único y casi preciso de expresar temas contemporáneos en términos de expresiones clásicas. Vargas Llosa ha dicho de él: «La poesía de Carlos Germán Belli es melodramática, de un narcisismo negro, impregnada de extraño humor, cáustica y cultísima. Está hecha de inconcebibles aleaciones: la métrica del Siglo de Oro y la jerga callejera de Lima, la sin razón y el lujo del surrealismo, y la sordidez de la vida de la clase media de una sociedad del tercer mundo».
Belli ha dicho que con su poesía en realidad no pretende "ex profeso nada". «No hay en mí un acto deliberado cuando descubro una veta, una zona, una línea a seguir. Más adelante, se me entroniza una especie de fijeza, y entre consciente e inconsciente voy desarrollando eso que se llama el poetizar. De resultas, hay algo que se cristaliza como denominador común, según creo y me duele decir, y es la expresión de mis más variadas angustias, acompañada de un particular deseo por detectar la realidad invisible».
Belli ha confesado su admiración por Rubén Darío y por Francesco Petrarca. De este último, ha manifestado que sus canciones le sirven de ayuda para escribir poemas nuevos de modo incesante.
Para Ricardo González Vigil, «Belli es el poeta peruano que ha logrado elaborar un canto al amor erótico, al amor sexual, sublimándolo, con un lenguaje más original; me parece que es el poeta peruano que lo ha conseguido mejor; así como César Vallejo puede ser el más grande poeta que canta el amor solidario, Belli es el más grande poeta peruano que canta el amor erótico.»
( Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Germ%C3%A1n_Belli )
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Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra Poemas, 1958:
POEMA
Nuestro amor no está en nuestros respectivos
y castos genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con palpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor esperan que la muerte
se robe los huesos, el diente y la uña,
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos queden juntos,
mirándose ya fuera de sus órbitas,
más bien como dos astros, como uno.
VARIACIONES PARA MI HERMANO ALFONSO
I
(casi soneto)
Para tu mudanza, ¿dónde habrá un suelo
de claro polvo y cálido recodo,
en que tus breves pies con tierno modo
equilibren la sangre de tu cuerpo?
O para tu vuelo, ¿cuándo habrá un viento
que llegue a tu costado como un soplo,
y te traslade de uno a otro polo,
pasando el edificio, el valle, el cielo?
Pues estás como dura ostra fijo,
sin que nadie te llame y te descorra
el plumaje de ave, hermano mío.
¿Por qué no llega la luz hasta el umbral
de tus huesos para que tus pies corran
por primera vez sobre el propio mar?
II
(vigilia)
Los caminos de los alrededores
no han tocado la punta de sus pies.
La amorosa pobladora de al lado
lo va dejando a la zaga del orbe.
Su cuerpo no conoce el espacio
porque nunca lo ha ayudado el viento.
SEGREGACION NO. 1
(a modo de un pintor primitivo culto)
Yo, mamá, mis dos hermanos
y muchos peruanitos
abrimos un hueco hondo, hondo
donde nos guarecemos,
porque arriba todo tiene dueño,
todo está cerrado con llave,
sellado firmemente,
porque arriba todo tiene reserva:
la sombra del árbol, las flores,
los frutos, el techo, las ruedas,
el agua, los lápices,
y optamos por hundirnos
en el fondo de la tierra,
más abajo que nunca,
lejos, muy lejos de los jefes,
hoy domingo,
lejos, muy lejos de los dueños,
entre las patas de los
animalitos, porque arriba
hay algunos que manejan todo,
que escriben, que cantan, que bailan,
que hablan hermosamente,
y nosotros, rojos de vergüenza,
tan sólo deseamos desaparecer
en pedacititos.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra Dentro & Fuera, 1960:
OH HADA CIBERNÉTICA
Oh Hada Cibernética
cuándo harás que los huesos de mis manos
se muevan alegremente
para escribir al fin lo que yo desee
a la hora que me venga en gana
y los encajes de mis órganos secretos
tengan facciones sosegadas
en las últimas horas de día
mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mis cuerpo.
Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra ¡Oh Hada Cibernética!, 1962:
ALGUN DIA EL AMOR
Algún día el amor yo al fin alcanzaré,
tal como es entre mis mayores muertos:
no dentro de los ojos, sino fuera,
invisible, mas perenne,
si de fuego no, de aire.
PAPÁ, MAMÁ
Papá, mamá,
para que yo, Pocho y Mario
sigamos todo el tiempo en el linaje humano,
cuánto luchasteis vosotros
a pesar de los bajos salarios del Perú,
y tras de tanto tan sólo me digo:
«venid, muerte, para que yo abandone
este linaje humano,
y nunca vuelva a él,
y de entre otros linajes escoja al fin
. . . . . . una faz de risco,
. . . . . . una faz de olmo,
. . . . . . una faz de búho».
¡OH HADA CIBERNÉTICA!...
¡Oh Hada Cibernética!, ya líbranos
con tu eléctrico seso y casto antídoto,
de los oficios hórridos humanos,
que son como tizones infernales
encendidos de tiempo inmemorial
por el crudo secuaz de las hogueras;
amortigua, ¡oh señora!, la presteza
con que el cierzo sañudo y tan frío
bate las nuevas aras, en el humo enhiestas,
de nuestro cuerpo ayer, cenizas hoy,
que ni siquiera pizca gozó alguna,
de los amos no ingas privativo
el ocio del amor y la sapiencia.
Cuatro poemas de Carlos Germán Belli, de su obra El pie sobre el cuello, 1964:
PLEXIGLÁS
Este cuero, estos huesos, esta carne,
días hay que no sufren por milagro
el tenedor, las hachas, el cuchillo,
que el gerifalte tal un matarife
limpia, agita y afila con primor,
para hincar luego y dividir en trozos
al más avasallado de la tierra;
pues veces hay que por ensalmo mil
el cuerpo que hipa pasto no es del filo,
sino de plexiglás cual res el alma
de la que cortan y pesan y ponen
en el seno de un turbio celofán
el alón de la mente y el filete
no de carne, no, pero sí de aire.
LOS BOFES
Estos que hoy bofes boto mal mi grado,
tamaños montes cuando me jubile,
como mil dejaré al fin (¡ja, ja, ja!
bofes, ¡ja, ja, ja! bofes nunca más);
y redimido así de bofes ya
hacia la huesa iré con talares alas,
antes que tornen mala vez de nuevo
amos viles a donde mí con priesa,
a llenarme el vacío cuerpo y liso,
para que luego luego, mal mi grado,
bote yo otras mil nuevas asaduras.
POEMA
Frunce el feto su frente
y sus cejas enarca cuando pasa
del luminoso vientre
al albergue terreno,
do se truecan sin tasa
la luz en niebla, la cisterna en cieno;
y abandonar le duele al fin el claustro,
en que no rugen ni cierzo ni austro,
y verse aun despeñado
desde el más alto risco,
cual un feto no amado,
por tartamudo o cojo o manco o bizco.
AMANUENSE
Ya descuajaringándome, ya hipando
hasta las cachas de cansado ya,
inmensos montes todo el día alzando
de acá para acullá de bofes voy,
fuera cien mil palmos con mi lengua,
cayéndome a pedazos tal mis padres,
aunque en verdad yo por mi seso raso,
y aun por lonjas y levas y mandones,
que a la zaga me van dejando estable,
ya a más hasta el gollete no poder,
al pie de mis hijuelas avergonzado,
cual un pobre amanuense del Perú.
Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra Por el monte abajo, 1966:
EL ATARANTADO
Atarantado, atortolado siempre,
en un tal tamañito apachurrado,
...........a ras de las alturas
...........yazgo de mi talón.
Me chupo, me atarugo mal mi grado,
y en vez de las luciérnagas cerúleas,
...........grillos vuelan, revuelan
...........en la olla de mi cráneo,
Mientras que a este umbroso paladar,
sin gota de saliva entrecogido,
...........lo azoran y lo riñen
...........las sosas y magnesias.
En tal manera me emborrico apriesa,
como cualquier acémila de carga,
...........y grave es la ocasión
...........porque prole yo tengo.
Tarumba vuelto, en fin, y ya sin fuegos
por yerros de la cuna hasta la tumba,
...........y en tanto despabílome
...........no más con estos versos.
LA TORTILLA
Si luego de tanto escoger un huevo,
y con él freír la rica tortilla
sazonada bien con sal y pimienta,
y del alma y cuerpo los profundos óleos,
para que por fin el garguero cruce
y sea ya el sumo bolo alimenticio
albergado nunca en humano vientre;
¡qué jeringa! si aquella tortilla
segundos no más de ser comida antes,
repentinamente una vuelta sufra
en la gran sartén del azar del día,
cual si un invisible tenedor filoso
le pinche y le coja su faz recién frita,
el envés poniendo así boca arriba,
no de blancas claras ni de yemas áureas,
mas un emplasto sí de mortal cicuta.
SEXTINA DEL MEA CULPA
Perdón, papá, mamá, porque mi yerro
cual cuna fue de vuestro ajeno daño,
desde que por primera vez mi seso
entretejió la malla de los hechos,
con las torcidas sogas de los hechos,
donde cautivo yazgo hasta la muerte.
Como globo aerostático en la muerte,
henchida por la bilis de los yerros,
la conciencia saldrá desde la zaga,
y morir cuán cercado por los daños,
del orbe será el más lastimoso hecho,
que suerte no es del ilustrado seso.
Pues son cosas de un aturdido seso
no ser despabilado ni en la muerte,
y en verdad es un inaguantable hecho
que adherida prosiga el alma al yerro,
hasta cuando sumida en crudos daños
el cuerpo pase a polvo en plena zaga.
De los oficios y el amor en zaga,
por designio exclusivo de mi seso,
me dejan así los mortales daños,
aún en el umbral de la propia muerte,
que tal sucede por labrar con yerros
los espesos lingotes de los hechos.
Yo, papá, mamá, vuestros dulces hechos
cuánto agrié por yacer no más en zaga,
perdido en la floresta de los yerros,
y corridos os fuisteis por mi seso,
entre ascuas de rubores a la muerte,
bajo el largo diluvio de los daños.
Porque el error engrana con el daño,
al errar yo os dañe como feo hecho,
os lanzando cuán presto hacia la muerte,
en tanto inmóvil yazgo siempre en zaga,
al arbitrio del antro de mi seso,
donde nacen los más mortales yerros.
Si mi seso, papá, mamá, en la zaga,
que postrer hecho sea ante la muerte
pagar los daños y lavar los yerros.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra Sextinas y otros poemas, 1970:
SEXTINA DE LOS DESIGUALES
Un asno soy ahora, y miro a yegua
bocado del caballo y no del asno,
y después rozo un pétalo de rosa,
con estas ramas cuando mudo en olmo,
en tanto que mi lumbre de gran día
el pubis ilumina de la noche.
Desde siempre amé a la secreta noche,
exactamente igual como a la yegua,
una esquiva por ser yo siempre día,
y la otra por mirarme no más asno,
que ni cuando me cambio en ufano olmo,
conquistar puedo a la exquisita rosa.
Cuánto he soñado por ceñir a rosa,
o adentrarme en el alma de la noche,
mas solitario como día u olmo
he quedado y aun ante rauda yegua,
inalcanzable en mis momentos de asno,
tan desvalido como el propio día.
Si noche huye mi ardiente luz de día,
y por pobre olmo olvídame la rosa,
¿cómo me las veré luciendo en asno?
Que sea como fuere, ajena noche,
no huyáis del día; ni del asno, ¡oh yegua!;
ni vos, flor, del eterno inmóvil olmo.
Mas sé bien que la rosa nunca a olmo
pertenecerá ni la noche al día,
ni un híbrido de mí querrá la yegua;
y sólo alcanzo espinas de la rosa,
en tanto que la impenetrable noche
me esquiva por ser día y olmo y asno.
Aunque mil atributos tengo de asno,
en mi destino pienso siendo olmo,
ante la orilla misma de la noche;
pues si fugaz mi paso cuando día,
o inmóvil punto al lado de la rosa,
que vivo y muero por la fina yegua.
¡Ay! ni olmo a la medida de la rosa,
y aun menos asno de la esquiva yegua,
mas yo día ando siempre tras la noche.
Dos poemas de Carlos Germán Belli, de su obra En alabanza del bolo alimenticio, 1979:
LA CARA DE MIS HIJAS
Este cielo del mundo siempre alto,
antes jamás mirado tan de cerca,
que de repente veo en el redor,
en una y otra de mis ambas hijas,
cuando perdidas ya las esperanzas
que alguna vez al fin brillara acá
una mínima luz del firmamento,
lo oscuro en mil centellas desatando;
que en cambio veo ahora por doquier,
a diario a tutiplén encegueciéndome
todo aquello que ajeno yo creía,
y en paz quedo conmigo y con el mundo
por mirar esa luz inalcanzable,
aunque sea en la cara de mis hijas.
NI DE CIEN MIL HUMANOS
Ni de cien mil humanos yo quisiera
el recuerdo cordial cuán codiciado,
ni aun de la fiera, risco o planta,
mañana cuando ausente para siempre
del esquivo planeta al fin me vea,
sino tan solo el breve pensamiento
de una hermosa señora me bastara,
que en tal instancia crea extrañamente
que si náufragos fuéramos yo y ella
en una isla remota y solitaria,
juntamente con su primer amado,
a él sus desdenes brindaría fieros,
aunque en las mientes todo solo fuere
de la desconocida dama ajena,
y yo polvo en el suelo e invisible
debajo de las letras de estos versos.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra Canciones y otros poemas, 1982:
VILLANELA
Llevarte quiero dentro de mi piel,
Si bien en la lontananza aún te acecho,
Para rescatar la perdida miel.
Contemplándote como un perro fiel,
En el día te sigo trecho a trecho,
Que haberte quiero dentro de mi piel.
No más el sabor de la cruda hiel,
Y en paz quedar conmigo y ya rehecho,
Rescatando así la perdida miel.
Ni viva aurora, ni oro, ni clavel,
Y en cambio por primera vez el hecho
De llevarte yo dentro de mi piel.
Verte de lejos no es asunto cruel,
Sino el raro camino que he hecho,
Para rescatar la perdida miel.
El ojo mío nunca te es infiel,
Aún estando ya distante de tu pecho,
Que haberte quiero dentro de mi piel,
Y así rescatar la perdida miel.
Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra En el restante tiempo terrenal, 1990:
¿DÓNDE LA LLORONA?
¿Dónde, dónde la trémula llorona,
dulce mensajerita de los cielos,
hacia qué Adán feliz va suspirando
con el sumo propósito de darle
enteramente el alma refinada?
Aunque muy lejos palpitar escucho
a la mensajerita que solloza
tendida en una cama frigorífica,
y más envidio aquel reino interior,
que es de Adán un agreste matorral,
porque fertilizarlo pretende Eva.
NO DESPILFARRARLO
Y en adelante como nunca ayer
ser absoluto dueño del gran tiempo,
que es exclusivamente para usarlo
en cosas entrañables por entero,
y con tal razón no despilfarrarlo
ni un instante de la futura vida,
que aunque fuera infinito y espacioso
en el seno del mundo terrenal,
no hay que dejarlo torpemente caer
en la boca de lobo de la nada,
que solo con el paso de los años
los ojos del espíritu descubren
desde acá el más allá desconocido,
porque en alas del rápido minuto
se puede ir muy imperceptiblemente
a los reinos del cielo o del infierno.
EPIGRAMA III
"Nunca he llegado a amar
tanto a un animalito
como a este", tú proclamas
cada día, esquiva Cloris;
y si por los brutos dices
sin secreto el sentimiento,
bien sé que cuando ponderes
a los de tu propia especie
no seré yo quien más quieras.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra Bajo el sol de la medianoche rojo, 1990:
EL NUDO
Esa increíble infinitud del orbe
no codicio ni un mínimo pedazo,
mas sí el espacio de tu breve cuerpo
donde ponerme al fin a buen recaudo,
en el profundo de tus mil entrañas,
que enteras conservaste para mí.
Al diablo el albedrío de la vida,
sumo don de los hados celestiales,
y nada más que estar en ti prefiero
sujeto a tu carnal y firme lazo,
que si vas a las últimas estrellas
contigo ir paso a paso yo también.
Es así el vivir día y noche siempre
bien atado a ti con el carnal nudo,
aunque en verdad del todo libremente.
pues de la tierra al cielo voy y vengo.
Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra Acción de gracias, 1992:
ACCIÓN DE GRACIAS
No, no sé bien si me veré en los altos
de una farmacia frente al Mar del Sur,
en una noche de Septiembre tibio,
o en cambio amaneciendo a las orillas
de una laguna en medio del desierto,
exactamente nueve meses antes
(que Huacachina así se llama el punto)
no sé cuál será la visión postrera,
pero sí estoy seguro que me iré
dándote, madre mía, eternas gracias
por haberme alumbrado en este mundo,
que aunque no hubiera sido un ser humano,
sino piedra, o pescado, o vegetal,
ser tu vástago me bastara a mí.
4 de abril de 1991
EPIGRAMA IV
Cuando dichoso te escucho
por el teléfono hilo
hay un cuchillo filudo
en tus cortantes palabras,
que el hilillo de mi vida
de un solo tajo me corta,
y allí acuchillado quedo
en la cima de la dicha.
LAS COSAS DE LA CASA
He aquí al fin la casa bien oculta
tras las nubes de la celeste bóveda,
preservándola de los fieros cacos
terrenales que alrededor acechan;
y así poder vivir metido en ella
en medio de una tibia paz siquiera,
aferrándose a las calladas cosas
que no dejan de estar a cada rato
acompañando como dulces seres;
porque al paso del día y de la noche
todo aquello que inerte y fiel yace
en las proximidades de uno siempre,
en el templado seno de la casa,
resulta parte de la invisible alma,
ya una sola naturaleza exacta.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra En las hospitalarias estrofas, 2002:
REMORDIMIENTOS POR EL USO INOPORTUNO
DE LAS ASONANCIAS, QUE ES LA IGUALDAD
DE LOS SONIDOS VOCÁLICOS EN LAS TERMINACIONES
DE LAS PALABRAS
¡Bah! sin remedio ahora para siempre
cacofónicamente así escribiendo
tal chambón de chambones resignado,
pues son un revoltijo de palabras
asonantadas de diestra a siniestra
como ruidos de tripa inesperados,
que cuando por azar son similares
los sonidos vocálicos de súbito,
y no se ajustan ni siquiera un tris
a las buenas maneras del estilo,
entonces la asonancia intempestiva
afea la escritura de los versos
dejando malparada a la plumilla
y al amanuense que la empuña inhábil
y también su amantísima prole,
que solamente por unas vocales
puestas sin ton ni son codo con codo
adentro de la pasajera estrofa,
¡he allí el fiasco de toda una existencia!
Dos poemas de Carlos Germán Belli, de su obra La miscelánea íntima, 2003:
LA EDAD GASTADA
Para David Sobrevilla
Las vejeces del mundo
milenario jamás resultan obvias
a la simple mirada de las gentes,
tal como las arrugas y las canas
que por la edad gastada de fulano
por dondequiera afloran,
más al mirarse él en el fiel espejo;
y en cambio el mundo tiene la fortuna
de nunca poder ver
en el espejear de los quietos lagos
cada mañana al empezar el día
ni un signo de su edad inescrutable.
MI PAÍS
Solo es mío
el país que se halla en mi alma.
Entré sin pasaporte
como en mi casa.
Él ve mi tristeza
y mi soledad.
Me adormece
y cubre con una piedra perfumada.
En mí florecen jardines,
mis flores son inventadas,
las calles me pertenecen.
Pero no hay casas,
han sido destruidas desde la infancia.
Los habitantes vagabundean por el aire
a la búsqueda de una morada.
Ellos habitan en mi alma.
He aquí porque sonrío
cuando mi sol brilla apenas,
o lloro como una ligera lluvia en la noche.
En otro tiempo
cuando yo tenía dos cabezas,
en otro tiempo
estos dos rostros
se cubrían de amoroso rocío
y se condensaban como el perfume de una rosa.
Ahora me parece
que aun cuando retrocedo
voy delante
hacia un alto portal
detrás del cual se extienden los muros
donde duermen los truenos apagados
y los relámpagos quebrados.
Solo es mío
el país que se halla en mi alma.
Marc Chagall (1887-1985)
Dos poemas y un epílogo de Carlos Germán Belli, de su obra El alternado paso de los hados, 2006:
¡QUE VUELVA EL BUEN VIVIR!
En vez del morir puntualísimo,
que vuelva a prisa el buen vivir,
poniendo ahora por delante
del otoño a la primavera,
e iluminando el mundo entero
con la noche ya en lontananza,
y mezclar como en un crisol
vigilia clara y sueño tenebroso,
para esfumar las pesadillas
así por siempre finalmente.
NI TRIUNFADORES, NI DERROTADOS
Este Adán, esta Eva cuán difuntos
que nunca fueron triunfadores
ni unos derrotados tampoco,
pues se han ido del arduo suelo
como arbolillo, o can, o piedra,
quienes igual que los humanos
al más allá también se van,
pero sin la preocupación,
en sus respectivas entrañas,
de cómo les fue acá la vida.
ASIR LA FORMA QUE SE VA (EPÍLOGO)
Hay quienes creen en la Divinidad, únicamente acosados por el pavor ante la posible nada. Igualmente hay quienes adoran la forma artística ante el temor de que termine por desintegrarse para siempre. Pero en este caso la angustia no es la única causa, sino que a la vez hay una tácita devoción, tan antigua como los propios objetos estéticos. Es la fe en la forma, no por el riesgo del vacío, sino por el puro placer de disfrutarla. Igualmente como cuando se adora a la Divinidad por sí misma, y aun si no existiera. En realidad, ni espuria ni imputable a barrocos o parnasianos decadentes. No hay que avergonzarse de ella. No hay que reducirla a la postración. Obrar así no es otra cosa que renegar de nuestro continente. Porque los cuerpos en que moramos también poseen un contorno, también una estructura donde se encuentran en perfecto orden y concierto los secretos órganos vitales. Aferrémonos a ella, como nos aferramos a nuestra forma corporal, ante el embate del tiempo, ante la aproximación de la ineludible muerte.
CARLOS GERMÁN BELLI, Los versos juntos. Poesía completa, Sibila, 2008.
Carlos Germán Belli (1927- ) (Lima, Perú, 15 de septiembre de 1927) es un notable poeta, traductor y periodista peruano de la llamada generación literaria del 50, que ha obtenido importantes premios. Catedrático de la Universidad Mayor de San Marcos. En el año 2006 fue galardonado con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, al año siguiente fue nominado al premio Nobel 2007. Posteriormente, en el año 2016, fue galardonado con el Premio Nacional de Cultura del Perú.
Biografía
Hijo de Rómulo Belli Richetti y Pilar de la Torre Cabrera. Nieto de Carlos Belli Core, italiano que arribó al Perú en 1878 y se consagró a la arqueología. Aprendió sus primeras letras en un jardín de la infancia en Ámsterdam, en donde su padre era cónsul, y de vuelta en el Perú, continuó y terminó sus estudios en el Colegio Italiano Antonio Raimondi de Lima (1935-1945). Vivía entonces en el barrio de Santa Beatriz, donde sus padres eran propietarios de una farmacia.
Ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1946; luego pasó a la Pontificia Universidad Católica del Perú (1947-1948), para volver a San Marcos años después (1957-1958). Se graduó de bachiller (1978) y de doctor en Literatura (1980), con su tesis sobre «La poesía de Oquendo de Amat».
Laboró durante muchos años transcribiendo documentos para el Senado Peruano (1946-1968), trabajo que obtuvo por mediación de dos poetas ya veteranos, que por entonces eran parlamentarios: José Gálvez Barrenechea y Alcides Spelucín. La primera etapa de su poesía (años 1950-1960) refleja esa experiencia oficinesca: cargada de sentimientos tanáticos, recoge más que nada la carencia, el fracaso y la desilusión. Cuando deja la labor burocrática en el parlamento, se abre hacia un horizonte más amplio y se afianza su fe religiosa, lo que se refleja en su trabajo creativo: comienza ser cada vez más afirmativo, asumiendo el amor y la esperanza.
En 1953 viajó a la ciudad de Mendoza, Argentina, donde participó en las Jornadas de Extensión Cultural. En 1954 viajó a España, para participar en las Jornadas de Literatura Española, realizadas en Santiago de Compostela y La Coruña. Dedicó un año entero en visitar otras ciudades españolas, para luego pasar a Roma, donde radicó durante dos meses. En 1957 viajó a los Estados Unidos, con la intención de trabajar en las Naciones Unidas, pero la noticia de la muerte de su madre lo obligó a volver al Perú, encargándose del cuidado de su hermano Alfonso, físicamente limitado.
En 1958 publicó su primer libro de poesía, titulado Poemas. En 1959 contrajo matrimonio con Carmela Benavente-Alcázar Suárez, unión de la que nacieron dos hijas: Pilar y Mariella. En 1962 fue laureado con el Premio Nacional de Poesía en mérito a su poemario ¡Oh hada cibernética!
En 1967 empezó su carrera docente, dictando cursillos de literatura contemporánea en su alma máter. En 1968 fue incorporado a la docencia sanmarquina en calidad de asistente. En 1969 obtuvo una beca de la Fundación Guggenheim y participó en el Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa. En 1970 regresó al Perú y se reincorporó a la docencia en San Marcos (1970-1971; 1944; y 1980-?).
Entre 1971 y 1978 trabajó en el Ministerio de Educación Pública, colaborando en el plan de la reforma educativa impulsado por el gobierno militar. En 1976 se incorporó a la redacción del diario El Comercio. En 1977 participó nuevamente como poeta visitante del Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa.
En 1980 fue incorporado a la Academia Peruana de la Lengua, ocasión en la que pronunció su discurso “Eguren, el recóndito”. En 1985 asistió al festival internacional de poesía Valmiki realizada en Nueva Delhi. En 1987 obtuvo una segunda beca de la Fundación Guggenheim.
En 1989 participó en la reunión “D’Annunzio y los poetas de hoy”, realizada en Pescara, Italia. En 1991 asistió al sexto encuentro de poetas del mundo latino realizado en la Ciudad de México y a las jornadas sobre las vanguardias tardías en la poesía hispanoamericana, llevada a cabo en Madrid.
En 2007 fue nominado para el Premio Nobel de la Literatura por la Academia Peruana de la Lengua y la Asociación Internacional de Peruanistas.
En 2011, con motivo de cumplirse los 50 años de la publicación de su libro ¡Oh Hada Cibernética!, la Casa de la Literatura Peruana organizó un Congreso Internacional en su honor titulado "La boda de la pluma y la letra. 50 años de "Oh Hada Cibernética". Homenaje a Carlos Germán Belli".
En los años 2013, 2014 y 2015 fue miembro del jurado del Premio Literario "Jorge Puccinelli", instituido por el Colegio Italiano Antonio Raimondi, en memoria de otro ilustre "raimondino", Jorge Puccinelli Converso.
Valoración
Carlos Belli es apreciado principalmente por su estilo único y casi preciso de expresar temas contemporáneos en términos de expresiones clásicas. Vargas Llosa ha dicho de él: «La poesía de Carlos Germán Belli es melodramática, de un narcisismo negro, impregnada de extraño humor, cáustica y cultísima. Está hecha de inconcebibles aleaciones: la métrica del Siglo de Oro y la jerga callejera de Lima, la sin razón y el lujo del surrealismo, y la sordidez de la vida de la clase media de una sociedad del tercer mundo».
Belli ha dicho que con su poesía en realidad no pretende "ex profeso nada". «No hay en mí un acto deliberado cuando descubro una veta, una zona, una línea a seguir. Más adelante, se me entroniza una especie de fijeza, y entre consciente e inconsciente voy desarrollando eso que se llama el poetizar. De resultas, hay algo que se cristaliza como denominador común, según creo y me duele decir, y es la expresión de mis más variadas angustias, acompañada de un particular deseo por detectar la realidad invisible».
Belli ha confesado su admiración por Rubén Darío y por Francesco Petrarca. De este último, ha manifestado que sus canciones le sirven de ayuda para escribir poemas nuevos de modo incesante.
Para Ricardo González Vigil, «Belli es el poeta peruano que ha logrado elaborar un canto al amor erótico, al amor sexual, sublimándolo, con un lenguaje más original; me parece que es el poeta peruano que lo ha conseguido mejor; así como César Vallejo puede ser el más grande poeta que canta el amor solidario, Belli es el más grande poeta peruano que canta el amor erótico.»
( Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Germ%C3%A1n_Belli )
*
Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra Poemas, 1958:
POEMA
Nuestro amor no está en nuestros respectivos
y castos genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con palpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor esperan que la muerte
se robe los huesos, el diente y la uña,
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos queden juntos,
mirándose ya fuera de sus órbitas,
más bien como dos astros, como uno.
VARIACIONES PARA MI HERMANO ALFONSO
I
(casi soneto)
Para tu mudanza, ¿dónde habrá un suelo
de claro polvo y cálido recodo,
en que tus breves pies con tierno modo
equilibren la sangre de tu cuerpo?
O para tu vuelo, ¿cuándo habrá un viento
que llegue a tu costado como un soplo,
y te traslade de uno a otro polo,
pasando el edificio, el valle, el cielo?
Pues estás como dura ostra fijo,
sin que nadie te llame y te descorra
el plumaje de ave, hermano mío.
¿Por qué no llega la luz hasta el umbral
de tus huesos para que tus pies corran
por primera vez sobre el propio mar?
II
(vigilia)
Los caminos de los alrededores
no han tocado la punta de sus pies.
La amorosa pobladora de al lado
lo va dejando a la zaga del orbe.
Su cuerpo no conoce el espacio
porque nunca lo ha ayudado el viento.
SEGREGACION NO. 1
(a modo de un pintor primitivo culto)
Yo, mamá, mis dos hermanos
y muchos peruanitos
abrimos un hueco hondo, hondo
donde nos guarecemos,
porque arriba todo tiene dueño,
todo está cerrado con llave,
sellado firmemente,
porque arriba todo tiene reserva:
la sombra del árbol, las flores,
los frutos, el techo, las ruedas,
el agua, los lápices,
y optamos por hundirnos
en el fondo de la tierra,
más abajo que nunca,
lejos, muy lejos de los jefes,
hoy domingo,
lejos, muy lejos de los dueños,
entre las patas de los
animalitos, porque arriba
hay algunos que manejan todo,
que escriben, que cantan, que bailan,
que hablan hermosamente,
y nosotros, rojos de vergüenza,
tan sólo deseamos desaparecer
en pedacititos.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra Dentro & Fuera, 1960:
OH HADA CIBERNÉTICA
Oh Hada Cibernética
cuándo harás que los huesos de mis manos
se muevan alegremente
para escribir al fin lo que yo desee
a la hora que me venga en gana
y los encajes de mis órganos secretos
tengan facciones sosegadas
en las últimas horas de día
mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mis cuerpo.
Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra ¡Oh Hada Cibernética!, 1962:
ALGUN DIA EL AMOR
Algún día el amor yo al fin alcanzaré,
tal como es entre mis mayores muertos:
no dentro de los ojos, sino fuera,
invisible, mas perenne,
si de fuego no, de aire.
PAPÁ, MAMÁ
Papá, mamá,
para que yo, Pocho y Mario
sigamos todo el tiempo en el linaje humano,
cuánto luchasteis vosotros
a pesar de los bajos salarios del Perú,
y tras de tanto tan sólo me digo:
«venid, muerte, para que yo abandone
este linaje humano,
y nunca vuelva a él,
y de entre otros linajes escoja al fin
. . . . . . una faz de risco,
. . . . . . una faz de olmo,
. . . . . . una faz de búho».
¡OH HADA CIBERNÉTICA!...
¡Oh Hada Cibernética!, ya líbranos
con tu eléctrico seso y casto antídoto,
de los oficios hórridos humanos,
que son como tizones infernales
encendidos de tiempo inmemorial
por el crudo secuaz de las hogueras;
amortigua, ¡oh señora!, la presteza
con que el cierzo sañudo y tan frío
bate las nuevas aras, en el humo enhiestas,
de nuestro cuerpo ayer, cenizas hoy,
que ni siquiera pizca gozó alguna,
de los amos no ingas privativo
el ocio del amor y la sapiencia.
Cuatro poemas de Carlos Germán Belli, de su obra El pie sobre el cuello, 1964:
PLEXIGLÁS
Este cuero, estos huesos, esta carne,
días hay que no sufren por milagro
el tenedor, las hachas, el cuchillo,
que el gerifalte tal un matarife
limpia, agita y afila con primor,
para hincar luego y dividir en trozos
al más avasallado de la tierra;
pues veces hay que por ensalmo mil
el cuerpo que hipa pasto no es del filo,
sino de plexiglás cual res el alma
de la que cortan y pesan y ponen
en el seno de un turbio celofán
el alón de la mente y el filete
no de carne, no, pero sí de aire.
LOS BOFES
Estos que hoy bofes boto mal mi grado,
tamaños montes cuando me jubile,
como mil dejaré al fin (¡ja, ja, ja!
bofes, ¡ja, ja, ja! bofes nunca más);
y redimido así de bofes ya
hacia la huesa iré con talares alas,
antes que tornen mala vez de nuevo
amos viles a donde mí con priesa,
a llenarme el vacío cuerpo y liso,
para que luego luego, mal mi grado,
bote yo otras mil nuevas asaduras.
POEMA
Frunce el feto su frente
y sus cejas enarca cuando pasa
del luminoso vientre
al albergue terreno,
do se truecan sin tasa
la luz en niebla, la cisterna en cieno;
y abandonar le duele al fin el claustro,
en que no rugen ni cierzo ni austro,
y verse aun despeñado
desde el más alto risco,
cual un feto no amado,
por tartamudo o cojo o manco o bizco.
AMANUENSE
Ya descuajaringándome, ya hipando
hasta las cachas de cansado ya,
inmensos montes todo el día alzando
de acá para acullá de bofes voy,
fuera cien mil palmos con mi lengua,
cayéndome a pedazos tal mis padres,
aunque en verdad yo por mi seso raso,
y aun por lonjas y levas y mandones,
que a la zaga me van dejando estable,
ya a más hasta el gollete no poder,
al pie de mis hijuelas avergonzado,
cual un pobre amanuense del Perú.
Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra Por el monte abajo, 1966:
EL ATARANTADO
Atarantado, atortolado siempre,
en un tal tamañito apachurrado,
...........a ras de las alturas
...........yazgo de mi talón.
Me chupo, me atarugo mal mi grado,
y en vez de las luciérnagas cerúleas,
...........grillos vuelan, revuelan
...........en la olla de mi cráneo,
Mientras que a este umbroso paladar,
sin gota de saliva entrecogido,
...........lo azoran y lo riñen
...........las sosas y magnesias.
En tal manera me emborrico apriesa,
como cualquier acémila de carga,
...........y grave es la ocasión
...........porque prole yo tengo.
Tarumba vuelto, en fin, y ya sin fuegos
por yerros de la cuna hasta la tumba,
...........y en tanto despabílome
...........no más con estos versos.
LA TORTILLA
Si luego de tanto escoger un huevo,
y con él freír la rica tortilla
sazonada bien con sal y pimienta,
y del alma y cuerpo los profundos óleos,
para que por fin el garguero cruce
y sea ya el sumo bolo alimenticio
albergado nunca en humano vientre;
¡qué jeringa! si aquella tortilla
segundos no más de ser comida antes,
repentinamente una vuelta sufra
en la gran sartén del azar del día,
cual si un invisible tenedor filoso
le pinche y le coja su faz recién frita,
el envés poniendo así boca arriba,
no de blancas claras ni de yemas áureas,
mas un emplasto sí de mortal cicuta.
SEXTINA DEL MEA CULPA
Perdón, papá, mamá, porque mi yerro
cual cuna fue de vuestro ajeno daño,
desde que por primera vez mi seso
entretejió la malla de los hechos,
con las torcidas sogas de los hechos,
donde cautivo yazgo hasta la muerte.
Como globo aerostático en la muerte,
henchida por la bilis de los yerros,
la conciencia saldrá desde la zaga,
y morir cuán cercado por los daños,
del orbe será el más lastimoso hecho,
que suerte no es del ilustrado seso.
Pues son cosas de un aturdido seso
no ser despabilado ni en la muerte,
y en verdad es un inaguantable hecho
que adherida prosiga el alma al yerro,
hasta cuando sumida en crudos daños
el cuerpo pase a polvo en plena zaga.
De los oficios y el amor en zaga,
por designio exclusivo de mi seso,
me dejan así los mortales daños,
aún en el umbral de la propia muerte,
que tal sucede por labrar con yerros
los espesos lingotes de los hechos.
Yo, papá, mamá, vuestros dulces hechos
cuánto agrié por yacer no más en zaga,
perdido en la floresta de los yerros,
y corridos os fuisteis por mi seso,
entre ascuas de rubores a la muerte,
bajo el largo diluvio de los daños.
Porque el error engrana con el daño,
al errar yo os dañe como feo hecho,
os lanzando cuán presto hacia la muerte,
en tanto inmóvil yazgo siempre en zaga,
al arbitrio del antro de mi seso,
donde nacen los más mortales yerros.
Si mi seso, papá, mamá, en la zaga,
que postrer hecho sea ante la muerte
pagar los daños y lavar los yerros.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra Sextinas y otros poemas, 1970:
SEXTINA DE LOS DESIGUALES
Un asno soy ahora, y miro a yegua
bocado del caballo y no del asno,
y después rozo un pétalo de rosa,
con estas ramas cuando mudo en olmo,
en tanto que mi lumbre de gran día
el pubis ilumina de la noche.
Desde siempre amé a la secreta noche,
exactamente igual como a la yegua,
una esquiva por ser yo siempre día,
y la otra por mirarme no más asno,
que ni cuando me cambio en ufano olmo,
conquistar puedo a la exquisita rosa.
Cuánto he soñado por ceñir a rosa,
o adentrarme en el alma de la noche,
mas solitario como día u olmo
he quedado y aun ante rauda yegua,
inalcanzable en mis momentos de asno,
tan desvalido como el propio día.
Si noche huye mi ardiente luz de día,
y por pobre olmo olvídame la rosa,
¿cómo me las veré luciendo en asno?
Que sea como fuere, ajena noche,
no huyáis del día; ni del asno, ¡oh yegua!;
ni vos, flor, del eterno inmóvil olmo.
Mas sé bien que la rosa nunca a olmo
pertenecerá ni la noche al día,
ni un híbrido de mí querrá la yegua;
y sólo alcanzo espinas de la rosa,
en tanto que la impenetrable noche
me esquiva por ser día y olmo y asno.
Aunque mil atributos tengo de asno,
en mi destino pienso siendo olmo,
ante la orilla misma de la noche;
pues si fugaz mi paso cuando día,
o inmóvil punto al lado de la rosa,
que vivo y muero por la fina yegua.
¡Ay! ni olmo a la medida de la rosa,
y aun menos asno de la esquiva yegua,
mas yo día ando siempre tras la noche.
Dos poemas de Carlos Germán Belli, de su obra En alabanza del bolo alimenticio, 1979:
LA CARA DE MIS HIJAS
Este cielo del mundo siempre alto,
antes jamás mirado tan de cerca,
que de repente veo en el redor,
en una y otra de mis ambas hijas,
cuando perdidas ya las esperanzas
que alguna vez al fin brillara acá
una mínima luz del firmamento,
lo oscuro en mil centellas desatando;
que en cambio veo ahora por doquier,
a diario a tutiplén encegueciéndome
todo aquello que ajeno yo creía,
y en paz quedo conmigo y con el mundo
por mirar esa luz inalcanzable,
aunque sea en la cara de mis hijas.
NI DE CIEN MIL HUMANOS
Ni de cien mil humanos yo quisiera
el recuerdo cordial cuán codiciado,
ni aun de la fiera, risco o planta,
mañana cuando ausente para siempre
del esquivo planeta al fin me vea,
sino tan solo el breve pensamiento
de una hermosa señora me bastara,
que en tal instancia crea extrañamente
que si náufragos fuéramos yo y ella
en una isla remota y solitaria,
juntamente con su primer amado,
a él sus desdenes brindaría fieros,
aunque en las mientes todo solo fuere
de la desconocida dama ajena,
y yo polvo en el suelo e invisible
debajo de las letras de estos versos.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra Canciones y otros poemas, 1982:
VILLANELA
Llevarte quiero dentro de mi piel,
Si bien en la lontananza aún te acecho,
Para rescatar la perdida miel.
Contemplándote como un perro fiel,
En el día te sigo trecho a trecho,
Que haberte quiero dentro de mi piel.
No más el sabor de la cruda hiel,
Y en paz quedar conmigo y ya rehecho,
Rescatando así la perdida miel.
Ni viva aurora, ni oro, ni clavel,
Y en cambio por primera vez el hecho
De llevarte yo dentro de mi piel.
Verte de lejos no es asunto cruel,
Sino el raro camino que he hecho,
Para rescatar la perdida miel.
El ojo mío nunca te es infiel,
Aún estando ya distante de tu pecho,
Que haberte quiero dentro de mi piel,
Y así rescatar la perdida miel.
Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra En el restante tiempo terrenal, 1990:
¿DÓNDE LA LLORONA?
¿Dónde, dónde la trémula llorona,
dulce mensajerita de los cielos,
hacia qué Adán feliz va suspirando
con el sumo propósito de darle
enteramente el alma refinada?
Aunque muy lejos palpitar escucho
a la mensajerita que solloza
tendida en una cama frigorífica,
y más envidio aquel reino interior,
que es de Adán un agreste matorral,
porque fertilizarlo pretende Eva.
NO DESPILFARRARLO
Y en adelante como nunca ayer
ser absoluto dueño del gran tiempo,
que es exclusivamente para usarlo
en cosas entrañables por entero,
y con tal razón no despilfarrarlo
ni un instante de la futura vida,
que aunque fuera infinito y espacioso
en el seno del mundo terrenal,
no hay que dejarlo torpemente caer
en la boca de lobo de la nada,
que solo con el paso de los años
los ojos del espíritu descubren
desde acá el más allá desconocido,
porque en alas del rápido minuto
se puede ir muy imperceptiblemente
a los reinos del cielo o del infierno.
EPIGRAMA III
"Nunca he llegado a amar
tanto a un animalito
como a este", tú proclamas
cada día, esquiva Cloris;
y si por los brutos dices
sin secreto el sentimiento,
bien sé que cuando ponderes
a los de tu propia especie
no seré yo quien más quieras.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra Bajo el sol de la medianoche rojo, 1990:
EL NUDO
Esa increíble infinitud del orbe
no codicio ni un mínimo pedazo,
mas sí el espacio de tu breve cuerpo
donde ponerme al fin a buen recaudo,
en el profundo de tus mil entrañas,
que enteras conservaste para mí.
Al diablo el albedrío de la vida,
sumo don de los hados celestiales,
y nada más que estar en ti prefiero
sujeto a tu carnal y firme lazo,
que si vas a las últimas estrellas
contigo ir paso a paso yo también.
Es así el vivir día y noche siempre
bien atado a ti con el carnal nudo,
aunque en verdad del todo libremente.
pues de la tierra al cielo voy y vengo.
Tres poemas de Carlos Germán Belli, de su obra Acción de gracias, 1992:
ACCIÓN DE GRACIAS
No, no sé bien si me veré en los altos
de una farmacia frente al Mar del Sur,
en una noche de Septiembre tibio,
o en cambio amaneciendo a las orillas
de una laguna en medio del desierto,
exactamente nueve meses antes
(que Huacachina así se llama el punto)
no sé cuál será la visión postrera,
pero sí estoy seguro que me iré
dándote, madre mía, eternas gracias
por haberme alumbrado en este mundo,
que aunque no hubiera sido un ser humano,
sino piedra, o pescado, o vegetal,
ser tu vástago me bastara a mí.
4 de abril de 1991
EPIGRAMA IV
Cuando dichoso te escucho
por el teléfono hilo
hay un cuchillo filudo
en tus cortantes palabras,
que el hilillo de mi vida
de un solo tajo me corta,
y allí acuchillado quedo
en la cima de la dicha.
LAS COSAS DE LA CASA
He aquí al fin la casa bien oculta
tras las nubes de la celeste bóveda,
preservándola de los fieros cacos
terrenales que alrededor acechan;
y así poder vivir metido en ella
en medio de una tibia paz siquiera,
aferrándose a las calladas cosas
que no dejan de estar a cada rato
acompañando como dulces seres;
porque al paso del día y de la noche
todo aquello que inerte y fiel yace
en las proximidades de uno siempre,
en el templado seno de la casa,
resulta parte de la invisible alma,
ya una sola naturaleza exacta.
Un poema de Carlos Germán Belli, de su obra En las hospitalarias estrofas, 2002:
REMORDIMIENTOS POR EL USO INOPORTUNO
DE LAS ASONANCIAS, QUE ES LA IGUALDAD
DE LOS SONIDOS VOCÁLICOS EN LAS TERMINACIONES
DE LAS PALABRAS
¡Bah! sin remedio ahora para siempre
cacofónicamente así escribiendo
tal chambón de chambones resignado,
pues son un revoltijo de palabras
asonantadas de diestra a siniestra
como ruidos de tripa inesperados,
que cuando por azar son similares
los sonidos vocálicos de súbito,
y no se ajustan ni siquiera un tris
a las buenas maneras del estilo,
entonces la asonancia intempestiva
afea la escritura de los versos
dejando malparada a la plumilla
y al amanuense que la empuña inhábil
y también su amantísima prole,
que solamente por unas vocales
puestas sin ton ni son codo con codo
adentro de la pasajera estrofa,
¡he allí el fiasco de toda una existencia!
Dos poemas de Carlos Germán Belli, de su obra La miscelánea íntima, 2003:
LA EDAD GASTADA
Para David Sobrevilla
Las vejeces del mundo
milenario jamás resultan obvias
a la simple mirada de las gentes,
tal como las arrugas y las canas
que por la edad gastada de fulano
por dondequiera afloran,
más al mirarse él en el fiel espejo;
y en cambio el mundo tiene la fortuna
de nunca poder ver
en el espejear de los quietos lagos
cada mañana al empezar el día
ni un signo de su edad inescrutable.
MI PAÍS
Solo es mío
el país que se halla en mi alma.
Entré sin pasaporte
como en mi casa.
Él ve mi tristeza
y mi soledad.
Me adormece
y cubre con una piedra perfumada.
En mí florecen jardines,
mis flores son inventadas,
las calles me pertenecen.
Pero no hay casas,
han sido destruidas desde la infancia.
Los habitantes vagabundean por el aire
a la búsqueda de una morada.
Ellos habitan en mi alma.
He aquí porque sonrío
cuando mi sol brilla apenas,
o lloro como una ligera lluvia en la noche.
En otro tiempo
cuando yo tenía dos cabezas,
en otro tiempo
estos dos rostros
se cubrían de amoroso rocío
y se condensaban como el perfume de una rosa.
Ahora me parece
que aun cuando retrocedo
voy delante
hacia un alto portal
detrás del cual se extienden los muros
donde duermen los truenos apagados
y los relámpagos quebrados.
Solo es mío
el país que se halla en mi alma.
Marc Chagall (1887-1985)
Dos poemas y un epílogo de Carlos Germán Belli, de su obra El alternado paso de los hados, 2006:
¡QUE VUELVA EL BUEN VIVIR!
En vez del morir puntualísimo,
que vuelva a prisa el buen vivir,
poniendo ahora por delante
del otoño a la primavera,
e iluminando el mundo entero
con la noche ya en lontananza,
y mezclar como en un crisol
vigilia clara y sueño tenebroso,
para esfumar las pesadillas
así por siempre finalmente.
NI TRIUNFADORES, NI DERROTADOS
Este Adán, esta Eva cuán difuntos
que nunca fueron triunfadores
ni unos derrotados tampoco,
pues se han ido del arduo suelo
como arbolillo, o can, o piedra,
quienes igual que los humanos
al más allá también se van,
pero sin la preocupación,
en sus respectivas entrañas,
de cómo les fue acá la vida.
ASIR LA FORMA QUE SE VA (EPÍLOGO)
Hay quienes creen en la Divinidad, únicamente acosados por el pavor ante la posible nada. Igualmente hay quienes adoran la forma artística ante el temor de que termine por desintegrarse para siempre. Pero en este caso la angustia no es la única causa, sino que a la vez hay una tácita devoción, tan antigua como los propios objetos estéticos. Es la fe en la forma, no por el riesgo del vacío, sino por el puro placer de disfrutarla. Igualmente como cuando se adora a la Divinidad por sí misma, y aun si no existiera. En realidad, ni espuria ni imputable a barrocos o parnasianos decadentes. No hay que avergonzarse de ella. No hay que reducirla a la postración. Obrar así no es otra cosa que renegar de nuestro continente. Porque los cuerpos en que moramos también poseen un contorno, también una estructura donde se encuentran en perfecto orden y concierto los secretos órganos vitales. Aferrémonos a ella, como nos aferramos a nuestra forma corporal, ante el embate del tiempo, ante la aproximación de la ineludible muerte.
CARLOS GERMÁN BELLI, Los versos juntos. Poesía completa, Sibila, 2008.
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