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    Joaquín Giannuzzi (1924-2004)

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    Joaquín Giannuzzi (1924-2004) Empty Joaquín Giannuzzi (1924-2004)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 22 Sep 2022, 12:43

    .


    Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 29 de julio de 1924​ - Campo Quijano,1​ 26 de enero de 2004)3​ fue un poeta y periodista argentino.

    Su obra ejerció una gran influencia en poetas de las generaciones posteriores. Comenzó estudios de ingeniería pero los abandonó para estudiar periodismo. Escribió desde noticias policiales hasta críticas literarias en los diarios Crítica, Crónica, Clarín y La Nación.

    En 1958 publicó Nuestros días mortales y ganó el premio de la Sociedad Argentina de Escritores. En 1962 empezó a colaborar con la revista Sur que dirigía Victoria Ocampo. Por esa época publicó Contemporáneo del mundo. En 1967, Las condiciones de la época y en 1977, Señales de una causa personal. En 1980 apareció Principios de incertidumbre; en 1984, Violín obligado y en 1991, Cabeza final. Su último libro, ¿Hay alguien ahí?, se publicó poco antes de su fallecimiento en enero de 2004. Un arte callado, recopilación de poemas inéditos correspondientes a distintas épocas de la vida de Giannuzzi, que recoge también los poemas dispersos en diarios y revistas, y nunca publicados en libro, fue publicado en 2008

    Existen asimismo distintas ediciones de su poesía completa. La primera es Obra poética, sin mención del editor, con numerosas erratas e incompleta respecto de ediciones posteriores (Buenos Aires, Emecé, 2000). La segunda, Poesía completa, edición al cuidado de Jorge Fondebrider (Sevilla, Sibilina, 2009), incluye la totalidad de los libros publicados y da cuenta de las diferentes variaciones sufridas por los poemas a través del tiempo. La tercera, Obra completa (Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2015), con prólogo de Jorge Aulicino, sigue la edición publicada en España.

    Giannuzzi ganó los premios Municipal y Nacional de Poesía, además del Premio Konex - Diploma al Mérito 1984, 1994 y 2004. Fue un hombre de vida austera y ejercía un suave humor negro. La alusión al entorno social y cotidiano, la muerte, la incertidumbre, fueron frecuentados por su poesía tersa y de sorpresivos remates.

       Abrirse a la obra de Joaquín Giannuzzi es, de alguna forma, exponerse a la constatación de que la poesía - esa escritura de la incertidumbre pero también de la intensidad, esa escritura del no saber, del desconocimiento, esa escritura que habla también de su contrario - puede convertirse en una experiencia concreta. Todo en la poesía de Giannuzzi, impulsa hacia el mundo real; un mundo sólido, compacto, por momentos opresivo; un mundo donde el sentimiento dramático de la vida adquiere consistencia; un mundo en el cual los objetos revelan - al ser reconocidos en su completa dimensión de objeto - la propiedad central de su desnudez, de su despojamiento, de su precariedad.

       Mario Sampaolesi (crítico literario)

    A la fecha se han publicado dos estudios consagrados a su poesía. El primero, compilado por el poeta y crítico Jorge Fondebrider es Giannuzzi. Reseñas, artículos y trabajos académicos sobre su obra (Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2010). El segundo, del narrador Sergio Chejfec, se llama Sobre Giannuzzi (Buenos Aires: Bajo la Luna, 2010).

               Sobre el pasto declinante
               un grillo se arrastró hasta mi sombra
               y se detuvo, perplejo,
               ante una amenaza de disolución.
               Después se aplastó, buscando
               su propia tumba
               y sintió cómo el mundo se enfriaba.
               Así fue el comienzo
               de la verdad de un año que no amé.

       Joaquín Giannuzzi

    (Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Un poema de Joaquín Sannuzzi, de su obra Nuestros días mortales,1958:


    UVAS ROSADAS

    Este breve racimo
    de uvas rosadas pertenece
    a otro reino.
    Yace, sobre mi mesa,
    en la fría integridad de su peso terrestre
    mientras yo permanezco silencioso
    imposibilitado
    de oponer mi vida a su carnal exuberancia.
    Casi con horror admiro allí
    la dura tensión del agua
    hacia la piel mortal
    como una realidad insoportable.
    He aquí un remoto acontecer:
    todo transcurre del otro lado, fuera
    del rumor insensato
    de la existencia humana.
    Comprendo que hay un límite
    cuyo paso en el tiempo
    me está vedado
    de modo que el puro conocimiento
    sólo cabe en la mera travesura de la mente.
    Más allá está la misma tierra
    a la que regresamos como extraños;
    en el racimo de uvas rosadas yace
    la imagen de otro regreso
    y este enigmático existir
    dulcemente en el rosa
    tiende a cumplir el ciclo
    que comenzó, radiante, en el verde lejano.
    Otros días transcurren
    aquí, en otro espacio
    que colmó la inutilidad
    de una vida ocupada. Ajeno
    a la región de las uvas permanece
    mi estupor desalentado;
    pero nunca la esperanza
    tuvo mejor imagen que esto:
    la travesía del límite
    que da a lo secreto vendrá
    de la misma costumbre de la luz
    con que las uvas rosadas
    van a entrar en la muerte.




    Dos poemas de Las condiciones de la época, 1967:


    FÁBULA

    Abrumado por el tabaco y la cultura
    y convertido en un engaño por su propia clase
    estaba esperando la revolución
    por la desnuda, terrible acción de los otros en la calle.
    Pero detrás de los cristales
    a cubierto del viento social donde toda culpa
    entra en crisis con sus razones podridas,
    resolvió que el cambio acontecía en las pequeñas mutaciones
    permanentes del cielo y el polvo,
    en el giro de la cuchara en la taza de té,
    en las decepciones periódicas del hígado,
    en la muerte de papá y de las moscas.
    Inventó un poema con todo eso
    y el resultado es una estafa a la vieja forma,
    una lejanía cada vez más vergonzante
    de un nuevo lenguaje que puede estallar en cualquier momento.



    ESCUCHANDO EL LAÚD

    Escuchando en el laúd la nota antigua
    uno ve poetas en el pasado pero no asesinos.
    Ve la ingrávida sustancia incorporada
    a la calamitosa energía de la historia
    y esta confusión no termina de aclararse.
    Increíbles poetas entre nubes de sangre
    salvando a medias la verdad, dejando el resto
    a la convicción del crimen general
    como un error que debe soslayarse. Cómo
    consiguió la belleza aislar las rosas,
    construir un recluso jardín incorrupto
    y dar materia a este cantor eterno.
    Pero la estúpida crueldad y el martirio
    no fueron cosas transitorias ni objetos irreales
    que pueden apartarse como una falla terrestre,
    una fractura en la roca, un paso en falso en el mundo.
    Aquí están todavía, no en el mito
    y a su manera se empeñan en dar música.
    Las cuerdas siguen sonando en medio de la masacre;
    la vida corporal de esta madera finamente curvada
    es aceptada como un triste conocimiento.
    El laúd rescata un engaño hasta el fin de los tiempos.




    Siete poemas de Señales de una causa personal, 1977:


    LÁZARO

    Los granos de trigo egipcio germinaron
    después de cuatro mil años de sombra.
    Esto puede parecer demasiado hermoso.
    Pero si la energía de la vida
    soñó largamente en medio de la muerte
    unas pocas gotas de agua y de luz
    bastan para que Lázaro mueva los párpados.



    BASURAS AL AMANECER

    Esta madrugada, en la calle
    dominado por una especie
    de curiosidad sociológica
    hurgué con un palo en el mundo surrealista
    de algunos tachos de basura.
    Comprobé que las cosas no mueren sino que son asesinadas.
    Vi ultrajados papeles, cáscaras de fruta, vidrios
    de color inédito, extraños y atormentados metales,
    trapos, huesos, polvo, sustancias inexplicables
    que rechazó la vida. Me llamó la atención
    el torso de una muñeca con una mancha oscura,
    una especie de muerte en un campo rosado.
    Parece que la cultura consiste
    en martirizar a fondo la materia y empujarla
    a lo largo de un intestino implacable.
    Hasta consuela pensar que ni el mismo excremento
    puede ser obligado a abandonar el planeta.



    ENSAYO DE LAMENTO INDIVIDUAL

    Observando la indiferencia de este atardecer
    sin duda hermoso pero demasiado impersonal para mí,
    la cara solitaria se me entristeció
    y nadie tuvo la culpa.
    Y no tuve valor para salir
    y gritar a cualquier parte: ¡aquí estoy yo!
    ¡tengo un nombre, un apellido, un domicilio!
    ¡quiero una oportunidad, un destino para mí exclusivamente!
    Nadie habría acudido, por supuesto.
    Total, hace muchos años que no me ahorco
    y a nadie le llama la atención.
    Mi tragedia es tan poco decisiva
    -un síncope entre dos bostezos,
    un cólico no resuelto en el vientre-
    que si me comprara un revólver fracasaría.
    De manera que antes de estar técnicamente muerto
    mi ideal sería convertirme
    en un perro rabioso suelto en la calle principal.
    Algo se pondría en marcha a mi alrededor,
    una mutación en las cosas humanas por mi causa
    y hasta el mismo atardecer
    no desdeñaría mi persona como punto de referencia.



    APUNTES DE ÉPOCA

    Frecuencia de tiroteos
    en las inmediaciones de nuestro cuerpo.
    Las noches llegan como amenazas secretas.
    Explosiones, aullidos de ambulancias y neumáticos,
    pasos que se precipitan.
    Espasmos de una gestación avanzada.
    La vieja época
    pierde el ritmo cardíaco, boquea
    en el estanque seco de su propia historia.
    Detrás de las puertas
    cerradas a doble llave, pasador y moral sin dientes
    todo el mundo conteniendo el aliento.

    Timbales y música a volumen crítico.
    El baile de los muchachos
    del otro lado de la pared.
    Desde aquí no hay mucho que explicar:
    acumulo muecas, examino ideologías
    pero en conjunto ignoro
    si son libres o felices,
    qué heroísmo reclaman, qué sueños conciben.
    A veces hay un accidente en el tocadiscos
    y entonces los muchachos
    con puños y pies golpean las paredes
    para escapar de estos tiempos difíciles y oscuros.
    Con la rabiosa fe sin porvenir
    de la mosca luchando en la mermelada.

    La calle, esta mañana,
    sólo ofrecía opciones mortales.
    De los edificios descendían
    entre bocanadas de humo y odio
    sufrimientos de hombres, de mujeres y de objetos manufacturados.
    Morir sin esperanza era el único credo
    y el mundo terminaba en los tachos de basura.
    No era un momento surrealista, pueden creerme.
    Y juro que los automóviles revelaban
    su verdadera naturaleza criminal.



    POR ALGUNA RAZÓN

    Compré café, cigarrillos, fósforos.
    Fumé, bebí
    y fiel a mi retórica particular
    puse los pies sobre la mesa.
    Cincuenta años y una certeza de condenado.
    Como casi todo el mundo fracasé sin hacer ruido;
    Bostezando al caer la noche murmuré mis decepciones,
    escupí sobre mi sombra antes de ir a la cama.
    Esta fue toda la respuesta que pude ofrecer a un mundo
    que reclamaba de mí un estilo que posiblemente
    no me correspondía.
    O puede ser que se trate de otra cosa. Quizás
    hubo un proyecto distinto para mí
    en alguna probable lotería
    y mi número se perdió.
    Quizá nadie resuelva un destino estrictamente privado.
    Quizás la marea histórica lo resuelva por uno y por todos.
    Me queda esto.
    Una porción de vida que me cansó de antemano,
    Un poema paralizado en mitad de camino
    hacia una conclusión desconocida;
    un resto de café en la taza
    que por alguna razón
    nunca me atreví a apurar hasta el fondo.



    POÉTICA

    La poesía no nace.
    Está allí, al alcance
    de toda boca
    para ser doblada, repetida, citada
    total y textualmente.
    Usted, al despertarse esta mañana,
    vio cosas, aquí y allá,
    objetos, por ejemplo.
    Sobre su mesa de luz
    digamos que vio una lámpara,
    una radio portátil, una taza azul.
    Vio cada cosa solitaria
    y vio su conjunto.
    Todo eso ya tenía nombre.
    Lo hubiera escrito así.
    ¿Necesitaba otro lenguaje,
    otra mano, otro par de ojos, otra flauta?
    No agregue. No distorsione.
    No cambie
    la música de lugar.
    Poesía
    es lo que se está viendo.



    TESTAMENTO

    Hijas mías, este
    es el sueño decisivo de papá. Pidan silencio.
    El ruido del mundo ya es bastante
    para su edad y su juicio. Que su resto de luz
    cese con dignidad. Su corazón bombea
    pesadamente. La realidad se atasca
    en las arterias del cerebro. El está
    clínicamente terminado, el ser
    universal y privado huye de sus ojos.
    Una tregua en la música; lo demás
    corre por su cuenta y muere solo. Había
    cosas cotidianas gastadas
    en un rincón de la memoria, sueños, rumores en un parque,
    alguna persistente melodía que una vez abarcó
    un largo fragmento de vida y fue un destello
    de eternidad. Ustedes sospechan
    íntimas cobardías y era cierto. Y el temor a la noche,
    las culpas secretas y la pérdida de todo significado
    para encarar sus fracasos. Y era cierto también
    las rosas ocupadas detrás de su frente, trabajos, conocimiento,
    el porvenir de la poesía y el amor
    que lo mantuvo de pie y lo recreaba. Ahora
    disculpen su yacencia impolítica, la buena fe
    de su triste indiferencia. Libre
    de toda emoción continua
    papá es una cosa pálida y ajena
    que conviene despedir rápidamente,
    con que, adiós y mucho gusto
    de haberlas conocido.




    Cinco poemas de su obra Principios de incertidubre, 1980:


    MEMORIA DE DINO LIPATTI

    Hoy recordé tus manos sobre el teclado
    tan melodramáticas en su apariencia ondulante,
    tan individuales frente a las múltiples certidumbres de Scarlatti
    que desde entonces ninguna música fue concebible
    sin esos movimientos que creabas
    a partir de una sabia articulación
    y la tregua que imponías
    a la disolución de la materia accidental.



    UN RECUERDO PERSONAL

    Manzanas verdes sobre una fuente de mimbre,
    instaladas en un fresco centro mental
    como una promesa equilibrada
    por la garantía de la luz.
    Eso debía durar mil años.
    Hasta que una puerta golpeó
    y se desmoronó la torre y fue
    la primera catástrofe a mis ojos.
    Aquellos ojos al borde de la mesa
    prisioneros de una ilusión cruda, el mundo
    chupado como una esponja
    y cambiando fuera de mi cerebro.



    SOBRE EL MUERTO CONSIDERADO
    COMO UN CREADOR IMPERSONAL

    El muerto no es capaz de su propia poesía;
    jamás está a la altura de sí mismo.
    A su alrededor se ha organizado
    un silencio de vacía materia mental.
    La fiebre terminó, la familia abre las ventanas
    y en la cocina lavan la vajilla.
    Él no es él, sino un creador impersonal
    confiado en el peso de su papel protagónico.
    Hasta que lo despide un alarido
    cuando ya se ha vuelto absolutamente ajeno
    a su propia importancia
    y a la carga poética que ha impuesto a la escena.



    TEORÍA DEL CUARTO CERRADO

    Una persistencia de objetos en el cuarto
    tiende a usurpar el sitio de la palabra.
    Entonces, no hay elección posible
    sino el golpe de los zapatos en el piso,
    el pesado susurro del yo, circulando
    sobre sí mismo, prisionero y asmático,
    mientras transcurre el día
    como un espeso animal superior.
    ¿Por qué, de todos modos, el planeta no se desentiende?
    He aquí su alta presión sobre el discurso del cuerpo,
    la materia sangrando por una arteria rota
    porque es siempre la misma contradicción.
    Desde la monótona ley del espacio cerrado
    caen las cuerdas que tiran de los abrumados amantes,
    aniquilado un sueño de opción
    entre el escándalo progresivo de esta realidad
    y apenas un fragmento estallado de esta poesía
    en la pequeña curva pálida del hombro
    bajo cierto vestido azul y en cierta época del año.



    MI HIJA VISTE Y SALE

    El perfume nocturno instala su cuerpo
    en una segunda perfección de lo natural.
    Por la gracia de su vida
    la noche comienza azul y el cuarto iluminado
    es una palpitación de joven felino.
    Ahora se pone el vestido
    con una fe que no puedo imaginar
    y un susurro de seda la recorre hasta los pies.
    Entonces gira
    sobre el eje del espejo, sometida
    a la contemplación de un presente absoluto.
    El instante se desplaza hacia otro,
    un dulce desorden se inmoviliza en torno
    hasta que un chasquido de pulseras al cerrarse
    anuncia que todas mis opciones están resueltas.
    Ella sale del cuarto, ingresa
    a una víspera de música incesante
    y todo lo que yo no soy la acompaña.




    Cuatro poemas de Violín obligado, 1984:


    CUANDO EL MUNDO ES PUESTO EN DUDA

    Entre verso y verso se instala una pausa
    donde el mundo es puesto en duda: entonces
    pongo mi amarga cabeza a circular por el jardín.
    Busco un rumor terrenal
    a un costado de la escritura consciente.
    Palpo un higo maduro, una dalia inclinada
    por el peso del agua
    hacia este oscuro planeta. No residen aquí,
    en estos suaves acuerdos, las negaciones
    de la existencia, su sonido negro. Al pie del muro
    un susurro de violetas, la humedad feliz
    de la vida individual. Del otro lado
    los días de la muchedumbre que alza los puños
    poseída por un conocimiento decisivo. Estas cosas
    han optado por sí mismas. Toman la tierra
    por asalto, la fecundan con un sentido
    que me estoy debiendo. Ahora suena un disparo:
    ¿debo elegir? ¿Mentir en la oscuridad de mi habitación?
    ¿Cómo ser exacto? La época apresura su pánico
    dentro de mi cabeza, allí
    donde un aullido oscila oscuramente
    de un extremo a otro de lo desconocido.



    CUMPLEAÑOS

    He cerrado la puerta de mi padre.
    Finalmente lo supe, al amanecer
    de este cumpleaños en que te sobrevivo.
    Pero aún con la difícil respiración
    al borde de la cama y sombrías
    opciones por delante, puedo entender
    que tú y todos los muertos han perdido
    y que vivir es el único prestigio que cubre la tierra.
    Entonces, todo lo que es está bien.
    Por alguna razón me incorporo; jadeando,
    vacío tu rostro hacia la pesada oscuridad
    y tengo tu misma manera de torcer la boca
    al paso de la puntada por el pecho anginoso.



    SUEÑO DEL  NADADOR

    El nadador ha pulido
    su artesanía de joven felino
    para corresponder
    a los principios míticos del agua.
    La coreografía empieza desde un punto
    aéreo, elastizado,
    donde el filo del trampolín revela
    la soledad de una energía
    concentrada en suspenso y en el cielo.
    El conjunto se afina hasta crear
    una mínima carne liberada
    de carga emocional. Ahora solo basta
    el pulmón feliz. Suelta su amarra
    la tensionada fibra, se desprende, salta
    y en rápida parábola
    entra como un cuchillo en un reinado lento.
    El agua vibra al sol como estrellada.
    Convertida en mujer
    con un baile en su seno se incorpora
    una segunda alegría. El huésped cae
    y largamente se demora abajo
    como probando
    la impune gracia de permanecer
    para siempre en la azul profundidad,
    palpando sus opciones
    y sus posibles sueños venideros.
    Pero aquí vuelve, sacudiendo un resto
    de ensoñación goteada
    a su estado mortal, con paso herido,
    al triste error, vacilando
    entre rígidos objetos aplastados
    y su cuadrado peso.



    MATERIA DE CAZADOR

    Desde esta oscuridad sólo puedo
    apostar a la apariencia con dientes furtivos.
    Aquella ventana es una verdad aislada.
    Cristal adentro, el espacio iluminado
    se ha creado un universo redimido
    de toda negación. Un anterior
    callado y vibratorio
    de materia remota donde ella,
    ignorando mis ojos de ladrón,
    pasó toda la noche desnudándose.




    Un poema de Cabeza final, 1991:

    MOSCA FINAL

    Tiesa en el vidrio y su engaño, todavía
    se aferra a un resto de luz menguante.
    Calmada forma final
    ya no tiene razón contra el invierno.
    Un fracaso a la vista del cielo:
    veo la dignidad
    de concluir con la tarde, en un gris moribundo
    aplastado a lo traslúcido. Una pizca
    de frío residuo planetario
    hacia abajo chupado, a lo indistinto.
    En su descenso cumple
    una certeza de orden, mientras ignoro
    la ley de mi propia disolución.
    La muerte
    no me reserva esa lógica suave,
    su tranquila mecánica
    sino un final inexacto, sometido
    a un desesperado anhelo personal.




    Cinco poemas de Apuestas en lo oscuro, 2000:


    AMANTES EN LA NOCHE

    Nos amamos y apagamos el televisor
    como negando la realidad. Pero el mundo
    insiste en sus convicciones o las busca
    por motivos que ignoramos o acaso
    porque el crimen debe seguir su curso.
    Desde afuera, sus figuras insomnes
    presionan contras las paredes que nos refugian.
    Se encarnan en el viento, aullidos
    de neumáticos y en las inmediaciones
    de todas las cosas, tiroteos
    que no resuelven la discordia general.
    Ahora acumula hojas secas
    al pie de las ventanas y desliza
    una carta de origen desconocido
    por debajo de la puerta.
    Pero florecemos desnudos en medio de la noche
    donde el amor decide en su propia voluntad
    y por él sabemos cómo hacer de la historia
    un rumoroso escándalo que no nos concierne.



    DEL OTRO LADO

    Alguien ha muerto del otro lado de la pared.
    A ratos hay una voz aprisionada por un sollozo.
    Soy el vecino más próximo y me siento
    un poco responsable: la culpa
    encuentra siempre una oportunidad.
    En el resto del edificio
    nadie parece enterado. Hablan,
    ríen, encienden televisores, devoran
    toda la carne y la canción posibles. Si supieran
    lo que ha ocurrido allí cerca, no alcanzaría
    el pensamiento de la muerte
    para alterar el ritmo cardíaco del conjunto.
    Empujarían al difunto hacia el futuro
    y a indiferencia tendría sus razones:
    después de todo, nadie se muere más que otro.



    ORQUESTA DEGOLLADA

    El poema que cada uno
    va masticando como un chicle de idiota
    es poca cosa. Una preocupación ridícula
    de la vida individual, guitarrita de bolsillo,
    cantito de rana en los pulmons contaminados
    cuando la calle abunda de gente en todas direcciones.
    Sólo Dios sabe adónde va cada uno,
    Pero el Estado sabe
    dónde van todos con su pequeña música entre los dientes.
    Traslado a mi oído el verso mascado
    para probar su sonido: un fracaso que no resuelve
    esta muchedumbre sentimental hacia el ocaso
    con su rumor de orquesta degollada.



    LA DESAPARICIÓN

    Con un par de convicciones
    y algunas blasfemias
    violaron la cerradura a tiros.
    Animales de caza nocturna
    lo sacaron de la cama. La presa
    no alcanzó a despedir su rostro
    ni poner a salvo su nervio principal.
    En la vejación, el mundo
    perdía su nombre y sospechó
    no más poemas después de eso.
    En nombre de un orden
    que despuebla la vida, lo condujeron
    en un coche cerrado como un ataúd
    hurtando la vergüenza al exterior.
    Entonces atravesaron
    la vasta oscuridad sin jueces
    de una ciudad en la que desapareció
    y en cuyos jardines había amado
    con un cuerpo visible tendido al sol.



    LA BATALLA

    La manada policial había bloqueado
    las calles laterales. Una operación mental
    tácticamente correcta y fría. Pero en el tumulto
    vibraba un núcleo incandescente
    donde se decidían las cosas con puños alzados,
    alaridos, blasfemias y razones coléricas.
    Volaron llamas, escupitajos, mamposterías,
    vidrios pulverizados, bulones: el lenguaje
    encarnado de gente que sabe lo que quiere
    en tiempos miserables. La multitud onduló
    jadeante y ciega al estallido del gas
    y aunque condenada a una asfixia de lágrimas
    perforó por un instante
    el cerco de escudos y plástico reforzado.
    Silbaron balas y el aire humoso
    se astilló en la dispersión. La furia general
    se concentró, vaciada en las tensadas cavidades
    de cada rostro. En la cabeza de la nación
    hubo un leve crujido, como si allá afuera
    hubiera sucedido algo todavía desconocido.
    Las pantallas de la televisión
    dieron por apagada la escena. Había otros temas
    que atender y desmentir el desorden:
    allí donde al amor sólo le quedaban
    falsas definiciones, pero también sospechando
    cuántas mutaciones llegarían
    a depender de aquella batalla perdida
    en el recodo de una guerra interminable.
    Después, montado en un aullido de sirenas,
    llegó el Estado perfecto en auxilio de los muertos.


    JOAQUÍN GIANNUZZI, Antología poética, Visor, 2006


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    Joaquín Giannuzzi (1924-2004) Empty Re: Joaquín Giannuzzi (1924-2004)

    Mensaje por Lluvia Abril Dom 02 Oct 2022, 02:01

    Sorpresa, no conocía a Joaquín Giannuzzi, he pasado por aquí y, me gusta su poesía.
    Seguiré leyendo, pero te doy las gracias, Pedro y sí, siento no haber pasado antes.

    DEL OTRO LADO

    Alguien ha muerto del otro lado de la pared.
    A ratos hay una voz aprisionada por un sollozo.
    Soy el vecino más próximo y me siento
    un poco responsable: la culpa
    encuentra siempre una oportunidad.
    En el resto del edificio
    nadie parece enterado. Hablan,
    ríen, encienden televisores, devoran
    toda la carne y la canción posibles. Si supieran
    lo que ha ocurrido allí cerca, no alcanzaría
    el pensamiento de la muerte
    para alterar el ritmo cardíaco del conjunto.
    Empujarían al difunto hacia el futuro
    y a indiferencia tendría sus razones:
    después de todo, nadie se muere más que otro.



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    se acaba la diversión”.


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    Joaquín Giannuzzi (1924-2004) Empty Re: Joaquín Giannuzzi (1924-2004)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 02 Oct 2022, 05:20

    Celebro que te haya gustado, Lluvia. Hay muchos poetas importantes contemporáneos que descubrir y difundir. Gracias por tu interés.

    Un abrazo.
    Pedro


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