'NO A LA GUERRA!
280.POR SI AMANECE... (Cantos de guerra) (1997) Autor: LUIS ALBERTO AMBROGGIO. Expone: PASCUAL LÓPEZ. Fte. AIRES DE LIBERTAD.
B. ABEL Y CAÍN
Nosotros, torturados por nosotros mismos, ansiosos
de ser torturadores y ansiosos
de ser torturados de nuevo profundamente por dentro.
Nosotros, como armas depositadas
al lado del enojo dormimos.
RILKE
CANTO IAdán se enamoró de la vida,
Eva, de trenzas largas,
la conoció completa,
la comió cual una manzana salvaje
con gula de primavera.
El orgasmo transformó al Edén,
de paraíso estéril en parque municipal.
De esta placenta desterrada
nacieron hijos, impetuosas premisas antagónicas
genéticas de enajenaciones orquestadas.
Caín, labrador, mata a su hermano Abel,
pastor de ovejas, preferido del cielo
(es nefasta la suerte de los pastores).
Los terratenientes no pueden con sus celos.
La complicidad verde de un campo abierto
(la inocencia a veces traiciona)
convierte a Abel en el primer desaparecido.
“¿Qué has hecho con tu hermano?
¿Está en la fosa común detrás del estadio de Santiago
o en la tumba apenas cubierta de pólen
al lado de una ruta a Nueva York
o lo arrojaste al mar desde el arrecife de tu enojo
o desde un avión condecorado?
¿Lo torturaste, lo violaste, lo ahogaste bajo el peso agrio
de tu propio lastre?
¿Dónde está tu hermano?”, Preguntó un Yahvé engañado
en el Te Deum oficial de la Catedral Metropolitana,
en las morgues comerciales, en las cárceles sin prontuarios.
“No lo sé”, contestó Caín a la cabeza de un coro de mercenarios
(conforme sus abogados le aconsejaran).
“No comments”. Seguridad de los esqueletos de Estado,
“Top secret” de los organismos cloacales
especializados en desapariciones con impunidad diplomática
con la intervención de dioses debidamente acreditados.
“Pero la sangre de tu hermano grita”
desde el jardín, desde el mar, desde el humo espeluznante,
zumba en nuestros oídos como sollozo que acusa
y mantiene en ascuas a las comisiones de nuestras conciencias
y a quienes sienten los trenes del Holocausto que siempre andan
y a las madres de las Plazas de todos los meses,
y a los huérfanos milenarios del Archipiélago de Goulag.
Y al genocidio inextinguible de las Bosnias
y a la indecisa Corte de las Hayas
que no haya como dilatar la culpa.
“Maldito seas”, grita un Dios incorrupto
y una justicia que no se engaña.
La maldición te carcome eternamente
creador de desaparecidos, verdugo,
tirano que comes sangre, sueñas sangre, coleccionas sangre,
renegado que te embriagas con violaciones,
hermano miles de veces criminal con cada alma,
alias reconocido por tu olor a sangre coagulada que gime
como gimen los ojos del mundo que te marcan.
“Evil and further evil,
and a curse cursed on our children”, (*)
Ezra en su Canto cuerdamente lamentaba ...
(*) "Mal y más mal /
y una maldición sobre nuestros hijos",
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