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Juan Eduardo Cirlot (Barcelona, 9 de abril de 1916 - íd., 11 de mayo de 1973) fue un poeta, crítico de arte, mitólogo, iconógrafo y músico español.
Biografía
Hijo de Juan Cirlot y María Laporta, estudió bachillerato con los jesuitas de Barcelona y trabajó en una agencia de aduanas y en el Banco Hispanoamericano. En 1937 fue movilizado para luchar por la República; a comienzos de 1940, tras la guerra civil, fue movilizado otra vez, pero por el ejército franquista. Estuvo en Zaragoza hasta 1943; allí frecuentó el círculo intelectual y artístico de la ciudad y se relacionó con el pintor Alfonso Buñuel (hermano de Luis Buñuel). En el verano del 43 regresa a Barcelona para trabajar en el Banco Hispanoamericano y conoce al novelista Benítez de Castro, quien le introduce en el periodismo como crítico de arte. Trabaja en la librería editorial Argos. Compone música y trata a los artistas del grupo Dau al Set (Modest Cuixart, Antoni Tàpies, Joan-Josep Tharrats, Arnau Puig, Joan Brossa). En 1949 colabora en Dau al set (revista). En octubre viaja a París y conoce a André Breton. Se edita Igor Stravinsky, su primer ensayo. En 1951 empieza a trabajar en la editorial Gustavo Gili, donde permanecerá hasta su muerte. Compone una novela, Nebiros, que no superó la censura en 1951. Cuando Cirlot destruyó su archivo anterior a 1958, dejó esta novela incólume, que fue publicada póstumamente en 2016 por Ediciones Siruela.
Entre 1949 y 1954 conoce y trata al etnólogo y musicólogo alemán Marius Schneider en Barcelona. Trabaja con José Gudiol Ricart. En 1954 aparece El ojo en la mitología. Su simbolismo. Entra a formar parte de la Academia del Faro de San Cristóbal. En el año 1958 empieza a escribir colaboraciones en las revistas Goya y Papeles de Son Armadans, y aparece su obra más famosa, el Diccionario de símbolos tradicionales, en la editorial Luis Miracle; obra que alcanzará difusión internacional. Siguen unos años de intensa actividad como crítico y conferenciante. En 1962 se publica en inglés su diccionario con el título A Dictionary of Symbols con prólogo de Herbert Read. En 1966 vio la película El señor de la guerra de Franklin J. Schaffner.
En 1971 enferma de cáncer de páncreas, es operado y el 11 de mayo de 1973 muere en su casa de la calle Herzegovina de Barcelona. Fue padre de la historiadora del arte Lourdes Cirlot (n. 1949) y de la medievalista Victoria Cirlot (n. 1955).
Análisis
Cirlot se adscribió al filo de los cuarenta a la escuela surrealista francesa y al dadaísmo, para asumir luego una tradición espiritualista de muy lejanos horizontes (la Cábala, el sufismo y los estudios orientales) de anhelo universal. De ahí proviene su interés por la simbología, que informará toda su actividad literaria y su importante labor como crítico de arte. Hizo importantes estudios sobre simbología y hermenéutica medieval, reunió una importante colección de espadas y su copiosa y variada producción poética —más de cincuenta libros— se mantuvo alejada e independiente de las corrientes que dominaron la poesía de posguerra a causa de su oscuridad y hermetismo; últimamente, sin embargo, su figura no cesa de revalorizarse a través de continuas revisiones, reediciones, apariciones de obras inéditas y homenajes. Lo más conocido en su obra es la fase de su evolución poética centrada en la actriz Rosemary Forsyth, que encarna a Bronwyn en la película El señor de la guerra (1965) de Franklin J. Schaffner e inspiró la fase permutacional de su poesía. Según Ángel Luis Prieto de Paula, su poesía surrealista era "generada mediante letanías, combinaciones y permutaciones. Como en la música atonal, tan influyente en él, en su serie no hay un orden dominante: no en vano era admirador de Schönberg, y compositor de música en su juventud".
Cirlot cultivó también el aforismo en su libro Del no mundo (1969), donde puede rastrearse su pensamiento hasta las fuentes de Nietzsche y Lao Tse; él se definía como nihilista. En 1986 se publicó el inédito El mundo del objeto a la luz del surrealismo, que, escrito en 1953, se adelanta a las corrientes conceptuales de las últimas décadas y que sigue siendo referencia esencial para profesores y estudiosos del universo del objeto artístico. En 1988 aparece 88 sueños, colección completa de los sueños transcritos por Cirlot publicada parcialmente en la revista catalana Dau al Set y anclada al surrealismo.
Como erudito es conocido por su Diccionario de símbolos.
En octubre de 2009, su hija Victoria Cirlot dio el archivo personal del artista al fondo documental del Museo Nacional de Arte de Cataluña para su estudio y análisis. Fue depositado por sus hijas, Lourdes y Victoria Cirlot. Reúne documentación relacionada con su proceso de trabajo, notas y reflexiones sobre literatura y arte, su correspondencia, originales de sus poemas, material sobre teoría estética y publicaciones. El Archivo Cirlot abarca los años comprendidos entre 1958 y 1972 y, aporta una valiosa información sobre la personalidad de este intelectual.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Juan Eduardo Cirlot:
De Árbol agónico, 1945:
ÁRBOL AGÓNICO
El árbol que en mis ojos sufre y crece
espera tus palomas deslumbradas.
Sus frutas, con las hojas desoladas
extático se eleva. No florece
sin la sangre celeste. Permanece
siempre estéril; las ramas desgarradas
como arterias sin flor, deshabitadas:
vestigio de otro mundo que perece.
Vestigio de mi horror cristalizado
en lamentos sin voz; duros fulgores
metálicos, que cubren la tortura
Eterna de este monstruo maniatado
que extiende ya reseca su locura,
bajo un cielo sin luz y sin clamores.
PÁJARO TRISTE
Estoy triste en mis ojos de silencio
porque nadie comprende este ñpaisaje
ni recorre la noche hasta mi llanto.
Solamente quisiera una palabra,
una rosa de voz en el desierto.
Pero nadie conoce este suplicio,
ni mira la ventana donde muero
vencido por un sueño indescifrable.
Solamente querría una palabra,
una mano perdida en el desierto.
Pero nadie comprende ste paisaje,
ni recorre la noche hasta mi canto,
y estoy triste escuchando mi tormento.
De En la llama, 1945:
EN TU CASA
En tu casa que tiene los párpados de nácar
y una ventana abierta donde la noche gime
florecen los almendros y los cerezos rosas
entre los muebles quietos que esperan como pájaros.
Tus gardenias sollozan como blancas heridas
rasgadas en el pecho de tu terraza dulce
desde donde contemplo una selva de cristales
una ciudad radiante que de las nubes baja.
Tus gardenias que tienen la voz como de niño
la piel hecha de Luna, los ojos como estrellas
que atraviesan la tela de esta negra ternura
perfumando los labios como sangre vertida.
Tus gardenias me miran, tus gardenias, gardenias
cuando tu mano pasa dulcemente ataviada
resumiendo la nieve del último paisaje
destruido en la costa del mar más alejado.
De Donde las lilas crecen, 1946:
HAY UN PAÍS LEJANO, UNA DULZURA...
Hay un país lejano, una dulzura,
un eterno retorno a lo perdido.
De lo que sobrevive en el olvido
hay una soledad, un agua oscura.
Es una estancia para la amargura,
un oleaje en que lo desistido
aduce su rumor a lo no sido;
a lo supuesto por la desventura.
Es allí donde están y permanecen
las palabras del sueño y de la rosa,
las desoladas cosas de la duda.
Es un lugar donde las lilas crecen
como una persistencia temblorosa,
mientras lo destruido se reanuda.
TE CONOZCO
Eres aquella niña
que jugaba con vidrios y violetas,
mientras el horizonte enloquecido
se ponía muy pálido.
Eres aquella niña
que miraba conmigo en un estanque
la lenta aparición de los inviernos
celestemente blancos.
Eres aquella niña
que venía por un camino muerto
cantando dulcemente, dulcemente,
debajo del ocaso.
SIR TRISTÁN
Te quiero desde un día
lejano y desolado.
Yo soy el hombre triste
del cielo y del océano.
¿Es que no me recuerdas?
Siempre te estoy pensando.
En mi armadura negra
sufre un paisaje pálido.
De Cordero del abismo, 1946:
PADRE DE LOS INCENDIOS DE LOS CIELOS...
Padre de los incendios de los cielos
ven a mi situación desesperada,
oye la soledad de esta mirada,
rompe mis miserables desconsuelos.
Deja que sean alas, sean vuelos,
las cosas de la sangre desgraciada.
Reside en la canción, en la morada,
de este perro de llantos y de celos.
Es como un horno rojo mi amargura;
bocas y llamaradas me alimentan
y estrellas se derriten en mis ojos.
Ten compasión de mí y de mi locura,
deshazme de las muerte que en mí alientan,
porque ya tengo los cabellos rojos.
De Diariamente, 1949:
PRÓLOGO
Soy un hombre cualquiera y solitario
que vive entristecido a ciertas horas
por indeterminados pensamientos.
Externamente sufro como todos
las huellas cotidianas, indelebles.
Voy vestido de gris. A veces llevo
una corbata rosa.
Miro lejanamente los jardines,
separado del cielo,ciudadano
inscrito en el cemento y en el sordo
rumor inconsolable de las plazas.
Mí corazón es mío algunos días
especialmente bellos.
ANTES DEL SUEÑO
Por las noches no salgo casi nunca.
Escucho en mi gramófono portátil
los discos predilectos. Las estrellas
brillan detrás de mi ventana. Paro
la pálida ternura del sonido.
Y sumerjo mi sombra entre las sombras.
MOMENTO
Estoy aquí, sentado ante mi mesa.
Por la ventana abierta veo el cielo.
Mis cabellos se bañan de luz muerta
y mis hombros de tierra se estremecen.
Mi corazón pronuncia un solo nombre
donde los ruiseñores y las lilas
y unas rosas muy tristes aún persisten.
Los hombres, las mueres y los niños
viven en esas casas alineadas
de invencible color de sufrimiento.
Adivino personas que se aman
juntando sus enseres y sus días.
CIUDAD DE CENIZA
Hay días sollozantes, días lentos,
días llenos de muerte descendida.
Yo me asomo al balcón; desde allí veo
la ciudad cenicienta que respira
el gris conmocionado de los aires,
la atmósfera agrietada que soporta.
¿A qué desolación, a qué destino,
pertenecen sus lívidos inmuebles,
sus agotados turnos de trabajo,
sus transeúntes fieles?
El rostro transparente de la nada
contempla, como yo, tanta tristeza.
MI CORAZÓN ES MÍO
Mi corazón es mío cuando paso
por ciertas avenidas silenciosas,
cuando iluminaciones se levantan
con mi seca figura hacia las nubes,
y no sé si los ojos que me miran
están frente a mi amor, o en el recuerdo.
Mi corazón es mío cuando siento
que en mis dedos se rompe el infinito
con su mirada dulce,
con su fulgor secreto.
Juan Eduardo Cirlot (Barcelona, 9 de abril de 1916 - íd., 11 de mayo de 1973) fue un poeta, crítico de arte, mitólogo, iconógrafo y músico español.
Biografía
Hijo de Juan Cirlot y María Laporta, estudió bachillerato con los jesuitas de Barcelona y trabajó en una agencia de aduanas y en el Banco Hispanoamericano. En 1937 fue movilizado para luchar por la República; a comienzos de 1940, tras la guerra civil, fue movilizado otra vez, pero por el ejército franquista. Estuvo en Zaragoza hasta 1943; allí frecuentó el círculo intelectual y artístico de la ciudad y se relacionó con el pintor Alfonso Buñuel (hermano de Luis Buñuel). En el verano del 43 regresa a Barcelona para trabajar en el Banco Hispanoamericano y conoce al novelista Benítez de Castro, quien le introduce en el periodismo como crítico de arte. Trabaja en la librería editorial Argos. Compone música y trata a los artistas del grupo Dau al Set (Modest Cuixart, Antoni Tàpies, Joan-Josep Tharrats, Arnau Puig, Joan Brossa). En 1949 colabora en Dau al set (revista). En octubre viaja a París y conoce a André Breton. Se edita Igor Stravinsky, su primer ensayo. En 1951 empieza a trabajar en la editorial Gustavo Gili, donde permanecerá hasta su muerte. Compone una novela, Nebiros, que no superó la censura en 1951. Cuando Cirlot destruyó su archivo anterior a 1958, dejó esta novela incólume, que fue publicada póstumamente en 2016 por Ediciones Siruela.
Entre 1949 y 1954 conoce y trata al etnólogo y musicólogo alemán Marius Schneider en Barcelona. Trabaja con José Gudiol Ricart. En 1954 aparece El ojo en la mitología. Su simbolismo. Entra a formar parte de la Academia del Faro de San Cristóbal. En el año 1958 empieza a escribir colaboraciones en las revistas Goya y Papeles de Son Armadans, y aparece su obra más famosa, el Diccionario de símbolos tradicionales, en la editorial Luis Miracle; obra que alcanzará difusión internacional. Siguen unos años de intensa actividad como crítico y conferenciante. En 1962 se publica en inglés su diccionario con el título A Dictionary of Symbols con prólogo de Herbert Read. En 1966 vio la película El señor de la guerra de Franklin J. Schaffner.
En 1971 enferma de cáncer de páncreas, es operado y el 11 de mayo de 1973 muere en su casa de la calle Herzegovina de Barcelona. Fue padre de la historiadora del arte Lourdes Cirlot (n. 1949) y de la medievalista Victoria Cirlot (n. 1955).
Análisis
Cirlot se adscribió al filo de los cuarenta a la escuela surrealista francesa y al dadaísmo, para asumir luego una tradición espiritualista de muy lejanos horizontes (la Cábala, el sufismo y los estudios orientales) de anhelo universal. De ahí proviene su interés por la simbología, que informará toda su actividad literaria y su importante labor como crítico de arte. Hizo importantes estudios sobre simbología y hermenéutica medieval, reunió una importante colección de espadas y su copiosa y variada producción poética —más de cincuenta libros— se mantuvo alejada e independiente de las corrientes que dominaron la poesía de posguerra a causa de su oscuridad y hermetismo; últimamente, sin embargo, su figura no cesa de revalorizarse a través de continuas revisiones, reediciones, apariciones de obras inéditas y homenajes. Lo más conocido en su obra es la fase de su evolución poética centrada en la actriz Rosemary Forsyth, que encarna a Bronwyn en la película El señor de la guerra (1965) de Franklin J. Schaffner e inspiró la fase permutacional de su poesía. Según Ángel Luis Prieto de Paula, su poesía surrealista era "generada mediante letanías, combinaciones y permutaciones. Como en la música atonal, tan influyente en él, en su serie no hay un orden dominante: no en vano era admirador de Schönberg, y compositor de música en su juventud".
Cirlot cultivó también el aforismo en su libro Del no mundo (1969), donde puede rastrearse su pensamiento hasta las fuentes de Nietzsche y Lao Tse; él se definía como nihilista. En 1986 se publicó el inédito El mundo del objeto a la luz del surrealismo, que, escrito en 1953, se adelanta a las corrientes conceptuales de las últimas décadas y que sigue siendo referencia esencial para profesores y estudiosos del universo del objeto artístico. En 1988 aparece 88 sueños, colección completa de los sueños transcritos por Cirlot publicada parcialmente en la revista catalana Dau al Set y anclada al surrealismo.
Como erudito es conocido por su Diccionario de símbolos.
En octubre de 2009, su hija Victoria Cirlot dio el archivo personal del artista al fondo documental del Museo Nacional de Arte de Cataluña para su estudio y análisis. Fue depositado por sus hijas, Lourdes y Victoria Cirlot. Reúne documentación relacionada con su proceso de trabajo, notas y reflexiones sobre literatura y arte, su correspondencia, originales de sus poemas, material sobre teoría estética y publicaciones. El Archivo Cirlot abarca los años comprendidos entre 1958 y 1972 y, aporta una valiosa información sobre la personalidad de este intelectual.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Juan Eduardo Cirlot:
De Árbol agónico, 1945:
ÁRBOL AGÓNICO
El árbol que en mis ojos sufre y crece
espera tus palomas deslumbradas.
Sus frutas, con las hojas desoladas
extático se eleva. No florece
sin la sangre celeste. Permanece
siempre estéril; las ramas desgarradas
como arterias sin flor, deshabitadas:
vestigio de otro mundo que perece.
Vestigio de mi horror cristalizado
en lamentos sin voz; duros fulgores
metálicos, que cubren la tortura
Eterna de este monstruo maniatado
que extiende ya reseca su locura,
bajo un cielo sin luz y sin clamores.
PÁJARO TRISTE
Estoy triste en mis ojos de silencio
porque nadie comprende este ñpaisaje
ni recorre la noche hasta mi llanto.
Solamente quisiera una palabra,
una rosa de voz en el desierto.
Pero nadie conoce este suplicio,
ni mira la ventana donde muero
vencido por un sueño indescifrable.
Solamente querría una palabra,
una mano perdida en el desierto.
Pero nadie comprende ste paisaje,
ni recorre la noche hasta mi canto,
y estoy triste escuchando mi tormento.
De En la llama, 1945:
EN TU CASA
En tu casa que tiene los párpados de nácar
y una ventana abierta donde la noche gime
florecen los almendros y los cerezos rosas
entre los muebles quietos que esperan como pájaros.
Tus gardenias sollozan como blancas heridas
rasgadas en el pecho de tu terraza dulce
desde donde contemplo una selva de cristales
una ciudad radiante que de las nubes baja.
Tus gardenias que tienen la voz como de niño
la piel hecha de Luna, los ojos como estrellas
que atraviesan la tela de esta negra ternura
perfumando los labios como sangre vertida.
Tus gardenias me miran, tus gardenias, gardenias
cuando tu mano pasa dulcemente ataviada
resumiendo la nieve del último paisaje
destruido en la costa del mar más alejado.
De Donde las lilas crecen, 1946:
HAY UN PAÍS LEJANO, UNA DULZURA...
Hay un país lejano, una dulzura,
un eterno retorno a lo perdido.
De lo que sobrevive en el olvido
hay una soledad, un agua oscura.
Es una estancia para la amargura,
un oleaje en que lo desistido
aduce su rumor a lo no sido;
a lo supuesto por la desventura.
Es allí donde están y permanecen
las palabras del sueño y de la rosa,
las desoladas cosas de la duda.
Es un lugar donde las lilas crecen
como una persistencia temblorosa,
mientras lo destruido se reanuda.
TE CONOZCO
Eres aquella niña
que jugaba con vidrios y violetas,
mientras el horizonte enloquecido
se ponía muy pálido.
Eres aquella niña
que miraba conmigo en un estanque
la lenta aparición de los inviernos
celestemente blancos.
Eres aquella niña
que venía por un camino muerto
cantando dulcemente, dulcemente,
debajo del ocaso.
SIR TRISTÁN
Te quiero desde un día
lejano y desolado.
Yo soy el hombre triste
del cielo y del océano.
¿Es que no me recuerdas?
Siempre te estoy pensando.
En mi armadura negra
sufre un paisaje pálido.
De Cordero del abismo, 1946:
PADRE DE LOS INCENDIOS DE LOS CIELOS...
Padre de los incendios de los cielos
ven a mi situación desesperada,
oye la soledad de esta mirada,
rompe mis miserables desconsuelos.
Deja que sean alas, sean vuelos,
las cosas de la sangre desgraciada.
Reside en la canción, en la morada,
de este perro de llantos y de celos.
Es como un horno rojo mi amargura;
bocas y llamaradas me alimentan
y estrellas se derriten en mis ojos.
Ten compasión de mí y de mi locura,
deshazme de las muerte que en mí alientan,
porque ya tengo los cabellos rojos.
De Diariamente, 1949:
PRÓLOGO
Soy un hombre cualquiera y solitario
que vive entristecido a ciertas horas
por indeterminados pensamientos.
Externamente sufro como todos
las huellas cotidianas, indelebles.
Voy vestido de gris. A veces llevo
una corbata rosa.
Miro lejanamente los jardines,
separado del cielo,ciudadano
inscrito en el cemento y en el sordo
rumor inconsolable de las plazas.
Mí corazón es mío algunos días
especialmente bellos.
ANTES DEL SUEÑO
Por las noches no salgo casi nunca.
Escucho en mi gramófono portátil
los discos predilectos. Las estrellas
brillan detrás de mi ventana. Paro
la pálida ternura del sonido.
Y sumerjo mi sombra entre las sombras.
MOMENTO
Estoy aquí, sentado ante mi mesa.
Por la ventana abierta veo el cielo.
Mis cabellos se bañan de luz muerta
y mis hombros de tierra se estremecen.
Mi corazón pronuncia un solo nombre
donde los ruiseñores y las lilas
y unas rosas muy tristes aún persisten.
Los hombres, las mueres y los niños
viven en esas casas alineadas
de invencible color de sufrimiento.
Adivino personas que se aman
juntando sus enseres y sus días.
CIUDAD DE CENIZA
Hay días sollozantes, días lentos,
días llenos de muerte descendida.
Yo me asomo al balcón; desde allí veo
la ciudad cenicienta que respira
el gris conmocionado de los aires,
la atmósfera agrietada que soporta.
¿A qué desolación, a qué destino,
pertenecen sus lívidos inmuebles,
sus agotados turnos de trabajo,
sus transeúntes fieles?
El rostro transparente de la nada
contempla, como yo, tanta tristeza.
MI CORAZÓN ES MÍO
Mi corazón es mío cuando paso
por ciertas avenidas silenciosas,
cuando iluminaciones se levantan
con mi seca figura hacia las nubes,
y no sé si los ojos que me miran
están frente a mi amor, o en el recuerdo.
Mi corazón es mío cuando siento
que en mis dedos se rompe el infinito
con su mirada dulce,
con su fulgor secreto.
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