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Eva Vaz (Huelva, 1972) Licenciada en Filosofía por la Universidad de Sevilla. Ha trabajado en el campo de la escena, el periodismo y las artes plásticas.
Dirige la empresa de gestión cultural Ex-Libris desde 1999. Ha publicado los libros de poemas Ahora que los monos se comen a las palomas (2001), La otra mujer (2003), Leña (2004), Metástasis (2006), Ruido de venenos (2013) y Trabajo sucio (2016). Su obra aparece en diversas antologías, como Carne picada, Voces del extremo, La verdadera historia de los hombres, Hankover, 21 de últimas, Femigrama, Poemas a toda plana y 23 pandoras, Maternidades, Qué será ser tú entre otras.
En 2010 publicó una antología de toda su obra poética, con el título de Fragil, en la editorial Baile del Sol.
La obra de Eva Vaz ha permanecido al margen de los circuitos editoriales canónicos de la poesía española, lo que no ha impedido que un número creciente de lectores, en una suerte de boca a oreja, se identifique con esta poesía que se quiere radical, provocativa, insumisa y desafiante, pero también tierna y lúcida. Para esos happy few, Eva Vaz es una voz insoslayable, una auténtica poeta de culto.
Su obra, una obra ya amplia, renuncia a los artificios y cautelas retóricas habituales para ofrecer su propia verdad desnuda e intransferible.
Lenguaje lacerante, temas provocadores, compromiso, una particular forma narrativa de finales contundentes y sorpresivos. Una voz poética reconocible y singular.
Pasar fractura es la culminación de esa obra, tal vez el libro más directo y despojado de la autora, resultado de la tensión extrema entre vida y literatura. El abandono, la enfermedad mental, la culpa, el fracaso, pero también la fuerza para sobrevivir y reconstruirse constituyen algunas de las estaciones de este viaje definitivo de Eva Vaz a los abismos del corazón humano.
(Sacado de https://www.juntadeandalucia.es/cultura/caletras/autores/eva-vaz )
*
Algunos poemas de Eva Vaz:
De Ahora que los monos se comen a las palomas (2001):
PARA GRITAR
Mi madre siempre deseó
una parcela en el campo:
"Descansar
es invertir en calidad de
vida".
Para su último hogar
improvisó un alquiler
de cinco años y flores de
plástico.
La muerte también tiene
fecha de caducidad.
Ha vencido el alquiler
y mi padre le ha comprado
su propia parcela en el campo,
en el pueblo.
La muerte también entiende
de clases.
Vuelven a encontrarse,
por arte del negocio inmobiliario.
Su última cita,
en el paraíso del cementerio municipal:
mi padre asiste al siniestro desnudo
de huesos desordenados.
Y el anillo de matrimonio.
Su esposa, mi madre,
en una paz brutal como nunca tuvo.
Todo en una bolsa de plástico.
Sin más mística:
el espanto en una bolsa de basura.
Mi padre volvió a sentar
a su amante
en el asiento del copiloto.
Con cariño. Con la tragedia
instalada en el volante.
Con arcadas. Con amor.
Depositó la bolsa,
como el que regresa del supermercado,
en la propiedad, orgullo familiar,
en una bolsa de basura
de plástico
de marca.
Tantas bocas viven
de la muerte.
Hasta mi poema vive de la muerte.
Mi ego liba de tu muerte.
Perdóname.
mamá,
has tenido una nieta.
GATILLAZOS
Ella dice: Pra dormir también sobre sexo quieto
Ella acaba la frase del libro: y llorar allí también.
Marguerite Duras. Los ojos azules, pelo negro.
Yo sé que tú sabes que yo sé
que se han deshojado
mil veranos,
y yo sé que tú sabes que yo sé.
Aún.
Estábamos borrachos,
húmedos
como el vaho del aliento.
Ansiosos de obsequiarnos
con proezas sexuales
que el alcohol piensa reales
sin pudor.
El mejor polvo del mundo estaba
en nuestra copa.
En aquel bar nos estábamos follando
con la imaginación,
y en mi casa,
solos y desnudos de todo,
a ti te desobedeció
el sexo.
Yo sé que tú sabes
que yo sé
que aún conservas
las bragas blancas
que te llevaste puestas
por equivocación.
Yo sé que tú sabes
que yo sé
que hoy no me olvido de aquella
noche terrible para tu
virilidad.
Yo sé que tú sabes que yo sé
que siempre que me ves
se te hace un nudo en la vergüenza
que ruboriza tu memoria
eternamente.
LA FUERZA DE LOS DÉBILES
Yo he podido
con el peso de mis treintaypocos kilos
y descomponer
la radiografía dela muerte.
Yo he podido derrotar
a los poderes de la anestesia
y correr pasillo arriba
tras las sombras de las sondas
prolongando mi cuerpo,
y lavarme el pelo sucio.
Yo he llorado con dignidad
la muerte ajena
como parte de mi propia muerte
y reconstruir con paciencia
el pedazo de amor amputado.
He podido vencer al vacío, al terror,
a la desgana
y buscar raigambres.
Pero no he podido
yo no he podido
masticar mis miserias
y suplicarte que no te fueras.
Ahora te suplico, vida mía,
que te vayas,
que dejes estos huesos
para otro perro.
De La otra mujer (2003):
LA HISTORIA DE LA MUJER DEL INTERNAUTA
Vulnerable,
ayer te sorprendí:
sentado frente al monitor,
el pijama en los tobillos,
la mano engolfada en el miembro
nervioso y derecho
ante la imagen digital
de una teto0na en edad legal
mostrando el esplendor
de un coñito depilado,
suculento y hospitalario.
Luego me vi:
mi cuerpo doméstico y vulgar,
dios, qué asco y qué pena
me dio mi cuerpo.
Qué asco y qué pena me dio
tu pijama en los tobillos.
Tardamos el mismo tiempo en descargar:
Tú, el semen furtivo;
yo, mis cuchillas como lágrimas.
Tú apagaste el ordenador.
Yo no pude cerrar mis ojos
para soñar
con otra cosa,
con algo bonito.
LA HISTORIA DE LA MUJER DE LAS CICATRICES
Con once años me arañé la cara
hasta sangrar.
Con un tenedor.
Mi madre se disgustó:
no, en la cara no.
En la cara se ve.
Más tarde utilicé mis uñas
en la llaga,
en el mismo sitio.
La excitación
me hizo perder la conciencia.
Mi cuerpo es el mejor sitio
para mi dolor.
En estos años he aprendido
a seleccionar
mis útiles
domésticos: las llaves del coche,
un cigarro encendido, las paredes...
Rebusco en mi cuerpo
espacios donde asignar
descosidos.
He depurado el estilo
de mis marcas:
la carne rota
es la más bella imagen
a la que mis ojos
tienen acceso.
Venas, arterias, tendones
abiertos como flores carnívoras.
Mi cuerpo es el mejor sitio
para mi dolor.
Dame litio para estabilizar
mi conducta,
mirtazapina, duloxetina, amitriptilina...
Dame sangre para arrebatar mi conducta.
Permíteme la excitación
de saborear mi propia sangre.
Ya sé, es adicción.
¿No comprendéis que lacerarme
es una forma de amarme?
Desgarrar es mitigar
mi infinito dolor emocional.
Mi madre se olvidó
de mirar mis heridas:
la indiferencia es un dolor
más intenso.
Deja cicatrices atroces.
El recuerdo no es un buen sitio
para el dolor.
Y yo tengo demasiados recuerdos.
Dame la cuchilla…
La oxidada.
De Leña (2004):
EL GORRIÓN
Sólo me quedaban unas cortinas
para recoger.
El piso estaba vacío.
Entré y abrí las ventanas.
La casa parecía
mucho más grande.
Mis tacones, al pisar el suelo
hacían eco.
En la habitación de matrimonio
entró un gorrión pequeño
y cayó al suelo.
Lo cogí entre mis manos.
Aún estaba caliente.
Tenía los ojos entreabiertos,
interrogantes.
Pareció coger impulso.
Me alegraron sus latidos
y lo eché a volar al cielo.
Cayó vertical
desde el cuarto piso.
Se estrelló sobre
un contenedor.
ESTIGMAS
Ella tenía una libreta
donde recogía
los insultos de él.
Cuando discutían,
ella sacaba la libreta.
Él crujía los huesos
de sus manos.
Y comenzaban a insultarse.
En una de las escenas
a él no le dio tiempo
de crujirse los huesos.
Ella no escribió
nada
en la libreta
Se escribieron
las frases más contundentes
con la mano abierta.
Y las uñas.
Ella no sabe cómo
se escribe
eso
en la libreta.
Ahora pinta,
con maquillaje oscuro
sobre el estigma.
para que no
se note.
Su hijo utiliza
ahora
la libreta
para pintar casitas.
La maestra le ha dicho
que sus casitas
son muy raras.
No tienen ventanas.
Ni sol.
Eva Vaz (Huelva, 1972) Licenciada en Filosofía por la Universidad de Sevilla. Ha trabajado en el campo de la escena, el periodismo y las artes plásticas.
Dirige la empresa de gestión cultural Ex-Libris desde 1999. Ha publicado los libros de poemas Ahora que los monos se comen a las palomas (2001), La otra mujer (2003), Leña (2004), Metástasis (2006), Ruido de venenos (2013) y Trabajo sucio (2016). Su obra aparece en diversas antologías, como Carne picada, Voces del extremo, La verdadera historia de los hombres, Hankover, 21 de últimas, Femigrama, Poemas a toda plana y 23 pandoras, Maternidades, Qué será ser tú entre otras.
En 2010 publicó una antología de toda su obra poética, con el título de Fragil, en la editorial Baile del Sol.
La obra de Eva Vaz ha permanecido al margen de los circuitos editoriales canónicos de la poesía española, lo que no ha impedido que un número creciente de lectores, en una suerte de boca a oreja, se identifique con esta poesía que se quiere radical, provocativa, insumisa y desafiante, pero también tierna y lúcida. Para esos happy few, Eva Vaz es una voz insoslayable, una auténtica poeta de culto.
Su obra, una obra ya amplia, renuncia a los artificios y cautelas retóricas habituales para ofrecer su propia verdad desnuda e intransferible.
Lenguaje lacerante, temas provocadores, compromiso, una particular forma narrativa de finales contundentes y sorpresivos. Una voz poética reconocible y singular.
Pasar fractura es la culminación de esa obra, tal vez el libro más directo y despojado de la autora, resultado de la tensión extrema entre vida y literatura. El abandono, la enfermedad mental, la culpa, el fracaso, pero también la fuerza para sobrevivir y reconstruirse constituyen algunas de las estaciones de este viaje definitivo de Eva Vaz a los abismos del corazón humano.
(Sacado de https://www.juntadeandalucia.es/cultura/caletras/autores/eva-vaz )
*
Algunos poemas de Eva Vaz:
De Ahora que los monos se comen a las palomas (2001):
PARA GRITAR
Mi madre siempre deseó
una parcela en el campo:
"Descansar
es invertir en calidad de
vida".
Para su último hogar
improvisó un alquiler
de cinco años y flores de
plástico.
La muerte también tiene
fecha de caducidad.
Ha vencido el alquiler
y mi padre le ha comprado
su propia parcela en el campo,
en el pueblo.
La muerte también entiende
de clases.
Vuelven a encontrarse,
por arte del negocio inmobiliario.
Su última cita,
en el paraíso del cementerio municipal:
mi padre asiste al siniestro desnudo
de huesos desordenados.
Y el anillo de matrimonio.
Su esposa, mi madre,
en una paz brutal como nunca tuvo.
Todo en una bolsa de plástico.
Sin más mística:
el espanto en una bolsa de basura.
Mi padre volvió a sentar
a su amante
en el asiento del copiloto.
Con cariño. Con la tragedia
instalada en el volante.
Con arcadas. Con amor.
Depositó la bolsa,
como el que regresa del supermercado,
en la propiedad, orgullo familiar,
en una bolsa de basura
de plástico
de marca.
Tantas bocas viven
de la muerte.
Hasta mi poema vive de la muerte.
Mi ego liba de tu muerte.
Perdóname.
mamá,
has tenido una nieta.
GATILLAZOS
Ella dice: Pra dormir también sobre sexo quieto
Ella acaba la frase del libro: y llorar allí también.
Marguerite Duras. Los ojos azules, pelo negro.
Yo sé que tú sabes que yo sé
que se han deshojado
mil veranos,
y yo sé que tú sabes que yo sé.
Aún.
Estábamos borrachos,
húmedos
como el vaho del aliento.
Ansiosos de obsequiarnos
con proezas sexuales
que el alcohol piensa reales
sin pudor.
El mejor polvo del mundo estaba
en nuestra copa.
En aquel bar nos estábamos follando
con la imaginación,
y en mi casa,
solos y desnudos de todo,
a ti te desobedeció
el sexo.
Yo sé que tú sabes
que yo sé
que aún conservas
las bragas blancas
que te llevaste puestas
por equivocación.
Yo sé que tú sabes
que yo sé
que hoy no me olvido de aquella
noche terrible para tu
virilidad.
Yo sé que tú sabes que yo sé
que siempre que me ves
se te hace un nudo en la vergüenza
que ruboriza tu memoria
eternamente.
LA FUERZA DE LOS DÉBILES
Yo he podido
con el peso de mis treintaypocos kilos
y descomponer
la radiografía dela muerte.
Yo he podido derrotar
a los poderes de la anestesia
y correr pasillo arriba
tras las sombras de las sondas
prolongando mi cuerpo,
y lavarme el pelo sucio.
Yo he llorado con dignidad
la muerte ajena
como parte de mi propia muerte
y reconstruir con paciencia
el pedazo de amor amputado.
He podido vencer al vacío, al terror,
a la desgana
y buscar raigambres.
Pero no he podido
yo no he podido
masticar mis miserias
y suplicarte que no te fueras.
Ahora te suplico, vida mía,
que te vayas,
que dejes estos huesos
para otro perro.
De La otra mujer (2003):
LA HISTORIA DE LA MUJER DEL INTERNAUTA
Vulnerable,
ayer te sorprendí:
sentado frente al monitor,
el pijama en los tobillos,
la mano engolfada en el miembro
nervioso y derecho
ante la imagen digital
de una teto0na en edad legal
mostrando el esplendor
de un coñito depilado,
suculento y hospitalario.
Luego me vi:
mi cuerpo doméstico y vulgar,
dios, qué asco y qué pena
me dio mi cuerpo.
Qué asco y qué pena me dio
tu pijama en los tobillos.
Tardamos el mismo tiempo en descargar:
Tú, el semen furtivo;
yo, mis cuchillas como lágrimas.
Tú apagaste el ordenador.
Yo no pude cerrar mis ojos
para soñar
con otra cosa,
con algo bonito.
LA HISTORIA DE LA MUJER DE LAS CICATRICES
Con once años me arañé la cara
hasta sangrar.
Con un tenedor.
Mi madre se disgustó:
no, en la cara no.
En la cara se ve.
Más tarde utilicé mis uñas
en la llaga,
en el mismo sitio.
La excitación
me hizo perder la conciencia.
Mi cuerpo es el mejor sitio
para mi dolor.
En estos años he aprendido
a seleccionar
mis útiles
domésticos: las llaves del coche,
un cigarro encendido, las paredes...
Rebusco en mi cuerpo
espacios donde asignar
descosidos.
He depurado el estilo
de mis marcas:
la carne rota
es la más bella imagen
a la que mis ojos
tienen acceso.
Venas, arterias, tendones
abiertos como flores carnívoras.
Mi cuerpo es el mejor sitio
para mi dolor.
Dame litio para estabilizar
mi conducta,
mirtazapina, duloxetina, amitriptilina...
Dame sangre para arrebatar mi conducta.
Permíteme la excitación
de saborear mi propia sangre.
Ya sé, es adicción.
¿No comprendéis que lacerarme
es una forma de amarme?
Desgarrar es mitigar
mi infinito dolor emocional.
Mi madre se olvidó
de mirar mis heridas:
la indiferencia es un dolor
más intenso.
Deja cicatrices atroces.
El recuerdo no es un buen sitio
para el dolor.
Y yo tengo demasiados recuerdos.
Dame la cuchilla…
La oxidada.
De Leña (2004):
EL GORRIÓN
Sólo me quedaban unas cortinas
para recoger.
El piso estaba vacío.
Entré y abrí las ventanas.
La casa parecía
mucho más grande.
Mis tacones, al pisar el suelo
hacían eco.
En la habitación de matrimonio
entró un gorrión pequeño
y cayó al suelo.
Lo cogí entre mis manos.
Aún estaba caliente.
Tenía los ojos entreabiertos,
interrogantes.
Pareció coger impulso.
Me alegraron sus latidos
y lo eché a volar al cielo.
Cayó vertical
desde el cuarto piso.
Se estrelló sobre
un contenedor.
ESTIGMAS
Ella tenía una libreta
donde recogía
los insultos de él.
Cuando discutían,
ella sacaba la libreta.
Él crujía los huesos
de sus manos.
Y comenzaban a insultarse.
En una de las escenas
a él no le dio tiempo
de crujirse los huesos.
Ella no escribió
nada
en la libreta
Se escribieron
las frases más contundentes
con la mano abierta.
Y las uñas.
Ella no sabe cómo
se escribe
eso
en la libreta.
Ahora pinta,
con maquillaje oscuro
sobre el estigma.
para que no
se note.
Su hijo utiliza
ahora
la libreta
para pintar casitas.
La maestra le ha dicho
que sus casitas
son muy raras.
No tienen ventanas.
Ni sol.
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