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Izet Sarajlić (16 de marzo de 1930-2 de mayo de 1930) fue un filósofo, ensayista, traductor y poeta bosnio. Sarajlić es el poeta de Bosnia y Herzegovina más conocido después de la Segunda Guerra Mundial, y el más traducido de la ex Yugoslavia.
Biografía
Sarajlić nació en Doboj en marzo de 1930. Pasó su infancia en Trebinie y Dubrovnik y en 1945 se trasladó a Sarajevo, donde permanecería el resto de su vida.
En Sarajevo realiza sus estudios secundarios y entraría en el mundo de la poesía yugoslava a los 19 años con la colección "U susretu" ("En la reunión"). Se graduó en el Departamento de Filosofía y Literatura comparada, y se doctoró en Filosófía de las ciencias en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sarajevo. Durante sus estudios en la universidad se desempeñó como periodista.
Después de graduarse, se convirtió en profesor a tiempo completo en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sarajevo. Fue miembro de la Academia de Ciencias y Artes de Bosnia y Herzegovina y de la Sociedad de Escritores de Bosnia y Herzegovina, así como de la Asociación de intelectuales "Krug 99" ("Círculo de 99"). En 1962 junto con Tahmiščić Husein, Ahmet Hromadžić, Velimir Milosevic y Vladimir Cerkez, fundó el festival internacional del libro "Días de Poesía Sarajevo".
Durante su carrera, Sarajlić publicó más de 30 libros de poesía, algunos de los cuales han sido traducidos a 15 idiomas, así como numerosas memorias, escritos políticos y traducciones.
Su manuscrito "Sarajevo War Journal" fue redactado durante las primeras semanas del asedio de Sarajevo, y se publicó en 1993 en Eslovenia. Por ello, Sarajlić decía: "Esta es la única colección de la que puedo decir que me gustaría nunca haber escrito". En 2013 la mayor parte de estos poemas han sido publicados en España por la editorial Valparaíso.
Sarajlić decía que pertenecía al siglo XX. Cuando llegó el siglo XXI, las cartas que envió a sus amigos estaban fechadas como "1999+1", "1999+2".
Murió en Sarajevo en 2002, a la edad de 72 años.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Izet Sarajlić, del libro Sarajevo, en traducción de Fernando Valverde y Branislava Vinaver, Valparaíso, 2013:
ÚLTIMO TANGO EN SARAJEVO
8 de marzo de 1994,
la Sarajevo amorosa no se rinde.
Sobre la mesa, la invitación para la matinal del baile en el Sloga.
¡Y por supuesto vamos!
Mis pantalones están un poco ajados
y tu falda no es de Via Veneto.
Pero nosotros no estamos en Roma,
nosotros estamos en guerra.
Llega también Jovan Divjak. Por el uniforme se nota
que viene directamente de la primera línea.
Cuando te pide un baile pareces muy confusa.
Es la primera vez que bailas con un general.
El general no imagina el honor que te ha hecho,
pero a decir verdad, se lo has hecho tú a él,
ha bailado con la señora más celebrada de Sarajevo.
¡Pero este tango, éste es sólo nuestro!
Estamos ya cansados, nos da vueltas la cabeza.
Mi amor, termina nuestra preciosa vida.
Llora, llora si quieres, no estamos en Vía Veneto,
y tan vez éste sea nuestro último baile.
UNA GRANADA LANZADA DESDE
EL MRKOVICI
Desde hace teeinta horas
las granadas
llueven sobre nosotros desde todas partes.
Una de ellas
ha sobrevolado ahora
este poema.
Ha sido lanzada desde el Mrkovivi
donde antes de la guerra cogía margaritas
con la mujer que amo.
LA SUERTE A LA MANERA DE SARAJEVO
En Sarajevo
en esta primavera de 1992,
cualquier cosa es posible.
Estás en una cola para comprar el pan
y despiertas en un hospital
con una pierna amputada.
Después, incluso reconoces que has tenido mucha suerte.
ADIÓS A ZELJKO MARJANOVIC
Morimos.
Morimos terriblemente rápido
y terriblemente mal
en esta ciudad
al final del siglo,
al final del amor.
Los jóvenes al menos
son asesinados,
que es un altísimo privilegio
en toda guerra,
pero cuando repasamos la forma en la que mueren los viejos
—en las novelas de John Galsworthy—
la muerte de los viejos
en la Sarajevo en guerra es terrible.
Morimos
en hospitales gélidos
en pasillos por los cuales
corre la sangre de nuestros conciudadanos masacrados,
en las cocinas ajenas y en habitaciones sin ventanas,
humillados y exhaustos,
muchos en soledad,
lejos de aquellos a quienes aman.
Los Don Juanes de otro tiempo
que no habrían salido a la calle sin corbata
ni siquiera para abrir el buzón
(cómo se habrían sentido si en el ascensor se hubieran encontrado
con la hermosa señora del noveno izquierda),
mueren con las manos sucias,
las uñas sin curarse,
las camisas rotas,
los abrigos llenos de quemaduras de cigarros,
recordando el último vaso de champagne
bebido en la vigilia del nuevo año de 1992.
Juraj Marek se ha ahorcado.
Después de enterrar a Vera,
Željko había pensado hacer lo mismo
pero ha renunciado
para no inquietar a los vecinos.
Entre otras cosas,
dos suicidios en la misma casa,
en el mismo edificio,
también habría sido demasiado para una Sarajevo como esta.
Paseaba como un vagabundo Suljo
después de la muerte de Nina,
cada amanecer buscando su granada,
pero las granadas preferían
las escuelas y los jardines de infancia.
Llorando vendía de vez en cuando algún anillo de Vera
o un abrigo de piel
para comprar una botella de grappa pobre.
Y después, aplazada la muerte,
regresaba
a su casa desierta
llena de recuerdos
con su angina de pecho de antes de la guerra
y pensaba tan solo en dos cosas:
el momento en el que habría abrazado de nuevo a sus hijos y a sus nietos,
y el reencuentro con Vera.
Uno de los dos deseos se ha realizado finalmente.
El segundo.
Es cierto que no ha sido como aquella vez,
en la época de Omladinska Rijeć
cuando se encontraban en casa de Kopelman,
hoy puede visitarse a Kopelman en el cementerio
de San Giuseppe.
Pero lo que importa es que están de nuevo juntos.
Importa que él no deba ya salir
a buscar su granada.
Y a vender los anillos de Vera.
HERMANAS
Las de Esenin
se llamaban Shura y Katia.
Las de Majakowskij,
Ludmilla y Olia.
Las mías,
Nina y Raza.
Todas han muerto.
Raza y Nina
con sólo cincuenta días de distancia.
Han muerto
o a decir verdad
han sido asesinadas por la necesidad.
Ahora debo buscar en cualquier parte
una nueva hermana,
porque yo no puedo
vivir sin ser hermano.
A LOS AMIGOS DE LA EX YUGOSLAVIA
¿Qué nos ha sucedido a todos, amigos?
No sé qué hacéis ahora.
Qué escribís.
Con quién bebéis.
Qué libros leéis.
No sé siquiera
si somos todavía amigos.
TEORÍA DE LA DISTANCIA
La teoría de la distancia la han inventado los estrictos,
aquellos que no quieren arriesgar en nada.
Yo pertenezco a aquellos
que creen que del lunes
se debe hablar el lunes;
es probable que el martes sea demasiado tarde.
Obviamente es difícil estando en la cantina,
mientras caen los proyectiles,
escribir poesía.
La única cosa más difícil es no escribir.
LA DELICADEZA HUMANA
Delicadeza humana,
¿Dónde estás?
¿Tal vez
sólo en los libros?
Izet Sarajlić (16 de marzo de 1930-2 de mayo de 1930) fue un filósofo, ensayista, traductor y poeta bosnio. Sarajlić es el poeta de Bosnia y Herzegovina más conocido después de la Segunda Guerra Mundial, y el más traducido de la ex Yugoslavia.
Biografía
Sarajlić nació en Doboj en marzo de 1930. Pasó su infancia en Trebinie y Dubrovnik y en 1945 se trasladó a Sarajevo, donde permanecería el resto de su vida.
En Sarajevo realiza sus estudios secundarios y entraría en el mundo de la poesía yugoslava a los 19 años con la colección "U susretu" ("En la reunión"). Se graduó en el Departamento de Filosofía y Literatura comparada, y se doctoró en Filosófía de las ciencias en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sarajevo. Durante sus estudios en la universidad se desempeñó como periodista.
Después de graduarse, se convirtió en profesor a tiempo completo en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sarajevo. Fue miembro de la Academia de Ciencias y Artes de Bosnia y Herzegovina y de la Sociedad de Escritores de Bosnia y Herzegovina, así como de la Asociación de intelectuales "Krug 99" ("Círculo de 99"). En 1962 junto con Tahmiščić Husein, Ahmet Hromadžić, Velimir Milosevic y Vladimir Cerkez, fundó el festival internacional del libro "Días de Poesía Sarajevo".
Durante su carrera, Sarajlić publicó más de 30 libros de poesía, algunos de los cuales han sido traducidos a 15 idiomas, así como numerosas memorias, escritos políticos y traducciones.
Su manuscrito "Sarajevo War Journal" fue redactado durante las primeras semanas del asedio de Sarajevo, y se publicó en 1993 en Eslovenia. Por ello, Sarajlić decía: "Esta es la única colección de la que puedo decir que me gustaría nunca haber escrito". En 2013 la mayor parte de estos poemas han sido publicados en España por la editorial Valparaíso.
Sarajlić decía que pertenecía al siglo XX. Cuando llegó el siglo XXI, las cartas que envió a sus amigos estaban fechadas como "1999+1", "1999+2".
Murió en Sarajevo en 2002, a la edad de 72 años.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Izet Sarajlić, del libro Sarajevo, en traducción de Fernando Valverde y Branislava Vinaver, Valparaíso, 2013:
ÚLTIMO TANGO EN SARAJEVO
8 de marzo de 1994,
la Sarajevo amorosa no se rinde.
Sobre la mesa, la invitación para la matinal del baile en el Sloga.
¡Y por supuesto vamos!
Mis pantalones están un poco ajados
y tu falda no es de Via Veneto.
Pero nosotros no estamos en Roma,
nosotros estamos en guerra.
Llega también Jovan Divjak. Por el uniforme se nota
que viene directamente de la primera línea.
Cuando te pide un baile pareces muy confusa.
Es la primera vez que bailas con un general.
El general no imagina el honor que te ha hecho,
pero a decir verdad, se lo has hecho tú a él,
ha bailado con la señora más celebrada de Sarajevo.
¡Pero este tango, éste es sólo nuestro!
Estamos ya cansados, nos da vueltas la cabeza.
Mi amor, termina nuestra preciosa vida.
Llora, llora si quieres, no estamos en Vía Veneto,
y tan vez éste sea nuestro último baile.
UNA GRANADA LANZADA DESDE
EL MRKOVICI
Desde hace teeinta horas
las granadas
llueven sobre nosotros desde todas partes.
Una de ellas
ha sobrevolado ahora
este poema.
Ha sido lanzada desde el Mrkovivi
donde antes de la guerra cogía margaritas
con la mujer que amo.
LA SUERTE A LA MANERA DE SARAJEVO
En Sarajevo
en esta primavera de 1992,
cualquier cosa es posible.
Estás en una cola para comprar el pan
y despiertas en un hospital
con una pierna amputada.
Después, incluso reconoces que has tenido mucha suerte.
ADIÓS A ZELJKO MARJANOVIC
Morimos.
Morimos terriblemente rápido
y terriblemente mal
en esta ciudad
al final del siglo,
al final del amor.
Los jóvenes al menos
son asesinados,
que es un altísimo privilegio
en toda guerra,
pero cuando repasamos la forma en la que mueren los viejos
—en las novelas de John Galsworthy—
la muerte de los viejos
en la Sarajevo en guerra es terrible.
Morimos
en hospitales gélidos
en pasillos por los cuales
corre la sangre de nuestros conciudadanos masacrados,
en las cocinas ajenas y en habitaciones sin ventanas,
humillados y exhaustos,
muchos en soledad,
lejos de aquellos a quienes aman.
Los Don Juanes de otro tiempo
que no habrían salido a la calle sin corbata
ni siquiera para abrir el buzón
(cómo se habrían sentido si en el ascensor se hubieran encontrado
con la hermosa señora del noveno izquierda),
mueren con las manos sucias,
las uñas sin curarse,
las camisas rotas,
los abrigos llenos de quemaduras de cigarros,
recordando el último vaso de champagne
bebido en la vigilia del nuevo año de 1992.
Juraj Marek se ha ahorcado.
Después de enterrar a Vera,
Željko había pensado hacer lo mismo
pero ha renunciado
para no inquietar a los vecinos.
Entre otras cosas,
dos suicidios en la misma casa,
en el mismo edificio,
también habría sido demasiado para una Sarajevo como esta.
Paseaba como un vagabundo Suljo
después de la muerte de Nina,
cada amanecer buscando su granada,
pero las granadas preferían
las escuelas y los jardines de infancia.
Llorando vendía de vez en cuando algún anillo de Vera
o un abrigo de piel
para comprar una botella de grappa pobre.
Y después, aplazada la muerte,
regresaba
a su casa desierta
llena de recuerdos
con su angina de pecho de antes de la guerra
y pensaba tan solo en dos cosas:
el momento en el que habría abrazado de nuevo a sus hijos y a sus nietos,
y el reencuentro con Vera.
Uno de los dos deseos se ha realizado finalmente.
El segundo.
Es cierto que no ha sido como aquella vez,
en la época de Omladinska Rijeć
cuando se encontraban en casa de Kopelman,
hoy puede visitarse a Kopelman en el cementerio
de San Giuseppe.
Pero lo que importa es que están de nuevo juntos.
Importa que él no deba ya salir
a buscar su granada.
Y a vender los anillos de Vera.
HERMANAS
Las de Esenin
se llamaban Shura y Katia.
Las de Majakowskij,
Ludmilla y Olia.
Las mías,
Nina y Raza.
Todas han muerto.
Raza y Nina
con sólo cincuenta días de distancia.
Han muerto
o a decir verdad
han sido asesinadas por la necesidad.
Ahora debo buscar en cualquier parte
una nueva hermana,
porque yo no puedo
vivir sin ser hermano.
A LOS AMIGOS DE LA EX YUGOSLAVIA
¿Qué nos ha sucedido a todos, amigos?
No sé qué hacéis ahora.
Qué escribís.
Con quién bebéis.
Qué libros leéis.
No sé siquiera
si somos todavía amigos.
TEORÍA DE LA DISTANCIA
La teoría de la distancia la han inventado los estrictos,
aquellos que no quieren arriesgar en nada.
Yo pertenezco a aquellos
que creen que del lunes
se debe hablar el lunes;
es probable que el martes sea demasiado tarde.
Obviamente es difícil estando en la cantina,
mientras caen los proyectiles,
escribir poesía.
La única cosa más difícil es no escribir.
LA DELICADEZA HUMANA
Delicadeza humana,
¿Dónde estás?
¿Tal vez
sólo en los libros?
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