Bertolt Brecht
Eugen Berthold (Bertolt) Friedrich Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898 – Berlín Este, 14 de agosto de 1956), fue un dramaturgo y poeta alemán, uno de los más influyentes del siglo XX, creador del llamado teatro épico.
Vida y obra
Eugen Berthold Friedrich Brecht nació el 10 de febrero de 1898 en el seno de una familia burguesa de Augsburgo, ciudad de Baviera. Su padre, católico, era un acomodado gerente de una pequeña fábrica de papel, y su madre, protestante, era hija de un funcionario.
El joven Brecht era un rebelde que jugaba al ajedrez y tocaba el laúd. Se sentía atraído por lo distinto, lo extravagante, y se empeñaba en vivir al margen de las normas de su tiempo, de su recato y su sentido de disciplina.
En la escuela destacó por su precocidad intelectual y terminó el bachillerato especial (Notabitur), al verse involucrado en un escándalo. Inicialmente influido por la euforia de la guerra, Brecht la criticó con el ensayo sobre el poeta Horacio (65 a. C.–8 a. C.) «Dulce et decorum est pro patria mori» («Dulce y honorable es morir por la patria»), en el que se considera honorable morir por la patria y que Brecht considera como «propaganda dirigida» en la que sólo los «tontos» caen. Por ello fue castigado con la expulsión de la escuela. Sólo la intervención de su padre y el profesor de religión le evitaron el cumplimiento del castigo.
Inicios
Comenzó a escribir poesía erótica desde muy joven y publicó sus primeras experiencias sexuales, convertidas en poemas sobre prostitutas y vagabundos en 1914. También escribía cuentos y canciones que entonaba él mismo, acompañándose con la guitarra.
En 1917, inició la carrera de Medicina en la universidad Ludwig Maximilian de Múnich, pero tuvo que interrumpir los estudios para hacer el servicio militar como médico en un hospital militar en Augsburgo, en el marco de la Primera Guerra Mundial.
En 1918, con sólo veinte años, escribió su primera obra teatral, Baal, cuyo personaje principal es un poeta y asesino. Durante este tiempo conoció a Paula Banholzer, quien en 1919 dio luz a un hijo suyo, Frank, que moriría en el frente soviético durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943.
Luego, entre 1918 y 1920 escribió una pieza sobre la revolución alemana, liderada por los espartaquistas, con el título Tambores en la noche. El final de esta obra sacude al auditorio: "Todo esto no es más que puro teatro. Simples tablas y una luna de cartón. Pero los mataderos que se encuentran detrás, ésos sí que son reales". La moralidad de la obra suplanta al teatro tradicional, que pretende ser imparcial. También por aquella época, la agitación revolucionaria bávara de 1918 llevó a Brecht a ingresar en 1919 en el partido socialdemócrata independiente.
A partir de 1920, Brecht viajó a menudo a Berlín, donde entabló relaciones con gente del teatro y de la escena literaria.
En 1922 se casó con la actriz de teatro y cantante de ópera Marianne Zoff. A partir de aquel momento, el joven artista tuvo papeles en Münchner Kammerspiele y en el Deutsches Theater de Berlín. Un año más tarde tuvieron una hija, Hanne; poco después conoció a la que sería su segunda esposa, Helene Weigel.
En 1924 abandona Augsburgo y se traslada a Múnich; de ahí se trasladaría posteriormente a Berlín, la capital, en la que reinaba una vida cultural efervescente, y donde conoce al poeta expresionista Arnolt Bronnen, con el que funda una productora a la que llamarían Arnolt y Bertolt. Ese mismo año empezó a trabajar como dramaturgo junto a Carl Zuckmayer en el Deutsches Theater de Max Reinhardt y tuvo a su segundo hijo, Stefan, aunque tres años más tarde se divorciaría de Marianne Zoff.
Desde 1926 tuvo frecuentes contactos con artistas socialistas que influirían en su pensamiento y en 1927, comenzó a estudiar El Capital de Marx. En 1929 ingresó en el Partido Comunista.
Ese mismo año se casó con Helene Weigel, matrimonio del cual tuvieron una hija, Bárbara.
Entre 1929 y 1934 escribió una serie de obras entre las que se destacan: Línea de conducta, Acuerdo y tal vez el más importante y bello de los trabajos de esta época: La excepción y la regla (1930).
A sus 29 años publicó su primera colección de poemas Devocionario doméstico y un año más tarde alcanzó el mayor éxito teatral de la República de Weimar con La ópera de cuatro cuartos, con música de Kurt Weill, una obra disparatada en la que critica el orden burgués representándolo como una sociedad de delincuentes, prostitutas, vividores y mendigos. Esta obra fue llevada al cine en 1931 bajo la dirección de Georg Wilhelm Pabst.
Brecht siempre buscó con sus actuaciones concienciar al espectador y hacerlo pensar, procurando distanciarlo del elemento anecdótico; para ello se fijó en los incipientes medios de comunicación de masas que la recién nacida Sociología empezaba a utilizar con fines políticos: la radio, el teatro e incluso el cine, a través de los cuales podía llegar al público que pretendía educar. Su meta fue alcanzar un cambio social que lograse la liberación de los medios de producción. Ese propósito lo abordó tanto a través del ámbito intelectual como del estético.
Un año después, Brecht llevó sus ideas comunistas al cine con Kuhle Wampe (o ¿A quién le pertenece el mundo?), dirigida por Slatan Dudow y con música de Hanns Eisler, que muestra lo que podría ofrecer el Comunismo a un pueblo alemán azotado por la crisis de la República de Weimar.
Hasta 1933, Brecht trabajó en Berlín como autor y director de teatro. Pero en aquel año, Hitler se hace con el poder. A comienzos de 1933, la representación de la obra La toma de medidas fue interrumpida por la policía y los organizadores fueron acusados de alta traición. El 28 de febrero —un día después del incendio del Reichstag— Brecht y Helene Weigel con su familia y amigos abandonan Berlín y huyen a través de Praga, Viena y Zúrich a Skovsbostrand, cerca de Svendborg, en Dinamarca, donde el autor pasó cinco años. En mayo de 1933 todos sus libros fueron quemados por los nacionalsocialistas. Aunque al día de hoy se duda de si la totalidad de sus libros fueron quemados.
El exilio
El exilio de Brecht fue posiblemente el tiempo más duro de su vida, a pesar de lo cual en este periodo escribe algunas de sus mayores obras y alcanza su plena madurez con sus cuatro grandes dramas escritos entre 1937 y 1944.
Encontrándose en una situación económica difícil, tuvo que viajar primero a Dinamarca, luego a Suecia, donde vivió durante un año en una granja cerca de Estocolmo y finalmente, en abril de 1940, a Helsinki.
Durante esta época escribió su obra La vida de Galileo. Esta pieza teatral recrea muy libremente la biografía del científico, describiendo la autocondenación del personaje para dar encima de su teoría heliocéntrica delante de la Inquisición. Brecht siempre se pronunció contra la autoridad, el Estado y la sociedad con la justa crítica para no llegar a ser mártir de sus propias ideas. En Suecia escribió el poderoso alegato antibélico Madre Coraje y sus hijos, en una tentativa de demostrar que los pequeños empresarios codiciosos no vacilan en promover devastadoras guerras para ganar dinero. La vida de Galileo fue estrenada el 9 de septiembre de 1942 en el teatro de Zúrich.
El alma buena de Szechwan (1938-40) examina el dilema de cómo ser virtuoso y sobrevivir al mismo tiempo en un mundo capitalista.
En El círculo de tiza caucasiano narra la historia de una pugna por la posesión de un niño entre una madre de la alta sociedad que le abandona y una criada que se ocupa de él; a la manera salomónica, el juez debe decidir quién es la verdadera madre.
En el verano de 1941, viajó en el expreso transiberiano desde Moscú a Vladivostok. Desde el este de la URSS se trasladó en barco a California, asentándose en Santa Mónica, cerca de Hollywood. Allí intentó escribir para la industria de Hollywood, pero sus guiones no fueron admitidos por las grandes productoras cinematográficas.
En Estados Unidos organizó algunas representaciones teatrales, en la mayoría de los casos en escenarios de emigrantes, pero Brecht vuelve a ser perseguido por sus ideas políticas y el 30 de octubre de 1947 es interrogado por el Comité de Actividades Antiamericanas, por lo que tuvo que escapar al día siguiente otra vez a Suiza, sin esperar el estreno de su drama La vida de Galileo en Nueva York.
Suiza era el único país al que podía viajar y allí pasó un año en el que escribió El Señor Puntila y su criado Matti, un drama popular sobre un granjero finlandés que oscila entre la sobriedad grosera y el buen humor borracho.
Bertolt tenía prohibida la entrada a Alemania Occidental (RFA), por órdenes de las autoridades de ocupación de la postguerra (aliados). Tres años después obtuvo la nacionalidad austriaca. Tras 15 años de exilio, volvió a Alemania en 1948, instalándose en Berlín oriental.
Vida en Berlín Este y muerte
A comienzos de 1949 se trasladó con un pasaporte checo a través de Praga a Berlín Este. Vivió en la «Casa de Brecht» en Weissensee, comenzó a trabajar en Antígona de Sófocles, versión de Friedrich Hölderlin, y en otra obra importante, el Pequeño Organum para el teatro, siendo director general del Deutsches Theater. En otoño fundó junto con Helene Weigel el Berliner Ensemble.
A continuación trabajó de una manera muy comprometida para el teatro. Son años de escenificaciones y publicaciones espectaculares en los que llegaría a hacerse famoso y en los que tuvo algunas actuaciones por invitación en capitales europeas, lo que causó tensiones con la dirección del SED (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands: Partido Socialista Unificado de Alemania) así como con representantes de la burocracia cultural y de la vida del teatro.
En 1955, Brecht recibió el Premio Lenin de la Paz. Al año siguiente, el 14 de agosto, contrajo una inflamación del pulmón y murió de una trombosis coronaria en Berlín del Este.
En el quincuagésimo aniversario de su muerte, el diario alemán de Berlín, Tagesspiegel publicó las grabaciones completas de un discurso dado el 1 de septiembre de 1956 por Erik Mielke con motivo de su nombramiento como Director de la Stasi (policía secreta de la RDA). En él, Mielke admitía que Brecht «quería hacer una denuncia contra un dirigente de la Seguridad del Estado», y tras una intencionada pausa, agregó: «después Brecht murió de un infarto». Así abonó la hipótesis de que Brecht recibió un «tratamiento mortal deliberado» a la afección coronaria que arrastraba desde hacía años.
Su estilo y lenguaje continúan ejerciendo influencia hasta hoy en el teatro moderno.
Estilo
Todas las obras de Brecht están absolutamente ligadas a razones políticas e históricas y tienen un sobresaliente desarrollo estético. En realidad, en Brecht se encuentran siempre unidos el fondo y la forma, la estética y los ideales.
Desde sus comienzos se caracterizó por una radical oposición a la forma de vida y a la visión del mundo de la burguesía y, naturalmente al teatro burgués, sosteniendo que sólo estaba destinado a entretener al espectador sin ejercer sobre él la menor influencia. Brecht, desarrolló una nueva forma de teatro que se prestaba a representar la realidad de los tiempos modernos, y se encargó de llevar a escena todas las fuerzas que condicionan la vida humana.
Además de conmover los sentimientos, obligaba al público a pensar; en las representaciones teatrales nada se daba por sentado y obligaba al espectador a sacar sus propias conclusiones. Hasta el fin de su vida sostuvo la tesis de que el teatro podía contribuir a modificar el mundo.
Para ello fue creando una nueva idea del arte como comprensión total y activa de la historia: el Efecto de distanciamiento, la no contemplación lírica de las cosas y tampoco replegamiento sutil sobre la subjetividad, sino elecciones humanas y morales, verificación de los valores tradicionales y elaboración de una nueva presencia de la poesía en la sociedad.
Su llamado teatro épico, narrativo, continua apuntando en las escenificaciones de hoy a provocar la conciencia crítica de espectadores y actores. Hay que desmenuzar el texto, no sentirlo, examinarlo desde lejos, tomar distancia del propio yo. Nada de sentimentalismos que provoquen lágrimas en el escenario.
Brecht hizo gala de antisentimentalismo, así como de su condolencia para los pobres y su sufrimiento, al tiempo que atacaba la falsa respetabilidad de los burgueses.
El famoso efecto de distanciamiento creado por Brecht es un arma contra el romanticismo y el sentimentalismo. La crítica social, la compasión con los seres humanos y el consiguiente cambio de la sociedad debían desempeñar el papel esencial. Así, las canciones interrumpen los parlamentos, el telón priva al escenario de la magia teatral, y un cartel plantea la exigencia.
Los actores de Brecht son sus alumnos: los deja actuar en el escenario y de ese modo edifican la pieza, mientras que el director la destruye. La genialidad y la ingenuidad mantienen un equilibrio. Esta combinación es el secreto del éxito de Brecht.
Brecht figura entre los autores más importantes del siglo XX. Es el prototipo de intelectual revolucionario que ha tratado descifrar la realidad a través del arte.
Lo cierto es que su obra teatral y sus numerosos escritos teóricos han ejercido enorme influencia sobre los escritores contemporáneos a él.
Curiosidades
La película "La cruz de hierro" de Sam Peckinpah, 1977, finaliza con una cita de Bertolt Brecht: "No te regocijes en su derrota, tú, hombre. Porque aunque el mundo se levante y detenga a los bastardos, la madre que les dio a luz está de nuevo en celo".
La famosa cita «Imagínate que hay una guerra y nadie va...» se ha atribuido erróneamente a Brecht. Tampoco es de Brecht el poema que comienza: «Primero se llevaron a los comunistas pero a mí no me importó, porque yo no era comunista...» ni es un poema, sino una frase del pastor protestante alemán Martin Niemöller.
Pero sí hay una cita famosa que él pronunció: «Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles». Dicha cita, fue tomada por el cantautor cubano Silvio Rodríguez como introducción en una de sus canciones (Sueño con Serpientes) y también fue tomada por el cantautor mexicano Alejandro Filio en el cierre de una de sus canciones (El Hombre) . También está escrita en una placa a la entrada del departamento de ingeniería geográfica y técnicas de expresión gráfica de la E.T.S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Santander (Cantabria, España); así como en la estación "Universidad de Chile" del Metro de Santiago de Chile, como parte del mural "Memoria Visual de una Nación".
Como casi todos los intelectuales alemanes exiliados a causa de los nazis, mostró su apoyo por la Segunda República Española. Varias canciones militares para las Brigadas Internacionales se basan en textos suyos, o contaron con su colaboración, como Einheitsfrontlied ('La canción del frente unido').
El músico de rock peruano Rafo Raez musicalizó un poema de Brecht llamado «El ciruelo».
El grupo chileno Hombres a Tierra musicalizó una adaptación libre de un poema de Brecht llamado Canción de San Jamás.
El grupo vasco Negu Gorriak musicalizó un poema de Bertolt Brecht traduciéndolo al euskera en la canción «Hiltzeko era ugari» ('Muchas maneras de matar' o "muchas maneras de morir").
El grupo vasco Berri Txarrak musicalizó un poema de Bertolt Brecht traduciéndolo al euskera en la canción «Makuluak» ('Las muletas') en su disco Haria, del 2012.
El cantautor vasco Mikel Laboa musicalizó muchos de los poemas de Bertolt Brecht traduciéndolos al euskera en varias canciones, entre otras: «Gaberako Aterbea», «Liluraren kontra».
El grupo musical australiano Dead Can Dance le puso música a un poema de Brecht titulado "How Fortunate the Man with None" ("Into the labyrinth", 1993).
El grupo de cantautores riojanos, Carmen, Jesús e Iñaki grabaron el poema de Brecht, titulado "El ciruelo", con música de Ramón Marín.
El grupo de cantautores uruguayo, Canciones para no dormir la siesta grabó la canción "El Ciruelo" que hace referencia a Brecht en 1981.
El grupo catalán 'The Sustanciaos' musicalizó el año 2010 el poema 'La Canción de San Jamás'.
Obras
Obras de teatro y libretos operísticos
Baal
Trommeln in der Nacht
Im Dickicht der Städte
Leben Eduards des Zweiten von England
Mann ist Mann
La ópera de los tres centavos (Die Dreigroschenoper)
Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny (Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny) (libreto de ópera)
Der Ozeanflug o Der Lindberghflug, también Der Flug der Lindberghs
Das Badener Lehrstück vom Einverständnis, (Lehrstück)
Der Jasager. Der Neinsager (libreto de ópera / Lehrstück)
Die Maßnahme (Lehrstück)
Die heilige Johanna der Schlachthöfe
Die Ausnahme und die Regel (Lehrstück)
Die Mutter
Die Rundköpfe und die Spitzköpfe
Die Horatier und die Kuriatier (Lehrstück)
Terror y Miseria del Tercer Reich (Furcht und Elend des Dritten Reiches)
Leben des Galilei
Madre Coraje y sus hijos (Mutter Courage und ihre Kinder)
Das Verhör des Lukullus, también Lukullus vor Gericht o Die Verurteilung des Lukullus (obra radiofónica, más tarde libreto der ópera)
El alma buena de Szechwan (Der gute Mensch von Sezuan)
Herr Puntila und sein Knecht Matti
El resistible ascenso de Arturo Ui (Der aufhaltsame Aufstieg des Arturo Ui)
Die Gesichte der Simone Machard también Die Stimmen (véase Lion Feuchtwanger Simone)
Schweyk im Zweiten Weltkrieg
El círculo de tiza caucasiano (Der kaukasische Kreidekreis)
Die Tage der Commune
Turandot o el congreso de los blanqueadores (Turandot oder Der Kongreß der Weißwäscher)
labrado de la Antigone (1947) por Sófocles
labrado del Coriolanus por Shakespeare (1952/53)
Piezas en un acto
La boda de los pequeños burgueses (Die Kleinbürgerhochzeit).
Die Bibel: obra dramática en un acto (publicada el año 1914 en un periódico estudiantil de Augsburg bajo el nombre de Bertold Eugen)
Die Gewehre der Frau Carrar
Der Bettler oder Der tote Hund
Prärie (libreto de ópera)
Er treibt einen Teufel aus
Lux in Tenebris
Der Fischzug
Dansen
Was kostet das Eisen?
Die sieben Todsünden, también Die sieben Todsünden der Kleinbürger (libreto de ballet)
Poesía
Libros de poesía
(Los datos se refieren al momento en que los poemas principales fueron escritos. Son posibles ediciones, añadidos o reorganizaciones del material por el autor.)
Lieder zur Klampfe von Bert Brecht und seinen Freunden (1918)
Psalmen (1920)
Bertolt Brechts Hauspostille (1916–1925)
Die Augsburger Sonette (1925–1927)
Die Songs der Dreigroschenoper (1928)
Aus dem Lesebuch für Städtebewohner (1926–1927)
Die Nachtlager (1931)
Geschichten aus der Revolution (1932)
Sonette (1932–1934)
Englische Sonette (1934)
Lieder Gedichte Chöre (1933)
Chinesische Gedichte (1938–1949)
Studien (1934–1938)
Svendborger Gedichte ([1926]–1937)
Steffinsche Sammlung (1939–1942)
Hollywoodelegien (1942)
Gedichte im Exil ([1944])
Deutsche Satiren (1945)
Kinderlieder (1950)
Buckower Elegien (1953)
Poemas y canciones sueltos
An die Nachgeborenen
Ballade von den Seeräubern
Choral vom Manne Baal
Der Schneider von Ulm
Die Legende vom toten Soldaten
Die Liebenden, también Terzinen über die Liebe
Die Lösung
Einheitsfrontlied
Erinnerung an die Marie A.
Fragen eines lesenden Arbeiters
Der Anachronistische Zug oder Freiheit und Democracy
Kinderhymne
Legende von der Entstehung des Buches Taoteking auf dem Weg des Laotse in die Emigration
Mein Bruder war ein Flieger
Morgens und abends zu lesen
Resolution der Kommunarden
Schlechte Zeit für Lyrik
Solidaritätslied para la película Kuhle Wampe
Prosa
Bargan läßt es sein
Geschichten vom Herrn Keuner
Dreigroschenroman
Der Augsburger Kreidekreis
Flüchtlingsgespräche
Kalendergeschichten
Die unwürdige Greisin
Die Geschäfte des Herrn Julius Caesar
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POEMAS
(Traducciónes de Vicente Romano y Jesús López Pacheco)
Recuerdo de María A.
Fue un día de azul septiembre cuando,
bajo la sombra de un ciruelo joven,
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene a un sueño calmo y dulce.
Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla, ya no estaba.
Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: "¿Qué fue de aquel amor?"
Debo decirte que ya no lo recuerdo,
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sólo sé que, un día, la besé.
Y hasta el beso lo habría ya olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
era muy blanca y alta, y descendía.
Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
cuando volví amirar, ya se había hecho viento.
(1920)
Demolición del barco "Oskawa" por su tripulación
A comienzos de 1922
me embarqué en el "Oskawa", un vapor de seis mil toneledas,
construido cuatro años antes con un costo de dos millones de dólares
por la United States Shipping Board. En Hamburgo
tomamos un flete de champán y licores con destino a Río.
Como la paga era escasa,
sentimos la necesidad de ahogar
en alcohol nuestras penas. Así,
varias cajas de champán tomaron
el camino del sollado de la tripulación. Pero también en la cámara de oficiales,
y hasta en el puente y en el cuarto de derrota,
se oía ya, a los cuatro días de dejar Hamburgo,
tintineo de vasos y canciones
de gente despreocupada. Varias veces
el barco se desvió de su ruta. No obstante,
gracias a que tuvimos mucha suerte, llegamos
a Río de Janeiro. Nuestro capitán,
al contarlas durante la descarga, comprobó que faltaban
cien cajas de champán. Pero, no encontrando
mejor tripulación en el Brasil,
tuvo que seguir con nosotros. Cargamos
más de mil toneladas de carne congelada, con destino a Hamburgo.
A los pocos días de mar, se apoderó de nosotros la preocupación
por la paga pequeña, la insegura vejez.
Uno de nosotros, en plena desesperación,
echó demasiado combustible a la caldera, y el fuego
pasó de la chimenea a la cubierta, de modo que
botes, puentes y cuarto de derrota ardieron. Para no hundirnos
colaboramos en la extinción, pero,
cavilando sobre la mala paga (¡incierto futuro!), no nos esforzamos
mucho por salvar la cubierta. Fácilmente,
con algunos gastos, podríamos reconstruirla; ya habían ahorrado
suficiente dinero con la paga que nos daban.
Y, además, los esfuerzos excesivos al llegar a una cierta edad
hacen envejecer enseguida a los hombres inutilizándolos para la lucha por la vida.
Por lo tanto, y puesto que teníamos que reservar nuestras fuerzas,
un buen día ardieron las dínamos, necesitadas de cuidados
que no podían prestarles gente descontenta. Nos quedamos
sin luz. Al principio usamos lámparas de aceite
para evitar colisiones con ottos barcos, pero
un marinero cansado, abatido por los pensamientos
sobre su sombría vejez, para ahorrarse trabajo, arrojó los fanales
por la borda. Faltaba poco para llegar a Madera
cuando la carne empezó a oler mal en las cámaras frigiríficas
debido al fallo de las dínamos. Desgraciadamente,
un marinero distraído, en vez del agua de las sentinas,
bombeó casi todo el agua fresca. Quedaba aún para beber,
pero ya no había suficiente para las calderas. Por lo tanto,
tuvimos que emplear agua salada para las máquinas, y de esta forma
se nos volvieron a taponar los tubos con la sal. Limpiarlos
llevó mucho tiempo. Siete veces hubo que hacerlo.
Luego se produjo una avería en la sala de máquinas. También
la reparamos, riéndonos por dentro. El "Oskawa"
se arrastró lentamente hasta Madera. Allí
no había modo de hacer reparaciones de tanta envergadura
como las que necesitábamos. Sólo tomamos
un poco de agua, algunos fanales y aceite para ellos. Las dínamos
eran, al parecer, inservibles y por consiguiente
no funcionaba el sistema de refrigeración y el hedor
de la carne congelada ya en descomposición llegó a ser insoportable para nuestros
nervios alterados. El capitán,
cuando se paseaba a bordo siempre llevaba una pistola, lo que constituía
una ofensiva muestra de desconfianza. Uno de nosotros,
fuera de sí por trato tan indigno,
soltó un chorro de vapor por los tuvos refrigeradores
para que aquella maldita carne
al menos se cociera. Y aquella tarde
la tripulación entera permaneció sentada, calculando, diligente,
lo que le costaría la carga a la United States. Antes de que acabara el viaje
logramos incluso mejorar nuestra marca: ante la costa de Holanda,
se nos acabó pronto el combustible y,
con grandes gastos, tuvimos que ser remolcados hasta Hamburgo.
Aquella carne maloliente aún causó a nuestro capitán
muchas preocupaciones. El barco
fue desguazado. Nosotros pensábamos
que hasta un niño podría comprender
que nuestra paga era realmente pequeña.
Coplas de "Mackie Cuchillo"
Y el tiburón tiene dientes
y a la cara los enseña,
y Mackie tiene un cuchillo
pero no hay quien se lo vea.
El tiburón, cuando ataca,
tinta en sangre sus aletas,
Mackie en cambio lleva guantes
para ocultar sus faenas.
Un luminoso domingo,
un muerto en la playa encuentran,
y el que ha doblado la esquina
en ese instante, ¿quién era?
Schmul Meier, como otros ricos,
se ha esfumado de la tierra.
Cuchillo tiene su pasta
pero nadie lo demuestra.
Se ha encontrado a Jenny Towler
de una cuchillada muerta.
Cuchillo, que está en el puerto,
parece que ni se entera.
En el incendio, un anciano
y siete niños se queman.
Mackie está entre los mirones
pero nadie le molesta.
La viuda, menor de edad,
cuyo nombre mucho suena,
amanece violada.
Mackie, ¿quién paga la cuenta?
Los peces desaparecen
y los fiscales, con pena,
al tiburón por fin llaman
a que a juicio comparezca.
Y el tiburón nada sabe,
y al tiburón, ¿quién se acerca?
Un tiburón no es culpable
mientras nadie lo demuestra.
(1929, de "La ópera de los cuatro cuartos")
Canción de Jenny la de los piratas
1
Señores: hoy me ven fregar vasos
y soy yo quien les hace la cama.
Gracias les doy si me dan propina,
andrajosa de hotel andrajoso.
Pero ustedes no saben con quien hablan.
Una tarde en el puerto habrá gritos
y se dirán: "¿Qué gritos son esos?"
Me verán sonreír mientras friego
y se dirán: "¿Por qué se sonríe?"
Y un barco con ocho velas
y con cincuenta cañones
habrá atracado en el muelle.
2
Ellos me dicen: "¡Vete a fregar!"
Y me dan la propina y la tomo.
Las camas les haré, qué remedio.
(Pero esa noche no dormirán.)
Pues por la tarde oirán en el puerto
un estruendo y dirán: "¿Qué estruendo es ése?"
Me verán asomarme a la ventana
y dirán: "¡Qué sonrisa tan rara!"
Y el barco con ocho velas
y con cincuenta cañones
bombardeará la ciudad.
3
Señores: se acabó ya la risa.
Porque todos los muros caerán,
será arrasada vuestra ciudad,
menos un pobre hotel andrajoso.
Preguntarán: "¿Quién vive en este hotel?"
Y me verán salir por la mañana,
y dirán: "¡Era ella quien vivía!"
Y el barco con ocho velas
y con cincuenta cañones
empavesará sus mástiles.
4
Y a mediodía desembarcarán
cien hombres. Y vendrán, ocultándose,
de puerta a puerta, agarrando a todos.
Ante mí los traerán con cadenas,
y me preguntarán: "¿A quién matamos?"
Y habrá un silencio grande en el puerto
al preguntarme quién debe morir.
Se oirá entonces mi voz diciendo: "¡Todos!",
y "¡Hurra!", a cada cabeza que caiga.
Y el barco con ocho velas
y con cincuenta cañones
conmigo zarpará.
(1929, de "La ópera de cuatro cuartos")
Romance final de "La ópera de cuatro cuartos"
Y aquí, para acabar bien,
todo junto está en el saco.
Si hay dinero, no hay problema:
el final no es nunca malo.
Que pesca en río revuelto
dice Fulano a Zutano.
Pero, al fin, los dos se comen
el pan del pobre, abrazados.
Pues unos están en sombra,
y otros bien iluminados.
Se ve a los que da la luz,
pero a los otros, ni caso.
(1929)
Canción de los poetas líricos
(Cuando en el primer tercio del siglo XX,
no se pagaba ya nada por las poesías)
Esto que vais a leer está en verso.
Lo digo porque acaso no sabéis
ya lo que es un verso ni un poeta.
En verdad, no os portasteis muy bien con nosotros.
¿No habéis notado nada? ¿Nada tenéis que preguntar?
¿No observasteis que nadie publicaba ya versos?
¿Y sabéis la razón? Os la voy a decir:
Antes, los versos se leían y pagaban.
Nadie paga ya por la poesía.
Por eso hoy no se escribe. Los poetas preguntan:
"¿Quién la lee?" Mas también se preguntan: "¿Quién la paga?"
Si no pagan, no escriben. A tal situación los habéis reducido.
Pero ¿por qué?, se pregunta el poeta. ¿Qué falta he cometido?
¿No hice siempre lo que me exigían los que me pagaban?
¿Acaso no he cumplido mis promesas?
Y oigo decir a los que pintan cuadros
que ya no se compra ninguno. Y los cuadros también
fueron siempre aduladores; hoy yacen en el desván...
¿Qué tenéis contra nosotros? ¿Por qué no queréis pagar?
Leemos que os hacéis cada día más ricos...
¿Acaso no os cantamos, cuando teníamos
el estómago lleno, todo lo que disfrutabais en la tierra?
Así lo disfrutabais otra vez: la carne de vuestras mujeres,
la melancolía del otoño, el arroyo, sus aguas bajo la luna...
Y el dulzor de vuestras frutas. El rumor de las hojas al caer.
Y de nuevo la carne de vuestras mujeres. Y lo invisible
sobre vosotros. Y hasta el recuerdo del polvo
en que os habéis de transformar al final.
Pero no es sólo esto lo que pagabais gustosos. Lo que escribíamos
sobre aquellos que no se sientan como vosotros en sillas de oro,
también nos lo pagabais siempre. ¡Cuántas lágrimas enjugamos!
¡Cuántas veces consolamos a quienes vosotros heríais!
Mucho hemos trabajado para vosotros. Jamás nos negamos.
Siempre nos sometimos. Lo más que decíamos era "¡Pagadlo!"
¡Cuántos crímenes hemos cometido así por vosotros! ¡Cuántos crímenes!
¡Y siempre nos conformábamos con las sobras de vuestra comida!
Ay, ante vuestros carros hundidos en sangre y porquería
nosotros siempre uncimos nuestras grandes palabras.
A vuestro corral de matanzas le llamamos "campo del honor",
y "hermanos de labios largos" a vuestros cañones.
En los papeles que pedían impuestos para vosotros
hemos pintado los cuadros más maravillosos.
Y declamando nuestros cantos ardientes
siempre os volvieron a pagar los impuestos.
Hemos estudiado y mezclado las palabras como drogas,
aplicando tan sólo las mejores, las más fuertes.
Quienes las tomaron de nosotros, se las tragaron,
y se entregaron a vuestras manos como corderos.
A vosotros os hemos comparado sólo con aquellos que os placía.
En general, con los que fueron también celebrados injustamente
por quienes los calificaban de mecenas sin tener nada caliente en el estómago.
Y furiosamente perseguimos a vuestros enemigos con poesías como puñales.
¿Por qué, de pronto, dejáis de visitar nuestros mercados?
¡No tardéis tanto en comer! ¡Se nos enfrían las sobras!
¿Por qué no nos hacéis más encargos? ¿Ni un cuadro? ¿Ni una loa siquiera?
¿Es que os creéis agradables tal como sois?
¡Tened cuidado! ¡No podéis prescindir de nosotros!
¡Ojalá supiéramos cómo atraer
vuestras miradas hacia nosotros!
Creednos, señores: hoy seríamos más baratos.
Pero no podemos regalarles nuestros cuadros y versos.
Cuando empecé a escribir esto que leéis -¿lo estáis leyendo?-
me propuse que todos los versos rimaran.
Pero el trabajo me parecía excesivo, lo confieso a disgusto,
y pensé: ¿Quién me lo pagará? Decidí dejarlo.
(1931)
Canción del comerciante
Río abajo hay arroz,
río arriba la gente necesita arroz.
Si lo guardamos en los silos,
más caro les saldrá luego el arroz.
Los que arrastran las barcas recibirán aún menos.
Y tanto más barato será para mí.
Pero ¿qué es el arroz realmente?
¡Yo qué sé lo que es el arroz!
¡Yo qué sé quién lo sabrá!
Yo no sé lo que es el arroz.
No sé más que su precio.
Se acerca el invierno, la gente necesita ropa.
Es preciso, pues, comprar algodón
y no darle salida.
Cuando el frío llegue, encarecerán los vestidos.Las hilanderías pagan jornales excesivos.
En fin, hay demasiado algodón.
Pero ¿qué es realmente el algodón?
¡Yo qué sé lo que es el algodón!
¡Yo qué sé quién lo sabrá!
Yo no sé lo que es el algodón.
No sé más que su precio.
El hombre necesita abundante comida
y ello hace que el hombre salga más caro.
Para hacer alimentos se necesitan hombres.
Los cocineros abaratan la comida,
pero la ponen cara los mismos que la comen.
En fin, son demasiado escasos los hombres.
Pero ¿qué es realmente un hombre?
¡Yo qué sé lo que es un hombre!
¡Yo qué sé quién lo sabrá!
Yo no sé lo que es un hombre.
No sé más que su precio.
(1930)
De todos los objetos
De todos los objetos los que más amo
son los usados. Las vasijas de cobre con abolladuras y bordes aplastados,
los cuchillos y tenedores cuyos mangos de madera
han sido cogidos por muchas manos. Éstas son las formas
que me parecen más nobles. Esas losas en torno a viejas casas,
desgastadas de haber sido pisadas tantas veces,
esas losas entre las que crece la hierba, me parecen objetos felices.
Impregnados de uso de muchos,
a menudo transformados, han ido perfeccionando sus formas y se han hecho preciosos
porque han sido apreciados muchas veces.
Me gustan incluso los fragmentos de las esculturas
con los brazos cortados. Vivieron
también para mí. Cayeron porque fueron trasladadas;
si las derribaron, fue porque no estaban muy altas.
Las construcciones casi en ruinas
parecen todavía proyectos sin acabar,
grandiosos; sus bellas medidas
pueden ya imaginarse, pero aún necesitan
de nuestra comprensión. Y, además,
ya sirvieron, ya fueron superadas incluso. Todas estas cosas me hacen feliz.
(1932)
Loa de la dialéctica
Con paso firme se pasea hoy la injusticia.
Los opresores se disponen a dominar otros diez mil años más.
La violencia garantiza: "Todo seguirá igual."
No se oye otra voz que la de los dominadores,
y en el mercado grita la explotación: "Ahora es cuando empiezo."
Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora:
"Jamás se logrará lo que queremos".
Quien aún esté vivo no diga "jamás".
Lo firme no es firme.
Todo no seguirá igual.
Cuando hayan hablado los que dominan,
hablarán los dominados.
¿Quién puede atreverse a decir "jamás"?
¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros.
¿De quién que se acabe? De nosotros también.
¡Que se levante aquel que está abatido!
¡Aquel que está perdido, que combata!
¿Quién podrá contener al que conoce su condición?
Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana
y el jamás se convierte en hoy mismo.
(1932)
Loa de la duda
¡Loada sea la duda! Os aconsejo que saludéis
serenamente y con respeto
a aquel que pesa vuestra palabra como una moneda falsa.
Quisiera que fueseis avisados y no dierais
vustra palabra demasiado confiadamente.
Leed la historia. Ved
a ejércitos invencibles en fuga enloquecida.
Por todas partes
se derrumban fortalezas indestructibles,
y de aquella Armada innumerable al zarpar
podían contarse
las naves que volvieron.
Así fue como un hombre ascendió un día a la cima inaccesible,
y un barco logró llegar
al confín del mar infinito.
¡Oh hermoso gesto de sacudir la cabeza
ante la indiscutible verdad!
¡Oh valeroso médico que cura
al enfermo ya desahuciado!
Pero la más hermosa de todas las dudas
es cuando los débiles y desalentados levantan su cabeza
y dejan de creer
en la fuerza de sus opresores.
¡Cuánto esfuerzo hasta alcanzar el principio!
¡Cuántas víctimas costó!
¡Qué difícil fue ver
que aquello era así y no de otra forma!
Suspirando de alivio, un hombre lo escribió un día en el libro del saber.
Quizá siga escrito en él mucho tiempo y generación tras generación
de él se alimenten juzgándolo eterna verdad.
Quizá los sabios desprecien a quien no los conozca.
Pero puede ocurrir que surja una sospecha, que nuevas experiencias
hagan conmoverse al principio. Que la duda se despierte.
Y que, otro día, un hombre, gravemente,
tache el principio del libro del saber.
.....................................................................................................
Instruido
por impacientes maestros, el pobre oye
que es éste el mejor de los mundos, y que la gotera
del techo de su cuarto fue prevista por Dios en persona.
Verdaderamente, le es difícil
dudar de este mundo.
Bañado en sudor, se curva el hombre construyendo la casa en que no ha de vivir.
Pero también suda a mares el hombre que construye su propia casa.
Son los irreflexivos los que nunca dudan.
Su digestión es espléndida, su juicio infalible.
No creen en los hechos, sólo creen en sí mismos. Los argumentos
los escuchan con oídos de espía.
Frente a los irreflexivos, que nunca dudan,
están los reflexivos, que nunca actúan.
No dudan para llegar a la decisión. Las cabezas
sólo las utilizan para sacudirlas. Con aire grave
advierten contra el agua a los pasajeros de naves hundiéndose.
Bajo el hacha del asesino,
se preguntan si acaso el asesino no es un hombre también.
Tras observar, refunfuñando,
que el asunto no está del todo claro, se van a la cama.
Su actividad consiste en vacilar.
Su frase favorita es: "No está listo para sentencia."
Por eso, si alabáis la duda,
no alabéis, naturalmente,
la duda que es desesperación.
¿De qué le sirve poder dudar
a quien no puede decidirse?
Puede actuar equivocadamente
quien se contente con razones demasiado escasas,
pero quedará inactivo ante el peligro
quien necesite demasiadas.
Tú, que eres un dirigente, no olvides
que lo eres porque has dudado de los dirigentes.
Permite, por lo tanto, a los dirigidos
dudar.
Loa del estudio
¡Estudia lo elemental! Para aquellos
cuya hora ha llegado
no es nunca demasiado tarde.
¡Estudia el "abc"! No basta, pero
estúdialo. ¡No te canses!
¡Empieza! ¡Tú tienes que saberlo todo!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡Estudia, hombre en el asilo!
¡Estudia, hombre en la cárcel!
¡Estudia, mujer en la cocina!
¡Estudia, sexagenario!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡Asiste a la escuela, desamparado!
¡Persigue el saber, muerto de frío!
¡Empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡No temas preguntar, compañero!
¡No te dejes convencer!
¡Compruébalo tú mismo!
Lo que no sabes por ti,
no lo sabes.
Repasa la cuenta,
tú tienes que pagarla.
Apunta con tu dedo a cada cosa
y pregunta: "Y esto, ¿de qué?"
Estás llamado a ser un dirigente.
(1933)
O todos o ninguno
Esclavo, ¿quién te liberará?
Los que están en la sima más honda
te verán, compañero,
tus gritos oirán.
Los esclavos te liberarán.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Hambriento, ¿quién te alimentará?
Si tú quieres pan, ven con nosotros,
los que no lo tenemos.
Déjanos enseñarte el camino.
Los hambrientos te alimentarán.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Vencido, ¿quién te puede vengar?
Tú que padeces heridas,
únete a los heridos.
Nosotros, compañero, aunque débiles,
nosotros te podemos vengar.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Hombre perdido, ¿quién se arriesgará?
Aquel que ya no pueda soportar
su miseria, que se una a los que luchan
porque su día sea el de hoy
y no algún día que ha de llegar.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Preguntas a un obrero ante un libro
Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes,
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿Él sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II venció en la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la venció, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba sus gastos?
Una pregunta para cada historia.
(1934, del libro "Historias de almanaque", 1939)
A los hombres futuros
1
Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.
¡Qué tiempos estos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente por la calle,
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?
Es cierto que aún me gano la vida.
Pero, creedme, es pura casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por casualidad me he librado (Si mi suerte acabara, estaría perdido)
Me dicen: "¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!"
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.
Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia,
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
2
Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Mi pan lo comí entre batalla y batalla.
Entre los asesinos dormí. Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con impaciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos sin mí. Lo sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Escasas eran las fuerzas. La meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo que me fue concedido en la tierra.
3
Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.
Cambiábamos de país como de zapatos
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros con indulgencia.
(1938)
Canción alemana
Otra vez se oye hablar de tiempos de grandeza.
(Ana, no llores.)
El tendero nos fiará.
Otra vez se oye hablar del honor.
(Ana, no llores.)
No nos queda ya nada en la despensa.
Otra vez se oye hablar de victorias.
(Ana, no llores.)
A mí no me tendrán.
Ya desfila el ejército que ha de partir.
(Ana, no llores.)
Cuando vuelva
volveré bajo otras banderas.
Catón de guerra alemán
PARA LOS DE ARRIBA
hablar de comida es bajo.
Y se comprende porque
ya han comido.
Los de abajo tienen que irse del mundo
sin saber lo que es
comer buena carne.
Para pensar de dónde vienen
y a dónde van,
en las noches hermosas
están demasiado cansados.
Todavía no han visto
el vasto mar y la montaña
cuando ya su tiempo ha pasado.
Si los que viven abajo
no piensan en la vida de abajo,
jamás subirán.
EL PAN DE LOS HAMBRIENTOS HA SIDO COMIDO.
La carne ya ni se huele. En vano
se ha derramado el sudor del pueblo.
Los laureles
han sido talados.
De las chimeneas de las fábricas de municiones
sale humo.
EL PINTOR DE BROCHA GORDA* HABLA DE GRANDES TIEMPOS VENIDEROS
Los bosques crecen todavía.
Los campos son fértiles todavía.
Las ciudades están en pie todavía.
Los hombres respiran todavía.
* Adolf Hitler
EN EL CALENDARIO AÚN NO HA SIDO SEÑALADO EL DÍA.
Todos los meses, todos los días
están libres aún. A uno de los días
le harán una cruz.
LOS TRABAJADORES GRITAN POR EL PAN.
Los comerciantes gritan por los mercados.
Padecía hambre el parado. Ahora
padece hambre quien trabaja.
Las manos que colgaban inútiles vuelven a moverse:
tornean granadas.
LOS QUE ROBAN LA CARNE DE LA MESA
predican resignación.
Aquellos a los que están destinados los dones
exigen espíritu de sacrificio.
Los hartos hablan a los hambrientos
de los grandes tiempos que vendrán.
Los que llevan la nación al abismo
afirman que gobernar es demasiado difícil
para el hombre sencillo.
LOS DE ARRIBA DICEN: LA PAZ Y LA GUERRA
son de naturaleza distinta.
Pero su paz y su guerra
son como viento y tormenta.
La guerra nace de su paz
como el hijo de la madre.
Tiene
sus mismos rasgos terribles.
Su guerra mata
lo que sobrevive
a su paz.
CUANDO EL PINTOR DE BROCHA GORDA HABLA DE PAZ POR LOS ALTAVOCES
los trabajadores miran el grueso firme
de las autopistas que están haciendo,
y ven
que es para tanques pesados.
El pintor de brocha gorda habla de paz.
Irguiendo sus espaldas doloridas,
las grandes manos apoyadas en cañones
le escuchan los fundidores.
Los pilotos de los bombarderos aminoran la marcha de los motores
y oyen
hablar de paz al pintor de brocha gorda.
Los leñadores están a la escucha en los bosques silenciosos,
los campesinos dejan los arados y se llevan la mano a la oreja,
se detienen las mujeres que les llevan la comida:
hay un coche con altavoces en el campo de labor. Por ellos
se oye al pintor de brocha gorda exigir la paz.
CUANDO LOS DE ARRIBA HABLAN DE PAZ
el pueblo llano sabe
que habrá guerra.
Cuando los de arriba maldicen la guerra,
ya están escritas las hojas de movilización.
LOS DE ARRIBA
se han reunido en una sala.
Hombre de la calle:
escribe tu testamento.
HOMBRE DE CHAQUETA RAÍDA:
en las fábricas textiles
están tejiendo para ti un capote
que nunca romperás.
Hombre que vas al trabajo caminando durante horas
con tus zapatos destrozados: el coche
que te están fabricando
llevará una coraza de hierro.
En tu hogar hace falta un envase de leche
y estás fundiendo una gran botella, fundidor,
que no será para la leche. ¿Quién
beberá en ella?
ES DE NOCHE
Las parejas
van a la cama. Las mujeres jóvenes
parirán huérfanos.
EN EL MURO HABÍAN ESCRITO CON TIZA:
quieren la guerra.
Quien lo escribió
ya ha caído.
LOS DE ARRIBA DICEN:
éste es el camino de la gloria.
Los de abajo dicen:
éste es el camino de la tumba.
LA GUERRA QUE VENDRÁ
no es la primera. Hubo
otras guerras.
Al final de la última
hubo vencedores y vencidos.
Entre los vencidos, el pueblo llano
pasaba hambre. Entre los vencedores
el pueblo llano la pasaba también.
LOS DE ARRIBA DICEN: EN EL EJÉRCITO
todos somos iguales.
Por la cocina sabréis
si es verdad.
En los corazones
debe haber el mismo valor. Pero
en los platos hay
dos clases de rancho.
LOS TÉCNICOS ESTÁN
inclinados sobre las mesas de dibujo:
una cifra equivocada, y las ciudades del enemigo
se salvarán de la destrucción.
DE LAS BIBLIOTECAS
salen los asesinos.
Estrechando contra sí a los niños,
las madres vigilan el cielo con terror
a que aparezcan en él los descubrimientos de los sabios.
EN EL MOMENTO DE MARCHAR, MUCHOS NO SABEN
que su enemigo marcha al frente de ellos.
La voz que les manda
es la voz de su enemigo.
Quien habla del enemigo,
él mismo es enemigo.
GENERAL, TU TANQUE ES MÁS FUERTE QUE UN COCHE
Arrasa un bosque y aplasta a cien hombres.
Pero tiene un defecto:
necesita un conductor.
General, tu bombardero es poderoso.
Vuelas más rápido que la tormenta y carga más que un elefante.
Pero tiene un defecto:
necesita un piloto.
General, el hombre es muy útil.
Puede volar y puede matar.
Pero tiene un defecto:
puede pensar.
CUANDO EMPIECE LA GUERRA,
quizá vuestros hermanos se transformen
hasta que no se reconozcan ya sus rostros.
Pero vosotros debéis seguir siendo los mismos.
Irán a la guerra, no
como a una matanza, sino
como a un trabajo serio. Todo
lo habrán olvidado.
Pero vosotros no debéis olvidar nada.
Os echarán aguardiente en la garganta,
como a los demás.
Pero vosotros debéis manteneros serenos.
EL FÜHRER OS DIRÁ: LA GUERRA
dura cuatro semanas. Cuando llegue el otoño
estaréis de vuelta. Pero
vendrá el otoño y pasará,
vendrá de nuevo y pasará muchas veces, y vosotros
no estaréis de vuelta.
El pintor de brocha gorda os dirá: las máquinas
lo harán todo por vosotros. Sólo unos pocos
tendrán que morir. Pero
moriréis a cientos de miles, nunca
se habrá visto morir a tantos hombres.
Cuando me digan que estáis en el Cabo Norte,
y en Italia, y en el Transvaal, sabré
dónde encontrar un día vuestras tumbas.
CUANDO EL TAMBOR EMPIECE SU GUERRA,
vosotros debéis continuar la vuestra.
Verá ante sí enemigos, pero,
al volverse, deberá ver también
enemigos detrás:
cuando empiece la guerra
no debe ver sino enemigos en torno.
Todo aquel que avance
empujado por los agentes de las S.S.,
debe avanzar contra él.
Las botas serán malas, pero aunque fueran
del mejor cuero, son sus enemigos
quienes deben marchar dentro de ellas.
Vuestro rancho será poco, pero aunque fuera abundante,
no os debe gustar.
Que los agentes de las S.S. no puedan dormir.
Que tengan que controlar arma a arma
para ver si están cargadas. Y que tengan que controlar
si controlan sus controladores.
Todo lo que vaya hacia él debe ser destruido, y todo
lo que venga de él, contra él hay que volverlo.
Valeroso será quien combata contra él.
Sabio será quien frustre sus planes.
Sólo quien le venza salvará a Alemania.
(1937-38)
Meditaciones sobre la duración del exilio
1
No pongas ningún clavo en la pared,
tira sobre una silla tu chaqueta.
¿Vale la pena preocuparse por cuatro días?
Mañana volverás.
No te molestes en regar el arbolillo.
¿Para qué vas a plantar otro árbol?
Antes de que llegue a la altura de un escalón
alegre partirás de aquí.
Cálate el gorro si te cruzas con gente.
¿Para qué hojear una gramática extranjera?
La noticia que te llame a tu casa
vendrá escrita en idioma conocido.
Del mismo modo que la cal cae de las vigas
(no te esfuerces por impedirlo),
caerá también la alambrada de la violencia
erigida en la frontera
contra la injusticia.
2
Mira este clavo que pusiste en la pared.
¿Cuándo crees que volverás?
¿Tú quieres saber lo que crees tú en el fondo?
Día a día
trabajas por la liberación,
escribes sentado en tu cuarto.
¿Quieres saber lo que piensas de tu trabajo?
Mira el pequeño castaño en el rincón del patio
al que un día llevaste una jarra de agua.
(1939)
Primavera de 1938
Hoy, domingo de Resurrección, muy de mañana
una nevasca azotó de repente la isla.
Había nieve entre los setos verdes. Mi hijo
me llevó hasta un albaricoquero pegado a la tapia de la casa
apartándome de una poesía en la que denunciaba
a quienes preparaban una guerra que
al continente, a la isla, a mi pueblo, a mi familia y a mí
se nos puede tragar. En silencio,
cubrimos con un saco
el árbol a punto de helarse.
Visita a los poetas desterrados
Cuando, en sueños, entró en la cabaña de los poetas
desterrados, situada junto a la que habitan
los maestros desterrados -de ella le llegaron
risas y discusiones-, apareció en la puerta
Ovidio y le dijo bajando la voz:
"Mejor que no te sientes todavía. No has muerto aún. Quién sabe
si todavía volverás a casa. Y sin que cambie nada
sino tú mismo." Mas, con una mirada consoladora,
Po Chu-i se acercó y, sonriendo, dijo: "El rigor
se lo ha ganado todo el que citó una sola vez la injusticia."
Y su amigo Tu-fu dijo, tranquilo: "¿Comprendes? El destierro
no es el lugar donde se olvida la soberbia." Pero, más terrenal,
se acercó el andrajoso Villon y preguntó: "¿Cuántas
puertas tiene la casa donde vives?" Y Dante, cogiéndole del brazo,
le llevó aparte, murmurándole: "Esos versos tuyos
están llenos de imperfecciones, amigo, piensa
que todo está contra ti." Y Voltaire le gritó desde lejos:
"¡Preocúpate del dinero o te matan de hambre!"
"¡Y mezcla alguna que otra broma!", gritó Heine. "Es inútil",
gruñó Shakespeare. "Cuando llegó el rey Jacobo
tampoco yo pude escribir más." "Si llegas al proceso,
búscate un sinvergüenza de abogado", clamó Eurípides,
"porque él conocerá los agujeros de la red de las leyes." La carcajada
duraba todavía, cuando de un oscuro rincón
llegó un grito: "Eh, tú, ¿también se saben
de memoria tus versos?" "¿Y se salvarán de la persecución
los que se los saben?" "Ésos", dijo Dante en voz baja,
"son los olvidados. No sólo
los cuerpos, sino también las obras les destruyen."
Cesaron las risas. Nadie se atrevía a mirar. El recién llegado
se había puesto pálido.
1940
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender matemáticas?
¿Para qué?, quisiera contestarle. De que dos pedazos de pan son más que uno
ya te darás cuenta.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender francés?
¿Para qué?, quisiera contestarle. Esa nación se hunde.
Señálate la boca y la tripa con la mano,
que ya te entenderán.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender historia?
¿Para qué?, quisiera contestarle. Aprende a esconder la cabeza en la tierra
y acaso te salves.
¡Sí, aprende matemáticas, le digo,
aprende francés, aprende historia!
1941
Huyendo de mis compatriotas
he llegado a Finlandia. Amigos
que ayer no conocía disponen camas para mí
en un cuarto limpio. Por la radio
oigo las noticias sobre el triunfo de la escoria humana. Con curiosidad
considero el mapa de la tierra. Arriba, por Laponia,
hacia el mar Ártico, todavía veo una pequeña puerta.
El regreso
Mi ciudad natal, ¿cómo la encontraré?
Siguiendo los enjambres de bombarderos
he vuelto a casa.
¿Y dónde está mi casa? Allí donde se ven
las inmensas montañas de humo.
Aquella que está ardiendo,
aquélla es.
Mi ciudad natal, ¿cómo me recibió?
Van ante mí los bombarderos. Mortales enjambres
os anuncian mi regreso. Al hijo
le preceden incendios.
¿Qué recibió la mujer del soldado?
¿Qué recibió la mujer del soldado
desde Praga, la vieja capital?
De Praga recibió un par de zapatos,
un saludo y zapatos de tacón.
..........Eso de Praga recibió.
¿Qué recibió la mujer del soldado
de Varsovia, cruzada por el Vístula?
Recibió de Varsovia una camisa
de lino con un hermoso color.
..........Eso de Varsovia recibió.
¿Qué recibió la mujer del soldado
desde Oslo, bañada por el Sund?
De Oslo recibió un cuello de piel,
un buen regalo de Oslo recibió.
..........Eso de Oslo recibió.
¿Qué recibió la mujer del soldado
de la rica ciudad de Rotterdam?
Un hermoso sombrero recibió
¡y qué bien sienta un sombrero holandés!
..........Eso de Holanda recibió.
¿Qué recibió la mujer del soldado
desde Bruselas, la bella ciudad?
De Bruselas, preciosos encajes,
lo que toda mujer siempre soñó.
..........Eso de Bruselas recibió.
¿Qué recibió la mujer del soldado
desde Trípoli, en la Libia lejana?
De Libia, una cadena y amuletos,
la cadena de cobre recibió.
..........Eso de Libia recibió.
¿Qué recibió la mujer del soldado
desde Rusia, el país interminable?
El velo de viuda recibio
de Rusia para ir al funeral.
..........Eso de Rusia recibió.
(De "Schweyk en la Segunda Guerra Mundial", 1942)
(Sacado de "Bertolt Brecht. Poemas y Canciones", Biblioteca Breve. Alianza Editorial. Madrid, 2001)
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