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ELVIO ROMERO (1926-2004)
Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Edad : 63
- Mensaje n°751
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
Claro que lo sé, y yo, agradecida, creo que también lo sabes.
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
"Mafalda"
Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Edad : 63
- Mensaje n°752
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
CALÍ
(A Calí, estafeta)
¿Calí, Calí su nombre,
así tan breve como es ella misma,
como raíz quebrada, como cántaro de agua,
como un aire de lluvia? Es todo cuanto nombra
a esta niña-muchacha
que nos huele a palmera por ahora,
a arroyo manso, a densidad de arena,
a culantrillo tierno todavía . . .
Nunca nos dio su nombre
como si fuera a equivocar un paso
o le urgiera el secreto; y nadie sabe
porqué ese gesto
de haber llegado aquí,
de ser niña o mujer según fuera el minuto
de luchar o reir o cantar juntos.
Adolescente apenas
-con una calidez de rosa impúber
y una mirada lánguida de silvestre silencio-
trajina entre soldados su figura,
su risa breve, resedá entreabierta,
de quien apenas cuenta los años de su vida.
Ella es quien sale al valle,
al arenal de los senderos largos,
a recoger los ecos del sigilo enemigo
con riesgo de caer como un lucero,
y todo en ella es albo y leve
y tierno,
cuando prende a las trenzas un clavel encarnado
y a su andar un susurro caminero . . .
Desconociendo cómo
llegó hasta aquí, es ahora entre nosotros como cualquiera,
como quien queda de repente mudo
o quien se asombra ante un cantar,
como quien se ríe de un buen decir de campesinos
o anuda su tristeza en gesto adusto.
Niña o mujer, según fuera el minuto . . .
Nunca nos dio su nombre
ni huella alguna de su vida, nada
que diera a conocer lo más trémulo suyo,
y así, casi ignorada entre nosotros, tiene
perfume de palmera,
de arroyo manso y densidad de arena,
de culantrillo tierno todavía. . .
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
CALÍ
(A Calí, estafeta)
¿Calí, Calí su nombre,
así tan breve como es ella misma,
como raíz quebrada, como cántaro de agua,
como un aire de lluvia? Es todo cuanto nombra
a esta niña-muchacha
que nos huele a palmera por ahora,
a arroyo manso, a densidad de arena,
a culantrillo tierno todavía . . .
Nunca nos dio su nombre
como si fuera a equivocar un paso
o le urgiera el secreto; y nadie sabe
porqué ese gesto
de haber llegado aquí,
de ser niña o mujer según fuera el minuto
de luchar o reir o cantar juntos.
Adolescente apenas
-con una calidez de rosa impúber
y una mirada lánguida de silvestre silencio-
trajina entre soldados su figura,
su risa breve, resedá entreabierta,
de quien apenas cuenta los años de su vida.
Ella es quien sale al valle,
al arenal de los senderos largos,
a recoger los ecos del sigilo enemigo
con riesgo de caer como un lucero,
y todo en ella es albo y leve
y tierno,
cuando prende a las trenzas un clavel encarnado
y a su andar un susurro caminero . . .
Desconociendo cómo
llegó hasta aquí, es ahora entre nosotros como cualquiera,
como quien queda de repente mudo
o quien se asombra ante un cantar,
como quien se ríe de un buen decir de campesinos
o anuda su tristeza en gesto adusto.
Niña o mujer, según fuera el minuto . . .
Nunca nos dio su nombre
ni huella alguna de su vida, nada
que diera a conocer lo más trémulo suyo,
y así, casi ignorada entre nosotros, tiene
perfume de palmera,
de arroyo manso y densidad de arena,
de culantrillo tierno todavía. . .
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°753
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
TEMPLE
No, no vivirán de rodillas
los hombres bravos,
agachada la cerviz,
los ímpetus doblegados.
Podrá ser, podrá quebrarles
la sed un minuto el labio, el agua
faltarles acaso, el aire; podrá ser que el aire mismo les falte
en el trance aciago, todo el viento
ya un cordón desesperado, sangre seca,
pero jamás doblegarlos!
Tal vez cárceles, en negras
duras cárceles acaso, fríamente
desollar su piel, su pulso, pero nunca
someterlos y domarlos, tal vez se sientan sangrantes
sobre maderos clavados, tal vez
en cárceles bárbaras. . .
¡pero no desesperarlos!
¿De rodillas? ¡No! ¡Son hombres
de músculo temerario, el ademán poderoso
y libre de los asaltos, fuerza enérgica, segura,
de ardor desencadenado,
el grito, el puño guerrero, la redentora protesta
que jamás serán domados!
¡Ni en la vida ni en la muerte,
habrá quien pueda doblarlos!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
TEMPLE
No, no vivirán de rodillas
los hombres bravos,
agachada la cerviz,
los ímpetus doblegados.
Podrá ser, podrá quebrarles
la sed un minuto el labio, el agua
faltarles acaso, el aire; podrá ser que el aire mismo les falte
en el trance aciago, todo el viento
ya un cordón desesperado, sangre seca,
pero jamás doblegarlos!
Tal vez cárceles, en negras
duras cárceles acaso, fríamente
desollar su piel, su pulso, pero nunca
someterlos y domarlos, tal vez se sientan sangrantes
sobre maderos clavados, tal vez
en cárceles bárbaras. . .
¡pero no desesperarlos!
¿De rodillas? ¡No! ¡Son hombres
de músculo temerario, el ademán poderoso
y libre de los asaltos, fuerza enérgica, segura,
de ardor desencadenado,
el grito, el puño guerrero, la redentora protesta
que jamás serán domados!
¡Ni en la vida ni en la muerte,
habrá quien pueda doblarlos!
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se acaba la diversión”.
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"Mafalda"
Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°754
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
DE BRUCES
Cuando cayó, todavía
resonaba en los robledos
-"¿Quiénes, al fin, qué traidores,
quiénes, qué verdugos fueron?. . ."
El muchacho avanzó en sombras,
braceando en el silencio,
como bebiendo el respiro
de bruces sobre su pecho,
como tocando la noche
de murmullos estrelleros.
- ¿Quiénes, al fin, qué traidores,
quiénes, qué verdugos fueron
los que dejaron al campo
como res de animal muerto,
sin vida nuestros solares,
nuestros surcos chacareros,
vacíos los tabacales,
los cañaverales muertos?
El muchacho avanzó en sombras,
de bruces sobre su pecho,
como quemando los ojos
de preguntar al desierto,
de recoger los carbones
turbios de cada repecho,
de chamuscarse en las hierbas,
de revistarse por dentro.
-¿Quiénes, al fin, nos dejaron
con la voluntad latiendo
capaz de arrancar un monte
con las riendas de los dedos;
quienes nos fueron vejando
hasta dejar nuestro aliento
como una brasa caliente
adherida a nuestro cuerpo?
El muchacho avanzó en sombras,
braceando en el silencio,
desteñida la maraña
morena de sus cabellos,
la faltriquera cargada
de ansiedad como de anhelos,
cerrando los ojos grandes
como dos pétalos negros,
como tocando la noche
de caminos estrelleros.
Cuando cayó, todavía
resonaba en los robledos:
-"¿Quiénes, al fin, qué traidores,
quiénes, qué verdugos fueron? , . . "
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
DE BRUCES
Cuando cayó, todavía
resonaba en los robledos
-"¿Quiénes, al fin, qué traidores,
quiénes, qué verdugos fueron?. . ."
El muchacho avanzó en sombras,
braceando en el silencio,
como bebiendo el respiro
de bruces sobre su pecho,
como tocando la noche
de murmullos estrelleros.
- ¿Quiénes, al fin, qué traidores,
quiénes, qué verdugos fueron
los que dejaron al campo
como res de animal muerto,
sin vida nuestros solares,
nuestros surcos chacareros,
vacíos los tabacales,
los cañaverales muertos?
El muchacho avanzó en sombras,
de bruces sobre su pecho,
como quemando los ojos
de preguntar al desierto,
de recoger los carbones
turbios de cada repecho,
de chamuscarse en las hierbas,
de revistarse por dentro.
-¿Quiénes, al fin, nos dejaron
con la voluntad latiendo
capaz de arrancar un monte
con las riendas de los dedos;
quienes nos fueron vejando
hasta dejar nuestro aliento
como una brasa caliente
adherida a nuestro cuerpo?
El muchacho avanzó en sombras,
braceando en el silencio,
desteñida la maraña
morena de sus cabellos,
la faltriquera cargada
de ansiedad como de anhelos,
cerrando los ojos grandes
como dos pétalos negros,
como tocando la noche
de caminos estrelleros.
Cuando cayó, todavía
resonaba en los robledos:
-"¿Quiénes, al fin, qué traidores,
quiénes, qué verdugos fueron? , . . "
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- Mensaje n°755
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
LA CARABINA
. . . aquella carabina que escuchaba,
como los hombres, lo que se decía,
lo que el vivac cobijaba en su manta
de hoguera repentina.
Parecía escuchar, en esas noches,
cuando un leño encendido mantenía
agrupados a todos, en un ruedo
de comunión tranquila.
Parecía escupir con temerario
desprecio cuando oía lo que oía,
esas bravas historias con que el pueblo
refiere su osadía.
La carabina fiera y obstinada,
la carabina en gesto de vigilia,
airosa en el fragor de los combates,
tierno en la varonía.
Esas bravas historias de castigos,
de pobres tierras, de albas oprimidas,
que sentíamos todos como afrentas
en plena carne viva.
Hasta palidecía al son de aquellas
historias de violencia enfebrecida,
historias de aguardientes y veneno
en jarras de agonía.
O de pronto, con gesto de muchacho
o de arriero en pendencia, se vestía
de un arrojado brillo revoltoso,
de coraje y de hombría.
Como si fuera el único callado,
el que sólo en silencio padecía,
se fue secando como un pobre anciano
de barba desteñida.
Hasta que ayer, como si nos dejara
junto al vivac que levemente ardía,
lo encontramos, partido en dos el caño,
como boca dormida.
El gatillo crispado, el gesto altivo,
buen amigo alineado en nuestras filas,
soldado vivo, atento a nuestros actos,
soldado en rebeldía!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
LA CARABINA
. . . aquella carabina que escuchaba,
como los hombres, lo que se decía,
lo que el vivac cobijaba en su manta
de hoguera repentina.
Parecía escuchar, en esas noches,
cuando un leño encendido mantenía
agrupados a todos, en un ruedo
de comunión tranquila.
Parecía escupir con temerario
desprecio cuando oía lo que oía,
esas bravas historias con que el pueblo
refiere su osadía.
La carabina fiera y obstinada,
la carabina en gesto de vigilia,
airosa en el fragor de los combates,
tierno en la varonía.
Esas bravas historias de castigos,
de pobres tierras, de albas oprimidas,
que sentíamos todos como afrentas
en plena carne viva.
Hasta palidecía al son de aquellas
historias de violencia enfebrecida,
historias de aguardientes y veneno
en jarras de agonía.
O de pronto, con gesto de muchacho
o de arriero en pendencia, se vestía
de un arrojado brillo revoltoso,
de coraje y de hombría.
Como si fuera el único callado,
el que sólo en silencio padecía,
se fue secando como un pobre anciano
de barba desteñida.
Hasta que ayer, como si nos dejara
junto al vivac que levemente ardía,
lo encontramos, partido en dos el caño,
como boca dormida.
El gatillo crispado, el gesto altivo,
buen amigo alineado en nuestras filas,
soldado vivo, atento a nuestros actos,
soldado en rebeldía!
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se acaba la diversión”.
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- Mensaje n°756
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
¡YUNTERO!
Luceros contra el lucero
caliente de la mañana,
de dos en dos, compañero!
I Apero al aire,
al sendero!
Sin paso de bueyes pobres
ni sudor de bestias tristes, sea sin ojos
de animal de matadero;
nada de vida de bueyes
ni de animales,
yuntero!
¡De cara al sol,
compañero!
Pero sin yugos, sin duras
ligaduras, vadeando la mañana
con picana de luceros,
sin castigos,
sin sudor negro, sin tiras
de coyunda el día entero!
¡Cara al sueño tempranero
de ver la tierra sin dueño
que es el sueño verdadero!
¡De cara al sol, compañero!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
¡YUNTERO!
Luceros contra el lucero
caliente de la mañana,
de dos en dos, compañero!
I Apero al aire,
al sendero!
Sin paso de bueyes pobres
ni sudor de bestias tristes, sea sin ojos
de animal de matadero;
nada de vida de bueyes
ni de animales,
yuntero!
¡De cara al sol,
compañero!
Pero sin yugos, sin duras
ligaduras, vadeando la mañana
con picana de luceros,
sin castigos,
sin sudor negro, sin tiras
de coyunda el día entero!
¡Cara al sueño tempranero
de ver la tierra sin dueño
que es el sueño verdadero!
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- Mensaje n°757
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
EN CIRCUNSTANCIAS AMARGAS
Te conocí, hombre del pueblo,
en circunstancias amargas.
Te encontré barro adentro,
como debiera ser, como somos nosotros,
como los que se asombran de su piel soleada,
en la tensión de la misma intemperie
de cuero verde
del bosque y la entrañable jornada. . .
Así fué nuestro encuentro.
Te relucía el tajo
de la miseria en el rostro, como el que deja un látigo
torrencial,
con el eco del nombre asordinado por la injuria
del hambre y de los años,
la vejación y el fardo de la desgracia.
Algo violenta había,
de verdad, en el fondo de tu mirada,
de ciego menosprecio de la vida
y la muerte en tu guitarra. ¡Y cómo
no había de haber esa alimaña,
si tu frente era sólo como un mapa
de fruncidos reveses, la red de recibir otras violencias
de agonía y tristeza anticipada!
Fiero ha sido el destino
aquí,
bajo las enramadas,
fiero el amanecer y tostador el sol de la mañana,
el caminar oscuro, desolador el monte
y la ración de pan acida y magra.
Así fue nuestro encuentro.
Nos corresponde ahora la pelea
juntos,
el afán tesonero, omnipotente,
de calentar las manos en la madrugada,
desahogarle el grito, el grito a tu instrumento
de madera sonora, de madera
medio quemada y medio bárbara!
¡Fiero el destino! ¡Fiero
el batallar ahora por la casa,
como hechos de la misma respiración rebelde
y de la misma esteva levantada,
con algo de menosprecio (¡trágicamente necesario
ahora!)
de la vida y la muerte en la guitarra!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
EN CIRCUNSTANCIAS AMARGAS
Te conocí, hombre del pueblo,
en circunstancias amargas.
Te encontré barro adentro,
como debiera ser, como somos nosotros,
como los que se asombran de su piel soleada,
en la tensión de la misma intemperie
de cuero verde
del bosque y la entrañable jornada. . .
Así fué nuestro encuentro.
Te relucía el tajo
de la miseria en el rostro, como el que deja un látigo
torrencial,
con el eco del nombre asordinado por la injuria
del hambre y de los años,
la vejación y el fardo de la desgracia.
Algo violenta había,
de verdad, en el fondo de tu mirada,
de ciego menosprecio de la vida
y la muerte en tu guitarra. ¡Y cómo
no había de haber esa alimaña,
si tu frente era sólo como un mapa
de fruncidos reveses, la red de recibir otras violencias
de agonía y tristeza anticipada!
Fiero ha sido el destino
aquí,
bajo las enramadas,
fiero el amanecer y tostador el sol de la mañana,
el caminar oscuro, desolador el monte
y la ración de pan acida y magra.
Así fue nuestro encuentro.
Nos corresponde ahora la pelea
juntos,
el afán tesonero, omnipotente,
de calentar las manos en la madrugada,
desahogarle el grito, el grito a tu instrumento
de madera sonora, de madera
medio quemada y medio bárbara!
¡Fiero el destino! ¡Fiero
el batallar ahora por la casa,
como hechos de la misma respiración rebelde
y de la misma esteva levantada,
con algo de menosprecio (¡trágicamente necesario
ahora!)
de la vida y la muerte en la guitarra!
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
LA VIOLENCIA QUE NOS TRAJERON
Y aquí estamos de nuevo todos
desvelando las carreteras,
los que tienen los ojos claros,
de agua marrón o azul luciérnaga,
los que salen de las marañas
enfebrecidas de la selva
y los hombres de las llanuras,
donde el verano es como cera
derretida bajo los troncos
purpúreos de las arboledas,
los hombres de tierra adentro
y los hombres de las fronteras.
El odio y la violencia muerden
desde hace tiempo estas arenas,
enloquecen los animales,
traen veneno a las praderas,
hacen oscuras las surgentes
y a nuestras reses parturientas
retorcerse sobre su vientre
abominando lo que engendran;
el odio que todo cubre,
la violencia que todo quema,
la violencia del enemigo
que nos vuelca en las carreteras.
Y allá están los enterradores
con su opresión y sus violencias,
agraviando nuestros palmares,
saqueando nuestras cosechas,
abriendo al extranjero toda
la grave y amarga madera
de las puertas de nuestra patria,
que es como la casa materna,
como la casa donde mañana
levantaremos nuestras fiestas,
La violencia que nos trajeron
la que ordenaron desde afuera,
tiene presagios rencorosos,
deja ceniza en las ojeras,
oprime los ojos del día
y ha soltado en la noche cadenas,
destrucción, castigo, muerte,
duros agravios, dura afrenta,
y hace que estemos aquí todos
desvelando las carreteras.
Pero llevamos entre las manos,
que han de lavar las horas negras,
alto fulgor, claveles rojos,
espigas de las sementeras,
un caliente y nuevo sendero
y un nuevo fruto y una tarea
tan ancha como los latidos
del corazón en esta empresa;
alto fulgor, claveles rojos,
espigas de las sementeras,
todo lo que soñamos, todo
cuanto encendió estas carreteras!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
LA VIOLENCIA QUE NOS TRAJERON
Y aquí estamos de nuevo todos
desvelando las carreteras,
los que tienen los ojos claros,
de agua marrón o azul luciérnaga,
los que salen de las marañas
enfebrecidas de la selva
y los hombres de las llanuras,
donde el verano es como cera
derretida bajo los troncos
purpúreos de las arboledas,
los hombres de tierra adentro
y los hombres de las fronteras.
El odio y la violencia muerden
desde hace tiempo estas arenas,
enloquecen los animales,
traen veneno a las praderas,
hacen oscuras las surgentes
y a nuestras reses parturientas
retorcerse sobre su vientre
abominando lo que engendran;
el odio que todo cubre,
la violencia que todo quema,
la violencia del enemigo
que nos vuelca en las carreteras.
Y allá están los enterradores
con su opresión y sus violencias,
agraviando nuestros palmares,
saqueando nuestras cosechas,
abriendo al extranjero toda
la grave y amarga madera
de las puertas de nuestra patria,
que es como la casa materna,
como la casa donde mañana
levantaremos nuestras fiestas,
La violencia que nos trajeron
la que ordenaron desde afuera,
tiene presagios rencorosos,
deja ceniza en las ojeras,
oprime los ojos del día
y ha soltado en la noche cadenas,
destrucción, castigo, muerte,
duros agravios, dura afrenta,
y hace que estemos aquí todos
desvelando las carreteras.
Pero llevamos entre las manos,
que han de lavar las horas negras,
alto fulgor, claveles rojos,
espigas de las sementeras,
un caliente y nuevo sendero
y un nuevo fruto y una tarea
tan ancha como los latidos
del corazón en esta empresa;
alto fulgor, claveles rojos,
espigas de las sementeras,
todo lo que soñamos, todo
cuanto encendió estas carreteras!
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
TRIBUTO EN GLORIA
Es éste el barro puro
de nuestro amor a América,
el arado profundo,
señero, con que alerta
un pueblo valeroso
su sangre y sus hogueras!
Con estos graves rostros sus yermos fecundamos,
con estos hombres bravos de estampido y pelea,
con estos combatientes corceles ocupamos
nuestro sitio en la empresa.
Con estos enlutados proyectiles reñidos,
con los claveles rojos que tiñen las banderas.
(Cuanto damos de aliento
como ardiente moneda,
de duro sacrificio,
de incendiada madera.)
¡Cuánto damos de arrojo y sol resuelto
a su trinchera!
Sangre de nuestras tierras, amigos, sangre parda
de este mapa cruzado de lágrimas sangrientas,
de este pequeño mapa de naranjos y noches
raídas destrozando su furia en las praderas,
contribución bravía que ofrecemos en cántaros
rebosantes del fuego que por dentro nos quema!
Este es el barro puro, sediento, calcinado
de nuestra fuerza.
Nuestro holocausto es éste y éste el ramo de gloria
de muchachos verdeantes que son nuestra diadema.
(Es éste un combatiente
laurel de nuestra América.)
Con estos corazones mártires, labradores,
con esta flor oscura de muerte y de leyendas,
con esta desollada juventud ofrecemos
nuestra orgullosa ofrenda.
¡Cuánto damos de arrojo y sol resuelto
a su trinchera!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
TRIBUTO EN GLORIA
Es éste el barro puro
de nuestro amor a América,
el arado profundo,
señero, con que alerta
un pueblo valeroso
su sangre y sus hogueras!
Con estos graves rostros sus yermos fecundamos,
con estos hombres bravos de estampido y pelea,
con estos combatientes corceles ocupamos
nuestro sitio en la empresa.
Con estos enlutados proyectiles reñidos,
con los claveles rojos que tiñen las banderas.
(Cuanto damos de aliento
como ardiente moneda,
de duro sacrificio,
de incendiada madera.)
¡Cuánto damos de arrojo y sol resuelto
a su trinchera!
Sangre de nuestras tierras, amigos, sangre parda
de este mapa cruzado de lágrimas sangrientas,
de este pequeño mapa de naranjos y noches
raídas destrozando su furia en las praderas,
contribución bravía que ofrecemos en cántaros
rebosantes del fuego que por dentro nos quema!
Este es el barro puro, sediento, calcinado
de nuestra fuerza.
Nuestro holocausto es éste y éste el ramo de gloria
de muchachos verdeantes que son nuestra diadema.
(Es éste un combatiente
laurel de nuestra América.)
Con estos corazones mártires, labradores,
con esta flor oscura de muerte y de leyendas,
con esta desollada juventud ofrecemos
nuestra orgullosa ofrenda.
¡Cuánto damos de arrojo y sol resuelto
a su trinchera!
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
SIN RESPIRO
Sin tregua, sin desmayo es esta brega,
sin que se turbe ese cristal activo,
quemante, que nos quema.
Sin zozobras tonantes que oscurezcan
el río, el pan, el torrencial milagro
de nuestra brava empresa.
Con plenitud, con cantos, con la fuerza
del cálido zureo de un palomo
delirante en las siestas.
Sin caídas, sin sombra es esta siembra,
de hermosura y de grito contenido
como una piedra inquieta.
Sin que en aciagas horas se nos prenda
en la mirada una escondida lágrima
colmada de tristeza.
Sin renuncios, sin soplos que no sean
sino obediencia al fuego insobornable
que en nuestra sangre suena.
Sin que el súbito vuelo desfallezca,
sin que el guayabo en flor caiga de noche,
sin que una brizna muera.
Sin llantos, sin congojas que a las cuerdas
de las guitarras prendan esas notas
de inocente incerteza.
Con la fuerza del tajo que se deja
cuando un puñal enamorado graba
un nombre en las cortezas.
Sin respiro, sin sueño, sin flaquezas,
como cuando el amor calienta un rostro
de anhelante belleza.
í O como cuando el beso de la espera
tenga el aroma de los durazneros
tocados de una estrella!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
SIN RESPIRO
Sin tregua, sin desmayo es esta brega,
sin que se turbe ese cristal activo,
quemante, que nos quema.
Sin zozobras tonantes que oscurezcan
el río, el pan, el torrencial milagro
de nuestra brava empresa.
Con plenitud, con cantos, con la fuerza
del cálido zureo de un palomo
delirante en las siestas.
Sin caídas, sin sombra es esta siembra,
de hermosura y de grito contenido
como una piedra inquieta.
Sin que en aciagas horas se nos prenda
en la mirada una escondida lágrima
colmada de tristeza.
Sin renuncios, sin soplos que no sean
sino obediencia al fuego insobornable
que en nuestra sangre suena.
Sin que el súbito vuelo desfallezca,
sin que el guayabo en flor caiga de noche,
sin que una brizna muera.
Sin llantos, sin congojas que a las cuerdas
de las guitarras prendan esas notas
de inocente incerteza.
Con la fuerza del tajo que se deja
cuando un puñal enamorado graba
un nombre en las cortezas.
Sin respiro, sin sueño, sin flaquezas,
como cuando el amor calienta un rostro
de anhelante belleza.
í O como cuando el beso de la espera
tenga el aroma de los durazneros
tocados de una estrella!
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
RECUENT O
CON LA MANO TENDIDA
Ahora es tender la mano
como los ciegos, como quienes cantan
por los pueblos:
abierta para todos la palma.
Y es ir echando en ella
luceros, cosas de la casa,
lo que pudo tener en nuestros días
sabor de yerba amarga,
de lluvias tristes de fragor sombrío
o de espurio rencor de una palabra.
Es ir echando en ella
lo que hubo de maleza y viejas lágrimas,
lo que fue grito al caminar, lo que fue sangre
sucia y acorralada,
lo que hubo de impaciencia escarnecida,
lo que de tierra y heredad manchada.
Es ir echando cuentas
como un bolsón sobre la espalda,
lo mejor y peor, lo que tuvimos
de sangre buena y mala,
de desazón nocturna o de semilla
caliente y saneada.
Es ir echando cuentas
de cuanto nos tocó de muerte y de esperanza.
¡Y de esa vocación de ver la vida
sobre su palma desollada!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
RECUENT O
CON LA MANO TENDIDA
Ahora es tender la mano
como los ciegos, como quienes cantan
por los pueblos:
abierta para todos la palma.
Y es ir echando en ella
luceros, cosas de la casa,
lo que pudo tener en nuestros días
sabor de yerba amarga,
de lluvias tristes de fragor sombrío
o de espurio rencor de una palabra.
Es ir echando en ella
lo que hubo de maleza y viejas lágrimas,
lo que fue grito al caminar, lo que fue sangre
sucia y acorralada,
lo que hubo de impaciencia escarnecida,
lo que de tierra y heredad manchada.
Es ir echando cuentas
como un bolsón sobre la espalda,
lo mejor y peor, lo que tuvimos
de sangre buena y mala,
de desazón nocturna o de semilla
caliente y saneada.
Es ir echando cuentas
de cuanto nos tocó de muerte y de esperanza.
¡Y de esa vocación de ver la vida
sobre su palma desollada!
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
ARPA NOCTURNA
Y vendrás, noche sola,
con la agredida
cuanto caliente entraña apaciguando
la arena calcinada,
la arena dura, la de la sangre, noche,
impaciente,
la que ha vertido sobre ti
en la batalla desafíos,
la que ha de ver desnuda- vuelta al revés-
en horas de recuentos
su cruz, su vehemencia, sus lágrimas.
Aquí, junto a nosotros
en la hora exacta y justa
del ahondamiento o la expiación, en el preciso
día de recoger muertos y lágrimas,
el día de remover los catafalcos que nunca
fueron más que raíces, más que grumos de tierra
pequeña, para tapar los ojos
como piadosas ráfagas.
Vendrás tú, noche sola, frescura de las vísperas,
a sosegar la frente fatigada y guerrera,
a columpiar un gesto de efusión en los hombros
libres de la revuelta.
Acaso haya una brisa que le apacigüe el pulso
a este pueblo que vierte su bélica inocencia
en un vaso violento, del que extrae el latido
de su sangre en la tierra.
Acaso así el lucero se aleje del amargo
estupor del recuerdo de cuanto vio en la arena,
y vaya recobrando la voz su sofocada
cuanto hermosa cadencia.
Y acaso así contemplen todos los capitanes
-todos los capitanes de esta asombrosa empresa-
limpias las manos, limpias de toda crispadura,
con una nueva hoguera!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
ARPA NOCTURNA
Y vendrás, noche sola,
con la agredida
cuanto caliente entraña apaciguando
la arena calcinada,
la arena dura, la de la sangre, noche,
impaciente,
la que ha vertido sobre ti
en la batalla desafíos,
la que ha de ver desnuda- vuelta al revés-
en horas de recuentos
su cruz, su vehemencia, sus lágrimas.
Aquí, junto a nosotros
en la hora exacta y justa
del ahondamiento o la expiación, en el preciso
día de recoger muertos y lágrimas,
el día de remover los catafalcos que nunca
fueron más que raíces, más que grumos de tierra
pequeña, para tapar los ojos
como piadosas ráfagas.
Vendrás tú, noche sola, frescura de las vísperas,
a sosegar la frente fatigada y guerrera,
a columpiar un gesto de efusión en los hombros
libres de la revuelta.
Acaso haya una brisa que le apacigüe el pulso
a este pueblo que vierte su bélica inocencia
en un vaso violento, del que extrae el latido
de su sangre en la tierra.
Acaso así el lucero se aleje del amargo
estupor del recuerdo de cuanto vio en la arena,
y vaya recobrando la voz su sofocada
cuanto hermosa cadencia.
Y acaso así contemplen todos los capitanes
-todos los capitanes de esta asombrosa empresa-
limpias las manos, limpias de toda crispadura,
con una nueva hoguera!
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- Mensaje n°763
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
ACORDE PARAGUAYO
I
Cabría preguntarse
si habrá vasija exacta que recoja
esta sangre vertida;
si el solar merecía este castigo
de luto y sol oscuro, si por qué habría todo
de salir del augurio,
de un barro macerado en sacrificio,
del corazón besando su temblor más sombrío . . .
Cabe al fin preguntarse
por qué este azadón duro que cava en las entrañas,
por qué el dolor, por qué ese vivo orgullo
quemándose en bravuras de esta triste morada . . .
II
Ah, cuántas veces mudas ante el esfuerzo airado
de quienes calcinaban la frente en sus senderos,
tierras de lunas muertas, de latido agobiado,
que avaras retenían su abundante granero.
Cuánta impiedad, ay cuánta, cuánta ciega atadura
el corazón ajaba con su gesto abrumado,
al ofrendar a extraños su clara agricultura
y a sus hijos apenas su ardor desconsolado.
Y cuánto se ha llevado de fuego apisonado
por sus vetas crueles, por su amapola oscura,
cuánto de sembrar sangre por su suelo cansado,
cuánto de fe viviente cavando en su hermosura!
A gente a quien sacuden dolores de ascendencia
cupo prender la chispa de esta enérgica hoguera.
Y así, ¡cómo medirse cuanto fue en su conciencia
silencio doloroso, largo carbón de espera!
Tablas de ley de sangre, de honor, de conmovida
llama en imprecación o de sangre exaltada,
¡a cumplir vuestras letras aquí juega la vida
su holocausto y su gloria sobre la luz volcada!
Si la frente en congojas suda arena hacinada,
si en muerte y vida puede nuestro pulso jugarse,
¡con qué ademán. Calarse nuestra intensa mirada,
con qué pasión podría nuestros actos juzgarse!
Así ha de ser de gesta sin piedad, de acosada
plenitud este grito que el corazón lacera»
¡el impávido grito calentando esa hornada
de valor temerario convertido en bandera!
ESTA GUITARRA DURA
(1960)
ACORDE PARAGUAYO
I
Cabría preguntarse
si habrá vasija exacta que recoja
esta sangre vertida;
si el solar merecía este castigo
de luto y sol oscuro, si por qué habría todo
de salir del augurio,
de un barro macerado en sacrificio,
del corazón besando su temblor más sombrío . . .
Cabe al fin preguntarse
por qué este azadón duro que cava en las entrañas,
por qué el dolor, por qué ese vivo orgullo
quemándose en bravuras de esta triste morada . . .
II
Ah, cuántas veces mudas ante el esfuerzo airado
de quienes calcinaban la frente en sus senderos,
tierras de lunas muertas, de latido agobiado,
que avaras retenían su abundante granero.
Cuánta impiedad, ay cuánta, cuánta ciega atadura
el corazón ajaba con su gesto abrumado,
al ofrendar a extraños su clara agricultura
y a sus hijos apenas su ardor desconsolado.
Y cuánto se ha llevado de fuego apisonado
por sus vetas crueles, por su amapola oscura,
cuánto de sembrar sangre por su suelo cansado,
cuánto de fe viviente cavando en su hermosura!
A gente a quien sacuden dolores de ascendencia
cupo prender la chispa de esta enérgica hoguera.
Y así, ¡cómo medirse cuanto fue en su conciencia
silencio doloroso, largo carbón de espera!
Tablas de ley de sangre, de honor, de conmovida
llama en imprecación o de sangre exaltada,
¡a cumplir vuestras letras aquí juega la vida
su holocausto y su gloria sobre la luz volcada!
Si la frente en congojas suda arena hacinada,
si en muerte y vida puede nuestro pulso jugarse,
¡con qué ademán. Calarse nuestra intensa mirada,
con qué pasión podría nuestros actos juzgarse!
Así ha de ser de gesta sin piedad, de acosada
plenitud este grito que el corazón lacera»
¡el impávido grito calentando esa hornada
de valor temerario convertido en bandera!
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- Mensaje n°764
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
Cabría preguntarse
si habrá vasija exacta que recoja
esta sangre vertida;
si el solar merecía este castigo
de luto y sol oscuro, si por qué habría todo
de salir del augurio,
de un barro macerado en sacrificio,
del corazón besando su temblor más sombrío . . .
Ayer, sin ir más lejos, campamento de refugiados: 400 muertos. NETANYAHU - EL GENOCIDA- DICE QUE FUE UN ERROR ( OCULTA QUE DESEABA MATA A 40000)
GRACIAS, LLUVIA.
si habrá vasija exacta que recoja
esta sangre vertida;
si el solar merecía este castigo
de luto y sol oscuro, si por qué habría todo
de salir del augurio,
de un barro macerado en sacrificio,
del corazón besando su temblor más sombrío . . .
Ayer, sin ir más lejos, campamento de refugiados: 400 muertos. NETANYAHU - EL GENOCIDA- DICE QUE FUE UN ERROR ( OCULTA QUE DESEABA MATA A 40000)
GRACIAS, LLUVIA.
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- Mensaje n°765
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
Ayer, hoy, mañana...
Parece que no se ve ninguna luz al final del túnel, amigo mío.
Gracias a ti siempre.
Parece que no se ve ninguna luz al final del túnel, amigo mío.
Gracias a ti siempre.
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- Mensaje n°766
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
Presentación de
Miguel Ángel Asturias
y
un poema de
Nicolás Guillen
PRESENTACIÓN
Lo que caracteriza la poesía de Elvio Romero es su sabor a
tierra, a madera, a agua, a sol, el rigor con que trata sus temas, no
abandonándose ni un solo momento a la facilidad del verso, y el
querer interpretar el drama de su país joyoso de naturaleza y triste de
existencia, como muchos de nuestros países. Pocas voces americanas
tan hondas y fieles al hombre y sus problemas, y por eso universal.
Poesía invadida, llamo yo a esta poesía. Poesía invadida por la vida,
por el juego y el fuego de la vida. Pero no la vida como la concibe el
europeo, chato siempre ante nuestro mundo maravilloso y mágico,
sino como la concebimos nosotros. Elvio Romero, como todos los
auténticos poetas de América, no tiene que poblar un mundo vacío
con su imaginación. Ese mundo ya existe. Interpretarlo es su papel. Lo
real es lo poético en América, no lo imaginado o ficticio. Y por eso se
nos queda tanta geografía dispersa en flores, en astros, en piedras, en
aves, cuando leemos los poemas de este inspirado poeta paraguayo.
Por los intersticios de tanto prodigio como va cantando, se escapa el
dolor de los pueblos, gemido y protesta, pero también esperanza y fe.
Pero estos sentimientos y pensamientos nacidos del paisaje que se
torna lúcido y que por momentos llegan a ser opresores, son rotos por
el poeta que les "nombra". Romper el encantamiento "nombrándolos"
es el arte de Elvio Romero, el encantamiento natural, ya que son
transpuestos a sus poemas en el logro de otro encanto, el de la poesía,
el sobrenatural. Sobre la naturaleza van sus versos arrastrando raíces
de sangre viva, de vértigo, contraste y metamorfosis. Lo formal, si
cuenta, cuenta poco en poetas en que hay una tempestad atronadora,
en los cuales lo que se dice se expande y al expandirse crea o recrea,
del mundo nuevo, su vibración auténtica.
(1956)
MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS
TOMO II
Presentación de
Miguel Ángel Asturias
y
un poema de
Nicolás Guillen
PRESENTACIÓN
Lo que caracteriza la poesía de Elvio Romero es su sabor a
tierra, a madera, a agua, a sol, el rigor con que trata sus temas, no
abandonándose ni un solo momento a la facilidad del verso, y el
querer interpretar el drama de su país joyoso de naturaleza y triste de
existencia, como muchos de nuestros países. Pocas voces americanas
tan hondas y fieles al hombre y sus problemas, y por eso universal.
Poesía invadida, llamo yo a esta poesía. Poesía invadida por la vida,
por el juego y el fuego de la vida. Pero no la vida como la concibe el
europeo, chato siempre ante nuestro mundo maravilloso y mágico,
sino como la concebimos nosotros. Elvio Romero, como todos los
auténticos poetas de América, no tiene que poblar un mundo vacío
con su imaginación. Ese mundo ya existe. Interpretarlo es su papel. Lo
real es lo poético en América, no lo imaginado o ficticio. Y por eso se
nos queda tanta geografía dispersa en flores, en astros, en piedras, en
aves, cuando leemos los poemas de este inspirado poeta paraguayo.
Por los intersticios de tanto prodigio como va cantando, se escapa el
dolor de los pueblos, gemido y protesta, pero también esperanza y fe.
Pero estos sentimientos y pensamientos nacidos del paisaje que se
torna lúcido y que por momentos llegan a ser opresores, son rotos por
el poeta que les "nombra". Romper el encantamiento "nombrándolos"
es el arte de Elvio Romero, el encantamiento natural, ya que son
transpuestos a sus poemas en el logro de otro encanto, el de la poesía,
el sobrenatural. Sobre la naturaleza van sus versos arrastrando raíces
de sangre viva, de vértigo, contraste y metamorfosis. Lo formal, si
cuenta, cuenta poco en poetas en que hay una tempestad atronadora,
en los cuales lo que se dice se expande y al expandirse crea o recrea,
del mundo nuevo, su vibración auténtica.
(1956)
MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
Presentación de
Miguel Ángel Asturias
y
un poema de
Nicolás Guillen
HACIA EL PARAGUAY LEJANO .. .
a Elvio Romero, poeta
y José Asunción Flores, músico;
paraguayos en el exilio.
Elvio Romero, mi hermano,
yo partiría en un vuelo
de avión o de ave marina,
mar a mar y cielo a cielo,
hacia el Paraguay lejano,
de lumbre sangrienta y fina.
Le llevaría mi mano
derecha y aprendería
de ti
gota a gota el guaraní.
Le llevaría mi piel
cubana y le pediría
que a mí
ay, me fuera concedido
su corazón ver un día,
que nunca vi.
Que sí
(me respondió Elvio Romero)
que no;
hermano, será primero
que pueda ir yo.
Maestro José Asunción,
flores lleva tu apellido
y flores tu corazón.
¿No me será permitido
volar, volar y volar,
volar y ver
el territorio encendido
donde subiste a nacer,
volar y ver?
¡Verte el gran río, vestido
de selvas, volar y ver;
y verte el pueblo, teñido
de sangre, volar y ver
y tu guitarra, que besa
como una novia en la noche,
volar y ver!
Que sí, que no,
quiero, no quiero
(José Asunción, respondió)
hermano, será primero
que pueda ir yo .. .
1958
Nicolás Guillen
TOMO II
Presentación de
Miguel Ángel Asturias
y
un poema de
Nicolás Guillen
HACIA EL PARAGUAY LEJANO .. .
a Elvio Romero, poeta
y José Asunción Flores, músico;
paraguayos en el exilio.
Elvio Romero, mi hermano,
yo partiría en un vuelo
de avión o de ave marina,
mar a mar y cielo a cielo,
hacia el Paraguay lejano,
de lumbre sangrienta y fina.
Le llevaría mi mano
derecha y aprendería
de ti
gota a gota el guaraní.
Le llevaría mi piel
cubana y le pediría
que a mí
ay, me fuera concedido
su corazón ver un día,
que nunca vi.
Que sí
(me respondió Elvio Romero)
que no;
hermano, será primero
que pueda ir yo.
Maestro José Asunción,
flores lleva tu apellido
y flores tu corazón.
¿No me será permitido
volar, volar y volar,
volar y ver
el territorio encendido
donde subiste a nacer,
volar y ver?
¡Verte el gran río, vestido
de selvas, volar y ver;
y verte el pueblo, teñido
de sangre, volar y ver
y tu guitarra, que besa
como una novia en la noche,
volar y ver!
Que sí, que no,
quiero, no quiero
(José Asunción, respondió)
hermano, será primero
que pueda ir yo .. .
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- Mensaje n°768
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
Así ha de ser de gesta sin piedad, de acosada
plenitud este grito que el corazón lacera»
¡el impávido grito calentando esa hornada
de valor temerario convertido en bandera!
Qué grandeza: de Espíritu y de pluma.
Gracias, Lluvia.
plenitud este grito que el corazón lacera»
¡el impávido grito calentando esa hornada
de valor temerario convertido en bandera!
Qué grandeza: de Espíritu y de pluma.
Gracias, Lluvia.
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- Mensaje n°769
Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
Gracias a ti, que lo pusiste en mi camino.
Seguimos pues, amigo mío.
Seguimos pues, amigo mío.
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
UN RELÁMPAGO HERIDO
Fue un relámpago herido, fue un serrano
relámpago en la piel esa corriente
de rumor imantado y sonriente
fertilizada al roce de la mano.
Fuera un error desatenderlo, un vano
tesón no asir esa atadura ardiente,
como si fuese a rechazar de frente
su propio ardor la tierra en el verano.
Fuera en vano evitarlo; quedaría
sobre toda la piel la tostadura
de una llaga solar jamás curada.
Ni tuviese la mano esa alegría
de germen y de afán de sembradura
con que la tuya la dejó quemada.
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
UN RELÁMPAGO HERIDO
Fue un relámpago herido, fue un serrano
relámpago en la piel esa corriente
de rumor imantado y sonriente
fertilizada al roce de la mano.
Fuera un error desatenderlo, un vano
tesón no asir esa atadura ardiente,
como si fuese a rechazar de frente
su propio ardor la tierra en el verano.
Fuera en vano evitarlo; quedaría
sobre toda la piel la tostadura
de una llaga solar jamás curada.
Ni tuviese la mano esa alegría
de germen y de afán de sembradura
con que la tuya la dejó quemada.
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
A LA INTEMPERIE
Somos hijos de la intemperie,
de la indolencia y de la tierra.
Por eso el perfume salvaje
de las flores en tu cabeza,
por eso es que corres descalza
por los senderos de azucena,
por eso es que te despeinan
los vientos de la cordillera,
por eso y por la quemadura
que nos enciende sobre la arena.
De nuestro pecho han salido
como brotes de una pradera
esas substancias desesperadas
y esas aguas de noche negra,
y la iracundia y la codicia
de los que en la tarde se besan
y esos pájaros deslumbrantes
que enloquecen tu caballera,
y ese gran cielo enronquecido
de oscuras aves carniceras,
y la galaxia y las serpientes
que insolentan las madrigueras,
todo eso y la quemadura
que nos enciende sobre la arena.
¡Somos hijos de la intemperie,
de la indolencia y de la tierra!
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
A LA INTEMPERIE
Somos hijos de la intemperie,
de la indolencia y de la tierra.
Por eso el perfume salvaje
de las flores en tu cabeza,
por eso es que corres descalza
por los senderos de azucena,
por eso es que te despeinan
los vientos de la cordillera,
por eso y por la quemadura
que nos enciende sobre la arena.
De nuestro pecho han salido
como brotes de una pradera
esas substancias desesperadas
y esas aguas de noche negra,
y la iracundia y la codicia
de los que en la tarde se besan
y esos pájaros deslumbrantes
que enloquecen tu caballera,
y ese gran cielo enronquecido
de oscuras aves carniceras,
y la galaxia y las serpientes
que insolentan las madrigueras,
todo eso y la quemadura
que nos enciende sobre la arena.
¡Somos hijos de la intemperie,
de la indolencia y de la tierra!
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
AL AMOR UN NOMBRE
Quizá porque en ti se asombran
las cosas, voy reinventando
un nuevo nombre a las cosas.
Quizá por eso buscamos
signarle un color distinto
a todo cuanto abrazamos.
Al amor un nombre. Al árbol
que nos cobija. Al silencio
que se reduce en tus brazos.
Quizá empezaran contigo
a renovarse las hojas
con que me abrigo y te abrigo.
Y a reinventale el lucero
ese brillo enamorado
del bosque de tus cabellos.
¿Todo es hoy? ¿Hubo pasado?
¿Alguna huella de un beso
que su sello haya dejado?
¿Acaso no haya memoria
de aquel rostro, aquellos ojos,
de otros nombres y otras sombras?
¿Contigo el futuro empieza?
¿Contigo el pasado muere?
¿Contigo el presente sueña?
Quizá porque todo ahora
contigo canta, debiera
reinventarme cada cosa.
O porque viejos recuerdos
de los ojos se me borran.
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
AL AMOR UN NOMBRE
Quizá porque en ti se asombran
las cosas, voy reinventando
un nuevo nombre a las cosas.
Quizá por eso buscamos
signarle un color distinto
a todo cuanto abrazamos.
Al amor un nombre. Al árbol
que nos cobija. Al silencio
que se reduce en tus brazos.
Quizá empezaran contigo
a renovarse las hojas
con que me abrigo y te abrigo.
Y a reinventale el lucero
ese brillo enamorado
del bosque de tus cabellos.
¿Todo es hoy? ¿Hubo pasado?
¿Alguna huella de un beso
que su sello haya dejado?
¿Acaso no haya memoria
de aquel rostro, aquellos ojos,
de otros nombres y otras sombras?
¿Contigo el futuro empieza?
¿Contigo el pasado muere?
¿Contigo el presente sueña?
Quizá porque todo ahora
contigo canta, debiera
reinventarme cada cosa.
O porque viejos recuerdos
de los ojos se me borran.
_________________
“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
"Mafalda"
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
EN LA RIBERA
¡Las praderas fluviales! Aún recuerdo
que en la ribera al sol se calcinaban
crepúsculos de barcos y durmientes,
cigarras y alzaprimas coloradas;
profundas aguas de inquietante río
ceñían la ribera, y eran alas
de aves extrañas las que conmovían,
rozando con su vuelo, aquellas aguas.
Crepúsculo entre barcos silenciosos.
Eran las nubes las banderas blancas
del horario en que fui a beber del eco
de trino que encendía tu mirada,
y pisé un arenal y un cardo seco
de incerteza que nos acompañaba,
y todo para ver que a un sólo golpe
de vista fueran a correr las aguas.
Fueran las aguas a correr... Y acaso
barcos y amarras y maderas bravas
y presencias de estrellas y designios
y memorias de pasos y distancias
y el imán singular de los caminos
y la ferviente sed arrebatada,
en aquel puente donde fuimos juntos,
partieron junto a ciegas correntadas.
¡Y es hoy cuando recuerdo que yo mismo
partí contigo por aquellas aguas!
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
EN LA RIBERA
¡Las praderas fluviales! Aún recuerdo
que en la ribera al sol se calcinaban
crepúsculos de barcos y durmientes,
cigarras y alzaprimas coloradas;
profundas aguas de inquietante río
ceñían la ribera, y eran alas
de aves extrañas las que conmovían,
rozando con su vuelo, aquellas aguas.
Crepúsculo entre barcos silenciosos.
Eran las nubes las banderas blancas
del horario en que fui a beber del eco
de trino que encendía tu mirada,
y pisé un arenal y un cardo seco
de incerteza que nos acompañaba,
y todo para ver que a un sólo golpe
de vista fueran a correr las aguas.
Fueran las aguas a correr... Y acaso
barcos y amarras y maderas bravas
y presencias de estrellas y designios
y memorias de pasos y distancias
y el imán singular de los caminos
y la ferviente sed arrebatada,
en aquel puente donde fuimos juntos,
partieron junto a ciegas correntadas.
¡Y es hoy cuando recuerdo que yo mismo
partí contigo por aquellas aguas!
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
LLUVIA
Recojamos la herida de ese silencio
que nos deja la lluvia con su indolencia,
y ese color de sombra por las ventanas
y la humedad oscura de la pradera,
y ese triste recuerdo de viejas lluvias
cuando empecé a quererte por otras tierras.
Se han callado las hojas como en otoño.
Se te cierran los ojos. El viento deja
caer, cruel, insomne y a la deriva
las cosas olvidadas y las promesas,
y yo converso ahora con esas tristes
gentes imaginarias de mi cabeza.
Una estrella, inconclusa, como de cuentos,
se apaga allá, a lo lejos, en la frontera.
¡La frontera lejana! Siempre partía
con varones jinetes de la insolencia
que en los troncos marcaban con un cuchillo
el nombre de una mujer, a la carrera.
Difícil que esta tarde se nos conozca,
difícil que esta tarde se nos comprenda,
porque todo el sonido de aquellos días
más distantes nos llegan sobre la tierra,
y yo recuerdo cosas que ya olvidaba
y tú olvidas las cosas que ya no besas,
Pero a qué recordar, si hasta los recuerdos
como el humo se ovillan en lluvia lenta...
Soplo tibio el de tu aliento, semejante al viento
de las colinas, fuera de ponderación.
El varadero quema sus arenas de barcos y alzaprimas;
la tarde caldeada de Diciembre viste a la estrella
ecuatorial con su lumbre infalible.
Resueltos a cumplir el día ceñidos a un ademán
hermoso, se escucha tu mirada, se ve el color de tu
risa, se palpa tu mutismo.
Los hombres nos señalan y nuestro enervamiento suscita sus recuerdos,
su empeño, su incertidumbre y su desgaste, puesto que en nuestro amor
hay un gesto, un movimiento, una luna amarilla que
de alguna manera les pertenece.
Ellos son las supremas imágenes, el viril apogeo,
la violencia y el abandono, el ímpetu y la
templanza. Y nosotros, los únicos solitarios en la
penumbra de nuestra alianza, ofrecemos el instinto y
la iluminación que ellos recogen como temblores de
su pertenencia.
La sombra ha de subir con inmediata urgencia y
todo se dispone a un impreciso contacto con el
letargo y la impiedad de la noche.
Se escucha tu mirada; la madera se agobia en su
razón resinosa, y el amor no nos niega la amistad de
los hombres.
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
LLUVIA
Recojamos la herida de ese silencio
que nos deja la lluvia con su indolencia,
y ese color de sombra por las ventanas
y la humedad oscura de la pradera,
y ese triste recuerdo de viejas lluvias
cuando empecé a quererte por otras tierras.
Se han callado las hojas como en otoño.
Se te cierran los ojos. El viento deja
caer, cruel, insomne y a la deriva
las cosas olvidadas y las promesas,
y yo converso ahora con esas tristes
gentes imaginarias de mi cabeza.
Una estrella, inconclusa, como de cuentos,
se apaga allá, a lo lejos, en la frontera.
¡La frontera lejana! Siempre partía
con varones jinetes de la insolencia
que en los troncos marcaban con un cuchillo
el nombre de una mujer, a la carrera.
Difícil que esta tarde se nos conozca,
difícil que esta tarde se nos comprenda,
porque todo el sonido de aquellos días
más distantes nos llegan sobre la tierra,
y yo recuerdo cosas que ya olvidaba
y tú olvidas las cosas que ya no besas,
Pero a qué recordar, si hasta los recuerdos
como el humo se ovillan en lluvia lenta...
Soplo tibio el de tu aliento, semejante al viento
de las colinas, fuera de ponderación.
El varadero quema sus arenas de barcos y alzaprimas;
la tarde caldeada de Diciembre viste a la estrella
ecuatorial con su lumbre infalible.
Resueltos a cumplir el día ceñidos a un ademán
hermoso, se escucha tu mirada, se ve el color de tu
risa, se palpa tu mutismo.
Los hombres nos señalan y nuestro enervamiento suscita sus recuerdos,
su empeño, su incertidumbre y su desgaste, puesto que en nuestro amor
hay un gesto, un movimiento, una luna amarilla que
de alguna manera les pertenece.
Ellos son las supremas imágenes, el viril apogeo,
la violencia y el abandono, el ímpetu y la
templanza. Y nosotros, los únicos solitarios en la
penumbra de nuestra alianza, ofrecemos el instinto y
la iluminación que ellos recogen como temblores de
su pertenencia.
La sombra ha de subir con inmediata urgencia y
todo se dispone a un impreciso contacto con el
letargo y la impiedad de la noche.
Se escucha tu mirada; la madera se agobia en su
razón resinosa, y el amor no nos niega la amistad de
los hombres.
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
CABELLOS
Nocturno enmadejado en los destellos
de sueldas ondas y esquivez ligera;
casi fluvial, dormida enredadera,
la espuma boreal de tus cabellos.
Bosques de ríos conservando en ellos
frescor de amaneceres bosque afuera,
ramaje desmembrado en la ribera
de luna llena de tus hombros bellos.
Región undosa que la luz levanta,
borrasca desceñida en tu garganta
color mazorca virgen de maíz.
Nubladas hebras, sombra en movimiento,
rumor sobrecogido que en el viento
fuera a buscar de pronto otro país.
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(1963-1966)
CABELLOS
Nocturno enmadejado en los destellos
de sueldas ondas y esquivez ligera;
casi fluvial, dormida enredadera,
la espuma boreal de tus cabellos.
Bosques de ríos conservando en ellos
frescor de amaneceres bosque afuera,
ramaje desmembrado en la ribera
de luna llena de tus hombros bellos.
Región undosa que la luz levanta,
borrasca desceñida en tu garganta
color mazorca virgen de maíz.
Nubladas hebras, sombra en movimiento,
rumor sobrecogido que en el viento
fuera a buscar de pronto otro país.
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
ASI ES ELLA, ME DIJE
Así es ella, me dije; es la alegría
remota y honda que de pronto llega
a despejar el nudo que se debe
desanudar en la penumbra inquieta.
Noche y albor, me dije,
todo llegó a mi corazón por ella,
llegó el sabor oculto del deseo,
el presagio de ardor que en mí resuena.
Es mi cuerpo, me dije,
reconociendo su esplendor en ella,
el bosque entero de mi sangre, el pulso
y el latido secreto de su fuerza.
La imagen que conservo
de las verdes raíces de mi tierra;
ella es el tiempo mío, el del verano
en el regazo inmóvil de la siesta.
Así mismo, me dije,
es su fulgor herido en la belleza,
ella es el largo trecho recorrido
surtiéndose de entraña y sementera.
Ella es así, me dije,
callado abrigo que abrigó mis huellas,
el justo sueño que escogí en la lucha,
la libertad por la que canto es ella!
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
ASI ES ELLA, ME DIJE
Así es ella, me dije; es la alegría
remota y honda que de pronto llega
a despejar el nudo que se debe
desanudar en la penumbra inquieta.
Noche y albor, me dije,
todo llegó a mi corazón por ella,
llegó el sabor oculto del deseo,
el presagio de ardor que en mí resuena.
Es mi cuerpo, me dije,
reconociendo su esplendor en ella,
el bosque entero de mi sangre, el pulso
y el latido secreto de su fuerza.
La imagen que conservo
de las verdes raíces de mi tierra;
ella es el tiempo mío, el del verano
en el regazo inmóvil de la siesta.
Así mismo, me dije,
es su fulgor herido en la belleza,
ella es el largo trecho recorrido
surtiéndose de entraña y sementera.
Ella es así, me dije,
callado abrigo que abrigó mis huellas,
el justo sueño que escogí en la lucha,
la libertad por la que canto es ella!
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
SONRÍES
Sola, sola sonríes.
Acaso el baile sólo de la lluvia
nocturna, ese murmullo ahogado de las hojas
heridas, lo que asoma a ese fondo de vanidad y
orgullo
de empezar a querer, el bosque acaso, la luz que se
perdía,
la intimidad falaz de esta primera noche
te han puesto a sonreír.
Debiéramos bailar
esta noche de lluvia, atravesar la raya
de oloroso esplendor, aventurarnos más allá, en la
incierta
espesura, pasar, vadear el manantial de música
silvestre, finar en la penumbra
al claro aire de Abril, de Abril
de tu mirada.
Sola, sola sonríes.
¡Debiéramos bailar hasta rayar el alba!
TOMO II
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SONRÍES
Sola, sola sonríes.
Acaso el baile sólo de la lluvia
nocturna, ese murmullo ahogado de las hojas
heridas, lo que asoma a ese fondo de vanidad y
orgullo
de empezar a querer, el bosque acaso, la luz que se
perdía,
la intimidad falaz de esta primera noche
te han puesto a sonreír.
Debiéramos bailar
esta noche de lluvia, atravesar la raya
de oloroso esplendor, aventurarnos más allá, en la
incierta
espesura, pasar, vadear el manantial de música
silvestre, finar en la penumbra
al claro aire de Abril, de Abril
de tu mirada.
Sola, sola sonríes.
¡Debiéramos bailar hasta rayar el alba!
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
HIMNO
Todo es himno: esa risa
que susurra en tus labios, el mutismo
que guardas para verse en tus nostalgias,
esa alfombra en penumbras de tu pisada triste
cada vez que te marchas, la alegría
callada que te envuelve si regresas,
esos paisajes dulces
que se ven por tus ojos, ese gesto
tan tuyo del temor a las palabras,
de acariciar las hojas,
ese reclino suave de tú frente en mis hombros,
esa tu cabellera en los ocasos...!
TOMO II
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(1963-1966)
HIMNO
Todo es himno: esa risa
que susurra en tus labios, el mutismo
que guardas para verse en tus nostalgias,
esa alfombra en penumbras de tu pisada triste
cada vez que te marchas, la alegría
callada que te envuelve si regresas,
esos paisajes dulces
que se ven por tus ojos, ese gesto
tan tuyo del temor a las palabras,
de acariciar las hojas,
ese reclino suave de tú frente en mis hombros,
esa tu cabellera en los ocasos...!
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
EN TODO
Es sólo ya mirar
y verte allí en las cosas, a su albergo
y asombro, en la nube que injerta por los bosques
su lluvia torrencial, sus cántaros de bruma.
Allí miras, me miras
desde los puentes bajos, al temblor del agua
y al ras de sus remansos, desde el hondo gemido
sangrante y montaraz de una herida guitarra.
Estás en todo, en esos
caballitos pintados de madera y de música
que hacen girar el corazón, y montan
y desmontan los niños sin fatigarlos nunca.
En el raudo silencio
de una estela de pájaros, de pájaros que anuncian
su migración final; en las flores extrañas que se
cierran por la noche, en los montes, negándose
a la luna.
Si, allí estás, en las cosas
primarias y primeras, casi como venida
de un soplo original, induciendo a querer, a
prolongarnos en querencia del reino mágico
donde habitas,
Y estás en mí, paseas
por doquier en mi sangre, como a campo
traviesa respirando en mi pecho te detienes,
tomas el pulso a lo que en mí perdura; en fin,
animas
el breve tiempo humano que aprisioné
por verte.
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
EN TODO
Es sólo ya mirar
y verte allí en las cosas, a su albergo
y asombro, en la nube que injerta por los bosques
su lluvia torrencial, sus cántaros de bruma.
Allí miras, me miras
desde los puentes bajos, al temblor del agua
y al ras de sus remansos, desde el hondo gemido
sangrante y montaraz de una herida guitarra.
Estás en todo, en esos
caballitos pintados de madera y de música
que hacen girar el corazón, y montan
y desmontan los niños sin fatigarlos nunca.
En el raudo silencio
de una estela de pájaros, de pájaros que anuncian
su migración final; en las flores extrañas que se
cierran por la noche, en los montes, negándose
a la luna.
Si, allí estás, en las cosas
primarias y primeras, casi como venida
de un soplo original, induciendo a querer, a
prolongarnos en querencia del reino mágico
donde habitas,
Y estás en mí, paseas
por doquier en mi sangre, como a campo
traviesa respirando en mi pecho te detienes,
tomas el pulso a lo que en mí perdura; en fin,
animas
el breve tiempo humano que aprisioné
por verte.
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Re: ELVIO ROMERO (1926-2004)
ELVIO ROMERO
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
JUBILO
Hoy han vuelto los pájaros.
Bajaron
—doración de las siestas— de una ingrávil
migración forestal, fosforescencia
de-su-ser-lirio-liebre-de-los-cielos
y estrellas en zigzag, torcaces
raudos y alboroto carmín
de tricolores.
Picos de añil
—tembladeral canoro-volanderos
vitrales en bandadas picaflores,
plumas-color-claveles-de-quimera,
con pincel girasol dorando el día.
Regresaron los pájaros.
Volvieron.
Acaso nos anuncien la mañana del júbilo.
Cuando así llegas y tu mirada tiembla y su
temblor confía en la victoria, prometiendo cuido y
sustento, su aparición desnuda a la inocencia en su
medida exacta de fuente y luna llena.
No me acostumbraré a esos ojos, como nunca al
asombro y a las palabras fértiles, a ese impulso
profundo de perseguir el amor. En ellos puede veri23
fícarse el instante, la gota de ese reloj de arena que
nos desgasta, la fatiga o la gloria de nuestra pasión;
sólo en tus ojos.
Nuestras son, por obra de su relumbre y del arco
de mi asedio, los bosques y la flor amarilla y la piedra
triste, sola como el desconsuelo de un minuto de
separación.
Ceguedad, vida oscura si no estuvieras, si no
hubiese el prodigio de tu mirar, su reprimenda y su
condescendencia, su negación y su asentimiento, y
mis ojos baldíos si no te vieran, si no se complaciese
tu rostro en ofrecerme el gozo, ese júbilo de su parda
hondonada.
Apenas quisiera uno ser, sino pertenecerles.
TOMO II
UN RELÁMPAGO HERIDO
(1963-1966)
JUBILO
Hoy han vuelto los pájaros.
Bajaron
—doración de las siestas— de una ingrávil
migración forestal, fosforescencia
de-su-ser-lirio-liebre-de-los-cielos
y estrellas en zigzag, torcaces
raudos y alboroto carmín
de tricolores.
Picos de añil
—tembladeral canoro-volanderos
vitrales en bandadas picaflores,
plumas-color-claveles-de-quimera,
con pincel girasol dorando el día.
Regresaron los pájaros.
Volvieron.
Acaso nos anuncien la mañana del júbilo.
Cuando así llegas y tu mirada tiembla y su
temblor confía en la victoria, prometiendo cuido y
sustento, su aparición desnuda a la inocencia en su
medida exacta de fuente y luna llena.
No me acostumbraré a esos ojos, como nunca al
asombro y a las palabras fértiles, a ese impulso
profundo de perseguir el amor. En ellos puede veri23
fícarse el instante, la gota de ese reloj de arena que
nos desgasta, la fatiga o la gloria de nuestra pasión;
sólo en tus ojos.
Nuestras son, por obra de su relumbre y del arco
de mi asedio, los bosques y la flor amarilla y la piedra
triste, sola como el desconsuelo de un minuto de
separación.
Ceguedad, vida oscura si no estuvieras, si no
hubiese el prodigio de tu mirar, su reprimenda y su
condescendencia, su negación y su asentimiento, y
mis ojos baldíos si no te vieran, si no se complaciese
tu rostro en ofrecerme el gozo, ese júbilo de su parda
hondonada.
Apenas quisiera uno ser, sino pertenecerles.
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