POESÍA SOCIAL EN MÉXICO
EUSEBIO RUVALCABA
(ENTREVISTA fuera del contexto de la ANTOLOGÍA)
Eusebio Ruvalcaba: La senda del dolor
Correo del Libro 1.8k
6
.
65 años del autor de "Un hilito de sangre"
maxresdefault (1)
Foto: Revista La Capital
Eusebio Ruvalcaba (Ciudad de México, 4 de septiembre de 1951) es narrador, poeta, ensayista y dramaturgo. Ha obtenido, entre otras distinciones: el Premio de Cuento El Nacional 1977 por “Antisonata”; el Premio Nacional Agustín Yáñez 1991 para primera novela por Un hilito de sangre; el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 1992 por Jueves santo, y el Premio Internacional de Cuento Charles Bukowski 2004, convocado por Anagrama.
Es autor de los libros Heridas sin sutura (aforismo); Higinio Ruvalcaba, violinista. Una aproximación (crónica); ¿Nunca te amarraron las manos de chiquito?, Jueves santo, Amaranta o el corazón de la noche y Las cuarentonas (cuento); Un hilito de sangre, Lo que tú necesitas es tener una bicicleta, Banquete de gusanos y Temor de Dios (novela); además de los poemarios Homenaje a la mentira, En la dulce lejanía del cuerpo, Con olor a Mozart y Poemas de un oficinista, entre otros.
Eusebio Ruvalcaba, quien este 2016 cumplió 65 años, se considera un escritor que vive, y habló de algunos de los temas de su obra, de los motores de su vida y creación, además de sus inicios en la escritura.
—Dice que no recuerda cómo empezó su carrera literaria, pero ¿cuándo se dio cuenta que ya estaba enfilado en ella?
—Yo estaba en la mitad de mi carrera de licenciatura en Historia, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y lo único que tenía claro es que vivía cada día como si fuera el último. Cumplía con la academia, propiamente con la carrera. Estudiaba y trabajaba. Y de pronto mi padre murió; y esa fue una de las razones más poderosas que me impulsaron a escribir. Te hablo de cuando yo tenía 25 años. Y también me clavé, me enamoré gacho, muy fuerte. Simultáneamente, yo tenía un maestro en la Facultad, el poeta Enrique González Rojo. Él me invitó a una lectura de sus poemas. Cuando lo escuché, descubrí la poesía, que para mí significó como una luz que de pronto se enciende en una habitación a oscuras. A partir de ese momento me vi impelido a escribir, obligado a escribir.
Pero no es ahí donde principia la carrera de un escritor. La carrera de un escritor, pienso, arranca aún antes de nacer; arranca con la carga que toda persona tiene, y que para que devenga en letras, en lenguaje, en palabra escrita, intervienen muchos azares del destino. No creo que haya escritores por voluntad propia, sino más bien, el escritor es un individuo que está contra la pared y de ahí deviene su trabajo literario.
— ¿Cuál consideras es el valor de la lectura?
—Que te permite crear una realidad paralela, o que cuando te sumerges en una historia tú vives una realidad que solamente existe en el papel pero que enriquece tu existencia. Creo que la lectura te enriquece en la medida en que te baja los humos de que eres el centro del universo, ver que hay gente que atraviesa situaciones trágicas mucho más fuertes de las que uno ha vivido. La literatura te permite gozar cuestiones inimaginables; te permite adentrarte en ti mismo, y aprender, aprender del mundo y aprender de ti mismo. Te obliga a reflexionar sobre el horizonte que uno tiene, sobre el bosque que uno tiene adentro. La literatura te alumbra el interior y te ayuda a resistir la siguiente jornada. Una hora más de vida, te ayuda a resistir.
— ¿Cuáles autores te atrajeron durante tus inicios como lector de literatura?
—Tengo autores favoritos como cualquier persona que trabaja en esto, a los cuales releo con constancia. Por ejemplo, los rusos del siglo XIX me atraen muchísimo. Ahí está la esencia del dramatismo de estar vivo: Dostoievski, Turguéniev, Tolstói ven el dolor y nos lo devuelven de un modo sublime. También los narradores estadounidenses del siglo XX, ahí están los grandes maestros: William Styron, Salinger, Raymond Carver, que desmenuzan la tragedia de la vida cotidiana, algunos llegan en esto hasta las últimas consecuencias, como James Baldwin. Y que frente a un país tan poderoso es donde existe la catástrofe de la existencia cotidiana más terrible, más devastadora. Es paradójico. Esos son algunos casos.
En general, nunca me han atraído escritores del realismo mágico. Cortázar y todo eso. Me parece encantador que un protagonista escupa conejitos, y muy lindo. Pero eso no me revela lo que busco en literatura, que es un golpe mortal, un veneno que inocule mi sangre y que esté a punto de cambiar mi vida. Los poetas españoles nacidos en la segunda mitad del siglo XX, como José María Álvarez, como Eloy Sánchez Rosillo, son poetas que me han hecho acariciar la poesía y sentirla en carne propia. Son poetas que me impulsan mucho a reflexionar.
Y en México, la literatura proveniente de estados limítrofes con los Estados Unidos. Ahí se está dando una literatura efervescente, que bulle, que está floreciendo. Es de transformación. Nada que ver con muchísimos narradores contemporáneos españoles que nos venden como grandes autores y en la tercera página ya son aburridos. No hay vida ahí. Los del Norte tienen con qué. No puede ser de otra manera: están viviendo cada día al límite, la violencia es parte de su vida cotidiana, las ejecuciones… Todo eso ven desde jovencitos y cuando tienen el talento de escritor, se nutren de ahí. Hablo, por ejemplo, de Carlos Reyes Ávila, de Sinaloa, de Carlos Sánchez, de Sonora, de Gabriel Trujillo, de Mexicali, de Carlos Velásquez, de Coahuila; de gente que incluso ni tenemos la menor idea.
Soy un hombre privilegiado, por dos cosas: la primera, porque nunca me paro en una librería; y segunda, porque me llegan constantemente textos de jóvenes escritores que se ponen en comunicación conmigo y me hacen llegar libros de poesía, inéditos algunos, otros de ediciones marginales, tales que los lees y dices “¡Cómo es posible! Es un maestro”. Y no los que propician los concursos literarios ni las encuestas de las revistas literarias. No es cierto. No se llega a ocupar un lugar en el corazón del hombre vía una encuesta, sino en la aventura del poema que te desgarra. Tengo mucho contacto con estos escritores.
— ¿Qué encuentras en la escritura?, ¿qué te produce?
—Una sucesión de emociones muy fuerte. Escribir me revela siempre una parte inusitada de la cual no tengo conciencia más que escribiendo, una parte que solamente en el momento escritural sale a colación, viene a cuento. Escribir me revela la peor parte de mí mismo, que es la mejor parte, aquella parte corrupta, corrompida, que en mi caso es notable, notoria, y que solamente escribiendo sale a luz, de pronto también sin escribir, pero escribiendo puedo desinhibirme por completo y mostrar esta zona putrefacta que yace en mí. Me atrae muchísimo vivir las perversiones humanas y de pronto volcarlas en lo que escribo.
—Este descubrimiento propio es un descubrimiento general, sirve para entroncarte con la humanidad…
—Sí, porque yo me considero un hombre absolutamente de la calle, un individuo X, no tengo amor propio, no tengo nada que me ate. En ese sentido soy como una hormiguita que tiene que seguir un camino, y por eso para mí son tan importantes las características de la naturaleza humana, las más bajas, las más abyectas, porque las vivo; y al momento de escribir me gusta sacar estas cosas.
—Decías algo sobre el motor de tu escritura: las mujeres, ¿conservas esta idea o has encontrado otros temas?
—No, yo sí necesito una mujer atrás de mí que me empuje a escribir. El deseo, el apetito por la mujer para mí es una suerte de sortilegio, de fascinación. Soy de esta calaña, caterva de escritores que necesita mostrarle su trabajo a un ser humano, vivo, que lo perciba, y la mujer lo cumple para mí, aparte de la adoración. Yo necesito sentirme esclavo de una mujer, lo contrario no tiene para mi ningún chiste.
— ¿En un sentido más material quizá?
—Puede ser. El escribir, por ejemplo, una historia larga, yo puedo compararlo con el enamoramiento, porque esta sensación que provoca el enamoramiento, de cómo uno va descubriendo a la otra persona, gestos, actitudes que la van revelando y que cada vez hacen a esta persona más transparente, más cercana, eso es la factura, el proceso de una novela, que tú vas descubriendo en la historia algún rasgo que no te imaginabas iba a presentarse es exactamente como una persona, y entonces hay un deslumbramiento y quieres estar siempre escribiendo y se te va de las manos. Por eso lo comparo con la mujer, porque uno siempre quiere estar cerca de la mujer, porque esta persona que se va y en cualquier momento la historia te abandona y queda el trabajo trunco. O llega otra, pero para otra historia. En mi caso, crecen, van de la mano una mujer y una historia, o la factura de un libro de poesía, por ejemplo.
—En alguna otra entrevista mencionaba que la literatura es “una mezcla de perversión y misticismo”, y que para llegar a ella hay que hacer realidad la frase de que “mientras no sufras no serás digno de parir unas líneas definitivas”, ¿todavía lo cree?
—Lo creo, si pensamos en la literatura como una revelación, y más que eso, como un agregado del sufrimiento, de la desesperación. Son infinitas las vertientes, los caminos de la literatura. Hay quien puede escribir cuentos donde la magia se entremezcle con la realidad, hay quien puede escribir narrativa donde haya algún movimiento político importante. Yo no. Yo escribo siempre y cuando aquellas líneas me descubran una faceta más de la condición humana, de la zozobra, la desdicha, el abatimiento que significa estar vivos. En ese sentido yo creo en las líneas que acabas de comentar.
Recuerdo que Dostoievski le dijo una vez a algún joven que se le acercó con textos: “primero sufra y luego escriba”. Esto no significa que no aprecie yo la literatura como un acontecimiento estético, la literatura como un elemento de la superficialidad llevada con inteligencia y con empecinamiento; eso también me fascina pero no es la literatura que yo escribiría. Hay muchos caminos literarios, muchas vetas literarias, muchas escrituras literarias.
— ¿Eres un escritor que lee o un lector que escribe?
—Soy un escritor de segunda, soy un escritor que oye música, soy un escritor que hace muchas cosas mucho más fundamentales, para quién esto habla, que leer o escribir. Soy un escritor que vive por encima de un escritor que lee o un lector que escribe.
—Acerca de la condición humana, desgarrada, sufriente, uno de los elementos de tu obra es la culpa, como temor de Dios o de hacer sufrir a la madre, ¿te lo planteas de esa forma o solamente surge?
—De ambos lados proviene. Yo creo que la culpa es de los sentimientos más arraigados en la condición humana. La culpa es una fuerza motriz y un motor vigoroso que te impulsa a crear, a inventar, salir del agujero; es esa paradoja: el sentido de la culpa es paralizar, pero en el interior es lo que mueve y lo que obliga a mucha gente, al varón y la mujer, a sobrepasar y a aguantar. Sobre los sentimientos generales de culpa lo mismo se levanta una barda que se emprende una carrera, o se conquista una chava. La culpa es un elemento muy importante en la vida de las personas. Creo que eso se cuela mucho en los personajes, la culpa, pero porque me merece un gran respeto. Yo mismo lo reconozco: en mi persona la culpa es el acicate de todos los días.
—Sobre la novela Un hilito de sangre y su proceso creativo, mencionabas que nació como otro texto que se fue transformando y terminó en esta novela, ¿tu proceso creativo es así de “automático” o piensas los temas?
—La literatura empieza a crecer dentro del estómago, desde que tengo una sensación de que hay que escribir, y nace siempre de la emoción. A partir de ahí, viene propiamente el trabajo de buscar la forma que habrá de tener esta emoción, ¿qué va a ser?: un cuento, una novela.
Sabes que a nosotros nos enseñan que la literatura se divide en géneros, pero yo creo que eso es falso como un billete de dos pesos, porque la literatura es la palabra. El gran árbol de la palabra, que tendría una primera ramificación notable en la literatura: en la palabra oral y la palabra escrita. En realidad, el fondo es el tronco inmenso, vigoroso de la palabra. Y nos dicen “esto es poesía, esto es un cuento”. Pero el hombre que cuenta un cuento no le importa si se llama un cuento o un poema. Cuenta algo, tiene necesidad de contar, tiene necesidad de expresar una emoción, y entonces escribe algo, luego viene un académico y le dice que es un poema. Es muy sencillo esto, pero los académicos nos complican mucho la vida.
—Has hablado de la relación entre tu obra y tu experiencia, pero tu obra no es biográfica…
—Claro, porque un escritor es imaginación febril. Invención, invención. Hay elementos en los libros, biográficos, por ejemplo, ves Madame Bovary, y son las atmósferas, las calles que recorría Flaubert, las que uno advierte, huele, siente; son antecedentes autobiográficos, de su propia vida. Y eso ocurre con todos los escritores, o con una gran mayoría. Lo mismo si lees a Poe: cuando estuvo en West Point, la experiencia militar se refleja en varios de sus cuentos, la disciplina, el rigor académico. Son experiencias que tienen los escritores que el día de mañana vuelcan en lo que escriben, ya bajo la forma de la inventiva.
— ¿Alguna vez pensaste que Hilito de sangre tendría tanto éxito entre el público?
—No, nunca lo pensé, pero hay una razón muy simple: nunca pienso la reverberación de que pueda tener alguna línea escrita por mí, eso me haría un individuo despreciable y vanidoso. Uno debe pensar en la línea que sigue a la que está uno escribiendo, pero no en lo que va a pasar con tu historia porque automáticamente le corta las alas, en lugar de imprimirle vuelo. Pero hay muchos escritores que sí tienen esa visión, yo no sé cómo le hacen. Yo me limito a narrar, a escribir una línea, sin pensar en la línea siguiente. Hasta ahí llegan mis ambiciones en lo que respecta a la palabra escrita.
—Es sabida tu inclinación dos temas: la música y las mujeres, ¿hay alguna diferencia, una similitud entre esa atracción?
—Sí, que son adicciones. Yo soy adicto de la música, la mujer y el alcohol. Hasta el día de hoy, no sé si mañana mi cabeza sigue girando continuamente en torno a estas cosas. Escucho música todo el tiempo, abro los ojos y pienso en una mujer, me da fuerza para que yo pueda resistir los embates de este día que principia, y luego concilio el sueño pensando en una chava, y el alcohol va y viene; como en cualquier hombre.
— ¿Te consideras un escritor universal?
—En ese sentido, no estoy casado con un mexicanismo. Fui criado en un ambiente cultural cosmopolita, donde se tocaba y se hacía música, lo mismo de compositores y músicos rusos, norteamericanos, alemanes o franceses. Siempre he sido adepto de tocar el corazón de la cultura universal: el pensamiento chino, el haiku japonés; siempre he estado abierto a cualquier manifestación humana. No voy a ponerme en los ojos la venda del mexicanismo, que me impediría gozar las más altas manifestaciones del espíritu universal.
—Quizá por eso en dos o tres de tus obras hay una reflexión en torno a las figuras centrales del ser mexicano…
—Claro, siento en carne propia la savia de este país. Camino y vivo la ciudad, y me destroza la pobreza, y algunos elementos que forman parte ser mexicano, pero no suelo anteponer lo mexicano a nada. Todo me gusta, todo lo gozo, todo lo disfruto. Y me burlo mucho de los que defienden a ultranza lo mexicano, el ambiente musical, histórico, literario, es decir, de los que enarbolan el mexicanismo, el nacionalismo como un valor inquebrantable y superior, eso me da mucha flojera.
— ¿Qué significa el número 13, porque lo mencionas varias veces?
—Conscientemente no te lo puedo responder porque ignoro lo que signifique, pero la mención del número 13 me provoca una inquietud que me rebasa, entonces desconozco en mí de dónde viene eso. Para mí tiene una connotación singular, que me conmueve, que me provoca una conmoción.
REYES MARTÍNEZ.
Hoy a las 19:00 por Maria Lua
» Rabindranath Tagore (1861-1941)
Hoy a las 18:52 por Maria Lua
» Yalal ad-Din Muhammad Rumi (1207-1273)
Hoy a las 18:51 por Maria Lua
» EDUARDO GALEANO (1940-2015)
Hoy a las 18:45 por Maria Lua
» DOSTOYEVSKI
Hoy a las 18:42 por Maria Lua
» JULIO VERNE (1828-1905)
Hoy a las 18:37 por Maria Lua
» FERNANDO PESSOA II (13/ 06/1888- 30/11/1935) )
Hoy a las 18:04 por Maria Lua
» Poetas murcianos
Hoy a las 16:33 por Pascual Lopez Sanchez
» NO A LA GUERRA 3
Hoy a las 15:38 por Pascual Lopez Sanchez
» Antonio Martínez Sarrión (1939-2021)
Hoy a las 15:38 por Pedro Casas Serra