POESÍA SOCIAL XI (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)



BIOGRAFÍA
Edgardo López Ferrer es natural de Toa Baja, Puerto Rico (1943, signo de Libra). Hijo de familia de clase media, estudió en la escuela pública de su país. A su ingreso a la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, entra en contacto con los poetas de la revista Guajana a la que se incorpora desde sus inicios. Colabora con poemas en la revista y participa de sus actividades políticas independentistas y socialistas y, también, del dedicado amor a las artes plásticas que desde el principio se desarrolla en la revista. Figura en la Antología de jóvenes poetas universitarios de 1965. En ese mismo año, termina su Bachillerato en Humanidades, en la Universidad de Puerto Rico y trabaja como maestro de escuelas públicas en su pueblo natal de Toa Baja.

A inicios de la década del 70 se marcha a Nueva York a trabajar y comenzar estudios de Maestría en la City University of New York, Queens College. Asiste además a la Fordham University y en ambas desempeña tareas docentes mientras se prepara para su carrera académica. Allá conoce a su compañera y esposa María Zayas ( traductora) y funda un hogar del que procrea tres hijos: Edgardo R. (Yuri), Eva María y Carlos Adolfo. A mitad de la década del 70 se ubica en el área del Bronx donde trabaja director del Programa de Estudios Afro-Americanos y Puertorriqueños de C.U.N.Y y como consultor educativo bilingue de la Red de Educación Bi-cultural/ Bi-lingüe del Bronx.

Iniciándose la década de los ochenta regresa a Puerto Rico y labora como profesor del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Cayey y también como director del Seminario de Bibliografía Eugenio María de Hostos, de la misma. Continúa sus estudios doctorales, viaja a diferentes lugares, especialmente a República Dominicana y a Cuba donde entabla amistad con el poeta Eliseo Diego, de quien hace un extraordinario estudio como tesis doctoral. Termina su grado en 2001. En su cátedra ha dado desde los cursos básicos a Literatura puertorriqueña, Poesía puertorriqueña, El cuento puertorriqueño, La imagen nacional de Puerto Rico a través de su literatura, Poesía afroantillana, Literatura y sociedad en el Caribe hispano y ha preparado un Curso de poesía hispanoamericana contemporánea donde se estudiarán las obras de Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, J. L. Borges, C. Vallejo, P. Neruda y Octavio Paz.

Ha hecho numerosos estudios eruditos sobre poesía, literatura, educación y cultura. Su obra poética en su mayoría permanece inédita acaso por un excesivo (y tal vez innecesario) rigor de su parte. No obstante, tiene obra en preparación y libros inéditos que irá dando a la estampa en tiempo venidero. Tiene una antología inédita (estudios y selección) del poeta Andrés Castro Ríos. Aparece además en la antología Hasta el final del fuego, treinta años de poesía: 1962-1992 de Marcos Reyes Dávila. Ha dado conferencias, foros y seminarios.

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)


Sólo al dolor...


Sólo al dolor mi corazón provoca
con su latir de inmenso enamorado.
Cómo duele saberse ya olvidado
por tu mano, tu voz y por tu boca.

La pena por mi sangre desemboca
al sentir sobre mí tu pecho amado
tu cuerpo por mi cuerpo señalado,
dulce sueño del labio que te evoca.

No ha podido vencer la lejanía
tu ser, polen de amor para mi viña
tan sólo tú renaces mi alegría.

Por tu mano que el tiempo me cercena,
por tu voz, por tu boca día a día
cumplo en tu corazón una condena.

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)



Solo está el hombre...

Solo
está el hombre
con su dolor a cuestas;
desvelado
en su sombra diaria.
Un dios ahogado
le corre por las venas
como una herida vieja.
Cargado
de silencio
cruza por el mundo
con su triste equipaje;
encadenado
va por calles
de miseria.
Busca
en su corazón
una mirada,
una palabra,
tierna o dura
que le diga
que humanamente existe.

Inutilmente busca.
Sus brazos
no detienen ya
la nada.
La soledad
ama a su pecho
que habita ferozmente.
La muerte
no necesita tiempo
para crearse.

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)



ARDIDA MARAVILLA

El tiempo
arquea la sangre
que el vientre aviva
jadeante
como la primavera.
No ordena
la mirada
tanta alegría
en mariposa prohibida.
El cuerpo
es la memoria
de la lengua que acecha,
ardida maravilla en forma.
Extrañeza es la calma
que ausculta la creciente,
la soledad y el grito,
la luz y las tinieblas.

GRACIAS LLUVIA; GRACIAS WALTER POR VUETRO RECIBIMIENTO.

EL VIAJE : ¡S.C.!

AHORA A SEGUIR LUCHANDO CONTRA LAS ADVERSIDADES Y DISFRUTANDO DE LAS OCASIONES QUE SE PUEDAN.

Y TRABAJANDO, EN LA MEDIDA QUE SE PUEDA, POR LA UNIVERSALIZACIÓN DE LA POESÍA.

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)



ANTE UN RETRATO DE MI MADRE

Lo vivo lejano…
José Hierro

Cuánta serenidad
hay en tu frente,
madre.
Sol exacto.

¿Por qué hoy busco
el equilibrio de otros ojos
en los tuyos
desde esta soledad
que no conoces
a pesar
de ser tan tuya?

¿Quién eres?
¿Qué nostalgias
incendiaron tus sueños?
¿Serán un mismo río
el amor y el olvido,
y un mismo silencio
la ternura y el viento?

¿Será tu luz
la de mi sangre?
¿Será tu imagen
la de mi muerte?
¿Cómo asir
la prodigiosa muerte
del mediodía
de tus ojos?

¿Serán estas palabras
el mudo espacio
de tu presente?
¿O serán mis palabras
la pérdida
que ausculto
en tu mirada?

Tal parece
madre,
que en ti
y en mí
sólo una verdad
habita:
el tiempo.

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)


PARA ÁNGELA MARÍA DÁVILA

Caminas
por la sombra
de mi muerte.
Profunda
de ti misma.
Intensa
y misteriosa.

Las trenzas
de la infancia
han creado
otro lienzo
en el oscuro río
de la nada,
mientras
el viento y la lluvia
de tantos sueños
vulnerados,
en tu mirar ausente,
de intransigente paz
hoy se deshacen.

El mar
y las madreselvas
de tus manos
no encuentran
las querencias
de tu espacio
porque ya no existen
las palabras
ni el fulgor
del exacto equilibrio
del fuego
y de las mariposas.

Sólo
la prudente soledad
y el generoso silencio
iluminan
tu cuerpo
y tus labios.

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)



COTIDIANA MEMORIA

A Victor Morales Santana,
asesinado en la Republica Dominicana

Compañero,
¿por qué hablar de ti
una mañana como ésta,
en que la vida
no es más que una idea
y la memoria
una terrible mariposa?

¿Por qué
tu imagen hoy,
en que el vivir asume
su compacta
alegría?

¿Qué decir,
entonces,
sobre la oscura noche
de tus días
y el pan
diario
que alumbraban
tus manos?

No sé.
La palabra
es apenas
sombra
de la luz
de tu muerte.

Ya ves.
Nunca hubo
tiempo
para inventar
una metafísica
del valor.
Hoy
lo sabemos.
El leopardo
en su carrera
construye
el viento
y las flores
que nacen
a su paso.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

POEMA DEL TIEMPO

I

herido del tiempo estoy
y no puedo escaparme
de las voces
que sin cesar me llaman
duras e inflexibles.
No puedo,
son las voces lejanas
horadando el recio universo
en que combato.
Son las voces que conozco.
Son las voces del tiempo
que no acaba de rodar.
El tiempo.
Herido en él estoy.
Miro a mi alrededor
y toco las piedras
y me sé más herido
del rayo
y del destino.
Es el tiempo.
Lo sé.
Es el tiempo
que horada el bloque de
granito
y el metal que aprisiona
y confunde.
Lo sé.
Pero no importa.
Miro a mi alrededor
y veo la abierta arcilla.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

POEMA DEL TIEMPO

II

Miro a mi alrededor
y contemplo la roja granada
abierta,
sangrando por el lodo
como un seno mordido
por la boca del fauno.
Miro a mi alrededor
y contemplo
los altos andamios
donde teje la luz
su enredadera de prismas
y sonidos.
Miro a mi alrededor
y veo al niño
jugando con el barro
y las piedras.
Miro a mi alrededor
y me veo levantando
espirales,
levantando andamios
cara al sol del mediodía.
Me veo en sus fulgores.
Sí,
me veo,
y me contemplo
más puro.
Pero cuánto dolor,
cuánta materia oprimida
a punto de caer
en el tiempo
que no rueda.
¡Cuánto esfuerzo,
cuánta carne desgarrada,
cuánto esfuerzo!

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

POEMA DEL TIEMPO

III

Lo sé.
Contemplo las ventanas,
los vitrales donde sueña la luz postrera
del día.
donde se quiebra el aire
de la dulce primavera.
Herido estoy
y no puedo escaparme
de las voces
que arañan en mi ser
con sus signos de fuego
y sangre corrompida.
Perro no me importa.
Ausculto el llamado de la rosa
y contemplo el misterioso movimiento
de las constelaciones
infinitas.
El tiempo
me contesta
impertérrito,
sereno,
el tiempo que no acaba de rodar,
sino que permanece estable,
firme,
inconmovible.
Me contesta con su grave silencio,
mientras el hombre sufre,
el hombre,
el que levanta los andamios
y resquebraja la tierra
como a ´débil brizna de yerba.
El tiempo permanece estático
y sólo se percibe
el ritmo de las constelaciones
en el cielo azuloso
de la noche.
Sólo el tiempo permanece
estático,
impertérrito,
en silencio.
Herido estoy
y me miro
aherrojado
en el instante
que no rueda.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

CANTO DESESPERADO A LA CENIZA

I

Negro manojo de huesos,
arcilla reducida a su final de sueño
arrinconada mansión sin cantos y sin ruegos,
escombro que se reduce al polvo,
a la ceniza,
al olvido verdadero.

Nos quedaremos un día completamente solos,
tirados en la tierra como brizna abandonada,
brizna segada y seca.
Nos quedaremos un día completamente solos.
Nos quedaremos tranquilos,
silenciosos,
con el torso ya próximo a un hervidero de
gusanos.
La tierra, sólo la tierra, nos cubrirá de pronto,
y seremos allí materia corrompida,
negro manojo de huesos,
montones de ceniza,
estático silencio.
Seremos un escombro del olvido,
trasto silencioso, perennemente frío.

Nos quedaremos un día completamente solos.
Y el barro se hará polvo por la tierra,
regresará de pronto a su raíz primigenia,
al imperio del polvo.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

CANTO DESESPERADO A LA CENIZA

II

Vine a cantarte al aire, conmovido,
yo, desterrado, ahora, por el sueño
que me dora las casas y los árboles,
y me brinda lo frágil de la rosa,
ya volcado marfil ensimismado.
Vine a cantarte l aire, a la intemperie,
con los ojos cansados de mira
el tránsito del tiempo en las estatuas,
los mármoles caídos entre el polvo.
Vine a cantarte ahora, a pedirte
que ahuyentes tu presencia sigilosa,
esta presencia tuya, sin sentido,
sin palabras, sin besos, sin simiente,
esa triste advertencia silenciosa.
Vine a cantarte al aire, decidido
a brindarte la llama taciturna
de esta sangre que alienta su mensaje,
de esta sangre que transita mis venas
y es símbolo de vida y esperanza.
A contraluz de llanto y agonía
vine a darte la voz que en mi ser se ensancha,
esta voz en que duermen perseguidas
las palabras y el fuego. Desatada
promesa de afirmarme sobre el tiempo,
sobre el tiempo que corta las raíces
y devora los torsos en los parques.
Vine a cantarte, ahora, gris ceniza,
imperio de la noche verdadera

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)


Espejo

Me miro en esta letra que reclama
mi vida toda al tiempo lisonjero.
Canto fugaz, audaz espejo fiero
que me rehace y la memoria inflama.

Letrado árbol, sosegada llama.
Del afanoso río, marinero.
De la amorosa fuente, caminero
que la rosa deshace y desinflama.

Puerta del paraíso, ruiseñor.
Exacta transparencia que arrebata.
Noche serena, mágico esplendor.

Equilibrada luz, la letra mata.
Frágil y austera forma; alaflor
que al fiel olvido, el amor desata.

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)



Discurso

Hoy hablará
de paz,
el presidente...
¡God bless him!

Son las siete
y luce
minicara.
Todos
sus huesos
están completos.
Ha revisado ya
su sangre,
su nariz,
sus garras;
su voz
más Dean que Macnamara,
está afinada.
Hitler y Spellman
dirigen
su mirada;
un democrático
napalm
florece
en su sonrisa.

Ya se dispone
a hablar...
Tiene
todo lo necesario
para hacer
su discurso...
¡La paz sea
con nosotros!

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)



No es la piedra

No hay sombra
que le arranque
a la memoria
el reto del amor,
si por la dulce savia
__cauce mayor__
nos encontramos.

Vivir
sabernos de repente
a pleno corazón
en este horror sin pan
ni primavera,
en medio de la diaria cuchillada
es más que desamor.

El hombre duele.
Y en su doler
acorralamos la mirada.
No es tiempo para el llanto.
Es la hora saturada de espejos.
No es la piedra quien vela,
sino la sangre.

PUERTO RICO


LÓPEZ FERRER, EDGARDO (1943)



Poema

Solo
está el hombre
con su dolor a cuestas;
desvelado
en su sombra diaria.
Un dios ahogado
le corre por las venas
como una herida vieja.
Cargado
de silencio
cruza por el mundo
con su triste equipaje;
encadenado
va por calles
de miseria.
Busca
en su corazón
una mirada,
una palabra,
tierna o dura
que le diga
que humanamente existe.

Inutilmente busca.
Sus brazos
no detienen ya
la nada.
La soledad
ama a su pecho
que habita ferozmente.
La muerte
no necesita tiempo
para crearse.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

CANTO DESESPERADO A LA CENIZA

III

A la ceniza vengo, dolorido.
Aquí la voz alienta su tristeza,
desatada en oscuros ruiseñores.
Aquí la voz socava la presencia
del polvo, gris materia sin herida,
esa triste presencia sin latido,
ya huérfana del tiempo a contramores
y olvidadas palabras peregrinas.
Aquí, aquí la voz de la alborada
contempla los escombros, lo que queda.
A la ceniza vengo con mi grito,
a aventarla en el aire del ocaso
donde duermen las púrpuras del tiempo,
a aventarla en el tiempo y en la hora
en que la noche irrumpe su presencia,
abolida la luz y su destello..
A la ceniza vengo con mi grito,
que repercute, ahora, en el espacio,
horadando remotas serpentinas
de estrellas en el cielo del momento,
cuando alientan, serenas y desnudas,
las estatuas que miran sin mirada,
las estatuas, ya próximas al polvo,
al negro laberinto sin espejos
donde reina la muerte y el exilio.
A la ceniza llega mi armonía,
a la que yace muda bajo el mármol,
la que ignora la cifra de los sueños,
que no es árbol, ni es brizna para el viento,
sino montón de escombros combatidos,
conciliada presencia en abandono.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

CANTO DESESPERADO A LA CENIZA

IV

Vengo a cantarte ahora, en que transitan
luciérnagas al aire. A cantarte
ahora que conozco que la rosa
se destina a la muerte prematura,
ahora que conozco que la carne
es fugaz como el lirio y la azucena.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

CANTO DESESPERADO A LA CENIZA

V

Dominio de la noche es la ceniza,
planeta, sí, de tierra ensombrecida,
arrinconado escombro sin corola,
sin durezas enhiestas para el aire.
Leve montón de polvo por la sombra.
Desintegrado hueso en el abandono,
materia que no sabe u destino,
y que ignora promesas y alegrías.
La ceniza no sabe su destino,
ignora el memorial de la sonrisa.
No sabe de recuerdos ni esperanzas.
La ceniza se anida en el silencio,
no escucha golondrinas en la tarde,
ni el trino de los altos ruiseñores.
No sabe la ceniza de la rosa,
es tan sólo materia sin sustancia,
sin coléricos gritos, ni palabras,
helada posesión de la penumbra.
Ignora la ceniza los metales
y el rayo de la luna en la enramada,
no la tienta la carne, ni el olvido,
escombro que no palpa su existencia

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

CANTO DESESPERADO A LA CENIZA

VI

Ven, ven ahora al polvo, a esta sombra,
larga noche sin llamas y sin cantos,
a este pálido río que no acaba,
resignado residuo del orgullo.
Ven, ahora, conmigo, a la ceniza.
Descubre que la rosa como el hombre
termina en el silencio, en el escombro,
que los labios que hablan y que admiras
son tan sólo reguero de ceniza,
que las frentes que miras despejadas
son tan sólo reguero de ceniza,
que los senos desnudos y rosados
son tan sólo reguero de ceniza,
que el cabello, cascada luminosa
sobre el hombro desnudo de la amada
es tan sólo reguero de ceniza,
que los ojos, las manos y las piernas
son tan sólo reguero de ceniza.
Ven ahora y contempla abolidas
presencias luminosas. Ven, contempla
qué queda de la carne y la sonrisa,
qué queda de los muslos de alabastro,
de las manos vencidas que apresaron
la arcilla presurosa de los sueños,
qué de la piel amada, de los besos,
qué queda del dominio de la rosa.
Ven, contempla el destino de la carne
sumergida en la noche de la muerte.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

POEMA SIN NOMBRE (1953)

I

No es que quiera despedirme
ahora que en las montañas
se va borrando tu sombra.

no es que quiera despedirme
de tu tristeza de alondra,
cuando pugnas en la yerba
con el viento y la amapola.

No es que quiera despedirme
de la luz de tus alcobas.
Es que quiero tu silencio
para besarlo en la sombra.

No es que quiera despedirme
de la luz de tus alcobas

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

POEMA SIN NOMBRE (1953)

II

Yo vi la luz
enredarse
en tu cuerpo de amapola
salvaje.
Yo escuché la música
desatarse en tu talle,
y contemplé la rosa
de bruñido marfil
del vientre,
y contemplé la rosa
moverse bajo el beso
del aire.
Yo vi la luz
exacta
del trópico de fuego
palpitante
en las líneas azules
de tu sangre.

Ay, amada
de amapola de fuego
y de armonía,
¡cómo te recuerdo
a la orilla del tiempo
que nos borra!

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

POEMA SIN NOMBRE (1953)

LA CREACIÓN

(Oyendo la Quinta Sinfonía de Prokofiev). 1954

I

Relámpago es la rosa del sonido,
combatido universo de armonía
al reflejo de olas que dilatan
su presencia de espumas y de algas.
Aquí la noche intacta del revuelo,
la reciedumbre para el murmullo
y las palabras leves que en el tiempo
han quedado prendidas de la hierba.
Aquí la dulcedumbre del desvelo
en su lento crujido de tristeza
y taciturna nieve del gemido.
Relámpago es la rosa pasajera
devorando el recinto de la niebla,
diadema de diamantes o de cuarzo
que enciende su silueta en la penumbra.
La levedad del trino y de la ola
combatiendo el destino de la noche
donde crece la estatua del misterio.
Catedral en la brisa se levanta
construida por manos invisibles
que el tiempo ha sepultado sin esfuerzo.
Tenue jazmín labrado en el encuentro,
corona estremecida y palpitante.
Aquí leve bandazo de la ola
contra aristas de piedra y de basalto.
Universo de música trenzada
brotando del enigma de la noche.
¡Ah, presencia del tiempo, enredadera
aupando su estandarte presuroso!
Dulzura del instante. Ha cuajado
la armonía su imperio permanente.
Relámpago en la rosa del sonido.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

POEMA SIN NOMBRE (1953)

LA CREACIÓN

(Oyendo la Quinta Sinfonía de Prokofiev). 1954

II (*)

Se destaca la lumbre del sonido
y el aire resplandece de ternura.
Hay palabras que dicen la tristeza
y hay lágrimas que corren por el tiempo
buscando amaneceres y promesas.
Se ha colmado la noche del combate
de campanas que dicen su inminencia
bajo el cielo sereno y estrellado.
Ha llegado el imperio del murmullo,
del susurro del viento y la paloma.
Dulzura de la música caída
sobre las blancas líneas de la espuma
cuando las olas quiebran el misterio
contra el torso bruñido de la roca.
Se ha colmado la noche de dulzura,
de estrellas que palpitan en el agua.
Se desata la lumbre del sonido
y la sombra se enciende perseguida
por la llama del ángel de diamante.
Corona desprendida del abismo
insondable del tiempo silencioso.
Corona de esmeralda conmovida
poblando la alta hora de latidos
y de castas palabras taciturnas,
¡Ah, la llama del ritmo en las orillas
de la piedra y el llanto de las aguas!
¡Ah, firmeza del alto escalofrío
que va prendiendo luces de diamante
en la niebla y el límite del tiempo!

(*)

Al principio de la exposición de este autor ya se puso este fragmento de LA CREACIÓN. Lo hemos repetido ahora para darle consistencia al poema completo.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

POEMA SIN NOMBRE (1953)

LA CREACIÓN

(Oyendo la Quinta Sinfonía de Prokofiev). 1954

III

Más allá de la luz y las palabras,
más allá, más allá de las regiones
donde el otoño dice su mensaje
y se arrastran las hojas desprendidas.
Más allá se contempla la esmeralda
aherrojada entre capas escondidas.
Más allá de la luz y las palabras
está el silencio puro, el verdadero,
el que forja la piedra, la ceniza
y pule los metales sepultados.
Más allá se aparta del rocío
una gota de llanto, una rosa
petrificada y roja en el macizo
de la roca profunda y silenciosa.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

POEMA SIN NOMBRE (1953)

LA CREACIÓN

(Oyendo la Quinta Sinfonía de Prokofiev). 1954

IV

Cuando la luz se supo coronada
en las altas montañas silenciosas,
se oyó un gemido leve como el viento
y se colmó la aurora sobre el mundo.
Cuando se vio la sombra disipada
brotó de la honda noche la potencia
del beso y del abrazo. Confundidas
labraron su silueta abrasadora
el hombre y la mujer, ensimismados,
a contraluz del aire de la aurora.
Labraron su silueta en el abrazo,
desnudos, en la pura primavera
del esfuerzo y el hondo paroxismo.
Así los vi la lumbre conmovida
animadas estatuas de perfiles
profundos y acerados. El abrazo,,
la lucha de los cuerpos que se unen
recorridos de llama de deseo
y alegres oleadas de ternura.
El abrazo en las altas claridades,
mientras el aire irrumpe como un trueno
socavando las recias estructuras
del alto acantilado de granito.
Así los vio la hora estremecida
y los dotó la luz de la mañana.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

SONETOS PARA UN TIEMPO DE OLVIDO

I

Hay presencia de polvo en la alta rosa.
El corazón se ausculta en lo inminente.
La muerte desvelada, ¡cómo siente
su realidad de dardo presurosa!

¡Cómo avanza su sombra sigilosa
a la frente del hombre!¡Cómo miente
la vida que palpita transparente!
Todo es polvo, presencia silenciosa.

Todo pasa: la lumbre verdadera,
la flor, la estatua, el beso. Primavera
es fugaz como llama de aventura.

¡Cómo alienta la muerte su presencia!
En la rosa, en el hombre.  Es ausencia
de tiempo, es el polvo, la clausura.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

SONETOS PARA UN TIEMPO DE OLVIDO

II

¡Cómo corta su espada ensangrentada!
Espectral, taciturna, se adivina.
Ya es un leve sonido, ya una fina
caricia que se torna en estocada.

¡Cómo azota, firmeza derramada
sobre el mundo y sus valles! No declina
su imperio amarillento. Se empecina.
Vedle el paso cortando la enramada.

¡Cómo viene segura, fratricida!
Desde siempre amenaza y se proclama.
El hombre la presiente en cada herida

y con ella combate. No es la llama
que circula en las venas, decidida
en la sombra que el hombre no reclama.

PUERTO RICO

POESÍA SOCIAL

FRANCISCO LLUCH MORA

AQUÍ, AQUÍ LA FRENTE DESPEJADA

"Esta cabeza cuando viva tuvo..."

(Lope de Vega)

Aquí, aquí la frente despejada
sostuvo el pensamiento y la ternura;
aquí envidió la rosa la frescura
del labio y la mejilla apalomada.

Aquí estuvo la angustia aposentada,
aquí el tiempo segó con su premura
tanta rosa fugaz, tanta hermosura,
y hubo queja en el aire enarbolada.

Aquí surgió temprana la alegría.
Aquí el dolor, el tiempo y la agonía,
convirtieron en llanto la sonrisa.

Aquí irrumpió la muerte su fiereza,
para trocar la risa y la tristeza
en escombros, en hueso y en ceniza.