Raskolnikof dejó la gorra, pero sin romper su mutismo. Con el entrecejo
fruncido, escuchaba atentamente la palabrería deshilvanada de Porfirio
Petrovitch.
«Dice todas estas cosas afectadas y ridículas para distraer mi atención.»
—No le ofrezco café —prosiguió el infatigable Porfirio— porque el lugar
no me parece adecuado…El servicio le llena a uno de obligaciones…Pero
podemos pasar cinco minutos en amistosa compañía y distraernos un poco…
No se moleste, mi querido amigo, por mi continuo ir y venir. Excúseme. Temo
enojarle, pero necesito a toda costa el ejercicio. Me paso el día sentado, y es
un gran bien para mí poder pasear durante cinco minutos…Mis hemorroides,
¿sabe usted…? Tengo el propósito de someterme a un tratamiento gimnástico.
Se dice que consejeros de Estado e incluso consejeros privados no se
avergüenzan de saltar a la comba. He aquí hasta dónde ha llegado la ciencia en
nuestros días…En cuanto a las obligaciones de mi cargo, a los interrogatorios
y todo ese formulismo del que usted me ha hablado hace un momento, le diré,
mi querido Rodion Romanovitch, que a veces desconciertan más al magistrado
que al declarante. Usted acaba de observarlo con tanta razón como agudeza.
—Raskolnikof no había hecho ninguna observación de esta índole—. Uno se
confunde. ¿Cómo no se ha de confundir, con los procedimientos que se siguen
y que son siempre los mismos? Se nos han prometido reformas, pero ya verá
como no cambian más que los términos. ¡Je, je, je! En lo que concierne a
nuestras costumbres jurídicas, estoy plenamente de acuerdo con sus sutiles
observaciones…Ningún acusado, ni siquiera el mujik más obtuso, puede
ignorar que, al empezar nuestro interrogatorio, trataremos de ahuyentar su
desconfianza (según su feliz expresión), a fin de asestarle seguidamente un
hachazo en pleno cráneo (para utilizar su ingeniosa metáfora). ¡Je, je, je…!
¿De modo que usted creía que yo hablaba de mi casa pagada por el Estado
para…? Verdaderamente, es usted un hombre irónico…No, no; no volveré a
este asunto…Pero sí, pues las ideas se asocian y unas palabras llevan a otras
palabras. Usted ha mencionado el interrogatorio según las normas legales.
Pero ¿qué importan estas normas, que en más de un caso resultan
sencillamente absurdas? A veces, una simple charla amistosa da mejores
resultados. Estas normas no desaparecerán nunca, se lo digo para su
tranquilidad; pero ¿qué son las normas, le pregunto yo? El juez de instrucción
jamás debe dejarse maniatar por ellas. La misión del magistrado que interroga
a un declarante es, dentro de su género, un arte, o algo parecido. ¡Je, je, je!
Porfirio Petrovitch se detuvo un instante para tomar alientos. Hablaba sin
descanso y, generalmente, para no decir nada, para devanar una serie de ideas
absurdas, de frases estúpidas, entre las que deslizaba de vez en cuando una
palabra enigmática que naufragaba al punto en el mar de aquella palabrería sin
sentido. Ahora casi corría por el despacho, moviendo aceleradamente sus
gruesas y cortas piernas, con la mirada fija en el suelo, la mano derecha en la
espalda y haciendo con la izquierda ademanes que no tenían relación alguna
con sus palabras.
cont
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Hoy a las 06:46 por Pedro Casas Serra
» Juan Luis Panero (1942-2013)
Hoy a las 06:26 por Pedro Casas Serra
» 2021-08-17 a 2021-11-24 APOCALIPSIS, 21: 8: DOMINGO BADIA "ALI BEI", VIAJERO
Hoy a las 05:53 por Pedro Casas Serra
» 2021-08-17 a 2021-11-24 APOCALIPSIS, 21: 8: EL GENERAL MORAGUES
Hoy a las 05:44 por Pedro Casas Serra
» NO A LA GUERRA 3
Hoy a las 05:30 por Pedro Casas Serra
» Poetas murcianos
Hoy a las 04:55 por Pascual Lopez Sanchez
» MAIAKOVSKY Y OTROS POETAS RUSOS Y SOVIÉTICOS, 3
Hoy a las 03:29 por Pascual Lopez Sanchez
» POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
Hoy a las 00:22 por Lluvia Abril
» POETAS LATINOAMERICANOS
Ayer a las 19:08 por Maria Lua
» LA POESIA MÍSTICA DEL SUFISMO. LA CONFERENCIA DE LOS PÁJAROS.
Ayer a las 19:05 por Maria Lua