SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)
TOMO II. SIGLO XIX.
167. DON LUIS VIDART
FTE. REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (Autor: a pie de página)
Vidart y Schuch, Luis. Madrid, 27.VIII.1833 – 9.IX.1897. Militar y escritor.
Luis Vidart es el prototipo de intelectual militar que combina perfectamente los estudios militares y civiles.
Es el miembro más activo del movimiento intelectual militar nacido en el último tercio del siglo XIX.
Ingresó a los catorce años en el Colegio de Artillería, consiguiendo, a los veinte años, el empleo de teniente.
En este período académico, Vidart, junto con varios camaradas como López Carrafa, Serafín Olave o José Navarrete, consiguieron crear un pequeño movimiento literario con su órgano de expresión, un periódico al que pusieron por título El fotogénico, en el que colaboraban todos con entusiasmo.
Su personalidad se va forjando en los conflictos que se producen en la mitad del siglo xix. Participa en el movimiento acaudillado por el general O’Donnell en 1854, en Vicálvaro, obteniendo, por su brillante comportamiento, el grado de capitán. Dos años después se une, en Madrid, a las tropas que, al mando de los generales O’Donnell, Concha y Serrano, terminan con el llamado “bienio progresista” de Espartero. Aquí ganó Vidart la Cruz de San Fernando de 1.ª Clase.
Tras su ascenso a capitán, en mayo de 1862, pasa por el Ejército de África. Destinado a Madrid a primeros de 1965, solicita poco después el pase a la situación de supernumerario para trabajar, como ingeniero, en una compañía de ferrocarriles. En esta primera etapa madrileña, comienza su interés por la filosofía y publica en 1866 su Historia de la filosofía española, obra que contribuyó notablemente a despertar el interés por los estudios filosóficos españoles del pasado. Entra en contacto, por aquella época, con el movimiento krausista que venía de Alemania.
De profundas creencias católicas, Vidart debió de quedar impresionado por las enseñanzas de Sanz de Río sobre el krausismo en la Universidad Central a las que acudía junto a su amigo Francisco Giner de los Ríos.
Del krausismo tomaría, seguramente, Vidart el interés por la ciencia y sobre todo el convencimiento de que la única forma de apartar al militar de la intensa politización a la que en aquellos momentos se veía sometido, era la profesionalización, la consideración como ciencia de la carrera militar, el estímulo al estudio y a la preparación intensa. Es en estos momentos cuando Vidart entra en estrecho contacto con el grupo universitario de Sanz del Río al que pertenecían, entre otros, además de Giner, Gumersindo de Azcárate, Federico de Castro, González de Linares, Salmerón y Sales y Farré.
Sin embargo, Vidart se aparta de los comportamientos progresistas de los que, como el general Prim, abogan por procedimientos revolucionarios. Así, cuando el 22 de junio de 1866 se produce el intento de sublevación de los sargentos del acuartelamiento de San Gil, Vidart, que disfrutaba en aquellos momentos de su situación como supernumerario, se incorpora inmediatamente a las órdenes del Gobierno, sirviendo de ayudante al general Zabala.
En 1867 ingresó en la prestigiosa Real Academia de Buenas Letras de Sevilla, en la que leyó un discurso de ingreso titulado “Predominio de la idea política en el siglo xix”.
Su relación con el Ateneo Científico y Literario de Madrid debió de comenzar con su llegada a la capital en 1865, siendo nombrado, al año siguiente, secretario de la sección de ciencias morales y políticas.
Vidart vivió con toda intensidad la decadencia del progresista Ateneo ante la represión gubernativa que culminó en 1867. Contribuyó con todas sus fuerzas a la pervivencia del centro cultural civil mediante la organización de ciclos de conferencias y demás actividades culturales.
Vuelto al servicio activo en 1870, una vez ascendido a comandante, es comisionado para visitar los campos de batalla en la guerra franco-prusiana, con objeto de redactar una memoria sobre las enseñanzas extraídas de la contienda.
Bien asentadas las ideas liberales en su mente, Vidart es elegido diputado por los distritos de Valmaseda (Vizcaya) y Albocácer (Castellón). Desde los escaños del Congreso, Vidart participa activamente en cuantos debates se suceden en torno a los temas militares, mostrando unas dotes privilegiadas de orador.
Al intentar modificar el reglamento del cuerpo de Artillería por el último gobierno del rey Amadeo, presidido por Ruiz Zorrilla, Vidart opta por abandonar el cuerpo siguiendo el ejemplo de la mayoría de sus compañeros. Cuando ya declarada la República, en 1873, Nicolás Salmerón inicia los contactos para intentar reorganizar a los artilleros, ante la eventualidad de las tres guerras civiles que se simultanean, es el comandante Vidart el encargado de intermediar entre los artilleros y el Poder Ejecutivo de la República, si bien sería Castelar quien culminara la reorganización del cuerpo de Artillería.
Vidart formó parte de la Comisión de Reorganización del Ejército que convocó su buen amigo Nicolás Estévanez en la corta etapa que estuvo al frente del Ministerio de la Guerra, consiguiendo que se adoptase una antigua propuesta, defendida por aquél desde antiguo, que contemplaba la desaparición de los capitanes generales y las todopoderosas inspecciones de las armas y los cuerpos.
Luis Vidart solicitó el retiro en 1874 con el empleo de comandante de Artillería y por sus méritos literarios y militares recibió el ascenso a teniente coronel de Caballería.
Probablemente, la mayor aportación de Luis Vidart a la historia militar española tiene que ver con su protagonismo en torno al movimiento intelectual castrense, nacido en el último tercio del siglo xix, y que tuvo en él, uno de los principales valedores.
Vidart volcó toda la experiencia vivida en el Ateneo Científico y Literario de Madrid en la fundación de un centro militar cultural muy parecido a aquél. Con una serie de compañeros, entre los que destacan Francisco Villamartín, Nicolás Estévanez, Arturo Cotarelo y Eduardo López Carrafa, Vidart fundó en la primavera de 1871 el Ateneo del Ejército y la Armada. Sus objetivos eran tres: conseguir la anhelada confraternización entre los cuerpos y las armas del Ejército y el de éste con los marinos; procurar la instrucción de los militares y su afición al estudio, destacando el carácter de ciencia para la milicia y por último, y como consecuencia de esta última, procurar la despolitización de unas fuerzas armadas excesivamente mediatizadas por los avatares políticos de lo que se había recorrido del siglo xix.
Para conseguir estos objetivos, los ateneístas contaban con una serie de actividades como ciclos de conferencias, escuela de estudios militares, tertulias profesionales, etc. Además, tenían una revista que informaba de todas las actividades y recogía los trabajos y las conferencias que se impartían en el Centro.
Tras un período de decadencia, el Ateneo del Ejército y la Armada entró en crisis, debido a la falta de atención oficial y a las difíciles circunstancias de una guarnición sometida a continuos traslados consecuentes con las tres guerras civiles que se simultanearon en aquellos momentos, la cantonal, la carlista y la cubana.
Pero Luis Vidart y los demás compañeros no se olvidaron de la grata experiencia y en 1881, y al amparo del fuerte impulso que recibió la formación militar en tiempos de Alfonso XII, volvieron a fundar el Ateneo, esta vez bajo el nombre de Centro del Ejército y la Armada, para no volver a desaparecer jamás.
El Centro del Ejército y la Armada, creado sobre la misma base y organización que el antiguo Ateneo, poco a poco fue perdiendo su vocación intelectual al tiempo que se iba convirtiendo en órgano de expresión de la colectividad castrense.
Luis Vidart prosiguió su intensa labor publicística, siendo unos de los autores militares más prolíficos de todos los tiempos. No sólo cultivó el ensayo y los estudios históricos, sino la crítica, la poesía y el teatro.
A la vez participaba en todos los foros intelectuales que podía. Así, se encuentra junto a Azcárate en la célebre polémica sobre la ciencia protagonizada por éste y Marcelino Menéndez y Pelayo. Pese a todo, Vidart mantuvo con Menéndez y Pelayo una gran amistad.
El reconocimiento más importante de su obra le vino en 1894 con su ingreso como académico de número en la Real Academia de la Historia. Tres años después, moría en Madrid Luis Vidart, quien durante muchos años serviría de referente a un buen número de intelectuales militares.
Obras de ~: El panteísmo germano-francés. Apuntes críticos sobre las doctrinas filosóficas de Mr. Renan, Madrid, T. Fortanet, 1864; La filosofía española. Indicaciones bibliográficas, Madrid, Imp. Europea, 1866; Discurso leído ante la Academia Sevillana de Buenas Letras, en la recepción pública de D. Luis Vidart el 22 de diciembre de 1867. La contestación de D. Fernando Gabriel y Ruiz de Apodaca, Sevilla, José María Geofrin, 1867; Letras y armas. Breves noticias de algunos literatos y poetas militares de la edad presente, Sevilla, Imp. y Litografía de El Independiente, 1867; Ejército permanente y armamento nacional, Madrid, Imp. Heras, 1871; Discurso pronunciado en la inauguración del Ateneo del Ejército y la Armada, el 16 de julio de 1871, Madrid, Imp. del Depósito de Guerra, 1871; Los poetas líricos contemporáneos de Portugal, Madrid, Imp. de José Noguera, 1872; Versos, Madrid, Imp.de El Correo Militar 1872; La instrucción militar obligatoria. Estudios sobre organización de la fuerza armada, Madrid, Imp. de Pedro Abienzo, 1873; Armamento nacional. Consideraciones acerca del organismo de la fuerza pública, Madrid, Imp. de Pedro Abienzo, 1873; Discurso pronunciado en la sesión conmemorativa del 2.º aniversario de la fundación del Ateneo Militar, Madrid, Imp. de Pedro Abienzo, 1873; Pena sin culpa. Drama en tres actos, Madrid, Imp. de J. Noguera á cargo de M. Martínez, 1874; Cuestión de amores. Drama en tres actos, Madrid, Cayetano Conde, 1876; La fuerza armada, Madrid, José Noguera, 1876; Cervantes. Poeta épico. Apuntes críticos, Madrid, Aribau y C.ª, 1877; La historia literaria de España. Artículos referentes a lo que debe ser la biblioteca de Autores Españoles publicados en la Revista Contemporánea, Madrid, Tipografía de la Revista Contemporánea, 1877; Noticias biográficas del comandante Villamartin, Madrid, Imp. Central á cargo de Victor Saiz, 1877 Algunas ideas de Cervantes referentes a la literatura preceptiva. Apuntes críticos, Madrid, Aribau y C.ª, [Sucesores de Rivadeneyra], 1878; Camoens. Apuntes biográficos, Madrid, Imp. de Aribau y C.ª, 1880; El Quijote y la clasificación de las obras literarias. La desdicha póstuma de Cervantes. Apuntes cervantinos, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1882; Don Francisco Villamartín. Apuntamientos acerca de su vida y sus escritos, Madrid, Tip. de los Sucesores de Rivadeneyra, 1883; Noticias biográficas del Brigadier de Ingenieros D. José Aparici, Madrid, Imp. del Memorial de Ingenieros, 1883; El Quijote y el Telémaco. Apuntes críticos, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1884; Los biógrafos de Cervantes en el siglo XVIII. Apuntes críticos, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1886; Memorial de Artillería. El Cuerpo de Artillería en el centenario del Marqués de Santa Cruz de Marcenado, Madrid, Imp. del Cuerpo de Artillería, 1886; Las corridas de toros y otras diversiones populares, Madrid, Imp. y Est. de El Liberal, 1887; Villamartín y los tratadistas de milicia en la España del siglo XIX. Conferencia, Madrid, Imp. y Est. de El Liberal, 1887; Don Álvaro de Bazán y el almirante Jurien de la Graviére. Apuntes para la historia de la Marina militar de España, Madrid, Imp. de Enrique Rubiños, 1888; Bibliografía del centenario de don Álvaro de Bazán, Madrid, Est. Tipográfico de Fortanet, 1888; Vida y escritos del Teniente Coronel, Capitán de Artillería D. Vicente de los Ríos, Madrid, Imp. del Cuerpo de Artillería, 1888; Los biógrafos de Cervantes en el siglo xix: autores críticos: Navarrete, Aribau, Quintana, Morán, Maínez, Díaz de Benjumea, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1889; Noticias biográficas de don Javier de Salas, Madrid, Enrique Rubiños, 1891; Un historiador francés de la vida de Cervante: apuntes críticos, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1891; Colón y Bobadilla, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1892; Colón y la ingratitud de España, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1892; Un discurso inaugural del señor Cánovas del Castillo. Apuntes críticos, Madrid, Enrique Rubiños, 1892; Descubrimiento del Nuevo Mundo. Crónica dialogada de la conmemoración secular de este grandioso descubrimiento, Madrid, Enrique Rubiños, 1893; Los aciertos del señor Pinheiro Chagas y los errores del señor Harrisse, Madrid, Hijos de M. G. Hernández, 1893; Utilidad de las monografías para el cabal conocimiento de la Historia de España. Discursos ante la Real Academia de la Historia, Madrid, Tip. de San Francisco de Sales, 1894; Vasco de Gama y el descubrimiento de Oceanía. Apuntes histórico-geográficos, Madrid, Imp. del Cuerpo de Artillería, 1895; El descubrimiento de Oceanía por los portugueses, Madrid, Imp. del Cuerpo de Artillería, 1896; El descubrimiento de la India por Vasco de Gama en 1497, Madrid, Imp. del Cuerpo de Artillería, 1896; La fábrica maravillosa, Madrid, Suc. de Rivadeneyra, 1896; La partida de Vasco da Gama para el descubrimiento de la India carta dirigida al Sr. D. Luciano Cordeiro, Madrid, Imp. del Cuerpo de Artillería, 1896; La hija de Cervantes. Apuntes críticos, Madrid, Hijos de M. G. Hernández, 1897; Dos nuevos historiadores de la vida de Cervantes, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1897.
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Pablo González-Pola de la Granja
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