por Pascual Lopez Sanchez Vie 25 Feb 2022 - 7:36
SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)
MANOJO DE ROSAS
SIGLO XVIII
89. Conde de Noroña (1760 - 1815)
ROSA MARCHITA.(ODA)
¡Cuan triste y desmayada
Te presentas á mí, fragante rosa!
Tú, que en el mayo con la frente alzada,
Esparciendo tu esencia deliciosa,
Y mostrando con pompa tus colores
Por reina te aclamaste de las ñores!
Tú, que en las sacras mesas,
Derramas los placeres con tu aliento;
Tú, que conservas en tu copa impresas,
Como el más singular bello ornamento,
Las gotas que brotaron del pie hermoso,
Que agitaba de Adoni el eco ansioso;
¿Tú, mustia y abatida,
Amarillas las hojas, destrozada,
La verde veste á polvo reducida,
Casi entrando en el reino de la nada^
— «Pasó la muerte; hirióme, y sólo sombra
Soy que hasta al pecho que me quiso asombra.
«Estos débiles restos
Arrójalos, que el tiempo los consuma;
Otros capullos plácidos, enhiestos,
Sobre quienes amor bate su pluma,
Te causen un deleite regalado,
Y no un ser por la muerte aniquilado.»
¡Qué! Muere el avariento
Que una provincia al hambre ha reducido,
Y se le eleva un rico monumento
Con mármoles de Paros construido,
Formado con pesadas inscripciones
Que desmienten sus pérfidas acciones.
Fallece el poderoso,
Que virtudes y ciencias ha ultrajado,
Y corre al templo el pueblo presuroso,
Se atropa en torno al túmulo elevado,
Al Eterno por él ferviente implora
Y con el orador se aflige y llora;
Rinde el alma el guerrero,
No harto de sangre, asolador del mundo,
Y gime por su muerte el bronce fiero,
Se llenan todos de dolor profundo,
Y erigen mil estatuas en memoria
Del que de oprobio llenará la historia;
Y tú, que siempre has sido
Delicia de los pechos agitados,
¿Has de entrar en el seno del olvido,
Cual los míseros siervos aherrojados,
Y entre seres deshechos confundida,
No ha de quedar vestigio de tu vida?
¿Tú, que ministro fuiste
Del alígero Dios, y el sacrificio
Más puro, más ardiente, presidiste,
Cuando á mis votos el amor propicio
El corazón de Lesbia me entregaba
Que entre tiernos suspiros se exhalaba?
¿Tú, que alegre á mi mano,
Del trono de su frente descendida,
Viniste como gaje soberano
De la fe con tal ansia prometida,
En el punto fatal que divididos
Eran los dos amantes más unidos?
No, compañera afable;
Recuerdo de mis dichas malogradas,
Lustre de mayo, Mor incomparable,
Bien de las almas del amor tocadas;
No temas de las otras la ventura;
Tu existirás; mi pecho lo asegura.
Deshecha, deshojada,
En átomos sutiles convertida,
En mi seno estarás siempre abrigada,
Su fuego te dará de nuevo vida,
Y cobrarán su esencia tus despojos
Con el humor ardiente de mis ojos.
Ven, agradable rosa;
Sobre mi corazón tu tumba sea;
Con paz tranquila, con placer reposa,
Y el orbe todo en este ejemplo vea
Que no hay templo ni asilo más honroso
Que un corazón sencillo y amoroso.
Poesías de D. Gaspar María de Nava, Conde de Noroña:
Madrid, imprenta de Vega y Compañía, l7go. — Tomo j,
pag. 37.
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