ANDRÉS BELLO (1781 - 1865)
FTE. BVMC
CHILE (1829-1865)
7. MARINO FALIERO
(Traducción de Byron. Fragmento)
Acto I
La cámara ducal
Escena IV
MARINO FALIERO, BERTUCCIO FALIERO.
MARINO
Toma,
Bertuccio, este papel. Siento turbarse
mis ojos, y fijar en él no puedo
la vista oscurecida.
BERTUCCIO
¡Amado tío!
tened valor. ¿De qué tembláis? ¿Qué extraño
temor es ése?
MARINO
Acaba, lee...
BERTUCCIO
Decreta
conformemente que Miguel Esteno,
que por su propia confesión la noche
del carnaval grabó sobre la silla
ducal estas palabras injuriosas...
MARINO
¿A repetirlas vas? ¿A repetirlas?
¡Tú, mi sobrino! ¿Mancharás tu labio
con la deshonra de la noble casa,
afrentada en su jefe, el primer jefe,
el duque de Venecia? Lee tan sólo
de mi ofensor la pena.
BERTUCCIO
Perdonadme.
Ya os obedezco. «Un mes de arresto impone
para castigo de su culpa al reo
Miguel Esteno».
MARINO
Sigue pues; ¿qué tardas?
BERTUCCIO
Señor, no hay más.
MARINO
¿No hay más? ¿Es eso todo?
¿Sueño? ¿Deliro?... Es falso... Es imposible.
Dame el papel... «Un mes de arresto»... Amigo,
sosténme.
BERTUCCIO
Serenaos. No desmaye
en tan leve ocasión vuestra constancia.
Sentaos, noble duque, mientras llamo
la servidumbre a que os atienda y sirva.
MARINO
Detente, ya pasó.
BERTUCCIO
Negar no puedo
que es el castigo demasiado leve
para una culpa que a Venecia toda
ultrajó en vos; y que injusticia ha sido
dar a tamaño agravio tan mezquina
satisfacción; pero un recurso os queda;
juntad de nuevo el tribunal, o tornad
a los abogadores el proceso,
que, si antes a la causa se negaron,
al ver que se os rehúsa hacer justicia,
anularán el fallo, y de las leyes
vindicarán la majestad violada.
¿No lo juzgáis así?... Pero, suspenso,
¿no me escucháis? Los ojos a la tierra
tenéis clavados; y a las voces mías
¿no dais oído? ¡Noble duque!
MARINO
¡Al cielo
pluguiese que en San Marcos de Venecia
hoy los pendones turcos tremolaran!
De esta suerte, homenaje les haría.
BERTUCCIO
Por Dios, por vuestro honor, por vuestra fama,
volved en vos.
MARINO
¡Que no flotara ahora
la escuadra genovesa en estas aguas!
¡Que no cercaran el ducal palacio
las enemigas hordas de los hunos
que en Zara derroté!
BERTUCCIO
No, no convienen
señor, razones tales en los labios 145
del duque de Venecia.
MARINO
¿Dónde, dónde
el duque de Venecia está, que quiero
invocar su justicia? Si ya duque
de Venecia no soy, soy hombre al menos.
Hubo en Venecia duque; ya ese nombre
es un sonido vano; vano, he dicho.
Ya es solamente un título de oprobio.
El más desamparado, el más humilde,
el más vil e injuriado de los hombres,
el que mendiga de una puerta en otra
el alimento, si no le halla en ésta,
puede tal vez, tocando a la vecina,
ser socorrido; mas aquel que pide
justicia a los que deben ampararle
en su derecho, y no la alcanza, es pobre
más que el mendigo que de ajena mano
recibe el pan amargo del desprecio;
es un esclavo, un abatido esclavo;
y tal soy yo; tal eres tú, Bertuccio;
tal es mi casa y mi familia toda
desde este instante. El orgulloso noble
puede escupirme el rostro, y el más bajo
ganapán señalarme con el dedo.
Y ¿a quién apelaremos?
A las leyes.
MARINO
¡Triste recurso! Yo busqué el remedio
en la ley sola. No pedí venganza
sino a la ley. Reconocí por jueces
los que las leyes dan al injuriado.
Supremo jefe de Venecia, ocurro
como suplicante a los que darme deben
no tan sólo atención, sino obediencia,
a los que esta corona me ciñeron,
que hoy cubren de ignominia... y ¿qué he logrado?
Puesta de su justicia en la balanza,
la avilantez de ese patricio indigno
tuvo más peso que mi nombre ilustre,
que su propia elección, que los honores
de esta alta dignidad, que estos cabellos
canos, que estas honradas cicatrices,
que todas mis fatigas, ansias, penas
por la salud y gloria de la patria,
que la sangre y sudor de cincuenta años...
Y ¿he de sufrirlo?
BERTUCCIO
No soy yo por cierto
el que resignación os aconseje.
Si se rechaza vuestra instancia, entonces
apelaremos a otros medios.
MARINO
Basta.
¿Tú me aconsejas apelar, Bertuccio?
¿Tú mi sobrino? ¿Tú, renuevo ilustre
del tronco de Faliero, de aquel tronco
que ha dado ya tres duques a Venecia?
Pero bien dices: la humildad conviene
a mi nueva situación.
BERTUCCIO
Señor, raya
vuestro dolor en un culpable exceso.
Torpe la afrenta ha sido, y torpe el fallo
que impune la dejó; mas esa furia
no guarda proporción con el agravio,
ni con agravio alguno. Si os ha hecho
injuria la sentencia reclamemos;
y si satisfacción se nos rehúsa,
busquémosla, señor, por nuestra mano;
mas con serenidad, cordura y pulso.
¡Silencio!... y a vengarnos. Soy mancebo.
Amo la casa vuestra; amo su lustre.
Miro éste en el apoyo de mi tío,
mi jefe, mi tutor; mas, aunque admito
en parte la razón de vuestro enojo,
el verlo me horroriza.
MARINO
¿Conque es fuerza
decirte lo que hubiera sin mis voces
entendido tu padre? ¿Sólo el golpe
material que lastima al cuerpo, sientes?
¿Tienes orgullo, bríos, alma, honra?
BERTUCCIO
La vez primera es ésta que osó nadie
poner mi honor en duda, y la postrera
sería, si otro fuera el que dudara.
MARINO
Tú sabes de qué suerte ese patricio
osó manchar la pura honra... ¡oh cielos!
de mi mujer... de lo más caro y santo.
lo más precioso en el honor del hombre.
Pero, ¿no sabes tú, no saben todos
que fue la imputación libelo infame?
Al honor de una esposa aun el aliento
de la sospecha y la calumnia empaña.
Y si en esa inocente crïatura,
yo no lavé la mancha de mi nombre,
fue porque hermosa y joven, a un anciano
recibió por esposo.
BERTUCCIO
Y ¿qué castigo
satisfaceros pudo?
MARINO
¿Cuál? ¡La muerte!
¿No era yo soberano de Venecia,
insultado en su trono, hecho el ludibrio
de los que obedecerme deberían,
amancillado como esposo? ¡Y vive!
BERTUCCIO
Antes que el sol se oculte en el ocaso,
dejará de vivir: yo os lo prometo.
Confiadme, señor, vuestra venganza;
y sosegaos.
MARINO
¡No, detente! Hubiera
bastado ayer ese recurso. Ahora
de nada sirve. No es Miguel Esteno
el que me ofende torpe. Ni lavara
una vida tan vi como la suya
ofensa tal. No temas; tendrás luego
una ocasión en que probar que corre
la sangre de Faliero por tus venas.
Mas no mi ofensa olvides entre tanto.
Negra en tus sueños se te muestre; negra,
cuando los ojos abras, se interponga
entre ellos y la luz, como la nube
de mal agüero enluta la mañana.
FIN DEL EXTRACTO
Hoy a las 18:04 por Maria Lua
» Poetas murcianos
Hoy a las 16:33 por Pascual Lopez Sanchez
» NO A LA GUERRA 3
Hoy a las 15:38 por Pascual Lopez Sanchez
» Antonio Martínez Sarrión (1939-2021)
Hoy a las 15:38 por Pedro Casas Serra
» Claudio Rodríguez (1934-1999)
Hoy a las 15:31 por Pedro Casas Serra
» Rafael Guillén (1933-2023)
Hoy a las 15:25 por Pedro Casas Serra
» José Ángel Valente (1929-2000)
Hoy a las 15:16 por Pedro Casas Serra
» Rosaura Álvarez (1945-
Hoy a las 15:03 por Pedro Casas Serra
» CÉSAR VALLEJO (1892-1938) ROSA ARELLANO
Hoy a las 15:03 por cecilia gargantini
» Clara Janés (1940-
Hoy a las 14:54 por Pedro Casas Serra