POESÍA SOCIAL XIX

CUBA

ENILDO EL CHINO PADRÓN

esto es lo qu enecuentro suyo. Y no sé de quién es.


Enildo "El Chino" Padrón , no solament fue un gran poeta y compositor, El Chino Padrón , como le llamabamos sus amigos, eraun hombre de una humildad, y sencillez, que solo la poseen esas peresonas dotadas por Dios, habia en sus temas musicales, sabor de pueblo, y en sus poseias , una Cubania, en la que no podia negar que por ellas corria la sangre del bardo Matancero que era. Falleció relativamente joven, y nos dejó su simpatia y excelentes composiciones para recordarle siempre.
Destacamos dentro de sus composiciones temas como "Hacha y Machete", interpretada por el desaparecido "Cantente de los Cantantes", Héctor Lavoe; "Mis hijos", canción que interpretara el "Diablo de la Salsa" Oscar De León; "El gusto", tema que hiciera popular Fernandito Villalona; "La melena", que graba el Gran Combo de Puerto Rico.Abuelita Hector La Voe y Willie Colon.
Enildo Nació en Matanzas Cuba, y Falleció en a Ciudad de Miami en el 2002

CUBA

ENILD0 EL CHINO PADRÓN

OASIS FEBRIL

Disfrázate de arena, para beberme
el residuo de tu espuma.
Disfrázate de estrella para bajar
por su luz hasta tus pjos .
Para llenarte de escalas y de acordes
disfrázate de música.
Ponte un disfraz de mar profundo
para buscar tesoros en tu fondo.
Para soltar corceles de relámpagos
disfrázate de lluvia.
Disfrázate de antojo, de timidez,
provocación, de ansias.
Envuélveme en el disfraz
que tú más quieras.
Enloquéceme de abismo con tus magias.
Satura mis pupilas de brillo y lentejuelas
y dame el carnaval que en tu deseo baila.
Disfrázate de iglesia, de misa y campanario,
de púlpito, de altar y sacerdote;
secuestra en tu disfraz a mi pecado,
conviérteme en un náufrago en tu islote,
y dame el agua de amor que has disfrazado
en el oasis febril, bajo tu escote.

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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO (La Habana, Cuba, 1938).

Poeta, crítico literario y de arte, ensayista, narrador, profesor, investigador literario, editor y periodista. Miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua; correspondiente de la Real Academia Española y la Academia Norteamericana de la Lengua Española; y miembro vitalicio de la American Translators Association. Fundador y ex presidente del PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio. Se le considera un poeta fundamental de la generación cubana del 50, que ha designado como la generación arrasada.

Poesía: El azoro; Relaciones; Para domar un animal; Juicio de residencia; Las lejanías; El prisma de la razón; Naufragios y comentarios; Trenos; Cabos sueltos; Poesía en tres paisajes (Rastros de un merodeador nocturno, Noticias de Nadie, Sólo se puede confiar en la soledad); La belleza del físico mundo; A ras de mundo. Poemas escogidos, 1964-2006; Cuaderno de campo (1996-2008); Poemas para la Princesa y Siempre habrá un poema (Antología). Ensayo: Órbita de Lezama Lima; Autorretrato a trancos; Al curioso lector (Ensayos sobre arte y literatura) y El arte cubano en el exilio. Cuento: Las traiciones del recuerdo y El día más memorable. Edición (obras escogidas): Un epistolario inédito de los Milanés y Los poetas del PEN de Escritores Cubanos en el Exilio. Una colección de poemas. Otras obras: Varios libros para la enseñanza del español y su literatura; una Historia de la literatura universal y una Historia del arte y varios volúmenes en colaboración entre los que se cuentan: Diccionario de la literatura cubana; Lengua y literatura en su contexto y The Visual Art Critic.

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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO (La Habana, Cuba, 1938).


1. Páginas en blanco

Idénticas
a todas las páginas
en blanco.
Sólo un desastre.

Quien las repudia
cuándo unas palabras
comienzan
a llenarlas,
las borra.

La cuenta
se pasa
al que les escribe.
Miami, 2 de enero de 2007

CUBA

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO (La Habana, Cuba, 1938).


1. Páginas en blanco

Idénticas
a todas las páginas
en blanco.
Sólo un desastre.

Quien las repudia
cuándo unas palabras
comienzan
a llenarlas,
las borra.

La cuenta
se pasa
al que les escribe.
Miami, 2 de enero de 2007

Muy buena Mireya Robles!!!!!!!!!!! Te sigo, querido doc

Graciassssssssssssss

Caramba, veo que ya vas a tu ritmo de siempre, jeje.
Gracias y leo.

Besos.

PUES TE JURO QUE NO SÉ POR DONDE LO DEJÉ. VOY A VER SI LO ENCUENTRO.

GRACIAS POR PASAR.

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ARMANDO ALVÁREZ BRAVO (1938 - ?)

2. LA SOMBRA

Hay una sombra
en la sombra.
Es indescifrable.
¿Qué sabemos de un enigma?
Termina el día,
descienden las sombras.
¿Qué quiere decirnos,
qué nos dice hacia la noche?
Cada instante que transcurre
sabemos menos. Desciende
la oscuridad, su misterio
y su evidencia. No hay más.
Sólo se impone una sombra.
Quizás sólo somos pura,
final sombra. Nada que decir.
Todo es sombra.
Miami, 25 de abril del 2008

CUBA

ARMANDO ALVÁREZ BRAVO (1938 - ?)

3. DEL PAISAJE Y LA PRESENCIA

Ya no es la avidez de ver mundo,
sino de poseer como en un sueño
ciertos paisajes
entrevistos o pendientes,
tan especiales en su intimidad.

Pero es difícil arrancarse
del sitio en que se está
parece que desde siempre.
El sitio donde los recuerdos
van convirtiéndose en ficciones
y reinventan esa historia nuestra
que ya es la de nuestros nuevos recuerdos.

¿Cuándo llegamos aquí?
¿Cuánto de nosotros quedó allá?
¿Quién ese uno mismo
que distinto se recuerda a sí mismo?
¿Cuál es su rostro ya enfilando la eternidad?

Quedan algunos viajes por hacer.
Son regresos a lo entrañable.
Son un reencuentro y una despedida
son también ir en secreta busca
de algo desconocido que sabemos nos falta.
Son quedarnos tranquilamente donde estamos.

Ya nuestras huellas
no necesitan el polvo del camino.

CUBA

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO ( 1938 - ?)


INSULARIS (MAGAZINE)

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO: LA POESIA COMO RESISTENCIA

Autor: PÍO E. SERRANO

La poesía de Armando Álvarez Bravo surge en el panorama literario cubano inserta en la que algunos han llamado la ‘segunda promoción’ de la generación del Cincuenta y que él prefiere llamar ‘generación arrasada’, definida como aquella “determinada por la increíble violencia que nos impuso el tumultuoso acarreo de la historia”. Su poesía crece despojada de la retórica metafórica y de la vocación trascendentalista del origenismo, a la manera de Lezama y Cintio Vitier, pero sí cercana a búsqueda de una personal búsqueda de Dios, y a la voluntad reflexiva dotada de una serena mirada nostálgica y, por momentos, al cultivo de un discreto prosaísmo cercano a la manera de Eliseo Diego. Distinguen sus dos primeros libros[1] por el alejamiento de cualquier tentación de ‘compromiso’ inmediato tan presente entre muchos de suscontemporáneos, y por la expansión de su horizonte temático, sean la historia, el amor, la naturaleza, Dios y la muerte, el exilio y el desarraigo, por la reflexión sobre la incertidumbre que le provoca la identidad en su lucha con el paso del tiempo, lo que se abre a una ingeniosa ironía y a un moderado escepticismo. En sus propias palabras:

Mis temas están indisolublemente entrelazados. Son la poesía, el lenguaje, la inocencia, el amor la belleza, la pérdida, el sueño, el paso del tiempo, la historia, la mitología, la patria, la evidencia y el misterio de lo cotidiano, el paisaje, los animales, la memoria, el deseo, la soledad, la culpa, el dolor, la ausencia, la acción, el desarraigo, la naturaleza, la fe, el peso de la sangre y el cariño, el afán de desentrañar la vida y la muerte y, sí, la dicha.[2]

Lo cierto es que la poesía de A.A.B. es un universo creciente, en permanente expansión. Un organismo vivo al que se entrega con intensidad. Desde aquellos primeros libros establece una obstinada singularidad expresiva negada a hacer concesiones a ideologías y poéticas predeterminadas, aferrada únicamente a una personal cosmovisión poética. Lector tan infatigable como selecto, discierne los dones que ha recibido de su universal familiaridad con la poesía. En la cubana (por el anticipado fervor a la patria de Heredia, Martí, Florit, Diego y Baquero… sobre Lezama volveremos más adelante), en la hispanoamericana (por las revelaciones de Borges, Vallejo, Paz), en la española (el Marqués de Santillana, J. Manrique, los místicos, la angustia de Unamuno, la doméstica serenidad de la filosofía de Machado, la limpidez de Miguel Hernández), en la expresión inglesa (la exaltación de la belleza y las cosas comunes, los gemidos por el constante dolor del hombre de Whitman; por el diagnóstico de la enfermedad espiritual de su tiempo y por su capacidad de ironizar sobre su propia persona de Eliot; por la violencia emocional de Dylan Thomas, por la delicadeza de Keats, por el fugaz mundo de sensaciones e imágenes de E. Dickinson, por la mirada inmediata de Sandburg sobre las cosas que atañen al hombre, por el estremecimiento de H. Crane ante el puente de Brooklyn, por el legado de absurdidad y desconcierto de Beckett, de ahí sus ‘beckettanias’), en la francesa (por la provocadora pasión estética de Baudelaire, por el vértigo y la resistencia de Verlaine, y, sobre todo, por la libertad adánica con que Saint-John Perse mira el mundo) en la alemana (por el universo mítico de Hölderlin y los extremos expresivos de Rilke, Trackl y W. Benn), Pessoa, Seferid, Nazim Hikmet, los Evangelios… Sé que me excedo en este inventario de resonancias literarias en la obra de A.A.B., pero me acojo a una observación de Gastón Baquero en la que señala la estrecha relación bioquímica entre lo que se ingiere y lo que se escribe, y que yo expando al humus, la simpatía, que permanece entre lo que se lee y lo que se escribe, y a la confesión del propio Armando: “No soy otra cosa que lo que he leído”.

CONT.

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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO ( 1938 - ?)


INSULARIS (MAGAZINE)

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO: LA POESIA COMO RESISTENCIA

Autor: PÍO E. SERRANO

CONT.

A.A.B. da la impresión de haber nacido en plena madurez como se puede leer en algunos espléndidos poemas de El azoro[3] como “Boy on a Dolphin”, de resonancias elioteanas y “On the Waterfront” incluido en Relaciones, y que Lezama en el prólogo que escribiera para presentar este libro y que fueran suprimidas por las autoridades culturales, perfila: “En su hermoso poema On the Waterfront, se desea una nueva oscuridad, la claridad y la oscuridad tienen también la tristeza de su caducidad, otro posible desprendimiento verbal de su armadura amniótica, es decir, un cristal viviente que mantiene sin empañarse los cor­púsculos que forman el cuerpo intocable de cada palabra cuan­do irradia para ser contemplada por el neuma universal”[4]. Más adelante, en el mismo prólogo, Lezama comenta:

Paradójicamente ahora Álvarez Bravo, al renunciar a las ambiciones aparentes, -fatalidad de mucha poesía actual que nace ya despedazada- nos otorga un crescendo de realizaciones en un tiempo que se le va volviendo otro yo. Una polarización cualificada y lenta, una dichosa lentitud que avanza en extrañas y fascinantes progresiones pitagóricas. Este libro es una invita­ción a las secretas resonancias de las pausas[5].

Al espléndido de texto de Lezama, siguió la embestida de la crítica oficialista contra Relaciones, que contribuyera a la marginación del autor y lo sentenciara a la categoría de ‘no persona’ en su propia patria. Como Ajmátova, perseguida, censurada, marginada y calumniada –hasta el punto de que el gran poeta Maiakovski, poseído por una oscura intoxicación de realismo socialista escribiera: “¿Qué significa para nuestra edad de hierro, la intimidad de alcoba de Anna Ajmátova y los motivos helénicos de Viacheslav Ivánov? No se les puede considerar poetas en el sentido pleno de este término. Para nuestra época, estos simples hitos literarios, estos epígonos de un orden que se derrumba, no son más que inútiles, lamentables y ridículos anacronismos”[6], Álvarez Bravo fue marginado, severamente censurado y su poesía difamada: “Escombros, nostalgias, almacenes de chatarra, mundos desaparecidos, dioses muertos y otras miserias innombrables […] En el futuro nadie podrá creer que este libro fue escrito en la fecha en que los editores y los impresores decidieron darlo a conocer, porque es contradictorio (y asombroso) que un escritor que viva en la realidad actual cubana sea capaz de pasar por alto tanta hazaña diaria, tantos combates revolucionarios, tanto esfuerzo, tanto trabajo”[7]. Años más tarde, cuando el crítico y el poeta coincidieron en ´Miami, el segundo defendió públicamente la llegada al exilio del primero.

La relación de A.A.B. con Lezama, probablemente se debiera a la amistad que Armando iniciara en la Universidad de La Habana con Eloísa Lezama mientras ambos estudiaban Publicidad. El autor de Dador recibió con simpatía al joven admirador y poeta que demostraba una insólita familiaridad con su obra poética y ensayística. Y le abrió sus puertas. Pronto, en la sede de la Sociedad Económica de Amigos del País, Armando comienza a colaborar con Lezama en la edición de las obras de algunos autores cubanos del siglo XIX. Crece la cercanía entre ambos. En septiembre de 1964, Armando asiste a los funerales de la madre de Lezama y en diciembre del mismo año firma como testigo de la boda entre Lezama y María Luisa Bautista en circunstancia que relata Lezama:

A mí me había llevado a la Iglesia del Espíritu Santo, Armando Álvarez Bravo, con su padre y con su madre, que han sido excelentes amigos conmigo, al igual que su graciosa y joven esposa, que van a tener un niño y ya me han designado a mí para el padrinaje[8].

Y, en efecto, en junio de 1965[9], en la misma iglesia y también bajo el oficio de Monseñor Ángel Gaztelu, Lezama apadrina la primera hija, Liana María, de quien dice “trabaja conmigo y me ha ido resultando un gran amigo”[10].La familiaridad entre ambos se acrecienta cuando Lezama recibe la visita del matrimonio porque le aporta “un paraíso de mucho agrado y serenidad”. Al respecto, escribe a Eloísa:

La [hija] de Álvarez Bravo acaba de cumplir un año. Sonríe siempre. Es extraordinariamente abierta al mundo, quiere hablar, es muy juguetona. Refleja el ambiente juvenil donde crece y se desarrolla. Tania, la esposa de Álvarez Bravo, es una criolla muy bonita. Hace con su esposo una magnífica pareja. Se llevan muy bien y hemos hecho una gran amistad. Te voy a mandar la revista, donde aparece el bello poema que me ha dedicado[11].

CONT.

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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO ( 1938 - ?)


INSULARIS (MAGAZINE)

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO: LA POESIA COMO RESISTENCIA

Autor: PÍO E. SERRANO

CONT.

Mientras, A.A.B. trabaja en un proyecto que, en sus páginas iniciales, considera “una tarea imprescindible”, cuyo propósito es dar voz al autor de Paradiso para elucidar las claves de su sistema poético y despejar las equívocas interpretaciones que en torno a su creación se han generalizado. Considera que -salvo la mediación de Cintio Vitier- apenas existían estudios orgánicos sobre su obra. Así, en Órbita de Lezama Lima[12], en el epígrafe “Suma de conversaciones” -un coloquio entre el editor y el poeta-, podrán apreciarse sus aportaciones: “una nueva forma de ver las cosas, un peculiar sentido del lenguaje, una profundización de la realidad, una inquietante y misteriosa trascendencia, un renunciamiento al facilismo y el descubrimiento de un secreto sentido de lo cubano”[13]. La tarea no sería fácil. Desde la década del 40 hasta fecha reciente, 1966, la obra de Lezama y de los origenistas había sido sometida a un continuo asedio. Primero desde las páginas de la Gaceta del Caribe, continuado en las polémicas suscitadas por las interpretaciones del grupo por J. A. Portuondo y J. Mañach, alentado en los 50 por Ciclón (V. Piñera: “borramos a Orígenes de un golpe”) y proseguido en los primeros 60 por Lunes de Revolución. Su empeño, pues, estaba en los límites de lo temerario. Con todo, la Órbita se ha ido convirtiendo en consulta obligada de quienes han querido explorar el universo poético de Lezama Lima.

En “Carta de Lezama Lima al autor”, pórtico de la edición de Órbita, el poeta registra la precisión del estudio:

Del ceñido y cernido estudio que Ud. ha hecho de mi obra, se precisa el intento posible de alcanzar la imagen en lo histórico y en el destierro. En esa lucha que ofrece todo creador, entre la voluntad que se ejercita y el misterio que lo tienta, Ud. ha intervenido para señalar en mi obra la parte del fuego y la parte de la rebelde obstinación. Ya el hecho que Ud. logra, de señalar en la fascinación de la diversidad la unidad que lo impulsa hacia sus esencias centrales, revela la gravedad con que se ha acercado a lo que yo he podido hacer y reverenciar.[14]

Además, Lezama dedicará dos poemas a A.A.B. como constancia de la amistad entre ambos.[15] Por su parte, en sucesivos escritos, el autor de Órbita continuará testimoniando la admiración y el respeto del que consideraba su Maestro.[16]

A partir de 1974, como consecuencia del rechazo oficial que desató la publicación de su libro Residencia, A.A.B. sufre el lento proceso que lo convierte en un ‘no persona’, sin posibilidad de trabajar, alejado de los amigos -unos, a los que protege de su estigma; otros que se protegen de su trato contaminador-, después de que su mujer y sus dos hijas pudieran salir de Cuba por el éxodo de Mariel en agosto de 1980, puede marchar al exilio, aunque pagará por ello con meses de trabajos forzados en la construcción. Lo acompaña la desesperación. En palabras de J. Brodsky; “¿La desesperación? Qué otra cosa se puede esperar de un hombre que no tendrá adonde regresar.”

Desolado, en mayo de 1981, comienza su exilio en Madrid. Su madre y su padre permanecerán en la Isla hasta su fallecimiento. Despojado de todo aquello que ha alimentado el fervor de su existencia y que conseguirá preservar en la memoria, se dispone, fiel a sí mismo, a asumir los dones que la libertad recuperada le ofrece. Lo acompaña, no obstante, un profundo sentimiento de ausencias: los sufrimientos de tener que dejar su país, el desconsuelo de lo vivido, de lo que hubiera podido ser y no ha sido.

Su condición de desarraigado se consuela con la riqueza y variedad del escenario poético español en el que reconocía afinidades expresivas. Convivían entonces, con sus naturales simpatías y discrepancias, representantes de las sucesivas generaciones poéticas del siglo, sin que apreciase entre los discrepantes las amenazas y represalias que él había sufrido en su patria. Desde Vicente Aleixandre neorromántico y surrealista al Dámaso rehumanizador en Hijos de la ira -un título que A.A.B. habría querido para sí, según me comenta en carta desde Miami-, seguidos por el intimismo de Luis Rosales y José Hierro de expresión sencilla y coloquial, y, por fin, los poetas de la generación del cincuenta, sobre todo Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Ángel González y Manuel Vázquez Montalbán, de los que fue atento lector.

Por otra parte, A.A.B. advierte el progresivo desgaste del entusiasmo que produjo la Revolución cubana en la década del 60, y esto es clave para comprender el alivio de su permanencia en España y su rápida inserción en la vida cultural madrileña. A las visitas guiadas a La Habana, a las vacaciones pagadas de los invitados a formar parte del jurado de diversos premios literarios, y por qué no, a la creencia de que Cuba, ante el fracaso de los modelos soviéticos y chino, representara la ilusionante posibilidad de un socialismo en democracia, fueron muchos los jóvenes escritores antifranquistas -de izquierda, liberales y de derecha- que asumieron la solidaridad con la Revolución como parte del repertorio simbólico de su rechazo al régimen franquista. Únase a ello lo que significó para los medios intelectuales españoles el descubrimiento de la literatura latinoamericana, eficazmente gestionada por la Casa de las Américas, y el consecuente éxito editorial del boom. Sin embargo, a partir de 1968 se suceden las grietas que amenazaban la credibilidad de aquel inicial imaginario político y cultural descubierto en los 60. Quizás el primero de esos síntomas fue el aplastamiento por los tanques soviéticos de la Primavera de Praga –“socialismo en libertad”- y el inmediato alineamiento de Castro con los invasores. En ese mismo año, las conclusiones del Congreso Cultural de La Habana dejaban un poso de inquietud entre algunos de los escritores extranjeros invitados: quedaba despejado que la fusión entre la vanguardia literaria y la vanguardia política, la última prevalecía en detrimento de la primera. También en ese año se fundaron los campos de concentración, conocidos como UMAP. Con el “caso Padilla”, en 1971, llegará la ruptura total. La detención de Padilla primero y a continuación la representación pública de su autoinculpación, después de varios meses en la cárcel, generaron dos sucesivas cartas de protesta de numerosos escritores españoles o residentes en España, a la cabeza de los cuales se encontraban Mario Vargas Llosa y Juan Goytisolo. Todavía en 1973, las denuncias de Jorge Edwards en su Persona non grata insisten en la precariedad de la independencia del escritor cubano frente al Estado revolucionario y en el acoso que sufren los que desoyen los principios de la política cultural, entre ellos los homosexuales.

CONT.

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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO ( 1938 - ?)


INSULARIS (MAGAZINE)

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO: LA POESIA COMO RESISTENCIA

Autor: PÍO E. SERRANO

CONT.

Ante este escenario, A.A.B. recupera el sentimiento de libertad creadora y, con el moderado optimismo de toda condición de exiliado, se dispone a integrarse en la vida cultural madrileña. Sus primeros contactos fueron con la amplia colonia de exiliados cubanos con los que estableció un permanente lazo de amistad, y entre los que se encontraban escritores (Gastón Baquero, Víctor Batista, Mario Parajón, Leopoldo Fornés, José Mario, Lilliam Moro, Felipe Lázaro, Edith Llerena, César Leante, Carlos M. Suárez Radillo, Eugenio Suárez-Galbán…), artistas (Ramón Alejandro, Waldo Balart, Lorenzo Mena…), editores (Carlos Alberto Montaner, Luis A. Baralt, José Mario y el mismo Felipe Lázaro) y el cineasta Roberto Fandiño, entre otros. Su primer trabajo, como redactor de textos de español, se lo ofreció C. A. Montaner en la editorial Playor, donde publicaría el poemario Juicio de residencia en 1982. Yo dirigía entonces en Playor la colección Nueva Poesía, y desde entonces nuestra amistad fue permanente.

Gastón Baquero, a quien visitaba en su casa de la calle Antonio Acuña, tuvo que ver con el inicio de su relación con el poeta chileno Alberto Baeza Flores. Baquero nos había invitado a un almuerzo en un modesto restaurante cercano a su casa y allí conocimos a Baeza Flores, que venía precedido por su importante participación en las revistas literarias del origenismo y, en particular, por su apoyo a Clavileño y sus publicaciones, alentadas por Baquero. Desde entonces se multiplicaron sus encuentros y participaciones en diversas actividades literarias. Baeza Flores consideró Juicio de residencia como “uno de los libros importantes escritos por poetas antillanos de las últimas generaciones”.

Durante su estancia en Madrid, A.A.B. siempre hizo visible su condición de exiliado y supo conciliar su vida literaria con su posición de rechazo al régimen cubano. Uno de los círculos en los que pudo analizar en profundidad la situación política cubana fue en las habituales tertulias en la casa de la doctora Martha Frayde, salida de la cárcel en 1976 y alentadora de estos encuentros entre los exiliados cubanos. Allí pudo, además, encontrarse con algunas de las más importantes figuras cubanas exiliadas residentes fuera de España y que en su paso por Madrid visitaban el salón de Martha Frayde. Así pudo encontrarse con Carlos Franqui, Cabrera Infante, Juan Arcocha, Néstor Almendros, Eduardo Manet, José Triana y Orlando Rodríguez Sardiñas, entre otros.

Con naturalidad A.A.B. expande sus relaciones literarias hacia otros poetas hispanoamericanos residentes en Madrid. Entrañable fue su amistad con el poeta boliviano Pedro Shimose (Premio Casa de las Américas, 1972) y su familia, así como lo fue con los mexicanos Hugo Gutiérrez Vega, poeta y diplomático, y el joven escritor Carlos Tirado. Con los argentinos Mario Trejo, Santiago Sylvester y Leopoldo Castilla, y la colombiana Consuelo Triviño compartió numerosas tertulias literarias, y con el poeta norteamericano Louis Bourne se divertía en sus encuentros para leer y comentar obras de poetas norteamericanos e ingleses. Fueron varias las tertulias literarias en las que Armando participaba y ganaba amistades. Entre ellas, las tertulias del veterano Café Lion, del Café de las Letras, del Taller Prometeo, de la revista Ínsula y la que se desarrollaba en el sótano del café Oliver.

Como correspondiente de la Real Academia Española, comienza a frecuentar la institución, donde establece amistad con Alonso Zamora Vicente y con Luis Rosales. Este último, director de Cuadernos hispanoamericanos, una de las revistas más influyentes en el ámbito de la lengua española, quien lo invita a colaborar en ella. En el Instituto de Cooperación Iberoamericana, donde se editaba la revista, conoce al poeta Félix Grande (Premio Casa de las Américas, 1967), un socialdemócrata desencantado ya de su experiencia cubana, con quien llegaría a intimar. A.A.B. merecerá una entrada en el Diccionario de autores iberoamericanos (1982), dirigido por Pedro Shimose y publicado por el mismo Instituto.

En diciembre de 1981, a los ocho meses de su llegada a Madrid, recibió el Primer Premio de Poesía José Luis Gallego[17] por Para domar un animal, un breve volumen compuesto por veinte poemas, probablemente la mayoría escritos en La Habana, una suerte de inventario confesional donde prevalecen algunos de sus más queridos temas: la memoria, el amor, el desarraigo y la muerte. Su segundo libro publicado en España un año después, Juicio de residencia [18], se compone en su mayor parte por poemas escritos en Cuba a los que añadió otros escritos en España. El editor señala en la nota de contracubierta: “La historia, la común y la propia intransferible, se trenzan organizando un severo y lúcido testimonio sobre la exploración de la verdad, el cuidadoso cultivo de la memoria y la apasionada vocación por la palabra escrita”. Y sobre el que el crítico Carlos Espinosa precisa: “Álvarez Bravo se abre más a un poderoso impulso vivencial, marcado por el tono autobiográfico y la impronta confidencial. Su escritura se vuelca en algunas ocasiones hacia una sencillez expresiva y se tiñe de realismo y de detalles de doméstica intimidad.”[19] Las lejanías[20] es su tercer libro, editado por el ex diplomático cubano Luis A. Baralt en su recién fundada editorial Albar, en la que Armando colaborará en distintos proyectos editoriales. Este libro, escrito en Cuba en uno de los momentos más dramáticos de la existencia del autor, cuando ya, convertido en un ‘no persona’, tiene que sobrevivir en la inquietante frontera del que aguarda el incierto permiso para viajar fuera de Cuba. El puñado de breves poemas testimonian la conciliación entre la serena certidumbre del amor que comparte con los suyos y la angustia que le acompaña. Escribe: “Cuando termina / la función, / el payaso / actúa para sí. / Nadie / le ha oído reír / sus propias payasadas. / Nunca lo hace. / En esos momentos / su eternidad / está en juego.”

CONT.

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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO ( 1938 - ?)


INSULARIS (MAGAZINE)

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO: LA POESIA COMO RESISTENCIA

Autor: PÍO E. SERRANO

CONT.

En mayo de 1982 viajé con A.A.B. a Francia, invitados por el Centro de Investigaciones Latinoamericanas de la Universidad de Poitiers, para asistir al Coloquio Internacional sobre la obra de José Lezama Lima que reunía a los lezamistas más reconocidos internacionalmente. Su ponencia llevaba por título “La novela de Lezama Lima”[21] y en ella acoge los padecimientos que sufría a quien llamaba su Maestro:

Encerrado casi siempre en su casa-acuario de Trocadero, 162; sentado en su enorme y roto sillón; solitario, con su soledad central que fue su fiel y atroz compañera los últimos veinte años de su vida, soledad que únicamente mitigaban los precarios lujos de la conversación y el escaso visiteo de unos pocos amigos; flagelado por el asma y la incertidumbre, Lezama Lima siguió el proceso de la fantasmagórica edición cubana de Paradiso con el estoicismo que presidió su magisterio. La certidumbre en el valor comunicante de la palabra era quizá, su único consuelo. En torno suyo, la casa, la vida, se desmoronaban; la ciudad de sus sueños y su realidad, habanero esencial, eran infamadas por el progresivo desgaste y la erosión de una historia abominable […]

Al tiempo que reivindica la grandeza de su escritura:

Lezama Lima incorporó con su obra el reino de la imagen a la poesía cubana. Dilató la posibilidad asimilativa y transmutativa de nuestra literatura. Nos otorgó provincias desconocidas. Diseñó con lo que fue y pudo ser el cuerpo de una realidad que acosa lo cubano con sus ocultamientos y espejismos. Ese sentido paradisíaco que por gravedad se atribuye a las islas no fue para él un paraíso de cromos. Fue un espacio en que la plenitud de la experiencia encontró su expansión, tanto en lo terrible como en lo espléndido, con ese secreto pudor que es propio en lo esencial nuestro [...]

Y concluía con la suma de sus recuerdos:

Recuerdo a un hombre solo, triste, enfermo, generoso, perseguido, hostigado. Todo llega demasiado tarde, decía. Y, como siempre, tuvo razón. Y hasta su muerte fue difícil. Y nada de esto puede ignorarse cuando se evoca e invoca su nombre. Que el deslumbramiento de su obra no sea menos principal que el deslumbramiento de su ignorado destino de atrida, como tanto gustaba llamarse, concite en nosotros. Ya sabemos que las palabras son insuficientes. Es por eso por lo que la más grande novela, la mayor obra de Lezama Lima, nunca se tradujo en la escritura. De ella, tan sólo unos pocos tenemos conocimiento. En sus Cartas hay, quizá, un proyecto incompleto de esta vida.

Fui testigo de la solidaria recepción que recibió la ponencia por parte de la mayoría de los asistentes. La nota tiste, amarga, la pusieron sus viejos amigos, Fina García Marruz y Cinto Vitier, quienes, en su posterior intervención, se sintieron obligados a tratar de desmentir la denuncia de Armando en su ponencia.

CONT.

CUBA

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO ( 1938 - ?)


INSULARIS (MAGAZINE)

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO: LA POESIA COMO RESISTENCIA

Autor: PÍO E. SERRANO

CONT.

Por fin, en diciembre de 1985, pudo lograr el propósito de su exilio: el reencuentro con su esposa y sus dos hijas. Casi cinco años después de abandonar Cuba, regresa al hogar, y con el renovado aliento creativo que le insufla la cercanía de los suyos, fervorosamente se dispone a continuar su escritura poética, esta vez complementada por su extensa labor de más de veinte años como crítico de arte y literatura en El Nuevo Herald de Miami. Una actividad que convierte la habitual reseña periodística en verdaderos breves ensayos de interpretación y análisis. Respecto a los creadores cubanos, escritores y artistas plásticos exiliados, A.A.B. consideraba que sus artículos y columnas tendrían que ser un vínculo entre la sociedad miamense y los creadores, dotándoles de una identidad y un reconocimiento que los protegiera de la indiferencia. Surgieron así dos proyectos: Los poetas del PEN de escritores cubanos en el exilio,[22] del que fuera prologuista y compilador, una amplia selección de la poesía cubana escrita en el exilio, y Cuentistas del PEN[23] en el que participa con su cuento “El chaleco interior”, dedicado a Enrique Labrador Ruiz, considerado por el crítico Waldo González López[24] “uno de los momentos más altos del volumen” y añade: “En varios instantes, Álvarez Bravo da pistas del sentir del ya viejo intelectual durante sus últimos tiempos en un Miami que no lo conoce tanto, como en su querida Habana que negaba (y niega) a los que parten. Así, puntualiza el narrador, definiendo a su protagonista: ‘Lo opacaba una tristeza que no lograban disimular ni su todavía deslumbrante conversación ni el flujo de su humor y su ironía’. Y más adelante, añade, desilusionado y sin esperanza: ‘[…] perdimos un país que imaginábamos y este sitio es una patética y rastacuera parodia de aquel país’”. Me arriesgo a pensar que esta última frase revela el propio sentir de Armando.

Desde su vinculación al PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio, del que fue Presidente, alienta y participa en numerosas actividades de la organización: conferencias, encuentros, tertulias, presentaciones de libros. Expande así su relación con los escritores cubanos residentes en Miami. En primer lugar, el encuentro con sus antiguos compañeros en el Instituto de Literatura y Lingüística, Lorenzo García Vega y Manuel Díaz Martínez reencontrado desde Canarias (“Viejo amigo al otro lado del mar / que es tan generoso como cruel; / cuántas preguntas a las respuestas / que a estas alturas nos ha dado la vida.); así como otros amigos de Cuba, como Humberto Arenal y José Prats Sariol, y a los que había conocido en Madrid, como su entrañable Ramón Alejandro y Orlando Rossardi. Un caso singular fue su reencuentro con Reinaldo Arenas, de quien en La Habana había escondido manuscritos mientras sobrevivía en el Parque Lenin asediado por la policía política. A la muerte de Reinaldo, escribió un estremecedor relato, “Anochecer de Reinaldo Arenas”, recogido en su libro Singladuras, en el que recorre su atribulada vida en Cuba hasta su fallecimiento.

A los anteriores, pronto se unió la amistad con los ‘veteranos’ escritores cubanos residentes en Miami que, contra viento y marea, a la altura de 1985 ya habían consolidado una importante identidad cultural cubana. Entre ellos: Ángel Cuadra, Amelia del Castillo, Luis de la Paz, Carlos Victoria, Manuel C. Diaz, José Abreu, Reinaldo García Ramos, Armando de Armas, Joaquín Gálvez, y Amando Fernández (“Era un poeta, el mejor de su generación”), con quien compartió una estrecha amistad y un respeto mutuo por sus creaciones poéticas (“Pero Amando, que siempre me decía / que mi poesía había llegado a ese extremo / que no dejaba asidero al lector, se precipitaba / a esa desnudez, mucho más vertiginosamente que yo”). Junto al círculo de escritores, Armando extendió su amistad hacia los pintores y escritores con los que tuvo trato frecuente, como el que tuvo con Mijares, al que dedicó un deslumbrante poema, así como con Cundo Bermúdez, Tomás Oliva y los jóvenes pintores Demi y Arturo Rodríguez, entre tantos otros, y a los que dedicó enjundiosos artículos ensayísticos en su libro El arte cubano en el exilio[25].

Al tiempo que concilia su recuperada vida familiar con sus actividades como columnista y la relación con los escritores cubanos del entorno, se dispone a escribir y publicar sus primeros libros concebidos en Miami. Para ello pudo contar con la amistad y la acogida de quien habría de ser desde 1990 el editor del cuerpo mayor de sus sucesivas obras poéticas y ensayísticas: Juan Manuel Salvat, decano de los editores cubanos en el exilio, y de su sello Ediciones Universal, donde ahora se alberga esta Poesía completa. Publica entonces cuatro de sus más significativos títulos -El prisma de la razón[26], Naufragios y comentarios[27], Trenos[28] y Cabos sueltos[29]-, todos escritos en Miami a partir de 1985, en los que se cumple la observación sobre su poesía que hiciera Julio E. Miranda, quien fuera el primer crítico de su obra desde el exilio: “El tiempo y la identidad son los temas principales de Armando Álvarez Bravo […] Si bien el de Dios es un tema igualmente presente, entiendo que como otros muchos -el de la muerte, por ejemplo- no hace más que imbricarse con la pareja clave en un tejido de cuestiones que sirven al poeta de cuerdas para la melodía fundamental”.[30] Obras sobres las cuales, más tarde, el investigador Carlos Espinosa, el más penetrante crítico de la poesía de A.A.B., precisaría:

En El prisma de la razón y Naufragios y comentarios se advierte el desarrollo de un creador cada vez más maduro, seguro de sí mismo y de su lenguaje, que ahora adensa y resume sus mejores virtudes. Hay, por un lado, cierto ensanchamiento temático, y, por otro, la incorporación de nuevos registros e inflexiones para conformar un discurso de variada orquestación. Los textos están esmaltados de melancolía, aflicción y un profundo nivel existencial, sin que falten las reflexiones casi escépticas y esa fina ironía que suelen dar los años.[31],

Y sobre Trenos y Cabos sueltos, Espinosa abunda sobre nuevos registros del poeta:

Álvarez Bravo establece un intenso diálogo con sus recuerdos, en un intento por reconstruir al que ha sido para entender al que es. Como quien realiza un “inventario parcial”, invoca al río de la infancia (“después fueron otros ríos, / … esos ríos de las sucesivas lejanías”), los animales que faltan en su vida, los escritores que han ido muriendo vertiginosamente, las imágenes de “tiempos mejores / o, acaso, menos ingratos”, preservadas con fervor y tristeza, los “encuentros prodigiosos y las desgarradoras separaciones”, todas esas pérdidas, en resumen, que no vale la pena inventariar. En otras páginas, el autor se desplaza hacia el terreno de su propio quehacer, lo cual lo lleva a asediar una y otra vez el misterio de la poesía, su sentido último, su naturaleza y alcance. Los espacios de la biografía y de la escritura van tejiendo así un discurso que dibuja el retrato de un sujeto poético: un Armando Álvarez Bravo con una experiencia personal e histórica a cuestas. Cabos sueltos, hasta la fecha el último poemario que ha dado a conocer, viene a prolongar un itinerario cuya hoja de ruta es espléndida poesía, y que treinta y siete años después de la salida de su primer título, se abre a nuevas perspectivas”.[32]

Sobre ese último libro citado escribe, el crítico cubano Armando de Armas, quien desde Miami mostrase un sostenido interés por la poesía de A.A.B.:

Cabos sueltos es un libro abarcador de los temas que han obsesionado al poeta durante su existencia, un recuento, legajo notarial de la relación del poeta con su conciencia, con la supraconciencia, con Dios. Un libro, donde, deudor de las crónicas de la Conquista, minuciosamente se detalla el adentramiento en la etapa del acabamiento: “Es tiempo de tala. Van muriendo los amigos de siempre, cambia tenaz el paisaje y las gentes: hablamos otra lengua y quedamos más solos”[33].

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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO ( 1938 - ?)


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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO: LA POESIA COMO RESISTENCIA

Autor: PÍO E. SERRANO

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En su siguiente entrega, el volumen Poesía en tres paisajes[34], el autor recoge en sendos libros poemas escritos en tres territorios: I. Rastros de un merodeador nocturno, en Cuba; II. Noticias de nadie, en Europa y III. Solo se puede confiar en la soledad, en Miami, que corresponden también a tres disímiles experiencias vitales. En “Una suerte de explicación”, el breve texto que abre el volumen, el autor precisa que se escribieron “en tres paisajes, tres circunstancias y tres estilos de vida bien distintos entre sí. También, tres experiencias últimas que con su intensidad fueron y desgarraron la vida del poeta, tocando como nunca quiso a los que quiso y quiere”. El primero se compone de un puñado de poemas que, como fragmentos de un inventario, adelantan las presumibles pérdidas que habrá de sufrir, evidencian la inconsolable nostalgia que lo habita y extienden una sensación de desprendimiento sobre un paisaje natural y humano que ya no siente suyos. Visitan la inquietante noche (“De noche, en la oscuridad, / me muevo como un felino / al acecho”) y sus pesadillas. El autor advierte, todo se viste de “claridad como de oscuridad”. El segundo libro “sabe de calma y torbellino”. Como un cuaderno de bitácora, marca las obligadas estaciones del nuevo territorio adonde lo planta el exilio. Junto al encantamiento del ojo lo acompaña la herida del desamparo (“Toda su geografía / son las paredes de una habitación”) y de la soledad (“Duele la soledad, duelen tantos recuerdos / tantas pérdidas y derrotas. / Duele también la espera / y el rostro que permite sobrevivir / ocultando las grietas del corazón”. En el tercero de estos libros asoma la celebración en la contenida ternura del poema “Parecido”, retrato moral y físico que asume como modelo: “Dicen que me parezco cada vez más a Abuelo Bravo / No lo contradigo. ¡Qué más quisiera!”. Pero también el torbellino de una conciencia creadora que se rebela ante el agobio de la “servidumbre de la realidad”, del silencio y de la invisibilidad.

Como Martí, en su Ismaelillo, A.A.B. pudo escribir en su dedicatoria: “Espantado de todo, me refugio en ti. // Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti”. En su lugar, escribió: “No tengo mejor regalo para ti, / en este tu primer año, / que un insuficiente entrevisto / de la belleza del físico mundo / que heredas y debes hacer tuya”. La belleza del físico mundo[35] es un apretado conjunto de poemas para un niño, su nieto Joseph Armando, y que por su belleza y delicada mirada abraza a todos los niños del mundo. Como toda poesía auténticamente para niños, estos poemas están cargados del armonioso respeto -claridad, ternura, sensibilidad- que deposita en estas inteligencias en ciernes. Además, este libro en su apretada brevedad, rico en luminosas metáforas, se alza como uno de los más líricos y acertados bestiarios, animalario, de la poesía en español: Jején: “Es el invisible / el diminuto… este puñal del aire”; Sinsonte: “Tu perfecta música / es anterior a la música / es toda la música. / Tuyo es el himno / más antiguo / tuyo / el más nuevo canto / tuyo el júbilo / incesante / todo el júbilo, / júbilo mismo / sinsonte”; Zunzún: “una vibración apenas / una alegría / un recuerdo / tanta esperanza”; Tiburón: “Rápido, terrible, / es un golpe / de plata congelada / en el azul”; Jicotea: “Es la lentitud misma, / el oscuro cofre / en que cabe toda la paciencia”.

Diez años después, el poeta dedica a su nieta un libro de similar ternura y sensibilidad, Poemas para la Princesa[36], donde advierte a la pequeña Ana María: “Guarda y defiende y prodiga siempre / tu alegría, tu amor, tus sueños, / tu dulzura y tus deseos”. El escritor y crítico, Luis de la Paz, también atento a la obra poética de A.A.B., precisa: “Son textos que irradian alegría de vida, satisfacción, el goce de tener una familia que, gracias a los niños, ha permitido que el silencio que lentamente deposita el paso de los años en los adultos, se convierte en vitalidad, en renovadas energías”. En ambos libros, efectivamente, el poeta fatigado abre una zona de luz y esperanza que deposita en sus nietos.

Además de los libros citados, A.A.B. publicó dos volúmenes donde recogió, a manera de antología, una selección de viejos y nuevos poemas. El primero, A ras de mundo[37], acoge poemas escritos, los más publicados, entre los años 1964 y 2006. En unas palabras al lector escribe:

Siempre he creído que escribo un único poema y los versos que recogen estas páginas son fragmentos de esa obra en proceso. Creo, de igual suerte, que un poeta es un hombre que quiere ser todos los hombres. Por ello, no ha sido fácil realizar esta selección. Así, este libro es una posible imagen de mi ser que puedo designar como una de las imágenes que nos regala el fascinante y maravilloso enigma de un calidoscopio.[38]

En el segundo, Siempre habrá un poema, [39]abarca 48 años de poesía (1964-2012). En su introducción, “Al curioso lector”, confiesa: “A medida que me adentraba en la selección, me di cuenta de que mis versos de los últimos tiempos dan fe de cómo -sin renunciar a mis constantes temáticas, formales, y expresivas ni mis arriesgados principios, valores y certidumbres- he recorrido un arduo camino que desemboca en una final epifanía”.

Alentado por su esposa y por sus hijas, publica en 2016 Singladuras[40], donde el poeta rescata dos breves poemarios escritos en la década del 60 -Memorias, desmemorias y El dominio-, que, al decir del autor, “Procuré al escribirlos que su discurso se caracterizara tanto por su delicadeza sin renunciar a la intensidad como como por la fijación de la profundidad de la certidumbre que expresan”. A los que añade un cuadernillo de varios cientos de relumbrones aforísticos escritos entre 2007 y 2014, algunos de ellos a la manera de la greguería de Gómez de la Serna, bajo el acertado título Entrevistos, destellos y certidumbres, e incorpora cuatro relatos -Un puñado de cuentos-, dos de ellos de carácter testimonial: “Anochecer de Reinaldo Arenas” y “El chaleco interior”, dedicado a Enrique Labrador Ruiz; y dos de sustento autobiográfico: “La pérdida” y “Lo que parecía imposible”.

De igual manera, con aquella resistencia a renunciar a sus “constantes temáticas, formales y expresivas” ni a sus “arriesgados principios, valores y certidumbres”, durante varios años se entrega a la tarea de escribir y ordenar los tres volúmenes que permanecerán inéditos hasta ser rescatados en esta Poesía completa. Así lo había previsto: “Los viejos, y yo soy un viejo poeta, nos preocupamos más en ir dejando ordenada nuestra poesía y, si Dios y la bolsa lo permiten, reunirla en un volumen. Lo hacemos porque no queremos que se pierda esa obra a la que hemos dedicado con tantas renuncias, trabajos y sinsabores nuestra existencia. Una entrega por la que casi siempre, y lo digo por propia e ingrata experiencia, hemos tenido que pagar un altísimo precio”.

Nunca se aprende a perder, escrito en 2014, fue concebido, adelanta el autor, en un tiempo muy arduo de su existencia, circunstancia que determinó la desnudez de su palabra (“Un poema / puede ser un silencio / un papel en blanco”), la amarga resonancia de la incertidumbre (“No viste bien ni vive en la casa que merece, / carece de tantas cosas, pero no se queja, / siempre al borde del desastre.”) y la marea de pesimismo que prevalecen en el libro. Aunque también se encuentran poemas adentrados en la nostalgia, sentimientos de pérdidas y ausencias, de anhelos imposibles, y extensos poemas dialógicos como recurso para volcar una intensa escritura confesional, como en “Larga distancia”, “Y la necesidad de la música” y “El silencio”, entre otros. Como colofón, el autor tuvo el acierto de incluir cuatro breves e intensos “English Poems”, regidos, creo, por el interrumpido verso de Keats, “a thing of beauty is a joy…” [A thing of beauty is a joy for ever: / It will never / Pass into nothingless…]. ¿Ironía, desconsuelo? El autor asegura que estos poemas están “perfectamente escritos”. Domina el inglés. Desde pequeño concilia en su hogar el uso del español y del inglés, junto a su madre que se había educado en Boston, y posteriormente lo perfeccionó en estudios superiores, en sus viajes tempranos a Estados Unidos y en la constante lectura que dedicó a la literatura inglesa y norteamericana.

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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO: LA POESIA COMO RESISTENCIA

Autor: PÍO E. SERRANO

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El segundo de sus libros inéditos, El corazón en la palma de la mano, es el más extenso de los suyos, abarca tres centenares de poemas escritos en los últimos años, y puestos en orden en 2017, cuando ha cumplido 72 años. El volumen, pues, constituye un repertorio de los temas y obsesiones que lo han acompañado desde el belvedere de una tercera edad a la que opone la lucidez de su voluntad creadora y la reciedumbre de su resistencia negada a olvidar. Siempre leal a uno de los rasgos distintivos de su estilo, emergen la reiteración temática, un discurso en diálogo melancólico con su memoria, el inquietante registro autobiográfico y confesional, y la abrumadora indagación sobre la propia identidad. Así, hay que adentrarse en los poemas del tiempo, el que se recupera en el paladeo del recuerdo y el que transcurre agobiante en lo cotidiano; en los versos en los que dialogan la fe y el sentido último de la muerte; en las exploraciones sobre el misterio y la significación de la poesía, sobre la familia y el amor allegado a los suyos que lo reconcilia con la plenitud de la existencia; en el amigado trato con la naturaleza: la amable compañía de sus gatos, de sus memoriosas aves, de la necesaria cercanía con las flores, del mar y la lluvia siempre presentes y, en fin, del desasosiego de la noche.

Los días contados cierra el ciclo de sus libros inéditos. Escritos entre 2018 y 2019, reúne un manojo de poemas que, desde su avanzada edad, se niegan al desistimiento, y dice de sí mismo: “Sigue escribiendo y a sus ochenta años / quiere reunir en un libro todos sus poemas”. No se rinde. Vuelve la vista atrás para recuperar la gracia de sus recuerdos: el gozo de los días de infancia, los esplendores frente a la bahía de La Habana, la plenitud vivida junto al abuelo, la entrañable presencia de su ‘compadre Lezama’, la presencia de esa ‘magnífica señora’, su esposa Tania. En su brevedad, la mayor parte este libro es una exaltación de la memoria: “En el acabamiento la memoria reaviva remotos recuerdos. / Es una suerte de acto sacramental, de pase de cuentas. / Me hace imaginar el reverso de lo recordado: / una vida y posibilidades distintas. Me pone sitio / en la elaboración de mis sueños y encarnación de mis deseos. / Hace que mi memoria me prodigue la vida que soñé / y la existencia en que escribo este poema. / Uno más de los que toda mi vida he escrito desde el recuerdo / y fijando en cada verso el ahora y siempre de mi memoria”.

Se cumple así, en esta Poesía completa, la constatación de ese poema único, continuado, que concibió el poeta como expresión de una imagen totalizadora, donde se funden vida y escritura. Revelación de una auténtica personalidad irrepetible. Descubrimiento de un poeta que, desde la hondura trágica o gozosa de su experiencia, expresa sin concesiones el pálpito de sus aciertos y la amargura de sus pérdidas. Su obra es un raro ejemplo de valentía y lucidez, de expansiva capacidad expresiva, el urgente testimonio que se abraza a la poesía.



Para poner fin a estas páginas he querido traer la voz de dos de sus más cercanos contemporáneos: Manuel Díaz Martínez y Orlando Rossardi.

Díaz Martínez, compañero y amigo de sus días habaneros y desde su exilio en Canarias, del que extraigo dos párrafos de su prólogo a Siempre habrá un poema:

En la primavera de 2011, me tocó presentar a Armando Álvarez Bravo en una lectura de poemas que ofreció en España, concretamente en la para mí entrañable ciudad de Logroño. Aquella presentación me dio la oportunidad de decir sobre mi viejo y admirado amigo algunas cosas que considero imprescindibles para conocer su personalidad, su entorno histórico, su ética y su poética. A modo de preámbulo, expresé entonces y repito ahora que, hasta cierto punto, hablar de él es también hablar de mí, entre otras razones porque figuramos en la misma plantilla generacional, lo que significa que hemos encarado los avatares de un mismo tramo de la historia del país que nos vio nacer –pequeño de territorio, pero desmesurado en conflictos y decepciones–, y porque él y yo compartimos, primero en Cuba y luego en el exilio, vicisitudes paralelas y, más que nada, idéntica devoción por la libertad y la poesía.

Los conocedores de la literatura producida en Cuba en las últimas décadas sabemos que Armando Álvarez Bravo ocupa un puesto de cabecera en el nutrido grupo de poetas al que críticos e historiadores de nuestra cultura le han colgado el rótulo de Generación del 50 –justamente definida por él como “la generación arrasada”–, la cual, casi desde sus inicios, padeció la contradicción de escribir poesía, que es un ejercicio de libertad, en el ámbito de un régimen revolucionario que muy pronto se propuso expropiar la cultura como hizo con latifundios y empresas. “La andadura de esa generación”, señala Álvarez Bravo en una conferencia autobiográfica pronunciada en Miami en julio de 1998, “en unos casos más que en otros -la libertad es la posibilidad de elegir-, fue inevitablemente determinada por la increíble violencia que nos impuso el tumultuoso acarreo de la historia. De nada valieron nuestras astucias y maniobras para evitarlo”.



A Orlando Rossardi, de larga amistad en Miami, le he pedido una reflexión sobre la obra poética de Armando:

Sin discusión, Armando Álvarez Bravo es uno de los poetas cubanos de más calibre, no solo de nuestro universo exiliado, sino de la Isla entera y, por añadidura, del mundo hispano. Le conocí hace ya muchos años, aunque me tocó hacerlo, cara a cara, fuera de Cuba, en España y luego el resto en Miami, hasta su muerte.

Es el poeta que encara las cosas de frente, dentro del poema, sin apartarse del decir “en poesía”; que pone –en su mejor sentido—a los conciertos y desconciertos del vivir cotidiano, a esa realidad que no es suficientemente reconocida hasta que el poeta “pintor” que es Armando trata con sus pinceles llenos de palabras acertadas, en el que al leer reconocemos la verdad que encierra. Así pone el artista punto final a la débil circunstancia que exhiben los sucesos del vivir y convivir de todos los días.

Todo este andamiaje verbal lo logra Armando con un humor especial, humor en sentido de “agudeza”, fina y sutil, que corona la esencia del poema, una especie de magia que logra colarse por las palabras que concierta, dejando un espacio exacto para que el “curioso lector” asuma una interpretación exacta de lo que ocurre en las estrofas del poema.

En casi toda su obra poética se dan los buenos augurios del poema cumplido. Armando recupera lo vivido en el poema terminado que casi siempre trata aquellos temas tan preciados por éste y otros poetas: la vida y el complemento de la muerte, el ser y no ser de la existencia, Dios que encabeza la lista de las magias y claro, los recuerdos y los sueños que lo todo lo abarcan.

De esa “agudeza” quedan a cuenta los poemas de Armando, regados en casi todas sus publicaciones. Traigamos a colación poemas como “Muerte de un poeta menor en la guerra de independencia de 1895” (Juicio de residencia, 1982) y aquellos otros que aparecen en la edición Siempre habrá un poema (Visor, 2012) como “Con suerte, siempre puede ser la última vez”, “Detalles” y “Algunas cosas a salvar”. Aquí también podemos señalar esa agudeza en los títulos de muchos de sus poemas que pareciera que fueran a iniciar párrafos narrativos. Traigamos a cuenta, como ejemplo de lo que hemos apuntado, su libro Cabos sueltos (Universal, 1997) que pone en juego, como lo muestra el poema “La oreja de Van Gogh”, esos aciertos, sin dejar esta vez de traer a la palestra esos elementos finales del poema y de la vida, de instantes terminales que constatan un vivir que se disuelve, poco a poco, y que a la vez trasciende y se encarama en el poema y lo posee, para mirar desde lo alto de la palabra conseguida, una nueva entidad: quedarse para siempre en el poema cumplido.

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Esta obra no habría sido posible sin la constancia y el fervor con que, a lo largo de toda su vida, Armando se entregara, contra el viento y las adversidades, a vencer la resistencia al olvido. Imposible también habría sido poder recoger en un volumen este universo poético, sin el amor con que Tania, su esposa, entregada a este proyecto durante meses, y sus hijas, Liana María y Lourdes. Su entusiasmo, la paciencia, la tenacidad en la ardua labor de acopiar y ordenar este enorme legado han sido extraordinarios. Y, por último, el volumen que el lector tiene en sus manos se debe a la veterana profesionalidad editorial de Juan Manuel Salvat, a la que se une la lealtad a una entrañable amistad.

Pio E. Serrano

En Madrid y 4 abril de 2021.

Al cumplirse el segundo aniversario del fallecimiento de A.A.B.

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ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO ( 1938 - ?)


INSULARIS (MAGAZINE)

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO: LA POESIA COMO RESISTENCIA

Autor: PÍO E. SERRANO

[1] El azoro, Cuadernos de la UNEAC, La Habana, 1964 y Relaciones, Contemporáneos, UNEAC, La Habana, 1974.

[2] Armando Álvarez Bravo, A ras de mundo, Verbum, Madrid, 2007, p. 8.

[3] Manuel Díaz Martínez, “El azoro”, en La Gaceta de Cuba, nº 31, marzo-abril, 1965, p. 31. // César López, “El azoro”, en Unión, nº 3, jul.-sept., 1965, pp. 153-158.

[4] José Lezama Lima, en Armando Álvarez Bravo, Cuaderno de campo, Eds. Universal, Miami, 1999, p. 245.

[5] Ibidem, p. 246.

[6] Anna Ajmátova, Réquiem. Poema sin héroe, ed. de Jesús García Gabaldón, Cátedra, Madrid, 1994, p. 63.

[7] Raúl Rivero, “Malas relaciones”, Revolución y Cultura, nº 15, enero, 1974, pp. 15-17.

Dos décadas después el autor se separó del régimen, firmó en 1991 un documento de protesta, “Carta de los diez”, en 1995 fundó Cuba Press, una agencia literaria independiente. Condenado a 20 años de prisión en 2003, fue liberado en 2005 por gestiones del gobierno de José Mª Aznar.

[8] José Lezama Lima, Cartas a Eloísa y otra correspondencia, Verbum, Madrid, 1998, p. 82.

[9] Fechado el 7 de marzo de 1995, Lezama escribió dos décimas “Para Armando Álvarez Bravo, al comenzar su prole, que deseo larga como la cauda de las estrellas”, en Imago. Archivo de José Lezama Lima. Cuaderno de apuntes (¿1956?-¿1970?), Iván González Cruz (editor), Generalitat Valenciana, Valencia, 2005, pp. 145-146.

[10] Lezama Lima, ob. cit., p. 99.

[11] Ibidem, p. 116. El poema al que se refiere Lezama: “Lezama de una vez”, en Unión, a. V, n. 1, ene-mar, 1966, pp. 98-100. Copia hológrafa en: José Lezama Lima, Álbum de los amigos (Iván González Cruz y Diana María Ivizate, editores), Universidad Politécnica de Valencia, Valencia, 1999, pp. 75, 77, 79 y 81.

[12] Armando Álvarez Bravo, (ensayo preliminar, selección y notas), Órbita de Lezama Lima, Colección Órbita, UNEAC, La Habana, 1966.

[13] Ibidem, p. 11.

[14] Ibidem, p. 9.

[15] “Una décima de fin de año para Armando Álvarez Bravo”, en Imago, ob. cit., p. 74 y “Retrato de don Francisco de Quevedo” en José Lezama Lima, Álbum de los amigos, ob. cit., p. 64. Ambos recogidos en, J.L.L. Poesía completa, César López (ed.), Alianza Editorial, Madrid, 1999, el primero en p. 480 y el segundo en p. 493.

[16] Breve selección:

“El maestro antologa”, La Gaceta de Cuba, año IV, n. 45, ag. 1965, p. 26.

Prólogo y selección en Lezama Lima. Antología, Jorge Álvarez Ed., Buenos Aires, 1968.

Prólogo en Lezama Lima: los grandes todos, Arca Ed., Montevideo, 1968.

“Lezama, de una vez” (poema) en Índice (Madrid), año 23, n. 232, jun. 1968, pp. 33-34.

“Conversación con Lezama Lima”, en “Homenaje a Lezama Lima”, Mundo Nuevo (París), n. 24, jun. 1968, pp. 33-39.

“Lezama, una trayectoria de la inocencia”, en La Gaceta de Cuba, sept.-oct., 1968, p. 3.

“Órbita de Lezama Lima” en Recapitulación de textos sobre José Lezama Lima, Serie Valoración Múltiple, Casa de las Américas, La Habana, 1970, pp. 42-66.

“El viejo poeta en su coche”, en “Homenaje a José Lezama Lima”, La Gaceta de Cuba, año VIII, n. 88, dic. 1970, p. 5.

“Órbita de Lezama Lima”, en Voces (Madrid), n. 2, 1982, pp. 9-29.

“La novela de Lezama Lima”, en Coloquio Internacional sobre la obra de José Lezama Lima, t. II, Ed. Fundamentos, Madrid, 1984, pp. 99-102.

“Para llegar a los cuentos de José Lezama Lima”, prólogo a José Lezama Lima, La Habana caleidoscópica. Cuentos, Bartleby Editores, Madrid, 1998, pp. 11-13.

En esta Poesía completa aparecen los últimos poemas en los que preserva la memoria de Lezama: “Palabras a Lezama Lima en su centenario”, “Unas líneas para poner al día a Lezama Lima”, “Los ríos” y “Recordando a mi compadre Lezama”.

[17] El nombre del Premio rinde homenaje a José Lis Gallego, un poeta antifranquista que debió sufrir 30 años de cárcel. El Jurado estuvo compuesto por cinco notables poetas adscrito al socialismo democrático: Leopoldo de Luis, Carlos Álvarez, Julio Vélez, Eugenio Suárez-Galbán y Andrés García Madrid. El libro se publicaría en 1982 por la Editorial Orígenes.

[18] Juicio de residencia, Playor, Madrid, 1982.

[19] Carlos Espinosa Domínguez, El peregrino en comarca ajena, The Society of Spanish and Spanish-American Studies, University of Colorado at Boulder, 200, p. 116.

[20] Las lejanías, Albar Editorial, Madrid, 1984.

[21] En Coloquio Internacional sobre la obra de José Lezama Lima, Centro de Investigaciones Latinoamericanas de la Universidad de Poitiers, Editorial Fundamentos, Madrid, 1984, pp. 87-97.

[22] Los poetas del PEN, Eds. Universal, Miami, 2007.

[23] Cuentistas del PEN, selección y prólogo de Luis de la Paz, Alexandría Library, Miami, 2011.

[24] Waldo González López, “Una mirada certera”, en Cubaencuentro, 26/07/2013.

[25] El arte cubano en el exilio, Ediciones Universal, Miami, 2015.

[26] El prisma de la razón, Ediciones Universal, Miami, 1990.

[27] Naufragios y comentarios, Editorial La Torre de Papel, Coral Gables, 1993.

[28] Trenos, Editions Delatour, Anger, Francia, 1996.

[29] Cabos sueltos, Ediciones Universal

[30] Julio E. Miranda, Nueva literatura cubana, Cuadernos Taurus, Madrid, p. 68.

[31] Carlos Espinosa Domínguez, La pérdida y el sueño. Antología de poetas cubanos en la Florida, Término Editorial, Cincinnati, 2001, p. 80.

[32] Ibidem, pp. 80-81.

[33] Armando de Armas, “Armando Álvarez Bravo o la incorregible incorrección”, en Otro Lunes, nº 12, 06-01-2010.

[34] Poesía en tres paisajes, Editor Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, República Dominicana, 1999.

[35] La belleza del físico mundo, Ediciones Universal, Miami, 2004.

[36] Poemas para la Princesa, Ediciones Universal, Miami, 2010-

[37] A ras de mundo, Editorial Verbum, Madrid, 2007.

[38] Ibidem, p. 7.

[39] Siempre habrá un poema, Visor Libros, Madrid, 2012.

[40] Singladuras, Ediciones Universal, Miami, 2016.

NOTAS DEL ESTUDIO CRÍTICO).

CUBA

ARMANDO ALVÁREZ BRAVO (1938 - ?)

4. MEDITACIÓN SOBRE LA POESÍA.

El sentido de la belleza.

El peso de la verdad.

Los sacramentos de la memoria.

El comercio con la otredad

y las cosas, un día y otro.

CUBA

ARMANDO ALVÁREZ BRAVO (1938 - ?)

5. BIENES

La iluminación de la patria.

El rostro que nos depara el amor.

El sueño que concede certidumbre

[de realidad a lo imposible.

La incesante maravilla de la poesía.

El éxtasis de la música.

La derrota que purifica.

La gratificación del mar y la alta noche.

El espejismo interminable del mediodía,

[y la dulzura del atardecer.

El enigma del tiempo.

CUBA

ARMANDO ALVÁREZ BRAVO (1938 - ?)

6. RETRATO A MEDIANOCHE

Tú aguardas en la noche
palabras que traduzcan
el silencioso sentido de las cosas
que te abarcan con esa honda vastedad
que sólo pueden contrastar las constelaciones.

Dócil al lento paso de las horas,
llevas a cabo sin prisa
tus puntuales deberes,
venciendo el cansancio
que escribió en tu rostro
la historia definitiva del día.

El mundo es lo que cabe
al abrigo tenaz de esas paredes
entre las que te mueves, y también
la realidad de ese fulgor
que se traduce en la luz de tus pupilas,
cuando el deseo te cala imperioso
y sobrepasa a todo cuanto te rodea.

Tu vida es un jardín
que crece en la oscuridad y en la brisa,
y la nitidez y el orden de las cosas,
y una urgencia de belleza y de calma,
y el amor que se realiza
en el sueño y la vigilia de otros.

Pocas son las verdades
que alientan tu ser. Pero es suficiente
tu pasión. Por esto,
tan sólo el alba te corresponde
al cabo de ardua prolijidad de tus jornadas.

El alba que es el éxtasis del tiempo
y depara una promesa de certidumbre al deseo.

De Juicio de residencias (1982)

CUBA

SIGFREDO ÁLVAREZ CONESA.

ECURED

Sigifredo Álvarez Conesa. Poeta y dramaturgo cubano. Su presencia figura, como participante activo, en el teatro y la cinematografía, el asesoramiento a talleres literarios, la promoción cultural, la literatura para niños, la ensayística y en la crítica, sin agotar por ello los perfiles de su interés.

Sumario
1 Síntesis biográfíca
1.1 Vida profesional
1.2 Muerte
2 Obras
3 Premios
4 Colaboraciones
5 Vigencia
6 Bibliografía activa
7 Bibliografía pasiva
8 Fuente
Síntesis biográfíca
Nació el 27 de mayo de 1938 en Regla, Ciudad de La Habana. En 1951 viajó a Estados Unidos. Le tocó vivir el período de efervescencia y creación de varias instituciones culturales nacidas a partir de 1959. Cursó hasta el último año de bachillerato, pero no llegó a graduarse, matriculó en la Escuela para Instructores de Arte.

Vida profesional
Después del triunfo de la Revolución ingresó en la sección de teatro de la Escuela Nacional de Instructores de Arte; ejerce como profesor del Conjunto Dramático de Pinar del Río en 1964. Ese mismo año formó parte de la Comisión Provincial de Literatura y Publicaciones de la Coordinación de Cultura. Como instructor ha orientado grupos de teatro de aficionados en Pinar del Río y Mariel. Dirigió teatro profesional con el grupo El Candil y el Teatro Juvenil de La Habana. Adaptó y dirigió piezas teatrales infantiles. Desempeñó importantes funciones en el Teatro Musical de La Habana y llego a ser Director General del Teatro Guiñol Nacional, aunque tal vez la mayor huella queda en la Brigada Hermanos Saíz, de la cual fue uno de los fundadores y a cuyo primer ejecutivo perteneció.

Muerte
Su deceso —del todo inesperado— el 27 de diciembre de 2004, a la edad de 66 años, truncó un quehacer muy fecundo dentro de las letras insulares y una activa producción en la cual quedaron algunos textos inéditos. En su honor, y por su desempeño durante muchos años en la asesoría de los talleres literarios, el Ministerio de Cultura ha instaurado la beca anual de creación que lleva su nombre, para estimular la investigación y el desarrollo literario entre los jóvenes autores.

Obras
En fecha temprana comienza a publicar sus poemarios:

Matar el tiempo, 1969
Como a una batalla, 1974
Será bandera, fuego en la cumbre, 1978
Casa de madera azul, 1985; Árbol incendiado es la noche, 1988
El tiempo es un pelícano, 1990
El piano náufrago, 2000
Así como los libros de cuentos:

Sobre el techo llueven naranjas, en 1988
Yo invento la rosa, en 1997
Sus libros Matar el tiempo , Como a una batalla y Casa de madera azul, testimonian su vida en la poesía que hallaba en todas partes, sobre todo en los poetas desconocidos de los pueblos más remotos.

Premios
En 1968 obtuvo mención de poesía en el Concurso David de la UNEAC con su libro Matar el tiempo.
Recibió el premio Julián del Casal de la UNEAC en 1985 por su libro Casa de madera azul.
Fue igualmente merecedor de las distinciones por la Cultura Nacional y Raúl Gómez García.
Colaboraciones
Ha colaborado en La Simiente, La Gaceta de Cuba, Mella, Unión, El Caimán Barbudo, Juventud Rebelde, Casa de las Américas, Revista de la Biblioteca Nacional, Cormorán y Delfín (Argentina) y La Pájara Pinta (El Salvador).

Trabajó en la Embajada Cubana en México. También en Polonia, Grecia, Argentina, El Salvador, México y Suecia aparecen algunos de sus textos.

Vigencia
La huella dejada por Sigifredo Álvarez Conesa en el panorama de la literatura cubana merece un reconocimiento que vaya más allá de la consideración de este autor como poeta.

Bibliografía activa
Matar el tiempo (poesía). La Habana, Ediciones Unión, 1969
Como a una batalla. Poesía. La Habana, UNEAC, 1974
Será bandera, fuego en la cumbre, 1978
Casa de madera azul, 1985
Árbol incendiado es la noche, 1988
El tiempo es un pelícano, 1990
El piano náufrago, 2000
Sobre el techo llueven naranjas, de 1988
Yo invento la rosa, en 1997
Bibliografía pasiva
Alomá, Orlando. «Las herramientas, las armas, el tiempo», en Alma Mater. La Habana, (100): 6 de junio, 1969.
Ávila, Leopoldo, «Matar el tiempo», en Verde Olivo. La Habana, 10 (15): 13 de abril, 1969.
Menéndez, Aldo «Como a una batalla», en Bohemia. La Habana, 66 (50): 34, 13 de diciembre, 1974.
Orovio, Helio. «El tiempo de Sigifredo», en Revista de la Biblioteca Nacional José Martí. La Habana, 3ª. época, 7 (1): 159-160, enero-abril, 1971.
«Sigifredo Álvarez Conesa: mención de poesía», en La Gaceta de Cuba. La Habana, 6 (66): 3, julio-agosto., 1968.
Fuente
Portal Cubaliteraria

CUBA

SIGFREDO ÁLVAREZ CONESA.

POEMAS

1. UNA BANDERA SURGE ENTRE TUS MANOS

Espesa gota de sangre
es el largo hilo
que teje el fondo de la estrella.

Tanta bravura galopa
que posa el cielo
el añil sobre la tela.

Empinada en el madero,
libre en el viento,
abre sus alas
el blando acero.
Y es la frente, y es el sudar
que al filo único,
al golpe de la pólvora
se levantan.
Por ella
Y esparce entre las manos
completa ni bandera.
Enseña es, porque sabemos
morir —vencer por ella.

CUBA

SIGFREDO ÁLVAREZ CONESA.

POEMAS

2. LA HOGUERA DIARIA

Escribo acerca de mi casa de tablas azules
y techo de dos aguas,
del jardín que la ciñe y de los gorriones
que hacen sus nidos en el alero;
escribo acerca de mi esposa e hijos,
de la vida local y diaria.

Es como si los temas entrañables de la poesía
se me escaparan de entre los dedos;
como si de la enorme hoguera de la que soy,
de la que somos una mínima luz,
quedara sólo cenizas tizones apagados.
Pero no:

mi casa es también motivo
para escribir estos versos,
porque simplemente al decir
"mi casa de tablas azules es también la casa tuya",
ya eso encierra para la poesía,
es decir, para la vida misma,
una gran verdad, una enorme llamarada
en la HOGUERA de la que soy,
de la que somos una mínima luz
dentro de la enorme galaxia que habitamos.

Veo que lo encontraste, vaya si lo encontraste, jeje.
Procuraré seguirte, aunque a tu velocidad me es imposible.
Gracias y leo.

DEL PAISAJE Y LA PRESENCIA

Ya no es la avidez de ver mundo,
sino de poseer como en un sueño
ciertos paisajes
entrevistos o pendientes,
tan especiales en su intimidad.

Pero es difícil arrancarse
del sitio en que se está
parece que desde siempre.
El sitio donde los recuerdos
van convirtiéndose en ficciones
y reinventan esa historia nuestra
que ya es la de nuestros nuevos recuerdos.

¿Cuándo llegamos aquí?
¿Cuánto de nosotros quedó allá?
¿Quién ese uno mismo
que distinto se recuerda a sí mismo?
¿Cuál es su rostro ya enfilando la eternidad?

Quedan algunos viajes por hacer.
Son regresos a lo entrañable.
Son un reencuentro y una despedida
son también ir en secreta busca
de algo desconocido que sabemos nos falta.
Son quedarnos tranquilamente donde estamos.

Ya nuestras huellas
no necesitan el polvo del camino.

Me ha gustado mucho este poema de Armando Álvarez.
Te sigo leyendo

TE JURO QUE AHORA MISMO ESTOY UN POCO PERDIDO. VOY A VER SI ME SITÚO. BESOS.

CUBA

SIGFREDO ÁLVAREZ CONESA.

POEMAS

3. EL VIENTO CON DESARMADO RUIDO

Por: Sigifredo Álvarez Conesa
11/12/2017

3A. AGUA DE VIDRIO

El ojo no ve lo que aparenta ser.

Es falso, es vidrio

y brilla por su ausencia.

No advierte el giro propio

dentro de la órbita incierta.

El mundo le da vueltas en el abismo

donde cae despierto;

y de ninguna manera puede apreciar

lo que el descenso del párpado depara.

No distingue el ojo entre verdad

y apariencia,

pues más que ciego es vidrio

y corta.

CUBA

SIGFREDO ÁLVAREZ CONESA.

POEMAS

3. EL VIENTO CON DESARMADO RUIDO

Por: Sigifredo Álvarez Conesa
11/12/2017

3B. BAJO LA SOMBRA DESNUDA

En los resquicios húmedos del día,

sujetas con hilo el breve vuelo,

las hojas en vano ascienden al cielo,

que, líquida luz, hierve azul, porfía.

Entre el quicial y el listón renegrido,

tan astillada, cruje sola, su ala:

por la abertura de la inútil sala

llega el viento con desarmado ruido.

¿Quién ronda por entre escombros perdido

e intenta asir la voz, letra menuda,

de aquella brizna cifrada de olvido?

Insiste bajo la sombra desnuda,

en ruina, levedad de árbol ido,

vagas señales de silueta muda.