DE NUEVO EN ESPAÑA I (1930)
1525
PRUDENCIO
Hispanos Deus aspicit benignus, (..........) (*)
VI, 4, Cum moritur Ckristus, cuín flebiliter
tumulatur me video.
Apotheosis, 3048.
veniam quitas Ule revenit
calcata de morte ñis; quod credimus hoc est;
et totus veniam, nec enim minor aut alius quam
nunc sum restituar; vultus, color et vigor idem
qui modo vivit, erit, nec me vel dente, velunque
fraudatum renovet patefacti fossa sepulcri.
Apotheosis, 1064.
Cuando el Cristo muere,
cuando entre lágrimas se le entierra
me veo, Prudencio: Desde nuestra tierra
esta voz en romano me hiere
secular silencio.
Y es que espera retornar él mismo
desde el negro abismo
arrastrándose al sol
con sus dientes, sus uñas, su color, su cara,
todo y entero, español
de fe preclara.
Aragonés del gremio de Constantino,
el de nuestra primera Santa Teresa,
la de San Paulino;
españoles de carne y hueso y de huesa,
españoles de Gracián y Goya,
¡ay duquesa Cayetana!
¡carne que sueña aún en la hoya
podrida eternizar la gana!
Cristianismo pagano, Prisciliano;
¡ay Agustín africano,
tu congojosa Ciudad
que quiere con los siglos murar la eternidad!
Y en la ciudad del Señor
a la muralla adosado
el castillo interior
de la nueva Teresa y de su Amado.
¿Qué es, Prudencio, tu psicomaquia
sino una tauromaquia
a lo divino?
Corre la sangre del mártir, del moro o del toro
igual destino;
y se alza el coro
del coso resonante;
¡España, España triunfante!
Suena el clarín; de los sepulcros abiertos
levántanse los muertos
y entre ellos tú, castizo aragonés,
ibérico cantor de truculencias,
que adivinaste a San Pedro Arbués,
nuestras guerras civiles sin clemencias.
Cantaste la parrilla
de San Lorenzo, que fue luego Escorial
al ensanchar Castilla
sus rejas al jirón meridional.
Y ardieron las católicas hogueras
apostólicas, hispánicas,
y el bieldo del Señor aventó en las eras
las cenizas satánicas.
Santiago, cierra España, y pon el yugo
del credo a los infieles;
la víctima verdugo
recoge ahornagados sus laureles.
15 de agosto, 1930.
1526
33 años después.
¡Ay Cristo de la Laguna,
cómo tus castas encinas
en las aguas cristalinas
ven desdoblada la Luna!
Y a la vez se ven en ellas
flotando entre cielo y cielo
y envueltas en el consuelo
nocturno de las estrellas.
Laguna del Cristo, espejo
de la soledad del monte,
la Peña da a tu horizonte
un convento por cortejo.
¡Ay mi Laguna del Cristo,
los años ya que me viste!;
pero la visión resiste
y a aquel que te vio me has visto.
17 de agosto, 1930.
(...)(*) Expresión griega, inentendible.
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