Aires de Libertad

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    Poetas vascos actuales

    Pedro Casas Serra
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 03 Ene 2024, 10:19

    .


    De Las aguas tranquilas. Ocho poetas vascos actuales, Renacimiento, 2017:


    RIKARDO ARREGUI (1958) (https://www.airesdelibertad.com/t48382-rikardo-arregui-1958 )


    FOTOGRAFÍA DE GUERRA

    Esas bombas han matado gente. Me refiero a personas.
    Prueba irrefutable de la fragilidad de la carne,
    han estallado ojos, se ha derramado sangre,
    se han destrozado hígados y demás vísceras
    como si fuera obra de nouvelle cuisine.

    Pero resulta sorprendente la integridad de los objetos:
    los zapatos están enteros, no tienen más que polvo,
    también se hallan completos los armarios y las camas,
    las sábanas tintadas en rojo, con pocos rasguños,
    no todos los cristales se han roto, sólo algunos,
    y el espejo se diría que acaba de ser comprado,
    las alfombras enteras, sólo polvo, y de nuevo
    sangre coagulada sobre la superficie de todas las cosas.

    Es cierto que las paredes están derruidas
    y que hay un agujero en el techo, por donde entró
    la bomba. El resto de objetos potenciales frágiles
    ahí siguen en pie. Polvo y sangre por todos lados,
    obviamente, no podía ser de otra forma, pero
    los albañile podrían reconstruir sin muchos problemas
    aquello que ya no pueden arreglar los médicos.



    POEMAS DE AMOR MÁS O MENOS, XXII


    "Un coeur, c'est peut-être malpropre. C'est
    de l'ordre de la table d'anatomie
    et de l'étal de boucher. Je préfere ton corps".
    Marguerite Yourcenar

    En los poemas de amor hay demasiados corazones,
    muchos poetas parecen médicos o carniceros 
    con las manos cubiertas de sangre,
    pero ignoran en qué consiste una pericarditis,
    un electrocardiograma, el dolor o la fiebre,
    cómo se despieza una ternera o un cordero,
    nunca han visto un corazón de verdad.

    Una vez me ofrecieron un pedazo de corazón
    y todavía siento náuseas.

    Enseguida me contaste, por hablar de algo,
    que tu apellido significa corazón
    en tu idioma, me explicaste cómo
    se pronuncia, cómo llegaste aquí.

    A continuación encendiste la tele
    para ver el fútbol, muslos entre abrazos,
    y quejándote del nivel del fútbol de tu país,
    nos olvidamos ya de los corazones y comenzamos 
    a amar nuestros cuerpos en el minuto diecisiete.



    FUNERAL

    Algunos se quejan porque nos llevan
    al cementerio, a un triste ritual funerario.
    No son cosas que agraden, 
    dice una y otra vez,
    el féretro, el silencio, las coronas,
    parientes lejanos, desconocidos,
    tantas caras, qué pérdida de tiempo,
    debería, dice, estar trabajando,
    o haciendo algunas compras,
    que todo aquí va muy lento, y los rezos,
    además, no hay quien se los crea.

    Me he enfurecido.
    ¿No es éste un mínimo acto de civismo,
    un último gesto que le debemos
    a un muerto cercano?
    ¿No afirman los antropólogos que
    el ser humano es más humano
    desde que en la antigüedad comenzó
    a temer, a atender los muertos propios,
    a darles sepultura, a incinerarlos,
    o a ofrecerles a las aves rapaces,
    a despedirlos con palabras mágicas?

    Tener delante un ataúd es terrible,
    es algo que estremece:
    nos recuerda, cruel y diáfanamente,
    qué nos aguarda, la última verdad
    (la definitiva) entre las verdades.

    Sí,aquí todo va muy lento,
    aunque ya está abierta la tumba,
    el cadáver aún requiere
    unas últimas atenciones:
    cuerdas,
    cemento,
    algunas piedras más,
    trabajo de albañiles
    al lado de la tumba,
    también hay que colocar aún las flores,
    poner bien las cintas de las coronas.

    No obstante, los rezos han sido breves,
    unas pocas palabras, repetidas:
    descanso eterno,
    la luz perpetua,
    por siempre, infinitud,resucitado.
    Ansia de eternidad.

    No sabemos qué decir cuando acaba.
    Hace hoy una mañana tan hermosa
    de primavera, casi un sordo insulto,
    los pájaros cantan alegremente
    y flores no compradas
    empiezan a aparecer en el campo.
    Ya el sol templa la tierra.

    Hemos detenido por un instante
    el curso vertiginoso del mundo,
    pero todo sigue adelante
    siempre: el mundo, la vida, las horas.
    Esta es nuestra única eternidad.

    (Otros poemas de Rikardo Aguirre: https://www.airesdelibertad.com/t48382-rikardo-arregui-1958 )



    LUIS GARDE (1961-  (https://eu.wikipedia.org/wiki/Luis_Garde )


    RITOS DE PASO

    El vaho nubló los cristales de mis gafas
    cuando entramos en la porqueriza.
    Nos acercamos en silencio por detrás.
    Gruñía y se alejaba inquieto.
    De repente el gancho en la garganta.

    El sol helado de noviembre
    se derretía en algodones rojos.
    Recuerdo el temblor mortal
    de la pata que yo apenas sujetaba.
    Alguien templaba un acordeón en la casa de al lado.

    Bertha y Rakel se iban hasta el cruce de la carretera
    por no oír la agonía del cerdo.
    Esperaban sentadas sobre las piedras del arcén.
    Bailaban para desentumecer los cuerpos,
    saludaban a los coches solitarios.
    Al anochecer volvían Bertha y Rakel
    con las mejillas encendidas por el frío.

    El brazo de Klara,
    metido hasta el codo en el balde,
    revolviendo la sangre para que no coagulara.
    Luego gesticulaba amenazando a los críos;
    la gruesa sangre chorreaba desde sus manos.
    Huían gritando, atemorizados, ebrios de felicidad.
    En este mundo todo,
    antes de ser costumbre,
    ha empezado como juego.

    La sangre vaporosa, cuesta abajo,
    buscaba la niebla impasible del río.
    Los perros subían para lamer el reguero rojo.
    Las pequeñas los ahuyentaban con los bastones.

    Nuestro tío quemaba las cerdas con un soplete.
    Aspiraba el olor de la piel chamuscada.
    En broma tostaba la pelambrera de su brazo,
    "cuidado" decía a la chiquillería,
    "esto huele igual que el cerdo".

    Recuerdo el mono de trabajo de nuestro tío,
    las botas verdes de goma
    jaspeadas de gotitas rojas,
    la presión del agua disparada por la manguera
    empujando la sangre del suelo.
    Bajó el acordeonista,
    trayendo las chanzas y risas de siempre.
    Pedía de pago el rabo del cerdo.
    Lo cortaba diestro con el cuchillo,
    exhibía orgulloso el trofeo.
    Dicen que
    cualquier cosa, si es costumbre vieja,
    tranquiliza nuestro fondo.

    De lejos llegaba el llanto de un niño
    o la risa de un viejo;
    en la oscuridad brillante no eran diferentes.

    "Bien colgado está,
    éste ya no escapa",
    tiraban de las orejas del cerdo.
    "¿Alguien quiere cambiar con éste?", después.
    alzando en la mano la víscera sangrienta,
    "dicen que el corazón del cerdo
    es el más compatible con el de los hombres".

    Dos cosas unen a la gente:
    los odios compartidos,
    las bromas repetidas.

    Al salir, miré por última vez
    el cerdo ya descuartizado.
    Una mosca corría por la carne tibia.
    Aunque creía que debía ser partícipe de aquel rito,
    no me quedé para la cena de celebración.
    Sin dar explicaciones,
    sin mirar aquel baile de Bertha y Rakel
    en la penumbra de la entrada,
    danza contra la sonrisa helada de los días venideros,
    danza contra el paso de las estaciones y su temblor,
    me perdí en las carreteras de otra noche.

    Después, cada vez lejos de aquel lugar,
    me perdería
    en mi propia vida,
    en mis propios ritos y celebraciones.

    Unos pocos gestos,
    algunas risas, una máscara compartida,
    edifican tu casa;
    un sólo silencio te expulsa de ella.

    Hoy, en el atardecer solitario de estas torres,
    en este suburbio de hormigón, hormigas, calefacciones,
    en la sala de estar limpia como el filo de un cuchillo
    he oído el temple lejano de un acordeón.
    He recordado las mejillas encendidas de Bertha y Rakel,
    sus muslos brillando al calor del fuego bajo,
    el espasmo ensordecedor de la pata entre mis manos
    y la cabeza de aquel cerdo soltando hilos rojos
    en un balde sobre la mesa.

    No, aquel día no fui
    partícipe en la celebración,
    pero cuando he recordado
    acciones y omisiones,
    acontecimientos, incidentes, tomas de postura
    que vendrían mucho después
    me ha parecido,
    por un momento,
    que sí me senté con mi gente a la mesa;
    que durante años interminables,
    a veces callado, a veces sonriente,
    siempre con los cristales nublados
    por el calor de la porqueriza,
    me senté
    extraño huésped
    en un rito inacabado.



    DEL EPITAFIO DEL GUERRERO EDIPO

    Antes que tú fui soldado
    en una guerra justa y heroica.
    Antes que tú me enamoré
    de la dulce y esquiva patria
    y en respuesta enajenada a antiguos agravios
    sembré dolor, regué con ruina
    los campos extranjeros.
    También a mí la patria me dejó solo.

    Se ha firmado la paz, alguien dijo.
    De mi propia mano me cegué
    para no volver la vista hacia el pasado.

    Crédulo caminante
    que vagas leyendo epitafios,
    si aún crees
    que con el brillo de esas medallas al valor
    mantendrás iluminado
    el fuego del hogar,
    la voz inscrita en esta piedra te dice:
    tendrás que aprender a andar a ciegas.

    Pues no he conocido joven guerrero
    que no proclame su combate
    justo y heroico
    ni he conocido viejo soldado que,
    si quiere vivir en tiempos de posguerra,
    no se haya arrancado los ojos.



    DOS BÚNKERES

    En el paseo de la tarde
    por la orilla brumosa del río
    he visto cómo un desconocido
    cubría con cartones largos
    las aberturas del viejo búnker.
    Junto a un colchón destripado
    un grueso libro abierto
    absorbía la humedad del suelo de hormigón,
    tres naranjas
    escondían las ´´ultimas luces de la tarde de invierno.
    Fumaba tranquilo,
    con la destreza del carpintero
    movía un cuchillo de cocina
    cortando y ajustando
    las láminas grises de cartón.
    He apartado la vista
    y sin pisar
    las ramas y las matas amontonadas a un lado
    he seguido caminando;
    ese rincón nebuloso
    era ya
    territorio del desconocido.
    Al llegar a casa
    he buscado
    el hueco de tu mano.
    Déjame por favor
    quedarme aquí
    por un momento.



    HIC SUNT DRACONES

    Qué será no lo sabemos,
    pero según podemos deducir por ahora
    del examen minucioso de datos provisionales,
    el libro de poemas ya no será
    un catálogo de concesionario de coches lujosos de importación,
    un prospecto publicitario de la ciudad-parque temática,
    una hoja de uso de medicamentos para crear realidad virtual,
    un manual de instrucciones para cazadores de absolutos.

    La mayoría ciudadana ve a los poetas como creyentes en dragones,
    porque los ha visto angustiados buscando centauros en bosques dudosos.
    Pero si el poeta sale hacia terrenos
    donde ha oído que viven dragones,
    ha salido buscando palabras
    para nombrar las regiones blancas de los papeles.
    Sean centauros y dragones,
    sean sapos y culebras.

    El  poeta es un especulador,
    el poeta es un recalificador de terrenos.
    Pisa las tierras de los solares,
    respira los aires condicionados de los edificios,
    queriendo calificarlo todo
    todo lo revuelve
    y por remover ambientes
    revolver terrenos
    y nombrar silencios
    en silencio
    es enterrado.




    MIREN AGUR MEABE (1962- (https://www.airesdelibertad.com/t48377-miren-agur-meabe-1962#1042518 )


    NOTAS PARA CONSERVAR LA MEMORIA (2)

    Anoche dejé abierta la ventaba
    y entró una fiera.
    Olisqueaba el aire:
    creo me adivinó acurrucada entre las sábanas.
    No sabía que yo estaba desnuda, esperándole
    ni que sabía su nombre.
    Era un animal mamífero,
    algo calvo,
    de poco pelo en pecho,
    más bien culón,
    con lo ojos cuajados de kilómetros y sueño,
    y un regusto a tabaco, salitre y bocadillos
    en la boca.

    Se le cayó una baba sobre la alfombra,
    y el suelo chisporroteó
    como los mares del infierno.
    Miró a los lados,
    y las paredes se deshicieron
    como una tumba de barro.
    Se rascó la espalda,
    y mis pechos se hincharon
    como el mundo en primavera.

    Digo la verdad.



    NOTAS PARA CONSERVAR LA MEMORIA (3)

    Llovía sobre mi clítoris.
    Los relámpagos acudían con fulgores a tu pecho:
    parecía que sangrabas.
    Pero eran sombras,
    buscando reposo en la llanura de la piel.
    Tu sexo olía a humo,
    pardo y viejo.
    En cambio, yo debía de ser azul
    y robaste oxígeno
    de mis rosados agujeros.
    Tus dedos marrones en mi vagina,
    como ásperas ramas otoñales.
    Sacaste un pañuelo de papel, no sé de dónde,
    y lo tiraste por la ventanilla,
    húmedo y arrugado.
    Mis senos ansiaban reventar.
    Llovía sobre mi clítoris.



    NOTAS BREVES (1)

    Ayer se me quemó una sábana.
    La quemé yo, con la plancha.
    Le estampé un triángulo color pan tostado
    por culpa de la tele.
    Siempre tengo encendida la tele pequeña de la cocina
    cuando toca plancha:
    un niño negro de la guerra
    chupaba el pecho de su madre muerta.
    Se me hizo un nudo de pelo en la garganta.

    No se me olvidará:
    la leche me mojó el sujetador.



    RUEGO A LAS PALABRAS

    No permitáis, palabras, que me aleje de la tierra,
    del aliento de las vacas, de la sangre de la sepia.

    Si me sedujisteis con vuestro lunar pintado,
    inocentes como la florecilla de mi primer sostén.

    No consintáis, palabras, que me olvide de la historia,
    del insomnio de la idea, del llavín de la fe.

    Si me dejé manosear por vuestros múltiples dedos,
    si hervisteis mis vendas en vuestra olla expréss.

    No aceptéis, palabras, que obvie mencionar mi cuerpo,
    o sus reglas variables o su sabio declinar.

    Si me acarreasteis a pesar de las encrucijadas,
    escarabajos bajo su tierno pastelito oficial.

    No admitáis, palabras, que me aparte de este oficio,
    aunque la crudeza me golpee, aunque la blandura me devore.

    Desde que ovulé por última vez me estoy convirtiendo en otra.
    No me retengáis, palabras, en  ninguna escena del viejo Renoir.

    (Más poemas de MirenAgur Meabe: https://www.airesdelibertad.com/t48377-miren-agur-meabe-1962 )

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 03 Ene 2024, 14:08

    .


    JUANRA MADARIAGA (1962- (https://eu.wikipedia.org/wiki/Juan_Ramon_Madariaga )


    MEMORIA

    La memoria no es más que olor a talco,
    una hostia que se pega al paladar,
    trozos de carne entre los dientes,
    la psoriasis de los codos.

    La memoria no es más que una mirada desorientada,
    una pierna retorcida por la polio,
    los suaves extremos de la perversión,
    una armada totalmente derrotada.

    La memoria no es más que el crimen del amor,
    una fuente inagotable de energía,
    el efecto óptico de un electroshock
    la fe que tenías en ti mismo.



    DÓNDE ESTÁS

    Recuerdo que, de pequeño, sentí un dolor parecido
    aquella vez que caí por un talud.
    La muñeca torcida irradiaba un dolor metálico
    que subía por el brazo, y se quemaba en las venas.

    Ha sido parecido antes
    cuando me han metido el clavo en la mano.
    Sobre todo el primer golpe,
    y luego ese dolor irradiado
    que me llega a las sienes.
    En la izquierda, sin embargo, no ha sido para tanto,
    tal vez porque he visto las lágrimas en los ojos
    de ése que sostiene y golpea el martillo.
    Tal vez porque he sentido repartir el dolor
    o porque estaba a punto de perder el sentido.

    De pequeño, mi único deseo
    de aquel instante en que caí por un talud
    fue que mi madre viniese y me abrazase.
    Tampoco deseo ahora otra cosa.



    ALBORADA

    Al encenderse el día
    las cosas toman su posición.
    Un dolor interior en el occipital,
    demasiada saliva en la garganta,
    la tensión de tu columna,
    la debilidad en la mirada,
    esa tos crónica con el café,
    un temblor metálico en tus dientes.
    Después de despertar
    las cosas toman su posición.
    En un proceso de normalización,
    la simpleza de los horarios,
    la eficacia de las direcciones,
    el paraíso de los idiotas,
    las falsas formas de peinarse,
    las faltas al respirar.
    La sensación de que todo está bien, y en el siguiente segundo,
    la sensación de que algo te faltará el resto de tu vida.




    ÁNGEL ERRO (1978- (https://eu.wikipedia.org/wiki/Angel_Erro )


    TIEMPOS HEROICOS ( 8 )

    El aliento poético es breve.
    Restos de fruta sobre la mesa,
    un pedazo de queso, cervezas.
    Todavía es posible llegar
    a Burlada por entre las huertas
    (es un antiguo privilegio).
    He empezado a llevar una vida
    fácil. Es para preocuparse.
    Me basta con que volvamos
    a casa cogidos de la cintura
    y que de repente tú me...
    (estaba mirando los cabritillos)
    y que en este cobertizo nos...
    (se oía reír a las ninfas).



    ALBADA

    No te apartes de mi lado,
    no quemes más autobuses,
    la noche aún no se ha enfriado,
    quédate en esta cama
    hasta mañana.
    La Patria no te precisa
    tanto como yo.
    Ya lo sé, todos tenemos
    que dar algo para que
    unos pocos no lo den
    todo. Todo.
    Pero a ti yo no quiero darte.

    Todavía podríamos resistir
    una hora más, sin parar
    hasta la victoria final.
    Y dormirnos con el sueño
    extenueado de quien ha amado mucho.
    La noche no parte de las sábanas
    celestes hasta más tarde,
    amarrémosla a la cama.

    Pero ya lo veo, te vas.
    Solo, mudo, me estremezclo.
    Puedo comprenderlo todo.
    El Pueblo no perdonará, pero yo sí.



    TEORÍA LITERARIA EN EL BAR KAIXO

    Te acercaste. La mano o el labio o el pájaro
    vuelto nieve en un mar de hilos dorados. Me habías leído,
    y esperabas de mí, primero, humor;
    y luego, si la noche fuera propicia, sexo. Medio
    en broma, dijiste, citándome, hazme
    un poema y yo me haré tuyo. Incitándome.

    ¿Cuándo aprenderán algunos a distinguir
    entre el yo poético y yo?

    En realidad, no soy nada espontáneo,
    me ha llevado mucho tiempo plagiar
    eso de la mano o el labio o el pájaro.
    Me da vergüenza o miedo o culpa,
    además, ligar delante de mis amigos,
    y no se me ocurren fácilmente salidas
    ingeniosas. No supe qué contes-
    tarte. Tartamudeé. Dije algo que no recuerdo,
    tal vez que eras más bello en la literatura;
    pero eso lo diho ahora, solo, encerrado
    en una habitación donde nadie puede verme.

    Quiero pensar que nos acostamos
    porque olías a pino, que es la única
    verdad en este mundo. En éste.




    LEIRE BILBAO (1978- (https://es.wikipedia.org/wiki/Leire_Bilbao )


    TERRA NOVA


    "En mi vida muy pronto fue ya muy tarde".
    Marguerite Duras

    Naciste tarde,
    me decía mi madre.

    Me retrasé por dos semanas
    temerosa del mundo.
    Fui durante dos semanas más
    un pez rojo en la pecera de mamá.

    Tres kilos seiscientos,
    le aclaró a mi padre por radio-teléfono.

    Un azote en el culo
    y lloré para mi padre.

    ¡Mi hija!
    ¡Mi hija!
    -se escuchó en la proa.
    La pesca está yendo bien,
    cambio y corto.

    Esa noche la tripulación bebióa cuenta de mi padre.
    Esa noche mi padre durmió satisfecho.

    A los seis meses conoció
    el pez del anzuelo de mamá.

    Cuando me cogió en sus brazos
    nadé por primera vez en el océano.

    Sé que no era mi llanto
    toda esa salada humedad que nos envolvía.



    LAVADORA

    El día de tu muerte me compré una lavadora.
    Al abrir la compuerta,
    se me empaparon los pies,
    el agua me atrapó por sorpresa.
    Ya sabe, ríos azules recorren mi pecho,
    el mar se desborda por mi boca.
    Fue aquella vez, mirando desde la escotilla al mar,
    entre el jabón y los trapos sucios,
    cuando supe que te alcanzó una ola,
    metí mis manos al instante en el agua enjabonada
    buscándote en vano entre la ropa.
    Lloré por la boca por las orejas
    por los dedos por la piel,
    y ahora, tengo ríos muertos surcando mis venas,
    y una lavadora nueva.


    De Las aguas tranquilas. Ocho poetas vascos actuales, Renacimiento,2017.


      Fecha y hora actual: Sáb 23 Nov 2024, 05:13