Aires de Libertad

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    Déborah García (1971-

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    Déborah García (1971- Empty Déborah García (1971-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 19 Abr 2024, 05:58

    .


    Déborah García  Poeta, narradora y editora cubana. Graduada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y especialista en edición de textos por la Facultad de Letras de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.

    Síntesis biográfica

    Nació en Santa Clara, Villa Clara el 22 de diciembre de 1971. Poeta, narradora y editora. Graduada del Taller Nacional de Técnicas Narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y especialista en edición de textos por la Facultad de Letras de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.

    Publicaciones

      En estado de sitio (Editorial Sed de Belleza, 2003).
      Sin ángeles tutelares (Ediciones Capiro, 2008).
      Mientras puedas volar (Ediciones Obrador,Canadá, 2014).
      Te doy el mar (Adonáis, España, 2019).

    Otros de sus textos aparecen en las antologías Los parques (Ediciones Mecenas, 2002), Queredlas cual las hacéis. 21 poetisas cubanas del siglo XXI (Casa Editora Abril, 2007) y La isla en versos (Ediciones La Luz, 2011), entre otras.
    Premios

    Ha sido merecedora del Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara de poesía, 2007; Tercer Premio de poesía Regino Pedroso, 2009 y Premio Internacional Alegría del Ayuntamiento de Santander, Cantabria, España, 2019.

    (Sacado de https://www.ecured.cu/D%C3%A9borah_Garc%C3%ADa_Morales )


    *


    Algunos poemas de Déborah García, de Te doy el mar, Rialp, 2019:


    DE VUELTA ANTE LAS OLAS

    ...y la palpitación que sin duda precede
    a la miel, a la música, al mar, al nacimiento

    P. NERUDA

    Caminaba despacio hacia la aurora
    otra vez en el borde de las aguas.
    Todo,
    .......el olor
    ............la luz
    ..................la textura del aire humedecido
    traían la memoria de otros amaneceres,
    un añorado hechizo que regresaba intacto,
    ese empezar el día junto al agua...
    Entre aquella mañana y mi memoria,
    como granos de arena se amontonaba el tiempo,
    los larguísimos años de destierro
    desde que aquel ciclón se llevara mi casa,
    mi dicha de la infancia, mi lugar...
    Pero yo recordaba las líneas del hechizo:
    despertar junto al agua,
    desembarcar del sueño en el sonido blanco
    ...........de las olas
    acomodados los ojos en esa luz danzante
    ...........que de las aguas vuelve
    y aún habría algo más...
    Quizás fuera el recuerdo, esa pátina nívea
    ...........del recuerdo...
    Apenas una niña viviendo el paraíso de una casa en las aguas
    las olas rebotando en la madera húmeda del suelo
    y en las tardes los muelles que se internaban largos
    en el mar...
    Acaso imaginé una fascinación que solo
    ...........en mí se cumple;
    impasibles les veo entrar a la mañana
    transitar la avenida que las arenas roza
    de prisa, sin mirar hacia las aguas,
    al centelleo calmo de las mínimas olas,
    y el verbo amanecer conjugándose igual
    ...........que en la ciudad seca.
    Esperan un transporte que no llega,
    se impacientan, insisten al reloj...
    no ven al pescador de pie sobre las aguas
    sin barquilla visible, sin balancear el cuerpo,
    como nacido allí con su vara en las manos;
    no perciben que el puente se sostiene
    de finísimos hilos que ascienden desde el agua
    no ven, pasan, no ven,
    no les llama este olor de amanecer de costa
    que de golpe me lleva a otros amaneceres
    y enlace aquel placer con esta pulsación alucinada,
    algo que no podría haber nombrado entonces
    antes de conocer el vértigo de luz,
    la honda levedad que la pasión otorga
    y que devuelve al alma
    amanecer de vuelta ante las olas.



    PUENTE DE VERSALLES

    Viajábamos en tren hacia la costa
    como si nos montáramos en vagones de atrezo
    de un parque de atracciones;
    tan brevemente aquel trayecto, tan pequeño aquel tren
    como para jugar...
    Al olor herrumbroso de los rieles
    ....sucedía el olor de la albahaca macerada
    ........y luego el de los mangles;
    unos pocos minutos entre uno y el otro
    indicando los puntos del trayecto hacia el mar.
    Sin importar el mes, la posición del sol,
    los fines de semana eran la fiesta de familia grande
    en aquellos lugares que parecían nuestros.
    Los colores del agua, del verde hasta el azul,
    el dedal y los hilos que dibujaban lentos el álbum
    ...........familiar;
    fragmentos de un lugar al que volver en busca
    ...........de la dicha.

    Luego todos emigran en dirección inversa
    ...........a la nostalgia;
    según indica el plan, la dirección del viaje siempre
    ...........es una
    y todo lo demás son estériles sueños.
    Pero el sueño persiste y en el están los rieles,
    ...........el salitre,
    la madeja de hilo que cayó de las manos
    y aquella voz tan tibia que pedía
    "Alcánzame aquel hilo, allí, junto al librero".
    Finas hebras del sueño trenzadas en la red
    ...........imperceptible
    que habremos olvidado en esa hora de recorrer,
    ...........perdidos,
    los gruesos lomos de la estantería, sin hallar,
    ...........sin saber,
    dónde se torció todo, si el plan aseguraba un éxito
    ...........rotundo;
    esa hora en que vaga la vista por el suelo
    y allí, junto al librero, surje el pequeño ovillo
    ...........que te trae a este puente
    y enlaza esta ciudad junto a otra costa
    con aquellos espacios de la dicha.
    Caminar sobre el puente de Versalles
    contemplando sin prisa los cordones labrados
    ...........en el hierro,
    aceras en metal sobre las aguas turbias,
    y más allá la línea
    los dos carriles férreos que bordean la costa
    tal como aquellos otros que anunciaban el tren
    ...........del mediodía,
    que marcaban las horas de arrancarnos el mar,
    de protestar que no, no nos deañaba el sol,
    como a ellos, tan altos, que decían
    -cubriéndose los ojos, los pies dentro del agua-
    "Saliendo, ya, saliendo, o no vienen mañana."



    NACIMIENTO DEL AGUA

    Esperaba despierta los primeros fulgores,
    pequeñas luces como joyas calando la madera,
    danzante luz de agua en el blanco del techo.
    Verano tras verano el alba fue mi hallazgo,
    mi personal espacio de soñar.
    En los primeros años solía perseguir al señor
    ...........de la sal;
    lo había dicho mi abuelo mirando bajo el muelle:
    antes que todos despertaran
    un viejito vertía toneladas de sal en la marea.
    Yo madrugaba y madrugaba
    por espiar entre las tablas el mágico regalo
    ...........de mi abuelo
    luminosos cristales de sal para mis sueños.
    De verano a verano
    los meses de la sed forzaban a mirar en dirección
    ...........contraria
    seguir ajenas reglas y esperar
    esperar esperar los fulgores acuosos de la luz
    la luz que regresaba de las aguas danzando
    y el leve bañador,
    ....y el andar sigiloso, y descalzo, y feliz,
    ........y el muelle solitario posado sobre el agua
    ............y el agua de esa hora perfectamente llana;
    era como asistir al instante primero, aguas recién
    ...........creadas
    que no atinan aún a dominarlo todo.
    He vuelto a estar ahí, en ese instante detenido,
    mi cuerpo entrando inmóvil a lo eterno...
    Sólo desde unas pocas instancias de la dicha
    ...........he alcanzado esa orilla
    una sábana verde y luminosa extendida ante mí
    ...........como la calma
    y cada vez retornan esos días
    y sobre aquella luz, las conquistadas luces
    como delgadas láminas de hermoso papel alba
    tendidas sobre el lienzo de la belleza pura.

    Pedro Casas Serra
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    Déborah García (1971- Empty Re: Déborah García (1971-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 19 Abr 2024, 13:38

    .


    AIRE

    En los años felices,
    cuando se construía mi idea de la dicha,
    el placer era el mar,
    el agua y su contacto con la piel,
    el agua que anulaba el peso de mi cuerpo
    y me hacía moverme ligera como un pájaro,
    flotar, oscilar libre en sus corrientes vastas...
    Pero el recuerdo es una sustancia numerosa;
    donde grababa el agua
    infinitos fragmentos inscribían su signo:
    la marea golpeando contra el fondo del bote,
    la sensación de andar sobre maderas,
    los brazos de mi abuela dormitando en los brazos
    ........del sillón
    y el aire, todo el aire
    como un océano sobre otro océano,
    la brisa permanente cargada de salitre,
    entre el sueño y la brisa,
    esa felicidad que nada empaña.

    En los años terribles,
    esos que parecían haber robado todo
    dejando solo los peores climas,
    los sabores amargos,
    el rumor moribundo de la fe,
    en medio de una calle que incineraba el sol
    el fluir repentino de la brisa me devolvió de golpe
    ........a los placeres hondos;
    retornaban, intactos, uno a uno fragmentos
    ........de la dicha
    dentro de mí la dicha indesterrable
    y el aire que anulaba el peso de mi cuerpo
    y el corazón flotando ligero como un pájaro,
    entonces finalmente supe todo el océano del aire
    que inundaba mi casa, las calles, la ciudad...
    Pero el recuerdo es una sustancia intransferible;
    cómo comunicar la invisible belleza,
    el oleaje del aire, sus eternas corrientes
    ........modificando todo
    cómo la infinitud,
    contemplar sumergidos la inasible marea,
    esa felicidad que nada empaña...



    CASA SIN MAR AL FONDO

    De una playa arrasada por los vientos
    solo yo las arenas intocadas conservo;
    son mías
    ........las blandas esmeraldas bajo el muelle
    y el andar silencioso de la luz bajo el agua
    ........y el agua
    ................y el silencio
    ........................y los maderos...
    Poseo la memoria de una perdida playa
    y el portal que acaricia la espalda de las olas
    ....y el danzar de los botes hacia la madrugada
    ........y la brisa salobre,
    por qué insisto
    en habitar este lugar pequeño y en penumbras
    que me dejas en ti
    aun bajo amenaza de ver mi desalojo
    cualquier día.



    ACARICIABA EL AGUA
    LOS OJOS DEL VIAJERO

    Qué cálido, muchacha, que estén en ti mis cosas.
    Estuve, tú dormías, dejé allí mi equipaje.
    Hoy separé mis ojos de tu lugar de tablas
    húmedas y la arena está aquí todavía.
    Tú abandonas la alcoba, muchacha, a medianoche
    y te llevas el sueño muelle adentro
    (túnica que el salitre por las orillas besa).
    Porque pasan la noche tus pies dentro del agua
    y adormece sin puertas tu cabaña
    qué dulce mi equipaje allí contigo
    y el olor como a velas
    prendido en las camisas que me traes ahora.
    En el vértigo suave de procurarte cerca
    -leve roce de alas al borde de mi boca-
    de decirte, muchacha, camina entre mis cosas,
    pon un color al día que de tus manos venga,
    de tu casa en los muelles
    y en luminoso instante ver, muchacha salobre,
    cómo tersa tu vientre
    la lúbrica distancia de la próxima noche
    en que casi sabemos
    que no volverás sola a dormir junto al agua.



    ÚLTIMOS TRAZOS

    Con Eliseo, ofrenda


    Habiéndome quedado tantas cosas por darte
    tras un final que anula toda postergación,
    todo posible sueño compartido;
    pensando en lo perfectos que fueron nuestros
    ........trazos
    -perfectos el comienzo
    ........y la noche primera
    ............y el resto de los días uno a uno-
    no consiguiendo, en fin, disolver la belleza
    como un ciclo inconcluso, abandonado;
    en una línea última que complete el dibujo,
    dejo lo que faltó, lo que habría sido...

    Te doy el mar distante,
    el mar que es mar, océano, misterio que subyuga,
    unj espíritu vivo que clama por el mío
    ........y lo despierta
    y sugiere caminos infinitos que, aun velados,
    conforman las edades totales de mi vida.
    Te doy el mar, las playas,
    la alegría del mar que todo lo celebra
    ........entre las aguas
    las aguas que se escurren sobre el piso de tablas
    ........y no importa
    la alegría del mar que nace de la brisa,
    ........de las perennes olas,
    de la lluvia, que es fiesta sumergida;
    la alegre libertad de evadir lo solemne
    -ropajes tan absurdos para el trópico
    y esas absurdas reglas contra los pies desnudos-,
    la libertad del cuerpo para tocar el aire
    ........por todos sus contornos,
    la alegría del mar,
    sentarse balanceando los pies dentro del agua,
    y ninguna otra cosa...


    DÉBORAH GARCÍA, Te doy el mar, Rialp, 2019.


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