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Julio Llamazares (Vegamián, León, 28 de marzo de 1955) es un novelista, escritor de viajes, poeta y guionista de cine español.
Fue dos veces finalista del Premio Nacional de Literatura de España por sus novelas Luna de lobos (1985) y La lluvia amarilla (1988).
Biografía
Nació en el desaparecido pueblo leonés de Vegamián, donde su padre, Nemesio Alonso, trabajaba como maestro nacional poco antes de que la localidad quedase inundada por el embalse del Porma.
Aunque nació accidentalmente en Vegamián, su familia procede del pueblo leonés de La Mata de Bérbula (también llamado La Matica), ubicado en la cuenca del río Curueño y cuya descripción está recogida en su libro de viajes El río del olvido. Tras la destrucción de Vegamián se muda con su familia a Olleros de Sabero, en la cuenca carbonífera de Sabero. La infancia en ambos pueblos marca, en adelante, su vida; también lo hará con parte de su obra.
Licenciado en Derecho, abandonó el ejercicio de la profesión para dedicarse al periodismo escrito, radiofónico y televisivo en Madrid, donde reside actualmente.
En 1983 comenzó a escribir Luna de lobos, su primera novela (1985), y en 1988 publicó La lluvia amarilla. Ambas fueron finalistas al Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa. Tras estas obras, en Escenas de cine mudo (1994) dio forma literaria a algunas de sus experiencias de niñez.
En 2016 quedó finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León con su novela Distintas formas de mirar el agua. Antes del fallo del premio, emitió un comunicado anunciando que no aspiraba a él y que lo rechazaría en caso de que le fuera concedido. En una convocatoria anterior (2014) ya había sido candidato a dicho galardón, con Las lágrimas de San Lorenzo, sin obtenerlo.
Obra literaria
Julio Llamazares afirma que su visión de la realidad es poética. Su forma de escribir está muy pegada a la tierra, podríamos decir que es un escritor romántico en el sentido original, que es el de la conciencia de escisión del hombre con la naturaleza, de la pérdida de una edad de oro ficticia porque nunca ha existido.
Sus obras las caracterizan el intimismo, el uso de un lenguaje preciso y el exquisito cuidado en las descripciones.
Así, en ellas incursiona en diversos géneros:
la literatura de viajes, en El río del olvido (1990), que narra el viaje a pie que realizó por la ribera del Curueño durante el verano de 1981; o Cuaderno del Duero (1999), crónica del recorrido a lo largo de las provincias por las que transcurre el río, que concluyó en Trás-os-Montes (1998), publicado originalmente por capítulos en el periódico El País con el título Un viaje portugués.
el ensayo, presente en narraciones como El entierro de Genarín (1981) o los retratos de Los viajeros de Madrid (1998);
disciplinas periodísticas como el artículo de opinión y el reportaje, de los que ha publicado recopilaciones como En Babia (que reúne su producción en estos géneros entre 1986-1991) o Nadie escucha (1991-1995) y en las que se reafirma en su tesis de que «el periodismo es otra faceta de la literatura, también forma parte del afán de contar».
Como poeta se le vincula a la generación de los ochenta o postnovísimos.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Llamazares )
*
Algunos poemas de Julio Llamazares:
De La lentitud de los bueyes (1979):
YO VENGO DE UNA RAZA DE PASTORES...
Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad cuando perdió sus ganados y sus pastos.
Durante mucho tiempo mis antepasados cuidaron sus rebaños en la región donde se espesan el silencio y la retama.
Y no tuvieron otro dios que su existencia ni otra memoria que el olvido.
Caliente aún está la piedra donde bebían la sangre de sus vides al caer de la tarde. Pero qué lejos todo si recuerdo.
Qué lejos de mí la región de las fuentes del tiempo, el lugar donde el hombre nace y se acaba en sí mismo como una flor de agua.
Ellos no conocían la intensidad del fuego ni el desamor de los árboles sin savia.
Los graneros de su pobreza eran inmensos. La lentitud estaba en la raíz del corazón.
Y en su sosiego acumularon monedas verdes de esperanza para nosotros.
Pero el momento llegó de volver a la nada cuando los bueyes más mansos emprendieron la huida y una cosecha de soledad y hierba reventó en sus redes.
Ahora apacientan ganados de viento en la región del olvido y algo muy hondo nos separa de ellos.
Algo tan hondo y desolado como una zanja abierta en mitad del corazón.
ESTA ES LA TIERRA DONDE CRECIÓ EL OLVIDO
Esta es la tierra donde creció el olvido.
La conocemos surco a surco y su dolor nos duele
en la raíz del alma.
Esta es la tierra que sembramos en días de humildad.
Escuchad su latido: es una tierra antigua como el silencio. Es más amarga que el esparto.
En sus entrañas fermentan miradas verdecidas.
DE VEZ EN VEZ, LA TRISTEZA
De vez en vez la tristeza.
No esa tristeza dulce y húmeda que empaña los cristales en las tardes de invierno.
Me refiero a la tristeza que amarga en la lengua. Hablo de la tristeza que madura lentamente en el panal del coraz´ón.
De pronto nos inunda como la luz de un farol negro. Como el ladrón que nos aborda en un recodo del camino.
Amarga por lo antigua y por lo intensa. Quema como resina vertida en el dolor.
Es la tristeza que queda como poso del olvido.
De Versos y ortigas (2009):
COMO UNA CIENCIA ANTIGUA...
Como una ciencia antigua de vapor de plomo. Como un lobo de piedra que el río arrastra hacia el abismo. Aguas negras y acero, entre la niebla helada la muerte viene y va.
Como un lobo de piedra la muerte viene y va.
Abandonaron sus dados los mendigos. Junto al gran lago de Isoba, un animal sin ojos bebe la maldición del sol. Aguas negras y acero, entre la niebla helada la muerte viene y va.
Como un lobo de piedra la muerte viene y va.
GENERACIÓN DE LOS AÑOS 50
Nacimos en tardes de cigüeñas y tuvimos sonrisas a estrenar cada domingo (en época de paz, un hijo es algo así como un justificante de un tiempo no perdido).
Nacimos en tardes de cigüeñas con dos silencios largos en los ojos.
En las mañanas de invierno, tuvimos un alma y un abrigo, leche en polvo a la salida de la escuela y frío en las rodillas.
Fuimos hombres compartiendo un cigarrillo y besamos a escondidas a las chicas tras los bancos de la iglesia.
Y, en las tardes de lluvia como ésta, nos fuimos quedando poco a poco en soledad.
JULIO LLAMAZARES, Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia. Antología, Calambur, 2010.
Julio Llamazares (Vegamián, León, 28 de marzo de 1955) es un novelista, escritor de viajes, poeta y guionista de cine español.
Fue dos veces finalista del Premio Nacional de Literatura de España por sus novelas Luna de lobos (1985) y La lluvia amarilla (1988).
Biografía
Nació en el desaparecido pueblo leonés de Vegamián, donde su padre, Nemesio Alonso, trabajaba como maestro nacional poco antes de que la localidad quedase inundada por el embalse del Porma.
Aunque nació accidentalmente en Vegamián, su familia procede del pueblo leonés de La Mata de Bérbula (también llamado La Matica), ubicado en la cuenca del río Curueño y cuya descripción está recogida en su libro de viajes El río del olvido. Tras la destrucción de Vegamián se muda con su familia a Olleros de Sabero, en la cuenca carbonífera de Sabero. La infancia en ambos pueblos marca, en adelante, su vida; también lo hará con parte de su obra.
Licenciado en Derecho, abandonó el ejercicio de la profesión para dedicarse al periodismo escrito, radiofónico y televisivo en Madrid, donde reside actualmente.
En 1983 comenzó a escribir Luna de lobos, su primera novela (1985), y en 1988 publicó La lluvia amarilla. Ambas fueron finalistas al Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa. Tras estas obras, en Escenas de cine mudo (1994) dio forma literaria a algunas de sus experiencias de niñez.
En 2016 quedó finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León con su novela Distintas formas de mirar el agua. Antes del fallo del premio, emitió un comunicado anunciando que no aspiraba a él y que lo rechazaría en caso de que le fuera concedido. En una convocatoria anterior (2014) ya había sido candidato a dicho galardón, con Las lágrimas de San Lorenzo, sin obtenerlo.
Obra literaria
Julio Llamazares afirma que su visión de la realidad es poética. Su forma de escribir está muy pegada a la tierra, podríamos decir que es un escritor romántico en el sentido original, que es el de la conciencia de escisión del hombre con la naturaleza, de la pérdida de una edad de oro ficticia porque nunca ha existido.
Sus obras las caracterizan el intimismo, el uso de un lenguaje preciso y el exquisito cuidado en las descripciones.
Así, en ellas incursiona en diversos géneros:
la literatura de viajes, en El río del olvido (1990), que narra el viaje a pie que realizó por la ribera del Curueño durante el verano de 1981; o Cuaderno del Duero (1999), crónica del recorrido a lo largo de las provincias por las que transcurre el río, que concluyó en Trás-os-Montes (1998), publicado originalmente por capítulos en el periódico El País con el título Un viaje portugués.
el ensayo, presente en narraciones como El entierro de Genarín (1981) o los retratos de Los viajeros de Madrid (1998);
disciplinas periodísticas como el artículo de opinión y el reportaje, de los que ha publicado recopilaciones como En Babia (que reúne su producción en estos géneros entre 1986-1991) o Nadie escucha (1991-1995) y en las que se reafirma en su tesis de que «el periodismo es otra faceta de la literatura, también forma parte del afán de contar».
Como poeta se le vincula a la generación de los ochenta o postnovísimos.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Llamazares )
*
Algunos poemas de Julio Llamazares:
De La lentitud de los bueyes (1979):
YO VENGO DE UNA RAZA DE PASTORES...
Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad cuando perdió sus ganados y sus pastos.
Durante mucho tiempo mis antepasados cuidaron sus rebaños en la región donde se espesan el silencio y la retama.
Y no tuvieron otro dios que su existencia ni otra memoria que el olvido.
Caliente aún está la piedra donde bebían la sangre de sus vides al caer de la tarde. Pero qué lejos todo si recuerdo.
Qué lejos de mí la región de las fuentes del tiempo, el lugar donde el hombre nace y se acaba en sí mismo como una flor de agua.
Ellos no conocían la intensidad del fuego ni el desamor de los árboles sin savia.
Los graneros de su pobreza eran inmensos. La lentitud estaba en la raíz del corazón.
Y en su sosiego acumularon monedas verdes de esperanza para nosotros.
Pero el momento llegó de volver a la nada cuando los bueyes más mansos emprendieron la huida y una cosecha de soledad y hierba reventó en sus redes.
Ahora apacientan ganados de viento en la región del olvido y algo muy hondo nos separa de ellos.
Algo tan hondo y desolado como una zanja abierta en mitad del corazón.
ESTA ES LA TIERRA DONDE CRECIÓ EL OLVIDO
Esta es la tierra donde creció el olvido.
La conocemos surco a surco y su dolor nos duele
en la raíz del alma.
Esta es la tierra que sembramos en días de humildad.
Escuchad su latido: es una tierra antigua como el silencio. Es más amarga que el esparto.
En sus entrañas fermentan miradas verdecidas.
DE VEZ EN VEZ, LA TRISTEZA
De vez en vez la tristeza.
No esa tristeza dulce y húmeda que empaña los cristales en las tardes de invierno.
Me refiero a la tristeza que amarga en la lengua. Hablo de la tristeza que madura lentamente en el panal del coraz´ón.
De pronto nos inunda como la luz de un farol negro. Como el ladrón que nos aborda en un recodo del camino.
Amarga por lo antigua y por lo intensa. Quema como resina vertida en el dolor.
Es la tristeza que queda como poso del olvido.
De Versos y ortigas (2009):
COMO UNA CIENCIA ANTIGUA...
Como una ciencia antigua de vapor de plomo. Como un lobo de piedra que el río arrastra hacia el abismo. Aguas negras y acero, entre la niebla helada la muerte viene y va.
Como un lobo de piedra la muerte viene y va.
Abandonaron sus dados los mendigos. Junto al gran lago de Isoba, un animal sin ojos bebe la maldición del sol. Aguas negras y acero, entre la niebla helada la muerte viene y va.
Como un lobo de piedra la muerte viene y va.
GENERACIÓN DE LOS AÑOS 50
Nacimos en tardes de cigüeñas y tuvimos sonrisas a estrenar cada domingo (en época de paz, un hijo es algo así como un justificante de un tiempo no perdido).
Nacimos en tardes de cigüeñas con dos silencios largos en los ojos.
En las mañanas de invierno, tuvimos un alma y un abrigo, leche en polvo a la salida de la escuela y frío en las rodillas.
Fuimos hombres compartiendo un cigarrillo y besamos a escondidas a las chicas tras los bancos de la iglesia.
Y, en las tardes de lluvia como ésta, nos fuimos quedando poco a poco en soledad.
JULIO LLAMAZARES, Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia. Antología, Calambur, 2010.
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