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    Pilar Paz Pasamar (1932-2019)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 26 Oct 2024, 09:25

    .


    PILAR PAZ PASAMAR (Jerez de la Frontera, 13 de febrero de 1932-Cádiz, 7 de marzo de 2019) fue una poeta española. Miembro de la rama gaditana de la generación poética de 1950, continuadora de la lírica de estirpe simbolista y juanramoniana. Recibió un accésit del Premio Adonais de Poesía por Los buenos días (1954). Entre otras distinciones (miembro de la Real Academia Hispano Americana de Cádiz desde 1963, Hija Adoptiva de la ciudad de Cádiz en 2005, Premio Meridiana del Instituto Andaluz de la Mujer en 2005), destaca su inclusión en la sección de “Nombres propios” del Centro Virtual Ce rvantes. Fue nombrada Autora del año 2015 por el Centro Andaluz de las Letras de la Junta de Andalucía. El ayuntamiento de su ciudad natal concede anualmente el premio de relatos cortos y poesía para mujeres "Pilar Paz Pasamar".

    Biografía

    Pilar Paz Pasamar nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) el 13 de febrero de 1932.[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]​ Fue la segunda hija del matrimonio formado por Arturo Paz Varela, jerezano y capitán de infantería, y Pilar Pasamar Mingote, una zaragozana que abandonó la profesión de cantante lírica al casarse. Antes de Pilar había nacido Mercedes (1927), y después lo harían Arturo (1933) y Jorge Antonio (1943).
    Tras la guerra civil española la familia se instaló en Madrid, donde las niñas fueron matriculadas en el colegio de las Carmelitas de la calle Fortuny. Pero las vacaciones seguían siendo en el sur, donde se despertó la sensibilidad poética de la autora en torno a tres estímulos: la lírica de tradición oral (muy viva en la Baja Andalucía), las canciones que escuchaba por la radio y los poemas de Las mil mejores poesías que su madre le enseñaba a recitar.
    Entre 1947 y 1948 tuvo Pilar un “Rincón poético” en el diario Ayer de Jerez.​ En estas primicias se reconocen los ecos de las coplas andaluzas, Bécquer, Rubén Darío, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. La evolución de la lírica infantil hacia una depuración rigurosa se produce en contacto con las primeras amistades literarias en su Jerez natal: los poetas Juan Valencia y, sobre todo, José Manuel Caballero Bonald,​ que se constituyó en su primer mentor poético en los círculos madrileños.
    A partir de 1950, coincidiendo con la inauguración de los Cursos de Verano para Extranjeros en Cádiz, Pilar Paz se incorporó al grupo que publicaba la revista Platero (1950-1954),​ integrado por Fernando Quiñones, Felipe Sordo Lamadrid, Serafín Pro Hesles, Francisco Pleguezuelo y el pintor Lorenzo Cherbuy. Con ellos coincidía durante los veranos, y con ellos fue a Córdoba en 1951 a conocer a los poetas del grupo “Cántico”: Pablo García Baena, Ricardo Molina, Juan Bernier... Platero llegó a publicar colaboraciones de Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego. El grupo gaditano incluyó a otros poetas de la provincia, como José Manuel Caballero Bonald, Julio Mariscal y José Luis Tejada.
    En 1952 Pilar Paz se matriculó de comunes en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, aunque no llegó a concluir la carrera. Allí trabó conocimiento con otras figuras literarias como Dámaso Alonso y Carlos Bousoño.
    Entre 1951 y 1956 publicó tres libros que la convertirían en la poetisa más joven y celebrada del momento. Mara (1951), libro amadrinado por Carmen Conde, canta el descubrimiento del mundo desde un intimismo cálido y sensual. Los buenos días (1954, accésit del premio Adonais 1953 junto a Pino Ojeda por El fruto en el árbol)​ incorpora acentos realistas y cívicos. Ablativo amor (1955, premio Juventud) es un cancionero amoroso de estirpe petrarquista, en sonetos. Juan Ramón Jiménez, exiliado en Puerto Rico, al leer versos de la joven autora, se puso en contacto epistolar con ella: "Le perdono su burla de llamarme ¡Dios! y le rozo con las yemas de los dedos, Luzbel enemiga, sus sienes rebeldes, palpitantes de misterio, de encanto y de intensidad. Porque usted habla por las sienes, lo más sentido del cuerpo y lo más duro del alma".​ La admiración del maestro supuso sin duda el mejor espaldarazo para la joven escritora.​
    El medio siglo vino marcado por los intentos de apertura. Pilar Paz se integró en los círculos poéticos femeninos de Carmen Conde, Ángela Figuera, Gloria Fuertes y Concha Lagos entre otras. Carmen Conde la incluyó en todas sus antologías, y años después mereció un lugar destacado en la antología bilingüe italo-española que preparó María Romano Colangeli (1964). En la colección "Ágora" que dirigía Concha Lagos aparecerían más tarde Del abreviado mar (1957) y Violencia inmóvil (1967).
    En esos mismos años culminó la pasión que desde su infancia sintió Pilar Paz por el teatro. En la Facultad se relacionó con estudiantes integrados en el TEU (Teatro Español Universitario): Marcelo Arroitia, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], José María Saussol Prieto. Con ellos montó una adaptación de La tempestad de Shakespeare (Madrid, 1954), participó en lecturas dramatizadas, iba por los pueblos representando autos sacramentales, y llegó a plantearse una gira por Italia con La Celestina. Junto con José María Rodríguez Méndez escribió "El Desván", una comedia que finalmente no fue ni representada ni publicada.
    En 1955 el rectorado de la Universidad de Madrid y el SEU convocaron el Congreso de Jóvenes Escritores, que nunca llegó a celebrarse por motivos de censura. En su Boletín figura el nombre de Pilar Paz Pasamar como miembro de la Comisión Ejecutiva, aunque no consta más participación.
    En Cádiz, en torno a los cursos de verano, José María pemán montó una compañía de aficionados. En 1952 se estrenaron en el Gran Teatro Falla de Cádiz con El Gran Cardenal.
    Conoció a Carlos Redondo Huertos con el que se casó y se establecieron en Cádiz. La boda, en 1957, coincidió con la publicación de su cuarto libro de poemas. Del abreviado mar (1957), cuyo título es un homenaje a Góngora. Se trata de un cancionero de reencuentro con la tierra natal donde celebra la naturaleza y las pequeñas cosas, despidiéndose de su adolescencia con cierta melancolía.​ En los años siguientes se dedicó fundamentalmente a la familia.​ En Cádiz nacieron sus cuatro hijos: Pilar (1958), Mercedes (1960), María Eugenia (1963) y Arturo (1967). Publicó La soledad contigo (1960), donde, identificada con la tierra madre, explora el entorno cotidiano.
    El 12 de agosto de 1963 ingresó en la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras de Cádiz con un discurso donde reflexionaba sobre la función del poeta.
    En 1967 aparecía Violencia inmóvil, el mejor poemario de la autora hasta aquel momento, según apreciaron Vicente Aleixandre y Gerardo Diego,​ entre otros críticos.​ Desde el principio aparecía el problema al que se enfrentan todos los poetas en la década de los 60: la desconfianza en la palabra. En este contexto, Pilar Paz afirmó el sentido "místico" y "religioso" de la experiencia poética.
    Pasaron quince años en medio de importantes cambios en el mundo, en España, en el ámbito familiar de Pilar Paz. El fruto de este silencio es La torre de Babel y otros asuntos (1982), un libro escrito a raíz de una fuerte crisis personal donde la confrontación con el fracaso personal y el mundo actual convergen en la torre de Babel como símbolo central de la destrucción de la palabra. El libro se abre a la ironía y el desdoblamiento en diferentes voces, para terminar con un retorno a una fe definida en parámetros postconciliares. Fue la reaparición de la poeta.
    En 1986, reaparecía Pilar en el número Litoral femenino y en la cuidada antología que de su obra prepara José Ramón Ripoll: La alacena (1986).
    En 1990 vio la luz Textos lapidarios, integrado por un relato ("La Dama de Cádiz") y un conjunto de poemas inspirados en el Lapidario del rey Alfonso X el Sabio. De aquí sale un libro de amor a la tierra natal andaluza, donde se mezclan las historias “memorables” de personajes de las tres culturas medievales con elementos de la memoria personal en poemas narrativos.
    La veta narrativa de esta poesía hace juego con dos libros de cuentos: Historias balnearias y otras (1999), recogidas y ampliadas en Historias bélicas (2004). Sus cuentos combinan la indagación psicológica con la social e histórica. Por estos años sistematizó su colaboración en prensa con la columna “La Hache intercalada”, en Diario de Cádiz.
    Philomena (1994) y Sophía (2003) constituyeron una cima en la obra lírica de la autora. En Philomena, inspirada en el símbolo sanjuanista del ruiseñor como alma en oración, culmina su concepción de la palabra como Logos en el que reside la resurrección y la vida. Sophía (2004), escrito a raíz de la muerte de Carlos Redondo en 1997, es el libro donde Pilar trasciende el dolor en belleza y conocimiento, maridando las tres fuentes de su sensibilidad: la platónica, la bíblica sapiencial, y la sensorialidad andaluza.​
    Su última entrega poética, Los niños interiores (2008), se abre con una cita de Juan Ramón: "Mi vocación de eterno está, como en el niño, en mi gran amor a lo presente". El libro reivindica la infancia perpetua del corazón; hace un balance agridulce de la propia trayectoria, comparándola con la de un niño que no ha terminado la tarea; juega con las palabras y las imágenes; evocan miedos de la propia infancia; muestra un mundo donde la inocencia es profanada; y, finalmente, asume la propia edad en un tiempo que, liberado del pasado y del futuro, se despliega como un don maravilloso.​
    La poesía de Pilar Paz ha sido traducida al italiano, árabe, francés, inglés y chino. En el año 2013 fueron publicados los libros Marinera en tierra adentro, que reúne la mayor parte de su obra narrativa, y Ave de mí, palabra fugitiva, con toda su producción lírica desde 1951 hasta 2008.​
    Pilar Paz Pasamar falleció en Cádiz el 7 de marzo de 2019.

    Distinciones y membresías

    • Miembro de número de la Real Academia Hispanoamericana (Cádiz) desde 1963.
    • Miembro de la Academia de San Dionisio de Jerez de la Frontera.
    • El Ayuntamiento de Jerez de la Frontera
    • El Ayuntamiento de Jerez de la Frontera convoca desde el año 2000 un Certamen de Relato Corto Pilar Paz Pasamar.
    • Nombrada "Hija adoptiva de la ciudad" de Cádiz 2004.
    • Premio “Meridiana” del Instituto Andaluz de la Mujer, 2005. Archivado el 30 de julio de 2013 en Wayback Machine.
    • Medalla de Honor de las Academias de Andalucía, 2012.
    • Autora andaluza del año 2015[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]​, Junta de Andalucía.
    • Premio Elio Antonio de Nebrija de las Letras Andaluzas, concedido por la Asociación Colegial de Escritores, en 2017


    (Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Algunos poemas de Pilar Paz Pasamar:


    De Los buenos días:


    ALDONZA SE CASA

    A la memoria de M. de Unamuno
    homenaje a su Vida de don Quijote
    y Sancho.


    Por la mañana
    rubia como Castilla
    Aldonza se nos casa con el hombre.

    Huele el campo a romero
    mientras alegre se prepara
    y se almidona el corazón.

    En este día último se crece,
    se ilumina terriblemente grande,
    colorada entre ramos y membrillos.

    Ayer tarde confiesa. Hoy amanece
    con la clausura del rocío, absorta
    junto a la mula y el molino
    y el sol pacífico y la tierra.

    -Aldonza, ¿dónde vas?
    -Voy a casarme.
    -Dices bien. Haces bien. Tienes los brazos
    ni que pintados para el hijo,
    pero..., ¿no le conoces...?

    ¡Ayer a confesarte que no le conocías,
    inspiradora ausente de tan tremenda ruta,
    más allá de la vida.
    mucho más de las eras y los pastos!

    Tú no puedes saber como nosotros
    porque tienes el alma colorada,
    porque tienes los dientes demasiado risueños
    y la fe tan casera que da lástima olerla.

    -Haces bien. Cásate.
    Cien hijos que tendrás como cien soles,
    grandes y cejujuntos,
    y un amor en tu alcoba
    hecho con argamasa,
    labriego, sudoroso,
    como tu pecho que rescata al hombre
    del sueño o el hastío.

    -Aldonza, corre, que la hora se echa
    encima de tu vida. No oigas lo que te digo
    si te digo que eres una pobre criatura
    como hay muchas.
    Si te digo que ignoras -porque quieres-
    que hay una estrella dolorosa
    sobre los incurables,
    sobre todos los locos,
    que hay un mar.., que hay un mar...

    Tú no sabes qué es eso, pobre Aldonza,
    Anda a arreglarte (¡Cómo huele el campo,
    Aldonza, y cómo huele tu ignorancia,
    tu estúpida ternura satisfecha!
    ¡Cómo olerán tus hijos
    que cubrirás de caldos espesísimos!)

    Ay, Aldonza, no puedo,
    no puedo contemplarte
    sin echarme a llorar.

    Un momento tan sólo: quisiera preguntarte
    si no supiste nunca...,
    si no pensaste un día,
    si una noche quedaste muda frente a la tierra
    o espiaste arriba un rayo de locura,
    o te fuiste al río saltando y padeciendo
    a tirarte a la yerba. A sufrir sin motivo.
    A llorar porque sí.

    ¿Qué por qué te pregunto esto? Pues porque quiero.
    Porque quiero salvarte, Aldonza, porque quiero
    llorar por las que ignoran, por todas las robustas,
    por todas las Aldonzas, por las que nunca sueñan,
    ¡por ti, por ti, Aldonza Lorenzo, que hoy temprano
    te casas con el hombre bajo el sol de Castilla!




    De La torre de Babel y otros asuntos:


    EN DEFENSA PROPIA

    (A una amiga que me reprocha
    no dedicarme por entero a escribir
    versos
    )

    Tú creces, mientras yo me multiplico.
    Tú hacia arriba, señera, alta, importante,
    contemplativa, tan de mí distante
    que a pequeños quehaceres me dedico.

    Tú, de versos sublimes mil, y rico
    tu mundo, yo los hijos por delante.
    Tú luna en plenitud, y yo menguante
    ala inclinada sobre mucho pico.

    Ciprés engalanado y solitario,
    llama inflamada en el fervor diario...
    ¡Nadie estorbe tu lámpara encendida!

    Mientras, acompañada me disperso:
    el hijo, el hombre, el hombro, el ala, el verso...
    ¡Mas no cambio mi vida por tu vida!


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 27 Oct 2024, 14:15

    .


    De Mara, 1951:


    TERNURA

    tengo ternura hasta para lo malo,
    hasta para lo feo y en desorden,
    una ternura abierta y solitaria
    sin límites ni bordes.

    -A ver, así, hijo mío. ¡Y le hablo al mundo
    y le torno a mirar desencajada,
    absorta en mi ternura!

    Y a las piedras les digo, del camino,
    que son mis hijas ellas.
    Ellas, que nunca sienten,
    que no recuerdan nunca y nunca olvidan.

    Pero yo necesito acariciar aristas,
    y arropar a las rosas con mi mano,
    y palpar muchas frentes de cosas y animales
    porque tengo ternura acumulada,
    un triste desvivirse que me nace
    de mis manos calientes, de mis ojos,
    y miro al mundo cual si fuera un hijo
    y le perdono faltas y lo visto
    de esta luz que me sobra entre la sangre.

    -Así, hijo mío, así…
    .................................¡La vida, el árbol,
    la luz, la piedra, el pájaro, son míos!




    De Del abreviado mar, 1957:


    CONSEJO


    Aprende a estar tan sola que hasta tu sombra misma
    apetezca librarse. Se tú la compañera
    de tus pasos, de modo que llegues a las cosas
    siempre como el que llega de una tierra extranjera.

    Aprende que el dolor sólo es de ti, la risa
    solo tuya, testigos los dos de tu manera.
    Para que la luz fluya clara de tu sonrisa,
    desaloja el fingido sol que el mundo te presta.

    Quédate con la nada que brote de tus manos,
    quédate con lo poco o lo mucho que seas
    en la noche tranquila de tus mejores gastos,
    en la sombra amorosa que ahora se te revela.

    ¡Los otros!... Si los otros pudieran comprenderte,
    si alguien pudiera hablarte por dentro y no por fuera,
    si esos que ahora te llaman no estuviesen atentos
    al sonido estruendoso de las falsas trompetas...

    Llámate tú. Sé música de tu propio instrumento,
    color de tu pintura, cincel en la madera
    de tus sueños. Dibuja lo que quieras decirte,
    escríbete tu historia, escúlpete en tu piedra.

    Aprende a estar a solas. Bebe el agua en tu mano,
    nadie te la ha de dar tan limpia ni tan fresca.
    Lo que tomes del mundo con la ayuda de otros
    no podrás admirarlo de noche en las estrellas.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 29 Oct 2024, 06:46

    .


    De La soledad contigo, 1960:


    CON ELLA EN LAS ORILLAS

    Ya somos más para nombrarte,
    mar nuestro, mar de cada día.
    Mis pies acerco hasta tu espuma
    y te presento a la hija mía.
    crecerá rubia junto al sitio
    donde deliras y porfías,
    tendrá tu luz sobre sus ojos,
    paseará por tus orillas
    y la tendrás por compañera
    entre tus blandas compañías.
    no temerá tus arrebatos,
    sabrá de ti más que yo misma
    y aprenderá a decirte madre
    cuando comprenda tu fatiga.

    Mar maternal, dulce mar nuestro,
    abandonada y siempre viva.
    Ya ves: yo vengo con mi fruto
    a que lo beses y bendigas
    y a reclamar de tu sonido
    una constante letanía
    con la que vele y adormezca
    este pedazo de mi vida…
    ¡como tú acunas en tus brazos
    a la salada maravilla!



    LA ALACENA

    cada mañana abro la puerta
    de la alacena, y se derrama
    la gran marea contenida
    de sus efímeras fragancias.
    del rojo labio de las orzas
    como del borde de una playa
    hasta mí llega el oleaje
    que el especiero me adelanta.
    como en convento de clausura,
    todos esperan, todos callan,
    y el ruiseñor contemplativo
    del tiempo trina y les delata.
    Pongo mi mano en coberturas,
    por mansedumbres alineadas;
    palpo cebollas abadesas
    que en tocas múltiples se inflaman,
    ajos bufones y gibosos,
    dulces almendras escudadas.
    El azafrán –escandaloso
    rubor ardiente de las aguas−,
    acuarela que en los guisados
    se empalidece y desbarata,
    hilado ahora se suspende
    como una vena solitaria
    junto al fragante corazón
    del laurel y de la albahaca.
    Miro al altivo perejil,
    la violenta remolacha,
    la zanahoria rubia y verde
    y la irascible nuez moscada.
    Encapuchados, los pimientos,
    frailucos tristes sin compaña,
    buscan retiro entre las sombras
    que los rincones les deparan.
    la yerbabuena mece el tallo
    soñadora y atormentada
    y en la inocente especiería
    la sal irrumpe adelantada,
    nieve tenaz y entrometida
    que en todas partes se derrama.
    En un rincón, mecen su vientre,
    gremiales, pobres, las patatas,
    humildes, mansas y absolutas
    en la pobreza de sus sayas.
    Mundo, alacena, noviciado
    del sabor. Vientre, nido, nada
    y todo del mundo, del olor
    con el que huelen las mañanas,
    con que saben todas las cosas
    escondidas y enamoradas.
    Olor, servicio del olor,
    oh, pequeña canción diaria
    que contagia mis manos y hace
    la tarea llena de gracia.
    Especias, ramos, condimentos,
    ingredientes de la esperanza.
    He repetido vuestro nombre,
    mi corazón también os canta.
    ¡ay, si pudierais perfumarnos
    las raíces de las palabras!


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 31 Oct 2024, 14:56

    .


    De Violencia inmóvil, 1967:


    MERCADO

    Mercado, praderío matinal,
    fiesta del aluminio y la tisana,
    gloria de hielos escarchados  
    sobre la escama portentosa.
    Sala de disección y colgaduras
    donde la muerte incita al vocerío,
    por donde se pregona el derrotado
    fulgor de las agallas que aún palpitan.

    Mercado de las flores, puesto rojo
    con techumbre de lona y de paciencia,
    mi primera aventura es alcanzarte
    abierto como un párpado y oliente.

    -Vamos, vecinas, todas al mercado.  
    Todas: la de aturdido monedero  
    que va como una hormiga  
    o pájaro aleteando por las cifras,
    la del octavo, la del cuarto y medio,
    la de gandinga y aguardiente
    por todo peso y tú que vas segura.

    -Vamos, vecinas, al mercado  
    de las flores, a la gran plaza de la brisa,
    a ver si el sol brilla en el torso
    de la aguja, si luz y gelatina
    disueltas ya chorrean por los mármoles.
    Vamos, vamos, vecinas,  
    a escoger en la cesta los avíos,
    hacia el olor del alga y el café,
    al puesto de la guapa que entre aceites
    deja hervir una reina en delantales.  
    Vamos, déjennos paso
    que hay que elegir en plumas y mollejas
    vida de cada día
    y hemos de ser después repartidoras,
    y sazonar las madrugadas
    y elaborar embozos de ternura.
    Vamos, vecinas, sobre el pan y el precio
    aceptando la vida y sus monedas.  
    No se discuta más sobre las flores,
    déjenle paso al tacto resignado
    de la mano que escarba en los montones,
    a la que no ha comprado
    esa rosa que cuelga por tus mimbres,
    a la que es sombra en la mercadería,
    niebla del madrugar y nuestra estrella.
    Vamos, sin que nos vea,
    al puesto aquel de risas y manojos
    que todo canta aquí con los pregones  
    y la dicha redonda se desborda.

    Plaza de luz, mercado de las flores,
    ruedo del paria, redondel sonoro,
    alcancía de lluvias y trasiegos,
    casa de los atunes y el alpiste,
    pulpa de vegetales y estertores,
    percha de la ternura degollada,
    torno en el que la muerte diminuta
    gira y se muestra entre relámpagos,
    zona del giro que no asusta, paso
    de florecidas galerías,
    puertas al día abiertas
    cuando la sombra escapa y el sol hace
    del mar su gran milagro repetido.




    De La torre de Babel y otros asuntos, 1982:

    LA TORRE

    Tenía la tierra entera una misma lengua
    y las mismas palabras. (Génesis, 11-18)

    Alcanzó cierta altura la torre elaborada
    con betún y argamasa inocente y con llanto.
    Subían como yedra, tercos, como termites,
    trepaban sin engarce, con prisas ascendían,
    subían sin aliento, a codazos, con prisas
    subían, ascendían, cada vez más lejanos.

    La tierra contemplaba absorta la partida.

    Y por aquel barullo, por aquel amasijo
    de rótulas y sexos atravesó la espada
    del silencio tajante, del silencio absoluto.
    Nadie supo del otro. Labios desesperados
    sin emitir sonidos, buscaron otras bocas,
    ciervos desesperados buscaron otras fuentes,
    madres desesperadas buscaron otros hijos.
    Las aves por la noche gritaron asustadas.

    La torre cayó al suelo, volvió al seno la arcilla
    y en silencio la tierra lloró por la palabra...


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    Pilar Paz Pasamar (1932-2019) Empty Re: Pilar Paz Pasamar (1932-2019)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 02 Nov 2024, 05:30

    .


    De Textos lapidarios. La dama de Cádiz, 1990:


    DE LA PIEDRA QUE A NOMBRE BEZAHAR

    "Que a vertud de la luna aguzar se la memoria
    et entendra bien las cosas que oyere e non se le
    olvidaran".
    LAPIDARIO ALFONSÍ

    Le daba por comer cantos de río,
    marmolillos y alfarjes,
    masticaba guijarros lo mismo que limones.
    Qué deseo de cálculos y gravas,
    de cortezas de arcilla y costras pedernales.

    Ay, la niña litófaga iba por las cunetas
    en busca de manjares diminutos,
    tintineantes, sólidos.

    La niña —qué rareza— regurgitaba mármoles,
    pastaba taraceas
    y el granito en su boca era una golosina.

    En lo hondo del valle, mascaba los brocales
    del pozo que llamaban del hebreo.
    ¡Como dornachos o mazorcas
    los círculos de piedra para ella!
    Las bestias abrevaban
    indiferentes al ansioso
    trajín de los caninos
    aún lácteos, incisivos, tercos, blancos.

    Quizá fue la menor, la piedrecilla
    que atoró su laringe,
    y obstruyó el aire —así
    los cometas varían el curso de los astros—.

    ¡Cómo aquella nonada
    pudo poner azul triste los alvéolos
    del pulmón, los rosados y húmedos locales
    del aire transitorio y aromado!

    Dicen los que asistieron,
    que la mano que extrajo al fin, y tarde,
    aquel mínimo gránulo, provocó en la garganta
    de la criatura —como se derrama
    la sangre desde el fondo de una herida
    al descubrir la venda,
    o como de la copa de los árboles
    el agua sacudida tras la lluvia—,
    un borbotón de lítico clamor, la arrastradura
    de contactos y voces, y entre aquello,
    entrechocada y libre una canción oscura como un pozo.

    Eran palabras, dicen, en extraños idiomas:
    sefardí o arameo, alguna lengua de esas
    que apenas nadie habla hoy por el mundo.




    De Philomena, 1993:


    TODA LA NOCHE ESTUVISTE…

    Toda la noche estuvieron cantándome sus colores!
    J.R. JIMÉNEZ: “Los pájaros de yo sé donde

    So forcibly be sung the mist upon the leaves have atreved…
    Cantó tan fuertemente que derramó la niebla sobre las hojas quietas…”
    G. MANLEY HOPKINS: “El ruiseñor”

    Toda la noche estuviste
    cantando el dolor del mundo.
    En el anterior crepúsculo
    cuando cesó de bullir
    el agua de los colores,
    antes de fundir su gama
    en la tinta de la noche,
    comenzaste a cantar.
    Tu esqueleto, oquedad habitada de aire,
    ocarina emplumada, caramillo nocturno,
    cómo pudo asumir la tarea, tan frágil,
    de cantar los dolores, los tonos del dolor.
    (Voces de Sarajevo, de Bosnia y Nicaragua,
    de Somalia, de África, de Oriente y Occidente;
    llantos de todo el mundo, suspiros de la tierra,
    te pulsaron, tañeron por tu débil garganta,
    toda la noche el mundo traspasó tu laringe,
    toda la noche el mundo gritó a través de ti.)
    Cuando el alba calzó sus sandalias mojadas
    de relente y las ubres del cielo destilaron
    las primeras lechosas gotas de luz, callaste.
    La brisa aventó plumas -nadie sabe hacia dónde-,
    y de ti no quedaba más que el eco en la rama
    frente a la gran protesta vecinal y sombría:
    "Ese pájaro anoche no nos dejó dormir".




    De Sophia, 2003:


    Y, SIN EMBARGO CANTA

    Qué envidiable inconsciencia:
    borboteo del agua,
    chisporrotear de leño,
    subrepticia carcoma,
    canto de grillo insomne,
    élitros contumaces.
    Qué celosa contemplo,
    oigo piar los pájaros,
    crepitar la madera,
    pasar nubes solemnes.
    Todo tan libre, atado,
    sin embargo, a los modos
    con que otros prepararon
    la norma sin esfuerzo
    para llegar a ser,
    un instante, ellos mismos.
    Conforman los tejidos
    de la ley, sin saberla.
    El hombre, sin embargo
    —conciencia plena, ingrata—,
    sabe que cruza solo
    su camino y que cada
    movimiento genera
    repercusión y ecos.
    Para el hombre que sabe
    que el final le contiene,
    que el fin le corresponde,
    le disminuye y grava,
    que es transeúnte de un puente
    terminal y son trámites
    la ciudad o la selva
    y su cielo y sus horas
    pasan inaprehensibles,
    debiera, por lo inútil,
    ser imposible el cántico.
    Sin embargo, detiene
    su pie, desamordaza
    la boca, aspira el aire
    y canta. A veces, canta.

    PILAR PAZ PASAMAR, En voz alta. Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70, Hiperión, 2007.


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