-Qué casualidad. Hoy estamos los ocho -constata Recalde, el Notario.
-Oye, Arcadio, como te fue con la morena... ¿se llama Lolita? -indaga Miguel, el funcionario del gobierno militar
-Muy bien. Fuimos a cenar. Y no pretenderéis que me rebaje a contar lo que pasó después...
-Claro que no -confirma Luís, el médico- Pero tomaste las precauciones que te indiqué, de usar preservativo y luego lavarte concienzudamente.
-Hombre, Luis, no me considerarás tan atrasado de no usar las preceptivas medidas profilácticas con una chica que acabo de conocer...
-Mientras veía la televisión, después de comer, como el programa era tan insípido, me he puesto a pensar en lo que debo hacer mañana. Y, mira por donde, la mente tan voluble y casquivana se ha empecinado en hacerme una pregunta: ¿qué es, mañana? Y yo he pensado que esa pregunta, cuando llegara a la tertulia, os la trasladaría a vosotros. Vamos a ver, ¿quién es el primero que quiere contestarla? -indaga José, que además de escribir, da clase de filosofía en una academia.
-Veréis, para mí, mañana, -dice Joaquín, el juez,- es un día a contar del cual empiezan a correr plazos o términos como se dice en el argot judicial, para señalamientos de vistas, cumplimiento de sentencias, caducidad de instancias, de prescripción y de términos para la práctica de pruebas o determinadas diligencias.
-Pues para mí, mañana, es la fecha que señala un hito en el protocolo para todos aquellos documentos oficiales que por sus peculiaridades hayan tenido que ser inscritos en ese día -arguye Recalde, el notario.
-Y para ti, Luis, ¿qué es, mañana?
-Lo más vulgar y corriente de la existencia: un día en que morirán miles de personas y nacerán otras tantas. En qué una multitud indeterminada de personas de ambos géneros caerán enfermas y otras sanarán. En que se iniciarán y acabarán procesos de curas sujetos a plazos fijos de medicación. En fin, mañana será mañana, como hoy es hoy -resume el médico.
-Oye, Ricardín, ahora te toca a ti -instiga Joaquín.
-Para mí, mañana será jueves. Un día más de la semana -resume el joven abogado del estado.
-Bien está. Cómo se nota que el esfuerzo de la oposición te ha secado el cerebro -le recrimina Recalde. -Y tú, Medina, que nos dices.
-Pues para mí, mañana, será un día más en que tendré que madrugar para abrir la fábrica. En que tengo la seguridad absoluta de coger más de un cabreo por la desidia de algunos trabajadores y, en definitiva, un día que será copia de todos los demás.
-Y para ti, José, que nos has puesto en el brete de dilucidar esta cuestión, qué es mañana, -le espeta Recalde.
-Yo os diré todo lo que he pensado mientras me aburría con la televisión. Para mí mañana es lo que no existe. Es la antítesis al ayer y al hoy, en que lo de ayer se puede mesurar, calibrar, analizar, recopilar y conservar en el tiempo y en el espacio, y lo de hoy cabe palpar, ver, sentir y percibir de presente con cualquiera de nuestros sentidos corporales. Mientras mañana es la noche, la oscuridad más cerrada. El arcano más insondable que nos depara la existencia. Es, en definitiva, la nada. Donde todo está por ocurrir. Y no hay mente humana, ni voluntad especulativa capaz de percibir, atestiguar, conocer o adivinar que nos deparará ese misterio que encierra el mañana. El mañana es una incógnita que se va desvelando a medida que el mañana se convierte en hoy y cuyo resultado total se conoce cuando el mañana pasa a ser ayer.
-Oye, Arcadio, como te fue con la morena... ¿se llama Lolita? -indaga Miguel, el funcionario del gobierno militar
-Muy bien. Fuimos a cenar. Y no pretenderéis que me rebaje a contar lo que pasó después...
-Claro que no -confirma Luís, el médico- Pero tomaste las precauciones que te indiqué, de usar preservativo y luego lavarte concienzudamente.
-Hombre, Luis, no me considerarás tan atrasado de no usar las preceptivas medidas profilácticas con una chica que acabo de conocer...
-Mientras veía la televisión, después de comer, como el programa era tan insípido, me he puesto a pensar en lo que debo hacer mañana. Y, mira por donde, la mente tan voluble y casquivana se ha empecinado en hacerme una pregunta: ¿qué es, mañana? Y yo he pensado que esa pregunta, cuando llegara a la tertulia, os la trasladaría a vosotros. Vamos a ver, ¿quién es el primero que quiere contestarla? -indaga José, que además de escribir, da clase de filosofía en una academia.
-Veréis, para mí, mañana, -dice Joaquín, el juez,- es un día a contar del cual empiezan a correr plazos o términos como se dice en el argot judicial, para señalamientos de vistas, cumplimiento de sentencias, caducidad de instancias, de prescripción y de términos para la práctica de pruebas o determinadas diligencias.
-Pues para mí, mañana, es la fecha que señala un hito en el protocolo para todos aquellos documentos oficiales que por sus peculiaridades hayan tenido que ser inscritos en ese día -arguye Recalde, el notario.
-Y para ti, Luis, ¿qué es, mañana?
-Lo más vulgar y corriente de la existencia: un día en que morirán miles de personas y nacerán otras tantas. En qué una multitud indeterminada de personas de ambos géneros caerán enfermas y otras sanarán. En que se iniciarán y acabarán procesos de curas sujetos a plazos fijos de medicación. En fin, mañana será mañana, como hoy es hoy -resume el médico.
-Oye, Ricardín, ahora te toca a ti -instiga Joaquín.
-Para mí, mañana será jueves. Un día más de la semana -resume el joven abogado del estado.
-Bien está. Cómo se nota que el esfuerzo de la oposición te ha secado el cerebro -le recrimina Recalde. -Y tú, Medina, que nos dices.
-Pues para mí, mañana, será un día más en que tendré que madrugar para abrir la fábrica. En que tengo la seguridad absoluta de coger más de un cabreo por la desidia de algunos trabajadores y, en definitiva, un día que será copia de todos los demás.
-Y para ti, José, que nos has puesto en el brete de dilucidar esta cuestión, qué es mañana, -le espeta Recalde.
-Yo os diré todo lo que he pensado mientras me aburría con la televisión. Para mí mañana es lo que no existe. Es la antítesis al ayer y al hoy, en que lo de ayer se puede mesurar, calibrar, analizar, recopilar y conservar en el tiempo y en el espacio, y lo de hoy cabe palpar, ver, sentir y percibir de presente con cualquiera de nuestros sentidos corporales. Mientras mañana es la noche, la oscuridad más cerrada. El arcano más insondable que nos depara la existencia. Es, en definitiva, la nada. Donde todo está por ocurrir. Y no hay mente humana, ni voluntad especulativa capaz de percibir, atestiguar, conocer o adivinar que nos deparará ese misterio que encierra el mañana. El mañana es una incógnita que se va desvelando a medida que el mañana se convierte en hoy y cuyo resultado total se conoce cuando el mañana pasa a ser ayer.
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