El legado documental de Bandeira se custodia
hoy en día en la Fundação Casa de Rui Barbosa,
en Río de Janeiro (Silva & Lessa, 1989). Con
referencia a su faceta de traductor, entre los
materiales conservados en esta institución se
hallan diferentes cartas. Por ejemplo, constan
cinco misivas enviadas a Bandeira por la
Editora Vozes, entre el 26 de enero y el 15 de julio
de 1965, entre las cuales se adjunta el contrato
para una versión de El gran teatro del mundo, de
Calderón de la Barca, y se habla del pago de las
traducciones de Los verdes campos del Edén, de
Antonio Gala, y La hoguera feliz, de José Luis
Martín Descalzo. Por otra parte, aparecen dos
cartas enviadas por la Fundação Calouste Gulbenkian,
el 6 de agosto y el 2 de septiembre de
1964, solicitando autorización a fin de utilizar
su traducción de Macbeth con motivo de las
conmemoraciones del cuarto centenario de la
muerte de Shakespeare. Se pide permiso,
singularmente, para introducir en la versión diversas
modificaciones con el objeto de adaptar al
portugués de Portugal algunas expresiones del
texto traducido al portugués de Brasil.
En el mismo legado documental, se encuentran
dos cartas a Bandeira del poeta cubano
Nicolás Guillén, del 2 de octubre de 1948 y el 1
de febrero de 1949, en las que este le informa de
que está tratando de transvasar algunos poemas
suyos al español. Asimismo se guardan tres
cartas del prestigioso traductor alemán Curt
Meyer-Clason, con fechas desde el 4 de mayo al
12 de junio de 1965, donde comenta los impedimentos
que tiene para poner en alemán algunos
de sus textos.
Sería posible dar cuenta de otras sugestivas
cartas a Bandeira disponibles en la Fundação
Casa de Rui Barbosa. Algunas de ellas incluso
tienen como protagonista a Juan Ramón Jiménez,
como dos comunicaciones de la Editora
Celta, del 12 de julio de 1956 y del 22 de agosto
de 1962, donde se refiere al acuerdo para la
publicación de varios poemas en un volumen
dedicado al escritor dentro de la colección
Prêmios Nobel. Para nuestro interés en este estudio,
sin embargo, el documento más valioso es una
carta de Zenobia Camprubí al autor brasileño,
hasta ahora desconocida, firmada en Hato Rey
por ella misma y Juan Ramón Jiménez el 5 de
abril de 1955. El valor que este documento
atesora está acreditado, sin duda, a diversos efectos.
En primer lugar, ofrece algunos pormenores
biográficos sobre la vida del insigne matrimonio
durante las últimas fechas, remontándose a años
anteriores. Zenobia confidencia lo que supuso
para la vida del poeta el traslado a Puerto Rico a
comienzos de los años cincuenta, y refiere
además las dificultades por las que atravesó la salud
de aquel en los primeros meses de 1955. Estas
noticias, ciertamente, complementan de forma
estimable lo referido por Zenobia acerca de este
período en su Diario (Camprubí, 2006a) y en
el epistolario a Juan Guerrero Ruiz (Camprubí,
2006b).
En segundo lugar, la carta a Bandeira es
también importante porque refleja la impresión
favorable que les merecieron las versiones de
Poemas Traduzidos a Zenobia y Juan Ramón
Jiménez —él mismo, no se olvide, traductor
de poetas, como se comprueba en el volumen
recopilatorio Música de otros (Traducciones y
paráfrasis), de reciente aparición—.
Como final de nuestro estudio, transcribimos
seguidamente el contenido íntegro de
dicha carta recordando una vez más su carácter
inédito:
Sr. D. Manuel Bandeira
El Brasil.
Muy Sr. mío y amigo:
Después de cuatro meses de hospitalización
y mes y medio de convalecencia en casa,
mi marido, Juan Ramón Jiménez, que ha
tenido mucho tiempo de estancamiento para
recordar su correspondencia abandonada de
ahora y de antes, me pide que le escriba a Vd.,
en su nombre, diciéndole cuánto agradeció
sus libros, en uno de los cuales pudo leer las
preciosas traducciones que Vd. hizo de canciones
de él y la alegría que le causaron. Uno
de los motivos que tuvo para no escribir a Vd.
entonces, era nuestro aislamiento del ambiente propio,
en la Universidad de Maryland, en
donde no sabíamos a quien dirigirnos para
averiguar su dirección.
En el 50 Juan Ramón se sintió ya tan
enfermo que decidimos venir a Puerto Rico,
para encontrar en un ambiente mucho más
parecido al suyo algún alivio a su mal. El
experimento resultó favorable y, después de
un retorno al norte, para liquidar nuestros
asuntos allá y organizar nuestro regreso a esta
isla, lo hicimos definitivamente en el 51. Juan
Ramón mejoró tanto que ha pasado dos años
magníficos, trabajando en esta generosa y
simpática universidad, junto a nuestro amigo,
el dinámico rector, Jaime Benítez.
Desgraciadamente, Juan Ramón ha tenido una recaída
reciente con los resultados que apunté al
comenzar mi carta. Ni qué decir tiene que
nuestros libros nos han seguido lentamente
cuando estábamos ya convencidos de que este
era nuestro lugar definitivo. Estas enfermedades,
traslados y dispersiones nos han hecho
cumplir muy mal con todos nuestros amigos
y más con personas con quienes estábamos,
como con Vd., en gran deuda.
Ayer, en casa del Prof. Onís, vi una revista
americana con poesías de Vd., traducidas por
Dña. Harriet Onís y, al momento, pregunté
cómo comunicarme con Vd. Ella no sabía su
dirección pero recomendó que enviara esta
carta a la casa editora de la revista,
diciéndome que era seguro que la reexpedirían.
Le rogamos que perdone el retraso increíble
de esta carta, no por tardía menos sincera.
Sus agradecidos amigos
Zenobia C. de Jiménez
Juan Ramón Jiménez
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